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La estanquera de Vallecas.

Joséé Luis Alonso dé Santos, 1981.

Obra dramaé tica éstrénada a finalés dél anñ o 1981, él téxto y su répréséntacioé n tuviéron buénas
críéticas én él éstado éspanñ ol, y én algunos paíésés hispanohablantés dé Sudaméé rica. Por
déscontado ésta résénñ a va ha référirsé én éxclusiva al téxto, pués la réalizacioé n, la actuacioé n o
én général la intérprétacioé n no la hémos visto, (al ménos yo no la hé visto), y és imposiblé
apréciar si la actuacioé n dé los actorés fué acértada o acordé con la trama arguméntal.
Es una obra dé téatro firmada por Joséé Luis Alonso dé Santos, él mismo autor, éntré otras dé
la famosa Bajarse al moro. Sus obras fuéron muy conocidas én su díéa por sus adaptacionés
cinématograé ficas. La estanquera de Vallecas én concréto, fué un éjémplo dél “ciné quinqui” qué
sé hacíéa én Espanñ a éntré los anñ os 70 y 80. Eran pélíéculas dé délincuéncia juvénil, dondé los
délincuéntés vérdadéros éran captados por la industria cinématograé fica y contratados como
actorés. Pérsonajés/actorés como “El Torété” o “El Vaquilla”, sé convirtiéron én los
héé roés/antihéé roés, éran los bandoléros tipo Curro Jiméé néz, dé la llamada Transicioé n. Sé
buscaba, quizaé , la émpatíéa dél éspéctador, su conciénciacioé n critica o él simplé éé xito
cinématograé fico faé cil dé las maé ximas audiéncias morbosas. Joséé Luis Manzano, marginado y
actor amatéur, contratado por él diréctor dé ciné Eloy dé la Iglésia, fué él protagonista dé la
vérsioé n cinématograé fica dé ésta Estanquera de Vallecas, én él papél dé Tocho.
El genero teatral én qué sé inscribé la obra és la tragicomédia (comédia-tragicomédia, o
comédia tristé o “sainété”). Récuérda a los antiguos géé néros ménorés téatralés én los qué sé
contaban historias cotidianas, dél puéblo o dél barrio, dé sus habitantés, costumbrismo dé
épopéyas a péquénñ a éscala.
La obra, muy séncilla, sé dividé én cuatro cuadros, (actos). Esta és la llamada estructura
externa. La trama sé réducé a un atraco a un éstanco pérpétrado por dos délincuéntés dé poca
monta, sin éxpériéncia y sin mala inténcioé n. En él primér cuadro éntran én él éstanco y fracasa
él atraco por la résisténcia dé la éstanquéra, la “abuéla”. El primér cuadro, és la préséntacioé n,
aparécén adémaé s dé los méncionados, AÁ ngélés, la niéta dé la éstanquéra y Maldonado, un
policíéa disfrazado dé méé dico. En los cuadros ségundo y tércéro sé désarrolla él nudo dé la
accioé n, él sécuéstro y rélacioé n éntré los cinco pérsonajés. En él cuarto cuadro sé producé él
désénlacé cuando los dos protagonistas décidén éntrégarsé. La éstructura és pués linéal:
préséntacioé n, nudo y désénlacé.
RESUMEN
La estructura interna, o arguménto, cuénta como Léandro y Tocho, éntran én un éstanco dél
barrio madrilénñ o dé Vallécas con él objétivo dé llévarsé por la fuérza la récaudacioé n dél
négocio. La "abuéla", duénñ a dél local, sé niéga a darlés él dinéro y émpiéza a gritar pidiéndo
auxilio. Alarmada por los gritos aparécé AÁ ngélés, qué baja por la éscaléra dél piso/viviénda
supérior, én él moménto én qué su abuéla y los atracadorés éstaé n forcéjéando. Los atracadorés
inténtan réducir y amordazar a la abuéla, qué én la lucha, caé inconsciénté al suélo a causa dé
un golpé dé Léandro. Los vécinos dél barrio, qué han oíédo los gritos, llaman a la policíéa. Lléga
la policíéa, os atracadorés sé hacén fuértés én él éstanco y adviértén a las autoridadés qué
tiénén réhénés y, pidén un méé dico para qué véa a la abuéla, préocupados por élla. El méé dico
résulta sér un policíéa disfrazado qué récibé un téstarazo dé la abuéla, qué al récupérar él
conocimiénto, piénsa qué sé trata dé otro atracador.
A partir dé ahíé, dé résultas dél énciérro obligado, surgé una buéna rélacioé n éntré los cuatro
pérsonajés hasta él punto dé qué Tocho y AÁ ngélés sé éncaprichan él uno dél otro, a pésar dé la
actitud hostil dé la abuéla qué considéra al chico, un lianté. Pasa él díéa y los protagonistas én
un ambiénté casi familiar, juégan a las cartas, éscuchan pasodoblés, bailan, mériéndan, toman
caféé y bébén aníés, mucho aníés, hasta qué lléga la noché. Miéntras tanto la policíéa ha éstablécido
un cérco én él éxtérior y él “gobérnador” lés ha conminado a libérar a los réhénés y a
éntrégarsé, antés dé qué puéda ocurrir algo péor. Al díéa siguiénté los atracadorés récibén una
llamada dé un cura para qué sé éntréguén. Estos, no sin discusioé n, cansados dé oponér
résisténcia décidén réndirsé. Cuando Tocho salé para éntrégarsé, décidé huir y récibé dos
balazos. Léandro no oponé résisténcia y sé éntréga, abrumado dé tristéza.

PERSONAJES
Duranté él énciérro forzado los personajes iraé n conociéé ndosé y rélacionaé ndosé, aliaé ndosé
incluso, éntré éllos, inmérsos én una éspécié dé síéndromé dé Estocolmo por parté dé las
sécuéstradas, hasta dar la imprésioé n dé una formar una familia aislada én una burbuja y
énfréntada a las incléméncias dél éxtérior. Los atracadorés son unos ingénuos y él publico,
(inmérso én una éspécié dé síéndromé dé Estocolmo), no puédé hacér otra cosa qué séntir
simpatíéa hacia éllos por su térnura puéril, sobré todo la dé Tocho, qué con su manéra dé
hablar, su uso dé la jérga popular, (él chéli y él habla vulgar), acaba por conquistar a los
éspéctadorés maé s réticéntés, én un paíés, la Espanñ a dé los 80, sin duda, mucho maé s toléranté
qué él actual.
Los pérsonajés principalés son Léandro, Tocho, la abuéla y AÀ ngélés. Maldonado, él policíéa,
él gobérnador, los vécinos, la voz dél policíéa dél mégaé fono, son los sécundarios. Léandro y
Tocho, los dos protagonistas masculinos, los “criminalés”, én réalidad son albanñ ilés én paro,
qué buscan én la délincuéncia una salida a su précaria situacioé n éconoé mica, sé siéntén
víéctimas dé un sistéma social qué no los toma én considéracioé n y optan por convértirsé én
délincuéntés. Léandro, és mayor y maé s tranquilo, parécé él líédér, miéntras qué Tocho, un
adoléscénté, és mas impulsivo. Sus caractérés son diféréntés. Léandro és un albanñ il solitario,
aféctado por él paro y por su divorcio. En cambio, Tocho, és un jovén huéé rfano, criado én las
callés; su ué nico amigo, y posiblé figura patérna, és Léandro. Son délincuéntés ocasionalés,
ambos éstaé n nécésitados dé afécto y condicionados por él ambiénté dé miséria én él cual sé
désénvuélvén su vidas. Ambos han cométido ya algué n délito ménor, y, bajo présioé n, réaccionan
violéntaménté. Péro sus aspiracionés son dé éstabilidad éconoé mica y dé réspétabilidad social.
Tocho, por éjémplo, sé niéga a la insisténcia dé Léandro para réndirsé a la policíéa y a afrontar
las consécuéncias dé sus actos, porqué, sé siénté coé modo con él afécto dé AÁ ngélés y no déséa,
pérdér su réciéé n conquistado carinñ o. Dé alguna manéra la rélacioé n qué ha éstablécido és la
ué nica caé lida dé sus tiémpos réciéntés. Léandro és maé s réalista y acépta la situacioé n con maé s
maduréz.
Los pérsonajés féméninos, son la abuéla y AÁ ngélés. La abuéla sé puédé considérar una
répréséntanté dél pénsamiénto tradicional. Es la viuda dé un guardia civil, qué ha ténido una
vida difíécil dé sacrificios y trabajo, una mujér valiénté y dura, orgullosa. Todo un caraé ctér én
torno al cual gira la situacioé n hasta su prévisiblé désénlacé. Es un pérsonajé dé mucha
préséncia, éntré humoríéstico y tiérno. Réprésénta él éstrato maé s humildé dé la vida én un
barrio dél éxtrarradio dé la ciudad. En algué n moménto réchaza la péticioé n dé ayuda dé
Léandro y sé niéga a réspaldar a Tocho porqué para élla lo priméro son su posicioé n social y sus
propios déréchos antés qué nada. Tiéné sus propios firmés valorés y la délincuéncia ésta
éxcluida dé éllos, hasta él éxtrémo dé rénunciar a sus ganancias én él juégo dé cartas porqué
no quiéré dinéro “robado”. La abuéla créé qué quién no trabaja és porqué no quiéré y no
éntiéndé dé justificacionés socialés ni dé protéstas contra él sistéma.
Para términar con los pérsonajés éstaé AÁ ngélés. Sé trata dé una adoléscénté, guapa péro
inségura. Admira éxplíécitaménté a su abuéla y la obédécé én todo moménto. Sé muéstra
sérvicial y complaciénté con todo él mundo, és un tanto ingénua péro sé siénté atérida por él
éncanto natural dé Tocho y muéstra curiosidad séxual én cuanto sé lé présénta la ocasioé n.
Al cuartéto dé protagonistas principalés, sé contraponé él pérsonajé (maé s o ménos
simboé lico), dél policíéa. Es la éncarnacioé n dél sistéma y la éxprésioé n dé la fuérza (violéncia) qué
sé éjércé contra todos aquéé llos qué no acéptan las normas. Fuérza siémpré désproporcionada,
y qué én la obra sé utiliza para résaltar los arguméntos críéticos dél autor. La policíéa, éncarnada
én Maldonado y én la voz dél mégaé fono, sé préséntan dé forma négativa, incluso chistosa. Sé la
acusa dé violénta, corrupta é hipoé crita y dé sér un instruménto al sérvicio dél podér.
Maldonado és él répréséntanté dé la sociédad y paradoé jicaménté nunca lléga a intégrarsé
adémaé s dé complicar én todo moménto la situacioé n, générando maé s péligro qué solucionés.

TEMAS
Es una obra costumbrista, una historia tomada dé la callé y a la véz, aunqué ménos, una obra
dé tésis, (forma dé téatro dé tintés réalistas, qué trata témas problémaé ticos a travéé s dé
pérsonajés, qué répréséntan puntos dé vista én conflicto déntro dé un contéxto social). Sé
préséntan algunos témas habitualés dé la vida cotidiana madrilénñ a én la déé cada dé los 80;
péro tambiéé n sé habla dé los marginados; hay una ciérta críética dél sistéma capitalista y la
sociédad dé consumo, (para él autor, causa posiblé dé la marginacioé n social). Son témas dé
cércanos a las inquiétudés dél pué blico dé la éé poca. Un marginado és aquél qué no sé adapta al
moménto o al lugar én qué éstaé viviéndo. Es décir, él qué vivé aléjado dé la éstructura social y
dé ciértas téndéncias éé ticas généralizadas, én él marco dé las cualés sé siénté désplazado. Al
tratar dé réivindicarsé, rompé con las normas éstablécidas dé lo cotidiano générando él
conflicto. La obra, dé todas manéras, sé dirigé a un publico intégrado, (qué puédé y déséa
pagar la éntrada dél téatro), y no al marginado.
El contéxto én qué sé désarrolla la accioé n és él dé una sociédad postindustrial afligida por él
paro, la corrupcioé n políética y la éspéculacioé n rampanté, por lo qué sé puédé pénsar qué én
ciérto séntido no ha énvéjécido nada. El postfranquismo trajo désajustés socialés dé ciérta
inténsidad. En los 80 dél siglo pasado una parté dé la juvéntud éspanñ ola abandonoé los
patronés dé comportamiénto tradicionalés dé las généracionés antériorés; fué él final dé la
“éra hippié”, él moménto dé la “Movida Madrilénñ a”, y dé las drogas duras, fénoé ménos
socioculturalés qué aléjaron a mucha génté, éspécialménté a los joé vénés, dé la cultura dé la
disciplina y dél ésfuérzo pérsonal, qué désdé los 90 y hasta la actualidad sé volviéron a
réivindicar con insisténcia désdé las institucionés y él néolibéralismo. En aquél moménto, al
margén dé la sociédad sé éncontraban médios dé vida quizaé réprobablés péro, sin duda, maé s
réntablés. La obra, indiréctaménté, proponé una valoracioé n réfléxiva dél costo pérsonal dé
séméjanté bué squéda dé altérnativas, péro tampoco sin démasiadas profundidadés. No és una
obra dé plantéamiéntos rigurosos, él tratamiénto és siémpré supérficial y humoríéstico, és una
comédia antés qué una tragédia o una tésis.
El autor és muy bénéé volo con sus pérsonajés, én la actualidad sérian inconcébiblés talés
tolérancias, én parté porqué buéna parté dé la marginalidad sé situé a én él contéxto dé la
inmigracioé n trasnacional: los malos dé hoy son los éxtranjéros; y, én parté porqué una nuéva
moral dé valorés néolibéralés sé ha éstablécido como él nuévo séntido comué n dé la génté dé a
pié. Dé manéra implíécita, én la obra, sé lléga a éxcusar la actitud violénta dé Tocho y Léandro al
justificarla, én lo practico, por él paro forzoso al qué éstaé n sométidos y al justificarla, én lo
éé tico, por la éxisténcia dé quiénés, éstando intégrados én la sociédad, (él gobérnador, por
éjémplo), son maé s malvados y réprochablés én sus héchos. Sin duda, sé trata dé una idéa bién
présénté, ampliaménté difundida éntré los éspanñ olés dé éntoncés y, con résérvas, én los dé
ahora.
En cualquiér obra dé arté él autor vivé involucrado én los acontécimiéntos y los anhélos dé
su tiémpo. Algunos dé los problémas fundaméntalés dé los sérés humanos pérduran a lo largo
dé todos los tiémpos, son los mismos, péro én cada moménto histoé rico sé manifiéstan dé
forma péculiar, con un lénguajé propio y distinto. Por éso algunas obras qué parécén antiguas
o énvéjécidas puédén conéctar con él publico dé hoy. La historia, muy séncilla, qué sé cuénta
con lévés tintés dé compromiso social és la dé “génté qué inténta salir dé pobré”, sin sabér
muy bién como. Un claé sico univérsal, vaya. Sin émbargo él lénguajé dé hacé cuarénta anñ os, las
actitudés dé éntoncés, él sustrato éé tico, síé qué han sufrido un importanté désplazamiénto
Los témas, o subtémas, sé déducén adémaé s dé por él arguménto, a partir dé ciértos
détallés: él ambiénté oprésivo; él énciérro én él éstanco frénté al cérco y la aménaza éxtérior;
él conflicto éntré los intégrados y los marginados; él énfréntamiénto contra un ordén social
implacablé qué siémpré provoca victimas éntré los maé s déé bilés y désamparados a causa dé las
désigualdadés; él éstablécimiénto dé rélacionés humanas én situacionés dé riésgo y
précariédad; la posiblé modificacioé n dé los préjuicios a partir dél conocimiénto mutuo qué
implican dichas rélacionés. Los éspéctadorés, si no son capacés dé émpatíéa, al ménos puédén
réfléxionar sobré la situacioé n dé Tocho y Léandro, “buénos chicos” incapacés dé hacér danñ o, a
pésar dé las évidéncias. Habríéa qué valorar aquíé, hasta qué punto la líénéa qué sépara lo éé tico
dé lo incorrécto sé ha désplazado én éstos 40 anñ os, én nuéstro paíés; como sé ha modificado la
considéracioé n moral éntré lo qué és un “acto criminal” y una “réivindicacioé n social”, én un
contéxto idéoloé gico néolibéral, (én él qué, por éjémplo, participar én una votacioé n déclarada
como inconstitucional sé réprimé médianté cargas policialés, démandas judicialés y condénas
dé caé rcél prévéntiva); como hémos désplazado la idéa dé justicia, dé lo social a lo políético, én
unas pocas déé cadas, sin qué las victimas dé las désigualdadés no hayan déjado dé auméntar y,
dé disminuir las libértadés y los déréchos individualés. En la actualidad la policíéa ya no és una
méra répréséntacioé n, maé s o ménos vaga, dél éstado, como ocurríéa én los 80. Hoy un policíéa, un
juéz o incluso un políético, sé éntiéndén, désdé aé mbitos institucionalés y désdé la callé, como
garantíéa concréta dé la paz social y dé las libértadés pérsonalés y coléctivas, (son “buénos
chicos”), cuando dé manéra paradoé jica la réalidad dél díéa a díéa, nos muéstra qué son
oprésivos, inéficacés y corruptos. Lo qué ha désparécido dél imaginario coléctivo, tanto dé la
créacioé n artíéstica como dél pénsamiénto critico individual, és la posibilidad dé cuéstionarlos, y
la posibilidad dé réíérsé dé éllos éstaé én sério péligro. Una obra como La estanquera de Vallecas,
hoy, no téndríéa tanto éé xito, o no sé podríéa répréséntar con facilidad. La ué nica violéncia qué sé
justifica én nuéstros díéas és la dél éstado.
La obra, él moménto én qué transcurré, sé puédé énténdér, asíé mismo, vinculada a la
évolucioé n dél téatro éspanñ ol, a las téndéncias artíéstico-litérarias dé una éé poca, como
téstimonio dé la historia réciénté dél paíés.

ASPECTOS FORMALES
La obra, sin sér comédia, sé caractériza por sus continuos golpés dé humor y por su régistro
léé xico coloquial. Incluso las acotaciones éstaé n rédactadas én tono humoríéstico y a partir dé la
jérga popular, aunqué consérvan un ciérto airé poéé tico qué lés confiéré profundidad litéraria.
El espacio. Toda la obra transcurré én él mismo éscénario, él intérior dél éstanco con una
puérta qué da a la callé y una éscaléra para subir a la viviénda. La escenografía és muy
simplé, hay un mostrador, éstantés con cajétillas dé tabaco, una mésa camilla y algunas sillas.
Los actorés van a aparécér y désaparécér én éscéna, sucésivaménté, ya por la éscaléra, ya por
la puérta dé la callé. Sobré la puérta dé la callé hay un tragaluz por él qué sé cuéla la
iluminación qué va marcando las distintas horas dél díéa o las lucés dé los focos dé los cochés
dé policíéa. El sonido dé la callé juéga un papél importanté: él tumulto dé los vécinos y sus
insultos, las sirénas dé policíéa y los mégaé fonos, los disparos al final, cuando Tocho huyé. Asíé
mismo son importantés, én tanto qué ué nica banda sonora dé toda la obra, la mué sica dél
tocadiscos y las cancionés dé la abuéla. El tiempo cronoloé gico dé la obra son unas 24 horas,
maé s o ménos, désdé él moménto én qué éntran Tocho y Léandro, al médiodíéa o por la tardé y
hasta la manñ ana dél díéa siguiénté, moménto én qué sé éntrégan ala policíéa.
Asíé mismo, él tiémpo “histoé rico” én qué transcurré la obra sé situé a aproximadaménté én la
priméra déé cada qué siguioé a la muérté dél dictador Francisco Franco (1975), és la éé poca
conocida como la “Transicioé n”, la consolidacioé n dé la monarquíéa constitucional én Espanñ a. Una
éé poca én qué la sociédad éspanñ ola conocioé cambios muy profundos én todos los oé rdénés.
Entré éllos la masiva inmigracioé n dél campo a la ciudad, qué habíéa émpézado al final dé los 60
con él désarrollismo franquista. Sé trataba dé una inmigracioé n con un nivél dé vida muy
précario y qué abandonoé solo parcialménté los haé bitos dé la vida rural. Eran los habitantés dé
los cinturonés dé marginalidad, barrios dé chabolas alrédédor dé las grandés ciudadés,
(Madrid y Barcélona, sobré todo), procédéntés én su mayor parté dé las aé réas maé s pobrés dé
Espanñ a. Eran trabajadorés sin cualificacioé n laboral, déstinados a las aé réas dé la construccioé n y
dé la industria, qué fuéron gravéménté castigadas por las sucésivas crisis dél sistéma
éconoé mico, (1973, 1979, 1982, 1986 y 1992).
Todo éllo sé tradujo én un tipo dé téatro, ciné y litératura qué sé pudé llamar néorréalista,
(formas dé répréséntacioé n réalista), én él qué éncajan las obras dé Alonso dé Santos y dé Eloy
dé la Iglésia, réfléjo dé una ciérta inquiétud social y dé la nécésidad dé proponér solucionés
socialés dé caraé ctér éé tico.

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