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Historia del bombero

La historia de los Cuerpo de Bomberos tiene su comienzo bien en lo profundo de la historia de la


humanidad, ya que podemos estar seguros el descuido nació en el hombre antes de la idea de
frotar pedernales para hacer fuego con que cocinar sus alimentos y calentarse los fríos días
invernales. El fuego, que una vez producido, y debidamente controlado, era el amigo más fiel del
hombre, se volvía en peligroso enemigo que destruía sus hogares, sus utensilios de labranza y sus
siembras, cuando el descuido permitía que se extendiese fuera del control humano. Es lógico
pensar que el hombre conoció el fuego a través de la naturaleza y sus fenómenos, tales como el
rayo, la combustión espontánea o el volcán en erupción. En la misma forma que la naturaleza le
enseñó al hombre qué era fuego, y los daños que podía ocasionar, le enseñó también como
extinguirlo. Así el hombre de la prehistoria vio como el agua que caía en forma de lluvia apagaba el
fuego ocasionado por el rayo o el volcán. Y así, a lo largo de los siglos y a lo ancho del mundo, el
agua siempre ha sido el principal medio de extinguir incendios, siendo en extremo interesante ver
como el agua ha mantenido su supremacía en cuanto a agentes para la extinción de incendios, a
pesar de los innumerables esfuerzos hechos por el hombre para buscarle sustituto. El desarrollo y
el perfeccionamiento de los pisteros de rocío han demostrado la importancia y efectividad en
fuegos en aceites, en aparatos y motores eléctricos, y en otras ocasiones en que se consideró
peligroso el uso del agua. Así ganó el agua otra lucha por su liderato. Prácticamente el progreso
habido en la ciencia de apagar fuegos, desde los más remotos días de la historia antigua hasta
nuestros días, se ha basado en el desarrollo e inventos de maneras para obtener mayores
cantidades de agua y lanzar las mismas en la forma mas efectiva para extinguir el incendio.

A medida que la civilización se desenvolvía, los edificios ganaron altura. Los pueblos crecían en las
seis direcciones, y los primitivos cubos de cuero resultaron inefectivos. Y es ahí donde comienza la
interesante historia de la transición desde el humilde cubo hasta la moderna bomba de alta
presión.

La historia de los Cuerpos de Bomberos debidamente organizados se remonta a los tiempo en que
las antiguas ciudades de Grecia y Roma estaban en el apogeo de su esplendor, varios siglos antes
de la era Cristiana. Lentamente estas organizaciones fueron desarrollándose, mejorándose en
cuanto a organización, técnica y equipo se refiere, alcanzando un alto grado de eficiencia durante
el primer siglo después de Cristo en la ciudad de Roma. Para ésta época la metrópoli Romana tenía
un Cuerpo de Bomberos que contaba con cerca de siete mil miembros, que luchaban contra las
llamas, usando métodos científicos y relativamente muy eficientes. Muy poco se sabe del Cuerpo
de Bomberos durante el período de tiempo comprendido por los siglos tercero al décimo de la
edad media. Como casi todas las ciencias y las artes, la ciencia de combatir incendios cayó en la
obscuridad del olvido, poco después del colapso del Imperio romano, para resurgir de nuevo entre
el esplendor del renacimiento, a mediados del siglo XIV.

Las modernas máquinas que hoy vemos avanzar con rapidez asombrosa por las avenidas de las
modernas ciudades, y que son usadas por las más progresistas y eficientes organizaciones, son en
realidad las ediciones ampliadas y mejoradas de las máquinas llamadas siphona, inventadas cuatro
siglos antes de Cristo, por Ctesibius, ingenioso griego, nacido en Alejandría, y por otro no menos
ingenioso griego, Herón, quien en el año 200 antes de Cristo inventó un aparato para la extinción
de incendios, cuyas características esenciales fueron usadas hasta 2,000 años más tarde. Con
anterioridad a Ctesibius y Herón, no se conoce ningún aparato de combatir incendios que no sea el
cubo de cuero.

En el año 440 A.C., y aunque por corto tiempo, se usó un aparato hecho de los intestinos y el
estómago de los bueyes. Los intestinos eran usados en forma de mangueras mientras el estómago,
o un saco de lona, servia de tanque o recipiente. Al operarse tan rústico sistema, se llenaba de
agua el saco y se llevaba al lugar del siniestro; los intestinos se estiraban hasta alcanzar el edificio
en llamas, y varios hombres hacían presión sobre el saco, obligando el agua a pasar a través de las
“mangueras” hasta el fuego. Este método no parece haber dado buenos resultado, ya que en toda
la historia no se vuelve a mencionar. Más tarde apareció la "Jeringa", que consistía de un cilindro y
un pistón para imprimir presión. En un extremo del cilindro se ajustaba un “reducido”. Se llenaba
el cilindro de agua y haciendo presión con el pistón se obligaba al agua a salir por el pistero con
relativa fuerza. Este tipo de "extinguidor" se usó en Roma, allá para el año 300 A.C., y estaba en
uso en Inglaterra para fines del siglo XII.

Con una antigüedad de 1.650 años, arqueólogos alemanes, bajo la dirección de Bernd Paeffgen,
descubrieron en 2004, en el Valle del Rin, lo que fue descrito como una bomba de agua. El equipo
contaba además con un tubo delgado de 1,10 metros que iba unido a la bomba. Inicialmente
confundida con una lanza, las posteriores pruebas revelaron que se trataba de un conducto o
manguera.

Las bombas inventadas por Herón en Roma y por Ctesibius en Grecia, tenían bastante en común y
son éstas las que dieron la base para el desarrollo de nuestra moderna y eficiente bomba. La
bomba inventada por Herón consistía de dos pistones de bronce conectados a una sola salida. Los
cilindros estaban ajustados a una base de madera, la que se sumergía en el agua. El artefacto
inventado por Ctesibius consistía en una bomba de doble acción, operada manualmente, la que
desde el propio aparato lanzaba un chorro hasta en incendio. Estas bombas se generalizaron en
Grecia y en varias ciudades del Imperio Romano en los comienzos de la Era Cristiana. Al principio,
estos aparatos de extinguir incendios eran manipulados por "voluntarios" que generosamente
cooperaban en los momentos trágicos de un incendio. Cuando se le propuso a Trajano,
gobernador de una de las provincias romanas, que un Cuerpo de Bomberos voluntarios fuera
organizado, éste se opuso tenazmente. Insistía que un grupo de hombres trabajando
voluntariamente, traería grandes contratiempos, ya que, sin importar cómo se les llamase, o cómo
estuvieran organizados, no faltarían divisiones entre ellos mismos y la formación de grupos o
fracciones. En vez de un grupo de Bomberos Voluntarios, Trajano sugirió que el gobierno
proveyese "maquinas de extinguir incendios", y que los dueños de las casas ardiendo, "y todo
aquel cuya casa estuviese en peligro, fuesen obligados a operar dichas máquinas".

Son innumerables los fuegos ocurridos en Roma, en los tiempos de Plinio. Marco Licinio Creso (ó
Craso), llamado "El Rico", obtuvo su inmensa e incalculable fortuna, del fuego y de la guerra. Creso
se ideó el negocio de comprar los edificios cuando estaban ardiendo y aquellos adyacentes, que
estuviesen en peligro. Por lo regular los compraba a precios bajos, aprovechándose de la ocasión
de la ocasión en que los dueños los vendían a cualquier precio ante el temor de perderlo todo.
Aparentemente Creso tenía su organización privada de bomberos que se ocupaba de apagar el
fuego y evitar que se extendiera. Más tarde los edificios eran reparados y vendidos, y el producto
de estos negocios fue de tal magnitud que Creso fue conocido en todo el mundo como el hombre
más rico de todas las épocas. Revisando la historia, encontramos que el primer Cuerpo de
Bomberos, cuya organización le acredita a llamarse como tal, funcionó en Roma durante el primer
siglo antes de Cristo. Fué organizado en el año 22 antes de Cristo por el emperador Augusto Cesar
y se componía de seiscientos esclavos a los que llamaban "vigiles". Este sistema de "esclavos
bomberos" funcionó hasta seis años después de Cristo, cuando Augusto reorganizó el Cuerpo de
Bomberos, creando un departamento u organización, mejor entrenado y organizado, más a tono
con las necesidades y el prestigio de una gran ciudad, que era la capital del mundo para aquella
época. Esta organización rindió espléndidos servicios hasta la caída del Imperio Romano (476 A.C.).
La nueva organización creada por el emperador Augusto estaba compuesta por 10,000 bomberos,
(esclavos libertados o ciudadanos), con equipo adecuado y suficiente. Aunque se seguían llamando
"vigiles" eran miembros de una organización semi-militar, con divisiones y subdivisiones similares
a aquellas del ejercito romano, estando cada división a cargo de una demarcación o zona
específica. Este Cuerpo de Bomberos estaba dividido en diez cohortes urbanas, aunque cada una
de estas también controlaba y era responsable de la seguridad de los distritos semi-urbanos, en
los que la ciudad estaba dividida. Primeramente, los cuarteles fueron establecidos en residencias
privadas, pero más tarde fueron dotados de edificios propios que podían describirse como
palaciegos por su lujo, comodidad y tamaño. Cada cohorte tenia dos siphona, escaleras, escobas
de metal, picotas, mallas, palas y otro equipo. El salvamento y protección de la propiedad se
llevaba a cabo cubriendo la misma con mantas, llamadas "formiones", las que, siendo
impermeables, evitaban que el agua las damnificara. También contaban con hachas, conocidas en
aquella época con el nombre de dolobrae. Las mallas de seguridad, muy parecidas a las usadas
actualmente, también se encontraban en el equipo romano y eran conocidas con el nombre de
cantones. Las escaleras se conocían por scalae. Otro equipo ya en uso para esta época, era el
arpón, conocido como perticae y el amae, que eran cubos hechos de sogas fuertemente tejidas y
entrelazadas.

El personal del Cuerpo de Bomberos organizado por el emperador Augusto Cesar tenía distintos
rangos jerárquicos, incluyendo un prefecto, sub-prefecto, diez tribunos cien centuriones, cien
vexillarii, y un número indeterminado de bomberos de distintas clasificaciones, denominadas
aquarii, siphonarii, uncunarii, y falcarii. Sus clasificaciones indicaban el trabajo que realizaban en la
escena del incendio. El prefecto tenía el comando de todo el Cuerpo, tal y como ocurre hoy día
con el Jefe. Por lo general era seleccionado por el emperador de entre la aristocracia romana. Los
demás rangos correspondían al los Jefes de Zonas, Capitanes, Tenientes, Sargentos, y Cabos de los
modernos Cuerpos de Bomberos. Los siphonarii estaban a cargo del manejo de las máquinas y los
pisteros, mientras los acquarii eran los bomberos a cargo suplir agua a la siphona. Se podrá
observar que los distintos rangos en el Cuerpo de Bomberos de tan lejana época, corresponden a
los rangos del ejercito romano, (perfectos, tribunos, centuriones, etc.), costumbre existente en
nuestros días con los nombres de capitanes, tenientes, sargentos, cabos, etc.

Los bomberos recibían paga y una pensión al retirarse después de haber servido 26 años. El
prefecto tenía poderes de juez para juzgar cualquier asunto relacionado con los fuegos. Si alguien
obstruía el libre transito del equipo, el prefecto podía ordenar su arresto y celebrarle juicio
inmediatamente. Un número de azotes era castigo corriente en estos casos, dependiendo del
número de éstos, de la intensidad y magnitud del incendio. Los bomberos eran una combinación
de bomberos y policías y llevaban rotenes y macanas con las que castigar a los que entorpecieran
sus labores. Entre los antiguos jefes o prefectos de mayor renombre durante este glorioso
período, figura el Prefecto Aeneas Cyrenus.

El historiador Plainio hace resaltar la falta de equipo en las ciudades de menos importancia
durante el primer siglo de la era Cristiana. Es difícil determinar cuantas ciudades siguieron el
ejemplo dado por Roma, así como también es difícil señalar cuantas ciudades desaparecieron,
víctimas de las llamas, especialmente durante las invasiones nórdicas.
No hay nada en la historia que nos indique que durante los siglos XII y XIII de la Edad Media los
pueblos se preocupasen por su seguridad, en lo que a combatir y evitar incendios se refiere. Pero,
ya para el año 1460 la ciudad de Francfort - del - Metro, en Alemania, tenía leyes para proveer
protección contra incendios y en 1518 estaban en uso en la ciudad de Augstburgo distintos
instrumentos y aparatos de combatir incendios. Gaspar Schott, padre jesuita, escribió
descripciones de las máquinas y aparatos de combatir incendios en la ciudad de Konishofen en el
año 1617, y con lujo de detalles describe la "monumental bomba" construida por John Jautsch en
Nuremberg en el 1657.

De los países europeos fué Alemania el que más adelantó en los métodos de extinguir incendios.
Construyó su primera bomba de mano en la ciudad de Nuremberg en el 1616. Consistía dicho
aparato de un recipiente bastante grande montado en correderas, con un pistón en el centro. Tres
hombres eran necesarios para su operación en acción a aquellos encargados de suplir agua al
recipiente. Las palancas del pistón estaban fijas a una pieza horizontal, las que se manipulaban
subiendo y bajando, lo que ponía en funciones el pistón y el agua era lanzada a presión por el
pistero, cuya forma semejaba el cuello de un ganso.

Al finalizar el siglo XVI encontramos que los grandes recipientes de agua, con sus pistones, sus
balancines y pisteros han sido montados en ruedas de madera, y eran más fuertes. Un nuevo
pistero había sido inventado, el que funcionaba sobre una unión universal y podía moverse en
distintas direcciones. Durante el año 1699, París contaba con 17 aparatos de combatir incendios,
llamados bombas, pero ya para el año 1712 la capital Francesa contaba con 30, distribuidas en
distintas demarcaciones de la ciudad. Es muy probable que dichas bombas hayan sido similares a
las que nueve años más tarde, (1721) importara de Londres la ciudad de Nueva York, en los
Estados Unidos de América. Ya para esa época un inventor apenas conocido había realizado uno
de los experimentos de mayor beneficio, al adicionar a la bomba una cámara de aire, dentro de la
cual el aire comprimido expelía el agua en forma de un chorro continuo.

En Londres se intensificó la organización de los Cuerpos de Bomberos, después del gran fuego de
Londres ocurrido en el 1666. El desarrollo de estas organizaciones estaba estrechamente al
negocio de los seguros. Durante los últimos años del siglo XVII varias compañías de seguros fueron
organizadas en Londres y todas ofrecían, para incentivo de sus negociaciones, la protección de las
propiedades aseguradas con ellas por bomberos pertenecientes a las compañías de seguros. Cada
compañía tenia su propia brigadas de bomberos para proteger las edificaciones por ellas
aseguradas, por la sencilla y comprensible razón de que mientras menos propiedad asegurada se
quemase, menos dinero tendría que pagar y, mayores serían los beneficios de la compañía.
En el año de 1748, un ingeniero Inglés, Richard Newsham desarrolló y perfeccionó la primera de
nuestras modernas bombas de mano. Fué este el primer aparato con los balancines
convenientemente montados, de manera que varios hombres pudieran operarlas, aumentando su
fuerza y su presión, al juntarse la fuerza y el peso de varios hombres. La altura del chorro lanzado
por la máquina Newsham era alrededor de 60 pies. Nótese aquí la constante preocupación del
hombre por alcanzar mayores alturas.

Fué allá para los años 1820 al 1832 cuando se escribieron en las calles Londinenses las páginas más
negras de la historia de los Cuerpos de Bomberos. Cada compañía de seguros colocaba frente a las
propiedades por ellas aseguradas distintivos indicando la compañía que tenía asegurada la
propiedad, con el fin que sus bomberos pudieran conocer cuales propiedades debían proteger. Era
corriente el caso en que en una zona hubiera varios edificios asegurados con distintas compañías.
A la voz de alarma, al ocurrir un incendio en dicha zona, concurrían las brigadas de todas las
compañías y cada una trataba de proteger y salvar propiedades que ostentaran los distintivos de
sus compañías. Verdaderas luchas a muerte se entablaban en las calles por apoderarse de las
bocas de incendio y no fueron pocas la veces que, mientras las llamas devoraban propiedad tras
propiedad, los bomberos peleaban en las calles por apoderarse de las bocas de incendio brigada
contra brigada usando en la lucha los mismos aparatos y equipos para combatir incendios, y
tratando por todos los medios de destruir el equipo del la brigada rival. En esta forma los Cuerpo
de Bomberos resultaban poco menos que inútiles, ya que los mismos inflamaban las nóminas de
las compañías a la vez que rendían muy poca labor efectiva.

Pronto los directivos de seguro se dieron cuenta del problema que representaba tener distintas
brigadas de bomberos y se pusieron de acuerdo para conjurarlo. De los cambios ocurridos en esa
época, muy claro escribe en su Fire, el Mayor C.C.B. Morris, Ingeniero Mecánico Jefe del Cuerpo de
Bomberos de Londres durante los años 1933 al 1938, y a quien me permito citar lo siguiente: "En
el año 1832, diez de las compañías de seguro más importantes juntaron sus recursos y formaron lo
que se conoció como el "Establecimiento de Bombas de Fuego de Londres", (London Fire Engine
Establishment). Jaime Braidwood, quien desde el año 1824 había estado a cargo de la Brigada de
Bomberos de Edimburgo (la primera que se estableció en Inglaterra) fué nombrado
superintendente. Un año más tarde, en el 1833, se aprobó una ley que proveía alguna protección
contra incendios, a las propiedades fuera del área central de Londres. "Desde el 1836 en adelante,
el trabajo de Establecimiento de Bombas de Fuego y de las brigadas parroquiales fué
complementado mediante una organización voluntaria conocida como "La Sociedad Real para la
Protección de Vidas contra Incendio", la que mantenía y proporcionaba bomberos y bombas en
algunas de las estaciones de bomberos en el área central de Londres. "El 22 de junio de 1861
ocurrió un pavoroso incendio en la calle Tooley que causó la pérdida de varias vidas incluyendo la
de Jaime Braidwood, quien pereció debido al derrumbamiento de un edificio mientras dirigía las
operaciones de la extinción del incendio. Todavía existe una de las paredes de un almacén en la
calle Tooley un pequeño monumento de piedras indicando el lugar exacto donde Braidwood
murió. Las perdidas causadas por este incendio se estimaron en alrededor de 2,000,000 libras
esterlinas. Esta fué una de las causas que más influyeron para que el gobierno decidiese
encomendar la responsabilidad de proteger la ciudad de Londres a la Junta Metropolitana de
Obras Públicas, decisión que se incorporó en la Ley Metropolitana de Brigadas de Bomberos del
1865. "En consecuencia, la junta se hizo cargo, el día primero de enero de 1866, de los miembros y
aparatos del Establecimiento de Bombas de Fuego, incluyendo 130 oficiales y bomberos,
distribuidos entre sus 17 parques. En el 1867 la Junta se hizo cargo de las 85 bombas y de la
mayoría de los empleados de la Sociedad Real para la Protección de Vidas contra Incendio". "El
Capitán, más tarde Sir Eyre Massey Shaw, Superintendente del Establecimiento de Bombas de
Fuego de Londres, fué el primero en ser nombrado Primer Oficial de la Brigada Metropolitana de
Bomberos, y los antiguos cuarteles del Establecimiento en la calle Watling continuaron usándose
hasta que se edificó en el 1878 un parque nuevo en la avenida Southwark Bridge". "En los años
siguientes continuó aumentando progresivamente tanto la fuerza de la Brigada de los Bomberos
como el número de estaciones o cuarteles, a fin de proveer protección adecuada para toda el área
de Londres. Entre los años 1865 y 1899 el número de parques aumentó desde 17 hasta 55, y ya en
el 1907 había 80 de ellos". "Durante los primeros años de la jefatura del Capitán Shaw no existían
los sistemas de alarma en las calles. Cada parque estaba provisto de una alta torre de observación
desde la que los bomberos vigilaban constantemente la ciudad. El vigía ó bombero vigilante era
cambiado periódicamente, estableciéndose así el sistema de turnos de vigilantes. Cada torre de
observación estaba equipada con binoculares y compases para la mayor eficiencia y exactitud en
el momento de dar la alarma, cuando un incendio era avisado por el vigilante. La orden de salida a
las distintas brigadas con su equipo era dada de acuerdo con el sitio en que se desarrollaba el
incendio, ya que cada brigada daba servicio en determinadas zonas o distritos". "En el 1904 el
título de la Brigada Metropolitana de Bomberos fué cambiado a la Brigada de Bomberos de
Londres". Mientras los europeos luchaban por mejorar los sistemas de extinguir incendios, los
Estados Unidos de América, un pueblo nuevo para aquella época, también sentía, lamentaba y
sufría, los estragos causados por los incendios y conflagraciones. Apuntes dignos de créditos
demuestran que allá para el año 1648 la ciudad de Nueva York, conocida entonces como New
Amsterdam, ordenó a Holanda un cargamento de escaleras, garfios y cubos de cuero. En el 1731
dos máquinas construidas por Newsham fueron importadas de Londres y llegaron a New York el
primero de diciembre de 1731."

Es muy probable que éstas hayan sido las primeras máquinas de extinguir incendios usadas en el
nuevo mundo. La primera máquina para la extinción de incendios construida en los Estados Unidos
de América, fué diseñada y construida por Anthony Nochols en la ciudad de Philadelphia en el año
1732. Un año más tarde los hermanos Tomás y José Hill construían la segunda en Boston,
Massachusetts. A pesar que durante los años comprendidos entre 1732 y 1768 muchos y variados
estilos de máquinas y bombas fueron construidas en los estados Unidos de América, ninguna era
tan eficiente como la Newsham y muchas ciudades americanas la adquirieron. Las mejoras mas
importantes introducidas al equipo de combatir incendios desde la época del desarrollo de la
máquina Newsham ocurrió en el año 1832, cuando toda la ciencia fué revolucionada con un
equipo capaz de succionar agua de un recipiente.

Mientras tanto, allá en Europa ocurría otra revolución en la ciencia de combatir incendios. En la
ciudad de Amsterdam, Holanda, y en el 1672, desarrollaron un nuevo equipo y una nueva técnica;
técnica y equipo que han sido, desde la fecha de su desarrollo, la piedra angular de todo Cuerpo
de Bomberos en el mundo entero. La primera manguera de extinguir incendios surgió en el 1672
en Amsterdam, Holanda. Muy parecida a las mangueras en uso en los actuales momentos, estaba
construida de cuero y en trozos de cincuenta pies de largo, con uniones de bronce en ambos
extremos. El invento de las mangueras puso fin a la época de los cubos de cuero. Ya no había
necesidad de exponer las vidas de los bomberos, así como el equipo, ya que con el nuevo sistema
de mangueras, las máquinas podía colocarse a mayor distancia del edificio incendiado y evitar así
que bomberos y equipo fueran víctimas de las llamas. Fué este el comienzo del sistema de atacar
el incendio en su base. Hasta esta fecha los bomberos tenían que contentarse con lanzar chorros
de agua desde las máquinas y a través de las ventanas y puertas. Es sorprendente notar la lentitud
con que se generalizó el uso de la manguera en América. No fué hasta el 1811, o sea, 139 años
más tarde, que la primera manguera de cuero fué fabricada en los Estados Unidos, en la ciudad de
Philadelphia por A.L. Pennock y James Sellers.

La primera "máquina de apagar fuegos" construida por los señores Pennock y Sellers fué
entregada a la ciudad de Providence, en el estado de Rhode Island, en el 1822, y constituyó uno de
los acontecimientos mas comentados de la época. Los periódicos de aquellos días llamaron a esta
pieza de equipo "una de las grandes invenciones de la época". Desde ese día, todas las máquinas
fueron construidas con bombas capaces de succionar y con éstas surgió la era Romántica en la
historia de los Bomberos, la que terminó 30 años más tarde con la invención de la bomba movida
por vapor y la organización de los bomberos profesionales con sueldos fijos.

Fué durante estos 30 años que se escribieron en la historia de América, las páginas más
pintorescas en relación con las organizaciones de bomberos. Como cada máquina o "Bomba"
llevaba solamente 300 pies de manguera, varias brigadas tenían que interconectar su equipo para
poder llegar desde la fuente de abastecimiento hasta el incendio. Muy lejos de aquellos bomberos
estaba el espíritu de colaboración. Cada brigada trataba de bombear mayor cantidad de agua que
lo que la próxima bomba podía absorber ocasionándole daños y exponiendo a sus bomberos al
ridículo. El individualismo, tan peligroso en los Cuerpos de Bomberos, imperaba en todos los
bomberos de estos años. Cada jefe trataba de exponer al ridículo a los otros Jefes; cada bombero
trataba de ridiculizar a los otros bomberos. No hubo un incendio, por pequeño que éste fuese, que
no comenzase y terminase con luchas y peleas entre los bomberos. Esta rivalidad dio motivo a
centenares de alarmas falsas, dadas con el único fin de dar oportunidad para una lucha. En el año
1829 y en la ciudad de Londres, el famoso ingeniero George Brathwaite inventó la "máquina de
vapor". En su invento fué grandemente ayudado por el Capitán John Ericson, quien más tarde se
cubría de gloria y fama al construir el barco monitor que tan prominente sitial ocupara en la
Guerra Civil de los Estados Unidos. La primera bomba de vapor pesaba doce toneladas y media, y
tenía un motor capaz de desarrollar diez caballos de fuerza y lanzar 250 galones de agua por
minuto. Debido a lo enorme de su peso era muy poco manuable y pronto cayó en desuso. En el
1832 Brathwaite construyó otra de esas máquinas para la cuidad de Berlín, pero tampoco tuvo
éxito. En el año de 1841, el señor Paul R. Hodge, de la ciudad de Nueva York, inventó una "Bomba"
que era movida por la presión del vapor producido por una caldera. Fueron también ocho
toneladas de peso, el principal motivo de su fracaso. Aunque en una exhibición dad en la Alcaldía
de Nueva York, el 27 de marzo e 1841, esta máquina lanzó tres potentes chorros de agua,
resultaba muy difícil de manipular en los incendios, terminando su vida útil como pieza histórica
en un museo.

En enero de 1840 el instituto de Mecánicos de Nueva York ofreció una medalla de oro como
premio para el que produjera los mejores planos para una bomba de vapor. El premio lo ganó John
Ericson. Entre las mejores bombas y máquinas de extinguir incendios construidas durante el siglo
XIX, ocupan lugar destacado las fabricadas en los años 1852 al 1856 en la ciudad de Cincinnati por
la firma A.B. & E. Latta. El costo de una de las máquinas ascendía a $7,925.00. en la historia
Americana, el señor Latta está reconocido como uno de los mejores genios de su época, así como
uno de los inventores más prolíficos. El equipo de su fabricación fué usado por las más
importantes ciudades, siendo la ciudad de Boston de las primeras en adquirirlas. (24 de febrero de
1855). Para mediados del siglo XIX el problema mayor en los departamentos de Extinción de
incendios lo constituía el peso del equipo. Se había demostrado que las bombas a vapor eran más
convenientes que las movidas a mano. Varias asociaciones y firmas se dieron a la tarea de fabricar
equipo de combatir incendios, usando como guía la máquina de vapor inventada por el señor
Latta.

En la historia de los Cuerpos de Bomberos, encontramos que hay tres innovaciones que pueden
considerarse como pasos revolucionarios en la técnica de extinguir incendios. Primero, la bomba
de succionar inventada en 1822; segundo, la bomba de vapor perfeccionada en el 1852, y tercero,
los aparatos movidos por motor que hicieron su aparición en el 1903.

El desarrollo de la máquina de vapor fué sólo un nuevo paso dado por el hombre hacia su meta de
conseguir mayores cantidades de agua y mayor presión con que combatir los incendios en los
edificios de mayor altura. Los modernos camiones de extinguir incendios hicieron su ingreso en
nuestra historia allá para los años del 1903 al 1908. Las primeras unidades fueron montadas en
"chasis" comerciales, consistiendo su unidad de bombeo de bombas rotatorias. Este tipo
predominó hasta el 1930 en cuya fecha las bombas centrífugas empezaron a ganar popularidad.
Hoy en día la mayoría de los camiones de extinguir incendios están equipados con bombas
centrífugas.

Fué a un humilde y laborioso bombero de San Francisco, California, a quien le toca la gloria de
haber inventado el primer camión de escaleras mecánicas. Fué Daniel D. Hayes el diseñador de tan
útil equipo, quién en el año de 1868 construyó el primer camión equipado con escaleras
mecánicas. De esa fecha en adelante, distintos tipos de escaleras han sido introducidos, así como
se ha variado las formas y métodos de subir y bajarlas. A tal grado ha llegado a simplificación de
estos métodos, así como del equipo, que actualmente un solo hombre puede, a través de
manecillas y botones, que escaleras de 100 pies se muevan a su antojo, estirándose,
encogiéndose, subiendo o bajando, o bien volteando para colocarse convenientemente en techos
o ventanas. La primera "torre" fué introducida en el Cuerpo de Bomberos de la ciudad de Nueva
York en el año 1882. Su principal objetivo era lanzar enormes chorros de agua a través de las
ventanas de los pisos superiores, en forma horizontal, alcanzando así el interior del edificio.
Actualmente (1950) las "torres" tienen una altura de 65 pies y son operadas hidraulicamente.

El primer extinguidor de "soda y ácido" fué inventado en Londres en el 1860. Al comienzo, eran
aparatos muy complicados y de difícil manejo. Más tarde se simplificaron y fueron adoptadas por
los Cuerpos de Bomberos. En el 1908 fué inventado el extinguidor de tetracloruro de carbono; el
que demostró gran efectividad en fuegos de motores eléctricos. Durante el 1915, en la estación
Naval, de Brooklyn, Nueva York, se realizaron las primeras pruebas y experimentos con el tan
conocido extinguidor de espuma, que con el tiempo llegó a ser uno de los más populares y de los
más usados.

El Dalmata Se conoce muy poco sobre los orígenes de esta raza; contra la creencia popular, hay
poca evidencia de que se haya originado en Dalmacia Lo que no está en duda es la antigüedad de
la raza: se han descubierto grabados egipcios mostrando dálmatas corriendo junto a los carruajes.
Las apariciones de la raza en expresiones artísticas medievales ubicaron su supuesto origen en
Europa, y las primeras menciones bajo el nombre "dálmata" datan del siglo XIX.

A lo largo de su historia ha desempeñado varios trabajos, como guardián en Dalmacia y Croacia, lo


que es evidente en su comportamiento desconfiado con extraños. También tiene un fuerte
instinto cazador y es excelente para combatir ratas y alimañas, así como cobrador, perro de
rastreo y de caza, particularmente en jaurías, contra presas como jabalíes y ciervos.

Sin embargo el papel más importante ha sido como perro de compañía y escolta para carruajes.
Aún tiene una fuerte afinidad hacia los caballos, y tienden a correr en posición de "escolta" cuando
encuentran un carruaje. Esto se refleja en su gran resistencia y su cuerpo atlético y aerodinámico.
Adicionalmente su uso como escolta para carruajes de bomberos dio origen a su relación con este
oficio, que se mantiene en la actualidad, si bien desde luego es ahora sólo un pasajero más en un
camión de bomberos.

Se ha dicho que son perros que sufren o tienen Síndrome Down (no podemos asegurarlo) pero si
se detecta que En un porcentaje elevado, sobre el 10%, algunos ejemplares pueden nacer con
problemas de sordera, ya sea sordera total o parcial. Es un dato a tener en cuenta a la hora de
adquirir o recibir un dálmata.

Como pudimos mostrar en las gráficas anteriores los primeros carruajes de Bomberos, fueron
halados por caballos por lo que no fue un problema para éste perro adaptarse a la actividad
Bomberíl, no solo por éste hecho sino por las atenciones constantes hacia ellos de parte de los
Bomberos ya que nuestra actividad requiere estar en los cuarteles las 24 horas los 365 días del
año, los Bomberos fueron quienes lo cobijaron y hasta la actualidad aún se encuentra en los
cuarteles.

Algunas características propias de éste animal lo hicieron ser parte de los Cuerpos de Bomberos
tales son:

•Su seudónimo: “El Perro Humano” se debe a su preferencia por la compañía de personas.

•Su temperamento es hiperactivo.

•Por su carácter dominante es testarudo por excelencia

•Debido a su complexión muscular, es el perro de mayor condición física en carrera de resistencia.

•Se valen de muy elaborados ardides para conseguir una atención constante

•Casi nunca ladra. Solamente cuando es realmente necesario


•Es visible la atención que dedica en estudiar y conocer a cada persona

•Tiene gran habilidad para reconocer a las personas, difícilmente olvida un rostro.

•Puede detectar malas intenciones.

Fuente: http://iutbvale.blogspot.pe/p/historia-del-bombero.html

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