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EL AMULETO DE LA BUENA SUERTE

Érase una vez en una hermosa granja, en la que vivía una pequeña familia,
compuesta por una dama de aspecto elegante y facciones finas, que contrastaban
con lo rústico del lugar en el que vivía. Un hombre de edad media de complexión
robusta y mediana estatura, su aspecto era el de un hombre de campo de
carácter firme y enérgico. El tercer miembro de la familia era Manuel, el hijo, un
adolescente de 17 años de tez muy blanca, ojos azules como zafiros y mirada
triste y perdida en la nada como si mirara y no mirara a la vez.

A Manuel le gustaba irse a pasar la mayor parte del día lejos de su casa en un
claro del valle donde había un estanque, muy alejado de la granja, ahí soñaba con
lo que le hubiera gustado que fuera su vida, en la ciudad como sus primos, que
tenían amigos e iban a la preparatoria y se veían felices, pero él no estaba ahí, se
encontraba en ese valle, con ese señor que era su padre y con el que no se
llevaba nada bien.

Cierto día Manuel se divertía espantando patos en el estanque lanzándoles


piedras y se reía viendo como los patos alzaban el vuelo haciendo una algarabía
cuando caía una piedra en el agua del estaque. Cuando de pronto emergió del
estanque una luz muy brillante y se posó sobre Manuel envolviéndolo en una nube
de un azul brillante, Manuel quiso correr pero sus piernas no le respondieron,
cerró sus ojos y esperó inmóvil a que pasará lo que pensó que era su imaginación.
Pero al abrirlos de nuevo vio con espanto que no había sido su imaginación y que
ahora estaba un pequeño hombrecillo color amarillo brillante parado frente de él
con una enorme sonrisa, extendiéndole las manos como si quisiera que lo
abrazara. Manuel corrió rumbo a su casa pero para su sorpresa el hombrecillo se
apareció frente de él y le impidió el paso diciéndole:

-Espera no corras, no te asustes, no quiero hacerte daño, estaba perdido en la


nada y tú me encontraste, soy tu amuleto de la buena suerte.

Manuel no podía dar crédito a lo que estaba escuchando y contestó:

-Mi amuleto de la suerte, ¿Cómo puedes decir eso?

El hombrecillo le contesto:

-Me llamo Gerónimo y soy tu amuleto de la suerte, tú siempre vienes al estanque,


pero siempre a espantar a los patos, te diviertes con ellos y no tienes amigos, yo
quiero ser tu amigo,

- ¿Mi amigo?, contestó Manuel, pero si eres un pequeño, mmm, ser, ¿Eres
hombre o niño?, estas tan pequeño, afirmó Manuel.
- Soy un ser sin tiempo, sin edad, he estado aquí en el estanque por años o tal
vez siglos esperando a quién ayudar y veo que tú necesitas ayuda. Respondió el
hombrecillo en tono convincente.

- ¿Por qué lo dices?, Manuel exclamó confuso.

-Porque veo los problemas que tienes con tu padre, él no te entiende porque
siempre andas como ausente, y no atiendes las órdenes que te da, es como si te
revelaras a su autoridad.

- Es que él no me quiere, sabes a veces pienso que no es mi papá.

-¡Manuel, Manuel!, se escuchó la voz de una mujer que grita a lo lejos.

- ¡Mi mamá!, ¡Es mi mamá!; Te veo más tarde, tengo que irme, dijo Manuel,
mientras echaba a correr.

Manuel se fue corriendo y sentía que su nerviosismo y su tardanza iban a


ocasionar un problema con su padre, pero cuál fue su sorpresa que al entrar en su
casa estaba su padre en la sala con un celular en sus manos, inmediatamente vio
a Manuel y extendió sus brazos hacia él, al ver eso Manuel se llenó de alegría y
dijo:

- ¿Papá ese celular es para mí? Y se apresuró a tomarlo entre sus manos para
observarlo y ver todo lo que a un adolescente le interesa saber de un teléfono
celular, el papá lo miró complacido y dijo:

- Manuel, siento que he sido muy duro contigo pero eso es para que veas que te
quiero…tu madre y yo debemos decirte algo muy importante.

Manuel confundido pero eufórico a la vez pregunto:¿Qué cosa es tan importante?


preguntó.

Sus padres Roberto y Alicia cruzaron miradas preocupantes y nerviosas, hubo un


breve silencio incómodo en la familia, hasta que Roberto dijo un secreto que
Manuel debía saber:

- Yo no soy tu padre pero a pesar de eso quiero mostrarte mi apoyo y afecto


aunque no seas mi hijo.

Manuel soltó el celular y se quedó sin poder hablar y solo volteó a ver a su madre
que en ese momento estaba con una mirada preocupante, ella se acercó a
Manuel,lo abrazó y con voz tierna le dijo:
_ Hijo, es algo que te lo íbamos a decir cuando estuvieras más grande, pero veo
que Roberto ya encontró la forma de decírtelo…(una manera muy repentina pensó
Alicia)

Manuel salió de su hogar y corrió hasta llegar al estanque, no podía creer lo que
le acababan de decir, él sabía que eso era cierto, lo había sentido siempre, pero
¿por qué?, ¿cómo pasó?, ¿dónde quedó su papá?, eran muchas preguntas que
pasaban por su mente como una avalancha de ideas inconclusas, cuando
escucho una vocecilla que le decía:

- Manuel, no llores recuerda que tienes un amigo, que siempre sabe lo que te pasa
y que te quiere ayudar,

Manuel se sobresaltó y volteó hacia donde escuchaba la voz y se encontró con el


hombrecillo con quien había estado hablando.

- ¡Tú de nuevo!, exclamó Manuel fastidiado, no entiendes lo que me pasa.

- ¡Claro que se lo que te pasa!, yo he visto cómo te ha tratado Roberto, y como


Alicia lo apoyaba ,ahora mismo no entienden el daño que te están causando con
esa verdad tan dolorosa.

-¡Tú eres el que no entiendes! Él nunca quiso hablar conmigo. Gritaba Manuel
entre sollozos.

- Porque tu no quisiste, puntualizó Gerónimo, él se acercaba a ti y tu lo


rechazabas, era como si en el fondo supieras que no era tu padre, aún recuerdo
cuando cumpliste dos años él los acompañó a partir la torta de cumpleaños y fue
en ese día que le propuso a tu mamá que se casara con él para que tu crecieras
con un padre.

Mientras Gerónimo hablaba en la mente de Manuel empezaron a pasar las


escenas olvidadas de su infancia, ese hombrecillo tenía razón, el nunca permitió
que su padre hablara con él, siempre buscaba algo, en su mente en su espacio y
eso dificulto la comunicación de él con su padre.

Recordó perfectamente cada escena.

-Manuelito, ¿quieres jugar?,

- No

-¿Por qué Manuelito?, mira hijo vamos a recoger los huevos de las gallinas,

Trae la cesta de la cocina, y dile a mamá que nos alcance en el granero.


-Porque quieres que trabaje, tú eres el que debe hacer los trabajos de la casa.

-Hijo te lo estoy diciendo por tu bien para que aprendas los oficios de la granja, tú
algún día vas a ser el dueño de esto y tienes que saber todo a cerca de este
lugar.

Manuel contestó llorando: No quiero hacer eso, eso que me dices es una forma de
castigarme, para que ya no vaya al estanque el único lugar en el que me siento
feliz.

-No hijo, lo hago para que aprendas cada trabajo de la granja, pero también no me
parece bien que pases la mayor parte del día jugando en el estanque, quiero que
te involucres más en el trabajo de granja y ahora que estás pequeño es el tiempo
ideal.

¡Siempre quieres que haga lo que tú dices, por eso me alejo de ti, no quiero verte,
vete!, prefiero estar en el estanque.

También observaba como su mamá siempre le daba la razón a Roberto y eso lo


hacía sentirse no querido, por lo que prefería pasarse la mayor parte del día
apartado de la familia.

Pero ahora ya le quedaba claro de que todo ese tiempo el vio a Roberto como un
extraño porque en el inconsciente sabía que no era su padre y eso hacía que lo
viera como un intruso.

Ahora que gracias a su amigo que le había ayudado para recordar lo olvidado
sentía que tenía que regresar a la casa y exponerle todo lo que él sentía y que
nunca lo dijo, además comunicarles que él hubiera preferido que no le hubieran
ocultado la verdad tanto tiempo.

Así lo hizo regresó a su casa y al verlo entrar Alicia y Roberto esperaban lo peor,
pero se sorprendieron cuando Manuel empezó a hablar.

-Papá y mamá, empezó Manuel a decir con voz entrecortada por el sentimiento
que lo embargaba, he regresado porque quiero pedir disculpas por mi
comportamiento, durante todo este tiempo. Yo no debí molestarme por lo que mi
papá me quería enseñar, el solo quería que fuera un hombre de bien y tu mamá
también cooperabas para que yo obedeciera a Roberto, pero creo que tengo algo
de que disculparme porque hay algo que yo no les dije, nunca les comente de
cómo me sentía, de mis dudas sobre el cariño de Roberto y del tuyo, que creo que
si lo hubiera dicho ustedes me hubieran aclarado las cosas y esto no hubiera
sucedido.
-Tienes razón Manuel, contestó Roberto, nosotros dejamos pasar mucho tiempo
para confesarte que tú no eres mi hijo, pero fue porque te queríamos y no
deseábamos que fueras a sentirte mal por no tener a tu verdadero padre contigo.

-Si hijo, agregó Alicia con voz emocionada por el milagro que estaba ocurriendo,
creo que yo fui la que le pidió a Roberto que no te lo dijeron no quería que
sufrieras por sentir que no tenías un padre.

Pero, ¿qué te hizo cambiar la forma de ver las cosas?, preguntó Roberto confuso.

- Es una emoción que pasó en el estanque y ya, solo eso. Y con permiso creo que
tengo que volver allá, los quiero. Manuel les dio un abrazo a sus padres y salió
corriendo rumbo al estanque.

-¡Gerónimo, Gerónimo!, ¿dónde estás? Gritaba Manuel desesperado.

Y de inmediato sale Gerónimo de entre las ramas cercanas y dice:

- ¡Vaya, hasta que me hablas por mi nombre!

-Oye, ¿cómo sabías tú toda mi vida? Preguntó Manuel.

- Porque hace 17 años a los treinta días de que tu naciste, yo morí ahogado en el
estanque, y desde entonces estoy aquí para verte crecer y jugar, cerca de mí, yo
era el que llamaba a los patos para que viniera y tú los espantaras tirándoles
piedras y escuchaba tus quejas que hacías y muchas veces te escuchaba llorar,
yo quería que siempre estuvieras cerca de mi aquí en el estanque, pero no era
justo que por mi egoísmo de padre tu llevaras una vida solitaria y alejado de
Roberto que ha sido bueno y solo quiere el bien para tu madre y para ti.

Manuel no podía creer lo que estaba escuchando y con voz entrecortada dijo:

-Entonces tú ¿eres mi padre?

-Sí Manuel, contesto Gerónimo con llanto en sus pequeños ojos, yo soy tu padre,
me quedé en espíritu y ahora me presento en esta forma para que me puedas ver,
pero soy tu padre el que siempre cuidó de ti cuando jugabas en el estanque y el
que te abrazó cuando te sentías solo y el que jugo contigo cuando jugabas con los
patos y el que ahora se va, porque al fin encontraste a tu verdadero padre,
Roberto, yo seguiré cuidándote desde donde debo estar, porque seré tu amuleto
de la buena suerte por siempre. Y al decir esto Gerónimo le dio un abrazo a
Manuel y en la nube color azul brillante con la que apareció, se fue para siempre.

FIN
ANÁLISIS DEL CUENTO

 Tipo de texto: Cuento


 Género: Narrativo
 Tema: La mala comunicación entre un adolescente y su padrastro.
 Asunto: Comunicar de forma clara nuestros sentimientos y pensamientos
con nuestros padres.
 Argumento: Los padres quieren que los hijos se preparen para cuando
ellos sean adultos y puedan tener una buena calidad de vida.
 Planteamiento: Es una familia compuesta por un padrastro, una madre y
un hijo adolescente que viven en una granja.
 Desarrollo: El adolescente se siente triste por no tener una buena
comunicación con su padre en particular y se aleja de la casa para estar
solo y divagar en sus ideas.
 Clímax: Cuando su padre (Roberto) le dice que él no es su verdadero
padre.
 Desenlace: Cuando el hombrecillo del estanque le dice la verdad, que él es
su padre que murió cuando él era bebé y que Roberto lo crio como su
verdadero padre.
 Lugar: Se desarrolla en una granja, un lugar lejos de la ciudad.
 Tiempo: Objetivo. En la época actual.
 Personajes:
 Principal.- Manuel (Protagónico), Roberto (Antagónico)
 Secundario.- Alicia (mamá) Hombrecillo del estanque (Gerónimo)
 Narrador- Omnisciente

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