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Los desordenes de la alimentación en los Trastornos del

Espectro del Autismo


autismodiario.org/2013/02/17/los-desordenes-de-la-alimentacion-en-los-trastornos-del-espectro-del-autismo/

Daniel Comín

Uno de los problemas que se presentan de forma generalizada en los niños con Trastornos
del Espectro del Autismo son los relativos a la alimentación. Este hecho genera una gran
cantidad de consultas por parte de las familias hacia los profesionales, por las
connotaciones -evidentes- del riesgo para la salud y el desarrollo del niño, pero no siempre
se obtienen las respuestas correctas a estas peticiones. Nos encontramos ante un gran
abanico de factores que a su vez van a generar una serie de desencadenantes a cual más
problemático. Para abordar este serio problema de los desordenes de la alimentación en el
niño con Trastornos del Espectro del Autismo (TEA) se llevó a cabo en la ciudad de
Valencia (España) y dentro del marco de las II Jornadas Multidisciplinares de los TEA
unas jornadas especializadas en este ámbito. Aquí les traemos las conclusiones mas
relevantes de este fantástico curso organizado por la Asociación ATTEM de la ciudad de
Valencia.

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La prevalencia de los desordenes alimenticios en niños y niñas con TEA es elevada, muy
elevada, según las últimas revisiones podemos hablar que este tipo de desordenes se
presentan en alrededor del 90% (Kodak & Piazza, 2008) de los niños y niñas con TEA,
desde casos muy severos a desordenes leves. Alrededor del 70% de los casos son
considerados como hiperselectivos (Twachtman-Reilly, Amaral & Zebrowsky, 2008). Los
cuadros ante los que nos podemos enfrentar son diversos pero con consecuencias
similares: desde hiper a hiposensibilidad; hiperselectividad, problemas de masticación; bajo
tono muscular maxilofacial; problemas sensoriales; problemas digestivos; estreñimiento;
diarrea; alteraciones producidas por la medicación; ansiedad; intolerancias y alergias;
halitosis; aerofagia,…, sin contar que muchos de estos problemas pueden aparecer de
forma simultánea, o unos ser consecuencia de otros. Pero finalmente nos encontramos
con cuadros que afectan directamente a la salud del niño que presenta estos desordenes
de la alimentación, en muchos casos estos desordenes pueden crear problemas muy
serios que incluyan el ingreso hospitalario del niño.

El desarrollo en los hitos de alimentación de un niño se puede encuadrar en el siguiente


esquema:

De 0 a 3 meses de edad: Succiona de forma natural al acercarle el pecho, biberón o


chupete. Extiende la lengua más allá de los labios
De 3 a 6 meses: Sujeta el biberón con las manos; Cierra los labios para sellar la
boca; Puede tomar semi-solidos de una cuchara; Mueve la lengua dentro y fuera sin
problemas; Realiza movimientos verticales de masticación.
De 6 a 9 meses: Retira la comida de la cuchara con los labios; Se limpia el labio
inferior con los dientes; Bebe de un vaso sin atragantarse; Mastica alimentos.
De 9 a 12 meses: Mastica alimentos sólidos; Se lleva alimentos a la boca; Bebe de
una taza o vaso con ayuda; Controla el babeo.
De 12 a 18 meses: Come solo con la cuchara; Bebe de un vaso sin ayuda.
De 28 a 24 meses: Mastica con movimientos rotatorios; Bebe de una taza solo sin
derramar el contenido; Come la comida solo utilizando una cuchara derramando
algo.
De 24 a 36 meses: Pincha la comida con el tenedor; Termina de pelar, desenvolver
o destapar alimentos.
De 36 meses en adelante: Utiliza los útiles adecuadamente para comer; Ayuda en
las tareas de preparación de comida y mesa.

Esta clasificación (presentada por la especialista en nutrición infantil Lucía Villaba) nos
muestra los hitos más comunes que el niño debe adquirir en lo referente al proceso de
alimentación, es una clasificación aproximada, pero que nos muestra los hitos más
comunes que el niño debe ir adquiriendo con el paso del tiempo. Si se aprecian diferencias
significativas puede ser un signo de alerta de que algo no va del todo bien.

¿Cual son las causas más habituales de los desordenes alimenticios en niños y
niñas con TEA?

Alteración Sensorial
Rigidez e inflexibilidad
Alteraciones sociales
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Médicas: Alergias, intolerancias, desordenes del aparato digestivo, consumo de
fármacos,…

Las alteraciones sensoriales sueles ser las más habituales, e incluso derivar
posteriormente en un problema de tipo médico. Las alteraciones generadas por la
conducta normalmente están relacionadas con inflexibilidad y rigidez, pero estos aspectos
pueden verse potenciados por los problemas sensoriales, llegando a desarrollarse
conductas incluso obsesivas que alteran gravemente los patrones de la alimentación del
niño. Otro de los aspectos relacionados es la calidad de la comunicación, a peor
comunicación más probabilidad de que el niño desarrolle problemas de alimentación. Ya
sea porque sencillamente algo no le gusta y asocia un color, olor, textura, temperatura,..,
de algo que no le gusta a un mayor abasto de alimentos, con lo cual un problema de
comunicación nos va a generar también un problema de alimentación.

En muchos casos los diferentes problemas se retro-alimentan unos a otros, es decir, un


problema sensorial se aumenta con uno conductual, una alteración social se aumenta por
la rigidez, un problema sensorial se alimenta de los anteriores, un problema médico
aumenta la irritabilidad que desemboca en conductas más restrictivas,…, de forma que
podemos entrar en situaciones realmente complejas. A su vez podremos también
encontrarnos con bajo tono muscular en la zona maxilofacial, esta hipotonía puede tener
un origen diverso: Ausencia de masticación, que evidentemente no desarrolla la
musculatura; Alteraciones físicas de carácter médico, que requerirán otro tipo de
intervención; Aspectos morfológicos como una maloclusión por ejemplo.

Otro de los aspectos está relacionado con el apetito, podremos encontrarnos con niños
inapetentes, que sumado a otros problemas que puedan aparecer de forma simultánea,
nos van a hacer muy complicada la hora de la comida. También nos encontraremos con
niños muy glotones, que presentan un elevado nivel de ansiedad que solo calman
devorando (con el consiguiente riesgo de obesidad). Y también encontraremos niños con
un nivel muy normal de apetito. Cada grupo puede presentar a su vez conductas
totalmente diferentes ante problemas idénticos. Por ejemplo un niño con un apetito normal
y que presente alteraciones sensoriales que le dificulten la ingesta de alimentos se va a
comportar de forma muy irritable durante todo el día, sencillamente tiene hambre (por
ejemplo). Pero esta misma situación en un niño inapetente solo creará irritación el
momento mismo de la comida. Aprender a desenmarañar estas situaciones y saber
identificarlas nos va a ayudar mucho a la hora de afrontar estos problemas.

No obstante, lo más habitual es encontrarnos con cuadros de hiperselectividad y/o


hipersensibilidad. De hecho la combinación de ambos es también bastante habitual, donde
los problemas sensoriales potencian las conductas restrictivas.

Hipersensibilidad – Ante un cuadro de hipersensibilidad podemos encontrar conductas


tales como:

Acumulación de alimentos en la boca, sin que el niño se de cuenta


Bocados muy grandes
Busca sabores fuertes (Limón, picante, quesos azules,…)
Predilección por alimentos crujientes
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Pasión por refrescos gaseosos
Tendencia a tomar la comida o muy caliente o fría
Presencia de babeo abundante
Dificultad a la hora de limpiar al niño
Reacciones exageradas

En casos de hipersensibilidad podremos ver que el niño no se deja tocar la cara, y sobre
todo la parte que rodea la boca (Zona orofacial). A su vez cepillar los dientes puede
convertirse en una misión muy complicada por la resistencia del niño. Ante alimentos de
consistencias mixtas es habitual una postura de rechazo, y presenta reflejos de vomito
cuando se le fuerza. Puede mantener la comida en la boca durante mucho tiempo, o
directamente escupirla, cualquier cosa para no tragarla. Puede presentar reacciones que a
priori parecerán exageradas, con arcadas, detección de pequeños cambios en las texturas
de la comida, muy sensibles a variaciones de temperatura. En casos de una
hipersensibilidad excesiva en la zona orofacial será recomendable consultar al especialista
para que hagan trabajos específicos de forma que se reduzca la reacción adversa del niño.
También encontraremos niños que no soportan tener la cara húmeda con rastros de
comida Este tipo de intervención ayudará al niño a no presentar conductas exageradas
cuando le metemos la cuchara en la boca, o cuando le limpiamos al cara, etc,…

Aquí podemos ver a un niños de 4 años con problemas de masticación. Cada


cucharada pone una cara de asco terrible. Es un niño muy tranquilo, hecho que
ayuda mucho a la hora de trabajar
Un poco más abajo veremos al mismo niño con el resultado del estreñimiento en su
conducta

Hiperselectividad – Ante un cuadro de hipersensibilidad podemos encontrar conductas


tales como:

Rechazo absoluto a probar nuevos alimentos


Obsesión por comer siempre lo mismo
Fijación con determinadas texturas, sabores, olores temperaturas,…
Obsesión con determinadas marcas o con los envases. Por ejemplo, el niño solo
come una marca determinada de yogur, el fabricante cambia el diseño del envase y
el niño ya NO quiere el yogur.
Predilección por determinados alimentos excluyendo todos los demás

La hiperselectividad alimenticia de niños con Trastornos del Espectro del Autismo (TEA)
genera grandes problemas a la hora de la comida. El niño sencillamente se niega a ingerir
alimentos que no estén dentro de su “lista” de alimentos admitidos, este hecho genera una
mala calidad en la nutrición del niño y a su vez un elevado nivel de desesperación y estrés
en los padres y cuidadores.

Aquí vemos a una niña que está más interesada en sus juguetes que en la comida

Otros problemas conductuales que podemos encontrar son los relacionados con la
conducta de pica, donde el niño ingiere o lame sustancias que a priori no son alimenticias,
como tierra, insectos, papeles, heces,… También nos vamos a encontrar con conductas de
ingesta compulsiva de alimentos, no presentando el niño una saciedad controlada. Otro
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problema es el relacionado con la inapetencia o falta de apetito por parte del niño, que
convierte en un drama la hora de comer.

Pero también nos vamos a encontrar con problemas de tipo médico, en algunos casos
estos están causados por las conductas que generan estos desordenes, los cuales a su
vez generan trastornos del aparato digestivo. Los más habituales son: Dolor abdominal;
Estreñimiento; Diarrea; Vómitos (en muchos casos vómitos cíclicos); Encopresis;
Regurgitación y rumiación; intestino irritable; desnutrición; aerofagia; halitosis; Intestino
irritable; … Esta larga lista puede darse de forma individual o en forma combinada.

En muchos casos los problemas gastrointestinales tienen una relación directa con los
problemas relacionados con el desorden alimentario. Por ejemplo, una mala masticación,
alimentación restrictiva (verbigracia: solo comer yogures) o una alimentación compulsiva,
pueden producir problemas de estreñimiento, a su vez el estreñimiento condiciona aun
más la conducta del niño, que como le duele presenta una mayor irritabilidad, y como ir al
baño es algo doloroso lo evita y agrava aun más el problema de estreñimiento, pudiendo
tener que acudir a un centro hospitalario para que ayuden al niño a eliminar las heces. A su
vez podemos encontrar cuadros de irritabilidad intestinal asociada a los problemas de
defecación, ya sean por estreñimiento crónico o por diarreas crónicas.. Como vemos los
problemas se van encadenando unos con otros en una secuencia que puede adquirir
consecuencias graves.

Dentro de los problemas médicos también nos encontraremos con las alergias e
intolerancias a determinados alimentos. Ésta no es una cuestión baladí, ya que cuando
estamos ante niños con un bajo nivel de comunicación y un desorden de la alimentación
descubrir qué alimentos pueden resultar nocivos para el niño va a ser complejo. En el caso
de alergias severas la reacción ante la ingesta de un alimento determinado provocará una
reacción visible, pero en casos mas leves descubrir la relación entre un alimento y una
alergia o intolerancia puede ser complicado. No obstante no debemos confundir alergias
con intolerancias, ya que no es lo mismo.

L a alergia a los alimentos es una respuesta inmune exagerada del organismo cuando
entra en contacto con el alérgeno contenido en un determinado alimento, produciendo un
efecto negativo sobre la salud. Las alergias pueden ser permanentes o temporales, desde
niveles leves a severos, pueden producir desde reacciones visibles en la piel, molestias
digestivas y problema gastrointestinales (Diarreas, aerofagia, dolor abdominal, irritación
intestinal,…) y en casos muy severos shocks anafilácticos. Los alimentos que
estadísticamente producen más alergias alimentarias son: melocotón, leche, huevo, melón,
gamba, pescado, kiwi, plátano, nuez, sandía, cacahuete, manzana, tomate, piña y
avellana.

Las intolerancias, al igual que sucede con las alergias, pueden ser de leves a severas y
de permanentes a pasajeras. El consumo de un determinado alimento provoca efectos
adversos en la salud de la persona, que sin presentar un cuadro como el de las alergias, sí
genera un impacto negativo en la salud. La intolerancia más extendida es la que tiene que
ver con los productos lácteos, ya sea una intolerancia a la lactosa o intolerancia a las

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proteínas de la leche de vaca. La intolerancia a la lactosa puede producir vómitos, dolor
abdominal o gases. La intolerancia a las proteínas de la leche de vaca suele ser pasajera y
desaparecer con el tiempo.

Como es obvio, un niño que siente malestar físico, va a presentar además un cuadro de
conductas problemáticas, irritabilidad, cansancio, etc. Detectar el posible origen de este
malestar va a ser de gran ayuda para mejorar el estado general de salud del niño y por
tanto que su conducta mejore de forma inmediata.

Otro de los problemas que podemos encontrar son casos de desnutrición, la cual viene
dada por casos de inapetencia más desordenes sensoriales, o en caso de niños que son
buenos comedores, pero los desordenes sensoriales convierten la hora de la comida en
algo horroroso, con lo cual, acaban o no comiendo nada o comiendo mal. Y antes de tener
que llegar al extremo de una alimentación forzada (a través de una sonda nasográstrica,
por poner un ejemplo) es mejor intervenir para resolver estos desordenes.

Hay que destacar también que el uso de fármacos pueden incidir de forma negativa en los
proceso digestivos y conductuales del niño. En el caso de los psicofármacos, entre los
numerosos efectos adversos que producen, pueden ser también responsables de
alteraciones gastrointestinales que afecten a la salud del niño. Si su hijo es consumidor de
este tipo de fármacos y detecta cualquier alteración (diarreas, estreñimiento, aerofagia,
ansiedad o alimentación compulsiva,…) acuda a su especialista y evalúen la conveniencia
de la retirada del fármaco y su sustitución por una intervención terapéutica.

Efectos del estreñimiento en un niño con autismo. En este caso relacionado con la
medicación (Abilify)
El niño presenta malestar general y dolores que le provocan llantos y una
irritabilidad generalizada

Aproximadamente el 5% de las consultas pediátricas están relacionadas con estreñimiento


y un 25% con problemas gástricos, un 20% de los casos de dolor abdominal están
relacionados con el estreñimiento. Estamos por tanto ante cuadros más habituales de lo
que podamos pensar a priori, y en el caso de niños con TEA esto no va a ser una
excepción. Por tanto debemos asumir que los problemas relacionados con el aparato
digestivo en niños afectan a la totalidad de la población infantil. En el caso de los niños con
TEA nos vamos a encontrar que además deberemos enfrentar los problemas asociados a
los aspectos propios de los TEA. Es decir, Trastorno del procesamiento sensorial,
conductas restrictivas, etc…, que van a incidir negativamente en los proceso de
alimentación del niño y a aumentar aun más la posibilidad de que estas alteraciones
gastrointestinales se den.

Las dietas restrictivas, riesgos y beneficios

Según estudios llevados a cabo en Europa y EE.UU. se estima que alrededor del 50% de
las familias de niños con autismo han seguido algún tipo de dieta restrictiva, siendo la más
famosa la que elimina lácteos y gluten. Se ha creado una corriente que asocia
determinados alimentos con el autismo. A pesar de la innumerable cantidad de estudios
que se han llevado a cabo para confirmar este hecho a día de hoy aún no se ha podido
comprobar esta relación. Lo que sí se ha comprobado desde tiempos inmemorables es
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que cuando comes un alimento que te sienta mal tu salud empeora y por tanto también tú
conducta. Y esto es aplicable al 100% de la población, tengas autismo o no. Es importante
poder separar de forma adecuada los aspectos de la calidad nutricional y de alimentación
del niño y la existencia o no de un trastorno.

Muchas familias que pusieron a dieta a sus hijos hablan maravillas del efecto de la dieta.
Suelen informar que el niño tenía desordenes alimenticios y que tras poner a dieta al niño
su conducta mejoró de forma inmediata. Lo que suelen obviar en esta explicación es que
no fue sino hasta el momento de poner a dieta al niño cuando se trabajo su desorden
alimenticio. Y al ir resolviendo este desorden alimenticio el niño mejoró. Es decir, no fue la
dieta en sí lo que produjo la mejora en el niño, sino la intervención que se llevó a cabo
para resolver el desorden de alimentación.

Con esto no quiero decir que haya niños que realmente necesitan eliminar determinados
alimentos de su dieta, ya que la prevalencia de alergias e intolerancias entre niños con
autismo no va a diferir demasiado del resto de niños. Y obviamente si se retiran los
alimentos que le provocan malestar, el niño va a mejorar a nivel global sí o sí. Muchas
familias que inician algún tipo de dieta con sus hijos, cuando la abandonan no notan
retrocesos, de hecho muchas informan de un mayor avance. Es decir, que debemos ser
muy cuidadosos con este aspecto y saber diferenciar entre un desorden alimenticio y una
alergia o intolerancia. Existe una máxima que dice “Somos lo que comemos”, es muy
importante el tener una alimentación sana y equilibrada para tener un buen estado de
salud, al igual que lo es tener hábitos saludables de vida, hecho que nos dará un mejor
estado de salud y por tanto mejorará nuestra calidad de vida a nivel global, y en el caso de
un niño con autismo esto también es aplicable.

Cada vez se documentan más casos de niños con TEA que presentan graves alteraciones
relativas a su alimentación. Carencias de vitamina C (En el Reino Unido se han dado
diversos casos de escorbuto), carencias en vitamina B12, desnutrición, hipocalcemia,
etc… Sean muy cuidadosos con los suplementos alimenticios, un abuso de los mismos
puede producir problemas de salud en el niño, incluyendo trastornos en el metabolismo o
alteraciones del sistema inmune. Si su hijo requiere de algún tipo de dieta restrictiva siga
los consejos de los profesionales del sector de la salud y nutrición.

Es por tanto muy importante dejar claro que las dietas de eliminación de gluten y caseína
NO deben ser llevadas a cabo en los niños con autismo si no existe un motivo médico que
lo recomiende. El porcentaje de niños que realmente se benefician de este tipo de dietas
restrictivas no difiere mucho de niños sin autismo que también presentan alergias o
intolerancias.Los riesgos de las dietas restrictivas suelen superar con creces los beneficios
si estas no tienen un riguroso control. Tomar en consideración desde el punto de vista
correcto los desordenes alimenticios es fundamental. Es mucho más útil para el niño
emplear el tiempo y los recursos en resolver sus desordenes alimenticios que en pretender
buscar una curación milagrosa en base a una dieta.

¿Cómo enfrentar los desordenes alimenticios?

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Hemos visto de forma resumida los mayores problemas que afectan a la alimentación del
niño o niña con autismo y en cómo estos desordenes afectan a su salud en general y por
tanto van a crear situaciones muy complicadas que empeoran la calidad de vida no solo
del niño, sino del conjunto familiar. Que el momento de
la comida sea un momento amargo va a traer
resultados muy malos a todos los niveles, trabajar para
resolver estos problemas es básico.

Básicamente podemos decir que no existe una


“receta” mágica que resuelva este tipo de desordenes.
Pero existen diferentes enfoques en función de cada
niño para abordarlos. Es muy importante también
contar con la asesoría de especialistas en este tipo de
desordenes (no hay muchos, pero existen).
Ante todo, ¡Paciencia!
Básicamente el mejor consejo se basa en paciencia y
constancia, que junto con una intervención adecuada
va a dar resultados positivos en todos los casos.

En primer lugar, y vaya esto como premisa. La familia NO es la culpable de los problemas
de alimentación del niño. Estos problemas se generan por los aspectos que hemos
relatado y no por una mala actuación de los padres.

Para llevar a cabo la intervención deberemos establecer una serie de hitos posibles a
abordar, es decir, qué queremos ir consiguiendo en este aspecto, siempre desde el
respeto al niño, con paciencia y de forma individual (no hay dos niños iguales). No
pretendamos que se resuelva en dos días, demos tiempo al niño, hay que tener en cuenta
que a mayor severidad de los desordenes más tiempo nos va a llevar corregirlos. Es muy
importante que hagamos un análisis previo de los hábitos alimenticios del niño, de forma
que podamos establecer la estrategia que mejor se adapte a sus necesidades.

Usemos apoyos visuales, anticipemos al niño de forma comprensible para él el momento


de la comida. No alarguemos de forma indefinida el tiempo de la comida, pongamos
tiempos máximos (30 minutos es más que suficiente). Midamos la cantidad de comida que
se le pone al niño en el plato. Es mejor ponerle poca de forma que el plato se acabe, antes
que saturar al niño. Es muy importante que el momento de la comida se convierta en algo
agradable, de la misma forma que el uso de reforzadores positivos al finalizar la misma nos
va a ser de gran ayuda.

Hay que respetar también los gustos del niño, si no le gusta el brócoli, pues le daremos
otra cosa. Forzarlo no va a ayudar. Hay que procurar que el niño no coma nada fuera de
los horarios establecidos para las comidas. A su vez, el entorno ha de ser confortable para
el niño. Por ejemplo, el comedor de un colegio no va a ser siempre el mejor lugar, una
cantidad excesiva de ruidos, olores, …, pueden alterar al niño por saturación.

Hay que conseguir que el niño permanezca sentado durante el tiempo destinado a la
comida. Por tanto será importante adecuar los tiempos al propio niño en función de cuan
inquieto sea. Es mejor que no existan excesivas distracciones. Lo mejor es iniciar este
proceso enfocándonos en una sola comida al día. Por ejemplo, si es un equipo de
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terapeutas quienes van a iniciar este proceso, lo más lógico es que se lleve a cabo con la
comida del mediodía, dejando algo más de libertad al niño en el resto de las comidas del
día. Si por contra lo vamos ha llevar a cabo en casa es importante que primero comamos
nosotros (nada hay peor que dar de comer a un niño que no quiere comer cuando nosotros
tenemos hambre), y por norma general (cada familia tendrá sus propias circunstancias) la
cena suele ser el mejor momento, ya que no tenemos otras actividades tras al cena que
nos hagan generar un estrés adicional. Por ejemplo si lo queremos hacer en el desayuno y
ese día el niño se levantó con el pié izquierdo, nos pondremos todos muy nerviosos ya que
llegamos tarde al -colegio, trabajo, citas varias,…- mientras que si lo hacemos en la cena,
tras la misma lo normal es irse a dormir.

Si el niño está demasiado condicionado, o sencillamente nuestra paciencia es escasa, o


nuestra casa es un lugar con mucho alboroto (por poner un par de ejemplo), es
recomendable que sea una persona externa en un lugar distinto quien lleve a cabo la
intervención.

Normalmente los niños con desordenes


son adoradores de los purés (Pudiendo
éstos además deber tener un determinado
color, textura, temperatura, olor,…). Suele
ser más fácil para ellos el comer un puré
antes que alimentos sólidos que implican
masticación y una serie de sensaciones
sensoriales que les producen desagrado.

Trabajaremos para introducir poco a poco


los alimentos sólidos, ampliando el abasto
de alimentos y sobre todo potenciar la
autonomía del niño a la hora de comer, usando los cubiertos de forma adecuada. En caso
de niños que presentan conductas tipo pica o de alimentación compulsiva estableceremos
pautas específicas para resolver estos aspectos específicos.

Un truco bastante bueno es ir variando progresivamente la “densidad” y textura del puré,


de forma que cada vez sea menos puré, o ir incluyendo pequeños trozos de alimentos
sólidos. Pero poco a poco, no pretendamos que el primer día cambie todo. Seamos
metódicos y constantes. Una cucharada de puré y podemos ofrecer una pequeña porción
solida. No pasa nada por que la escupa.

También podemos poner pequeña porciones de otros alimentos a su vista, sin necesidad
de dárselos, pero es una forma de ir acostumbrando al niño a la presencia de otros
alimentos. Recuerden que este proceso se hará solo en una comida al día. Pero debemos
ser perseverantes hasta que consigamos que el niño acepte el nuevo alimento (o el mismo
alimento pero con una textura y presentación diferente). Usar algo que le guste en formato
puré es siempre una buena idea, ya que el sabor no va a variar sustancialmente.

Es importante que el aprendizaje se base en un modelo sin errores, de esta forma


evitaremos que el niño adquiera malos hábitos o que tenga cierta confusión sobre lo
adecuado y lo incorrecto. En caso de niños muy glotones hay que conseguir que mastique

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la comida, haremos pausas entre bocado y bocado. También regularemos la cantidad de
ingesta en cada comida, queremos niños sanos no obesos.

Es importante que respetemos siempre los tiempos, el uso de apoyos visuales, que
tengamos una actitud positiva y que reforcemos las conductas correctas, pero sin castigar
las que no lo sean. Vamos a procurar que tenga un aprendizaje eliminando los errores y
potenciando el momento de la comida como algo agradable y no un castigo. Hay mil
formas de conseguir adaptar la comida al niño, seamos creativos. Por ejemplo, si
queremos que el niño coma galletas pero estas son demasiado “duras” para él, podemos
mojarlas en leche tibia o caliente para ablandarlas un poco. Podemos modificar las
texturas de los alimentos usando un poco de creatividad.

Es importante también es casos de hiperselectividad establecer un plan de introducción


gradual de nuevos alimentos. Empecemos por uno que sea similar a lo que al niño le
gusta, y de esta manera y de forma gradual y sin forzar al niño iremos añadiendo nuevas
sensaciones a su catalogo de “comidas que me gustan”.

Es importante usar la ley del plato vacío. Es decir, una vez se acaba el contenido del plato
acabamos el tiempo de la comida. De esta forma podemos graduar también los tiempos.
Empezaremos siempre con requisitos bajos, con pocas cantidades de comida que iremos
aumentando progresivamente. Recuerden el uso de reforzadores positivos, del uso de
refuerzos visuales y al eliminación de otros estímulos que desvíen al atención del niño.

En caso de niños con un muy bajo nivel de tolerancia al estrés y con cuadros de ansiedad
y una mala regulación emocional es muy recomendable usar técnicas de relajación para
poder regular el momento de la comida, de forma que cambiemos la percepción del niño
hacia ese momento.

A modo de corolario las bases generales serán:

No confundir los caprichos habituales de niños de entre 2 y 3 años con los


desordenes alimenticios
Tengan Paciencia
Establecer un plan individualizado para el niño
Escoger una de las comidas del día para iniciar el proceso
Respetar al niño y sus gustos
No forzar ni castigar al niño
Establecer un entorno adecuado y tranquilo para el niño
Contar con el apoyo de especialistas
Usemos siempre apoyos visuales para el niño
No lo engañemos ni le mintamos
Usemos la técnica del plato vacío
Usemos una cantidad de alimento que sea adecuada para el niño. Usemos solo la
cantidad que el niño sea capaz de comer.
En casos de hipersensibilidad trabajemos los aspectos sensoriales del niño para
mejorar su actitud y tolerancia
Limitemos los tiempos destinados a la comida
Evitemos que el niño se levante durante la comida

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Respetemos los horarios de comidas
Aumentar el nivel de exigencias acorde al niño y de forma gradual
Restringir el acceso a alimentos fuera de los horarios fijados de comidas
No iniciemos ningún tipo de dieta sin que exista una recomendación médica y un
especialista en nutrición infantil que nos de pautas sobre una alimentación
adecuada.
Acabar las comidas con un reforzador positivo

Los ponentes de las conferencias fueron:

Lucia Villalba, nutricionista y coautora de la guía “intervención de trastornos alimentarios


de los niños con TEA”. Enlace Ponencia
Antonio Pérez, nutricionista en el hospital Virgen de las Nieves de Granada.
Carmen Huete, terapeuta ocupacional especializada en niños con TEA.
Guillermo Álvarez, gastroenterólogo infantil en el hospital Gregorio Marañón de Madrid.
Maria Llorente, psicóloga experta en intervención con personas con TEA.
Zoe Connor, nutricionista pediátrica en el Hospital Sand-well and West Birmingham de
Reino Unido.

Posteriormente hubo la intervención de dos madres, Menchu Gallego y Rocío Sotillos


que explicaron sus experiencias personales en la solución de los problemas de
alimentación de sus hijos.

Nota: Como siempre agradecer a las familias que comparten vídeos con momentos que no
son siempre agradables pero que ayudan mucho a todos quienes de una forma u otra
estamos relacionados con los trastornos del neurodesarrollo.

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