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7. Los SIETE
La ayuda procedente del amigo
Los SIETE son soñadores. Sus planes para el futuro les hacen ser excesivamente
entusiastas aunque la experiencia de desarrollar sus planes no colma sus
expectativas. Un amigo debe pedirles mayor responsabilidad con sus sueños,
diciendo: "Esto es lo que dices y esto lo que haces". Ellos se animan a llevar a la
práctica sólo algunos de sus planes porque su planificación total suele salir de los
límites de lo posible. En relación con su tendencia a evitar el dolor, el amigo ha de
decirles que no todo es de color de rosa y no tiene nada de malo esperar que la vida
nos haga pasar malos ratos. Es importante no hurtar a los SIETE las malas
consecuencias de su inacción. El amigo les ayudará dejándoles que prueben los
resultados de su propia indolencia. Ha de llamarles la atención sobre su descuido y
recordarles que, cuando han elaborado un plan, se espera que den los pasos
necesarios para su puesta en práctica. Los SIETE necesitan que se les haga tomar
conciencia del dolor y los problemas que causan a otros sus descuidos porque
tienden compulsivamente a borrar de su conciencia estos aspectos. El amigo ha de
decirles que su negligencia o inacción ha lesionado a otros. Su motivación para que
todo el mundo sea feliz puede ayudarles en el futuro a ser más fiables. En todo caso,
al pedirles cuentas, el amigo les ayudará a mantener el contacto con la realidad en
vez de suavizarlo todo.
La relación personal directa con Dios
Conversión intelectual
Los SIETE se hallan atrapados por su idea de idealismo, que les lleva a evitar y
negar todo lo que pueda resultar doloroso. Se encuentran en un viaje fantástico,
pensando en lo hermosas que eran o serán las cosas, en vez de vivir y actuar en el
presente: el mundo real. Se ven impulsados a disipar el pesimismo con su habitual
sonrisa. Experimentan la alegría que se desprende en la planificación de algo, de
manera que a menudo no llegan a actualizar sus planes. Todo les parece interesante,
en especial si pueden hablar de ello. La idea santa de la co-creación puede liberar a
los SIETE de la trampa de su idea de idealismo. La cocreación significa trabajar con
Dios de acuerdo con su forma de hacerlo en el mundo para lograr lo que sea mejor.
Esta forma de trabajar se revela mediante el misterio pascual de Jesús, que muestra
que la nueva vida surge de la muerte de uno mismo y la alegría se sigue del dolor
reforzado por la paciencia. Jesús relacionó la venida del Reino de Dios con el proceso
de dar a luz con los dolores del parto. Sufrir para algo es como la muerte de una
semilla en sí misma para producir una rica cosecha de alegría. San Pablo veía que la
creación sufría dolores de parto como signo del advenimiento de un glorioso futuro.
Esta idea de co-creación a través del misterio pascual lleva a los siete a aceptar los
detalles del trabajo necesario para implementar unos planes que hagan una vida
mejor. Implicarse en el proceso creador de Dios tiene la consecuencia necesaria de
aceptar el sufrimiento, el trabajo denodado y el desprecio. En vez de tratar de
escapar de ese dolor, como hacen los SIETE en su idealismo, aceptan llevar su cruz
como precio necesario para lograr cualquier bien. Esto constituye la clave del
abandono de ellos mismos en Dios.
Conversión afectiva
A través del santo abandono, los SIETE pasan de la pasión del desenfreno a la
virtud de la sobriedad. Convertían en “dios” lo agradable y pasaban por alto las
realidades negativas para vivir en un mundo de fantasía. Al abandonar sus vidas al
trabajo denodado de co-creación se hacen capaces de vivir con sobriedad, de hacer
suyo un trabajo de vida que lleva consigo la implantación práctica de la respuesta al
desafío de Jesús de llevar la cruz cotidiana. Esto lleva a los SIETE a considerar la
importancia de aceptar el trabajo de dar vida a algunos de sus sueños e ideales. En
lugar de evitar el dolor y buscar los placeres del momento, trabajan incluso al precio
del dolor y la frustración. Asimismo, llegan a aceptar la sobriedad de otros que están
implicados en las pruebas y trabajos de la vida.
Conversión instintiva
La consolación de los SIETE se da cuando están fortalecidos: su teología mal
definida se revela como sustantiva. La realidad de la relación con Dios que
imaginaban se afirma como tal. La desolación de los SIETE se da en la experiencia de
obscuridad. Quizá quieren sentir consolación pero no pueden, así que tratan de
crearla mediante su fantasía. Son capaces de imaginar sentimientos y, por tanto, de
engañarse a sí mismos y al director espiritual cuando describen su experiencia de
oración. Los SIETE pueden poner buena cara y crear la ilusión de hablar como si se
encontrasen bien. Cuando, por fin, se enfrentan con su propia desolación pueden
parecer una cometa que cae en picado y se estrella. La desolación salta a la conciencia
en forma de amargo resentimiento contra quienes más cerca están de ellos.