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JACQUES DERRIDA¡

"POLÍTICAS DEL NOMBRE PROPIO"

U na de las maneras de poner en operación el esfuerzo desconstructivo tal


como lo concibe Jacques Derrida (1930-2004) se centra en hacer evidente
el carácter circunstanciai de las palabras, los conceptos y los mecanismos es-
peculativos utilizados para pensar problemas determinados en momentos
específicos. Su cometido es rastrear todos aquellos fenómenos -malinter-
pretación, uso "ilegítimo", traición a un supuesto "sentido original", etcé-
tera- que le ocurren a un discurso, palabra, concepto o acción cuando se
lo extrae de la situación puntual donde tenía una función establecida y un
sentido contingente. En el caso del lenguaje, la desconstrucción opera como
un conjunto de maniobras especulativas para pensar los efectos que le acon-
tecen a su "marca material" al permanecer y repetirse de otra manera y en
otros contextos, ya sea en la oralidad o en las diversas formas de memoria y
escritura. Tales efectos no pueden ser anticipados, calculados, previstos, por
un sujeto humano que funcionaría como instancia de control, utilización y
validación -postura representada en la presente antología por autores como
Dorrit Cohn, Hans-Georg Gadamer, Kate Hamburger, Wolfgang Iser o Paul
Ricoeur-; por el contrario, se trata de transformaciones de sentido efectuadas
por lo que Derrida llama "reescritura práctica", procesos de multiplicación
del sentido. De este modo, el carácter productor de sentido del lenguaje no
puede ser determinado por instancia alguna, sino que se juega en relación
con el azar y la singularidad.
Así, el filósofo francés afirma, en "Políticas del nombre propio", que los
efectos de un texto no se reducen a su verdad, al querer-decir de un autor
o firmante pretendidamente único e identificable con y por su nombre
propio. Antes bien, desacredita este supuesto como efecto de tres hábitos
del pensar. El primero remite a una confusión de la gramática (sujeto de la
oración, sustantivo, pronombre) con el concepto de ente de la metafísica
tradicional y la ontología de la presencia (presente, sustancia, empiricidad,
hypokeímenon, etcétera). El segundo remite a residuos antropocéntricos
y antropomorfizantes que aún hoy supone el uso del concepto de sujeto, _
tanto para la filosofía como para la literatura. Finalmente, Derrida critica
el efecto de ingenuidad producido sobre nosotros por la fuerza persuasiva
(retórica) del lenguaje, que nos hace creer que una firma, la marca escrita
de un nombre, corresponde, de manera natural y obvia, al cuerpo de un
hombre singular.
Cuando este cuestionamiento es desplazado hacia un ámbito político se
hace evidente la imposibilidad de establecer de antemano los efectos que una
marca escrita sufrirá y provocará. Con ello, Derrida pone en funcionamiento
una práctica de lectura -una política de la lectura, cabe decir- que trata de
rastrear cómo se relacionan las palabras (en este caso el nombre propio de un
autor) con fenómenos políticos determinados. Como ejemplo, el caso de
Friedrich Nietzsche es paradigmático. La pregunta que surge en torno 11
este filósofo alemán -y por extensión a otros autores y pensadores- es la
siguiente: ¿de qué hablamos cuando hablamos del nombre de un autor, de
su obra, de su legado, de su firma? Si bien Derrida afirma que la apropiación
ideológica del nombre, de los conceptos, de las palabras de Nietzsche por
parte del nazismo no es gratuita ni casual, al riúsmo tiempo defiende una gran
"enseñanza de Nietzsche". Ésta consiste en lo que el filósofo francés llama
una estrategia de des-apropiación o más precisamente de "ex apropiación",
la cual provoca un mecanismo de desidentificación en el funcionamiento
mismo del nombre propio. En ese sentido, su planteamiento parece radical
incluso al comparársele con autores de esta antología que critican el papel
del autor como fuente explicativa de su obra -Roland Barthes, Michel Fou-
cault, Umberto Eco y el mencionado Wolfgang Iser. La tarea que emprende
"Políticas del nombre propio" es la de debilitar la certidumbre que otorga-
mos a un nombre en una autobiografía, en un relato histórico, en uno de
ficción, etcétera.

Francisco Barrón
y Héctor Luis Grada

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