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El presente material debe ser citado como apartes del Capítulo 3 del documento: Osorio, Carlos. (2007),
El Determinismo Tecnológico: Una Reflexión Crítica desde la Teoría de los Sistemas Tecnológicos, Tesis
de Doctorado, Universidad de Oviedo.
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El artículo “Sistema” de la Encyclopedia de Diderot y D’Alembert, acumula las presentaciones de los
sistemas metafísicos y teológicos, de los sistemas de astronomía, de los sistemas mecánicos, de los
sistemas anatómicos, de los sistemas poéticos y fabulosos, de los sistemas mitológicos, de los sistemas de
fortificaciones (arte militar) y de los sistemas armónicos o de notación musical (Lemoigne, 1977). Sin
embargo, la obra de A. Bogdanov, Ciencia universal de la organización o tactología, publicada en Moscú
entre 1913 y 1920, ha sido reconocida como el primer tratado completo de la sistémica general
(Lemoigne, 1977).
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idea de organización, presente desde el átomo a la molécula, representaba igualmente
un paso creador de la naturaleza en el tiempo (Whitehead, 1949; 1968). El concepto de
homeostasis propuesto por Cannon (1920), producto del estudio de las alteraciones
corporales provocadas por el dolor, el hambre, el miedo y el cólera, contribuyó con la
identificación de los bucles cerrados causales en los seres vivos. Para Wiener (1950), un
bucle de retroalimentación es una disposición circular de elementos conectados
causalmente, en la que una causa inicial se propaga alrededor de los eslabones sucesivos
del bucle, de tal modo que cada elemento tiene un efecto sobre el siguiente, hasta que el
último retroalimente el efecto sobre el primer eslabón en que se inició el proceso. Para
Wiener, la retroalimentación es el control de una máquina en base a su comportamiento
real y no al esperado, principio que puede ser extensible a los organismos y sistemas
sociales; mientras que automatización significa, desde Wiener (1948), funciones de
comando, regulación, vigilancia y control de los mecanismos involucrados en un
programa3. Lo más importante desde el punto de vista sistémico fue el reconocimiento
de que las retroalimentaciones describen patrones de organización (Capra, 1996: 82) 4.
Mientras que en el caso de Claude Bernard (1865; 1879), sus aportes vinculados a la
filosofía organísmica se refieren a los sistemas vivientes en términos de “idea directriz”
o “plan vital”, para explicar los fenómenos vitales rigurosamente bien determinados por
sus condiciones físico-químicas, y que al mismo tiempo se subordinan y se suceden
según un encadenamiento y una ley fijados de antemano: se repiten eternamente, con
orden, regularidad, constancia, y se armonizan con miras a un resultado que es la
organización del viviente (Bernard, 1865).
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También el origen de la ciencia de los sistemas se relaciona con el tránsito de la ingeniería energética –
grandes máquinas que liberan energía, como la de vapor- hasta la ingeniería de control a partir de la
automatización. En el automatismo domina la función sobre el agente. Si la gran máquina fue el punto de
partida de la materialización técnica en la revolución industrial, bajo las nuevas condiciones de
automatización gracias a la electrónica, la automatización se orienta hacia la miniaturización y la
desmaterialización, con rapidez extrema de los flujos, reducción de los tiempos de reacción, precisión del
comando y uso de mínimas cantidades de energía (Séris, 1994: 180-199).
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Tal retroalimentación significa el retorno de la información a su punto de origen, a través de un proceso
o actividad. En los sistemas se presentan dos clases de retroalimentación, una positiva (+)
autorreforzadora, en la misma dirección; y una negativa (-) o equilibrante en sentido circular. El principio
de retroalimentación nos dice que el bucle es autoequilibrante.
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dQn = fn (Q1, Q2,... Qn)
dt
Por último, cabe señalar que Bertalanffy definió algunas propiedades para los
sistemas biológicos, como es el caso de: crecimiento, sumatividad, mecanización,
centralización y finalidad. El “crecimiento” se refiere a la aplicación de la Ley
Exponencial (es directamente proporcional al número de elementos presentes). La
“sumatividad física o independencia” es la suma de las variaciones de sus elementos;
esto aplica para sistemas que son montones, tales como un montón de ladrillos, etc.; no
para sistemas que involucran configuraciones diferenciadas, como por ejemplo un
sistema biológico.
Vamos a considerar algunas propiedades de los sistemas con base en una idea de
sistemas tecnológicos, en tanto puede servirnos de modelo para comprender algunos
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rasgos de los sistemas ambientales. Un sistema tecnológico es una unidad compleja en
donde interactúan las personas, las organizaciones, máquinas, equipos, y sistemas
biológicos (en muchos casos), que tiene por objeto la transformación de unos recursos
para obtener unos resultados.
Los sistemas tecnológicos, al igual que los sistemas ambientales, pueden
considerarse como sistemas complejos. De acuerdo con Morin, en particular El método
(1970), el concepto de complejidad permite vincular elementos heterogéneos, sean estos
físicos, biológicos y sociales. La complejidad es vista como un tejido, complexus
significa “lo que está tejido en conjunto”, de constituyentes heterogéneos
inseparablemente asociados.
Veamos entonces algunas propiedades de los sistemas, con base en los sistemas
complejos de tipo tecnológico. Otras consideraciones como la participación pública en
un sistema tecnológico, serán tratadas en un documento posterior.
2.1. Organización
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duración a pesar de las perturbaciones aleatorias que pudieran darse en el sistema. La
idea de la organización remite a la disposición de las partes dentro, en y por un todo.
2.2. Límites
Pese a que en la teoría de los sistemas los conceptos de medio y límites han sido
paulatinamente reemplazados por la diferenciación entre sistema y entorno, nos parece
que debido a las continuas referencias al problema de los límites en el sistema, dicho
tema requiere ser tratado.
En el caso de los límites, estos dependen del control ejercido por las partes del
sistema. Cuando se trata de sistemas tecnológicos, los humanos ejercen control
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dependiendo de la estrategia que se lleve a cabo a través de la estructura organizacional
para la investigación y la gestión. La estrategia de control puede involucrar procesos
que pueden ser rutinarios y no rutinarios vinculados a formas organizacionales
específicas, siendo los no rutinarios los relacionados con actividades de innovación. Se
entiende que un proceso de innovación comporta cuestiones que exceden las cuestiones
técnicas, en tanto implican decisiones políticas, económicas, éticas y culturales, las
cuales son consideradas en las decisiones estratégicas humanas. En este sentido, el
control es mucho más que un acoplamiento funcional, puesto que los humanos deben
considerar cuestiones extraepistémicas, por tanto políticas y valorativas, a la hora de
tomar decisiones en un sistema tecnológico.
2.3. Totalidad
“[...] aquello a lo cual no le falta ninguna de las partes que están llamadas a
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constituir normalmente un todo. Es también aquello que contiene los componentes de
tal suerte que forman una unidad, o de su conjunto resulta la unidad. De estas últimas
clases de todos, los seres naturales son más verdaderamente un todo que los seres
artificiales[...] Además, al tener las cantidades un principio, un medio y un fin, aquellas
en las cuales la posición de las partes es indiferente son llamadas un total (pan) y las
otras un todo (holón)”.
Como vemos, el todo requiere de una condición, que la posición de las partes
tenga que ver con la organización. En otras palabras, el todo no es sumatoria de partes
(principio de sumatividad de Bertalanffy), es una esencia cuyo ejemplo a mostrar es el
viviente. Si el todo orgánico no es indiferente a la posición de las partes, la finalidad
orgánica aquí presente, en cambio, es de tipo técnico. Pero se trata de una finalidad
sometida a la disposición estructural distinta de como sucede en los cuchilleros de
Delfos en La política (Libro 1, Cap. 1), cuyos cuchillos sirven para muchos usos; por el
contrario, la naturaleza no procede así, sino teniendo en cuenta cada pieza.
Este modelo tecnológico del viviente habrá de ser radicalmente rechazado desde
finales del siglo XVIII y en la primera mitad del siglo XIX. Por un lado, bajo la
reacción romántica alemana y de los vitalistas5, luego por el advenimiento de la
embriología (en estados embrionarios hay una fase inicial de indeterminación) y por la
fisiología.
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La escuela romántica Alemana considera a la naturaleza entera como un inmenso organismo viviente, el
cual se halla sometido y mantenido por una fuerza de configuración que actuaría como principio de
operación (Albarracin, s.f).
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A comienzos del siglo XIX, los padres de la teoría celular Matthias Schleiden y Theodor Schwann,
planteaban que todo organismo viviente es un compuesto de células, consideraban a la célula como
elemento vital portador de todos los caracteres de la vida. Ya al concluir el siglo, se pontificaba que “las
células son los verdaderos ciudadanos autónomos que, reunidos por millares, constituyen nuestro cuerpo,
el estado celular”. Habría entonces dos formas de entender el status de la célula: en su propia
individualidad y en su cooperativa comunidad. Este último aspecto será interpretado por Rudolf Virchow
al señalar que es la organización, entendida como la suma de unidades vitales, la que proporciona el
elemento singular de cada organismo, dependiente a su vez de una organización superior o de tipo social
en la que una masa de existencias individuales dependen unas de otras, pero de tal modo que cada
elemento posee una peculiar actividad y de cada uno de ellos procede la propia ejecución. Este concepto
de organización social, cercano a la idea de estado libre de individuos con iguales derechos provenía de la
filosofía política de la revolución de 1848, que en Virchow cobra sentido para lograr una equivalencia
entre las concepciones celulares y los ideales revolucionarios (Albarracin, 1983: 241-245).
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por la complicación progresiva de aparatos que diversifican las funciones primitivas
especializándolas.
Sin embargo, esta noción del todo orgánico explicada por un modelo económico
y social también ha sido cuestionada, especialmente en el siglo XX, con los trabajos
acerca del cultivo de tejidos in vitro, al referirse a la situación del elemento individual.
Para que éste se comporte como el individuo de una sociedad, es decir, liberado de las
inhibiciones y estímulos que padece debido a su integración al todo y a su vez tenga la
capacidad de integrarse de nuevo a la sociedad; esta condición de vida en libertad y
regreso a la sociedad no se cumple en el organismo. La síntesis no permite llegar al
análisis en el todo biológico, la disociación de partes orgánicas conlleva a que pierdan
su carácter de parte. En otras palabras, un elemento orgánico no puede ser considerado
elemento más que en el estado de no-separado, el todo es el que realiza la relación de
partes entre sí como partes, de suerte que por fuera del todo no existen partes
(Canguilhem, 1966).
Como vemos, la noción de “todo orgánico” como base para la teoría de los
sistemas tecnológicos, tiene sus restricciones. Primero, porque el todo orgánico no
puede ser explicado por el modelo tecnológico, éste no permite restituir el carácter de
los organismos de que se crean a sí mismos. Como señala Kant en la Crítica del juicio,
una máquina es un todo donde las partes existen las unas para las otras, pero no las unas
por las otras. Ninguna parte es construida por el todo, ningún todo es aquí producido
por un todo de la misma especie. Una máquina no posee en sí misma energía formativa
del organismo. Segundo, el todo orgánico no opera bajo el modelo económico y social.
Para el organismo, la organización es un hecho dado, cuyo modelo de explicación es el
organismo mismo, el cual se conserva gracias a un programa genético, tal como lo ha
puesto de manifiesto la biología de mediados del siglo XX. La organización biológica
sigue unas líneas de estructura y funcionamiento dictadas por una información química,
las cuales se conservan por la homeostasis a nivel de la organización de cada organismo
y por la evolución en el caso de la especie. La organización biológica no es un quehacer
que deba ser permanentemente buscado como objetivo a compartir entre sus miembros,
a partir de la generación y apropiación de innovaciones, como sucede en un sistema
tecnológico. En este sentido, consideramos que el todo propuesto por Bertalanffy,
basado en el todo orgánico, resulta insuficiente como modelo explicativo para los
sistemas tecnológicos.
Una consideración acerca del todo, que sea incluyente de los sistemas
tecnológicos, debería cumplir algunos requisitos. En primer lugar, superar la noción
reduccionista que se concentra en el análisis de las partes individuales, ya sean
componentes físicos, organizaciones, personas, la naturaleza, etc. También debe superar
la tentación del holismo de ignorar los constreñimientos internos, las pérdidas de
cualidad a nivel de las partes. Se trata de que no haya aniquilación del todo por las
partes, ni de las partes por el todo. El todo retroactúa sobre las partes, entendida como
una retroacción organizacional. Un artefacto sea físico o no, en un sistema tecnológico,
interactúa con otros artefactos, de este modo contribuye directamente o a través de otros
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a las metas comunes del sistema. Si un componente es removido, o si sus características
cambian, los otros artefactos en el sistema se alteran. El todo es más que la suma de las
partes, ya que de él emergen propiedades nuevas que no contienen las partes
separadamente; el sistema como un todo, es el que puede generar nuevos procesos.
Sin embargo, las emergencias pueden ser en el orden de las partes aisladas. Es el
caso de las invenciones en un sistema tecnológico, producto de una de las partes del
sistema, por ejemplo, del subsistema de los laboratorios de investigación. Tal
emergencia desencadenará todo un cambio en la organización del sistema. En este caso,
el todo no solo es más que la suma de las partes, sino que la parte es en y por el todo,
más que la parte.
Pero el todo también tiene constreñimientos que lo hacen menos que la suma de
las partes, es decir, las cualidades o propiedades del sistema al pasar de un nivel a otro
dentro del sistema tienden desaparecer. En un sistema tecnológico se presenta cuando
un componente físico del sistema, por ejemplo una máquina, impone constreñimientos
al sistema a partir del funcionamiento de sus partes o de la reorganización social que
demanda para que pueda funcionar.
Dicha perspectiva, que el todo sea al mismo tiempo más que la suma de las
partes y menos que ellas, es una característica de la complejidad. Bajo estas
características, el todo tiene emergencias, pero también tiene restricciones. Las
emergencias o innovaciones surgen en una especie de morfogénesis sistémica,
inseparable de la transformación de los elementos, pero también en una especie de
dialéctica de interrelación y antagonismo (una innovación requiere del mercado, pero el
mercado puede rechazar la innovación). Tal antagonismo conlleva a que la noción
organizacional que impera en el todo, necesita y actualiza un principio de
complementariedad, de las emergencias y los constreñimientos, que generan la
regulación o retroacción del sistema.
Pero la lectura de estos procesos es aún más compleja, puesto que se pone en
juego una interpretación del uso de la energía en las sociedades desde las leyes de la
termodinámica. Las sociedades, como lo hacen los seres vivos en la naturaleza, luchan
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por remontarse a la segunda ley de la termodinámica, o a la degradación ineluctable.
Esta curva de entropía se altera al introducir nueva energía para sostener el orden
energético y por consiguiente el orden social. En este sentido, cabe entonces la
preocupación de ¿cuanta energía requieren las sociedades para conservar su estilo de
vida actual, frente al hecho de que los recursos energéticos se están agotando? Si la
energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma, el problema radica en el sentido de
esta transformación, el cual va de una energía disponible a una no-disponible. Con base
en esto, Rifkin (2002: 72) nos advierte que las sociedades que más duran son aquellas
que consiguen el mejor equilibrio entre el balance de la naturaleza y de la sociedad
humana, dentro de los límites que impone inevitablemente la segunda ley, de lo
contrario las sociedades colapsan.
Como vemos, el todo tiene constreñimientos tanto externos como internos que le
plantean su finitud. El todo es también uno y diverso. Lo uno es la unidad compleja que
contiene lo múltiple, como en el ejemplo de los grandes sistemas de potencia. Lo
múltiple son las partes o componentes (las máquinas, los grupos sociales, las
organizaciones, los conocimientos, las leyes, la naturaleza) que conservan una identidad
común de pertenencia a la unidad global. Para ello se requiere que el sistema funcione
retroactivamente, ya que no solo se optimiza la ejecución del sistema sino que se dirige
hacia el cumplimiento de sus propósitos. La retroalimentación conserva la
invariabilidad del sistema en condiciones de eficiencia. Pero la retroalimentación en un
sistema tecnológico solo es posible igualmente a condición de que se genere la novedad,
la innovación y con ello la evolución del sistema.
2.4. Evolución
Simon (1973) nos dice que los sistemas complejos evolucionan y que lo hacen
privilegiando los sistemas jerárquicos, cuyo ejemplo, agregamos nosotros, serían los
sistemas energéticos, ya sea con base en los hidrocarburos o con base en la producción
de energía eléctrica, entre otros. Ellos mismos son sistemas sociales, pero no del tipo
propuesto por Luhmann, puesto que guardan una heterogeneidad de otro orden, ya que
pueden evolucionar bajo la idea de artificialidad. Simon propone la artificialidad de
forma análoga a como se dan los procesos de selección natural. En este caso, se trata de
la resolución de problemas a nivel humano, a partir de un proceso de incorporación de
variaciones de apuestas de solución, en donde la selección de aquellas más
prometedoras van indicando los caminos que habrán de ser usados.
2.5. Autorreferencia
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Las primeras versiones de la TGS buscaban tener una formulación y derivación
de aquellos principios que dieran cuenta de la unidad del todo y de la totalidad de las
partes. Posteriormente dichas versiones fueron sustituidas por la diferencia entre sistema
y entorno.
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conversaciones, en donde el concepto de “conversación” implica el entrelazamiento del
“lenguajear” y el “emocionar”, en el cual tienen lugar las actividades humanas. En este
contexto, un individuo es para Maturana, en tanto sistema cognoscitivo, un
acoplamiento recursivo conformado por tres conceptos claves: el cuerpo, la emoción y
el lenguaje. El cuerpo como entidad biológica posibilita la emergencia del lenguaje,
determina la forma en que percibimos y reconstruimos nuestra experiencia en el
lenguaje. A su vez el lenguaje es un fenómeno biológico, pero ocurre en el dominio de
las coordinaciones de acciones de los participantes y no en la fisiología de los
individuos. De otro lado, las emociones nos permitirían percibir y por tanto conocer. El
“lenguajear” permitiría el fluir de las coordinaciones conductuales consensuales, es
decir, aquellas interacciones sociales fundadas en la emoción de la aceptación mutua
(amor). No sobra señalar, como mencionan Galassi y Correa (2001), que esta
fenomenología que podría llamarse de tipo fisicalista, excluye el conflicto, la costumbre
u otros aspectos de la interacción social.
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El concepto de contingencia designa aquí algo que no es necesario ni imposible, algo por tanto que
puede ser como es, pero que también es posible de otra manera (Luhmann, 1984). La doble contingencia
permite que dos cajas negras lleguen a relacionarse entre sí, cada una define su propio comportamiento
mediante complejas operaciones autorreferenciales entre sus propios límites. En los sistemas sociales, la
doble contingencia tiene un efecto autocatalítico: fomenta la comunicación sin desgastarse ella misma. La
doble contingencia lleva a la formación de los límites de los sistemas sociales para producir sentido y
conservarlo.
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ser reducida a la actividad individual. Es decir, para que la comunicación tenga sentido
debe ser seleccionada en una doble contingencia, entre un ego y un alter, por
consiguiente sin enfatizar el desempeño del individuo en el grupo9. La comunicación
solo se debe a la comunicación, es pues su rango autopoiético. La sociedad es un
sistema social autopoiético (clausurado operativamente) y autorreferente (que integra
los elementos del sistema como unidades de función).
Ahora bien, estaríamos tentados por usar esta categoría de la autorreferencia, tal
como la hemos visto para los sistemas sociales descritos por Luhmann o para los
sistemas vivos en el caso de Maturana. En ambos casos, la idea de autorreferencia
remite a la condición de reproducción inmanente del sistema bajo sus propias
condiciones. En el caso de Luhmann, sería el lenguaje lo que permite la reproducción
del sistema social, en donde las personas no son las que comunican sino el sistema. En
Maturana, de acuerdo con sus propios términos, sería el “lenguajear” propio de las
personas, involucrando componentes cognitivos y emotivos. En ambos, la doble
contingencia asegura el alter-ego para definir las características de la interacción.
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El sentido remite al sentido, nunca a otra cosa. El sentido es una determinada estrategia del
comportamiento selectivo bajo la condición de alta complejidad; crea unidad en la multitud de lo posible
para orientarse, de ahí su carácter selectivo, el cual neutraliza o incluso niega otras posibilidades, pero sin
eliminarlas definitivamente. El sentido tiene dimensiones de temporalidad (un antes y un después), de
contenido (esto o aquello) y de dimensión social (alter-ego) (Luhmann, 1984).
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juego de la creación de la novedad y de los constreñimientos internos, tanto como la
propia finitud del sistema.
3. CONCLUSIONES
Vamos a recapitular muy brevemente, sobre aquellas definiciones que más nos
interesan. La noción de sistema, según Bertalanffy, tiene sus orígenes en los sistemas
biológicos.
Un sistema es una unidad compuesta por partes, que en el caso de sistemas
complejos de tipo tecnológico o de agua potable, se trata de partes heterogéneas que
interactúan entre sí.
En un sistema tecnológico se presentan las siguientes propiedades:
i) composición heterogénea: en donde la complejidad deriva tanto de la
diversidad de componentes como de la heterogeneidad de las relaciones entre las partes;
ii) organización: el sistema presenta una organización que remite a la integración
entre la disposición estructural y funcional de los elementos que lo integran;
iii) límites: están dados por el control ejercido por las partes que lo conforman,
el control humano se realiza mediante procesos rutinarios y no rutinarios vinculados a
formas organizacionales específicas, pero en donde intervienen criterios que exceden el
funcionalismo básico, al ser tenidas en cuenta las cuestiones sociales, políticas,
económicas, éticas y culturales referidas a los sistemas tecnológicos; en las máquinas y
estructuras materiales, el control depende del programa de acción; y en el caso de los
procesos biológicos que hacen parte de los sistemas tecnológicos, el control se refiere a
los programas adaptativos, reproductivos y de comportamiento, los cuales se hacen más
visibles cuando consideramos el sistema tecnológico como un socio-ecosistema;
iv) totalidad: en los sistemas tecnológicos el todo retroactúa sobre las partes, es
más que la suma de las partes, ya que de él emergen propiedades nuevas que no
contienen las partes separadamente; el sistema como un todo es el que puede generar
nuevos procesos. Esto no impide que las emergencias, las invenciones, puedan surgir en
el orden de las partes aisladas. Pero el todo también tiene constreñimientos que lo hacen
menos que la suma de las partes, especialmente cuando las propiedades del sistema
pasan de un nivel a otro y tienden desaparecer. La retroacción permite optimizar la
ejecución del sistema, además de conservar la invariabilidad del mismo en condiciones
de eficiencia, pero la retroalimentación en un sistema tecnológico requiere de la
innovación;
v) evolución: los sistemas tecnológicos tienen procesos evolutivos que dependen
de la interrelación hombre-tecnología, en donde se tiende a la estabilización del sistema,
la cual depende de las trayectorias tecnológicas pero también de cuestiones económicas
y organizacionales; estabilización que es puesta en crisis durante los procesos de
innovación y cambio tecnológico;
vi) autorreferencia: la tendencia reproductiva del sistema podría ser considerada
desde la vía pragmática propuesta por Hughes, ya que permite mostrar las continuas
interrelaciones entre los componentes materiales y humanos presentes en el sistema, una
especie de tejido sin costuras que genera incesantemente las condiciones de
permanencia del sistema. La condición de autorreferencia depende de la interrelación
entre los componentes heterogéneos del sistema, y de la idea de totalidad que se ha
señalado antes. La presencia de tal diversidad es la condición de la autoproducción del
sistema, la cual entra en un ciclo autoproductor incesante basado en la retroalimentación
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y en la novedad, antes que en la definición de algún valor propio del sistema como
puede ser la eficiencia, o la utilidad, entre otros;
REFERENCIAS
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Rifkin, J. (2002), La Economía del Hidrógeno, La Creación de la Red
Energética Mundial y la Redistribución del Poder en la Tierra, Barcelona: Editorial
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