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—el derecho civil, que regulaba las transacciones económicas entre los ciudadanos:
"Ius"; y
—el derecho público, que regía las relaciones políticas entre el estado y sus súbditos:
"Lex" ("la voluntad del príncipe tiene fuerza de ley").
Innovaciones institucionales:
D. Diplomacia, que fue la marca del nacimiento del estado renacentista, y en la que el
autor ve también el predominio feudal. La entiende como un sistema formalizado de presión
e intercambio interestatal, con el establecimiento de embajadas recíprocamente asentadas
en el extranjero, cancillerías permanentes, etc. (se diría que piensa en la KGB...).
Época del Renacimiento (primera fase): consolidación del absolutismo, gran auge
secular de grandes señores provocado por el rápido crecimiento demográfico y cultura
universitaria en las aristocracias occidentales, pero subsistía la pirámide medieval en torno
al soberano, hasta que los teóricos del absolutismo empezaron a propagar las
concepciones del derecho divino que elevaba la soberanía regia por encima de la lealtad
limitada y recíproca de la Edad Media.
Bodin formula a este respecto la idea moderna del poder político como capacidad
soberana de crear nuevas leyes e imponer su obediencia indiscutiblemente: "Su signo
principal es el de imponer leyes sobre los súbditos, generalmente sin su consentimiento", y
"la ley no es más que el mandato de un soberano en el ejercicio de su poder"; pero también
habla en contra del mero arbitrio del monarca. Y, de hecho, ningún estado absolutista en
Occidente pudo disponer a placer de la libertad, ni de las tierras de la nobleza, ni de la
burguesía; tampoco pudieron alcanzar una centralización administrativa, ni una unificación
jurídica completa, sino que siempre estuvo doblemente limitada:
a) por la persistencia de los organismos políticos tradicionales que estaban por debajo
de ella,
b) por la presencia de la carga excesiva de una ley moral situada por encima de ella.
—el costo de estas enormes máquinas militares creó profundas crisis de ingresos en
los estados absolutistas: se incrementaron los impuestos sobre las masas, y se hizo venta
de cargos y honores públicos, que hace que crezca el número de burgueses "arribistas"
entre los funcionarios del Estado.
Se extendió por toda Europa una nueva cultura, cosmopolita y elitista de corte y salón,
tipificada por la nueva preeminencia del francés como idioma internacional del discurso
diplomático y político (penetrado por las ideas burguesas representadas en la Ilustración).
La fuerza real de los ejércitos en general se estabilizó o disminuyó en la Europa Occidental
tras el tratado de Utrecht. Pero la frecuencia de las guerras y su importancia capital para el
sistema estatal internacional no cambió sustancialmente.
Que fue reemplazado por un tipo nuevo de conflicto militar, las guerras comerciales
capitalistas: angloholandesas (enfrentamientos marítimos, cuyo objetivo era el monopolio
colonial mundial); de ahí la guerra mixta del siglo XVIII —la de los Siete Años—.
EUROPA ORIENTAL
1. EL ABSOLUTISMO EN EL ESTE
La invasión otomana no llegó al este del Elba, pero la crisis económica de Europa
oeste en los siglos XIV y XV produjo en el Este una violenta reacción feudal represión del
campesinado, agudizada en el siglo XVI. En la política esto se tradujo en absolutismo, pero
no como compensación a que desaparecieran los siervos (como en Occidente), sino como
instrumento para la consolidación de la servidumbre, implantado desde arriba y a la fuerza,
para hacer frente a los absolutismos occidentales —bien organizados para la guerra—.
La invasión sueca fue la que más influyó en este sentido pues entre 1630 y 1720 llegó
a tener un arco de poderío en el Este semejante al que había tenido anteriormente España
en la Europa Occidental y aún mayor: con la Guerra de los Treinta Años Gustavo Adolfo
arrolla el poder de los Habsburgo en Alemania y ocupa Moravia y hasta la orilla del Moldava
(en Praga), Branderburgo y la Pomerania (por Westfalia en 1648); así Prusia organiza su
absolutismo para defenderse en 1650 y Berlín se hace su joven y temeroso aliado (de
Suecia) para esquivar su empuje.
Polonia es invadida en 1655 y todo el valle del Vístula queda desgarrado; se le priva
de la soberanía de Prusia, pero lo más grave es la crisis en que queda ya sumida Polonia
pues, si bien Sobieski dirigió la liberación de Viena del cerco turco en 1680, le siguió la gran
guerra del norte de 1701-21, cuyo principal escenario fue Polonia: la nobleza de este país
no supo recuperarse ni defenderlo con un absolutismo y el país dejó de existir como Estado
independiente.
En Rusia la aristocracia quiso crear pronto una monarquía militar debido a las
invasiones de la Horda de Oro hasta el siglo XV y luego los janatos de Kazán y Astracán
en busca de esclavos, hasta su derrota y absorción a mediados del siglo XVI; otro siglo más
los tártaros de Crimea en busca de botín y de esclavos, que dejaron Ucrania como un
páramo, aunque carecían de capacidad para la conquista y ocupación permanente; también
influyó lo que el autor llama "ideología de la Tercera Roma", cuando Iván III se casó con la
sobrina del último Paleólogo (Emperador de Constantinopla) y se arrogó en 1480 el título
de zar-emperador. Sin embargo lo más temible a partir del siglo XVI era la amenaza de las
armas más modernas del Oeste (Suecia, etc.).
Iván IV sufrió a finales del XVI las guerras de Livonia, en las que Suecia consiguió
Estonia en 1582, trampolín para el dominio del litoral del norte del Báltico. A los desmanes
tártaros del XVII y a la subida al trono de la dinastía Romanov, siguió la penetración sueca:
De la Gardie penetró con un ejército hasta Moscú para sostener al usurpador Shniski; 3
años después estuvo a punto de ser elegido un hermano de Gustavo Adolfo, pero fue
elegido por fin Miguel Romanov, no sin ceder a los suecos Carelia e Ingria que, junto con
Livonia que arrebataron a Polonia, les dio prácticamente el dominio del Báltico: el edificio
estatal ruso concluyó con Pedro I en el XVIII, con motivo de la ofensiva sueca de Carlos XII
sobre Nava y Ucrania que puso a prueba y consolidó el poder zarista. Prusia también se
hizo fuerte y resistió a Suecia.
De este modo, el Este imitó las estructuras estatales del Oeste empujado por la
necesidad de hacerle frente pero sin haber alcanzado un semejante estadio de transición
económica hacia el capitalismo.
También estuvo influido por las luchas de clase internas y se consolidó la servidumbre:
en Brandenburgo se hace un pacto (1653) por el que se aumenta el poder de la dinastía
sobre la nobleza y el de ésta sobre el campesinado; en Alemania la monarquía suprimió el
sistema de estados y la servidumbre quedó normalizada en todas las tierra de los
Hohenzollern; en Brandenburgo y Prusia oriental los Landtage pierden su poder en 1683;
lo mismo en Rusia: en 1648 la Asamblea de la tierra (Zemski Sobor) se reúne en Moscú
para aprobar el "Sobornoe Ulozhenie" que codificaba por primera vez la servidumbre de la
población rural y un estricto control sobre las ciudades y sus habitantes y comprometía las
tierras nobles al servicio militar: se consolida así el zarismo como sistema estatal y cae el
sistema de Estados; hasta que en 1683 la monarquía construye un amplio ejército
semipermanente y desbanca al "Zemski Sobor" que era ya un "fantasmal claque cortesana".
El pacto social entre la monarquía y la aristocracia rusa queda así sellado con el
establecimiento del absolutismo a cambio de la aprobación de la servidumbre; en Bohemia,
el tratado de Westfalia da el poderío a la monarquía Habsburgo y a los grandes
terratenientes sobre el campesinado checo (su vieja aristocracia había desaparecido en la
batalla de la Montaña Blanca y es sustituida por propietarios, aventureros militares y
funcionarios de la corte; junto con la Iglesia —dice el autor— controlaban las tres cuartas
partes de las tierras de Bohemia).
En el XVI las ciudades consiguen cierta prosperidad, pero con la maduración de los
estados absolutistas en el XVII pierden la posibilidad de su renacimiento: las nuevas
monarquías (Hohenzollern, Habsburgo y Romanov) aseguraron la supremacía política de
la nobleza sobre las ciudades (Koenisberg en Prusia oriental resistió al gran Elector en 1653
pero fue aplastada en 1662 y 1674 ante la pasividad de los junkers locales). Rusia carecía
de clase burguesa fuerte, pues el comercio estaba acaparado por boyardos, funcionarios y
mercaderes "gosti" que dependían del gobierno y el "Sobornoe" se promulgó por la
explosión de los grupos más fuertes y heterogéneos del trabajo semi-rural, fusileros de la
milicia y artesanos que se rebelaron ante la subida de precios de artículos básicos y el
aumento de los impuestos; fueron sofocados unos y anulados los fusileros y reprimidas
para siempre las ciudades aún rebeldes (Novgord y Pskov); en tierra checas la guerra de
los Treinta Años arruinó el desarrollo de las ciudades de Bohemia y Moravia.
Pero la represión del absolutismo estaba dirigida, sobre todo, contra el campesinado.
El XVII es un siglo de descenso demográfico y, en el Este, la extensión territorial tan grande
agudiza aún más el problema; de aquí el intento de los terratenientes de atar a los
campesinos a la tierra y éstos luchan en ocasiones simplemente huyendo a tierras
fronterizas sin explotación señorial (Siberia, por ejemplo): así había campesinos
propietarios hasta que fueron atrapados en servidumbre en el siglo XVIII. Hasta entonces,
nobleza y clero se disputaban —dice el autor— el "control de almas para el cultivo de las
tierras", admitiendo a su servicio incluso a fugitivos de fincas más pequeñas. Esto terminó
con el aparato coercitivo del Estado que imponía la adscripción a la tierra en todo el territorio
ruso (como ya habían querido conseguir las anteriores leyes señoriales al respecto, aunque
sin resultado): el absolutismo consigue convertir la teoría jurídica en práctica económica:
— 1707-8: campesinos en masa del Bajo Don siguieron al cosaco Bulavín en una
violenta rebelión por la subida de contribuciones y trabajo obligatorio en los astilleros
impuestos por Pedro I;
Pero la función del Estado era precisamente defender a la nobleza de sus rivales del
exterior y de sus campesinos del interior. También Brandenburgo sufrió estallidos de
violencia campesina en el distrito de Prignitz, por la concentración del poder nobiliario en el
Gran Elector. Y el campesinado de Bohemia, progresivamente degradado en su posición
económica, se levantó contra sus señores en 1680 y tuvieron que acudir los ejércitos
austriacos.
Sin una burguesía mercantil que pudiera atemperar el carácter del Estado absolutista
mediante la "compra" de cargos en él (como sucedía en Occidente), sino con una sofocante
política anti-urbana por parte del Estado que controlaba tanto el comercio como las
ciudades (absorbiendo a su servicio tanto la nobleza como los junkers, que identificaban
sus intereses con los militares del Estado, pues éste les concedía posiciones de honor y el
beneficio en ese servicio). Así hicieron Federico Guillermo I e Iván IV (que promulgó en
1556 la obligatoriedad del servicio militar para los señores, y que era lo único que les
permitía la posesión legal de la tierra), y después Pedro I más radical aún.
2. NOBLEZA Y MONARQUÍA: LA VARIANTE ORIENTAL
En la crisis europea se introdujo el sistema señorial y trabajo servil, que dio a los
señores poder concentrado sobre los campesinos (que en Occidente estaba fragmentado
por el escalonamiento): en Rusia y Prusia los siervos podían incluso venderse, con
independencia de las tierras que trabajaban. Era una posesión aristocrática de la tierra, que
propiciaba el poder despótico local.
Así pues, siempre fue imperfecto su feudalismo, pero le llevó al absolutismo. Tampoco
había tenido monarquías renacentistas como Europa, a excepción de Polonia (que era una
república nobiliaria, gobernada por la Sejm o asamblea bicameral de nobles): impidió una
monarquía y aumentó prerrogativas de los nobles, hasta el punto que ningún rey acumuló
poder suficiente para enfrentarse a esta szlachta.
En Hungría: la nobleza magiar resistió al absolutismo con todas sus fuerzas, cuatro
veces en rebelión armada, hasta que fue sometida y gravados sus siervos con una
contribución central;
En Bohemia, Austria aplastó la rebelión de los Snem eliminando esa nobleza, en 1620.
Con Catalina floreció la industria metalúrgica en los Urales e hizo una importante
reforma de la moneda. Federico II y José II duplicaron también la industria en sus dominios.
Austria insistió más en la producción agraria. Pero no transformaron estas monarquías,
cuyas estructuras seguían siendo arcaicas.