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Capítulo 9.

​ El Principio No Maleficencia
Su enunciado más universal establece: “Primum non nocere”, ante todo no hacer daño.
Esta frase se debe a Escribonio Largo, un autor del siglo 1 después de Cristo. D.
Gracia ha rastreado los orígenes griegos, hebreos y cristianos del principio de no
maleficencia. El autor compara este principio con el Decálogo y con las formulaciones,
positivas y negativas, de la regla de Oro.

Los problemas para considerar el principio de no maleficencia como principio


independiente empieza cuando se trata de determinar qué se entiende como daño o
perjuicio. Esto se puede ver aceves confuso en la profesión de un médico. Si cura a un
enfermo es beneficiarse, hacer que empeore es hacerle daño, perjudicar proporciona
placer parece que es beneficiar, causar dolor parece que es perjudicar…Pero en este
segundo sentido ya no es obvio que esto sea siempre así de forma taxativa: la curación
de una enfermedad puede requerir la aplicación de remedios que, para empezar, son
dolorosos o no causan precisamente placer. Esto se ve más como un dolor pasajero en
orden a una mejora duradero. El principio de no maleficencia está dirigido hacia el
cumplimiento de objetivos dicho esto en el caso de estrategias, evitar contribuir a la
derrota, en caso de la administración de justicia, no cometer injusticias, en el caso de
tira al blanco no romper el arco que se tira o no dar a los espectadores. En cualquier
actividad existe una cierta correlación entre hacer el bien y evitar el mal. Para hacer el
bien hay que hacer algo, mientras que para no hacer el mal suele bastar con no hacer
nada. Hacer y evitar, aun siendo correlativos y estando estrechamente conectados, no
son idénticos.

El principio de no maleficencia puede ser también considerado como reverso del


principio de justicia, tanto si se considera la justicia como el fundamento básico de toda
ética que a la sombra del imperativo categórico mandar tratar a todos los seres
humanos con igual respeto y consideración, como si se trata de justicia distributiva.

Tres son las razones que cabe aducir en favor del principio de no maleficencia como
independiente de los otros tres principios. En primer lugar el principio de no
maleficencia no se refiere exclusiva ni primordialmente al destinatario de la actuación
profesional sino a él y a cualquier persona o grupo que pudiera verse afectada por
dicha actuación.

En segundo lugar estarían las razones sobre todo de tipo cognoscitivo. Es frecuente
que se presente situaciones complejas y potencialmente conflictivas en las que no sea
fácil decir o determinar que es bueno hacer, o incluso que es mejor, pero en esas
mismas situaciones pueden ocurrir que esté claro que hay cosas que hacen daño, que
hacen mal.

El tercer lugar, el que de hecho se haya invocado el principio de no maleficencia como


principio independiente de los otros dos, puede tener que ver con la situación cultural,
especialmente la norteamericana, en la que ha sido formulado como principio de la
bioética.

Como vemos el principio de no maleficencia no es sino la sombra de lo que los demás


principios establecen posteriormente; la falta de simetría en las correspondientes
correlaciones radican fundamentalmente en las diferencias entre hacer y omitir.

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