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Universidad Nacional de San Luis

Facultad de Ciencias Humanas

TESIS DE LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA

“Habilidades-estrategias de Afrontamiento y
Adherencia al Tratamiento Antirretroviral en
pacientes con VIH-SIDA”

TESISTA: María Morna González Vera

DIRECTORA: Dra. Mabel Labiano

CO-DIRECTOR: Lic. Marcos J. Jofré

Diciembre de 2008.
Habilidades-estrategias de Afrontamiento y Adherencia al Tratamiento Antirretroviral en pacientes con VIH-SIDA

María Morna González Vera

INDICE

I. Introducción 3
II. Marco Teórico 6
II.1. VIH-SIDA 7
II.1.1. Aspectos Generales 7
II.1.2. Antecedentes Históricos 9
II.1.3. Tratamiento Antirretroviral 11
II.1.4. Adherencia al TARGA 15
II.2. Estrés 19
II.2.1. Tres enfoques sobre el estrés 19
II.3. Afrontamiento 23
II.3.1. Modelo Cognitivo de Afrontamiento de Lazarus y Folkman 27
II.3.1.1. Etapas del proceso de Afrontamiento 28
II.3.1.2. Funciones del Afrontamiento 29
II.3.1.3. Recursos para el Afrontamiento 31
II.3.2. Habilidades de Afrontamiento. Modelo de Pelechano, Matud y de 33
Miguel
II.3.2.1. Modelo general de parámetros y personalidad 34
II.3.2.2. La inteligencia socio-cultural 36
II.4. Habilidades-estrategias de Afrontamiento y VIH-SIDA 39
III. Hipótesis y Objetivos 43
III.1. Hipótesis 44
III.2. Objetivos 44
III.2.1. Objetivo general 44
III.2.2. Objetivos específicos 44
IV. Metodología 45
IV.1. Muestra 46
IV.2. Instrumentos 46
IV.3. Procedimiento 47
V. Análisis de Resultados 49
V.1. Análisis Descriptivo 50
V.2. Análisis Correlacional 54
V.3. Comparación de Medias 58
VI. Discusión y conclusiones 66
VII. Referencias Bibliográficas 71
VIII. Anexo 83

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María Morna González Vera

I. INTRODUCCIÓN

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María Morna González Vera

El VIH es un virus que actúa privando al organismo de sus defensas, es


decir, lo deja inmunodeficiente. Esto genera que, luego de un período de tiempo,
la persona comience a contraer lo que se denominan enfermedades oportunistas.
Estas enfermedades oportunistas pueden causar la muerte del portador del virus.
Para que esto no ocurra existen tratamientos especiales que contienen la
infección y brindan la posibilidad de que el individuo lleve una mejor calidad de
vida. Por supuesto que esto también tiene sus implicaciones. Los nuevos
tratamientos antirretrovirales son medicamentos de por vida. Suelen ser
aproximadamente 3 pastillas de más de una toma diaria y, para ser considerado
un tratamiento óptimo debe cumplirse estrictamente con el horario. Esto significa
que para que estos sean efectivos requieren de un alto grado de adherencia, no
sólo a la medicación prescrita por el especialista, sino también en cuanto a la
asistencia a las consultas. Esto es sumamente necesario para ir evaluando el
estado general del paciente. Por otro lado, el fracaso terapéutico tiene un precio
muy alto, el virus se hace resistente a la drogas y hay que probar con otras, y
simultáneamente va decayendo el estado de salud de la persona.

Como puede apreciarse, la persona que tiene el virus del VIH está sometida
a mucha presión, no sólo por las exigencias del tratamiento antirretroviral, sino
que también es una enfermedad que carga con el peso del estigma social. Esta
discriminación se hace sentir en todos los ámbitos de la vida de la persona que
vive con VIH: en sus familias, parejas, amigos, centros de salud, trabajo, etc.,
teniendo como consecuencia que dicho individuo muchas veces oculte su
enfermedad para no perder a su familia, pareja, trabajo, etc. Y, por lo tanto,
suelen abandonar su tratamiento para no ser descubiertos, dejando de lado su
bienestar físico.

Esta enfermedad, que ya puede ser considerada como “crónica” y no más


como “terminal” es de gran importancia para la Psicología de la Salud, ya que el
bienestar psicológico del paciente tiene una notable influencia sobre su sistema
inmunológico, y, consecuentemente sobre su estado general. Además, es una
enfermedad en la que el paciente tiene que hacer frente a múltiples fuentes de
estrés y adaptarse a nuevas condiciones de vida. En muchas ocasiones tiene que

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hacer frente al estrés de, por ejemplo, el dolor, la incapacidad funcional, el


entorno hospitalario y las demandas que provienen del personal sanitario y de los
tratamientos a los que se ve sometido, así como a los efectos adversos de la
medicación, las restricciones dietarias y de horario. Simultáneamente, el paciente
debe conservar un equilibrio emocional positivo y una buena relación con
familiares y amigos.

Para poder hacer frente a estos variados estresantes el individuo activa lo


que se denominan “habilidades o estrategias de afrontamiento”. Estas
habilidades hacen referencia a la capacidad que tiene cada persona de evaluar la
situación y los recursos personales con los que cuenta para hacer frente a las
situaciones adversas.

Debido a la complejidad y variabilidad de la mencionada infección y de la


difícil adherencia a los tratamientos antirretrovirales, en el presente trabajo se
intentará establecer cuál es la relación existente entre las competencias o
habilidades de afrontamiento y la adherencia o no a los tratamientos.

Un importante aporte psicológico al tratamiento de esta enfermedad sería


poder pronosticar el grado de adherencia al tratamiento antirretroviral mediante el
conocimiento de la tendencia general de afrontamiento del individuo. Al ser tanto
el VIH como el afrontamiento dimensiones complejas y multidimensionales, en
este trabajo sólo trataremos de encontrar algunas asociaciones existentes entre
estos aspectos.

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II. MARCO TEÓRICO

1. VIH/SIDA

1.1. Aspectos generales.

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El VIH es un retrovirus perteneciente a la familia de los lentivirus citopáticos,


y es el responsable de una neurodegeneración progresiva lenta y de una
inmunodeficiencia progresiva (Flores 1997).

Las características fundamentales de este retrovirus son (Pascual, Corral y


Rios, 2000):

 Gran diversidad genética (virus ARN) y genoma muy complejo (lentivirus).

 Ciclo vital con dos fases: unión infectante (ARN) y provirus (ADN). Esta
fase intermedia de integración en el genoma huésped le permite
larguísimos períodos asintomáticos (latencia) a pesar de una viremia
persistente.

 Se replica mediante un mecanismo inverso al habitual en los virus ARN. El


papel fundamental lo juega una enzima llamada Transcriptasa Inversa.

 Sus células huésped son los linfocitos CD4, macrófagos, células nerviosas
de microglia y células dendríticas residentes en mucosas (células de
Langherans).

Cabe señalar algunos conceptos importantes en relación a lo que se conoce


actualmente acerca de esta enfermedad:

SIDA = síndrome de inmunodeficiencia adquirida

Síndrome = conjunto de signos y síntomas

Signo = manifestación objetiva de un estado patológico.

Síntoma = la anormalidad experimentada por el paciente.

Inmunodeficiencia = disminución del sistema inmunológico (nuestro sistema


de defensa).

El agente causal es el VIH que es el Virus de la Inmunodeficiencia Humana.


Este penetra en el organismo humano y comienza a infectar las células de
nuestro sistema inmunitario. Esas células son los llamados linfocitos T CD4 que
se encuentran en la sangre.

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Para poder entender mejor este mecanismo imaginemos una llave (el virus)
y una cerradura (la célula). Esta última tiene un receptor determinado que permite
establecer una combinación entre ambos, cuando el virus logra ingresar en el
interior de la célula del huésped a través de la acción de diferentes enzimas,
comienza a comandar el accionar de la célula blanco y, es en ese momento en
que una célula que era sana, pasa a estar enferma y se destruye. Por día, se
pueden hacer millones de copias del virus. Las enzimas favorecen la entrada, la
maduración y la replicación del virus (Puga, 1998).

Góngora Biachi en su libro: “VIH y SIDA: un enfoque a 25 años de su


emergencia”, expresa: “El Síndrome de la Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), es
la expresión patológica por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH),
cuando la infección de los linfocitos CD4 y de los Macrófagos, ocasiona la
desregulación y/o destrucción del sistema inmunitario del paciente afectado,
favoreciendo el desarrollo de estados de auto inmunidad, infecciones
oportunistas y neoplasias malignas” (Góngora Biachi, 2006; pág. 3).

Las células de defensa linfocitos CD4 cumplen una función fundamental en


el organismo debido a que son las que defienden al mismo ante infecciones
cuando se encuentran en cantidades normales. Cuando disminuye la cantidad de
linfocitos CD4 por efecto del VIH, también descienden nuestras defensas, y con
ello nos vemos expuestos a infecciones que son denominadas ‘oportunistas’.
Corte del Virus de la
Inmunodeficiencia
humana (Sande, 1994)

1.2. Antecedentes Históricos

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Evidencias actuales señalan que el VIH es el resultado de una mutación


biológica de un retrovirus ancestral, el virus de la inmunodeficiencia simia (VIS),
dada la íntima relación genética existente entre el VIH-1 y el virus de la
inmunodeficiencia del chimpancé, y la del VIH-2 con la de los virus del mangabey
tiznado y la del macaco (Góngora Biachi, 2006).

A finales de los setenta comenzaron a detectarse casos de una rara


enfermedad, se caracterizaba por: infección por Candida albicans en boca y
esófago, erupciones cutáneas en distintas partes del cuerpo (sarcoma de
Kaposi), un tipo poco frecuente de cáncer y menos aún en jóvenes; neumonía
causada por Pneumocystis carinii, parásito del pulmón que solo se desarrolla en
personas inmunodeprimidas, y en algunos casos, daños neurológicos y supresión
del sistema inmunitario inexplicable.

La primera documentación científica que describe la enfermedad aparece en


diciembre de 1980 en el New England Journal of Medicine. Posteriormente, en
junio de 1981, Gottlieb, Siegal y Masur elaboraron un informe con los primeros
cinco casos de neumocistosis en adultos homosexuales. Esto fue publicado en el
Morbiliyty Mortality Weekly Report (MMWR). En julio del mismo año, vuelve a
aparecer en el MMWR un reporte oficial en donde se amplía la información
(Gottlieb et al, 1981).

A partir de estas publicaciones, el Centro de Control de Enfermedades de


los Estados Unidos de Norteamérica (CDC) alertó a la comunidad médica
mundial de la posibilidad de una nueva entidad nosológica: el Síndrome de
Inmunodeficiencia Adquirida (Sida); nombre que fue acuñado en julio de 1982
(CDC, 1981).

Las conclusiones que se extraían de los primeros estudios epidemiológicos


eran que la enfermedad se transmitía preferentemente a través de las relaciones
sexuales entre hombres homosexuales (denominándola “peste gay”). Sin
embargo, luego se demostró que algunos enfermos de Sida habían recibido
transfusiones de hemoderivados, sin que ninguno de ellos tuviera factores de
riesgo para haberse infectado por la vía sexual. En 1983, se describieron casos
de hombres heterosexuales drogadictos en los que se demostraba que el agente

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infeccioso podía transmitirse a las compañeras heterosexuales. En ese mismo


año, se descubrieron casos de Sida en personas que no contaban con ningún
historial de homosexualidad o drogadicción. Empezaba a hacerse cada vez más
evidente que se trataba de una enfermedad que se trasmitía a través de
determinados fluidos corporales, incluidos la sangre y hemoderivados.

En abril de 1983, en Estados Unidos, se anunciaba el descubrimiento de un


retrovirus, como el agente causal del Sida, por el grupo del Dr. Roberto Gallo, al
que inicialmente denominaron “Virus Linfotrópico de células T humanas tipo III”
(HTLV-III). En Francia, ese mismo año, haría el anuncio respectivo el grupo del
Dr. Luc Montaigner, denominando al virus: “Virus Asociado a Linfoadenopatía”
(LAV). Meses después, el inglés Robin Weiss demuestra que el HTLV-III y el LAV
son el mismo virus. El nombre aceptado y propuesto por un panel experto en
virología fue el de “Virus de la inmunodeficiencia humana” (VIH); en mayo de
1986.

En 1987, se licenció la primera droga para el tratamiento de la infección: la


zidovudina (AZT). En un principio, se realizaban monoterapias, porque era con lo
que se contaba. En los siguientes 20 años continuaron apareciendo, en el
mercado, diferentes drogas para detener la enfermedad por VIH. A partir del año
1996 se introdujeron los tratamientos antirretrovirales altamente efectivos (TARV
o TARGA). Con ellos se produjo un cambio en el manejo de la enfermedad, con
una notable disminución de la morbimortalidad (Sociedad Argentina de
Infectología, SADI, 2007). Estos tratamientos constan de la aplicación de por lo
menos tres drogas, las cuales son denominadas terapias combinadas.

En la actualidad, el número estimado de personas que viven con VIH hasta


el año 2007 en el mundo es de 33.2 millones. De los cuales son: 30,8 millones
adultos, 15.4 millones mujeres y 420.000 menores de 15 años (ONUSIDA, 2007).

A nivel mundial, las nuevas infecciones por VIH en 2007, llegan a los 2.5
millones; y las defunciones causadas por el SIDA, ascienden a un total de 2.1
millones (ONUSIDA, 2007).

En nuestro país, desde 1982 hasta el 31 de diciembre de 2007, la Dirección


de Sida y ETS (DSyETS) registra 67.245 notificaciones de personas infectadas.

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De ellas, 35.572 han desarrollado en algún momento una enfermedad marcadora


de Sida (Ministerio de Salud, 2008).

Con respecto a las vías de transmisión, en nuestro país -entre los años 2001
a 2007- se identifica preponderantemente la vía sexual: el 82% de las mujeres y
el 73% de los varones se infectaron por esa vía. En el caso de las mujeres
mayores de 13 años, el 87% se infectó por vía sexual. En el caso de los varones,
el 31% ocurrió en una práctica sexual con otros hombres, y, el 42% en una
relación heterosexual. A su vez, el 4,6% de las mujeres y el 14,5% de los
hombres fueron notificados como usuarios de drogas inyectables (UDI). El 4,3%
de los diagnósticos corresponden a infecciones por transmisión vertical (TV)
(Ministerio de Salud, 2008).

1.3. Tratamiento Antirretroviral

Por día, más de 6800 personas contraen la infección por VIH en el mundo y,
más de 5700, fallecen a causa del SIDA. En la mayoría de los casos esto es
debido a un acceso inadecuado a los servicios de prevención y tratamiento del
VIH. La pandemia del VIH sigue siendo uno de los desafíos más importantes en
enfermedades infecciosas para la salud pública (ONUSIDA, 2007).

El diagnostico de VIH/SIDA se realiza mediante test serológicos por la


presencia de anticuerpos anti VIH. Primero por el Test de ELISA y la confirmación
por Western Blot (SADI, 2007).

Una vez confirmado el diagnóstico, la decisión de comenzar el tratamiento


antirretroviral es realizada conjuntamente entre el médico y el paciente.

En esta enfermedad es de suma importancia el recuento de los marcadores


tanto de células T CD4, como de la C.V. (Carga Viral).

La comisión de SIDA de la Sociedad Argentina de Infectología, expresa la


siguiente recomendación para el inicio del tratamiento antirretroviral (SADI, 2008):

1.- Deberá indicarse tratamiento antirretroviral en todo paciente con


infección VIH confirmada en las siguientes circunstancias:

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 Pacientes con historia de enfermedad marcadora de SIDA.

 Pacientes con hallazgos clínicos significativos que sugieran enfermedad


avanzada tales como:

o Candidiasis oral.

o Fiebre prolongada o diarrea crónica o descenso de peso,


inexplicables por otras causas.

o Púrpura trombocitopénica idiopática.

En estos dos grupos de pacientes, se sugiere tratamiento


independientemente del recuento de linfocitos CD4 y de la carga viral (CV).

oPacientes con presencia de neuropatía, independiente del


valor de carga viral y/o recuento de CD4.

2.- En pacientes asintomáticos, la decisión de iniciar tratamiento deberá


consensuarse entre el médico tratante y su paciente, quien debe recibir la más
amplia información disponible, a fin de garantizar al máximo su adherencia al
tratamiento, teniendo en cuenta los beneficios y riesgos potenciales del
tratamiento temprano.

3.- Se recomienda el tratamiento, sin dilación, en todo paciente asintomático


con recuentos de CD4 inferiores a 250 cél/mm³ (si es posible en dos o más
controles separados por no menos de un mes, con el mismo método) ya que
existen claras evidencias del alto riesgo de progresión de enfermedad en el corto
plazo.

4.- En todo paciente asintomático evaluar - según niveles de CD4 y estado


clínico - la necesidad de tratamiento. Para los pacientes con recuentos de CD4
entre 200 - 350 cel/mm3, el riesgo de progresión de la enfermedad en corto plazo
(6 meses) es levemente superior al riesgo de los pacientes con recuentos de
linfocitos CD4 > 350 cel/mm3.

5.- El inicio de tratamiento en el contexto de una primoinfección, es motivo


de controversia entre expertos. Por lo tanto, el inicio del tratamiento en situación
de infección aguda debe ser discutido con el paciente, partiendo de la base que

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el mismo deberá continuarse, en el estado actual de nuestros conocimientos, por


tiempo indeterminado.

6.- Se debe iniciar tratamiento antirretroviral preventivo en casos de


exposición accidental ocupacional o no ocupacional, significativa de alto riesgo.

7.- Se debe indicar tratamiento antirretroviral en mujeres embarazadas


infectadas con VIH, de acuerdo con las recomendaciones específicas.

Como fue mencionado anteriormente, el primer fármaco que se utilizó en el


TARV fue la Zidovudina (AZT) en el año 1987. Este tratamiento demostró una
reducción de la mortalidad (Pujol, Viciana y Cuesta, 2000); sin embargo, este
primer tratamiento pronto se mostró insuficiente. En 1990, aumentaron las
posibilidades terapéuticas por el uso de dos inhibidores de la trascriptasa, que
mejoraban los aspectos clínicos e inmunológicos, pero no conseguían disminuir
la viremia; por lo tanto, la progresión clínica no se detenía. A finales de 1995, se
le sumó a los inhibidores de la trascriptasa un inhibidor de la proteasa. Esta
última asociación tuvo como resultado una disminución significativa de la
morbilidad y mortalidad ligadas a la infección por VIH, un control de la replicación
del virus y la restauración del sistema inmune. A este tratamiento antirretroviral de
alta potencia se lo denominó HAART, en la literatura anglosajona (highly active
antirretroviral therapy). En castellano se utilizan distintas denominaciones:
TARGA (tratamiento antirretroviral de gran actividad), TARGE (tratamiento
antirretroviral de alta eficacia).

En los últimos años surgieron nuevos inhibidores, como un compuesto que


inhibe la fusión del virus con la célula del huésped. También se cuenta en la
actualidad con inhibidores de la integrasa y los de los correceptores (Puga,
2008).

La monoterapia pasa entonces, a considerarse un tratamiento subóptimo y


se recomienda iniciar el TARGA o cambiar, si ya se había iniciado, a un
tratamiento antirretroviral combinado.

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En el proceso de evolución del TARV de los últimos años ha influido la


diversificación de las combinaciones utilizadas. Esta heterogeneidad denota, por
una parte, la mayor disponibilidad de fármacos, y por otra, un mejor conocimiento
de la actividad, perfil de toxicidad e interacciones farmacológicas de las distintas
asociaciones. Esta diversificación permite lograr la máxima individualización
posible del TARV (Moreno, 2001).

El objetivo ideal de todo tratamiento anti-infeccioso es la completa


erradicación del patógeno. Esto, en el caso de la infección por VIH es un objetivo
inalcanzable todavía. Debido a esto, en el momento actual, el objetivo de un
TARV debe ser el de controlar la infección.

Para controlar la infección, es necesario que la terapia consiga la


disminución viral sostenida y máxima, con valores de C.V. indetectables utilizando
técnicas ultrasensibles (<50 copias/mL) para todos los estadios de la enfermedad
(Puga, 2008). La disminución viral se acompaña de restauración del sistema
inmune con elevación de los linfocitos CD4, mejoría de la calidad de vida y
reducción de la mortalidad (Pujol et al., 2000).

En definitiva, el objetivo último del TARV es impedir que aparezca cualquier


grado de sufrimiento clínico en los pacientes, lo cual se consigue manteniendo
recuentos aceptables de CD4 en sangre. La velocidad con la que los linfocitos
CD4 disminuyen, es inversamente proporcional al aumento de la C.V. A su vez,
el descenso de la C.V. refleja muy fielmente el efecto del TARGA (Moreno, 2001).

El diseño de cada TARGA debe ser efectuado de forma individual, teniendo


en cuanta las condiciones médicas, la voluntad y capacidad del cada paciente
para cumplir con lo que se le prescriba, es decir, cada esquema de tratamiento
debe tener en cuenta múltiples factores. Deben considerarse las posibles
ventajas e inconvenientes relacionadas con el grado de inmunosupresión
(recuento de CD4), nivel de C.V., adherencia, tipo y grado de efectos
secundarios, interacciones farmacológicas, prevención de futuras opciones
terapéuticas, las comorbilidades, y posibilidad de futuros embarazos (Puga,
2008).

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1.4. Adherencia al TARGA

El concepto de “adhesión terapéutica” es un concepto complejo que se


define como “una implicación activa y voluntaria del paciente en un curso de un
comportamiento aceptado de mutuo acuerdo, cuyo fin es producir un resultado
terapéutico deseado” (Martín y Grau, 2004).

Villa y Vinaccia (2006) consideran que no existe una dicotomía completa


entre adhesión y no adhesión, y puede tratarse más bien de distintos grados de
un continuo; por ejemplo, un paciente puede mostrar gran adhesión a tomar los
fármacos, pero no a asistir a las consultas médicas, o asistir a ellas, pero
tomando los medicamentos a las horas y en las dosis incorrectas; o podría asistir
a las citas y cumplir también con el tratamiento, pero no atender aspectos tales
como la dieta u otros cuidados de la salud. El olvido, la falta de tiempo, la
complejidad del tratamiento o el número de cambios que el paciente debe hacer
para seguir el tratamiento pueden ser algunas de las variables involucradas.

Ballester (2003) agrega además, que otro aspecto a tener en cuenta y no


menos sencillo que los ya mencionados es la relación entre adhesión y resultado
terapéutico, pues en muchos casos la primera no garantiza el logro esperado de
la segunda, en cuanto que son muchos los factores que intervienen en la
progresión de una enfermedad, y la adhesión es sólo uno de ellos.

Como ya ha sido mencionado, el tratamiento a la infección por VIH/SIDA es


por hoy un tratamiento de por vida, por lo tanto, la adherencia al régimen de
tratamiento es esencial para la reducción de la morbi-mortalidad (SADI, 2007).

Gracias a la incorporación de las novedades terapéuticas, actualmente el


Sida ha dejado de ser una enfermedad terminal para transformarse en una
enfermedad crónica, lo cual no deja de tener sus problemas y necesidades
(Roizen, 2006).

El informe de “Situación epidemiológica del VIH-SIDA en la Ciudad de


Buenos Aires”, expresa que el grupo de personas que enferman de SIDA, en su
mayoría, lo hacen porque llegan en forma tardía al diagnóstico o por tener
dificultades con el tratamiento antirretroviral (Coordinación Sida, 2008).

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El logro de la adherencia al tratamiento por parte de los pacientes es un


tema que preocupa a los equipos de atención, debido a que los efectos de dichos
medicamentos - cuando son tomados según su prescripción - producen el
mejoramiento del sistema inmunológico y la reducción de la C.V. Asimismo, las
interrupciones en dicho tratamiento generan en el virus resistencias
farmacológicas o mutaciones. Por este papel trascendental de la adherencia se la
ha calificado como el “talón de Aquiles” de la TARGA (Reyero, 2005).

El fracaso del TARGA es definido como un fenómeno multifactorial en el que


pueden verse implicados determinados factores personales del paciente y del
virus, así también como algunos aspectos farmacológicos de los agentes
empleados (Reyero, 2005); incluso, hasta factores determinados por la relación
médico-paciente.

Paterson, Swindells, y Mohr (2000) pusieron de manifiesto la necesidad de


mantener un cumplimiento óptimo del TARGA para lograr su éxito. Sin embargo,
se ha estimado que los pacientes incluidos en ensayos clínicos podrían llegar a
un grado de cumplimiento de hasta un 90% durante los primeros meses de
tratamiento, y que únicamente el 60% de los sujetos que recibe tratamiento en el
ámbito clínico mantendría un cumplimiento terapéutico adecuado a corto y
mediano plazo.

Los tratamientos combinados (TARGA) requieren de una adherencia óptima


para su éxito, lo que se traduce en la toma de por lo menos 3 pastillas diarias de
por vida. Además, el tratamiento requiere de un estricto cumplimiento en los
horarios de cada toma.

Los riesgos del fracaso terapéutico son muchos, incluso puede afirmarse
que trascienden el esfuerzo individual. Esto es consecuencia de la alta capacidad
de mutación del virus. Es decir, el paciente que se encontraba realizando un
determinado esquema de TARGA y lo abandona, crea una resistencia a dicho
esquema, por lo tanto, no podrá volver a tomar esas mismas drogas. Pero,
además, si ese paciente transmite el virus a otras personas, transmite una cepa
ya resistente. Esto significa que puede tener efectos a largo plazo sobre la salud
pública general, ya que se han confirmado algunos datos de casos de pacientes

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resistentes a algunos antirretrovirales que no habían tomado la medicación


anteriormente (Bayés, 2000).

Por lo tanto, el médico que prescribe en determinado esquema de TARGA,


debe tener en cuenta estas variables, y tratar de guardar algún esquema de
TARGA de emergencia.

Según las “Recomendaciones para el seguimiento y tratamiento de la


infección por VIH”, Factores predictores de adherencia son (SADI, 2007):

 Capacidad del soporte emocional y físico en la vida del paciente.


 La habilidad del paciente de incorporar su medicación en su rutina.
 La noción de que la adherencia sub-óptima puede conducir a
resistencia al TARV.
 El reconocer que la toma de todas las dosis es crítica.
 No sentirse inhibido tomando sus medicaciones frente a otras
personas.
 Cumplir con los controles clínicos.

Factores predictores de la no adherencia son (SADI, 2007):

Falta de confianza entre el paciente y su médico.


Continuar con el consumo de drogas o alcohol.
Estar cursando una enfermedad física o psíquica.
La imposibilidad por parte del paciente de identificar sus
medicamentos.
La inaccesibilidad del paciente a un nivel de atención óptimo.
Depresión.

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2. Estrés

Actualmente contamos con muchas investigaciones que documentan cómo


influyen los trastornos psicológicos en diversas actividades y comportamientos,
entre ellos los relacionados con la adherencia a los tratamientos prescritos por los
médicos, para controlar la infección por el VIH. Entre los trastornos que afectan
de manera especial a la adhesión al tratamiento de las personas seropositivas al
VIH - y por ende al curso clínico de la infección – destacan: el estrés percibido
(Remor, Penedo, Shen y Schneiderman, 2007; Siegel y Schrimshaw, 2007); la
depresión (Cook, Grey, Burke-Miller, Cohen, Anastos, Ghandi et al, 2006;
Ironson, O’Cleirigh, Fletcher, Laurenceau, Balbín, Klimas, et al, 2005); y la baja
motivación para seguir el tratamiento prescrito (Södegard, Halvarsson, Lindbäck,

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Sönneborg, Tully, Lindblad, 2006; García, Pondé, Lima, de Souza, de Stolze,


Badaró, 2005).

En el presente trabajo nos enfocaremos únicamente en el primer factor y su


relación con el afrontamiento; es decir, con la manera de hacerle frente a la
situacion de enfermedad; fundamentalmente en circunstancias tan especiales
como lo son las enfermedades crónicas, y particularmente en el VIH que tiene un
estigma social tan marcado. Asimismo, se expondrá someramente las diferentes
corrientes teóricas que abordan el tema del estrés para luego, poder centrarnos
en los temas específicos de esta tesis.

2.1. Tres enfoques sobre el estrés

Las investigaciones acerca del estrés son numerosas desde mediados del
siglo pasado y esta temática sigue generando abundante cantidad de estudios.
Para fines didácticos, se pueden agrupar a las mismas en tres unidades de
análisis, de acuerdo a su manera de definir al estrés: como respuesta, como
estímulo, o como interacción.

1) Hans Selye (1960) es el pionero en los enfoques en que se define al


estrés como respuesta. En palabras del autor, el estrés es una respuesta
inespecífica del organismo frente a las demandas del entorno. Los agentes
estresantes provocan una demanda de ajuste por parte del organismo. Entonces,
cualquier estímulo puede ser un agente estresor mientras genere una respuesta
inespecífica de necesidad de reajuste o estrés. La inexistencia total de estrés en
un organismo supone su muerte ya que está asociado a estímulos agradables y
desagradables (Selye, 1974). Esta visión surge del campo de la fisiología pero
rápidamente se extiende al de la psicología, al considerar que los estímulos
nocivos incluyen lo que se considera amenaza psicológica. Por lo tanto, bajo este
enfoque, el estrés supone la relación entre un estresor (cualquier demanda que
evoca un patrón de respuesta de estrés sea éste interno o externo) y una
respuesta de estrés (mecanismo tripartito) al que Selye denomina Síndrome
General de Adaptación, como una respuesta mantenida en el tiempo.

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2) La segunda corriente teórica y experimental es la que considera al


estrés como estímulo. El estrés es asociado a los estímulos ambientales, y estos
pueden alterar el funcionamiento habitual de una persona. El estrés se focaliza
fuera de la persona y la tensión (strain) le corresponde a la misma. Por lo tanto,
se sostiene que hay fuerzas, cargas o demandas que producen strain. Estos
estresantes - si se presentan dentro de los límites aceptables - al desaparecer, el
organismo recobra su estado original. No así cuando estos mismos sobrepasan
los límites aceptables y tolerables para el organismo, generando daños
permanentes en el individuo. Debido a ello, se han propuesto diferentes
situaciones consideradas en términos generales como estresores, por ejemplo
estímulos ambientales dañinos, percepción de amenaza, enfermedad o funciones
fisiológicas alteradas, aislamiento y confinamiento, presión grupal y frustración
(Cox, 1978).

3) Por último, la tercera corriente teórica, es la basada en la


interacción. Su mayor exponente es Richard Lazarus quien otorga un importante
énfasis a las variables mediacionales existentes entre los estímulos estresantes y
la respuesta de estrés. Esto implica que, desde este enfoque, la ocurrencia del
estrés no se centra ni en las variables del organismo, ni en las de ambiente, sino
que considera que la persona tiene un rol activo en la determinación del estrés, al
establecerse relaciones particulares entre la persona y su ambiente. Es decir que,
el estrés es considerado como un proceso interaccional determinado por una
relación particular entre una persona y la situación, que se produce cuando dicha
persona valora que las demandas exceden sus recursos de ajuste y, por lo tanto,
hacen que peligre su bienestar (Lazarus y Folkman, 1986).

Por lo tanto, la variable mediacional aquí es la evaluación (appraisal), es


decir, el mediador cognitivo de las reacciones de estrés. La evaluación se
presenta como un elemento mediador entre las respuestas particulares de estrés
y los estímulos relevantes. Lazarus distingue tres tipos de evaluación:

 Evaluación Primaria: corresponde a la que se realiza en cada encuentro


con algún tipo de demanda externa o interna. Es el primer mediador y da
lugar a cuatro modalidades de evaluación: amenaza, daño-pérdida,
desafío y beneficio. De estas cuatro, el desafío es la manera más

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adaptativa de evaluar primariamente una demanda, y el beneficio no sería


considerado un desencadenante de estrés.

 Evaluación Secundaria: es la valoración que hace el individuo sobre sus


propios recursos de afrontamiento cuando se enfrenta a una situación
evaluada como estresante. Es decir, que el encuentro con la situación
estresante dependerá de la valoración que cada sujeto haga en base a sus
propios recursos. Aquí quedan incluidas las habilidades de afrontamiento o
coping; el apoyo social; y los recursos materiales.

 Reevaluación: permite que se produzcan correcciones a las valoraciones


previas. Implica un proceso de feedback, de interacción entre el sujeto y el
entorno.

Es por ello, que la evaluación cognitiva es un factor relevante a la hora de


analizar si una situación que se presenta como potencialmente estresante, puede
llegar a ser o no ocasionante de estrés. Este enfoque no enfatiza el carácter
situacional, ni organísmico, sino más bien el carácter relacional (procesual) del
estrés. Por lo tanto, puede considerarse que el estrés, por sí mismo, no es una
variable simple, sino más bien un proceso interdependiente, en donde se incluyen
la evaluación cognitiva que el individuo hace de la situación estresante y el
afrontamiento como proceso, los cuales median en términos de frecuencia,
intensidad, tipo y duración de las respuestas psicológicas, fisiológicas y sociales,
implicadas en dicho proceso.

Es decir que, al entender al estrés como el estado resultante del


desequilibrio entre las demandas ambientales y la capacidad de respuesta del
organismo (McGrath, 1970) una situación estresante es aquella que conlleva una
perturbación emocional, un malestar psicológico o un deterioro físico, y por su
intensidad, indeseabilidad o novedad, requiere de una respuesta esforzada
(Compás, 1987), o de Afrontamiento (Lazarus y Folkman, 1986).

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3. Afrontamiento

El afrontamiento ha sido uno de los objetos de estudio de la psicología


durante los últimos 50 años. Asimismo, constituye un tema de gran actualidad y
con un creciente caudal de investigaciones relacionadas con el estudio del estrés.
La revisión bibliográfica muestra una amplia gama de áreas en donde se ha
estudiado el afrontamiento, y también muestra, que el mismo constituye un
concepto central en el área de la salud (Levine y Ursin, 1980; Burish y Bradley,
1983; Snyder y Ford, 1987; Moos, 1989; Pelechano, 1992, 1999; Aldwin, 1994).

Fuste y Ruiz (2000) señalan que los mecanismos de afrontamiento hacen


referencia a la capacidad que el sujeto tiene para hacer frente al efecto del
estrés; con esta capacidad el sujeto crea una respuesta emocional tras la
valoración que hace de la situación.

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Gard ofrece una visión algo más amplia. Conceptualiza las estrategias de
afrontamiento como un conjunto dinámico de respuestas cuya expresión está
basada en las situaciones estresantes, ambientales y en factores personales del
individuo (Gard, 1999).

Lazarus y Folkman definen al afrontamiento como aquellos esfuerzos


cognitivos y conductuales constantemente cambiantes que se desarrollan para
manejar las demandas específicas externas y/o internas que son evaluadas como
excedentes o desbordantes de los recursos del individuo (Lázarus y Folkman,
1986).

En cuanto a los planteamientos tradicionales del concepto de afrontamiento,


Lazarus y Folkman encuentran en sus orígenes dos clases de literatura
teórica/empírica: una se deriva de la experimentación tradicional con animales y
la otra de la teoría psicoanalítica del ego. En la primera, se define al
afrontamiento como aquellos actos que controlan las condiciones aversivas del
entorno, disminuyendo por tanto, el grado de perturbación psicofisiológica
producida por el estrés. Los mencionados autores consideran a este modelo
animal de afrontamiento como simplista y pobre en contenido y complejidad
cognitivo-emocional, entre otras cosas, porque se basa en un concepto
unidireccional de drive o arousal y toda su experimentación se fundamenta en
conductas de huida y de evitación. Sostienen que con una orientación de este
tipo es poco lo que puede aprenderse sobre estrategias, las cuales son de gran
relevancia en cuestiones humanas como las de afrontamiento cognitivo y
defensa.

En el modelo psicoanalítico de la psicología del ego, se define el


afrontamiento como el conjunto de pensamientos y actos realistas y flexibles que
solucionan los problemas y, por tanto, reducen el estrés. Este modelo se
diferencia del anterior en la forma de percibir y considerar la relación entre el
individuo y el entorno. Aquí, el factor cognitivo cobra mayor importancia sobre el
conductual. Otra diferencia, es que este último modelo logra distinguir varios
procesos utilizados por el individuo para manipular la relación individuo-entorno
(Lazarus y Folkman, 1986).

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Posteriormente, Pelechano, Matud y de Miguel (1993), realizan una


diferenciación de las dos tendencias principales en el estudio del afrontamiento,
en función de la importancia concedida a las variables mediadoras en los
estudios del estrés.

Una primera tendencia es la formada por los seguidores del modelo


homeostático del estrés de Selye, con una visión objetiva del estrés, sea este
entendido como respuesta a estímulos nocivos o como estímulo estresor en sí
mismo.

La segunda tendencia es la formada por Lazarus y su círculo como mayor


exponente, con la formulación del modelo cognitivo del estrés. Esta tendencia fue
iniciada por la teoría psicoanalítica del ego y por los primeros trabajos sobre el
estrés psicológico (Grinker y Spiegel, 1945; Janis, 1958). En esta segunda línea
se resalta el papel de la valoración cognitiva en la concepción del estrés y
reconoce la importancia de las diferencias individuales en la forma de valorarlo y
afrontarlo.

A su vez, Aldwin (1994) hace una diferenciación, en función de los factores


intervinientes en los que se hace mayor hincapié, distinguiendo cuatro enfoques
teóricos en el estudio del afrontamiento:

a) Enfoque centrado en la persona, que agrupa los estudios


psicoanalíticos, los cuales ponen el énfasis en el afrontamiento como
factor regulador de las emociones y reductor de la ansiedad (Menninger,
1954; Shapiro, 1965; White, 1974; Haan, 1977; Vaillant, 1977); los teóricos
del rasgo que abordan el estudio del afrontamiento desde la teoría de la
personalidad (Reichard, Livson y Peterson, 1962; Millon, 1982; Wortman y
Silver, 1989); y las investigaciones sobre los estilos de percepción (Byrne,
1964; Averill y Rosenn, 1972; Kahneman, 1973; Petrie, 1978; Miller, 1980;
Mullen y Suls, 1982; Miller y Mangan, 1983).

b) Enfoque basado en la situación, que defiende la importancia


del contexto en la determinación de la elección de las estrategias de
afrontamiento. Esta perspectiva se ha derivado del estudio de las
respuestas de adaptación a desastres o sucesos vitales mayores,

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desarrollado empíricamente y sin un cuerpo teórico consolidado. (Lifton,


1968; Erikson, 1976; Mattlin, Wethington y Kessler, 1990).

c) Enfoque interactivo, que considera que lo que determina el


afrontamiento es la conjunción de la persona y su ambiente superando la
unidireccionalidad. Se le critica a esta perspectiva que sus
argumentaciones circulares no han ofrecido explicaciones satisfactorias.

d) Enfoque transaccional, característico del modelo cognitivo


del estrés del grupo de Lazarus, que aborda el estudio del afrontamiento
desde la interrelación entre la persona, la situación y el afrontamiento,
como una trilogía que se influye mutuamente (Pearlin y Schooler, 1978;
Folkman y Lazarus, 1980; Billings y Moos, 1981b; Moos y Billings, 1982;
Stone y Neale, 1984).

Luego de una larga evolución en el estudio del afrontamiento, en la


actualidad están surgiendo nuevas posturas que defienden el análisis de las
diferencias individuales y el estudio del afrontamiento desde las teorías de la
personalidad, la psicología social y clínica (Rueda Ruiz y Aguado Díaz, 2003).

De acuerdo a lo ya expuesto, puede apreciarse que toda esta evolución


teórica ha dado lugar a diversas definiciones de este constructo. Desde el modelo
tradicional biologicista del estrés de Selye, el afrontamiento hace referencia a
aquellos actos que controlan las condiciones aversivas del entorno y disminuyen
el grado de perturbación psicofisiológica producida por éstas. Desde el modelo
psicoanalítico se aborda el afrontamiento incluyendo en un concepto de
naturaleza reactiva, el conjunto de pensamientos y acciones que conducen a la
solución de los problemas y reducen el grado de estrés. Desde el modelo
cognitivo del estrés, el desarrollo conceptual del afrontamiento se da por medio
de una progresiva inclusión de las variables mediadoras en los procesos de
manejo del estrés y la creciente atención prestada a las variables cognitivas. Este
último modelo, a pesar de las limitaciones que presenta para explicar las
diferencias individuales, es el que ha generado mayor caudal de aportaciones
para la delimitación conceptual del afrontamiento. Esta perspectiva teórica resalta
la relevancia de las variables cognitivas y el estrés psicológico, entendido este
desde la relación entre la persona y el ambiente, cuando las demandas

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evaluadas agotan o exceden los recursos personales. Según Lazarus y Folkman


(1986) existen dos procesos de evaluación. El primero está centrado en cómo
una situación es valorada cognitivamente; y el segundo proceso, en cómo el
individuo afronta la situación. Así entonces, cuando una situación es inicialmente
experienciada, el individuo evalúa cognitivamente la situación para determinar si
es estresante. Una situación puede ser estresante si se determina que puede ser
peligrosa para el bienestar de la persona, implicando amenaza, desafío, pérdida
o daño (evaluación primaria). Cuando la situación ha sido evaluada como
estresante, se pasa luego a evaluar si la misma excede sus recursos para
afrontar el estresor (evaluación secundaria), es decir, las estrategias de
afrontamiento disponibles, la posible eficacia de dichas estrategias así como las
consecuencias de su utilización. A su vez, estos autores destacan ciertas
características del afrontamiento: un abanico temporal amplio, que abarca la
situación presente, pasada y la anticipación de una situación estresante futura; un
carácter globalizador que incluye defensas y estrategias de afrontamiento; una
naturaleza interactiva entre persona y entorno; un carácter dinámico y su
independencia de resultados. El afrontamiento no se describe en términos de la
adaptación o el control de la situación, sino en función de lo que la persona hace
o piensa. Además se acepta la naturaleza consciente de dichas estrategias.
Finalmente, desde una perspectiva integradora, Pelechano (1992) propone una
concepción amplia que entienda las estrategias de afrontamiento como
habilidades o competencias de personalidad, integrándolas en un modelo de
inteligencia socio-cultural, dentro de un modelo de parámetros. En este sentido,
el afrontamiento constituye el resultado de una combinación de disposiciones
personales y demandas ambientales, de manera que sólo desde su interacción
podemos explicar las diferencias individuales encontradas.

3.1. Modelo Cognitivo de Afrontamiento de Lazarus y Folkman

Como fue mencionado precedentemente, Lazarus y Folkman (1986, pag.


164) definen al afrontamiento como: “aquellos esfuerzos cognitivos y
conductuales constantemente cambiantes que se desarrollan para manejar las

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demandas específicas externas y/o internas que son evaluadas como


excedentes o desbordantes de los recursos del individuo”.

En primer lugar, en esta definición los autores hacen hincapié en


conceptualizar al afrontamiento como un proceso y no como un rasgo, lo cual
queda reflejado en palabras como constantemente cambiante y demandas
específicas. Luego, remarcan una diferenciación entre afrontamiento y conducta
adaptativa automatizada, al limitar el afrontamiento a aquellas demandas que son
evaluadas como excedentes o desbordantes de los recursos del individuo. Esto
implica que el afrontamiento se limita a aquellas condiciones de estrés
psicológico que requieren la movilización y excluyen a las conductas y
pensamientos automatizados que no requieren esfuerzo.

En tercer lugar, marcan la diferencia entre afrontamiento y resultado


obtenido al definir al afrontamiento como los esfuerzos para manejar las
demandas, lo cual permite incluir en el proceso cualquier cosa que el individuo
haga o piense, independientemente de los resultados que con ello obtenga.

Por último, los autores mencionan que con el término manejar se evita la
equivocación de comparar afrontamiento con dominio, ya que manejar puede
significar minimizar, evitar, tolerar y aceptar las condiciones estresantes así como
intentar dominar el entorno.

Esta conceptualización del afrontamiento como proceso tiene tres aspectos


principales:

i) El afrontamiento hace referencia a las observaciones y valoraciones


de lo que el individuo realmente hace o piensa, en contraposición con lo que este
hace generalmente, o haría en determinadas situaciones (esto último
caracterizaría al planteamiento de los rasgos, con el cual los autores no
adhieren).

ii) Lo que el individuo piensa o hace es analizado dentro de un


contexto específico, es decir, se hallan siempre dirigidos hacia condiciones
particulares. Cuanto más precisa sea la definición del contexto, más fácil será
asociar un pensamiento o acto de afrontamiento con una demanda del entorno.

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iii) Un proceso de afrontamiento implica un cambio en los


pensamientos y actos a medida que la interacción se va desarrollando. Esto
significa que es un proceso cambiante en el que el individuo, en determinadas
ocasiones, debe contar con estrategias defensivas o estrategias para resolver
problemas, a medida que va cambiando su relación con el entorno. Estos
cambios son consecuencia de las continuas evaluaciones y reevaluaciones de la
relación individuo-entorno. Las variaciones pueden ser el resultado de los
esfuerzos de afrontamiento dirigidos a cambiar el entorno o su traducción interior,
modificando el significado del acontecimiento o aumentando su comprensión.

3.1.1. Etapas del proceso de afrontamiento

Desde este modelo que se autodenomina como cognitivo-fenomenológico,


se considera que el proceso de afrontamiento está compuesto por tres etapas o
períodos: de anticipación, de impacto y de post- impacto.

1. Antes de que el evento ocurra efectivamente, es decir, durante su


anticipación, los aspectos principales a evaluar incluyen la posibilidad de que el
acontecimiento ocurra o no, el momento en que se producirá y su naturaleza. El
proceso cognitivo de evaluación valora si se puede manejar la amenaza, en qué
grado puede hacerse y en qué forma (evaluación secundaria).

2. Durante el impacto, cuando el suceso se manifiesta con toda su


intensidad, el individuo empieza a comprobar si es igual o peor de lo que
anticipaba, y en qué aspectos. A veces, se dan diferencias no esperadas en
cuanto al control que se ejerce sobre el acontecimiento, que dan lugar a una
reevaluación de su importancia o a una redefinición de la situación.

3. Durante el período de post- impacto suelen permanecer los


procesos cognitivos que se iniciaron en el período de impacto, pero con nuevas
consideraciones. A pesar de que el acontecimiento estresante haya terminado, su
final promueve un nuevo conjunto de procesos anticipatorios. Los perjuicios y
daños que ya han ocurrido contienen elementos de amenaza en sentido
anticipatorio.

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3.1.2. Funciones del afrontamiento

Antes de mencionar el aspecto funcional del afrontamiento, es importante


remarcar que no debe confundirse el proceso de afrontamiento con sus
resultados. En palabras de los autores: “La función del afrontamiento tiene que
ver con el objetivo que persigue cada estrategia; el resultado del afrontamiento
está referido al efecto que cada estrategia tiene” (1986, pág. 171). Por lo tanto,
las funciones no se definen en términos de resultados.

Desde el modelo cognitivo del estrés se define que el afrontamiento tiene


dos funciones principales ante las situaciones estresantes: por un lado, la
resolución de los problemas, y por el otro, el control de las emociones.

Modos de afrontamiento dirigidos a la emoción: son modos de


afrontar los sucesos que se orientan hacia la regulación de la respuesta
emocional que dicho suceso provoca. Estas tiene más probabilidades de
aparecer cuando ha habido una evaluación cognitiva de que no se puede hacer
nada para modificar las condiciones lesivas, amenazantes o desafiantes del
entorno. Aquí encontramos estrategias como la evitación, minimización,
distanciamiento, atención selectiva, extracción de valores positivos de los
acontecimientos negativos, que son procesos cognitivos que procuran disminuir
el grado de trastorno emocional. Algunas otras estrategias se encargan de
aumentar el grado de trastorno emocional, son las que utilizan algunos individuos
que necesitan sentirse verdaderamente mal para pasar luego a sentirse mejor.
Otras estrategias dirigidas a la emoción son aquellas que modifican la forma de
vivir la situación, sin cambiarla objetivamente, estas se equiparan a las
reevaluaciones.

Modos de afrontamiento dirigidos al problema: está destinado a


manipular o alterar el problema. Es una modalidad más susceptible de aparecer
cuando las condiciones resultan evaluadas como pasibles de cambio. Las
estrategias de afrontamiento dirigidas al problema son parecidas a las que
utilizamos para la resolución de problemas, es decir, están orientadas hacia la
definición del problema, a la búsqueda de soluciones alternativas, al análisis de
costo-beneficio, y finalmente, a su elección y aplicación. Pero la diferencia con las

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estrategias para la solución de problemas es que las de afrontamiento incluyen


estrategias que hacen referencia al interior del sujeto, y no sólo al entorno.

La cantidad de modos de afrontar el problema bajo esta función, es más


limitada que los dirigidos a la emoción debido a la diversidad de problemas que
los individuos y los grupos sociales afrontan. Es decir, realizar una clasificación
de los modos de afrontamiento dirigidos al problema dependería de los tipos de
problemas a afrontar. Esto dificultaría poder hacer comparaciones
transituacionales de tipos de estrategias dirigidas al problema. Este no es el caso
de los modos dirigidos a la emoción.

Ambas funciones del afrontamiento guardan relaciones de oposición y


facilitación en el momento en que el sujeto o grupo afronta situaciones adversas.
Un afrontamiento dirigido a reducir estados emocionales puede facilitar la
aplicación de técnicas dirigidas al problema; y un afrontamiento orientado a
establecer criterios para resolver paso por paso un problema puede ocasionar
una reducción de estados emocionales disruptivos. Por el contrario, si la persona
no puede reducir sus estados disruptivos de emocionalidad, difícilmente pueda
aplicar estrategias de resolución de problemas y, si frente a una situación, la
persona no puede establecer dichos pasos, probablemente sus estados
emocionales se alteren dificultando no sólo resolver el problema sino también
alterando su bienestar.

Las estrategias de afrontamiento dirigidas a la emoción y las dirigidas al


problema generalmente tienen una relación de coexistencia.

3.1.3. Los recursos para el afrontamiento

Los autores expresan que la manera en que un individuo afronte una


situación no solo dependerá de la evaluación secundaria que el mismo haga, sino
también de los recursos de los que disponga y de las limitaciones que dificulten
su uso.

Asimismo, que dicho individuo disponga de muchos recursos no significa


que también tenga las habilidades necesarias para aplicarlos en las diferentes
demandas del ambiente.

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A continuación, se mencionarán brevemente algunas de las categorías de


recursos que Lazarus y Folkman consideran necesarios poseer para afrontar las
infinitas demandas de la vida.

Salud y energía: se considera que tanto la salud física como la energía


facilitan el buen uso del afrontamiento. Es decir, es más fácil afrontar una
situación cuando uno se encuentra saludable que cuando se encuentra
mal y enfermo. A su vez, distintas investigaciones (Bulman y Wortman,
1977; Dimsdale, 1974; Hamburg y Adams, 1967; Visotsky et al., 1961) han
sugerido que los individuos que se encuentran enfermos y, por lo tanto,
con poca energía, son capaces de movilizarse lo suficiente como para
afrontar una situación, cuando lo que se halla en juego es lo
suficientemente importante para ellos.

Creencias positivas: Sin duda puede considerarse que verse a uno mismo
de manera positiva, redundaría en un afrontamiento efectivo. Incluye todas
aquellas creencias generales y específicas que sirven de base a la
esperanza y que favorecen el afrontamiento hasta en las peores
condiciones. La esperanza, fortalece la creencia sobre el control de la
situación adversa, de que el individuo posee la fuerza para cambiarla, etc.
Las evaluaciones del control se hallan en estrecha relación con el
afrontamiento debido a que si la situación es evaluada en términos de
posibilidad de cambio, implicando un grado de control sobre la misma.

Técnicas para la resolución de problemas: incluyen habilidades para


conseguir información; analizar las situaciones; examinar opciones
alternativas; predecir posibilidades útiles para obtener los resultados
esperados; y escoger un plan de acción adecuado (Janis, 1974; Janis y
Mann, 1977).

Habilidades sociales: hacen referencia a la capacidad de comunicarse y de


actuar con los demás en una forma socialmente adecuada y efectiva. La
consecuencia de este tipo de habilidad es que facilitan la resolución de los
problemas en coordinación con otras personas, aumentan la capacidad de
atraer apoyo y cooperación y acrecienta el control sobre las interacciones
sociales.

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Apoyo social: como se mencionara en el punto anterior, el hecho de contar


con apoyo social y emocional facilita la resolución de problemas.

Recursos materiales: dinero, bienes, servicios, son factores que tienen un


valor importante al momento de analizar los estresores y la adaptación de
las personas a las distintas situaciones. Los recursos económicos
aumentan las opciones de afrontamiento ya que proporcionan el acceso
más fácil y efectivo a los recursos que se requieran para solucionar el
problema. Asimismo, el hecho de contar con recursos materiales, aunque
no se usen, reducen la vulnerabilidad de individuo a la amenaza y por
consiguiente, facilitan un afrontamiento efectivo.

A pesar de que este modelo tiene grandes limitaciones para explicar las
diferencias individuales, hay que señalar que sus aportaciones para la
delimitación conceptual del afrontamiento han sido de las de mayor envergadura.

3.2. Habilidades de afrontamiento

Modelo de Pelechano, Matud y de Miguel (1993)

Desde este modelo teórico se considera al afrontamiento como una


habilidad o competencia, que forma parte de la inteligencia socio-personal, dentro
del modelo general de parámetros y personalidad.

La propuesta de Pelechano (1992) constituye el primer desarrollo teórico del


afrontamiento que desde un planteamiento integrador concede al afrontamiento
un lugar dentro de un modelo explicativo de la globalidad de la personalidad y el
funcionamiento humano. Según este autor, la búsqueda de una convergencia
entre las teorías de la personalidad y los estudios sobre el estrés en el ámbito de
la salud permitiría avanzar en la búsqueda de soluciones a todas las lagunas
teóricas de los modelos explicativos sobre el afrontamiento y la falta de consenso
o las contradicciones existentes.

Pelechano (1992) añade que muchos investigadores califican las estrategias


de afrontamiento como estrategias cognitivas incompatibles con una psicología
de la personalidad. Esto ocurre porque «se ha contrapuesto la “vieja” psicología
de la personalidad, que estudia las características-atributos de las personas, con

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la “nueva” psicología de la personalidad, que se centra en el análisis de las


estrategias cognitivas. Esta exclusión no se corresponde con la realidad, ya que
ambas psicologías no sólo no son excluyentes, sino que se complementan» (pág.
197).

Muchas de las polémicas actuales sobre la entidad, la estabilidad y la


funcionalidad de las estrategias de afrontamiento adquieren un nuevo significado
dentro del modelo de parámetros que distingue dimensiones de personalidad y
aptitudes-habilidades interpersonales. Los dos dominios, dimensiones y
aptitudes, se encuentran organizados jerárquicamente en función de su grado de
consolidación y poder de generalización. Dentro de este modelo general, las
denominadas estrategias de afrontamiento serían una parte importante de las
capacidades-aptitudes de personalidad, junto a las dimensiones de solución de
problemas interpersonales (Pelechano, 1992).

Estas habilidades de personalidad se relacionan con diferentes conceptos


desarrollados en psicología, tales como la dimensión de articulación de medios
para logro de fines de Spivack, Platt y Shure (1976); los conceptos de
competencia (Goldfried y D’Zurilla, 1969); la capacidad de solución de problemas
(D’Zurilla y Nezu, 1982; Heppner y Peterson, 1982); las conductas antidepresivas
(Rippere, 1976); la fortaleza personal (Kobasa, 1979); y los denominados
recursos aprendidos (Meichembaum, 1977; Rosenbaum, 1980).

Desde esta consideración del afrontamiento como habilidad de


personalidad, se rechaza la naturaleza situacional de las estrategias de
afrontamiento y se defiende cierta estabilidad que permite la existencia de
tendencias generales en el afrontamiento, cuya interacción con la situación
concreta permite la utilización de unas estrategias u otras.

3.2.1. Modelo general de parámetros y personalidad

Pelechano, Matud y De Miguel (1993) hacen hincapié sobre la necesidad de


la psicología actual de introducir nuevos conceptos en relación a las teorías de la
inteligencia, es decir, un replanteamiento de las teorías clásicas de la inteligencia.

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A partir de un reanálisis de distintos autores y orientaciones, Pelechano y de


Miguel (1992) han presentado un modelo de inteligencia que ellos califican como
heteromórfico, socio-culturalmente contextuado y psicológico-funcional.
Asimismo, consideran su modelo más cercano al de Gardner que al de otros
autores.

A continuación se mencionarán algunos de los supuestos que sustentan


dicho modelo:

 Existencia de muchas formas de ser inteligente (en un primer análisis se


llegan a proponer 16); dichas formas se plasman y en diferentes contextos
socioculturales e históricos, promoviendo una mayor o menor
diversificación de unas u otras formas.

 Estas inteligencias son relativamente independientes entre sí, aunque


puedan existir interacciones entre ellas.

 El acercamiento psicométrico no agota las formas de evaluación de las


inteligencias humanas.

 En la actualidad, existe un desnivel considerable en el conocimiento que


se tiene de las distintas inteligencias, así como también en el desarrollo de
instrumentos y recursos para su evaluación.

 Se supone la existencia de un modelo jerárquico de inteligencia formando


parte de un modelo jerárquico de personalidad en general, que incluye
elementos cognitivos, temperamentales y conativos, así como complejos
tales como creencias y sistemas de valores (Pelechano, 1991c). En ningún
caso, se propone la existencia de un único concepto operacional que
agrupe e integre coherente y de forma totalmente consistente, a todos los
elementos constitutivos de la personalidad, ni tampoco un concepto que
aúne las diversas clases de inteligencia, de temperamento y
motivacionales1.

1 Uno de los supuestos del modelo de parámetros es conceptualizar al ser humano como un complejo
sistema de subsistemas que funcionan de forma relativamente independiente entre sí, hasta el punto que
la incoherencia relativa y/o la existencia de una relativa inconsistencia comportamental forman parte
esencial del modelo.

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 La admisión de una inteligencia exige o el establecimiento de correlatos


biológicos, o el reconocimiento de una amplia base y tradición cultural.

 El número de inteligencias propuesto se encuentra sometido a


fluctuaciones en distintas sociedades y niveles de desarrollo por cuanto
que se asume que es el contexto socio-histórico y cultural el que
diversifica, potencia, inhibe o restringe el desarrollo de unas u otras.

 La propia evolución social va generando inteligencias diversas a lo largo


de los años. Uno de los requisitos comunes a todo tipo de inteligencia es el
manejo de un sistema de símbolos, con la correspondiente codificación,
clave de interpretación y posibilidad de desarrollo.

Sobre estos supuestos se han propuesto unos tipos de inteligencia que se


agrupan en grandes categorías: lingüística (incluye la verbal, musical, imagen y
lógico-simbólica); mecánica (corporal-quinestésica e instrumental-aparatos); y
socio-cultural, la cual se desarrollará más ampliamente, a continuación, por la
importancia que representa para el proceso de afrontamiento.

3.2.2. La inteligencia socio-cultural

Inteligencia
socio-cultural

A. B.
Socio-Institucional Socio-personal

A.1. A.3.
A.2. B.1. B.2.
Institucional- Histórico-
Económica Intrapersonal Interpersonal
organizacional cultural

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La inteligencia socio-cultural está formada por dos grandes grupos de


categorías relacionadas con el funcionamiento social:

A) Inteligencia Socio-Institucional: hace referencia al dominio social de las


instituciones y organizaciones sociales (políticas, laborales y de ocio).
También, a la comprensión de fenómenos y tendencias históricas que cubren
largos períodos temporales. Por ello es que está dividida en:

1. Inteligencia Institucional-organizacional: que se ocupa de


las cuestiones relacionadas con las organizaciones;

2. Inteligencia Económica: referida a los aspectos básicos


de macro y microeconomía;

3. Inteligencia Histórico-cultural: vinculada a la gestación de


filosofías de la historia y de la cultura.

B) Inteligencia Socio-personal: se ocupa de temas como la empatía, institución


personal, solución de problemas interpersonales. Está menos comprometida
con el éxito y la visibilidad socio-institucional y más con el mundo de las
relaciones interpersonales y de la amistad. Los elementos que la componen
son:

1. Inteligencia intrapersonal: relacionado con la capacidad


de detectar los problemas personales de uno mismo, así
como de los demás - en cuanto exista implicación de uno
mismo en ellos - ; encontrar medios para ofrecer una vía
de solución, y la puesta en acción de los mismos.

2. Inteligencia interpersonal: se orienta a la detección y


solución de los problemas de índole personal que
presentan los demás, y, en los que no se da una
implicación de uno mismo en esos problemas.

La inteligencia socio-personal representa un puente de unión con elementos


más tradicionalmente asentados en el estudio de la personalidad. Dentro de esta
inteligencia se incluyen dos tipos de factores, sobre los que ya hay evidencia
experimental y psicométrica. Uno es al que se denomina como: estrategias-

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habilidades de afrontamiento; y el otro, son las estrategias-dimensiones de


solución de problemas.

En síntesis, esta teoría interpreta las habilidades de afrontamiento como


elementos dentro de la inteligencia social socio-personal, dentro de la esfera
intra-personal.

Desde el modelo de afrontamiento de las enfermedades físicas crónicas de


Pelechano se defiende cierta estabilidad en el afrontamiento en interacción con el
entorno, entendiendo que existen previamente unas maneras de afrontar las
situaciones de estrés que se ven influidas tanto por el curso de la enfermedad
como del ambiente.

Por lo tanto, el afrontamiento constituye el resultado de una combinación de


disposiciones personales y demandas ambientales, de manera que sólo desde su
interacción podemos explicar las diferencias individuales. Por ello, una
comprensión global del afrontamiento requiere el estudio de las estrategias de
afrontamiento en relación con las variables de personalidad, así como la
realización de estudios específicos de afrontamiento en las diferentes situaciones
que aparecen en la vida de una persona.

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4. Habilidades-estrategias de afrontamiento y VIH/SIDA

Una persona con VIH/SIDA ha de hacer frente a múltiples retos y numerosas


circunstancias adversas. En este sentido, los procesos de afrontamiento le
ayudarán a mantener el control sobre sus vidas y a encontrar suficiente bienestar
psicológico (Blannon, 2001).

Según Pelechano, Matud y de Miguel (1993) en las enfermedades crónicas


el tipo de enfermedad (y no el afrontamiento) es el que influye conformando unos
modos de afrontamiento específicos. Plantean que el proceso es de corte
interactivo, es decir, existen previamente una maneras de afrontar las situaciones
de estrés y estas maneras concretas son influidas por, e influyen el curso de la
enfermedad. Es posible que, tanto el tipo de enfermedad como su duración
incidan sobre la “construcción” de esta parte de la inteligencia socio-personal.
Añaden que las relaciones entre estrategias de afrontamiento y enfermedad se
dan en función de la idea que tenga el enfermo de su enfermedad y de la
instrumentación psicológica que se esté empleando. Esta idea que tiene el
enfermo de su enfermedad, está compuesta por lo que sabe de ella, su
experiencia personal, las informaciones técnicas (provenientes del cuerpo
facultativo) y no técnicas que recibe (provenientes de amigos, conocidos,
familiares y diversas publicaciones no especializadas) y los sistemas de
creencias familiares acerca de la enfermedad en general, y de su enfermedad
concreta en particular.

Rodríguez Marín, Pastor y López Roig (1993) postulan que los niveles de
calidad de vida de los enfermos crónicos dependen, en alto grado, de que
ejecuten conductas de afrontamiento eficaces, es decir, adaptativas. Mencionan
que existe una relación entre apoyo social y afrontamiento a la enfermedad
crónica, resaltando la importancia del mantenimiento de las relaciones

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interpersonales para el afrontamiento a la enfermedad como facilitadora de


expresiones y sentimientos.

Rodríguez Marín, Pastor y López Roig (1993) en su investigación con


diversas enfermedades corroboraron lo expresado por Pelechano, Matud y de
Miguel (1993) con respecto al tipo de afrontamiento que se presenta en las
distintas enfermedades crónicas

Rodríguez Marín y colaboradores investigaron el afrontamiento en enfermos


colostomizados y reumáticos. Tomando los factores de afrontamiento desde la
teoría de Lazarus y Folkman, hallaron que el primer grupo, utilizaba con mayor
frecuencia la “Focalización en aspectos positivos”; el “Deseo de cambiar la
situación problemática”; y la “Resignación/conformismo”. En el grupo de los
enfermos reumáticos con dolor crónico, se comprobó que los que utilizaron los
“Pensamientos positivos” experimentaron una menor frecuencia de dolor, y los
que utilizaron más la “Búsqueda de Apoyo instrumental” percibieron menos
intensidad de dolor. Concluyen que, en general, las estrategias aproximativas se
relacionaron con una mejor calidad de vida, es decir, con un mejor estado de
salud y una frecuencia e intensidad de dolor más bajas (Rodríguez Marín, et al.,
1992c; Rodríguez Marín, 1992d).

Pelechano et al. (1993) en su estudio con 511 pacientes con enfermedades


físicas crónicas (enfermedad renal terminal/diálisis, nefropatías, trasplantes
renales, hipertensión, diabetes y cáncer) encontraron que la búsqueda de
información y el apego a la vida, se relacionan con una mayor adaptación a la
enfermedad crónica, mientras que la desesperación y el inconformismo van
unidos a una mayor ansiedad.

Asimismo, Pelechano et al. (1994) y De Miguel y García (2000) ofrecen


evidencia de las diferencias del afrontamiento entre los géneros. Mientras que los
hombres tienen actitudes y acciones realistas hacia la enfermedad, centradas en
la búsqueda de información, de tratamiento y de apoyo, las mujeres presentan
una mayor utilización de estrategias de tipo emocional y de corte social. Sin
embargo, los autores consideran que hace falta obtener más datos para llegar a
conclusiones definitivas en esta materia, considerando la influencia de las
variables culturales y de personalidad.

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Especial relevancia se ha concedido al locus como variable que explica las


diferencias de afrontamiento. En esta línea, Pelechano, Capafóns y Sosa (1991)
han encontrado relación entre el locus interno y estrategias como la búsqueda de
información, el optimismo y la huida hacia delante, lo que ellos denominan
factores racionales de afrontamiento positivos.

En investigaciones realizadas específicamente entre VIH/SIDA y


afrontamiento podemos mencionar las de Remor (2002a), en las cuales se
encontró una importante relación entre el apoyo social y familiar percibido con la
progresión, o no, de la infección por VIH. En otro estudio (Remor, 2003a) con 229
pacientes con infección por VIH (españoles y peruanos), los resultados indicaron
que existía asociación entre las variables de afrontamiento y apoyo social
percibido con el distrés. Una de las conclusiones significativas en este estudio fue
que un afrontamiento activo, con actitudes de autocuidado, centrado en la
solución de problemas, con búsqueda de apoyo social e información, y la
posibilidad de hallar personas dispuestas a brindar escucha y afecto, fueron
identificados como factores protectores contra el distrés emocional, y por ende,
contra la ansiedad y la depresión directamente. En otro estudio, citado también
por Remor (2003c) se halló que una mayor disponibilidad de apoyo social
percibido implica una mayor uso de estrategias de afrontamiento activo y
menores trastornos del humor; incluyendo niveles más bajos de depresión y
ansiedad, y niveles más altos de vigor en los hombres, y que el apoyo social se
relaciona con la salud física y mental.

En otro estudio realizado por Flores-Sarazúa, Borda-Más y Pérez-San


Gregorio (2006) se trabajó con una muestra de 105 participantes varones,
divididos en cuatro grupos: (a- 30 personas con la infección de SIDA, con historial
de adicción a las drogas vía parenteral y que vivían en situación de exclusión
social; b- 30 personas con historial de adicción a drogas vía parenteral y en
situación de exclusión social; c- 15 personas en situación de exclusión social; y d-
30 personas en situación de adaptación social). El objetivo fue detectar las
estrategias de afrontamiento comunes en personas afectadas por el SIDA, con
antecedentes de drogadicción, y que viven en situación de exclusión social. Los
instrumentos utilizados fueron: entrevista semiestructurada y Cuestionario de

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Modos de Afrontamiento de Lazarus y Folkman. Los resultados indicaron que no


existe un modo de afrontamiento específico en la población estudiada. Los
autores adjudican los resultados a dos interpretaciones posibles: que,
efectivamente, no existan estrategias de afrontamiento comunes entre los
distintos grupos, o bien, que el material utilizado para evaluar las mismas no
fuese suficientemente válido para la población estudiada.

Una reciente investigación fue realizada para hallar la relación existente


entre el estilo de afrontamiento y la calidad de vida en una muestra de 440
participantes, 220 de las cuales viven con una patología física crónica y son
usuarios de Servicios de Atención Primaria en Salud en España y Chile. Los
resultados encontrados indican que en la población con enfermedades crónicas
predomina la utilización de un estilo evitativo cognitivo; mientras que en la
muestra control, es el estilo evitativo- conductual para el caso de Chile, y de un
estilo activo - conductual para la muestra española (Urzua Morales y Jarne
Esparcia, 2008).

Piña López et al (2008) evaluó la asociación entre las variables relacionadas


con el estrés, los motivos y la depresión, en personas seropositivas al VIH y la
adhesión al tratamiento. Se encontró que en el mes previo al estudio, 65,6% de
los 64 participantes informó haber seguido fielmente el tratamiento indicado;
mientras 34,4% incumplieron el tratamiento, en alguna medida. Según el análisis
de regresión se encontró que, solamente la combinación de niveles intermedios
de estrés vinculado con la tolerancia a la ambigüedad, y niveles bajos de
depresión, presentaban una asociación significativa con la adhesión al
tratamiento. La combinación de ambas variables explicó 38,2% de la varianza
total encontrada.

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III. HIPÓTESIS Y OBJETIVOS

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1. Hipótesis

 La adherencia al tratamiento antirretroviral en pacientes con VIH/SIDA se


encuentra asociada a una forma particular de afrontamiento a las
situaciones estresantes.

2. Objetivos

2.1. General

 Explorar el tipo de asociación existente entre la adherencia al tratamiento


antirretroviral y las habilidades de afrontamiento en los pacientes con
VIH/SIDA.

2.2. Específicos

 Indagar valores correlacionales entre adherencia al TARV y marcadores


de CD4 y carga viral, en la muestra estudiada.

 Analizar si existe relación entre el tiempo que lleva realizando el TARV, la


cantidad de pastillas y el grado de malestar experimentado con las
mismas, con la adherencia al tratamiento.

 Conocer si están asociados el apoyo social percibido por los pacientes


con la adherencia o no al TARV.

 Investigar la existencia de correlaciones entre factores tales como edad,


pareja, y número de hijos, con la adherencia al TARV.

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IV. METODOLOGÍA

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1. Muestra

La muestra está compuesta por 158 PVVS (Personas Viviendo con el Virus
del SIDA), pacientes de FUNDAI (Fundación de Ayuda al Inmunodeficiente)
perteneciente al Hospital Municipal de enfermedades infecciosas “Dr. Francisco J.
Muñiz”. El mismo se encuentra ubicado en Capital Federal, Provincia de Buenos
Aires. La edad de los participantes estuvo comprendida entre los 24 y los 65 años
(Media= 40,3; Desvío Estándar= 8,8). Con un total de 109 varones y 49 mujeres.

La participación de los mismos fue voluntaria.

2. Instrumentos

Los instrumentos utilizados en la presente investigación fueron:

2.1. Escala de Afrontamiento (forma B) de Moos, Cronkite, Billings y Finney


(1986) adaptada al español por Aduna y Ayala (1998) para pacientes
con enfermedades crónicas. Es un cuestionario de 34 ítems. Cada uno
de estos ítems presenta una afirmación que la persona deberá elegir,
marcando la respuesta que mejor lo represente en su manera de
enfrentar los problemas en la vida cotidiana.

Desde el ítem 1 al 29 las opciones son: A, nunca; B, casi nunca; C,


pocas veces; D, frecuentemente; E, casi siempre; F, siempre.

En el ítem 30 las opciones son: A, bebiendo más; B, comiendo más; C,


fumando más; D, durmiendo más; E, haciendo más ejercicios; F, hago
otras cosas.

Desde el ítem 31 al 34, las opciones son: A, ninguno; B, uno; C, dos;


D, tres; E, cuatro; F, más de cuatro.

2.2. Cuestionario ad hoc en el cual se solicitan datos sociodemográficos y


preguntas referidas puntualmente al tratamiento antirretroviral; a su
adherencia y abandonos.

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El instrumento es autoadministrable.

3. Procedimiento

En primer lugar, se realizó una observación del lugar y del manejo de la


Institución para saber cuáles eran las posibilidades reales para realizar la
investigación. Con base a esto, se seleccionó un instrumento que fuera de fácil
administración. También se consultó con especialistas en el área (Psicólogas y
Médicos Infectólogos) para adecuar el cuestionario.

Se les entregó a los pacientes el instrumento indicado en la sala de espera


de FUNDAI; antes de ser atendidos por su médico infectólogo. Los pacientes
asistían a la institución con un turno para un día determinado, pero la atención
era por orden de llegada, por lo que, generalmente contaban con suficiente
cantidad de tiempo para contestar la escala.

En el momento de entregar la escala se les daba una consigna mínima, en


la que se hacía hincapié en que la misma era anónima y voluntaria. Aunque son
tests autoadministrables, la tesista estuvo asistiéndolos durante el proceso de
cumplimentación y llenado de datos.

La recolección de la muestra completa se realizó por períodos intermitentes


de aproximadamente tres meses (los primeros meses de 2008).

Para el procesamiento de la información se utilizó el programa estadístico


SPSS versión 12.0 (Statistical Packages for Social Sciences).

Para llevar a cabo los objetivos de esta investigación se realizó un análisis


estadístico descriptivo e inferencial.

El análisis comenzó con el cálculo de la frecuencia, la media, desviación


estándar de los valores observados. Luego se evaluó la normalidad de la
distribución de los valores de la muestra con la prueba de Kolmogorov-Smirnov.
Se calculó el índice del grado de correlación de las variables señaladas
anteriormente en los objetivos, a través del coeficiente de correlación de Pearson.
Finalmente, se realizó una comparación de medias con la Prueba t de Student
para muestras independientes.

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V. ÁNALISIS DE RESULTADOS

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1. Análisis Descriptivo

Además de los datos sociodemográficos descriptos en el punto IV.1


podemos indicar que el 51,9% se encontraba en pareja; el 8,6% con una duración
de hasta 6 meses; el 3,7% entre 6 y 12 meses; y el 87,7% de más de 12 meses.
A su vez, de los 158 pacientes, el 49,4% tenían hijos, de los cuales la mayor
cantidad (37,2%) tenían 1 hijo; 24,4% 2; 19,2% 3; 11,5% 4, 3,8% 5, y el 3,9%
restante tienen 6, 7 y 8 hijos.

Tabla 1. Variables demográficas de muestra de pacientes con HIV (N =158)

Variables Frecuencia Porcentaje

Sexo
Masculino 109 69
Femenino 49 31

En pareja
Sí 82 51,9
No 76 48,1

Con hijos
Sí 78 49,4
No 80 50,6

Del total de la muestra el 75,3% (119 pacientes) se encontraban realizando


tratamiento antirretroviral. La cantidad de pastillas que debían tomar diariamente
(figura 1) iba entre 2 y 18, siendo su media de 5,69. El mayor porcentaje de
pacientes (27,7 %) tomaba 3 pastillas; seguido por los pacientes que tomaban 5
pastillas (16,8 %) y luego, por los que tomaban 4 pastillas (16 %).

Figura 1. Frecuencia: Cantidad de pastillas de toma diaria (N =119)

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2 5
3 33
4 19
5 20
6 15
7 6
8 5
9 1
10 1
12 2
13 2
14 4
15 3
16 2
18 1

0 5 10 15 20 25 30 35

De estos 119 pacientes en tratamiento, 30 (25%) expresaron sentir malestar


con la medicación. De los cuales un 17 (56,7%) expresaron sentir poco malestar,
10 (33,3 %) mediano malestar, y solo 3 (10 %) mucho malestar.

El 22,8% del total (36 pacientes) admitieron haber abandonado sin


autorización del médico, es decir, de forma voluntaria, alguna vez, su tratamiento.
De estos 36 pacientes, el 75% lo hizo por períodos mayores a un año, y, el mayor
porcentaje de acumulación (36,1%) es entre las personas que abandonaron por
períodos mayores a los 3 años (Figura 2).

Figura 2. Frecuencia: Tiempo de abandono voluntario al TARV (N =36)

< a 6 m. 4

6 y 12 m. 5

12 y 24 m. 8

24 y 36 m. 6

> a 36 m. 13

0 2 4 6 8 10 12 14

En la figura 3 podemos observar que el 61,1% de los sujetos que


abandonaron el tratamiento (22 pacientes) lo habían realizado por un período de

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un año o menos; 8,3% por un período entre uno y dos años; 11,1% por un
período entre dos y tres años. Y un 19,4 % por un período mayor a los tres años.

Figura 3. Frecuencia: Tiempo de TARV previo al abandono voluntario (N= 36)

< a 6 m. 11

6 y 12 m. 11

12 y 24 m. 3

24 y 36 m. 4

> a 36 m. 7

0 2 4 6 8 10 12

El 63,3% de la muestra (100 pacientes) conocía sus valores de Carga Viral y


CD4.

En lo referente a las habilidades de afrontamiento, en la siguiente tabla


puede observarse que tanto las “Conductas orientadas a la solución de
problemas”, como las “Cogniciones orientadas a la solución de problemas” y las
“Emociones orientadas a la solución de problemas” la Media se encuentra más
cercana a los puntajes máximos (Tabla 2).

Tabla 2. Estadística descriptiva de las habilidades de afrontamiento (N= 158)

Desv.
Afrontamiento N Mínimo Máximo Media
típica
Conductas orientadas a la 158 1,44 6,00 4,20 0,95
solución del problema
Conductas de evitación del 158 1,00 6,00 3,52 1,07
problema
Cognición orientada a la solución 158 1,83 6,00 4,50 0,96
del problema
Evitación cognitiva, resignación 158 2,43 6,00 4,06 0,75
Emociones orientadas a la 158 1,00 6,00 4,34 1,29
solución del problema
Evitación y descarga emocional 158 1,00 6,00 2,70 1,22

N válido (según lista) 158

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En Apoyo social percibido la Media también se encuentra más cercana a los


puntajes máximos (Tabla 3).

Tabla 3. Estadística descriptiva de Apoyo social percibido. (N= 158)

N Mínimo Máximo Media Desv. típica


Apoyo social percibido 158 1,25 6,00 3,82 1,19

2. Análisis Correlacional

En la siguiente tabla se presentan las correlaciones obtenidas a través del


Coeficiente de correlación de Pearson, entre variables psicológicas y
sociodemográficas. El valor numérico ubicado en la parte superior de cada

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cuadro corresponde al coeficiente de correlación (r) y el inferior indica el nivel de


significancia (p).
Tabla 4. Matriz de correlaciones

Conductas de solución

Conductas de evitación

solución de problemas

Evitación y descarga
Grado de malestar
Estrategias de manejo

de problemas

Cogniciones de
de problemas

Apoyo social
emocional
del Estrés
Edad

CD4
C.V.

r .03 -.23 -.16 -.34 .09 -.25 -.16 -.05 .11


CD4 ---
p .72 .02 .12 .14 .37 .01 .12 .58 .26

Años de r .23 -.18 .22 -.08 -.25 .05 -.00 .02 -.17 -.07
tratamiento p .01 .11 .05 .36 .19 .58 .95 .87 .07 .47

Cantidad de r -.11 -.13 .23 -.14 -.03 -.05 .05 -.17 -.17 .06
pastillas p .22 .25 .04 .12 .89 .60 .60 .07 .06 .52

r .22 .19 -.34 .23 -.30 .11 .11 .54 -.07


Grado de malestar ---
p .23 .41 .14 .21 .11 .56 .57 .00 .71

Tiempo de r -.19 .10 -.57 .17 -.61 .18 .22 .05 -.14 -.22
abandono p .24 .60 .00 .27 .04 .25 .16 .77 .38 .16

Conductas
orientadas a la r .13 .01 .09 .64 -.30 .00 .61 -.12 .38
---
solución de p .11 .89 .37 .00 .11 .92 .00 .12 .00
problemas
Conductas de
r .04 .04 -.25 .14 .11 .01 .10 -.01 -.26
evitación de ---
p .58 .72 .01 .08 .56 .92 .22 .90 .00
problemas
Cogniciones
orientadas a la r .11 .05 -.16 .49 .11 .61 .10 -.02 .16
---
solución de p .16 .57 .12 .00 .57 .00 .22 .77 .05
problemas
Evitación
r -.02 -.13 -.05 .16 .01 .17 .14 .27 .15 -.05
cognitiva,
p .78 .21 .59 .04 .95 .03 .08 .00 .07 .56
resignación
Emociones
orientadas a la r .02 -.10 .04 .25 .03 .43 -.03 .40 .08 .15
solución de p .81 .33 .70 .00 .89 .00 .69 .00 .34 .06
problemas
Evitación y
r -.10 .01 -.06 .16 .54 -.12 -.01 -.02 -.21
descarga ---
p .20 .88 .58 .04 .00 .12 .90 .77 .01
emocional

r .10 .07 .11 .26 -.07 .38 -.26 .16 -.21


Apoyo social ---
p .21 .46 .26 .00 .71 .00 .00 .05 .01

r -.05 -.03 -.21 .06 .41 -.01 .61 .15 .69 -.30
Evitación
p .54 .80 .04 .46 .02 .93 .00 .07 .00 .00

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La variable edad correlaciona positivamente (p= .01) con la cantidad de


años de tratamiento que llevan realizado los pacientes hasta el momento de la
administración del test.

Los valores de Carga Viral correlacionan negativamente (p= -.02) con los
valores de CD4 entre los pacientes que conocían los valores de dichos
marcadores. Esto significa que a medida que aumenta la cantidad de virus
(Carga Viral) en sangre disminuye la cantidad de linfocitos CD4, y viceversa.

Los valores de CD4 correlacionan positivamente (p=.05) con los años de


tratamiento antirretroviral. Es decir, a medida que aumenta el tiempo en el
tratamiento, su efectividad se revela en el aumento de la cantidad de linfocitos
CD4 en sangre.

Asimismo, los valores de CD4 correlacionan positivamente (p=.04) con la


cantidad de pastillas que deben tomar los pacientes en tratamiento. Esto es
consistente con la forma de tratamiento actual, en la cual nunca se administra
una sola droga sino que la efectividad del tratamiento viene dada por un coctel
de, por lo menos, dos o tres drogas.

Los valores de CD4 tienen una muy significativa correlación de forma


negativa (p= -.00) con el tiempo de abandono del tratamiento. Esto nos indica
que a medida que aumenta el período en el cual el paciente abandona el
tratamiento disminuye la cantidad de linfocitos CD4 en sangre.

Los valores de CD4 correlacionan significativamente y de forma negativa


(p= -.01) con las Conductas orientadas a la evitación de problemas; igualmente
con la variable Evitación (p= -.04). Esta última es una variable que promedia las
conductas, cogniciones y emociones, orientadas a la evitación de problemas. Por
lo que podemos inferir que, a medida que aumentan principalmente las
conductas, pero también las cogniciones y emociones orientadas a la evitación
de problemas, disminuyen los valores de CD4.

Las estrategias de manejo del estrés correlacionaron muy significativamente


y de forma positiva con conductas orientadas a la solución de problemas (p=.00);
cogniciones orientadas a la solución de problemas (p=.00); evitación cognitiva,

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resignación (p=.04); emociones orientadas a la solución de problemas (p=.00); y


apoyo social (p=.00). Se puede considerar que las estrategias de manejo del
estrés están dirigidas a la solución de los problemas, de manera importante, ya
sea a través de procesos conductuales, cognitivos o emocionales. Pero también,
estas estrategias son utilizadas algunas veces, para olvidarse y alejarse de los
problemas por medio de la evitación cognitiva. El apoyo social también es
utilizado muy significativamente como una modalidad para reducir el estrés.

El grado de malestar percibido por la medicación correlaciona


negativamente (p= -.04) con el tiempo de abandono del TARV. Es por lo que se
interpreta que, el malestar percibido no se asocia significativamente con el tiempo
de abandono del TARV.

Las conductas orientadas a la solución de problemas correlacionan muy


significativamente y de forma positiva (p=.00) con el apoyo social percibido. Se
interpreta que, de forma muy significativa, a medida que aumentan las conductas
que se orientan a solucionar los problemas aumenta también búsqueda de
soporte social.

Las conductas orientadas a la evitación correlacionan de forma notable y


negativamente (p= -.00) con el apoyo social. Podemos considerar que las
personas que cuentan con mayor apoyo social tienen una tendencia menor a
responder evitativamente antes las dificultades.

Las cogniciones orientadas a la solución de los problemas correlaciona


positivamente (p=.05) con el apoyo social. Es decir, que las personas que
orientan sus cogniciones hacia la solución de problemas también buscan el
apoyo o la contención de otros.

La evitación y descarga emocional correlaciona de manera muy significativa


y negativamente (p= -.01) con el apoyo social. Por lo tanto, a medida que
aumenta el apoyo social de los pacientes disminuyen sentimientos o reacciones
dirigidas a culpar o desquitarse con otros.

El apoyo social correlaciona negativamente (p= -.00) y de forma muy


significativa con la evitación de forma muy significativa. Podemos interpretar que
a medida que los pacientes cuentan con mayor contención en su círculo social

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disminuyen en estos los afrontamientos evitativos, tanto a nivel conductual,


cognitivo como emocional.

3. Comparación de Medias

Con respecto al género, los únicos ítems en los que se observa diferencia
estadísticamente significativa entre Medias (<.05) es en: Efectos adversos,
Apoyo Social y Evitación (Tabla 5).

De acuerdo a los resultados obtenidos, los hombres tienen una tendencia


mayor que las mujeres a percibir efectos adversos en la medicación (p= .01).

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El apoyo social es más percibido en los hombres que en las mujeres (p= .
00).

En la variable evitación las mujeres muestran una mayor predisposición por


esta modalidad (p= .04).

Tabla 5. Comparación de Medias: Variable “Género”

Género N Media T Sig.


Carga viral Masculino 71 13102,15 0,65 .51
Femenino 29 6011,34
CD4 Masculino 71 470,89 0,01 .10
Femenino 29 470,28
Estrategias de manejo de Masculino 109 4,49 1,50 .13
estrés Femenino 49 4,02
Años desde que inició el Masculino 85 4,96 0,29 .77
tratamiento Femenino 34 4,70
Cantidad de pastillas Masculino 85 5,51 -0,88 .38
Femenino 34 6,15
Efectos adversos Masculino 85 1,82 2,76 .01
Femenino 34 1,56
Grado de malestar percibido Masculino 15 1,33 -1,65 .11
por la medicación Femenino 15 1,73
Motivos por los que ha Masculino 27 6,89 -0,56 .57
abandonado el tratamiento Femenino 15 7,53
Tiempo de abandono del Masculino 27 2,74 0,69 .49
tratamiento Femenino 15 2,40
Conductas orientadas a la Masculino 109 4,23 0,57 .57
solución del problema Femenino 49 4,13
Conductas de evitación del Masculino 109 3,44 -1,24 .22
problema Femenino 49 3,67
Cognición orientada a la Masculino 109 4,52 0,26 .79
solución del problema Femenino 49 4,47
Evitación cognitiva, Masculino 109 4,03 -0,74 .46
resignación Femenino 49 4,13
Emociones orientadas a la Masculino 109 4,36 0,34 .73
solución del problema Femenino 49 4,29
Evitación y descarga Masculino 109 2,59 -1,66 .10
emocional Femenino 49 2,94
Apoyo social Masculino 109 4,00 2,87 .00
Femenino 49 3,43
Evitación Masculino 109 3,35 -2,06 .04
Femenino 49 3,58

Dentro de la población encuestada, las personas que se encontraban en


pareja manifestaron utilizar más la evitación y descarga emocional que aquellos

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que no se encontraban en pareja (Tabla 6). La evitación y descarga emocional es


la única variable que mostró una diferencia de media estadísticamente
significativa (p=.03) en relación con dichas variables.
Tabla 6. Comparación de Medias: Variable “Pareja Actual”

Pareja N Media t. Sig.


actual
Carga viral Si 57 15798,70 1,12 .27
No 43 4745,49
CD4 Si 57 473,40 0,12 .91
No 43 467,14
Estrategias de manejo del Si 82 4,33 -0,09 .93
estrés No 76 4,36
Años desde que inició el Si 58 4,62 -0,66 .51
tratamiento No 61 5,14
Cantidad de pastillas Si 58 6,02 0,97 .33
No 61 5,38
Efectos adversos Si 58 1,81 1,53 .13
No 61 1,69
Grado de malestar percibido Si 11 1,45 -0,47 .64
por la medicación No 19 1,58
Motivos por los que ha Si 21 7,29 0,30 .76
abandonado el tratamiento No 21 6,95
Tiempo de abandono del Si 21 2,71 0,40 .69
tratamiento No 21 2,52
Conductas orientadas a la Si 82 4,23 0,49 .63
solución del problema No 76 4,16
Conductas de evitación del Si 82 3,43 -1,01 .31
problema No 76 3,61
Cognición orientada a la Si 82 4,44 -0,81 .42
solución del problema No 76 4,57
Evitación cognitiva, Si 82 4,03 -0,54 .59
resignación No 76 4,09
Emociones orientadas a la Si 82 4,29 -0,52 .60
solución del problema No 76 4,39
Evitación y descarga Si 82 2,90 2,15 .03
emocional No 76 2,49
Apoyo social Si 82 3,76 -0,68 .50
No 76 3,89
Evitación Si 82 3,45 0,57 .57
No 76 3,39

Al igual que en el punto anterior, las personas de la muestra que sí tienen


hijos expresaron utilizar como modalidad de afrontamiento la evitación y

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descarga emocional, con mayor frecuencia que aquellos que no tienen hijos
(Tabla 7) (p= .00).
Tabla 7. Comparación de Medias: Variable “Tiene hijos”

Tiene hijos N Media t. Sig.


Carga viral Si 48 6281,88 -0,93 .35
No 52 15443,31
CD4 Si 48 425,15 -1,68 .10
No 52 512,77
Estrategias de manejo del Si 78 4,45 0,73 .46
estrés No 80 4,24
Años desde que inició el Si 61 4,39 -1,29 .20
tratamiento No 58 5,41
Cantidad de pastillas Si 61 5,41 -0,87 .39
No 58 5,98
Efectos adversos Si 61 1,70 -1,10 .27
No 58 1,79
Grado de malestar percibido Si 18 1,56 0,21 .83
por la medicación No 12 1,50
Motivos por los que ha Si 25 7,08 -0,09 .93
abandonado el tratamiento No 17 7,18
Tiempo de abandono del Si 25 2,80 0,94 .35
tratamiento No 17 2,35
Conductas orientadas a la Si 78 4,24 0,53 .60
solución del problema No 80 4,16
Conductas de evitación del Si 78 3,46 -0,63 .53
problema No 80 3,57
Cognición orientada a la Si 78 4,47 -0,48 .63
solución del problema No 80 4,54
Evitación cognitiva, Si 78 4,08 0,42 .67
resignación No 80 4,03
Emociones orientadas a la Si 78 4,31 -0,23 .81
solución del problema No 80 4,36
Evitación y descarga Si 78 2,99 3,05 .00
emocional No 80 2,42
Apoyo social Si 78 3,66 -1,69 .09
No 80 3,98
Evitación Si 78 3,51 1,71 .09
No 80 3,34

Como se observa en la tabla 8, existen diferencias estadísticamente


significativas entre las personas que conocen, y las que no conocen sus valores
de Carga Viral y CD4. Estas últimas reportan afrontar los problemas con
conductas de tipo evitativas (p= .04). Las personas que sí conocen sus valores

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de C.V. y CD4 muestran un afrontamiento emocional orientado hacia la solución


de los problemas (p= .04).

Tabla 8. Comparación de Medias: Variable “Conocimiento de valores de C.V. y CD4”

Conoce N Media t. Sig.


Valores C.V.
y CD4
Carga viral Si 100 11045,82 0,53 .60
No 0 .
CD4 Si 100 470,71 1,72 .09
No 0 .
Estrategias de manejo del Si 100 4,40 0,10 .92
estrés No 58 4,24
Años desde que inició el Si 80 5,36 0,07 .94
tratamiento No 39 3,92
Cantidad de pastillas Si 80 5,71 0,75 .46
No 39 5,64
Efectos adversos Si 80 1,75 -0,46 .65
No 39 1,74
Grado de malestar percibido Si 20 1,60 -1,07 .29
por la medicación No 10 1,40
Motivos por los que ha Si 26 6,92 1,36 .17
abandonado el tratamiento No 16 7,44
Tiempo de abandono del Si 26 2,42 -0,86 .39
tratamiento No 16 2,94
Conductas orientadas a la Si 100 4,27 0,83 .41
solución del problema No 58 4,06
Conductas de evitación del Si 100 3,46 -2,10 .04
problema No 58 3,61
Cognición orientada a la Si 100 4,55 0,40 .69
solución del problema No 58 4,42
Evitación cognitiva, Si 100 3,96 -0,73 .47
resignación No 58 4,22
Emociones orientadas a la Si 100 4,37 2,01 .04
solución del problema No 58 4,28
Evitación y descarga Si 100 2,65 -1,77 .08
emocional No 58 2,79
Apoyo social Si 100 3,96 0,53 .56
No 58 3,57
Evitación Si 100 3,35 1,65 .10
No 58 3,54

Existe una diferencia estadísticamente significativa (p= .02) en relación al


uso de una modalidad de afrontamiento evitativa (conductual, cognitiva y

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emocional) entre las personas que se encontraban haciendo TARV y aquellos


que no estaban en tratamiento. Los valores promedios de las personas que
utilizan una modalidad de afrontamiento evitativa es más alta entre aquellos que
se encontraban en Tratamiento Antirretroviral. Aquellos que no estaban en
Tratamiento Antirretroviral presentaron una Media más baja en esta modalidad
(Tabla 9).
Tabla 9. Comparación de Medias: Variable “Tratamiento Antirretroviral”

TARV N Media t. Sig.


Carga viral Si 80 9562,26 -0,60 .55
No 20 16980,05
CD4 Si 80 464,86 -0,44 .66
No 20 494,10
Estrategias de manejo del Si 119 4,38 0,44 .66
estrés No 39 4,23
Cantidad de pastillas Si 119 5,69 -1,36 .18
No 0 .
Efectos adversos Si 119 1,75 -0,15 .88
No 0 .
Grado de malestar percibido Si 30 1,53 -0,58 .56
por la medicación No 0 .
Motivos por los que ha Si 33 6,45 -0,58 .56
abandonado el tratamiento No 9 9,56
Tiempo de abandono del Si 33 2,45 0,46 .65
tratamiento No 9 3,22
Conductas orientadas a la Si 119 4,19 -0,75 .45
solución del problema No 39 4,22
Conductas de evitación del Si 119 3,49 0,30 .76
problema No 39 3,60
Cognición orientada a la Si 119 4,48 0,84 .40
solución del problema No 39 4,58
Evitación cognitiva, Si 119 4,07 0,04 .96
resignación No 39 4,01
Emociones orientadas a la Si 119 4,29 -0,60 .55
solución del problema No 39 4,47
Evitación y descarga Si 119 2,72 -0,44 .66
emocional No 39 2,65
Apoyo social Si 119 3,87 0,44 .66
No 39 3,68
Evitación Si 119 3,43 -2,49 .02
No 39 3,42

Con respecto a la variable Abandono voluntario al TARV, existe una


diferencia de medias que es significativa (p= .01) sólo con la variable Conductas

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de evitación de los problemas; es decir, que coherentemente con lo esperable,


las personas que abandonaron voluntariamente el tratamiento tienen una
tendencia mayor a utilizar la evitación conductual como modalidad de
afrontamiento (Tabla10).

Tabla 10. Comparación de Medias: Variable “Abandono voluntario al TARV”

Abandono N Media t. Sig.


voluntario
al TARV
Carga viral Si 22 4020,73 -0,76 .45
No 78 13027,26
CD4 Si 22 375,82 -1,94 .05
No 78 497,47
Estrategias de manejo del Si 36 4,57 0,85 .39
estrés No 122 4,28
Años desde que inició el Si 28 5,46 0,80 .42
tratamiento No 91 4,71
Cantidad de pastillas Si 28 5,79 0,16 .87
No 91 5,66
Efectos adversos Si 28 1,75 0,03 .98
No 91 1,75
Grado de malestar percibido Si 7 1,86 1,46 .15
por la medicación No 23 1,43
Conductas orientadas a la Si 36 3,98 -1,50 .13
solución del problema No 122 4,26
Conductas de evitación del Si 36 3,84 2,61 .01
problema No 122 3,42
Cognición orientada a la Si 36 4,54 0,28 .78
solución del problema No 122 4,49
Evitación cognitiva, Si 36 4,05 -0,05 .96
resignación No 122 4,06
Emociones orientadas a la Si 36 4,06 -1,46 .14
solución del problema No 122 4,42
Evitación y descarga Si 36 2,79 0,49 .62
emocional No 122 2,67
Apoyo social Si 36 3,74 -0,46 .65
No 122 3,84
Evitación Si 36 3,56 1,45 .15
No 122 3,38

En la Tabla 11 pueden observarse cuales son los motivos de abandono del


tratamiento. Muestra que los Efectos adversos son el motivo predominante en el

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abandono del TARV y que ésta diferencia es significativa estadísticamente (p= .


01) (Tabla 12).

Tabla 11. Frecuencia: Motivos de abandono del TARV (N= 36)

MOTIVOS N observado N esperado Residual

Adicciones a 1 2,6 -1,6


drogas
Cansancio 3 2,6 ,4

Cansancio y 1 2,6 -1,6


depresión
Depresión 3 2,6 ,4

Efectos adversos 10 2,6 7,4

Falta de interés 3 2,6 ,4

Negación de la 1 2,6 -1,6


enfermedad
Por error 3 2,6 ,4

Por cantidad de 1 2,6 -1,6


pastillas
Por trabajo 4 2,6 1,4

Por problemas 3 2,6 ,4


económicos
Por problemas 1 2,6 -1,6
psicológicos
Sin cobertura de 1 2,6 -1,6
Obra Social
Mala relación 1 2,6 -1,6
Médico-Paciente
Total 36

Tabla 12. Chi cuadrado: Variable “Motivos de abandono del TARV”

Motivos por los que


abandonó el TARV
Chi-cuadrado(a) 29,33

Gl 13

Sig. asintót. 0,01

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VI. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

Como surge del análisis descriptivo de los datos, la muestra está compuesta
por un tercio de mujeres. Es decir, que la mayor parte de los enfermos por VIH de
esta población son hombres. Asimismo, este dato es relevante debido a que,
históricamente, cuando se conoció esta enfermedad se creía que la misma
afectaba únicamente a hombres homosexuales. La realidad actual es que cada
vez aumenta más la prevalencia de la infección en mujeres; en cambio, en
comunidades homosexuales cada día se tiene mayor control y conocimiento
sobre el tema.

Por otro lado, también pudo observarse que más de la mitad de los sujetos
están en pareja, y que, en su gran mayoría, sus parejas son estables, de más de
un año. Asimismo, casi la mitad de las personas tienen hijos. Estos datos nos

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podrían estar indicando que más allá de la infección por VIH y su tratamiento, los
sujetos continúan afrontando los problemas cotidianos y generando proyectos de
vida completamente normales.

Tres cuartas partes de la muestra estudiada realiza tratamiento para la


infección por VIH. Esto significa que diariamente deben tomar, por lo menos, tres
pastillas. A pesar del cambio de vida que implica para ellos tomar dicha
medicación, con las incomodidades que suele generar, solo el 25% expresó sentir
malestar.

Un 22% de los sujetos abandonó voluntariamente el tratamiento. Se


observan picos de abandono, o en el primer año de tratamiento, o luego de los
tres años. Esto puede estarnos indicando, por un lado, que es muy difícil la
adaptación al régimen de medicación, es decir, adquirir un nuevo hábito, y por el
otro, que luego de algunos años de tratamiento los abandonos se podrían
producir por cansancio.

También pudo observarse que más de un tercio de la muestra no conoce


sus valores de C.V. y CD4. Esta información tiene gran importancia porque estos
son los marcadores serológicos que indican el progreso o deterioro de la
enfermedad. Su desconocimiento nos podría estar hablando de diferentes
maneras de hacer frente a la infección.

Es decir, puede sugerir indiferencia por el propio estado de salud; no querer


involucrarse con el tratamiento o directamente, la evitación total de la situación.
Inclusive, pudo corroborarse que las personas que conocen sus valores de CV y
CD4 utilizan más el tipo de afrontamiento emocional, orientado hacia la solución
de los problemas; en cambio, los que no conocen sus marcadores suelen afrontar
sus problemas con conductas de tipo evitativas.

Pudo también comprobarse que los valores de CD4 disminuyen a medida


que aumenta el tiempo de abandono del tratamiento. También disminuyen a
medida que aumenta la utilización de un afrontamiento de tipo evitativo.

Las estrategias de manejo del estrés (por ej.: hacer más ejercicio, dormir
más, beber más, fumar más) correlacionaron positivamente con todas las
estrategias-habilidades de afrontamiento orientadas a la solución de problemas,

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pero también con la estrategia evitación cognitiva, resignación. Esto podría


interpretarse como que las personas estudiadas utilizan todo tipo de
estrategias /habilidades para disminuir el estrés o solucionar sus problemas,
pero, algunas veces, estos mismos actos son utilizados para escapar de la
realidad y evitar cognitivamente el estrés que las preocupaciones acarrean.

Utilizando el modelo de Pelechano, pudimos observar que los sujetos que


componen la muestra orientan su inteligencia social intrapersonal hacía la
solución de los problemas, desde la perspectiva conductual, cognitiva y
emocional. También podríamos inferir un desarrollo mayor de la inteligencia
interpersonal ya que presentan una tendencia general a percibir apoyo social.

Por otro lado, las habilidades orientadas a la solución de los problemas


correlacionaron positivamente con el apoyo social; las habilidades orientadas a la
evitación de los problemas correlacionaron negativamente con el apoyo social.
Por lo tanto, podríamos sugerir que los pacientes que están orientadas a
solucionar los problemas perciben más el apoyo social y tienen un círculo social y
familiar contenedor. En cambio, los individuos con una tendencia a evitar la
solución de los problemas perciben menos el apoyo social y su círculo de apoyo
es más reducido. Podemos suponer que son personas que tienden al
aislamiento, lo cual reduce también las posibilidades de solucionar los problemas,
por una parte, porque limita las oportunidades de acceder a la solución que el
otro nos aporta, y por otra parte, porque la falta de afecto hace que tiendan cada
vez más al ostracismo en un círculo vicioso.

Considerando la variable apoyo social, se observó que los hombres suelen


percibirlo más que las mujeres. En algunos estudios se atribuye este aspecto a
que las mujeres relegan su tratamiento y su enfermedad, al cuidado de sus hijos
y parejas; por lo tanto, perciben menos el apoyo social. También se observó que
las mujeres tienen una mayor predisposición a la evitación. Como se dijo
anteriormente, el apoyo social percibido correlacionó negativamente con las
habilidades de afrontamiento orientadas a la evitación. Aquí puede interpretarse
como que las mujeres utilizan la evitación en relación a su enfermedad porque
priorizan el cuidado de su familia, y esta estrategia las lleva a contar con menos
apoyo social.

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Por otro lado, las personas que se encuentran en pareja y las que tienen
hijos presentan una tendencia mayor a utilizar como habilidad de afrontamiento la
evitación, descarga emocional. La evitación se explica porque es muy difícil
cargar con una enfermedad crónica con todo el estigma social del VIH y tener la
responsabilidad de una pareja o una familia. La descarga emocional se explica
porque en muchas ocasiones el contar con alguien hace que sobre ellos recaigan
los enojos y frustraciones.

A pesar de que las personas que están en tratamiento antirretroviral tienen


una tendencia mayor a ser evitativas en las tres modalidades (conductual,
cognitivo y emocional) que las personas que no están en tratamiento, aquellas
que alguna vez abandonaron el tratamiento mostraron utilizar más conductas
orientadas a la evitación ante los problemas.

Con base en los resultados obtenidos y adhiriendo al enfoque sobre la


estabilidad en las habilidades de afrontamiento como parte de la inteligencia
socio personal expuesta por Pelechano, Matud y de Miguel, consideramos que
conocer la tendencia del estilo de afrontamiento general de los pacientes previo
al inicio al tratamiento puede ser un buen pronosticador de su adherencia al
mismo. Como ha sido extensamente explicado previamente, en esta enfermedad
en que el virus muta y se convierte en resistente a los tratamientos, y que los
fármacos existentes son limitados, tener la ventaja de conocer previamente las
probabilidades de adherencia por medio del conocimiento de las habilidades de
afrontamiento puede convertirse en un elemento fundamental para el éxito
terapéutico.

Para concluir, podemos agregar que hemos corroborado la hipótesis antes


enunciada y que se han cumplido tanto los objetivos generales como específicos.

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VII. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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56
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María Morna González Vera

VIII. ANEXO

UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN LUIS


FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS

Edad:……….
Sexo: M  F

Actualmente se encuentra:
Solo/a  En pareja 
Si está en pareja cuanto hace?
Entre 1 y 6 meses 
Entre 6 y 12 meses 
Más de 12 meses 
Hijos: sí  no  Cantidad:………..
Cuáles son sus valores actuales de:
Carga Viral:…………………..
CD4:……………………

ESCALA DE AFRONTAMIENTO
INSTRUCCIONES
Intentamos conocer cuáles son las formas que usted usa al tratar de solucionar los
problemas que se le presentan cotidianamente. No hay respuestas buenas ni malas, por
favor conteste con toda sinceridad, diciendo la verdad. Elija la opción que refleje mejor
su propio caso encerrando en un círculo la respuesta.

56
Habilidades-estrategias de Afrontamiento y Adherencia al Tratamiento Antirretroviral en pacientes con VIH-SIDA

María Morna González Vera

“CUANDO TENGO PROBLEMAS ACTÚO DE LAS SIGUIENTES FORMAS”

1. Trato de conocer más el problema


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

2. Hablo con mi pareja o mi familia sobre el problema.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

3. Hablo con un amigo acerca del problema.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

4. Hablo con un profesional (médico, abogado, etc.) del problema.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

5. Le pido a Dios que me guíe o me dé valor.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

6. Me preparo por si pasa lo peor.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

7. No me preocupo, pienso que todo saldrá bien.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

8. Cuando me siento enojado/a me desquito con otras personas.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

9. Cuando me siento deprimido/a desquito con otras personas.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

10. Trato de ver el lado bueno del problema.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

11. Hago otras cosas para no pensar en el problema.

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Habilidades-estrategias de Afrontamiento y Adherencia al Tratamiento Antirretroviral en pacientes con VIH-SIDA

María Morna González Vera

A B C D E F
Frecuentement
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e

12. Pienso en un plan de acción y lo llevo a cabo.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

13. Pienso en varias formas de resolver el problema.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

14. Me guío por mis experiencias pasadas en situaciones similares.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

15. Demuestro o expreso lo que siento.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

16. Tomo las cosas como vienen, y las resuelvo paso a paso.
A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

17. Trato de analizar el problema y de ver las cosas objetivamente.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

18. Pienso en el problema para tratar de entenderlo mejor.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

19. Trato de no precipitarme y no actuar impulsivamente.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

20. Me digo cosas a mi mismo para sentirme mejor.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

21. Me olvido del problema por un tiempo.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

22. Sé lo que debo hacer y me esfuerzo para que salgan bien las cosas.
A B C D E F

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María Morna González Vera

Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

23. Prefiero estar alejado/a de la gente.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

24. Me propongo que la próxima vez las cosas serán diferentes.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

25. Me niego a creer lo que está pasando.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

26. Si no puedo hacer nada para cambiar las cosas, las acepto como vienen.
A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

27. Trato de permanecer insensible, que no me afecte.


A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

28. Busco ayuda con personas o grupos que hubieran tenido experiencias
parecidas.
A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

29. Trato de llegar a un acuerdo para rescatar algo positivo del problema.
A B C D E F
Frecuentement
Nunca Casi Nunca Pocas Veces Casi siempre Siempre
e

30. Trato de relajarme y tomarlo con calma.


A Bebiendo más
B Comiendo más
C Fumando más
D Durmiendo más
E Haciendo más ejercicio
F Hago otras cosas (anotar):…………………………………

31. ¿Cuántos amigos/as considera que tiene?


A B C D E F
Más de
Ninguno Uno Dos Tres Cuatro
cuatro

32. ¿Cuántos amigos/as cercanos con quienes pueda conversar de sus problemas
tiene?
A B C D E F
Ninguno Uno Dos Tres Cuatro Más de

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María Morna González Vera

cuatro

33. ¿A cuántas personas conoce de quienes pueda esperar ayuda real cuando
tiene problemas?
A B C D E F
Más de
Ninguno Uno Dos Tres Cuatro
cuatro

34. Tengo un círculo de amigos/as con quienes mantengo un contacto cercano


A B C D E F
Una vez
Una vez al Una vez a la Una vez al Una vez Una vez
cada 6
día semana mes cada año cada 2 años
meses

 ¿Actualmente está realizando tratamiento antirretroviral? si  no 

 En qué fecha, inició el tratamiento que está haciendo ahora:


Mes:……………………………… Año:……………………

 ¿Cuántas pastillas para el HIV toma diariamente? …………………….

 Su medicación ¿le produce algún tipo de efecto adverso? si  no 

 De haber contestado “si” en la pregunta anterior, indique el grado de malestar que le


ocasiona la medicación:
Poco malestar
Mediano malestar
Mucho malestar

 ¿Alguna vez abandonó el tratamiento por su cuenta? sí  no 

 ¿Por qué motivo/s abandonó el tratamiento antirretroviral?


………………………………………………………………………………………………………
………………………………………………………………………………………………………
……………………………………………………………………………………………………

 Si usted abandonó el tratamiento, fue por un período de:


Menos de 6 meses
Entre 6 meses y un año
Entre 1 año y 2 años
Entre 2 años y 3 años
Más de 3 años

 ¿Por cuánto tiempo realizó el tratamiento antes de abandonarlo?


Menos de 6 meses
Entre 6 meses y un año
Entre 1 año y 2 años
Entre 2 años y 3 años
Más de 3 años

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