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Estos son algunos otros logros a los que se debe estar atento.
Logros de movimiento
Logros cognitivos
El cambio más importante en esta etapa es el ingreso a la vida escolar, en la cual el niño se
enfrentará a nuevos alimentos y rutinas. Para este momento debe ser capaz de comer,
vestirse e ir al baño solo, controlar esfínteres y realizar rutinas de autocuidado sencillas,
como peinarse y lavarse los dientes, bajo cierto grado de supervisión.
Aprender a leer y escribir permite que el niño acceda a internet, por lo que la supervisión
por parte de los padres de los contenidos a los que se accede debe ser más estricta. No
olvidar que las niñeras, empleadas domésticas y abuelos pueden no tener el suficiente
criterio o conocimiento para realizar esta tarea.
La alimentación en esta etapa debe ser rica en frutas, verduras y lácteos, evitar paquetes,
fritos y comidas rápidas. Se debe favorecer la introducción de nuevos alimentos, así no
sean del gusto de los padres. Los niños comen solos.
Los controles médicos deben realizarse en forma anual y deben incluir control de peso y
talla, examen visual, auditivo y odontológico. No olvidar los refuerzos de vacunas de los 5
años, ni la influenza anual.
En cuanto a la motricidad fina, en esta etapa el niño ya puede aprender a hacer cubos y
bolitas con pinza trípode, soltar bolitas en un frasco. Intenta amarrarse los cordones, hace
trazos con líneas y círculos, y agarra con una o dos manos. Tiene mayor precisión en el uso
de herramientas, hace una torre de cubos más precisa y se ata los cordones. Domina el
manejo del lápiz y realiza trazos como rombo, triángulo y cruz.
A los 5 años puede dar un salto, corriendo; baja escalera alternando pies y la cabeza
permanece erguida, a pesar de inclinación del tronco.
Los padres deben reconocer, en esta etapa, a sus hijos como seres independientes,
capaces de asumir responsabilidades y de expresar opiniones y tomar algunas decisiones.
En el lenguaje, maneja conceptos ‘en’, ‘sobre’, ‘debajo’, ‘encima’; a los 4 años el sistema
lingüístico se va perfeccionando, con menos errores gramaticales. Aumenta su capacidad
para comprender los sentidos figurados, alejándose de lo literal. Su lenguaje madura y se
adapta al interlocutor y al contexto. Además, alimenta su lenguaje afectivo y utiliza frases,
gestos, comportamientos en el hogar de respeto y cariño. Pide ayuda, se disculpa, saluda,
da las gracias. Los padres deben pedir que asuma estas prácticas con su familia y, poco a
poco, irá interactuando con los demás.
El niño acepta un ¡No! como respuesta, pero hay que ayudarle a entender que su punto de
vista es válido sin perder nunca los límites y pautas claras de comportamiento. Hay que
permitirle las equivocaciones y enfocarlo en enseñarle a encontrar soluciones acordes al
error. Así, por ejemplo, si su hijo derrama el jugo en la mesa la solución efectiva será que él
mismo limpie el lugar, aun cuando no lo haga de manera perfecta.
Ayudarles a desarrollar una personalidad segura, autónoma, autocrítica se logra desde los
primeros años, cuando su ambiente es seguro, sano, confiable y correctivo. La salud
emocional de los padres y/o cuidadores sigue siendo fundamental.
Evitar el uso de frases descalificativas sobre él o ella. Los niños en este periodo son más
autónomos y pueden presentar algunas dificultades con el seguimiento de normas. Hablar
siempre de su comportamiento y no de él o ella como persona, ejemplo: “tu manera de
actuar es grosera” es distinto a decir “tú eres grosero”. El niño comprenderá que no es él
un problema sino algunas formas en las que se comporta.
Los padres deben interesarse por sus sueños, juegos en el jardín, amigos, dibujos,
programas favoritos, etc.; sorprenderse con sus ideas y valorar su imaginación. Esto
fortalecerá la comunicación, la empatía y el vínculo afectivo entre ambos.