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SANTOS ALo1Al O

JUEGOS PRO- DIBIDOS

FOLLETO

.rs
s :

pab1icada en la

REVISTA DE LOS :['RIBUNALES

MADRID

CENTRO EDITORIAL DE GóNGORA

I calle de San Bernardo, 50 .


1893
x

JUEGOS PROHIBIDOS
JL E GUS PROHIBIDOS

FOLLETO

pabiicado ea a

REVISTA, DE LOS TRIBUNALES

* i .~/ JJ ~ G~i, *

MADRID

CENTILC) EDITORIAL DE tx óNGOEA


calle de Sau Bernardo, 50 .
1893

- P\r p~,`l
11
i

H;7 JU E GO

óFiz este libro apartadamente de


los otros fueros porque se juzguen los
tafures por siempre, porque se viede
el destrez • se escusen las muertes ‚
las peleas ‚ las tafurerƒas, ‚ tobo por
bien el Rey como sabidor, ‚ enten-
diendo todos los bienes que oviesen
cada una pena ‚ escarmiento del des-
crecer ‚ en los otros enga„os que se
faces en las tafurerƒas .…
(Pr †e "unbulo al 0r †d en(in‡erˆto de este
nombre) .

Ardua empresa serƒa siempre, pero mayor si se atiende ‰


nuestras escasas fuerzas, sujetar ‰ un examen crƒtico la cuesti•n
de si un hecho que el C•digo penal castiga debiera • no borrarse
de este libro, pues por ligero que este examen sea, tendremos que
remontarnos ‰ la esfera de la moral y del delito, para despu‚s
de fijar con exactitud los lƒmites de una y otro, marchar con paso
firme por el sendero de la ciencia jurƒdica, y poder exponer con
claridad y acierto, los desastrosos efectos que la confusi•n de ta-
les deslindes haya podido producir en la pr‰ctica, verdadera pie-
dra de toque de todas las instituciones humanas .
Pero ‰ pesar de todo ello nos lanzamos ‰ la palestra, no con la
altanera presunci•n de convencer ‰ cuantos lean estas desali„a-
das lƒneas, ni menos esperar que desde luego sea aceptada nues-
tra opini•n como un principio de derecho, sino con la noble sa-
tisfacci•n y el sano orgullo de arrojar al campo de la discusi•n
cuestiones que, planteadas y discutidas por hombres de valer y de
4
2

vasta erudici…n, pueda en su d†a darse un paso adelante en la di-


f†cil ciencia del Derecho penal .
Nos referimos, como desde luego ha podido comprenderse, •
los juegos de envite y azar penados por los art†culos
35i-
plantear
guientes del C…digo de 1870, y desde lue g o pode
nuestra tesis … afirmaci…n en los t‡rminos siguientes
El juego de buena fe, … mejor dicho sin fraudes … engaˆos,
aunque sea de envite y azar, por reprobado que est‡ por la moral,
por grandes que sean las apuestas que se crucen y desastrosos
los efectos que produzcan en el mundo social, nunca pueden per-
tenecer • la esfera de la ley, ni constituir delito, ni por lo tanto
a formar parte de un buen C…digo penal, si bien la sociedad por su
parte debe buscar los medios de evitar … aminorar al menos los
funestos efectos que este vicio produce .
No se nos oculta que casi todas las naciones de Europa y aun
algunas de Am‡rica y el Asia, han. considerado como delitos los yCo .ma'ó
_juegos de que tratamos y les han seˆalado una sanci…n proporcio-
nada en sus respectivos C…digos, si bien predominando en ellas
diferentes criterios, como tendremos ocasi…n de exponer en el
curso de este trabajo ; pero el detenernos ante la autoridad de los
preceptos del derecho constituido, equivaldr†a • renunciar • los ;; air•,` q‚c
m•s respetables principios … axiomas de la ciencia jur†dica y • re- ~,,ite ~ aiar
nunciar • las reformas que como corolario se desprenden de las
mismas ; y el pararnos ante el derecho de otras naciones sin otro
criterio que el verlo consignado en sus C…digos, nos conducir†a
tal vez • faltar • las reglas tan sabiamente establecidas por el au- !cr ami
tor de la Cielzcia de la Le ,~;- islaci,1~n, de que las leyes deben aco- 'eT1teYC~

modarse • la posici…n topogr•fica del pa†s, esterilidad … abundan- Y "i,aC1ƒC1(

cia del terreno, extensi…n del suelo, y al genio, †ndole, religi…n y


„10 ~~:
estado de cultura de sus habitantes .
>>-'~~~ol~ar t
Hemos dicho que s…lo nos referimos • los juegos de buena fe
y de ninguna manera • los engaˆosos, como llaman las leyes de
Partida (7 .', t†t . 16, ley 11), ni • los en que se maneja naipes … ~~,r paru ,~
ra podNr
dados falsos, acto que castiga el C…digo penal austriaco ; ni • los
en que se cometen dolos … fraudes, como dice la ley 15, t†t . 23 de
la Nov†sima Recopilaci…n, se valen los juga‰tores de medios frau-
tiulentos para asegurar la suerte, como se d‡dubŠ'e nuestro C…-
SO adelante er, ~, ; -3-

.do digo vigente, se amarran • hacen saltar las cartas, como afirma
h ender,~
Colla r -el c‚lebre comentarista Pacheco, que ha oódo decir que se hace
artóculos ~ .
{ se emplea, ni † ningƒn otro en los que : se usa de cualquier en-
o pod
r P1a7, ga‡o de los que la astucia sabe amoldar † la naturaleza especial
uie,ntes :
de los juegos, porque estos tales que asó juegan, si bien deber†n
raudes • ens,
f
per castigados, no deben serlo como jugadores ; pues como dice
p

est‚ or la r ~--l referido autor de la C.e'~1c la chi la Leg islaci,ˆa, ‰cuando la pa-
Ue :;,:
-ru fen y, desa`,,
si•n ciel juego haga del jugador un ladr•n, deber† ser castigado
nunca puedr
i '
coreo ladr•n, pero no como jugador . ˆ
lito, ni Ahora bien : ajustando las palabras de tan eminente publicista
por ]o [ ;

n la sociedad 1, :,,
a tecnicismo de nuestro C•digo, podemos afirmar resueltamente
rnorar al que tales delitos podr†n encajar perfectamente en el tótulo que
'trata de las estafas y otros enga‡os, • acaso mejor equiparar † los
que de tales medios se valen en el juego, con los tomadores, en-
les de Euro, ::1 -
-
--

terradores • con los que se conocen con otros nombres tan dife-
Ldo como debt, :;
rentes como ingeniosos con que los mismos malhechores han de-
1
sanciƒn pro[y ;, . .,,s?-,G-nado † los que con m†s • menos destreza se apoderan fraudu-
dominando enc:i lerntamente de lo ajeno ; pero nunca se podr† para castigar estos
1 (le exponer c actos punibles inventar un delito que carece de las verdaderas
la autoridadsc . condiciones de tal .
1 ó renunciar J , Acaso se dir†, y quiz† con sobrado fundamento, que en los
ncia juró„i „
V ,: j u .egos de envite y azar en que se cruzan crecidas cantidades hay
desprendell c L par, peligro de que se empleen alguno de los medios fraudulen-
.s nac10ne` …ll' tos indicados, y que p r lo regular los c†ndidos subyugados por
(l05, I105~Undu"' a pasi•n del juego suelen ser \'óctirnas de los versados en tafure-
r-s_as, como los ambiciosos vulgares lo son de la sutileza de los to-
ahlecidasporc
Jeyes J I 'I4,
madores • enterradores ; pero adem†s de que no puede sentarse
dl
esta afirmaci•n como principio absoluto, vamos † tratar ahora la
~rilidad i} aL"
cuesti•n s•lo en abstracto, sin perjuicio de que m†s adelante po-
II1U <~
darnos probar tambi‚n que aun para mejor perseguir estos delitos
.ser† conveniente • necesario que los juegos de envite y azar no
ue20s ~' ~, de
uer
tornen parte de nuestro C•digo penal .
1a,11a11 Ja '
roi] - -
Para poder apreciar debidamente si un acto cualquiera cons-
,,iai1 ~'1 tituye • no delito, es necesario fijar previamente la naturaleza de
‚ste y su verdadero concepto, y al hacerlo no aceptaremos la de-
f a0 5 t r 'a` ,

tlnici•n de Pe n~, thaz


ue llama delito † todo acto prohibido por la

ley, pues adem†s de que ha`- muchos actos prohibidos por el de-
de n1e~
j1L'~ `trVLi'

- 4 -

toda discusi„n que no se levantc--


recllo ciVil clue no son delito . .aioó ~`''0:
al derecho constitu ente ser†a in‚til, toda vez que nuestro C„digo ~t~i•1 ~h

clara y terminantemente prohibe los juegos de envite y i~

penal <
entre

azar . )11CeP tos


Tampoco aceptaremos la definici„n que del mismo da el C„--- 1, last

digo penal franc‡s en contraposici„n ƒ los cr†menes y ƒ las con


h ll' tS0,

travenciones, ni estamos conformes con el, austriaco, que despu‡s


de sentar en su art . i .<' que toda acci„n contraria ˆ la ley estƒ su- q 1110
dei
jeta ƒ responsabilidad, coloca al delito enfrente de las infraccio-
' . ,Ito de U

nes graves y aun las infracciones de polic†a, porque tales defini-


fond,?, d
ciones consideran al delito conlo una parte tan s„lo del concepto
,, el del‚-
elevado que nos merece .
npkt01
Casi todos los C„digos flan definido el cielito como lo hace e
riolaci(
nuestro, „ sea en un sentido prƒctico, pues s„lo considera actos
punibles los que estƒn penados por la ley . Y si bien no criticare-
mos esta manera de definir el delito, cuando se legisla acerca de decir, q t
materia tan importante, porque como dice uno de los primeros pu- ~sarlo q l
blicistas espa‰oles, D . Joaqu†n Francisco Pacheco (p Š',,)-. 70, libro requeribl
primero del C„digo penal concordado y anotado), (dos C„digos scientelne
modernos, al proponerse el definir el delito, han considerado ge- 1 autor
neralmente, y han tenido raz„n en considerarlo as†, que las leves i lelito:
no son libros de ense‰anza, sino reglas de prƒctica, que toda, .,;~o et ƒ d
definici„n, peligrosa por lo com‚n en ellas, deb†a limitarse al as- acabam(
pecto prƒctico y externo, „ sea las rese‰as de las circunstancias arrai a~
evidentes y tangibles que en la esfera legal distinguen y ;_,araste
jue aur
rizan lo que trata de explicarse ; ‹ tampoco podemos aceptarla ;.
iitos, O
porque no es 10 mismo legislar que tratar una cuesti„n cient†fica ;
, ƒ ;a n
y porque la naturaleza de la cuesti„n que discutimos nos conduce
tales act(
ƒ la esfera (le los principios, en la cuall liemos (le permanecer, sir .
„ los de
(lue bajo ning‚n pretexto ni motivo podamos abandonarla .
'4 Muchos publicistas lo han definido
: la infracci„n „ quebranta-
miento de un deber; pero nosotros tampoco consideramos 00111-- ' ueStp v a e
l)leta esta definicion, hues de aceptarla nos quedar†a la duda c e fl qUe dei
si el deber era un deber moral tan solo, en cuyo caso podr†a muy ,juego
fƒcilmente confundirse el delito con el pecado .
11
Penemos, pues, necesidad al definir el delito, de prescindir de q
cie lc>s c , chc-l -
c s ue el hombre tiene con Dios v consigo mismo . J )1tJ acjGn

a Otr…


tóp
110
"1' :
que Bek
-z que nll tro
's Jue go s
IS , acept•ndolos „nicamente como base moral y fundamento de
a de E 7 ., nuestros actos, pero qued•ndonos tan solo como objetivo de la
cuestiƒn de que tratamos con las relaciones ƒ condicione-t'~ idad que
gel ll ~i s ,1lo
Q~ existe entre los hombres entre s…, fundamento verdadero de los
rlruen eS T
•,G , dos conceptos derecho y deber, complementarios esencialmente
Llstria co
qued~~,
entre s…, hasta el extremo de no poder existir el uno sin el otro .
rr;ri a . -
~i la le ,,
;, Por eso, pues, prescindiendo de la cuestiƒn suscitada por
Jnte cle
la, inirG,, Rossi !‰ )trecho ~~~ ;tzl, torno 1, p• g .
21 S), de si ser…a m•s acepta-
horclue tale,‚ . ble, como definiciƒn del delito, Šlesiƒn de un derecho ƒ quebran-
In sƒ,1 0
del cGn .:.
tamiento ele un deber,‹ pues como el mismo indica son idŒnticas
en el fondo, diferenci•ndose tan solo en que en un caso se con-
lito como lo
sidera el delito subjetiva y en el otro objetivamente, aceptamos
hir
por completo la definiciƒn que de delito da el referido autor, ƒ
sƒlo Considers
„ .,
sea Šla violaciƒn de un deber requ rit~le‹, con sƒlo a•adir • la pa-
si Mell nocr……r
labra violaciƒn la de consciente .
se legisla aCer
Es decir, que para que pueda calificarse de delito un hecho,
de los priii~era es necesario que existan dos entidades : una • quien asista un de-
1heco recho requerible que en el otro ser• deber, y que la primera libre
~tado i, i los ~… y conscientemente lo infrin a . As…, pues, lo han comprendido,
i<<n considersdo ; desde el autor de las Partidas, que en el pre•mbulo de la 7 .a de-
lo as…, gUCC las :, fine el delito : ŠMalos fechos que se tacen • placer de la una parte
)raCtica, † (]q :. .
et • da•o et • deshonra de la otra,‹ hasta Rossi en la definiciƒn
l …a limitorses…=
en que acabamos de ocuparnos .
Tan arraigados se encuentran tales principios en nuestra con-
las c',ern1
,ciencia, que aun admitiendo como r,o podemos henos de admitir
;tin~;uen r Cara
como delitos, ƒ como infracciones de polic…a al menos, los actos
lodCIllos a ~ rrf
contrarios • la moral p„blica, sƒlo rociemos admitir esta doctrina,
, Uesti‡ l CiCCfif
porque tales actos lastiman ƒ pueden lastimar los derechos de un
{~``
tim OS i~oscor tercero, ƒ los de la sociedad, representa ate de los de la colecti-
i"aneC~r, .
le pel- vidad .
ri~andonar
la . Expuesto ya el concepto del delito, como se desprende de la
bgi,elrs~
;C…„n
definiciƒn que del mismo acabamos de (lar, rŒstanos examinar lo
J
1er rl"'` `'
que es el juego, para poder apreciar si reune ƒ no las condiciones
e dar…a
la `l ˆ~ que, seg„n la misma definiciƒn, deben concurrir en todo delito .
l,o ~r,l Ti~ EliueŽo de que tratamos no es otra cosa, • nuestro juicio,
~,aso
que ((la obligaciƒn que un individuo voluntariamente se impune
de entregar • otro una cantidad determinada, si le es contraria
p1."
ito, de 11

`orls ,]"o nr'





Rla
Pin ,~
ór 11e~
fa
a,
Y
c

s(
,

una jugada de azar † de suerte, † de recibirla † reclamarla sƒ IE‡ e 1


f ~i d 1~5
1`1101a

~ .P ~ •~a(lot r~
fuese favorable .ˆ
e~t1t

Difƒcil, … la par que in‰til, serƒa enumerar todas las capricho--- del 1 Cl'

star ~ tan ~ 1vi‚11

sas variedades a que la pasi†n del juego sujeta la suerte ; pero , e


,,1a''ac ili
mas difƒcil y mJs in‰til aun serƒa intentar hacer un deslinde eTI_ c

tre los juegos de habilidad y aquellos otros cuyo resultado pen-


de de la suerte † de la casualidad, pues ni en aquellos deja de Šn--
l~a
de fils

la ' Jot,f'11o
fluir la suerte las m…s veces, ni en estos, por lo menos en algunos Ic~ld,~
el
casos, deja de tener participaci†n la habilidad del jugador, y tan
to es asƒ que bien pudi‚ramos citar consultas de algunas Autori- s er
de
dades de provincias sus superiores jer…rquicos acerca de si de- ~.a,,il1aola
d e (r
,
terminados juegos estaban † no prohibidos por predominar en ue, n1 `1
tan el
ellos la suerte † la fiabilidad del jugadoor . S
0,

Ahora bien : el jugador que juega su dinero y juega de buen n1~s


~; ~D 1' auf' la
` `~cen
fe, ning‰n derecho infringe toda vez que el derecho de propiedad . con la en~bri
le autoriza para disponer de ‚l … su antojo, sin que ning‰n par‡ tambi‚n
.. ~ a que e
ticular ni la sociedad misma se lo im,~ida . sus c,
rlra eti, e~e
7 Cierto, muy cierto, que el derecho civil limita aquella libre f ,- j1lstihcac
casi
cultacl en algunos casos, bien en consideraci†n de su mujer ‹ hi;--
que
dos, bien atendiendo al :uƒSIlo interesado, pero no es menos cier- radrƒa, en

per .
to que nunca el derecho penal ha castigado estas extralimi .tacio- „ia de algunas

nes, limit…ndose la ley civil … declararlo pr†digo y privarle de fa_ ::::snide lumbradas

administraci†n de sus bienes . ?aro producto de

Luego si el hombre tiene la facultad † el derecho de disponer :~ ;adar6 comprome


libremente de sus bienes con escasƒsinn…s limitaciones en el terre--- - ion la ilusoria e
no civil, el ejercicio de este derecho nunca puede constituir -
,)or estar permi
delito .
son ment
Adem…s, si para que este exista es necesario que se quebrare-_
r, sociales y … l .
te consciente y libremente un derecho requerible, necesario s 1r-
ó''.a † el bacarrat,
tam'bis)n que alguno obstente este derecho, lo cual no es pos-11 ,-,,
trat…ndose del que verdaderamente es dueŒo . ~~ Se dig a que 1

•Es por ventura que la sociedad ejerce una tutela tal sobre, el maneras expue

particular que puede hasta castigarle por el mal uso que haga ‚ ~~ ~Aeclar…ndole p~

pueda hacer de sus bienes? :ene4


la
perso

Esta doctrina, exageradamente socialista, no la encontramo~- que ade m~~

conforme ni con los textos legales ni con los principios cientƒficos , declare 1
que los han encarnado, antes bien
vemos todo lo contrario, pues , "ó ener al trat ,

''umento na d a

el Estado contempla imp•vido y como cruzado de brazos otros


rle r`

sujeta
i
tod~i

la
la, c ; ..

ape
actos tanto ‚ m•s inmorales y tanto ‚ m•s perjudiciales al bien-
estar y porvenir de las familias como los juegos de envite y azar .
lJa Cer

de ii Si la ley, ‚ mejor dicho la sociedad, entiende que debe cons-


c L1 O re, l~ .u ,
tituirse en tutor del jugador reprimiƒndole y aun castig•ndole,
en
acluellosd ti ;,, „por quƒ no lo hace tambiƒn cuando un marido c…nico, olvidando
X]-1o :.

~e ;
1 Cp(
n
los lazos de la familia y vilipendiando por lo tanto los m•s sagra-
clad ~.
ciel Jugadr~r
dos deberes de la moral póblica y privada, gasta el capital que
tas d,
alti i , acaso llevara al matrimonio la que sufre el m•s amargo abando-
Ulc(Js acerca no, satisfaciendo el lujo, los caprichos, y hasta el derroche de una
c~,
manceba?
for
r~S pred~m .
Tendr…a, si hab…a de ser l‚gica, que contener y castigar •
otros hombres que, m•s degradados ‚ por lo menos m•s grosera-
lern
'Juega ~~
mente degradados, gastan en crapulosas org…as no solo el dinero,
derecho de pr_
sino tambiƒn y m•s aun la dignidad de hombre, que la rebajan y
Stil
(lue 1n1 Y"I"
la embrutecen con la embriaguez .
Tendr…a tambiƒn que corregir y castigar al fr…volo ciudadano
Imta agUellalie que comprometiese sus capitales en gastos inótiles y supƒrfluos,
ón de su nip. :: producidos y casi justificados por una rid…cula monoman…a .
fl) no es I1eJ" :~" Y tendr…a, en fin, que corregir, acaso con mayor energ…a, la
estas eltralic;i:. tendencia de algunas personas y aun familias, dominadas por la

ligo plirarle ambici‚n ‚ deslumbradas por el fausto, que despreciando el lento


pero seguro producto del trabajo honrado, se arrojan • empresas
arriesgadas ‚ comprometen su fortuna en jugadas de bolsa, alu-
lerecho deli
cinados con la ilusoria esperanza de fabulosas ganancias, jugadas
acione ee
que, no por estar permitidas por todas las legislaciones que casti-
i puede CO

gan el juego, son menos inmorales y menos perjudiciales • los


intereses sociales y • la tranquilidad de la familia que la ruleta,
la banca ‚ el bacarrat .
Y no se diga que la sociedad ya pone, freno al que de alguna
de las maneras expuestas compromete su fortuna ‚ la de su fa†
milia, declar•ndole pr‚digo y encargando la administraci‚n de
utela t,,l ~' sus bienes • la persona designada para tales casos por el C‚digo
uSO pe
~l ib civil, porque adem•s de que nuestra opini‚n no se opone • que
tambiƒn se declare pr‚digo al Jugador y se le apliquen las leyes
que en general tratan de los que derrochan sus bienes, semejan-
te argumento nada dice ni menos puede alegarse congo defensa


le `,
ólde ib
~`aveda
de los C…digos que castigan el juego de suerte … azar, toda vez ~`
que no se oculta ni aun al m†s novel j urista la diferencia esen- . o
Bi
t.

) l
cial que existe entre las prohibiciones ciel derecho civil y los ac e ,, ri1lCl
l
1lSt'Ode

tos que por su naturaleza son penables y han venido por lo tanto la
l all' ( 1 eI1

† ser objeto de alguno de los art•culos del C…digo criminal ; y tan- '.st)~
no se e "
to es as• que en ninguna naci…n se castigan los actos que sirven
e.\•
de base … fundamento † la declaraci…n de prodigalidad, si por las uando son
1
Co11Cll'
circunstancias que les acompaƒan no est†n comprendidos en al- ,, 1o la
gón otro de los art•culos de la ley penal ,;,~
clue tanib'
' Si, pues, el jugador al comprometer su dinero en el juego, y ‚ ej einplo,
si se quiere m†s al perderlo, no quebranta ni infringe ningón de- [rolpeS a to(
recho requerible y no comete por lo tanto delito, tampoco lo co- de azar, b
mete cuando la suerte le es favorable y gana el dinero del con- 10 obstante
trario, pues tal lucro procede de un acto ejecutado por dos indi-
le Cada allo
viduos en el pleno ejercicio de sus derechos ; que ni aun inmoral
s
eƒaladas po
ser† mientras no se examine con relaci…n † la fortuna y † las
,;,,no ser•a a
obligaciones sociales del jugador ; por eso se tolera el juego de
suerte v azar cuando se cruzan cantidades insignificantes . "- pr111C11)lo Sel

, :a fija
Y † la verdad que se colocar•an en situacion cr•tica y dif•cil COMO

los partidarios de castigar el juego de azar, si al propio tiempo se :otras ser•a l•c
empeƒasen en sostener los contratos aleatorios cualquiera que bangllero jar
fuese su clase y naturaleza . a. como se le
Adem†s, es principio jur•dico, al menos † nuestro parecer, 10 menos law
que un acto punible por su naturaleza, tiene que serlo siempre, Ao de objetos
cualquiera que sea la extensi…n … magnitud del daƒo causado . En
pudiera gasta
los robos, hurtos, estafas y en cualesquiera otro de los delitos con-
jiA venir de
tra la propiedad lo ser†n siempre por exigua que sea la materia
'~'~~p~promet
hurtada, robada … estafada, sin perjuicio de que sea mayor … me-
:tides ex•gua s
nor la pena aplicable en atenci…n † la cuant•a de la cosa lucrada
rtorlas del j l
y † las circunstancias que acompaƒan † la perpetraci…n del acto
punible . En los delitos contra las personas podr† d†rsele, y as• podr•a me
debe hacer en efecto, un nombre distinto, segón sea mayor … me- :'„r que con
e

nor el daƒo causado, corriendo la escala desde el homicidio has- hmas Punt(
ta las lesiones que se consideran una falta, pero siempre y en to- rantida
(lo caso constituyen un delito tal y corno lo hemos definido, prin- e oonsid e,
cipio que han aceptado todos los C…digos y todos los publicistas ~, dei
~ugador
Medicados † la ciencia del derecho penal, pues la esencia suj etiva :
; habr
i reciando
1G



~er te
azar5 9

a la diferen
o toda r:,
,
le recho cl~,~ c1a e~, del delito es inflexible y de ninguna manera variable en atenciƒn
11 '
tn venido ‚ la cuant„a ƒ gravedad del da†o producido .
`v
10 ` :
di s o cririli ór lo ~, %4 Y si esto es as„, si admitimos, como no podemos menos de ad-

los actos nah ~~r mitir este principio ƒ axioma jur„dico, el juego de envite y azar
tampoco puede constituir delito bajo este •ltimo aspecto, toda
t 0 digalid aclque
Si por vez que est‚ aun en la conciencia de los m‚s ac‡rrimos partida-
C,n1prendidos
en rios de que no se castigue el juego, que no puede haber delin-
cuencia cuando son exiguas las cantidades que se apuestan
linero en
e1 j ue, Y no solo la conciencia p•blica viene en apoyo de esta afir,
1 11.lfrin g e , ó- oraciƒn, sino que tambi‡n la vemos consignada en alg•n Cƒdigo .
nl1lg•r,, :
delito, tanlhooo11( E 1 chino, por ejemplo, despu‡s de castigar con la b‚rbara pena
a el dinero dei de ochenta golpes ‚ toda persona convicta de haber tomado par-
Cr,.

cutado por dog te en juegos de azar, bien consista la apuesta en met‚lico ƒ efec-
ir_,
tos, dice : ˆNo obstante, cuando varios amigos jueguen una comi-
que ni curl in r r,
‚ la fortuna 4, da en la que cada uno de ellos tenga su parte, no incurrir‚n en
ll las penas se†aladas por esta ley .‰
e tolera el juego
Adem‚s no ser„a correcto y menos justo, aun en el caso de
1 5ignificantes,
admitir el principio sentado en el Cƒdigo penal chino, aceptar
telƒn cr„tica una cuant„a fija como l„mite de la penalidad de estas acciones,
>i al propio tielllp•s:
pues mientras ser„a l„cito permitir ‚ un rico propietario ƒ ‚ un
rios cualquiera …: opulento banquero jugar cinco, ciento ƒ mil pesetas, ‚ la ruleta ƒ
al bacarrat, como se le aprueba y admira cuando gasta cantida-
‚ nuestro pare.:: des, por lo menos iguales y acaso excesivamente mayores, en la
que serio vienlp: adquisiciƒn de objetos caprichosos ƒ de arte, porque las cantida-
el dallo causado des que pudiera gastar ƒ perder en nada alterar„an su manera de
,
o de los delito ~'
vivir ni el porvenir de su familia, no podr„a consentirse lo mismo
cuando se comprometa en el juego, aun cuando sea por medio
que sea la lnat~r :
Lie sea manor • rr,r
1.
, de cantidades ex„guas, los medios de satisfacer las necesidades
m‚s perentorias del jugador ƒ su familia, y como lƒgica conse-
de la cosa ], " cuencia no podr„a menos de calificarse de actos punibles los j ue-
rpetraciƒn del ` gos de azar que con demasiada frecuencia tienen lugar en las ta-
~xdrr~ d‚rsele r ,~' bernas y dem‚s puntos de recreo de la clase proletaria, en los
•n sea lllaror ó que se cruzan cantidades insignificantes en s„, pero grandes, muy
el holllicidia !ia grandes si se consideran relacionadas ƒ se comparan con las ne-
- 1
o Slelllpl'e
r ell cesidades del jugador .

idos
~ u.
111OS Clej1
lI 0,

los p~l bll~l


Ahora bien : Šhabr‚ t‡rminos h‚biles para establecer una regla
tija qne apreciando la fortuna y necesidades del jugador, pueda
eselle„ i sujet' :'
la

no flit'
~.ei qae
}(ll~

determinar con justicia cuƒndo y en qu• casos el juego constituirƒ ;111a


111te`tt -
O
un delito? A nuestro juicio esto ser„a imposible, y de tal imposibili- ~S-,e1
Borre
y
it
dad se desprende que los j uegos de envite y azar 1 ., P n los ca- ~u~l1en`la r
racteres constitutivos ni las condiciones esenciales de todo delito . ~,1 re tzrt~l0
de .
Entrando ahora en otra serie de consideraciones, repetiremos
que no somos partidarios de los argumentos de autoridad ; pero su
~hibi~l'n
prepi0
prod
como se alegan con tanta frecuencia, y acaso el que en nuestro
robibidos ,
C‚digo penal figuren como delito los juegos de que tratamos, re- n pe`~rl.
conozca como causa primordial el que se castiguen por las demƒs
p,11
legislaciones de Europa, debemos examinar tambi•n la cuesti‚n el lllfi'.no
I \2? n0
bajo este nuevo aspecto . -~n1 de
No puede negarse que casi todos los C‚digos de las naciones ; ó:ye o azar, si e
civilizadas castigan los juegos de envite y azar, y detenernos ƒ '~di,o que hr
exponer los art„culos de cada uno de ellos y las diferentes leyes ,lle~ `l bien e
y pragmƒticas espa…olas que tratan de esta materia, ademƒs de
:,,: ai q ue ~u1ar
ser in†til y dif„cil ser„a inoportuno, pues ƒ nosotros tan solo nos
ibidos, s~me1
ata…e admitir el principio y citar en su caso las que se separen de
la regla general . ,,; nuls bien cc
No son muchos ƒ la verdad, y si bien pudi•ramos citar el de gro delito, pue
Baviera y los de algunos cantones suizos, tenemos que confesar ojo florines q
que si la raz‚n estuviese de parte del mayor n†mero, desde luego ,.,rte al denun
nos considerar„amos vencidos ; no as„ si entrƒsemos en considera- tambi•n hu
ciones de otro orden, como examinar el objeto que se han pro- !1)n en buenos
puesto ‚ el esp„ritu que los ha informado ; y aunque tambi•n ten-
ue reunen t(
dremos que renunciar ƒ esta tarea que nos separar„a del objeto
,ual no creer
principal de nuestro trabajo, bien podemos asegurar que si aigu-
1 .riiportancia d
nos C‚digos han castigado los juegos en cuesti‚n, mƒs que por
r,adero delito
considerarlos cielito, ha sido para evitar las estafas y otros enƒ 1*
…os que por medio de ellos pudieran cometerse . en su rlr) ,
As„ vemos que el C‚digo penal de I 822, en su cap . 5 .", ar--- invite Y azar
t„culo 767, establece que, ‡ el jugador que usando de trampas en ,ucde verse el
el juego hubiese ganado malamente alguna cantidad, sufrirƒ un rra~i‚n tan ade
!
arresto de i 5 d„as ƒ 4 meses y pagarƒ una multa, sin perjuicio PCSar
de lo ,
de las demƒs penas en que incurra si jugara juego ‚ cantidad ,u1da por casi
prohibida .ˆ a
'nsiderarlo;
Parec„a l‚gico que en otros art„culos se hubieran fijado penas
para estos juegos ‚ cantidades prohibidas, y sin embargo, no fu• na d
e
h,~` . ejtucli
cltados
es I~
, a'o,
el
Sigle `, d '-
e tal ; . as‚ ; y esta omisiƒn no fu„ debida • olvido ƒ negligencia de los
y azar
,Sen Ic legisladores, toda vez que al discutirse esta materia en las Cortes,
de la Comisiƒn manifestƒ que en su opiniƒn el castigo de los juegos
IderaClopec r prohibidos deb‚a corresponder al Reglamento general de polic‚a,
ltoS
de aUt ,~ ó,, v eso que la Audiencia de Valladolid hab‚a manifestado en su in-
Icaso
el ~, 1F ~, forme sobre el referido Cƒdigo penal, que supon‚a se dar‚a otra
os
de due ley sobre prohibiciƒn de juegos, y la Universidad de Zaragoza y
castigu en po , el Tribunal Supremo propon‚an que se estableciesen penas sobre
rar tarnJ los juegos prohibidos .
.
Pero al fin, y • pesar de tan respetables opiniones y de lo es-
tablecido en el …ltimo p•rrafo del art . 767, es lo cierto que en el
..0 1grJ
,,IC

Cƒdigo penal de 1822 no se establecieron penas contra los jue-


y azar, y d P! . :
gos de envite ƒ azar, si en ellos no se hac‚an trampas .
s y las di
Otro Cƒdigo que pudi„ramos citar en nuestro apoyo es el
;ta materia,
austriaco, pues si bien en su art‚culo 266 castiga con la multa de
• nosotros tan 90o florines al que jugare ƒ permitiere en su casa alguno de los
~O > 1s r~rlr ? - juegos prohibidos, semejante disposiciƒn parece que considera
estos juegos m•s bien como una infracciƒn de polic‚a que como
l~udiPra,11o un verdadero delito, pues • continuaciƒn de lo expuesto previene
que de los 900 f orines que se impondr•n al jugador, se entregar•
tenenlos qto
la tercera parte al denunciador, remiti„ndose adem•s la pena si.
or n‚lmero,
por su parte tambi„n hubiese delinquido, m•xima de muy dudo-
tr semos r :
sa aceptaciƒn en buenos principios, mayormente cuando se trata
lijeto qU
de hechos que reunen todas las condiciones de un verdadero de-
`' ali11(11 ;
lito, por lo cual no creemos que se hubiese aceptado por una na-
s seharr ,;,; ciƒn de la importancia de Austria, si se hubiesen considerado co-
asegu ror mo un verdadero delito los juegos de envite y azar .
C uetit1~11, : :. Z~nardelli, en su nov‚simo Cƒdigo italiano, solo califica los
,, juegos de envite y azar de faltas concernientes • la moral p…bli-
s estafa

terse
ca, como puede verse en sus art‚culos 184 y siguientes .
s(!~ , Esta naciƒn tan adelantadaa en derecho penal, no se atreviƒ
e11

sin duda, • pesar de lo que dicta la ciencia, • romper con la tra-


diciƒn seguida por casi todas las naciones, y optƒ por el t„rmino,
oa rt‚li ,
a medio (le considerarlos y penarlos como falta contra la moral p…-
~{ lllll~ta~~
blica .,/
ara . M•s digna de estudio y acaso de mayor autoridad si cabe que
los Cƒdigos citados es la opiniƒn de Alfonso el Sabio en esta ma-
la Pa""

tenia ; reconoci‚ sin duda que no constituyendo delito los juegos ler gtie

de azar, no debƒan castigarse en ning•n Cdigo ; y corno al pro-


JOS
T~1rps
1 1n i1
pio tiempo no podƒan ocult„rsele los grandes males que „ la so- ele'
ciedad traerƒan tama…os abusos, trat‚ de corregirlos ; y al efecto eat~ `
I

su genio legislador no encontr‚ otro medio que reglamentarlos, ]'a Ca~,a


11,
(

conservando las antiguas casas de juego oficiales llamadas tafu- l


ó, ei11a
rerƒas y publicando un C‚digo con este nombre, en el que no so- toner c on

lo se permiten los juegos de azar, sino hasta se concedi‚ „ los u- 111e11


e ?ltel~a
gadores la acci‚n correspondiente para reclamar de su contrario
no solo el dinero, sino tambi†n los objetos que hubiese ganado .
~'J el
Es cierto que Justiniano, por el contrario, concedi‚ en su C‚- rj ir

digo el derecho de no pagar al que perdiese y reclamar y repe- la libert~'

tir la suma perdida del vencedor cuando la hubiese pagado, pero re ndo gut

no lo es menos que esta disposici‚n ha merecido la m„s acre cen- el Vicio

sura del publicista italiano vicenzo Constantino, quien al comen- ha bec

tar el antiguo C‚digo penal de su naci‚n de 2o de Noviembre de "le la lei' . .


1859 dice : ‡El inb†cil de Justiniano crey‚ conseguir su objeto n,.e-tro C
dispensando de pagar al que perdiera y darle el derecho de re- juego
Niel
clamar la cosa perdida de su vencedor cuando la hubiese paga-
'ILL Vi,;to h ,
do, al que le daba una acci‚n que duraba cincuenta a…os, y de
: o . huis X
esta manera para poner un obst„culo „ la pasi‚n del juego, podƒa .w w +
de oblea
poner ‚ daba una peligrosa excusa „ la buena fe y „ la hones-
tidad . ˆ luegos

,iJ(
, Y por fin, terminaremos los argumentos de autoridad citando IM vela

en nuestro apoyo al inmortal Filangieri, el cual dice en su libro Fn onces e

(:ieiacia cƒe la Le ,~~islaciJn :


‡Un motivo igualmente razonable deberƒa imponer silencio` t„ ~ . rl ta, pu,

las leyes acerca de un vicio que los C‚digos de nuestras nacio :gin ite v
nes vedan corno cielito y le castigan in•tilmente . Hablo de los
juegos prohibidos . La inclinaci‚n al juego, lo mismo que todas
e hiciese
las inclinaciones, no conduce al hombre al delito sino cuando de-
todos, au
j a de estar dirigida por la raz‚n .
:air delito
Mientras est„ bajo su imperio y no causa delito, no es suscep-
:es en
tible del freno de la ley . Como acci‚n es indiferente y como pa- sE

si‚n no merece castigo . La sanci‚n penal debe recaer solamente : intrarla

sobre el delito . El vicio debe ser precavido por las leyes pero no tinian o ,

castigado . sti•n s.

FfeCto,
nd 0

có djUO , hl
b
, yCr Cuando la pasi…n del juego haga del jugador un ladr…n, en-
andes
e
males
corre
Ulrl
9 u tonces ser• castigado como ladr…n, pero no corno jugador . †Por
ventura la ley que castiga el rapto y el adulterio castiga tambi‡n
que reUl- .,,, el amor? Todos los delitos dimanan del desorden de las pasiones ;.
ofici ale,,11 ar, : pero las leyes han debido contentarse con castigar los efectos y
101n1~re dirigir las causas . La pasi…n de la gloria, que ha producido tantas
ep
asta se , virtudes, ha causado tambi‡n muchos delitos . La ignorancia del
COIl ;~,1 1
gran sistema legislativo ha hecho creer • los legisladores que po-
, clamar (1 ~,.
}s que hu ,; ir
dr„an obtener con las leyes penales, lo que deben conseguir por
1U)
-
I
. medios enteramente distintos .
COnCe(l .
Siempre han querido caminar directamente • un objeto, cuan-
ese y ree h, l ,,,,
do deb„an ir • ‡l por el camino m•s tortuoso, con lo cual han
a 1 ubiese l,i,: .
ofendido la libertad del hombre y no han hallado lo que busca-
reci•o la 111 : ban, creyendo que nada les quedaba por hacer cuando hab„an
.ntino, quid; . . castigado el vicio y no pensaron en precaverlo . La inoportunidad
.le 20 de ~i del medio ha hecho que triunfe el vicio v ha producido el des-
Conseguir precio de la, ley . Esto es lo que se observa en muchas disposicio-

rie el derec!L . nes de nuestro C…digo, y con evidencia en las relativas • la prohi-
bici…n del juego . La ineficacia de la sanci…n penal contra este vi-
11do la 1111b1C>:
cio se ha visto bien • las claras en todas las naciones que la han
cincuenta rl'
adoptado . Luis XIII lleg… hasta declarar infame ‡ incapacitado de
testar y de obtener empleos de Real provisi…n • los que hubiesen
jugado • juegos de suerte … azar . Irrit… al pˆblico la ferocidad
de la pena y el abuso de la autoridad, se cerraron las puertas que
Lle ‚Ut, l l .
hasta entonces estuvieron abiertasJ y se continu… jugando como
l UBI <<ƒ- antes. (Libro 3 .", 2 .`; parte, cap . 55) .
'y En vista, pues, de lo expuesto, podemos afirmar que los jue
gos de envite y azar no pueden constituir delito ; pero †son inmo-
rales?
Si se hiciese esta pregunta, es seguro que todos, absoluta-
mente todos, aun aquellos que como nosotros opinan que por no
constituir delito no debiera ser penado por las leyes, contestar„an
`'11'
lito un•nimes en sentido afirrrmativo ; y sin emnbargo, las dos opiniones
tan encontradas que acabamos de exponer, representada la una
leih ,,110 , .

por Justiniano y la otra por Alfonso el Sabio, hacen suponer que


~erejlte
esta cuesti…n se, ha puesto alguna vez en tela de juicio .
En efecto, mientras el primero en su C…digo, conced„a, como
)e ree~ el ,
I1, 1~Tt' .
lil'

i l os ca,
si`tido ,
s pol
'ae de ],,S
Demos dicho, el derecho de no pagar las cantidades perdidas en , Ue Oa y ac ase
.
el juego, y aun el de reclamarlas si las hubiese perdido, el autor rlS lta~
de las Partidas dice en la ley XII de su Código de las Tafurer•as :
sól o de le
†Si algunos ovieren que jugaren dineros fechos con otros pe‡os, jta, y
c,lim
ˆ el que tiene los dineros ganara los pe‡os, puede luego servirse fiarlo, cliff o
Y e l del
de ellos sin calunia ninguna, que as• como far•a ‚ su guisa de los . ;•ficzos
dineros si gelos ganase aquel que juega los pe‡os, as• de esa dpur•ficar el
misma manera se debe servir de los pe‡os aquel que gana los ;os p olido por l
m p‚~ idos
pe‡os .~i Y no puede negarse que estas opiniones solo pueden sos- j,,rcs, i
tenerse seg‰n que sea moral ó inmoral el juego ; porque si es es- l e nto Ce la hole
to ‰ltimo, toda obligación que nazca de ˆl es nula y ninguna ac- ~~~ent~~ndose la
ción podr‚ nacer de ella ; y si por el contrario es moral, ninguna garlas apuestas
razón podr‚ alegarse para privar al vencedor en el juego de la contraria, con
.acción ó facultad de reclamar las cantidades que leg•timamente as, ó retirarse t :
hubiese ganado . su pasión aca
Pero ‚ la verdad que esta cuestión, as• como las que pudieran
?icidad y acaso
suscitarse sobre si la inmoralidad es esencial en el juego ó solo
: :aƒquilo seno de
depende de sus consecuencias relacionadas con el estado, fortu-
;agradables „ni
na, posición social y obligaciones del jugador, y si podr•a com-
:u1te .
pararse con la inmoralidad de la prostitución, constituir•a tema
Pero si leemos
adecuado para las discusiones de algunas Corporaciones cient•fi-
cas, pero ninguna utilidad pr‚ctica reportar•a ‚ la cuestión obje- :oo,tados contra

to de este trabajo ; porque, sean ó no inmorales los juegos de vernos no

azar, no podemos menos de reconocer y declarar que son tan ru- =n familias opt

das las perturbaciones sociales que produce, tantas y tan amar- i 5 de haber pe
gas las l‚grimas que hace derramar ‚ las familias, y tan terribles ~J…quien jugó
sus consecuencias no solo para el jugador, sino para seres ino- llenos que lo
centes ‚ quienes en la mayor•a de los casos alcanza, que bien po- !'legisladores
demos sentar e axioma de que la sociedad debe acudir ‚ cuan- rroe la sociedac
tos resortes le sean propios, adecuados y eficaces, tanto los que ;Pe ro
conseg u
se encierran en los l•mites del hogar domˆstico, copio los que se
`como delito S
mueven y desarrollan con la vida social, para evitar ese trastorno
o cast todas
mental, es violento ar ebato c n que la p sión del juego ar s-1
tra sus secuaces hasta precipitarlos en el abismo de su infor- hemos probad
tunio . moldes ads
,'iderar como d
No liemos frecuentado esos garitos ó hediondos antros donde
se esconde y desarrolla tan repugnante vicio . Tampoco hemos de

epos de e l :> ; ; o





As
call Jdad s
subie ,se e PEr. .
Cv d190 Perdido, asistido ‡ los casinos de las grandes ciudades ni ‡ los lujosos sa-
de las Ta" lones de las poblaciones frecuentadas en verano, donde tambiˆn
S

fech0s Co0lp otró


•c,,, se juega y acaso cantidades m‡s crecidas y con mayor cinismo .
Pltde ~ No hemos visitado ‡ Baden-Baden, emporio de esa pasi‰n mal-
10
farla t. , .
dita, y s‰lo de lejos hemos podido vislumbrar‡ M‰naco y Monte-
a IOS
aui
Carlo, cuyo clima templado, su fˆrtil vegetaci‰n, la belleza de sus
} 1 P1‚os,
agi, .
'17ps
a~duel qui edificios y el delicioso panorama que presenta son impotentes
., : para purificar el aire corrompido por el vicio del juego, y no he-
inioilea solo[J[i
JUeg0~
mos podido por lo tanto contemplar los semblantes de los juga-
Pert{uC, :
es 11 ula y dores, imp‡vidos ‰ alucinados, fija la vista en el incierto movi-
ou
miento de la bola de una ruleta ‰ en la caprichosa manera de ir
R
110 es moral, present‡ndose las cartas de una baraja ; no los hemos visto redo-
edor en ei
blar las apuestas con reconcentrado frenesƒ cuando la suerte les
les clue legƒti T, es contraria, comprimir ‰ pronunciar las imprecaciones m‡s im-
1.

pƒas, ‰ retirarse trˆmulo de la mesa en donde el monstruo ƒdolo


como las quep de su pasi‰n acaba de tragarse consecutivamente su dinero, su
ial en eljuEg~ . felicidad y acaso su honra, para sentir ir‡s su desgracia en el
con el estado, tranquilo seno del hogar domˆstico, ‰ para intentar borrar tan
- y si
(101 ,
desagradables impresiones en medio de la cr‡pula m‡s degra-
)n, C0rlStltulrli ' dante .
Pero si leemos todos los dƒas en los peri‰dicos los frecuentes
'orporaciones
atentados contra su vida por quien ha perdido su fortuna en el
ƒa „ la CuPst…ƒ,, ,
juego, vemos no pocas veces descender ‡ la miseria por la misma
gales lus i[ir~i' causa familias opulentas, y hasta hemos oƒdo con horror que des-
larar quesou . puˆs de haber perdido hasta el Šltimo cˆntimo de su capital,
tantes 1 tai', .: hubo quien jug‰ y perdi‰ su derecho al t‡lamo conyugal .
]iliac, r tel,' : Menos que lo expuesto serƒa suficiente para que los publicis-
i i1 o para
'err, . tas y legisladores se ocupasen con preferencia de esta pasi‰n que
il 71,
Il
corroe la sociedad, y pensaran seriamente en sofocar este vicio .
~ioi,~ir , ~ 1 ‹Pero conseguiremos tan beneficiosos resultados consider‡n-
elle
taol† lU ; dolo como delito y castig‡ndolo como lo hacen los C‰digos d :
aUCS,
bodas ‰ casi todas las naciones civilizadas?
~), c0U1010' 44 ,
Hemos probado que los juegos de envite y azar no encajan
h1'rtar e` en los moldes admitidos por la ciencia del Derecho para poder
n del ~~~~" , , considerar como delitos los actos humanos ; pero ‡ pesar de ello
isn10
cls y ‡ pesar de que somos tan esclavos de los principios, que el se-
pararnos de e los ofende nuestra conciencia jurƒdica, como la des-
ant1O
ldos
, l.
inr1P† oo
t ula~' las (1 ,11
afinaciƒn ofende el delicado o„do de un m…sico consumado, tal les e`
gliC n0
es el horror que nos inspira la pasiƒn del juego, tan perjudiciales lh~i(fn,
en
consideramos sus efectos, que aun aceptar„amos que el Cƒdigo enteS SOUJ
penal lo castigase, si de esta manera pudiera pon†rsele freno ƒ
`' La ley d
e
correctivo ; pero desgraciadamente no ha sucedido ni sucede as„,
jadas ó plan
y tememos con sobrado fundamento que por mucho tiempo que 19
transcurra, las prescripciones de‡los Cƒdigos penales nunca se - llev'el • efes
`‚ el Trilƒunal
ran medio adecuado para contener los impulsos de los jugadores
1+
Serón letra vana que sƒlo servirón como han servido hasta ahora : te en la de
de irrisiƒn ó los mismos . ter10, clue C O]
De antiguo ven„an penóndose, pues hemos dicho y repetimos nulas las ven
ahora que Justiniano autorizƒ al jugador para no pagar lo que tos ; lo cual e ;
perdiese en el juego, y aun le concediƒ una acciƒn para reclamar semejante ac
lo que en tól concepto hubiese perdido ; y si bien el Rey Sabio se sujeta • la
reglamentƒ este vicio por medio de un Cƒdigo especial, es lo la banca se s
cierto que antes de los cincuenta aˆos de haberse publicado ya que constitu„
estaba derogado ; siendo despu†s tantas y tan repetidas las Reales Ahora bi(
ƒrdenes, pragmóticas y leyes que se publicaron prohibiendo los
al comprador
juegos de azar que ser„a dif„cil poder enumerarlas, y por fin en el
que castigan
siglo presente, en que tanto se ha estudiado el Derecho penal ó
es bastante k
trav†s de las diversas teor„as filosƒficas, en que con tanto empe-
… sea que se
ˆo se ha tratado de analizar los fundamentos en que las diferen-
tes escuelas fundaban su opiniƒn sobre el derecho y origen de de imperar la
castigar, sobre elf n y objeto de la pena, en que con tanto acier- art„culos los
to se ha expuesto la generaciƒn del cielito, procurando aquilatar . podr„a afirma
poniendo para ello ó su servicio todas las ciencias auxiliares, el . el Cƒdigo pei
grado de libertad con que obran ƒ pueden obrar los delincuen- aciertes por
tes, extremando algunos esta cuestiƒn hasta el unto de conside- legales, ƒ bar
rar el delito mais bien como una enfermedad ƒ' desequilibrio en `errEno que r
las funciones fisiolƒgicas, que como un acto moral, han concluido Combencia .
los legisladores de casi todas las naciones por castigar en los Cƒ- Y si tan 1(
digos del presente siglo corno delito los juegos de envite ƒ azar, [Tear al tratan
y sin embargo nada se ha conseguido, pudiendo repetir con el
Paan de se r
eminente hilangieri : ((Se cerraron las puertas que hasta entonces
estuvieron abiertas, y se continuƒ jugando como antes .‰ PIn 'a ciel lue
P'timula v r
Pero no solo son contrarias ó los principios de la ciencia † in-
`u alcancE~
eficaces las disposiciones que penan los juegos de azar como son
La contra (
.ir que si
pre(
151~~
~~~Ils~,
a 0 , ta l1
1 ci]OS
n
qui todas las que se intrusan, se mueven y giran en una atmósfera
~
p0n~rsP1N ,: que no les es propia, sino que est†n en la m†s flagrante contra~
edid0
ni
,~ dicción, en la m†s completa antinomia con algunas disposiciones
vigentes sobre otras materias .
much) ti ;,, . F
Pena],., La ley de Bolsa, por ejemplo, solo admite como l…citas las ju-
r~
) .S gadas † plazo, cuando se entreguen al comprador los t…tulos y se
'rvido
de losJu' lleven † efecto aquellas por medio de Corredor ó Agente, etc.,
~asta G y el Tribunal Supremo en repetidas sentencias, pero especialmen-
te en la de 16 de Octubre de 1889, ha declarado con elevado cri-
dicho r
rrr,,- terio, que constituyen un juego y son por lo tanto inmorales y
no .
'ión
paar ! nulas las ventas de efectos p‡blicos sin los mencionados requisi-
para rrri> tos ; lo cual es evidente, porque cuando no se entregan los t…tulos,
• n el Rer semejante acto no es m†s ni menos que un juego cuyo resultado
o especi,;!, se sujeta † la contingencia de que suba ó baje la Bolsa, como en
Ese publi ‚ ; la banca se sujeta † que salga antes ó despuˆs una de las cartas
que constituyen la jugada .
prohibiƒi~, :, :
Ahora bien : si las operaciones de Bolsa † plazo sin entregar
s, v pori„ ; -, : al comprador los t…tulos reunen todas las condiciones de los actos
)erecho
que castigan los art…culos 358 y siguientes del Código penal, no
)11 tanta
es bastante lo que dispone la ley interpretada por los Tribunales,
ó sea que se consideren nulas ˆ inmorales ; era necesario, si ha
tie la ; (7
de imperar la lógica en nuestra legislación, que los mencionados
o V ongr :
art…culos los comprendieran en sus disposiciones . De lo contrario,
')n tank) ;,,',
podr…a afirmarse sin temor alguno de que se nos contradiga, que
''n(l .) a(1 i :
el Código penal espa‰ol y todos los Códigos europeos, ó son de-
aUM!i;~r? L
'

fi clentes por no castigar las juradas † plazos sin las condiciones


o ,;

COO legales, ó han invadido al castigar los juegos de envite ó azar un


d6 terreno que no es el suyo, penando actos que no son de su in-
equilibri' cumbencia .
an COpIfG; Y si tan lógica y contundente argumentación podemos em-
Irerl plear al tratar de las jugadas de Bolsa, que en algunos casos no
lr…tr pasan de ser de la naturaleza de los contratos aleatorios, Šquˆ di-
remos del juego de la loter…a, en que el Gobierno es el banquero,
y estimula aviva la pasión del juego por cuantos medios est†n
s.!) † su alcance?
La contradicción es tan monstruosa, que solo nos ocurre de-
cir que si predominara un †tomo de lógica en las disposiciones
2

l C( n4)

1 1
~~ Se
del C‡digo penal en la parte referente † juegos prohibidos, todos sC'a eo
: ; lie
los espaŠoles con escas‹simas excepciones, deber‹ainos estar scn -- i l1 L~ irer
e
tados en el banquillo de los acusados, y dudo mucho que se en- 11'Si
,c
('l'
n ti

contraran Magistrados que por estar libres de culpa pudieran ti -


,pal esta
rar la primera piedra y formar Tribunal para juzgarnos .
9 Pero hay m†s : la prohibici‡n de los juegos de envite y azar, ,
ói`~a de f`lll
y el castigo † sus infractores, no evita que se juegue, pero s‹ ha-
ce m†s inmoral el juego ; y al hablar as‹ no nos referimos † las ,Jbre e` ta
muertes, † las peleas y † las tafurer‹as que el Rey Sabio quiso l ter jilr
evitar al regularizar el juego por medio de un C‡digo especial ;
nos referirnos † la inmoralidad que puede cometerse por los em- , ,i llea n~o~le 1
pleados encargados de cumplimentar tales leyes, † los cuales mu-
!lo p~iall"
chas veces la maledicencia los designa como part‹cipes de las ga 1 ~l la
:, ~0 111

nancias que deja el juego † los banqueros ‡ casa donde estos


r traten
1e ;

ejercen su industria .
1

o ro ;oS, r P~
Repetidas veces ha clamado la prensa contra semejante inmo-
jAI1on`O e.
ralidad, y si no de una manera clara y directa, por medio de reti-
cencias, que las conversaciones particulares se encargaban de ;,? pellSa111lento
aclarar, han tachado de autores del delito de cohecho † respeta- :;: el l•avor a
bles y elevadas Autoridades, especialmente de provincia . ŒEs que uC <i~ .

se les calumniaba? Tengo la seguridad de ello . Pero solo el peli-


gro de que pueda cometerse esta inmoralidad, y m†s aun el es- " i,ll c‚ir ƒi~

c†ndalo que produce el que se achaque, aunque sin fundamento, S ~„gan, no los
este delito † ciertas autoridades, produce tan honda perturbaci‡n :,.G, rur…ue partiel
en la sociedad, que da lugar al desaliento en las conciencias hon-
†''r„ lerl~iaci‡n
radas que quisieran ver † las autoridades rodeadas de una aureo-
la tan acrisolada de moralidad, que rechazase hasta las m†s livia- ~dIP are;~,a,
nas indicaciones de los villanos calumniadores .
Y en verdad, que aunque sin fundamento, se han arraigado
con tal fuerza estos calumniosos rumores en la opini‡n p•blica, ˆe
e11l ite l' az„
que dif‹cilmente podr†n desvanecerse sin tomar en la materia ,
,l,J,
-4M0
ago 0IJJei0no r,
medidas radicales .
dcl
Y si tan importante es para toda buena administraci‡n p•bli- l;erja
ca la moralidad y buen nombre de sus funcionarios el evitar que
'0
.,, ni pae
~l .ar‰e
]a t ra
se empaŠe una y otro, ser† siempre una raz‡n complementaria
Medi0 ~~
† las dos que liemos expuesto contra la prohibici‡n de los juegos
de envite y azar . ŒPero quŽ medios quedan † la sociedad para ,ably,
. ~1

'ohibjd0s ~-
> tore ,;
óllos Ostar s evitar las horribles consecuencias del juego si se borra del C†di-
ello que go penal su castigo? Se dir‚ .
se e1,,_

rl~ Pudiera, Por triste clue sea confesarlo, radical y completo ninguno ; pe-
amos ro por ef•meros ‡ indirectos que sean los que puedan adoptarse,
' envite siempre ser‚n m‚s cient•ficos y de resultados m‚s pr‚cticos que
ue, pero la prohibici†n penal establecida en los C†digos .
s•r,~._
. eferim os j1, " Mucho podr•a conseguirse moralizando las costumbres y ro-
-y ti abro busteciendo la vida de familia, pero nos abstendremos de entrar
quh
>di o especial en reflexiones sobre esta materia, ya porque no la consideramos
; adecuada al car‚cter jur•dico de nuestro trabajo, ya principal-
-se por 1c,s e m.
mente porque acaso nos vi‡ramos precisados con este motivo ‚
los cuales mu-
criticar instituciones modernas .
'ipes de las ;a
*'‚ Pero ya que no podamos cortar tamaˆa inmoralidad, encau-
1 donde estos c‡mosla, y dejando ‚ la moral que la persiga hasta en sus m‚s
rec†nditos albergues, tratemos por lo menos de que sus efectos
nejante inmo- sean menos desastrosos, y para ello no encontramos otro remedio
lledio de reti- que ‰mirando ‚ D . Alfonso el SabŠo : reglamentar el juego .
lcargaban de Tal vez este pensamiento produzca la mayor extraˆeza ; tal
ho ‚ respeta- vez se reciba con el mayor asombro la idea de sujetar ‚ reglas un
incia . ƒEs que vicio tan perjudicial y que siempre ha sido castigado por nuestros
1 solo el peli- C†digos .
Pero ‚ los que tal extraˆeza Y asombro muestren, ‚ los que
als aun el CS-

tales reflexiones hagan, no los enseˆaremos los reglamentos de


fillldanleilt„,
higiene p„blica, porque participamos de la idea que no porque
perturbaci„n
sea viciosa nuestra legislaci†n en un punto, lo ha de ser en lo
enc•as lion
dem‚s ; sino que les indicaremos, † mejor dicho, repetiremos ra-
una ailre… -
zones m‚s s†lidas y aplicables en absoluto ‚ la cuesti†n de que se
is lai~is livi a- ti-ata .
--~ Si lbs juegos de envite y azar no pueden caer bajo la acci†n
i all`11…1
penal ; si aun castig‚ndolos no puede extirparse este vicio social ;
o11
p•lblicai si de continuar siendo objeto del C†digo penal se reconcentra en
la 111ater1 a puntos ‚ donde no llega ni puede llegar la autoridad y por lo
tanto, no pueden evitarse las trampas, las riˆas y acaso los ase-
,•†la p `~ 11h1
sinatos, admitamos un medio, que si bien reconocemos que no
(~lle producir‚ todos los saludables efectos que fuera ele desear, algo
evitar
1e111ei1 t
aria se conseguir•a, y si partimos de un mal inevitable el aminorar
los j iler
~d"a para
- 20 - fir1alll

sus desastrosos efectos, siempre ser‚ un adelanto de la moralidad aun,


} odr'a
pƒblica . en ll1ULl1OS
óerl~
Saquemos el juego de esos antros „ garitos vergonzosos ; ~ rse
JO

abramos esas puertas que separan con verg…enza las habitacio-


IUractica
1p
nes reservadas de los Casinos ; d†se paso franco ‚ las autoridades etpe diellte :
para que presencien las jugadas y eviten las de mala ley, y no en i
s„lo habremos secundado el pensamiento del Rey Sabio que con lue~ue
En fin,
tanta elegancia expon•a en el pre‚mbulo de su C„digo de las Ta-
;los una ci
furer•as al decir que lo hab•a escrito para que se juzgue ‚ los ta- medios ef•r
fures por siempre porque ‡se viede la diestrez † se corten las
en nuestro
muertes † las peleas † las tafureriasˆ, sino que habremos evitado
zp los fisiC'
adem‚s otros males, que aunque no sean de tanta importancia,
son m‚s frecuentes y m‚s perjudiciales por lo tanto ‚ la sociedad . ralas tarde
J Se evitar•a en primer t†rmino que acudiesen ‚ las casas de
juego personas que por su posici„n social nunca debieran acudir
‚ semejantes lugares, como pueden hacerlo hoy prevalidos „
escudados por las sombras del misterio . ,
Vigiladas y custodiadas como podr•an ydeber•an estar las casas
de juego, se pod•a evitar tambi†n que asistiesen ‚ ellas los meno-
res de edad, como sucede en la actualidad, especialmente entre
aqu†llos que tienen que vivir separados de sus familias en las gran-
des poblaciones, y los desastrosos efectos que esto produce, no
tanto en la p†rdida de los intereses materiales, sino por los h‚bi-
tos de despego al trabajo, afici„n ‚ los negocios arriesgados que
insensiblemente adquieren y que lejos de borrarlos en la mayor
edad, insisten con m‚s frenes•, sin que nada pueda ya contener-
los en su vertiginosa carrera .
Como para establecerlas se necesitar•a el permiso de la auto-
ridad, bien podr•a negarse cuando se tratara de establecer las ta ‰
furer•as en puntos cercanos ‚ los Establecimientos docentes para
evitar que †stos se viesen abandonados muchas veces por los j„-
venes alumnos para encerrarse tardes y aun d•as enteros en pun-
tos, tan poco edificantes estimulados ya por sus propios compaŠe-
ros, ya por emisarios asalariados por los interesados en las pin-
g…es ganancias que deja una especulaci„n tan repugnante .
Resplandecer‚n pura y sin una ligera sombra de duda la re-
putaci„n y moralidad de las autoridades pƒblicas .

into
dF . .

órito3 ~`,
Y finalmente, adem•s de que con los productos de la tafureróa
podróa aumentarse la policóa y evitar siempre las ri„as y peleas y
enza la;
en muchos casos las trampas y los suicidios, siendo p…blico el
Vo • lass
juego seróan conocidos los jugadores y muchas veces podróa
de mafia
practicarse por este medio una prueba robusta y fuerte en los
Rei' Sari:
expedientes de prodigalidad, de la que se carecer• mientras se
C‚digo juegue en la oscuridad y • espaldas de la ley .
se juagu- : En fin, si tan odiado es ‚ debe ser de todos el juego, levante-
' ƒ se mos una cruzada contra ƒl, y aunque tengamos que valernos de
habre ;. medios efómeros ƒ indirectos, no acudamos al medio, de castigarlo
anta lillli" ;
en nuestros C‚digos ; porque en los males sociales, lo mismo que
anto • 1a
en los fósicos, la medicina que no cura agrava y la que empeora,
m•s tarde ‚ m•s temprano acaba con la vida del enfermo .
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