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LASA 2013
Washington, DC
May 29-June 1, 2013
Music, quisiera hacer una serie de preguntas que imagino evitarán perderme en la
alta voz la cualidad de lo resistente para luego proponer sus relaciones con lo que he
generan sin cesar en programas académicos, libros y jóvenes doctorados con olor a
escuela graduada.
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Adelanto una resistencia. Hay algo situado en las afueras del lenguaje, hay
algo que queda en las afueras de las secuencias lineales de sentido de la lengua,
algún efecto. Esta primera resistencia puede ser sentida en la abundancia adjetival,
calificadora que domina tanta página sobre lo musical. También esta resistencia de
la lengua ante la música, la dificultad de hablar y pensar la música más allá o acá de
describirla, está atada a las demandas de comunicabilidad que plagan sobre todo el
delirio de cierta jerga son el otro rostro de este pálpito ante la resistencia musical.
preocupantes y que quizás sean emanaciones del reto o del silencio lingüístico de la
o ficciones del resistir (que Borges las llamaría seudo-problemas en la medida que
son problemas que sólo existen en el coto aislado de algunos hábitos disciplinarios),
empíricos duros, para dejarse afectar por la musicalidad que leen o analizan. La
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primera resistencia, la del carácter resistente de toda manifestación popular, es una
Me dirán que hay estudios que exhiben sus afectos y pasiones ante sus
objetos musicales, que es imposible desalojarlos del todo. De igual modo, que hay
estos discursos. ¿Cuán yoica o en un sentido contrario, cuán heterogénea puede ser
Quien haya querido hacer otra cosa con la musicalidad, que no sea el
normativos. Todos ayudan a levantar esa gramática oposicional que vertebra los
goza para mostrar y lucir sus signos de identidad. Además hay una suerte de cadena
popular, resiste, si es popular y además (llene usted el espacio en blanco con alguna
identidad popular o marginal) pues claro, resiste otra vez. El coro repite: si resiste es
popular.
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Quien escucha de otro modo, con el oído embarrado con otras resinas no
diferente (si me permiten el oxímoron) sino que se topa con sujetos y objetos
musicalidad caribeña más que ser algo podría pensarse como una operatividad de
efectos y afectos, como una tecnología acústica colocada en las afueras de alguna
aquello que reverbera en una escucha siempre particular. Es ahí donde construye
imagen que se produce para lidiar, trabajar con lo que la música hace o le hace a una
subjetividad en específico.
tautológica que proclama como evidente la resistencia de todo aquello que provenga
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permanencias o tenure tracks dizque generando un nuevo saber a partir de lo
delirio salsero como temas constitutivos del género sigue generando silencios e
sobre la distancia constitutiva que arma toda relación con el otro y lo otro, sobre
musicalidad salsera sino que es otra perspectiva ante las perspectivas salseras
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perspectivas disciplinarias, como su objeto de estudio, y la relación escritural que
posición salsera es una posición de sujeto que se vuelve posible gracias a un tejido
del libro-máquina, del texto archipiélago, del arrebato poético o del paladeo de los
incluso como bien, como caudal, como recurso, como tesoro, como legado civil con
cultura es una vetusta metáfora agrícola. Por lo tanto las propensiones al delirio de
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La incultura, salsera o no, su sabor si se quiere, es en mis labios la defensa de
exhibición del daño, del mal que añora colmar la cultura es el comienzo de una
las caídas, las exclamaciones obscenas, los desechos, los pedazos rotos, los restos,
los despojos, la mierda, las bellaqueras, las porquerías, las palizas, el ahogo
la nota narcótica, materiales que desbordan el orden del discurso salsero y que la
de la Eddie “La bala” Pérez, el saxofonista convulso del Gran Combo, en la expresión
Marvin Santiago, “hinca por ahí”. La incultura sigue ahí desatendida: actos del habla,
con la que paseaba un extraño bulto. Ahí están también quietecitas las
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angustiosos desafueros narcóticos y sexuales de Frankie Ruiz, el desasosiego que es
es el intento posible de atrapar el fruto, de detener un gozo que si es, sólo lo será en
charro, kitsch, armado sobre el doble sentido o la obviedad pero allí puesto, expone
y retira la frágil franja, más bien la débil raja donde el delirio levanta y corroe las
legitimización disciplinaria para su gozo caribeño. Así, para que la incultura salsera
afecta tanta bibliografía y devenga objeto o sujeto político debe deponer cualquier
incultura llegará con su ritmo sin igual cuando hablar de ella no suponga remozar o
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salsa no sea meramente un asunto de patrimonios, propiedades del pueblo,
donde las diferencias de sentidos, las de los sujetos, de los objetos son por igual
relación tensa con el saber. La incultura subraya la violencia que Walter Benjamin
esquematiza las diferencias y las asimila bajo el mandato del ídem de la identidad, el
saber incultural apuesta por que algo se sabrá y algo que quedará sin saberse. El
conflicto.