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EJERCICIO DE HISTORIA UNIVERSAL IV

Luis Santiago Jaramillo Tobón – id. 000152691

Inglaterra ya no era esa clase de sociedad. Se alejaba rápidamente de lo que había conservado
de una sociedad semejante en el pasado. En lugar de la comunidad de aldea (simbolizada por
las tierras comunales y el campo abierto), había ahora cercados. En vez de la ayuda mutua y
la obligación social, estaba ahora la Ley de Pobres administrada exclusivamente por los
gobernantes de la campiña. En vez de la familia, el patronato o la costumbre, estaba ahora el
nexo directo de los salarios, que ligaba ·a los desposeídos con el poseedor.

¿Cómo se relaciona el último párrafo, del texto Revolución industrial y revuelta agraria
con…?

Se han instalado en la historia un sinnúmero de imaginarios alrededor de la revolución


industrial. Erick Hobsbawm nos ayuda de alguna manera a poner los focos de la historia
sobre un período que hasta hace poco, según él, no era lo suficientemente estudiado, sino que
había sido relegado o limitado simplemente a su relación con el nacimiento del capitalismo
y al problema del “desarrollo económico”.

Por estas razones lo primero que debemos hacer es desmitificar algunas de las ideas
encasilladoras a las que ha sido sometido este proceso. En primera instancia debemos decir
que este fue un periodo que vivió un país individual en una situación particular (pero afectó
o influyó al resto del mundo) que estaba marcada por intereses netamente nacionalistas donde
Inglaterra buscaba eliminar a sus competidores comerciales y potenciar las ganancias de sus
mercados externos.

En ese afán y con un juego de intereses demasiado claro, es que empiezan a consolidarse
algunos procesos revolucionarios que fueron vitales para el hombre del momento pues
crearon una ruptura frente a las condiciones en que hasta ahora había vivido y existido. Se
empiezan a percibir situaciones que antes no parecían tan claras: las acciones del hombre
afectan al hombre, pero también a su entorno, es decir, no estamos solos en el mundo y la
mirada individualista de la realidad, por más que se quiera promover, es imposible.
Afectamos a los otros con nuestras acciones y en esa “otredad” aparece también el espacio
físico que habitamos.

Allí, pensando en ese “otro” podemos también desmitificar ideas como, por ejemplo, la razón
marxista del capitalismo en la que se propone que el nacimiento del proletariado se debe a la
expropiación de tierras y se instala la idea de que el proletariado surgió en gran medida por
“el exceso natural de población”. Esto sin más ni menos, quiere decir que hay muchísima
gente habitando Inglaterra y ¿qué hacer con un exceso de población? ¿cómo dominar a una
sociedad con tan amplio crecimiento demográfico?

El mundo comienza a observar nuevos elementos de control donde se tiene la potestad,


incluso de manejar el destino de personas que no se conocen y que están alejadas
territorialmente hablando. En este entorno de las revueltas agrarias hay hombres que por ser
desconocidos, no existen, sino que simplemente hacen parte de la cadena productiva sin ser
tenidos en cuenta. Tal es el caso de los trabajadores agrícolas de los siglos XVIII y XIX que
no eran nadie, pues no existían para las clases gobernantes, que ya pertenecían a los nuevos
nodos de poder que representaban las ciudades. El campesino deja de existir en Inglaterra,
porque hay una clase dominante y visibilizada a la que no le interesa verlos y relacionarse
con ellos, pues no son más que subalternos.

Nos encontramos, entonces, con una división de castas clarísima en la que cada hombre tiene
un rol y esta sociedad se adapta en algunos puntos a lo que tradicionalmente había sido
Inglaterra: jerárquica y paternalista. Allí, bajo estas dinámicas, y en un auge de la producción
agrícola, el rol del campesino empieza a ser transformado: el trabajo que antes realizaba sobre
su propia tierra, ahora lo realiza sobre la tierra de otro y se convierte en un simple trabajador,
que recibe un sueldo, porque ya quien lo emplea además de someterlo a una explotación
laboral similar a la que se da en las ciudades, cambia las dinámicas rurales e interpone su
modelo económico liberal para someterlo también a las dinámicas del mercado: el sueldo
tiene que padecer las fluctuaciones de la inflación.

Bajo este tipo de circunstancias es que se dan las revueltas, cuyos objetivos más allá de ser
“revolucionarios” tienen como propósito inmediato lo económico: salario más alto, mejor
empleo, mejor seguridad… los campesinos empiezan a desvincularse, incluso
emocionalmente, de la tierra y es por esto que la reforma de la tierra era empujada por algunos
hombres que realmente pertenecían a las ciudades y tenían el sueño nostálgico del campo.
Los proletarios del campo, más allá de la tierra, buscaban luchar por sus intereses
consuetudinarios como ingleses libres que pertenecían a un orden social que hasta hace poco
los había protegido y ahora, sin lugar a dudas, los castigaba a partir de la transformación de
las relaciones entre el pobre rural y el rico rural, que se establecían como un vínculo
puramente mercantil entre el proletario y su empleador.

Como bien lo dice Hobsbawm había una dicotomía que partía en dos el corazón de Inglaterra,
que se dividía entre su adhesión a un mercado libre universal que utilizara a los hombres
como mercancías (solo en la medida en que conviniese a los nobles y caballeros) pero no
querían destruir una sociedad de rangos establecidos. Es decir, temían la llegada de los
“nuevos ricos” producto del liberalismo económico.

Además de la perspectiva de los ricos, aparecen los campesinos somo seres controlados, a
veces imperceptiblemente, a través de la distribución del espacio, sus lugares, la definición
de dónde podían estar y moverse, la monetización del mercado y con este la sujeción a las
dinámicas del mercado ¿cómo no iban a querer salir de allí?

Sin embargo, sus intentos fueron inútiles, el capitalismo se tomaba el mundo y ejercía presión
sobre todo y todos a través de los métodos ya mencionados de monetización y control: ¿quién
podía negarse a ser parte? Era un juego en el cual todos estaban obligados a jugar y jugaron
sin una puerta de salida y los movimientos revoltosos como el “Swing” terminaron siendo
estériles y cayendo ante el predominio industrial y capitalista.

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