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Desesperanza creativa

La desesperanza creativa posiblemente sea la herramienta principal a la hora de promover un


cambio de conducta orientado a estar en contacto con los valores de la persona.

INTRODUCCIÓN TÉCNICA
El objetivo que persigue es conseguir que el cliente perciba de manera realmente aversiva
cualquier conducta que ha venido realizando hasta la fecha para deshacerse de todos aquellos
eventos privados que le suponen un problema; se trata, pues, de un diálogo con el cliente
orientado a la derivación de funciones en el contexto social-verbal.

Esto es necesario porque, en el momento en que acude a consulta, el cliente presenta una
"agenda"(aunque no tenga mucho sentido en castellano, se usa el término tal y como puede
encontrarse en los manuales originales para el lector que pueda identificarlo), un conjunto de
acciones y hábitos, que si bien siguen teniendo lugar en la actualidad (es decir, su probabilidad
de ocurrencia está siendo mantenida mediante consecuencias reforzantes), no le llevan a
contactar con una vida que tenga sentido para él (no parece que dicho reforzamiento sea positivo,
por lo que sería negativo, control aversivo).

Entendemos que es necesario abandonar dicha agenda para colocar en su lugar un nuevo
cúmulo de acciones que sí se mantengan por reforzamiento positivo, es decir, estén orientadas
a aquellas cosas que den sentido a su vida.

CARACTERÍSTICAS
A continuación se enumeran características y sugerencias que el clínico debe tener en cuenta a
la hora de llevar a cabo el proceso de desesperanza creativa:
 Se debe orientar a derivar funciones aversivas hacia respuestas que estén
controladas por reforzamiento negativo.
"Según me cuentas, Marta, llevas mucho tiempo renunciando a salir con tus amigos porque
sientes mucha ansiedad; y según me cuentas, también, eso te hace sentirte cada vez peor, te
das cuenta de que no eres la persona que quieres ser"
 Se debe orientar, de manera coordinada, a derivar funciones apetitivas hacia
respuestas que estén controladas por reforzamiento positivo.
"¿Cómo crees que te sentirías contigo misma si, aún con tu ansiedad, salieras y saludases a tus
amigos?, es decir, imagínate que sales a la calle, te sientes inquieta y nerviosa, coges el bus,
sientes ansiedad, y llegas a la parada y ves a tus amigos esperándote y alegrándose de verte,
imagina su alegría al verte, e imagínate a ti misma allí, ¿esa sería la persona que quieres ser?,
¿cómo te sentirías?"

 Debe ser un proceso basado en una buena relación terapéutica, y al nivel que esta
permita. El principio de prudencia siempre debe regir nuestras acciones (sin que ello limite
el buen quehacer terapéutico).

 Debemos procurar matizar y clarificar que aquello para lo que no hay esperanza
es la "agenda" antigua: en ningún caso debemos transmitir que no hay esperanza para la
persona; siempre hay esperanza para un cambio de agenda.

 Es posible que tengamos algún tipo de prisa, o que esperemos algún tipo de
respuesta por parte del cliente que confirme que estamos avanzando: estar pendientes de
esto es, en general, no recomendable. Debemos esperar que el diálogo moldee el contexto
verbal del cliente de manera que una consecuencia verbal con valor positivo aumente a
su vez una respuesta "experiencial" (en términos de conducta visible, externa) orientada
a valores.

 Es recomendable usar metáforas que conecten con experiencias e información


sensorial para el cliente, de manera que se puedan evocar aquellos eventos internos y
aquellas respuestas relacionadas con mayor intensidad; esto es importante, porque
podremos derivar funciones de manera equivalente a la experiencia (equivalencia
funcional entre estímulos).

EJERCICIO 1
Se sugiere al participante que lea el diálogo que a continuación se facilita, y tras ello tenga en
cuenta lo que se solicita después:

T: Así que, dijiste que estabas tomando algunas medicinas para resolver el problema del dolor,
¿cierto?
C: Si, actualmente tomo tres pastillas para el dolor. El doctor Smith me acaba de cambiar una de
ellas, y no sé si está funcionando, pero las otras dos las he mantenido durante mucho tiempo.
T: Ya veo. Te tomas tres pastillas. ¿Te las tomas tal y como te dice el doctor Smith?
C: sí, totalmente. Aunque no sé si eso funciona, la verdad. A veces tomo un poco más de una o
un poco menos de otra.
T: Bien, tomas pastillas, y tomas pastillas para…
C: Pues…para que el dolor se vaya
T: ¿Y qué ocurre?
C: no lo sé. Creo que sirven para aliviar el dolor, pero me hacen sentir cansado y, bueno, fuera
de mi…sin motivación. Mi esposa dice que actúo como un cachorro desde que he incrementado
esa pastilla, pero quizás eso es mejor que estar irritable. No lo sé. Esta otra, sé que me fastidia
el estómago, así que tengo que tomar otra pastilla para protegerlo. Soy un completo desastre…
T: así que, según veo, tomas pastillas, te alivian el dolor, te hacen sentir cansado y te fastidian
el estómago, ¿cierto?
C: Sí, supongo que es así. No suena bien, ¿eh?
T: No lo sé. ¿Qué estás esperando que ocurra cuando te tomas las pastillas?
C: que mejore, que me sienta como antes de mi accidente, que sea capaz de arreglar mi casa,
ir a trabajar, ser un apoyo para mi familia en vez de una carga…
T: Así que te tomas las pastillas para hacer aquellas cosas que una vez hiciste- arreglar tu casa,
trabajar, apoyar a tu familia -, y las pastillas alivian el dolor y te hacen sentir cansado de manera
que no arreglas tu casa y tampoco vuelves al trabajo, ¿es así?
C: totalmente, pero no creo que pueda hacerlo sin tomármelas, ¿no?
T: realmente no lo sé. Por ahora, tan sólo estoy intentando ayudarte a ver aquellas cosas que
has hecho y cómo han funcionado. Si echamos un vistazo cercano, quizás encontremos algo
que pudiera haber funcionado en el pasado a la hora de marcar la diferencia y permitirte hacer
las cosas que realmente quieres hacer. Veamos…dijiste que habías ido a una clínica del dolor.
¿Cómo funcionó dicha clínica en tu caso?, ¿en qué manera te sirvió?
C: eso fue una pérdida de tiempo. Ellos pensaban que el dolor estaba en mi cabeza. Intentaron
que hiciera cosas que me dolerían. Realmente pienso que podrían haberme hecho empeorar.
De hecho, lo dejé después de una semana. Estaba peor, me dolía mucho más, y ni siquiera volví
al doctor que me recomendó dicha clínica.
T: Ya veo, un doctor te dijo que fueras a la clínica del dolor y lo hiciste. Pensaste que te harían
estar peor, y te fuiste. ¿En qué manera funcionó eso para ti?.
C: no sé a que te refieres. Supongo que funcionó en que me ayudó a evitar sufrir más. Eso no
detuvo mi dolor.
T: así que dejaste de ir a la clínica, y piensas que eso te ayudó a no sufrir más. Eso no paró tu
dolor y tampoco hizo que arreglases tu casa o fueras a trabajar.
C: cierto. Pero no me siento bien por haberla dejado…Intenté no abandonarla pero sentía que
había fallado de nuevo.
T: de acuerdo, fuiste a la clínica, no te gustó, la dejaste, y lo sentiste como un fracaso. ¿Cómo
funciona eso para ti?
C: no muy bien. Me sentí avergonzado, y tampoco regresé al doctor durante largo tiempo – tan
sólo me quedé en el sofá hasta que tuve que conseguir más pastillas para no perder la cabeza…
T: así que te sentiste fracasado, te tumbaste en el sofá y no fuiste al doctor. ¿En qué manera te
sirvió eso?
C: no lo hizo…no funcionó…sigo aquí, aún con mi dolor.
T: ¿Y fuiste al doctor para conseguir medicinas y no perder tu cabeza?
C: Sí
T: Así que tomaste las medicinas para evitar perder la cabeza. ¿Funcionó?
C: no lo sé – supongo que al fin y al cabo no funcionó…

Se pide lo siguiente:
1. Realizar un análisis de la derivación de funciones de cualquier parte del diálogo,
explicando cuál es la intención del terapeuta y qué está usando para ello.
2. ¿En qué manera se podría mejorar el contenido del diálogo?, se pide al
participante que sea creativo y piense qué añadiría para hacer aún más eficaz la
intervención del terapeuta. No hace falta que desarrolle su propuesta, con una breve
explicación es suficiente.
Caso 2 metafora

a) Generar una experiencia de desesperanza creativa y observación de las


conductas clínicamente relevantes en terapia
La desesperanza creativa supuso hacer ver a la paciente el costo que la evitación había tenido

en su vida. La paciente ha reconocido en sesión que en muchas ocasiones sus pensamientos le han

impedido hacer cosas importantes o hacerlas de una manera satisfactoria, pero aunque lo reconocía,

la psicóloga percibió que no era consciente del costo real que le había supuesto esa lucha contra sus

propios pensamientos, y por tratar de evitarlos a toda costa. La paciente manifestó que las conductas

que más le servían para evitar pensar eran las de consumir, comprar compulsivamente y ver la tele;

pero a su vez estas mismas tenían un efecto rebote que le hacía sentir terriblemente culpable, por lo

que el disfrute puede decirse que duraba escasos instantes, ni tan siquiera la evitación a corto plazo

resultaba satisfactoria. Fue bastante complicado explicar a la paciente que el tener pensamientos

negativos es algo normal, y que dejarlos estar y aprender a vivir con ellos no le haría una persona más

infeliz o más pesimista, sino simplemente le permitiría actuar aún teniéndolos en la cabeza. Por eso se

crea un estado de desesperanza creativa, ya que el cliente es consciente de que no encontrará en la

terapia la solución que busca. La paciente manifestó en la consulta que no entendía mucho esa lógica,

a lo que la terapeuta le contestó que eso significaba algo bueno, porque no era necesario entenderlo

para que funcionase, sino que se debía conectar con sus verdaderos pensamientos y desde ahí
comenzar a actuar, aunque no se entienda demasiado bien la terapia.

Aunque esto provocó mucha confusión en la paciente, también se mostró motivada porque

explicaba que era cierto que había "hecho de todo" por quitarse esas ideas de la cabeza, pero éstas

seguían ahí y la asaltaban en cualquier momento, y cuando lo hacían se atendía más a estas ideas que
a lo que estaba haciendo, por lo que conseguía justo el efecto contrario a lo que buscaba.

Este estado de desesperanza unido a una conciencia real de su situación, estableció el momento

ideal para introducir la "metáfora de los hoyos", que y debido a la alta capacidad de comprensión verbal
que tenía la paciente nos pareció la más adecuada:

Metáfora: (Los comentarios entre paréntesis son añadidos que no se facilitan al paciente). Un

hombre camina por un campo de hoyos con los ojos vendados (se trata de poner al cliente en la

situación de que el campo de hoyos es la vida pero no se sabe donde están los hoyos ,situaciones

de dolor, angustia y ansiedad, aunque no queremos caer en ninguno de ellos). Se le provee de

una pala (que es el equivalente a las reglas verbales que la gente utiliza sobre qué hacer si

sentimos malestar, por ej no pensar). Vendado y con la pala, el hombre cae en un hoyo y quiere

salir de allí porque no le gusta y además, estar allí le impide hacer lo que es valioso en su vida.

Pero ¿qué puede hacer con la herramienta que tiene?, sólo cavar, pero al cavar resulta que

consigue hacer el hoyo más grande, no importa que cabe en distintos sitios del hoyo o de distintas
formas. No obstante, a veces tales acciones, sirven para salir del hoyo (valen a corto plazo), pero

vuelves a caer en otro. El problema no es la herramienta, el problema es que sólo sabe cavar,
quitar tierra (eliminar lo que molesta, hacer lo que sea para reducir el dolor), y paradójicamente lo

único que consigue es hacer el hoyo más grande. Se hará explícito que él, y sólo él, sabrá cuando

está cavando, lo notará en su corazón, en sus entrañas (el terapeuta puede colocar sus manos

en el abdomen). Sólo aprenderá otras formas que no sean cavar desde un conocimiento profundo

del sentimiento que le produce cavar. Por eso no se pueden proporcionar en ese momento las

fórmulas que el cliente solicita para aliviar su dolor, de hacerlo sólo las usaría para cavar. Desde

este momento, durante la terapia el terapeuta indicará al paciente cada situación en la que esté

cavando.

De todas las metáforas que se utilizaron ésta fue la que más impacto causó en la paciente, ya

que era la primera vez que escuchaba que para sentirse bien no hay que dejar de sentirse mal, que

para tratar sus problemas no hay que intentar cambiarlos sino intentar reconocerlos y en ocasiones

aceptarlos tal cual son, porque quizás ese es el problema, que la no aceptación de los pensamientos le

conduce a fusionarse con ellos e intentar realizar actividades para librarse de ellos porque le resultan

demasiado molestos. En esta fase se observaron conductas clínicamente relevantes tipo 1, y que

aparecerían en más ocasiones a lo largo de la terapia. Las dos más frecuentes en esta fase fueron las

de no parar de hablar y verbalizar lo que siente, y no dar espacio para el silencio y para escuchar

realmente lo que le está explicando la psicóloga; y también la evitación de un contacto ocular con las
terapeutas, en el que se baja la mirada o se toca el pelo para evitarlo.

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