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ETIOPATOGENIA:

Los anticuerpos implicados en la patogenia del SAF son los denominados anticuerpos
antifosfolípido (AAF), un grupo heterogéneo de proteínas que se unen a proteínas plasmáticas
(principalmente β2-glucoproteína I [β2GPI], protrombina y anexina 5) que, a su vez, se unen a
fosfolípidos.

En la actualidad, para explicar los fenómenos trombóticos, se acepta la teoría de los dos hits que
promulga que hacen falta dos desencadenantes para que se produzca la trombosis 9.

El primer desencadenante es la presencia de los AAF, que tienen efectos protrombóticos al


actuar sobre células endoteliales, monocitos y plaquetas (que aumentan la síntesis de factor
tisular 10 y tromboxano A2) y proinflamatorios, al activar la vía del complemento. El segundo
desencadenante activa la coagulación y puede ser provocado por infección, cirugía, inmovilización,
embarazo o fármacos anticonceptivos.

Además de activar la coagulación y la inflamación, se cree que los AAF, a través de la


interacción con proteínas como la protrombina, factor X, proteína C y plasmina podrían dificultar
la inactivación de factores anticoagulantes, impidiendo así la fibrinolisis. El óxido nítrico
producido por la óxido nítrico sintetasa en las células endoteliales contribuye a la prevención de la
trombosis, ya que inhibe la agregación plaquetaria y disminuye la adhesión de moléculas
implicadas en la formación de coágulos. Un estudio reciente ha revelado que los anticuerpos anti-
β2GPI se unen a la óxido nítrico sintetasa, inhibiendo la producción de óxido nítrico y favoreciendo
así la formación de trombos.

La teoría más aceptada para el origen de los anticuerpos defiende que la exposición a algunos
agentes ambientales (como pueden ser las infecciones) 15 en pacientes genéticamente
predispuestos, desencadenaría el desarrollo de los mismos a través de un mecanismo de
mimetismo molecular. Se ha puesto de manifiesto la existencia de una asociación significativa
entre la aparición de anticuerpos aFL y las trombosis en pacientes con infecciones por virus de
Epstein-Barr, citomegalovirus, virus de la hepatitis C (VHC), adenovirus y parvovirus.

Además de las infecciones, otras condiciones (fármacos, neoplasias) pueden inducir la


producción de anticuerpos aFL, pero estos raramente van a asociarse a la aparición de trombosis
y estarán presentes en los pacientes de manera transitoria.

DIAGNOSTICO

La sospecha clínica y el diagnóstico precoz del SAF son de vital importancia, porque un tratamiento
adecuado reducirá de forma considerable la morbi/mortalidad del paciente. Debido a su gran
variabilidad clínica, la enfermedad es en muchas ocasiones infradiagnosticada. La sospecha clínica
del SAF se debe plantear ante las siguientes situaciones:

1. Aparición de una o más trombosis venosas o arteriales sin causa justificada, especialmente en
pacientes jóvenes.

2. Uno o más eventos adversos durante el embarazo.


3. Trombocitopenia sin causa justificada o prolongación de los tiempos de coagulación (tiempo
de tromboplastina parcial activado APTT).

4. El diagnóstico previo de LES y la aparición de sintomatología compatible con SAF.

Es indispensable realizar una rigurosa historia clínica y una exploración física y solicitar la
determinación de anticuerpos aFL

En cuanto a la morbilidad obstétrica, diferentes estudios han propuesto diversas vías implicadas
en su patogenia. Clásicamente, se han atribuido los abortos y las muertes fetales prematuras a
trombosis e infartos placentarios, pero se ha visto que en algunos casos no es posible demostrar
trombosis decidual o vasculopatía placentaria y que, en ocasiones, existen signos de inflamación
activa con activación de la vía del complemento 12 . Otra teoría propuesta implica a la β2GPI
placentaria, que sería reconocida por sus anticuerpos, inhibiendo el crecimiento y desarrollo de los
trofoblastos y provocando una placentación anómala 9 . Finalmente, se ha demostrado que
inmunocomplejos IgG-β2GPI interrumpen la acción de la anexina 5, impidiendo su acción
anticoagulante en las membranas del sincitiotrofoblasto placentario.

DIAGNOSTICO

Para establecer un diagnóstico definitivo se definieron unos criterios en el Octavo Congreso


Internacional sobre anticuerpos antifosfolípido de Sapporo 1998, que fueron revisados en el
Decimoprimer Congreso de Sydney 2006.
De acuerdo con estos criterios, el diagnóstico de SAF requiere la presencia de al menos un criterio
clínico y uno de laboratorio. De acuerdo con las guías, es necesario realizar las tres pruebas
de laboratorio (anti-E2GPI, anti-CL y ACL) para poder concluir con el diagnóstico y clasificar al
paciente según el riesgo, de acuerdo con la presencia de una o más pruebas positivas.

El fenómeno del ACL se refiere a la capacidad de los anticuerpos aFL de interferir y producir
alteraciones in vitro en aquellas pruebas de la coagulación que dependen de la presencia de
fosfolípidos, provocando una prolongación en las mismas. Tales pruebas son el APTT, que mide la
actividad de las vías intrínseca y común de la coagulación; el tiempo de veneno de víbora de Rusell
diluido, que se basa en la capacidad de esta sustancia de inducir la trombosis; el tiempo de
coagulación con caolín, activador de la fase de contacto de la vía intrínseca; o con menos
frecuencia el tiempo de protrombina. El resultado del ACL puede estar influido por la heparina y
warfarina, por lo que no se recomienda realizar esta prueba mientras se reciban estos
tratamientos. Los anticuerpos anti-E2GPI y anti-CL serán detectados por inmunoanálisis o ELISA,
de acuerdo con procedimientos estandarizados. Para evitar el sesgo de la detección
transitoria de anticuerpos positivos, las pruebas han de arrojar un resultado positivo en al menos
dos ocasiones, tras un intervalo mínimo de 12 semanas. En ocasiones podemos encontrar
pacientes con características clínicas sugestivas de SAF que tienen persistentemente negativas las
determinaciones de anticuerpos anticardiolipina, anti-E2GPI y ACL. Para estos casos se ha
propuesto el término de SAF seronegativo.

Se detectan en el laboratorio de dos formas: a) por su interferencia con las pruebas de coagulación
fosfolípido-de-pendientes: anticoagulante lúpico (aCL), o b) mediante ELISA. Mediante esta
segunda forma podemos detectar Ac dirigidos contra el complejo fosfolípido-proteína plasmática
utilizando el fosfolípido como antígeno (fundamentalmente cardiolipina): anticuerpos anti-
cardiolipina (aCA), o utilizando directamente extractos purificados de proteína como antígeno
(fundamentalmente la B2-GP1): anticuerpos anti beta 2-glucoproteína1 (anti B2-GP1)

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