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DÉCIMAS CIENTIFICISTAS

JUEVES, 16 DE ABRIL DE 2009 SEGUIDORES

El lugar de la autonomía o la corrupción no es el Seguidores (0)

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Este pequeño ensayo es un intento por enfocar los problemas de la


organización del estado desde un punto de vista algo diferente al usual.
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El problema que pienso es necesario atacar se evidencia al constatar
que quizás el presente gobierno sea el que más haya invertido en ▼ 2009 (3)

políticas sociales y de las otras, pero con la paradoja de que quienes ▼ abril (3)
deben implementar las políticas y los beneficiarios de las mismas El lugar de la autonomía o la
perciben -con alguna base según creo- que lo hecho es insuficiente y corrupción no es el ...
malo. Yo creo que no es suficiente y no creo que sea malo. De hecho de Exposición de motivos 2
los gobiernos que conozco ha sido el mejor. No dejo de notar, sin
Exposición de motivos
embargo, los problemas que subsisten y que creo tienen cosas en
común.
La principal tesis de este texto es que la distribución de autonomías y
herramientas, pero también de responsabilidades, en suma la forma de D AT O S P E R S O N A L E S
organizar el trabajo, es la que ha fallado históricamente en el estado JUAN VALLE LISBOA
uruguayo. Contrariamente a la ideología imperante al respecto, que en
diferentes versiones es mantenida por izquierda y derecha, no creo que VER TODO MI PERFIL

el problema del estado sea la corrupción y corporativismo de los


funcionarios. Estos dos problemas, la corrupción y el corporativismo,
son epifenómenos o, en el mejor de los casos, síntomas de una
organización del trabajo defectuosa.

Autonomía, cogobierno y corrupción


Empecemos por unos ejemplos. Como integrante de la sociedad
uruguaya me pareció lamentable que la discusión dada en torno a la
educación pública haya sido acerca de la necesidad o no de autonomía
y cogobierno. Si hago un poco de introspección me doy cuenta de que
lo que me preocupa es que gobiernen los profesores. ¿A qué se debe esa
desconfianza? Creo que a la observación de que los profesores, sin
haber demostrado que lo merezcan, reclaman para sí lo que debería ser
resorte de la discusión pública nacional, o sea, la definición de los
objetivos y medios de la educación.
Siguiendo con la introspección, no puedo dejar de notar que defiendo
una situación de privilegio y asimetría, cuando mantengo que debe
existir la autonomía de la Universidad o la descentralización de las
políticas científicas de la ANII. Noto la contradicción entre esta
posición y la sensación anterior.

Por ejemplo, y dejando de lado por el momento al vetusto cogobierno


universitario, yo pienso que hace mal el gobierno al centralizar
excesivamente los detalles del funcionamiento de los instrumentos de
las políticas científicas, en particular acaparando centralmente
mecanismos que utilizaba otrora el exitoso PEDECIBA. ¿Es mi reclamo
de autonomía para las áreas en las que me muevo únicamente un
reflejo corporativo, como evidencia el que no lo tolere para otras áreas?
Si bien el engañarse a uno mismo es un deporte en el que nosotros
humanos somos excelsos, creo haber reflexionado un poco, al menos lo
suficiente como para poder hacer un comentario que me parece
interesante compartir.

El triunfo del neoliberalismo


Mi desconfianza respecto de los profesores, al igual que la de los
miembros de la ANII respecto de los científicos, o para el caso de la
IMM respecto de los funcionarios municipales, es un triunfo ideológico
del neoliberalismo de los '90. La idea de que todos los males son
derivados en el mejor de los casos de la pereza y la incapacidad, o en el
peor de la desidia y la corrupción de los funcionarios, es la idea más
frecuente hoy en día, tanto desde la izquierda (como evidencia el libro
reciente de Fernández-Huidobro) a la derecha, pasando por el centro.
Me parece que no siempre fue así. El clamor insistente a bajar el costo
del estado, el abuso del clientelismo, la plata fácil del Lacalle-
Menemismo, que hacía pensar en lo superfluo del Estado, más la
pérdida de confianza en lo colectivo, han horadado la imagen del
Estado y el funcionario público, al punto que la solución para todos los
males parece ser terminar con la inamovilidad, o con el Estado mismo.
Es cierto, la corrupción, la desidia, la pereza y la ignorancia existen y se
notan. Pero ¿por qué existen y por qué se notan?. ¿Es por la
inamovilidad de los funcionarios?
Es posible estudiar experimentalmente el tema. Yo trabajo en la
Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, como docente-
investigador. Como se sabe, en la Universidad los cargos son
periódicamente renovados, para lo que se requiere presentar informes
de actividades y se hacen evaluaciones. En el Instituto de
Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE) los cargos son
“inamovibles” que en realidad quiere decir que para ser removido un
funcionario debe ser sometido a un sumario. Uno podría pensar que
dado el carácter controlado, regulado y evaluado, la Facultad, en lo que
es comparable al IIBCE, esto es la producción científica, es mejor. No
es el caso. Creo que en cierto sentido son bastante indistinguibles.
Ergo, al menos en estas variables la inamovilidad no tiene efecto (para
mis colegas, ya se que hacen falta algunos controles, pero grosso modo
concluirán conmigo que la ausencia de diferencias significativas frente
a los dos “tratamientos” es al menos sugestiva).
Algunos compañeros a quienes he presentado el argumento sostienen
que esto es un caso particular, que no todos los funcionarios tienen el
grado de motivación que tienen los investigadores y becarios del
Clemente Estable. Pero esto solo nos hace preguntar el por que. ¿Por
qué los funcionarios de -digamos- el Poder Judicial no tienen la
motivación y el amor por el trabajo que si tienen mis compañeros del
Estable? ¿Por qué alguno de esos funcionarios tratan a la gente como si
fueran vacas que van al matadero?
No tengo la respuesta a todas esas preguntas, pero me parece que hay
algo que es independiente de la voluntad y del voluntarismo. Que hay
algo que depende de como se trabaja, de con qué potestades y ante
quien se responde

Autonomía y cogobierno
Autonomía y cogobierno son quizás las palabras más abusadas de la
política nacional. En la Universidad sirven de conjuro imbatible; quien
las invoca se protege de tener que dar razones o presentar argumentos.
Los profesores de secundaria piden lo mismo: autonomía y cogobierno.

Ahora, como en una metamorfosis ambulante, voy a argumentar que


en el fondo, y en algún sentido, tienen razón. Lo que se precisa es
autonomía sobre todo (y un poco de cogobierno). Aclaro desde ya. No
creo que nada de lo que se necesita se parezca al inoperante, viejo,
anacrónico y por ende profundamente reaccionario sistema de
gobierno universitario. Pero la negación del cogobierno universitario
no es el “centralismo democrático”, ni el imperio del mercado ni nada
que se le parezca. Neoliberales y centralistas no se congratulen. Creo
que lo que hace falta es un buen programador.

Programación orientada a objetos


Tanto viejos programadores como nuevos y no tan nuevos reconocen la
necesidad de modularizar. Ningún programa de computadora lo
suficientemente complejo como para hacer algo interesante puede
basarse en una larga chorrera indiferenciada de instrucciones. Si uno
intenta hacer eso las variables se confunden, las referencias se cruzan y
además termina repitiendo el código de su programa en distintas
partes que hacen lo mismo. Todas las formas de programación incluyen
por lo tanto alguna forma de modularización. Un pequeño
subprograma copia los datos a un archivo con cierto formato, otro
procesa un conjunto de datos de una forma particular, etc.. En muchos
casos puede verse un programa como una comunidad de agentes u
objetos, cada uno con un conjunto de tareas y mecanismos internos
para cumplirlas, así como con formas de comunicarse con el resto del
programa. Lo importante acá es que cada agente tiene procedimientos
internos que el resto del programa no altera, así como variables
privadas.

Creo que así debe funcionar el Estado. La estructura del programa, los
datos sobre los que debe operar, las prioridades, las establecen los
gobiernos (o las formas de gobierno) pero las acciones las deben
ejecutar módulos, divisiones, secciones, etc, que deben tener
procedimientos y variables internas. El éxito de cada módulo se juzga
en base a objetivos claros, a metas definidas, y depende de que cada
módulo tenga herramientas claras y recursos suficientes (y necesarios).
Bajado a tierra esto quiere decir que para que las cosas funcionen es
necesario que en algún nivel de la estructura hayan módulos
autónomos, en el sentido de tener formas internas de trabajar
particulares, pero que respondan a los objetivos generales.

Todos admitimos cierto nivel de autonomía. Al cirujano que está


operando a un paciente nadie le dice “corte un poquito más por acá”.
En todo caso le dicen “hay un paciente que necesita que le saquen el
apéndice”. Ningún ciudadano entra a clase y le dice al profesor, "la ley
de Newton no es así". Por lo que abogo es porque se aplique el mismo
criterio en las diferentes tareas que debe ejecutar el Estado. Los
técnicos, especialistas o funcionarios que conocen de los temas son
quienes deben hacerse cargo de la ejecución de los procedimientos. En
cada nivel deben haber metas claras propuestas por el nivel superior
(de la estructura; no hay connotaciones cognitivas en esto) y que sean
realizables por el nivel inferior. Esto nos hace entrar en el tema de que
es lo que hace que una meta sea realizable por un colectivo.

La corrupción es un epifenómeno o un síntoma


En realidad no. La corrupción es inherente a los humanos, como lo es
la capacidad de cooperar, de indignarse frente a los corruptos, etc. Lo
que quiero decir es que junto con la ideología anti-estatal, va la idea de
que la única forma en la que es posible hacer que el estado mejore es
por la vía del combate a la corrupción. Quiero argumentar aquí que en
Uruguay es todo lo contrario. Y parto del párrafo anterior. Para que
una cosa sea realizable por un colectivo, dicho colectivo debe tener
claro los objetivos, debe tener la capacidad (técnica) para hacerlo y las
formas de munirse de lo que necesita, objetos, fungibles,
asesoramientos, etc. Es en esto último que nuestro Estado es
particularmente odioso.
Mi interpretación es que con vieja intención de controlar y combatir a
la corrupción se han creado en el seno del Estado uruguayo un sin fín
de trabas burocráticas y controles sobre controles que terminan
haciendo naufragar cualquier intento de hacer funcionar algo. Si a eso
le sumamos que muchas cosas son centralizadas para combatir el
corporativismo, al punto de que los responsables de las tareas no
pueden decidir sobre sus instrumentos, el resultado es la inoperancia.
Y yo creo que la inoperancia es el caldo de cultivo de la corrupción.

De vuelta al liceo
Nadie piense que estoy proponiendo otorgarle a los profesores de
secundaria más lugares en el CODICEN. No. Lo que si creo es que los
directores y los profesores con la influencia de los padres y alumnos,
deben ser esencialmente los dueños de los liceos. Yo me imagino por
ejemplo que cada liceo tenga su presupuesto asignado y tenga cierta
autonomía en definir cuál es el personal del liceo y en que se invierte el
dinero, quedando las estructuras centrales como tribunal de alzada.
Eso si, tienen que haber metas claras, como por ejemplo la cantidad de
gente que deserta debe bajar a la mitad, la fracción que pierden los
exámenes (evaluados externamente) debe disminuirse tanto por ciento
en tantos años, etc.. Capaz que esto ya se empezó a hacer, pero en
cualquier caso debería ser generalizado a todo el estado. El Comunal x
debería asegurar tanto porcentaje de faroles funcionales, pozos
tapados, basura recogida, etc. Y para eso debería tener acceso a las
máquinas o los insumos centrales, tal vez 1 vez por semana o cada dos o
lo que se pueda, pero sabido de antemano. O tener una caja chica para
comprar cosas. Y rendir sobre lo hecho. Y cuando las cosas no andan
saltan primero los jerarcas y luego los sub-jerarcas y así sucesivamente.
Estos a su vez deben tener la posibilidad de observar a un funcionario,
de enviarlo a capacitar o de reordenar la estructura interna.

El lugar de la política
Un lugar común falso es el que señala que todo es política. Eso es
mentira. Otro es que lo importante es que gobiernen los técnicos. Eso
también es mentira. El verdadero lugar de la política, en mi concepción
es el de definir los objetivos y priorizar los módulos de ejecución que
van a llevar adelante los objetivos. Se deduce que en cada nivel de la
jerarquía hay un dominio de acción política, cada vez más local a
medida que se acerca al nivel de ejecución definitiva. No está mal que
en esos niveles hayan acciones que podríamos llamar “cogobierno”. En
el ejemplo del liceo, me parece conveniente que quienes fijan las
prioridades del liceo sean en colectivo los directores y los profesores
más padres y alumnos, no que sean exclusivamente los directores. Sin
embargo, los directores seguramente deben tener más
responsabilidades en la estructura -porque son los que rinden cuentas-
y por lo tanto deben tener más instrumentos. El balance de
ejecutividad debe ser en cada caso objeto de análisis. No obstante, lo
que tengo claro, es que en los niveles superiores el control de la política
debe ser nacional. Y hasta ahora, el único método más o menos
razonable para asegurar la democracia es el de la democracia
representativa con algunos mecanismos directos. Pero una democracia
madura debe respetar los niveles de especificidad y autonomía locales,
fijando metas, pidiendo resultados, facilitando recursos, pero no
interviniendo en la ejecución. Para mí esa es la única forma de a la vez
tener algo democrático pero que funcione.

© 2009. Juan C. Valle Lisboa Todos los derechos reservados. Se permite copiar
citando correctamente.

PUBLICADO POR JUAN VALLE LISBOA EN 12:07 NO HAY COMENTARIOS:

Exposición de motivos 2
El principal objetivo de tener este blog es poder vociferar desde él mis
opiniones sobre todos los temas. En general estas opiniones versaran
sobre de temas de actualidad, de política y de interés social general.
Soy un cientificista reprimido. Creo que el cultivo del escepticismo,
pero sin pérdida de la capacidad de asombro, es la esencia del
pensamiento científico. El corolario de estas dos actitudes es la
curiosidad, una de las mayores virtudes humanas, mucho mayor que la
tonta e irracional fe.

Las dos cualidades son importantes, porque el escepticismo a secas es


estéril y la capacidad de asombro sin escepticismo es boba. Lo que acá
escriba va a intentar tener ese sello. Como hasta ahora he sido
reprimido, por el tiempo, por el espacio y la ocasión, pretendo usar este
espacio para regurgitar mis pensamientos y mi ideología para quien
quiera leerlas. Espero que a alguien le sirva.
Juan

PUBLICADO POR JUAN VALLE LISBOA EN 11:44 NO HAY COMENTARIOS:

Exposición de motivos
Yo creo que en el trono debe estar
este hombre, bien calzado y coronado.
Creo que los que hicieron tantas cosas
deben ser dueños de todas las cosas.
¡Y los que hacen el pan deben comer!
¡Y deben tener luz los de la mina!
¡Basta ya de encadenados grises!
¡Basta de pálidos desaparecidos!
Ni un hombre más que pase sin que reine.
Ni una sola mujer sin su diadema.
Para todas las manos guantes de oro.
¡Frutas del sol a todos los oscuros!

P. Neruda (El Pueblo)

PUBLICADO POR JUAN VALLE LISBOA EN 11:42 NO HAY COMENTARIOS:

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