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Problemas de Historia Argentina

Orden y teoría:

Unidades temáticas que tengo que resumir

 12.- Las desilusiones de la experiencia democrática: socialistas y conservadores frente


a los gobiernos radicales. La suerte de la democracia: democracia, populismo y
autoritarismo. Conservadorismo y nacionalismo temprano. La Nueva República y la
confrontación al sistema liberal.
 13.- La restauración conservadora. Autoritarismo político y fracturas en el
conservadorismo bonaerense.La formación del Partido Demócrata Nacional. El
Radicalismo entre la participación y la abstenciónelectoral. Cambios en la legislación
electoral en la década de 1930: La “ley trampa” y el “fraudepatriótico”.
 14.- El periodo formativo del Partido Peronista. Conflictos entre Laboristas y
Renovadores. Lascoaliciones dominantes. Institucionalización del peronismo. El
peronismo en el interior. Elitesprovinciales, partidos tradicionales y la formación del
peronismo periférico.Sufragio femenino y reforma del régimen electoral.

Plan de Trabajo

 Clase 12: Los críticos de la experiencia radical: el nacionalismo y los desafíos a la


democracia representativa.
 Clase 13: La restauración conservadora: autoritarismo político y fraude electoral.
 Clase 14: Los años peronistas: la formación del Partido Peronista y la constitución de
las coaliciones dominantes.

De que trata la unidad 12?

De que después de la ley Sáenz peña, el tejido político adquirió una nueva dinámica, que, con
el ascenso del radicalismo se percibe entre: actores como la prensa y conservadores un
desencanto de lo positivo de la democracia representativa recientemente conquistada. De
hecho ese malestar culmina en 1930 con la destrucción presidencial de H. Yrigoyen.

 Cuál es el camino entonces que ahora está caminando la corriente antipersonalista?


 Y el naciente nacionalismo?
 Los conservadores…

 Los ejes centrales a ser tenidos en cuenta para el estudio de este núcleo temático
son:
-Las desilusiones de la experiencia democrática: socialistas y conservadores frente a los
gobiernos radicales.
-La suerte de la democracia: democracia, populismo y autoritarismo.
-Conservadorismo y nacionalismo temprano. La Nueva República y la confrontación a
la democracia liberal.
 Con el análisis de las lecturas y actividades propuestas en este núcleo temático
se busca que usted pueda:

-Comprender la transición ideológica que tiene lugar entre las críticas de sectores
liberales conservadores a la experiencia radical de gobierno y el surgimiento de
propuestas autoritarias de reeemplazo de la experiencia democrática iniciada en 1912.

-Identificar las formas que adoptan el conflicto interno dentro del radicalismo durante
los años veinte y los fundamentos ideológicos y políticos del antipersonalismo.

Según lo que expresa el autor de la clase, a partir de la aplicación de la Ley Sáenz Peña,
que como sabemos tuvo como resultado la elección y el ascenso de un gobierno radical,
dirigido por Yrigoyen, de estreno en la dirigencia política, para las FACCIONES
CONSERVADORAS del “ANTIGUO RÉGIMEN”, desde su punto de vista era un
FRACASO porque

 para estos no repercutía “en el establecimiento de un


gobierno representativo que sancionara el derecho de los
notables a gobernar el país”1.
 las relaciones entre gobierno y sociedad no fueron las
impulsadas por la reforma.

Entonces, el contexto es el de una coyuntura reformista instalada ya, y a su vez unas


fuerzas conservadoras dispersas débiles y desorganizadas, abatidas. Que ni antes, ni
después de 1920, dice el autor, logran conformar un partido nacional capaz, subsumido
en tensiones facciosas, de con su organización “desafiar la eficaz máquina política
radical y su creciente relación con las clases subalternas.” (El Partido Demócrata
Progresista, son las facciones conservadoras que después de 1914 ya dispersadas se
agrupan para hacerle frente a los nuevos partidos.)

El contexto político del momento con la prédica saenzpeñista, con la reforma, es


favorecedor de la formación de partidos organizados. Sin embargo, los partidos
conservadores no pueden superar obstáculo y cada vez se dispersan más, frente al
desarrollo de partidos de “ideas avanzadas”. Tal desarticulación, anima a realizar
intentos de REVISIÓN DE REFORMA ELECTORAL:
 críticas hacia el sistema de lista incompleta
 propuestas para introducir limitaciones al sufragio universal
 restricciones a la nacionalización de extranjeros (a quienes los conervadores lo
veían inclinados al Partido Socialista).
 Restricciones a la representación proporcional.

LA PRENSA PORTEÑA Y PUBLICISTAS:

Critican:
- la escasa organización de las fuerzas conservadoras
-la inmadurez de los electores, la falta de cultura política en el electorado (sin expresar,
por el momento, una crítica general hacia la democracia representativa.)

1
Teoría, clase 12
LOS SOCIALISTAS YLOS SECTORES CONSERVADORES TAMBIÉN
CRITICAN, PERO LO IMPRTANTE ES ESTO, QUE, en un principio, todas sus
críticas “no iban a significar una crítica general a la democracia representativa ni
un abandono de la tradición republicana que, en buena medida, había estado
asociada con la aceptación del sufragio universal masculino a pesar de algunos
intercambios parlamentarios a finales del orden conservador que lo podían poner
en entredicho. En este sentido, todavía los políticos conservadores y sectores de las
clases propietarias se encontraban lejos de una impugnación general a la
experiencia yrigoyenista que sería definida posteriormente como un ejemplo de
una (en palabras de Ramón Cárcano) “democracia niveladora y plebeya”.”i
“Las dudas y críticas posibles sobre el comportamiento electoral de las mayorías y el
ascenso electoral de los nuevos partidos (en especial del radicalismo) se darían en un
comienzo en el contexto de un cierto optimismo sobre el carácter educador de la
democracia representativa.”ii
Durante la Primer Presidencia (1916-1922)
La relación entre Yrigoyen, el Congreso y los gobiernos provinciales:

Iba a provocar entre parte de la prensa y entre los partidos conservadores


acusaciones dirigidas al gobierno nacional de

menospreciar los trabajos parlamentarios y de colocarse en oposición a los principios


constitucionales con su estilo de gobierno plebiscitario y la utilización de los medios
de administración con fines de patronazgo político.(5)

Presidencia de Marcelo T. de Alvear (1922-1928)

Se niega a desmontar la máquina del radicalismo yrigoyenista a través de intervenciones


federales contribuirá a dar lugar en el discurso de la prensa opositora (por ejemplo, La
Fronda) a una interpretación que ya señalaba el “romanticismo cívico” de Sáenz
Peña el cual habría dado lugar, se argumentaba, a una reforma electoral que había
encontrado a un pueblo que carecía de la educación política suficiente.(6)”

Durante el gobierno de Marcelo T. de Alvear el Partido Radical se había dividido


definitivamente en dos ramas:
 los personalistas y
 los antipersonalistas.
Estos últimos se encontraban más cercanos al gobierno de Alvear pero era en realidad su
resistencia al liderazgo de Hipólito Yrigoyen lo que los definía como grupo; si bien los anti
personalistas tendían a ser relativamente conservadores, lo que los mantenía unidos era su
rechazo al control yrigoyenista delpartido.
Durante la segunda presidencia de Yrigoyen(1928-1930) contexto provisto por la
gran Depresión

La solidez de los desempeños electorales del radicalismo y las dificultades por


conformar a un partido que congregara al espectro de la derecha dará paso a críticas más
decididas sobre la gestión yrigoyenista al comienzo de su segundo mandato y a
acusaciones de querer avanzar sobre el conjunto de la sociedad con intenciones de tono
dictatorial.

El Partido Radical asumía un tono más marcadamente de clase media a diferencia de


periodos más tempranos en que su dirigencia provenía mayoritariamente de sectores de
la antigua elite social y política.

Frente a la posibilidad de que el dominio del radicalismo personalista sobre el


congreso se consolidara aún más con el control del Senado, las crecientes dudas de
parte de políticos conservadores, clases propietarias y grupos nacionalistas sobre
las bondades de la democracia liberal sumado a la tradicional postura del
yrigoyenismo de presentarse como la expresión de la nación llevaría a crecientes
rumores de conspiración contra el presidente Yrigoyen.

1929

Periodistas y otros, organizan grupos de choque (Liga Republicana), para ganarle la


calle a los radicales y organizar una revolución.

 Propósito: levantarse contra el despotismo, y (contradictoriamente) defender la


Constitución.
 En 1930, después de que en Bs As electoralmente la UCR sea derrotada por el
socialismo independiente, estos grupos, más la prensa opositora, más las clases
políticas, leen estos resultados como el fin de un régimen político.
 Los planes de concretar un golpe de estado que pusiera fin a la continuidad
democrática se harían realidad en setiembre de 1930 cuando un grupo de cadetes
marchara por las calles de Buenos Aires sin encontrar una oposición importante.

Lecturas:

1. Persello, en “Los opositores radicales a Yrigoyen”, son cinco hojitas…la idea


principal está en su adelanto: “El texto recupera algunas trayectorias de dirigentes
radicales provinciales, que son estos………………………

Los lencinistas mendocinos, los bloquistas de San Juan, los seguidores de Vera en Tucumán, los
de Joaquín Castellanos en Salta, los de Benjamín Villafañe en Jujuy, los principistas y los
verdaderos riojanos, movimientos provinciales ya constituidos como tales, después que Alvear
asumió la presidencia, en 1922, formaron parte de esa ruptura que devino en un nuevo partido:
el antipersonalismo. Lo que los unificaba era el antiyrigoyenismo.
que se caracterizaron por organizar movimientos locales y militar en las filas del
antipersonalismo aun cuando, identitariamente, muchos de ellos participaban de la tradición de
pensamiento inaugurada por Yrigoyen y ejercían liderazgos personalistas. La intención es
mostrar que la lectura de la historia del partido basada en la existencia de dos corrientes, una
popular y plebiscitaria y otra liberal-conservadora, no se aviene con las fracturas y cismas que
se dieron a nivel de la organización y que la identidad radical está atravesada por esa
tensión.”

O sea, lo que dice Persello, es que se reconoce en la historia del partido radical dos
tradiciones de pensamiento, la de Alem y la de Yrigoyen, que dice que persistieron y formaron
parte de la identidad radical y que la causa no anuló al partido. Bien, PERO después explica
esto de que desde que asume Alvear NACE UN NUEVO PARTIDO, que son LOS OPOSITORES
RADICALES A YRIGOYEN, ES DECIR, LA UCR ANTIPERSONALISTA, estos=

 Reivindican el impersonalismo.

Pero, según Persello, estaban lejos de practicarlo en los ámbitos locales en los que actuaban y
de sustentarlo en el plano del discurso, y afirma que lo cierto es que el nuevo partido reunió a
antiyrigoyenistas, que no necesariamente eran antipersonalistas. Después del 30, eto
antipersonalistas no tuvieron mucha fuerza…pasaron a ser parte de los nacionalistas, del
peronismo y hasta del arco conservador.

2. Mustapic.

“Conflictos institucionales durante el primer gobierno radical: 1916-1922”

En 1916, los esfuerzos reformistas de la élite resultan en vano y la UCR gana las elecciones
presidenciales. Sin embargo, el conservadurismo mantiene el control sobre el Poder
Legislativo. Se plantea la tarea de compartir la gobernabilidad. Dos situaciones posibles:
cooperación o estancamiento político; se dan ambas: económicamente se alcanza el consenso
(pensamiento similar), a nivel político se produce la ruptura (los intereses no son conciliables).

Relaciones muy tensas entre Ejecutivo y Legislativo; se pueden caracterizar a través de dos
elementos: la interpelación parlamentaria y la intervención federal.

El Legislativo tiene derecho a reclamar explicaciones o información al Ejecutivo; éste último


no responde ni asiste a las interpelaciones. Yrigoyen se cree un elegido que está por sobre las
instituciones; no tiene obligación de ser controlado por nadie; él es la personificación de los
valores del pueblo, ha sido autorizado por este pueblo (a través del voto) a actuar según su
conciencia y voluntad personal. El presidente toma decisiones unilateralmente.

La intervención federal es la herramienta predilecta de Yrigoyen; limita considerablemente la


autonomía de la provincia, sometiéndola al poder central. El presidente puede disponer de esta
medida siempre que lo crea conveniente (garantizar el republicanismo) y sin autorización del
Parlamento; se vale de ella para desplazar a la vieja élite de los gobiernos provinciales y
asegurarse un orden funcional a sus intereses. También se utiliza en las provincias radicales
donde las divisiones internas del partido afectan el poder o donde los radicales gobernantes
son contrarios a Yrigoyen [existe en el radicalismo una escisión: personalistas y
antipersonalistas. El último grupo es opositor a Yrigoyen y es el que alcanza lugar en el
parlamento a partir de 1918].
Se produce durante el período una clara concentración del poder a manos del Ejecutivo.

“A través del análisis de este conflicto se intenta mostrar, por un lado, que los principales
protagonistas del período sostuvieron visiones opuestas acerca del régimen democrático
deseable. Por otro, que ello afectó los mecanismos constitucionales poniendo a prueba su
flexibilidad pero al precio de crear profundas tensiones en el sistema político”. Mustapic de
hecho comenta que los radicales bajo la dominación oligárquica estaban formados como
partido antisistema, y que una vez en el gobierno no abandonan esta postura.

3. Tato, María Inés. “DEL CRISOL DE RAZAS A LAARGENTINA DESINTEGRADA: UN


ITINERARIO DE LA IDEA DE NACIÓN, 1911-1932”

I.Lo más importante es la idea de Nación.

Se ocupa de los cambios operados en la concepción de la nación sostenida por dos destacados
periódicos liberales porteños (La Mañana y La Fronda, de FRANCICO URIBURU portavoces
del liberalismo reformista) en el curso de la primera experiencia democrática argentina, desde
su instauración hasta su clausura. Dichos cambios constituyeron el correlato de la
transformación de las posturas de ambos diarios frente al sistema político ante los avatares de
la política de masas.

La trayectoria de sus opiniones acerca de la sociedad nacional y del lugar que en ella le cabía
a la inmigración constituye un caso particular en el devenir del nacionalismo argentino.

También ilustra las transformaciones del perfil de una nación sacudida por la masificación de
la sociedad y de la política durante el período de entreguerras.

Transitaron de un nacionalismo cívico, liberal y cosmopolita, a un nacionalismo cultural


exclusivista y esencialista. En esa evolución fue determinante la fase crítica que atravesó por
entonces el proceso de construcción del estado nacional argentino, con la democratización del
sistema político y la irrupción definitiva de las masas en la esfera pública.
El recorrido de este examen arranca en enero de 1911, en vísperas de la reforma electoral que
dio paso a ese ensayo democrático, y concluye en febrero de 1932 con el agotamiento del
primer régimen militar que lo clausuró.
De promotores de la democratización impulsada por los sectores más progresistas de la elite
liberal, los diarios de Uriburu se transfiguraron posteriormente en sus impugnadores y en el
sostén de un gobierno militar que suplantó la apelación a la soberanía popular por la invocación
del «ser nacional» .
El diario de Uriburu
adhirió al proyecto general de país de la generación de 1880, que concebía
a la nación como un , según el cual la cultura argentina era el resultado
de la mezcla, de la fusión, de la amalgama de los elementos nativos con
los aportes de los inmigrantes. Sin embargo, esa noción de crisol, equivalente al
melting-pot norteamericano (32), no estaba exenta de claroscuros.
Es el componente esencial en la formación de un estado nacional moderno.
Es, el nexo entre estado y comunidad.
Crea una comunidad “imaginada” inventando tradiciones para amalgamar al estado con la
nación soberana en cuya apelación fundaba su legitimidad .
Ese , empeñado en la integración de los ciudadanos, convivió a lo largo de
su existencia con otro , el
nacionalismo de los nacionalistas, que a la definición política de la nación sustentada por el
primero oponía otra edificada primordialmente sobre factores étnicos y/o lingüísticos.

La preponderancia relativa de una u otra vertiente del nacionalismo resulta de su imbricación


con los avatares del estado nacional (o sea del momento que está atravesando el país) y con los
desafíos y las crisis que éste debe vencer durante su desenvolvimiento.

II. configuración del estado nacional:

María Inés comienza realizando una introducción de la formación de los estados


latinoamericanos en las primeras décadas del siglo XIX, no sólo menciona lo institucional,
mercantil, y territorial, también de los desafíos de reemplazar la identidad colonial por una
nacional. Participaron en esto gobernantes, prensa e intelectuales.

Argentina particularmente comienza en 1816 su formación:

-hacia 1860, supera las guerras civiles entre unitarios y federales,


-1880, una vez sofocados los alzamientos de los caudillos regionales y las resistencias del
autonomismo bonaerense, y culminada la lucha contra el indio. El estado alcanzó por entonces
la unidad territorial y la centralización incontestada de su autoridad, y avanzó en su
institucionalización. Paralelamente, la Argentina se integró al mercado internacional como
exportadora de cereales y carne, y receptora de capitales, especialmente de origen británico.
-hacia el centenario de la revolución de mayo la autora menciona los distintos avatares que
fueron influyendo en el concepto de nación, pero sobre todo le presta particular atención a que:
aumentaron los cuestionamientos al proyecto liberal y cosmopolita de país, por que esconden o
rechazan los efectos que no fueron deseados en ese impulso de modernizar al país.
Si para los gestores del estado argentino(en 1816) la inmigración estaba llamada a redimir el
atraso americano, sus detractores (1900) se inclinaron por la reivindicación de lo autóctono o la
creación de un mito de los orígenes desarraigado de las influencias de las nuevas corrientes
inmigratorias.
Acerca de las corrientes inmigratorias dice Tato: “Visto como agente del progreso y al mismo
tiempo como un elemento a civilizar por intermedio de una categórica argentinización, como
sospechoso de la importación de ideologías disolventes y de conductas delictivas, como vector
de la plebeyización de la sociedad y de la difusión de valores contrarios a la cosmovisión
patricia, como actor político multifacético de lealtades cambiantes pero siempre disruptivas, esa
imagen del inmigrante resumía las incertidumbres de una elite sensibilizada por los decisivos y
rápidos cambios que experimentaba el país en todas las áreas.
En etapas de estabilidad, estos resquemores fueron acallados, pero en coyunturas críticas se
exacerbaron y rozaron la xenofobia, convirtiendo a la inmigración en el chivo expiatorio del
fracaso de las expectativas reformistas y de una crisis asimilada a la decadencia del orden
social.”
IV: En definitiva, y para resumir, “La Mañana” y “La Fronda” transitan desde un liberalismo
reformista a un nacionalismo autoritario. La trayectoria de estos tienen influencia directa sobre
el concepto de nación, y la piedra de toque para que esto suceda es la MASIFICACIÓN DE LA
POLÍTICA .

“En épocas de estabilidad y de prosperidad, el consenso liberal acerca del estado y de la nación se
mantuvo prácticamente incólume frente a sus eventuales impugnadores, pero en etapas signadas por crisis
que hacían a la integración y a la participación comenzó a mostrar fisuras que amenazaron su integridad.
La construcción de la homogeneidad fue una premisa básica en la construcción de la sociedad nacional,
que en el contexto argentino hizo de la asimilación de los inmigrantes el principal desvelo de las elites. En
el caso aquí analizado, la identificación entre aquéllos y el desafío a la hegemonía de la antigua clase
dirigente en el marco de la democratización operó como válvula de escape de las tensiones generadas por
la evolución y la complejización del estado nacional y por los avatares de la ampliación de sus bases
políticas.”2

De que trata la unidad 13?

https://www.youtube.com/watch?v=007-8HM_sEg

La clase anterior llega hasta 1930, año del Golpe de Estado que derroca a Yrigoyen.

Durante los años treinta un nuevo sistema de competencia partidaria emergió luego del golpe de estado en
el cual una coalición (la Concordancia) enfrentó a un conjunto de fuerzas opositoras (la UCR,
socialismo, demócrata-progresistas) apoyándose en la intervención militar (y en la actuación del
Ejército como actor político) y en la delimitación de la competencia electoral a partir de la manipulación
de los comicios (fraude electoral) en diversos grados.
En esta unidad se explora:
 la constitución del sistema de partidos entre 1930 y 1943,

2
TATO
 la organización de las coaliciones gobernantes y de las alianzas opositoras,
 el rol jugado por el radicalismo (abstención o concurrencia electoral)
 y los cambios introducidos en la legislación electoral que aseguraron una forma particular de
restauración conservadora.

Los ejes centrales a ser tenidos en cuenta para el estudio de este núcleo temático son:
 La restauración conservadora. Autoritarismo político y fracturas en el conservadorismo
bonaerense.
 La formación del Partido Demócrata Nacional.
 El Radicalismo entre la participación y la abstención electoral.
 Cambios en la legislación electoral en la década de 1930: La “ley trampa” y el “fraude
patriótico”.

Se busca que usted pueda:

 Definir las características de la participación del Ejército en la ruptura de la continuidad del


sistema democrático y su rol en las notas principales del sistema político de la década de 1930.
 Comprender y diferenciar la introducción de cambios en la legislación electoral como
delimitación de los marcos deseados de competencia electoral.
 Interpretar los conceptos de conciliación e intransigencia en el contexto de la vida política de los
años treinta.|

De acuerdo a la teoría de la unidad lo autores esenciales a saber son Bejar y el texto de De Privitellio y
Persello sobre la reforma de la reforma.

---------De Béjar es importante discutir el rol de los caudillos locales conservadores y la


movilización de las bases en la vida interna del PDN en la provincia de Buenos Aires durante
los años treinta. Debatir sobre el rol jugado por el fraude y la violencia política en la
competencia partidaria entre el bloque conservador y el radicalismo.

El régimen fraudulento desde la dinámica facciosa del


conservadurismo bonaerense.
María Dolores Béjar
Resumen
Este trabajo analiza las normas y las prácticas que marcaron la trayectoria del partido
Conservador bonaerense en los años treinta y se detiene especialmente en el tratamiento de
los conflictos partidarios e institucionales que afectaron a la municipalidad de La Plata. El
estudio de estos conflictos permite distinguir una fuerte impronta facciosa que incluyó el
uso del fraude para dirimir la relación de fuerza entre caudillos y camarillas.
Estas pugnas recorrieron el cuerpo partidarios desde la base a la cima y se combinaron con
crisis en los diferentes niveles del gobierno. La proliferación y gravitación de las facciones
fue, en gran medida, alentada por la presencia de fracciones y tendencias en la cúpula
partidaria. Los máximos dirigentes, al mismo tiempo que competían por el control de la
organización, adherían a diferentes opciones políticas. Unos, aunque signados por las
incertidumbres, se definieron como liberales y otros, sin dudas, alentaron la vía autoritaria.
1935. El Partido Conservador, es el partido oficial del momento. Vuelve a elecciones el
radicalismo, la coerción abierta fue la vía ampliamente difundida por el oficialismo para evitar
el reingreso de estos al gobierno. y la segunda fuerza opositora es el socialismo. Que hace la
autora? da por hecho que todas las explicaciones de este momento argentino están tan
atravesadas por la acciones fraudulentas que no miran los historiadores los conflictos en torno al
poder que signaron la trayectoria del partido gobernante. Bejar revisa la compleja combinación
de factores que intervinieron en la dinámica del régimen fraudulento a través del análisis de uno
de sus más decididos ejecutores: el Partido Conservador bonaerense (Partido Demócrata
Nacional bonaerense a partir de 1931). Según Bejar comprender esto hace reconocer que las
prácticas fraudulentas afectaron tanto a las fuerzas políticas del campo opositor como al
partido gobernante.

Era recurrente:
 La violación de las normas partidarias.
 El ejercicio de la violencia
 La instrumentación de los recursos del gobierno con fines particulares.

Cuáles eran lo conflictos del partido gobernante? (ámbito bonaerense, asociado a lo nacional)
 Cruce entre las camarillas por el control de espacio de poder.
 divisiones en la cúpula
 Por el control de los comités
 % del partido-disputa por control.
 Crisis de los miniterios
 Intervenciones en municipios

El Estado:
 Sufre en todos los sentidos; había un marco jurídico de poca consistencia para
disciplinar esas fuerzas q componían al partido gobernante.

Normas prácticas del Part.Comservador:


 VOTO: para el PDN el VOTO DE LAS BASES es FUENTE DE LEGITIMACIÓN de
las autoridades del partido y de los miembro del gobierno.  RED DE RELACIONES
que colocaron a los conservadores bonaerenses en el centro del escenario fraudulento.
 A SU VEZ TALES ELECCIONES: exigen movilización de las bases y colocar a los
dirigentes en una competencia constante. De hecho, eluden sus propias reglas (Carta
orgánica) y el fraude también es interno. Las reglas más reiteradamente vulneradas eran
las referidas a la designación de los candidatos a los cargos de gobierno (en manos de
lo jhefes máximos del partido).

Caudillos y jefes políticos. La cúpula partidaria.


 Caudiilo parece sinónimo de conflicto constitucional. Son denunciados tanto por prensa
como socialistas como ambiciosos.
 En el partido hay competencia entre los jefes políticos por ascender. Era un requisito de
peso serlo para ingresar al Congreso y permanecer.
 Están en continuo juego de fuerzas en tensión: pretenden: conducción partidaria,
función pública y reconocimiento de liderazgo local.

En resúmen: A través de los procesos analizados, el fraude aparece estrechamente asociado a la


dinámica interna del conservadorismo bonaerense y la recurrente violación de los marcos
normativos expresa, en gran medida, la imposibilidad de las fuerzas conservadoras para
lograr un cierto grado de cohesión.

El objetivo compartido: conservar la condición de partido gobernante, coaligó a los jefes


máximos frente al adversario. Sin embargo, la eliminación de la oposición, a través del fraude,
dejó el camino abierto para que los principales referentes de las fracciones y tendencias en
tensión se embarcaran en una dinámica facciosa desde el momento que su competencia
generaba un terreno propicio para los enfrentamientos entre las camarillas a la hora de decidir el
reparto de los cargos partidarios y gubernativos.
Las divergencias en la cúpula remiten, en parte, a la división concretada en los años veinte del
campo conservador en dos partidos, el Provincial y el Conservador. Las fricciones entre ambas
fracciones por el control de la maquinaria partidaria se combinaron con la confrontación entre
las tendencias políticas e ideológicas que se demarcaron a lo largo del período radical: la
propuesta autoritaria y la liberalconservadora con Sánchez Sorondo y Moreno como los
principales referentes de cada una.
La fuerte impronta facciosa del partido gobernante resultó de la preeminencia concedida a la
apropiación de los recursos del gobierno como vía para salvar ambos desafíos.
Al margen de sus diferentes idearios políticos, los dirigentes del partido reconocieron en el
control de los recursos del gobierno, el requisito principal para conservar y consolidar sus
posiciones. La presencia de diferentes fracciones y tendencias en la cúpula y la intensa
gravitación de las luchas facciosas, a través de las cuales aquéllas medían sus fuerzas,
conformaron una trama de relaciones en permanente tensión. Cada grupo buscó imponer
su predominio a través de prácticas muy semejantes a las instrumentadas para imponerse
frente a los partidos opositores. A través del despliegue de la violencia que jugó un papel
clave para definir, en forma siempre precaria, las redes de relaciones entre los principales
dirigentes tanto en el gobierno como en el partido, las instituciones y las normas jurídicas
fueron recurrentemente vulneradas y perdieron consistencia.
Después de casi una década en el gobierno y con la provincia intervenida, el partido, desde la
perspectiva de conservadores liberales, como Pablo González Escarrá, juez de la Suprema Corte
y amigo personal de Moreno, se encontraba frente a una encrucijada: debía poner fin a la
anarquía que producía el fraude, pero no podía admitir el triunfo de los “peludos”.(entiendo
que serían los yrigoyenitas).

-----------Persello y Privitellio. “La Reforma y las reformas: la cuestión electoral en el Congreso


(1912-1930)”

En este texto los autores analizan los debates que se producen alrededor de la reforma de 1912.
Detallan cuales y quienes presentaron proyectos y por qué para reformar a la reforma, ley que
despertó disconformidad hasta 1930.Son el diagnóstico político dicen los autores. Todo ese
consenso que rodeaba a la ley que consagrò como primer presidente democrático a Yrigoyen
bien pronto es foco de quejas, de incertidumbre, muchos ya no tienen la comodidad de poder
manejar lo electoral y los lleva a la decepción.
A largo plazo, esa poca confianza en la forma concreta que asume la práctica electoral (escasa
confianza que atraviesa a todos los partidos y fracciones de partidos) explica el descreimiento
cada vez más generalizado en la capacidad de las elecciones para funcionar como forma de
representar a la sociedad en el estado y como forma de procesar y resolver los conflictos de la
élite política.

Sostienen que no hay una unnica línea de análisis, o todos los actores, ni todas las provincias
juzgaron a la reforma de la misma manera, incluo en un mismo partido.
“intentaremos mostrar que durante las dos décadas que siguieron a la
reforma el tema electoral es amplia y muy libremente discutido, sin mayores prejuicios
y ataduras, a la luz de resultados, de prácticas, o de los eventuales “errores” o “lagunas”
de las leyes. Toda esta visión crítica involucraba a los propios actores de la política,
desde “los partidos”, “los gobernantes” o “la sociedad” hasta los propios “ciudadanos”.”

1.Del entusiasmo a la decepcion


2.El camino hacia el fraude
3.Partidos, candidatos y electores
4.La representación de las minorías y el fraude
5.La representación de los intereses

Cada uno de estos titulitos habla de los proyectos, impugnaciones o silencios de la ley Sáenz
Peña- no es mas que eso. Lo interesante es ver la conclusión de los autores.
1.del entusiasmo a la decepción

Los autores sostienen que la reforma fue una apuesta, “en


favor de los denominados partidos orgánicos, cuyo principal atributo debía ser
precisamente su adhesión clara e inequívoca a un conjunto de principios.” Existía una tensión
entre una dimensión liberal y pluralista que sólo podía ser resuelta a través de la acción
de los partidos políticos en un escenario donde la violencia electoral diera paso a la
consagración de la opinión como la materia a ser expresada mediante los comicios.
Toda vez que la materia a ser representada es la opinión y no el interés, solo la ampliación del
espacio de la opinión a través de la labor libre de los partidos, la obligatoriedad del voto y el
“sufragio libre” darían por resultado el equilibrio virtuoso buscado para la política por venir. Por
esta razón, desde la sanción de las leyes en 1912 Sáenz Peña buscó a través de un conjunto de
decretos imponer el acatamiento firme a las nuevas reglas, a las cuales atribuía la capacidad
creadora de esa virtud, una tendencia que no fue modificada ostensiblemente por su sucesor
salvo en algunos puntos menores.
Todo este arsenal de decretos, circulares y simples “recomendaciones” tenía por objetivo
precisar lo más detalladamente posible los comportamientos esperados de las autoridades
electorales y políticas, fueran estos comportamientos normados o propios de las costumbres. Sin
embargo, los procesos electorales que siguieron a 1912 minaron el entusiasmo, ya de por si
escaso, que había despertado la reforma fuera del círculo de los reformistas. No sólo se trataba
de la inesperada victoria de Hipólito Yrigoyen, sino que además muy rápidamente se hizo
evidente que la ley no sólo no alcanzaba para modificar los comportamientos no normados
creando nuevas costumbres, sino que además aquellos comportamientos sometidos a las normas
tampoco se adaptaban a sus prescripciones. En especial, pero no únicamente, las críticas
apuntaron contra aquellos mismos actores a los que la ley, sin decirlo en su texto, había
dado un lugar primordial: los partidos, los cuales estaban muy lejos de funcionar como
encarnaciones o pedagogos de ideas.

No solo la confrontación es más fuerte desde 1916, se ve una ampliación al público de la


política electoral y una exacerbación de la violencia de los discursos. Si a esto se agrega el
firme avance de la UCR que, en nombre de “la causa”, no dudaba en intervenir provincias para
volcar en su favor situaciones electorales, la realidad no podía sino resultar explosiva. Los
mecanismos utilizados a la hora de los comicios que venían a consagrar la victoria de la nueva
Argentina encarnada por el radicalismo y su líder disimulaban poco los muchos parecidos con
aquellos del antiguo régimen. N ee contexto fueron motivo de debate: las intervenciones y las
revisiones de los diplomas de los diputados electos. En 1930, la imposibilidad de lograr alguna
clase de acuerdo impidió que la Cámara funcionara hasta el momento que fue disuelta por el
golpe de José F. Uriburu. estas acusaciones involucraron no sólo a todos los partidos sino
también a las fracciones de los partidos (que se atacaban ferozmente entre ellas), nadie quedó
fuera de esta visión cada vez menos optimista acerca de la capacidad del voto para
subsanar los conflictos y diferendos de la elite política. Por el contrario, los
comportamientos electorales se convirtieron en la razón central para acusar y negar la
legitimidad de los ganadores.
Durante los años veinte se presentaron en la Cámara de Diputados 6 proyectos para modificar la
ley Sáenz Peña.
 Pimer proyecto en 1921. Pag 8.
 Julio de 1922. Pag. 8
 Enero de 1922. Pag. 9
 Septiembre de 1922. Pag.11
 Julio de 1922. Pag. 11.
 Proyecto arnedo. Pag.11

contra las prácticas y contra los silencios de la ley, buscaban modificar otros aspectos
relacionados con la práctica de votación, poniendo especial atención sobre ciertos aspectos de
esas prácticas que eran causa de insistentes protestas y reclamos. También proponen sanciones,
resultaban de un diagnóstico según el cual la vinculación entre sufragio y opinión estaba
completamente rota (significativamente, el mismo diagnóstico que los reformistas de 1912), en
particular en las provincias del interior, lo cual, a su vez, ponía en cuestión la naturaleza
individual de la ciudadanía y el sufragio. Ninguna de estas normas fue aprobada. Para el
radicalismo yrigoyenista estas normas eran las que le permitían acumular mayores respaldos
electorales, la oposición tampoco se comprometía con alguna reforma de las reglas porque
espera desplazar a Yrigoyen y, de hacerlo, le convenía mantenerlas tal como estaban. Pero todas
ellas van mostrando un comportamiento de la elite política y de la forma de concebir y resolver
sus conflictos que, finalmente, estalló en 1930.
Lo que en principio podría reputarse como una forma simple de impugnar al opositor, fue
convirtiéndose en parte de un sentido común sobre el sufragio: la ley Sáenz Peña no estaba
cumpliendo su misión, como tampoco la estaban cumpliendo los partidos políticos.

2.El camino hacia el fraude (1930/1943)

Fue posible aprobar algunas leyes que modificaron los procedimientos electorales establecidos
en 1912, (sin embargo, si la intención de quienes habían estado en la oposición y ahora estaban
en el gobierno, seguía siendo la misma, frenar el avance del voto radical), el contenido de las
reformas era diferente.

1912/1930 1930/1943
la representación de la minoría mediante el la más importante de ellas fue la vuelta al
sistema de lista incompleta y el padrón sistema de mayoría
militar para la elección de electores de presidente y
vice, y para electores de senadores de la
Capital,( fundamental en el armado de la
estructura fraudulenta
que le permitió a Justo llevar a Ortiz a la
presidencia)

Etapas diferentes, desde 1930.

Durante el breve período del gobierno de facto, las elecciones fueron algo así como una bandera
de la oposición al uriburismo.

Ya en el gobierno de Justo, hasta enero de 1935, los comicios no fueron precisamente un


mecanismo de disputa de cargos, no al menos desde la perspectiva del gobierno nacional ya que,
dada la ausencia de la UCR, nada podía empañar la victoria de los partidos de la coalición
justista. Ciertamente, los partidos de esta coalición diputaban por los lugares, en cambio, el
gobierno –más preocupado por la impugnación radical- convirtió a las elecciones en una prueba
de su transparencia.

Respecto a los radicales a ese momento:

los proyectos presentados en este período, tuvieron por objeto poner en evidencia lo que el
bloque oficial consideraba los “abusos” electorales que habrían sido cometidos por el
radicalismo personalista. Jaqueada la legitimidad de su gobierno por la abstención, la
importancia de las elecciones pasó de los resultados al funcionamiento. Entre 1933 y 1935
fueron presentados un conjunto de leyes, cuyo objetivo supuesto era mejorar las prácticas pero,
en verdad, tenían por objeto abrir un escenario legislativo y público destinado a atacar al
radicalismo que, por su parte, apostaba no sólo a la abstención sino a la vía revolucionaria.

A partir del levantamiento de la abstención radical la coalición gobernante tenía claro que sólo
el fraude sistemático podía preservarla en el poder y operó en consecuencia aprobando dos
iniciativas que prepararon su sustanciación a nivel nacional: 1)la reforma de la ley Sáenz
Peña en lo que a la elección de electores de presidente y vicepresidente se refería y 2) la
modificación del reglamento de la cámara de diputados. La oposición, por su parte, se concentró
en la presentación de proyectos de reformas parciales para fortalecer un sistema de garantías que
poco dependía de su sanción.

3.Partidos, candidatos, electores

Al modo de representar a la sociedad la intención última era controlar su accionar.

Partidos, (necesidad de organizar a los partidos y normar sus actividades) los partidos
como personas de derecho jurídico, ya otorgado en la práctica, de que eran los espacios donde
parte del proceso electoral se sustanciaba. Esta idea ya estaba presente en la propia reforma de
1912, pero lo que en aquella ocasión se había dejado librado al progreso de las costumbres,
ahora se pensaba como potencial objeto de las normas.

Candidatos (la cuestión de la selección candidaturas, ahora se pensaba como factible de ser
controlado para impedir el entronizamiento de los “peores”.) la idea de reglamentar la selección
de candidaturas se fundamentaba a partir de la necesidad de eliminar el caudillismo para lograr
que gobernaran los capaces y esta cuestión volvió a ser planteada en relación al universo de
votantes. OJO NO PEDAGOGICO, NO BUEN CIUDADANO. (tiene que ver con el
alfabetismo, considerados ciudadanos si eran alfabetos. Se intentó excluirlos pero al fin y al
cabo no resultó razonable)

Electores: Si bien se propiciaba la ampliación del cuerpo electoral a partir de la incorporación


del sufragio femenino, los proyectos entrados en el parlamento tendían a restringir el universo
de electores a partir de ampliar las inhibiciones. Pero todo el debate estuvo atravesado por el
juzgamiento del radicalismo.

4.La representación de las minorías y el fraude

Nuevamente es la exclusión del radicalismo la clave a partir de la cual debe entenderse el


proyecto presentado por el PEN el 20 de julio de 1933 con las firmas de Justo y el ministro del
interior, Melo, destinado a imponer el sistema de representación proporcional. La mayor
debilidad de esta propuesta fue que, más allá de tratarse de un proyecto destinado a demostrar el
apego del gobierno por los mecanismos electorales y por el pluralismo (un discurso muy
importante para el justismo en el poder), modificaba demasiado profundamente las reglas del
juego como para poder ser aceptado por los bandos en conflictos dentro del propio oficialismo.
Finalmente, entre 1935 y 1936 fue aprobada la polémica ley de eliminación de las minorías para
electores de presidente y vice. La ley, tenía, como hemos visto, un objetivo bien concreto:
simplificar la distribución de electores para asegurar la victoria del candidato oficialista de la
mano del fraude.
La oposición a la ley fue especialmente dura, sobre todo en el Senado. Socialistas y
demoprogresistas denunciaron la futura ley como el inicio de la articulación de un fraude
monumental destinado a asegurar la sucesión de Justo. La ley tenía también una sencilla
justificación: era ese el proyecto presentado por el propio Sáenz Peña.
El fraude se instaló como tema central, aunque en el Congreso ya no se discutió tanto en
ocasión de propuestas de leyes sino en la discusión de los diplomas.
El oficialismo lo admitió, se trataba de un problema político. El enfrentamiento estaba planteado
con los “desalojados” el 6 de septiembre que cansados de la abstención e impotentes para la
revolución se incorporaban a la vida política ostentando “exacerbados sentimientos de
revancha” cuando tenían “la tremenda responsabilidad de dos presidencias que pusieron al país
al borde de la ruina” (Solá). Los yrigoyenistas no tenían autoridad ética, derecho moral para
acusar, para constituirse en jueces porque “llevan en su entraña, certificadas por el ejército y la
historia, las taras de la inmoralidad, de la concupiscencia y de la demagogia, están inhibidas
para erigirse en custodias vestales del pueblo y en tutores de
la dignidad nacional.” (Kaiser). Las acusaciones contra el radicalismo justificaban el
fraude. Había que cuidarse de los excesos del legalismo.

5.La representación de los intereses. Conclusión de los autores.

Tal como hemos anticipado, durante las tres décadas que siguieron a la reforma de 1912
ningún aspecto de las prácticas o la normativa electoral quedó fuera de discusión. Por el
contrario, en buena medida un amplio consenso establecía que la normativa no había
alcanzado para modificar las costumbres. Las razones esgrimidas eran diferentes, según
fuera el diagnóstico: desde las formas normadas de representación, pasando por la
impugnación al rol de los partidos y ciertas agencias estatales, hasta llegar a los propios
ciudadanos. Durante estos años, vox populi no necesariamente era vox Dei. Lejos de
tratarse de una convicción derivada de los golpes de estado (y que, además, se habría
impuesto sólo a partir de la caída del peronismo), esta mirada sobre las prácticas
electorales estaba ya lo suficientemente instalada desde los años veinte. Tal vez, la
diferencia es que durante estos años todavía podía creerse que algún tipo de reforma
garantizaría un mejor desempeño de las prácticas electorales dentro del sistema político.
Con el paso de los años ni siquiera esta convicción sobreviviría.

----------Persello. “EL PARTIDO RADICAL; Gobierno y Oposición, 1916/1943”

Nos tocó analizar el capítulo 4. LA UNIDAD PARTIDARIA.

En este capìtulo Persello, toma desde el golpe de estado del seis de septiembre que lo derroca a
Yrigoyen hasta 1943. Desde entonces se había planteado el conflicto entre los que consideraban
que el radicalismo estaba acéfalo y en estado de asambleay aquellos que proponían
continuidad.

Títulos que tiene el texto:

1.La reunificación
2. La reorganización. Nuevas reglas de Juego.
3.la hegemonía alvearista y la frustrada reorganización de 1942
4.Partido orgánico o lealtades carismáticas.
El movimiento del 6 de septiembre impactó sobre un partido gobernante sin dirección cierta,
desarticulado internamente y lanzado de manera prematura a la disputa por la herencia del líder
Ya senil, aun en la Casa de Gobierno y entre sus colaboradores inmediatos.
El Comité Nacional propone por fuera de sus autoridades reorganización con previa
reunificación. (supuso asambleas, reuniones, intercambios entre dirigente) El marco es de
creciente hostilidad, detenciones, clausuras de comités e investigaciones sobre el desempeño
administrativo del gobierno depuesto.

1. La reunificación

En algunas provincias, la reorganización comenzaba a tener el signo claro de la reunificación, y


personalistas y antipersonalistas de todos los matices constituyeron juntas que se hicieron cargo
de la tarea. En Córdoba; el radicalismo santafesino, dividido y subdividido, intentó también la
difícil tarea de la unificación de sus fuerzas. En un primer momento, los antipersonalistas (VCR
de Santa Fe) y los personalistas (VCR-CN) intentaron reorganizar sus filas internamente.

Lo cierto es que, a principios de 1931, todas las fracciones radicales trabajaban por la
unificación. En Buenos Aires, al igual que en el resto del país, los impulsos reorganizadores
estaban divididos. La unificación y la decisión sobre quiénes iban a liderar la reorganización,
que como se aseguraba, requería nuevos procedimientos, era un desafio conflictivo en la medida
en que suponía decidir las reglas a seguir que pautarían el nuevo mapa interno de relaciones de
poder. La llegada de Alvear, decidido a ponerse al frente del partido, exacerbó el problema,
aunque al mismo tiempo los realineamientos comenzaron a hacerse más claros.
El estallido, en Corrientes, de la conspiración liderada por Gregario Pomar para derrocar a
Uriburu demandando la entrega del gobierno a la Suprema Corte de Justicia., interrumpió las
tareas de reorganización. Esto le permitió al gobierno accionar contra las autoridades del partido
-a pesar de sus declaraciones que negaban su participación y aun su conocimiento- no sólo
sometiéndolas a la cárcel y al exilio, sino por medio de sucesivos decretos que limitaron su
participación en nuevo orden que se abriría a partir del llamado a elecciones.
La crónica de los acontecimientos que se sucedieron en los meses posteriores es bien conocida.
Vicente Gallo reemplazó a Alvear en la dirección de las tareas de reorganización. En septiembre
se reunió la Convención nacional presidida por Benjamín Zorrilla, comisiones especiales dieron
cuenta de sus trabajos, se sancionaron los proyectos de reforma de la carta orgánica y de
plataforma electoral, y se eligió la fórmula Alvear-Güemes para las elecciones nacionales de
noviembre. En octubre se constituyó el CN y la Convención adoptó un nuevo distintivo para las
boletas electorales y afiches de propaganda. El gobiemo respondió vetando la fórmula y
anulando las elecciones bonaerenses de abril.
La respuesta radical, después de un intenso debate, fue decretar la abstención no sin antes
explorar distintas posibilidades, que iban desde la concurrencia con los candidatos vetados hasta
el cambio de fórmula propiciado por dirigentes como Gallo. En octubre, un conocido manifiesto
redactado por Ricardo Rojas y firmado por la mesa directiva del CN cuya presidencia ejercía
provisoriamente Adolfo. Güemes dio cuenta de la decisión, que -sostenían- no era ni deliberada
ni voluntaria, sino producto de la coacción, "forzada proscripción".
Bueno y continùa en las paginas siguientes hablando del afán en el que continúan para
reunificarse, cambios de nombres,nuevo movimientos, intentos revolucionarios, la dirección del
partido que pasa de unos a otros,( el más nombrado es Alvear), contentos y descontentos,
intentos de derrocar al gobierno, (proponían la restauración de las instituciones)etc.

En 1930, la amenza de las instituciones democrático liberales fue el arguemnto esgrimido por
los protagonistas del Golpe. Lo que resulta claro, dice Persello, es que personalistas,
antipersonalistas, abstencionistas y concurrencistas- convergió en la reuificaciòn para tratar de
liderar el proceso de reorganización. El imperativo era salvar la màquina y excluirse se
consideraba suicida.

2. La reorganización. Nuevas reglas de Juego.

Mientras los radicales estuvieron en el gobierno, había consenso sobre la legitimidad de los
partidos políticos, en tanto instituciones necesarias para el régimen representativo, pero se los
negaba en su funcionamiento concreto. La materialización del régimen democrático liberal y del
sistema de partidos produjo decepción. En los años treinta el pensamiento nacionalista encontró
un público ampliado.
n nuevos mecanismos de transacción entre intereses sociales que fueron constituyendo un '
-sistema político más complejo, en el que coexistían partidos y corporaciones
en los ámbitos de toma de decisiones. El sistema de partidos perdió representatividad.

En agosto de 1931, Uriburu (en contra de las presiones políticas y sus ideales) decretò el
funcionamiento de los partidos, les otorgaba legitimidad como personas de derecho público. Los
primeros en reaccionar fueron los 'grupos nacionalistas. El radicalismo para eto necesitaba
nuevas reglas internas que facilitaran su reunificación. (DEMOCRATIZACIÒN INTERNA).
Para 1932, las elecciones internas dieron cuenta una puja interna por la hegemonía en el aparato
partidario: entre restauradores y renovadores, entre los que pretendían mantener la continuidad
de los cuadros y los que intentaban dar cabida a "hombres nuevos" no comprometidos con el
gobierno yrigoyenista. (habla de sus problemas internos, de votos directo o indirectos, de
reformas, de la carta orgánica). Para 1934, el signo que rigió las elecciones internas fue entre
abstencionistas y concurrenciastas (nuevamente divididos) =( (las divisiones internas son en
todas las provincias, en algunas con otras denominaciones, pero en fin, divididos. )

Cuestión el conflicto no se resuelve, en un contexto de paridad de fuerzas, transitan los años


treinta en una situación de empate que impidió su funcionamiento y posibilitó la intervención
del CN.

3.La hegemonía alvearista y la frustrada reorganización de 1942

Alvear presidirà el partido hasta su muerte en 1942. Habla de situaciones provinciales, en las
cuales muchas veces se las intervenía para lograr acuerdos, se entiende que Alvear trabaja por la
unidad. En el 36, 38 y 40 el alvearismo salió fortalecido de las elecciones internas para la
renovación de las autoridades partidarias.
En 1942, todos 1os síntomas de la crisis intema se tomaron VIsibles.- todas las contradicciones
y teniones larvadas y sorteadas por un Comitè Naional que no lograba imponer quórum o
unidad a las filas ( a veces intervenía, otras veces pactaba y otras se desentendía) y por un
Convenciòn que evitaba reunirse, emergieron producto de una particular combinación de la
situación interna y externa.
1941 alvear de licencia por enfermedad, La perspectiva de las elecciones legislativas de marzo
de 1942 y pres!dencialc~ de 1943 y la renovación bianual de autoridades potenCiaron las lineas
de fractura. El año se inició con el arribo al CN de,proyectos de .reorganización y de
intervenciones amplias o parciales enviados a una
.comisión especial para que intentara conciliarlos. En algunos círculos se propiciaba la
disolución de las autoridades yla mesa directiva del CN renunció. Despue de muchas idas y
venidas, las tareas que se debían llevar a cabo eran: reinscripción, elección de una Convención
constituyente por distrito único y, finalmente, elección de autoridades. Sólo la primera etapa ..se
cumplió antes del golpe de estado de junio de 1943: se constituyó un padrón de 61 317
afiliados. Y se eligieron autoridades. Era la lógica del funcionamiento interno de la agrupación
la que separaba a dirigentes y afiliados y restaba contenido y apoyo popular al radicalismo.

4.Partido orgánico o lealtades carismáticas.


De la reconstrucción de los procedimientos implementados en la vida interna del .partido, surge
con cierta claridad la convicción de que los cambios estatutarios no alcanzaron para la
transformación que se preconizaba y que, por otro lado, excedía el marco de la UCR para
configurar un discurso de época instalado en círculos intelectuales, la prensa y el parlamento,
voceros de todo el espectro partidario esgrimìan la necesidad de democratizar las organizaciones
políticas. A pesar del voto directo, los caudillos parroquiales eguìan ganando elecciones internas
y haciendo candidatos a concejales y diputados.
Se intentra cambiar todo eso. La reorganización no podía ser, entonces, "una simple operación
formal"; no podía permanecer encasillada en las normas vigentes que ratificarían o rectificarían
adhesiones a dirigentes locales de sectores minoritarios. La propuesta era: generalizar el voto
directo y la representación de las minorías para para la selección de todos los cuerpos
partidarios y candidatos, y establecer un estricto régimen de incompatibilidades .

Fin

Hasta acá un resùmen del capitulo 4. Pero, les dejo abajo un ensayo de una investigadora del
conicet que habla de todo el libro , y nos sirve a nosotros para entender el resùmen, y que no lo
leamos tan decontextualizado.

http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1668-80902005000100020

El partido Radical. Gobierno y oposición, 1916-1943


Ana Virginia Persello. Siglo Veintiuno editores, 2004, 271 páginas.

El libro que ofrece Ana Virginia Persello busca reconstruir de manera renovada la historia del
partido radical, prestando atención particular al aspecto organizativo y al proceso de
construcción de la identidad partidaria. Un minucioso estudio preliminar acerca de la manera en
que se ha encarado el estudio del radicalismo refleja la especificidad de la propuesta, discutir las
visiones de las historias militantes, cuyo principal exponente identifica con Gabriel del Mazo, y
mostrar nuevos aportes a las construcciones elaboradas desde el campo de la sociología, la
ciencia política y la historia. Persello advierte que el abordaje priorizado desde el campo
académico encuentra su origen en el clásico estudio de Gallo y Sigal, quienes han entendido al
radicalismo como "un correlato del proceso de modernización" en donde el partido "canaliza las
aspiraciones de participación de los sectores recientemente movilizados". Numerosas
investigaciones retoman esta premisa focalizando la atención en las fuerzas sociales que dieron
forma al creciente partido. No obstante, desde la perspectiva de la autora, las indagaciones
realizadas en torno a este objeto han desligado del análisis los aspectos estrictamente políticos
que se imbrican en la trayectoria partidaria. La clave política en la que Persello interpreta la
historia del partido muestra como antecedente el trabajo de Paula Alonso, línea de investigación
que continúa para el periodo 1916-1943. Alonso explicó el origen del radicalismo atendiendo al
proceso estrictamente político, advirtiendo que la particularidad del partido se encuentra en su
"estructura organizativa" y en la construcción de su identidad. Algunas de las nociones que dan
forma al estudio son retomadas por Persello para caracterizar el periodo de formación de la
organización y fundamentar el problema de investigación. El surgimiento de los cívicos en
torno a las consignas de "saldar el hiato entre la norma constitucional y la práctica política a
través de la ampliación de la participación" y de la defensa de la causa entendida como "la
construcción de la Nación en clave democrática" esbozan la construcción de la identidad radical
por "diferenciación", aspecto que describe la fisonomía partidaria.
El trabajo de Persello se inscribe dentro de un abordaje que prioriza "lo político". Por ello, la
hipótesis de trabajo que guía la investigación busca mostrar que la faccionalización del partido,
es decir, en el lenguaje de Sartori, la expresión de los conflictos personales al interior de la
organización partidaria -visible desde los orígenes en 1890- permeó la historia del radicalismo
hasta 1943, momento en que recorta su investigación histórica.
La primera parte de la investigación analiza al radicalismo en el gobierno, enfatizando dos
momentos distintos. El primero de ellos se encuentra signado por una faccionalización extrema
producida primordialmente por la distribución de "incentivos selectivos", en el sentido sugerido
por Panebianco, y en consecuencia las pujas internas para lograr acceder a los beneficios
materiales generados por el acceso del personal político a los cuadros administrativos
burocráticos. El segundo momento es visualizado desde la división formal del partido y la
consecuente ruptura entre los grupos que tradicionalmente se han denominado "personalistas" y
"antipersonalistas", visión matizada por Persello al vislumbrar que al interior del partido existía
una multiplicidad de enfrentamientos que no respondían exclusivamente a esta rígida y estática
oposición dicotómica. En este momento, las múltiples facciones en que se habían diseminado el
partido buscaron apropiarse de las representaciones simbólicas y de su historia para exhibirse en
la escena pública como las legítimas herederas de la "religión cívica".
La segunda parte del libro revisa el nuevo papel jugado por el radicalismo en el marco
institucional del país posterior a la revolución septembrina de 1930. El pasaje del partido radical
de la función de gobierno hacia la oposición conlleva nuevas tareas y desafíos para los grupos
dirigentes que habían adscrito a la organización partidaria. La crisis del sistema de partidos, la
decepción de la democracia como forma de gobierno y como mecanismo de elección de los
gobernantes marcó el escenario en el que este proceso tomó forma.
En la introducción, Persello esboza algunos rasgos del panorama político en el que se inserta el
radicalismo como partido moderno. Los cambios introducidos por la reforma de 1912 erigieron
a los partidos como los actores principales de un proceso que garantizaba la participación de la
ciudadanía a través de elecciones. Esta etapa inauguró un nuevo régimen institucional en donde
la democracia de partidos abrió juego al radicalismo. Sin embargo, la autora advierte que el
proceso de consolidación del radicalismo como partido mayoritario, dotado de una estructura
nacional, y su acceso al manejo de los mecanismos estatales no implicó la unificación de grupos
y perspectivas en torno a una propuesta partidaria programática. Por ello, el objetivo de Persello
se encuentra en hacer explícita la fragmentación interna y mostrar cómo estas tensiones
intervienen o incluso bloquean los mecanismos institucionales para resolver conflictos. Esta
faccionalización del grupo dirigente es advertida por la autora tanto en las contiendas
electorales, por mostrar de manera más acabada la puja interna partidaria por ocupar espacios en
la administración estatal, y en el parlamento, por erigirse en el escenario donde se expresan las
posiciones encontradas.
Persello bosqueja en la primera parte de su trabajo el proceso de construcción del sistema
democrático marcando la fractura entre las expectativas que había generado la reforma de 1912
para aquellos que la habían promulgado y las prácticas concretas que generó el nuevo régimen
institucional. Sin embargo, el acceso del radicalismo al aparato estatal no logró consolidar la
unidad entre sus filas. Con un tratamiento particularmente rico de las situaciones provinciales,
Persello destaca la falta de disciplina partidaria de los poderes locales en referencia a la
dirección nacional. Las elecciones en las provincias constituyen para la autora los momentos
claves para visualizar la faccionalización del partido y las múltiples divisiones que no responden
necesariamente a lo que se percibe en el cuadro nacional. La lucha facciosa es la que permite
también explicar las recurrentes intervenciones del poder central a las provincias: las pujas
partidarias internas por las candidaturas, los conflictos entre los poderes ejecutivos provinciales
y sus legislaturas, las disputas por el presupuesto entre nación y provincias son algunos de los
motivos de la utilización de este recurrente mecanismo practicado por el radicalismo. El
parlamento también sufrió los embates de las divisiones del elenco dirigente, convirtiéndose en
la "caja de resonancia" de las disputas partidarias: las deliberaciones en torno a la aceptación de
diplomas de legisladores fueron recurrentes y se percibían las escisiones de los grupos del
partido. En suma, la multiplicidad de enfrentamientos intestinos es la que le permite a Persello
sumar evidencias para contrarrestar la visión del radicalismo como una conjunción de dos
partidos distintos, el "liberal" o incluso denominado "conservador" y el "popular" o
"plebiscitario".
Tomando la caracterización realizada por Halperín Donghi sobre el partido radical como
"religión cívica y máquina", Persello enfatiza el papel relevante que jugó en los años que se
mantuvo el radicalismo en el gobierno el acceso de los dirigentes partidarios a espacios de la
administración pública, argumento que sostiene a través de una documentación rigurosa en
torno a la prensa, debates parlamentarios y registros que evidencian los reemplazos de
empleados públicos por dirigentes partidarios. El sostenimiento de la "máquina" se lograba a
través del presupuesto estatal, otorgando puestos en la administración a cambio de mantener las
lealtades partidarias. Este fenómeno conllevó a exacerbar las luchas intestinas debido a que las
facciones que quedaban excluidas de la distribución de beneficios tildaron a las restantes de
"corruptas". La incorporación del personal político partidario en los engranajes mismos del
Estado, según la autora, permitió el crecimiento del partido pero a su vez debilitó los
mecanismos institucionales: la relación de poderes se vio alterada y se restó eficiencia a la
dinámica estatal.
En el marco de la acentuada crisis del sistema de partidos y de decepción democrática, Persello
describe el cambio del panorama político argentino con la revolución uriburista de setiembre de
1930 y la consecuente apertura de una nueva etapa para el partido radical; en efecto, el contexto
original exigía prácticas renovadas. Desplazado de la función de gobierno, el radicalismo debió
enfrentar una crisis de identidad adosada a una crisis organizacional. Por esta razón, la nueva
coyuntura requirió un proceso de reorganización el cual presentó marchas y contramarchas. Las
demandas que más se hicieron sentir, según la autora, fueron la búsqueda de nuevas reglas y la
democratización interna del partido. No obstante, el intento de editar nuevas prácticas se vio
frustrado ante la continuidad de la lucha facciosa en diferentes momentos donde el radicalismo
jugó el papel de partido opositor. Restauradores y renovadores en las elecciones internas de
1932, abstencionistas y concurrencistas, unionistas e intransigentes fueron las formas visibles en
que fueron derivando los enfrentamientos internos dentro de la organización. A estos conflictos
en torno al problema de la unificación partidaria se sumaba el de no disponer de los recursos
estatales para el mantenimiento de la "máquina" y de contar en numerosas ocasiones sólo con el
recurso de la apelación de "incentivos identitarios" para conservar los adherentes. Asimismo, el
fraude se convirtió en un tercer factor que condujo al radicalismo a tomar distintas posiciones en
torno a las contiendas electorales. Esta práctica condujo a que se acordaran en algunas
provincias "listas únicas" de candidatos, a pesar de subsistir las pujas internas. La complejidad
del fenómeno electoral visto tanto en las provincias como en la nación demuestra la diversidad
de posturas que fueron tomando los radicales en las distintas coyunturas y las tendencias
facciosas que atravesaron el partido.
El levantamiento de la abstención en 1935 exacerbó este escenario debido a que se aceleró el
proceso de lucha por lograr la hegemonía en el partido. La participación en elecciones favorecía
la proliferación de alianzas partidarias, vistas en algunos casos como espurias. Sin embargo, los
intentos de unificación realizados por los grupos dirigentes mostraron un nuevo fracaso en
cuanto al radicalismo lo constituía un grupo heterogéneo de dirigentes con escasa unificación de
prácticas y perspectivas. Esta división, si bien no se apreció de manera clara en las elecciones
provinciales y nacionales, fue visualizada de manera prístina en los debates parlamentarios. De
esta manera, Persello entiende que la pretendida reorganización vista como necesidad urgente a
partir de los sucesos de setiembre de 1930, quedó trunca al no alcanzarse la consolidación de la
estructura del partido radical, dotada de una dirigencia unificada en torno a un ideario
programático y a pautas de acción conjuntas.
En síntesis, el recorrido planteado por Persello exhibe que el "faccionalismo", la "lógica
plesbiscitaria" que le imprimió el yrigoyenismo a las contiendas electorales, y el papel
detentado por la oposición, frente a los cambios institucionales introducidos por la reforma de
1912, fueron factores que impidieron la edificación de la "República verdadera". En tal sentido
las instituciones democráticas se vieron debilitadas por estos tres factores concomitantes
entorpeciendo la consolidación del régimen político.

Virginia Mellado

CONICET-INCIHUSA
Unidad 14-

Quiera el hombre votar, quiera la mujer votar: género y ciudadanía política en


Argentina (1912-1947)
Silvana A. Palermo

Habla de desigualdad jurídica entre hombres y mujeres en materia de derechos civiles, políticos
y sociales, El activismo femenino, de la eficacia de las organizaciones femeninas para
influenciar la labor legislativa. no es ya posible
atribuir la inequidad legal entre hombres y mujeres a la ausencia o fragilidad de la acción
colectiva femenina. En síntesis, aunque la reconstrucción del movimiento sufragista merece
profundizarse, es evidente que las luchas de las mujeres por sus derechos cívicos entre fines
de 1910 y mediados de 1940 constituyen un aspecto insoslayable en el proceso de
ampliación de la ciudadanía política en el país.
El presente estudio explora
 los motivos de la aquella sostenida desigualdad en materia de derechos
políticos.Utilizando el concepto de género como categoría de análisis,
 examinaremos los presupuestos intelectuales sobre la diferencia sexual que
informaron la concepción de ciudadanía presente en los proyectos legislativos
y en los debates acerca de los derechos cívicos que se sucedieron desde la
aprobación de la reforma electoral de 1912 hasta la sanción de la ley de sufragio
femenino de 1947.
 nos interesa aquí evaluar cómo, en el mismo proceso de promover el sufragio
femenino frente a la abierta oposición o aceptación parcial de los representantes
conservadores, estos partidos redefinieron los ideales de comunidad política y
ciudadanía.
Los debates sobre el sufragio femenino entre 1912 y 1947 tuvieron así un doble efecto:
poner en cuestión los fundamentos de la discriminación de género detrás de la pretendida
universalidad sobre la que se había excluido de hecho a sujetos sexualmente diferentes y, al
mismo tiempo, reabrir el debate sobre los criterios igualitarios en el ejercicio del sufragio
sin calificación masculino.

La construcción de la ciudadanía política en Argentina, entonces, no constituyó un proceso


progresivo y lineal de ampliación de los criterios de pertenencia a la comunidad nacional
puesto que la reflexión sobre la inclusión de nuevos sujetos, las mujeres, se asoció al debate
sobre el ordenamiento jerárquico de una comunidad que, en teoría, se había construido
sobre el principio de la igualdad. Para los partidos Aprobar la sanción del sufragio
femenino constituía una operación de riesgo político.

En la primera sección se sintetizan las principales características de la reforma electoral del


1912. Si el liberalismo reformista imaginó una comunidad política igualitaria, lo hizo sobre
la base de la equiparación de los sujetos masculinos y la exclusión de las mujeres. El modo
en que el Partido Radical cuestiona dicha discriminación al llegar al gobierno es analizado
en la segunda sección. Entre fines de 1910 y 1930, varias voces del radicalismo e inclusive
del conservadurismo comienzan a concebir una comunidad política sexualmente
heterogénea, aunque estructurada en función del reconocimiento de distintas capacidades de
los electores. La tercera y cuarta secciones examinan las diferencias en los imaginarios de
ciudadanía política del socialismo y el peronismo y su común oposición a aquella imagen
jerarquizada de la ciudadanía política.

1. Tras la apariencia de universalidad: liberalismo reformista y ciudadanía


Masculina
Comienza hablando de la reforma de 1912. Buscaba asegurar la verdad electoral. Para ello adopta
el padrón de enrolamiento militar, el secreto del voto (q protege al sufragante) e introducía el sistema
de lista incompleta en las elecciones para diputados y presidente. (así aseguraba un tercio de
posiciones a la primera minoría electoral)

El diseño de la reforma atendía a NECESIDADES POLÌTICAS.

Ya la reforma de 1912 según Natalio Botana, perseguía profundizar la participación política e


incorporar a las minorías a la estructura de gobierno a fin de mantener y vigorizar la hegemonía
gubernamental del partido oficial. (Esto es el sistema de lista incompleta)

Ciudadanía masculina:

Cuando hablaban de elector hablaban de cualidades masculinas. (directamente relacionado con la


alfabetización)
Este reconocimiento a las capacidades de todos los hombres (secreto, obligatorio)sin distinción de
posesiones, educación o rasgos de carácter expresaba una visión de la comunidad política
masculina profundamente igualitaria. Claro que esta igualación de los hombres llevaba como
contrapartida la tácita exclusión de la mujer.
Los liberales legalizaron la marginación de la mujer, condenándola a la minoridad jurídica. Lejos de
tratarse del resabio de una herencia colonial y católica, esta inequidad legal era constitutiva de la
modernidad liberal de las naciones latinoamericanas. Mientras que el principio de la universalidad
sobre la que se inauguró la república verdadera había sancionado la exclusión de las mujeres, sería
durante el primer gobierno elegido bajo dicha ley que comenzarían a cuestionarse los fundamentos
de esta discriminación.

2. Una fe cívica quebrantada: las ambivalencias de la Unión Cívica Radical frente al


sufragio femenino

La cuestión del sufragio femenino desde fines de 1910 hasta 1930, correspondería
fundamentalmente a la iniciativa de la Unión Cívica Radical. Durante la primera experiencia
democrática del país, cuatro de los seis proyectos de reconocimiento a los derechos políticos de la
mujer correspondieron a legisladores radicales.

Los años veinte constituyeron el período más fecundo en la reflexión y labor legislativa de dicho
partido sobre esta materia. Este protagonismo se opacaría en la década del treinta. Tras el
derrocamiento del presidente Hipólito Yrigoyen, la proscripción de los radicales personalistas les
impediría participar activamente. Sería recién a fines de la década de 1930, una vez que el
levantamiento de la proscripción les permitió aumentar su representación legislativa, que las voces
de los legisladores radicales volverían a escucharse con fuerza en la Cámara de Diputados. Tal
fue el caso de nuevos proyectos de derechos cívicos femeninos presentados por un grupo
de diputados radicales de Buenos Aires, Santa Fe y el interior. los proyectos de los radicales nunca
llegarían a ser debatidos. Cuando en 1947 la cuestión del sufragio femenino por fin volviera a ser
tratada en el Congreso, los representantes radicales se encontrarían en una situación menos
cómoda que la que disfrutaron en los años veinte: habían dejado de representar al partido
mayoritario, para pasar a expresar la opinión de la primera minoría.
La presencia de la mujer vendría pues a mejorar los modos de acción política, favorecer
el éxito de la reforma social y, además, reforzar la unidad familiar. En suma, desde la perspectiva
optimista defendida por el radicalismo, el reconocimiento de los derechos políticos femeninos traería
beneficios en el orden político, social y moral. Pero hay que notar, en primer lugar, que debajo del
optimismo de las propuestas subyacen ambivalencias problemáticas respecto a la naturaleza
femenina y, por tanto, a los supuestos beneficios que las mujeres brindarían a la comunidad política.
Las ambivalencias de los radicales en la causa del sufragio femenino no radicaban tan sólo en su
falta de convicción en los principios del feminismo maternalista sino también en su desconfianza del
liberalismo reformista.

El sufragio femenino no aparecía entonces como un reconocimiento a la representación de un grupo


social con cualidades específicas, como había sido el caso en los sociedades anglosajonas, ni como
un primer paso en el inevitable camino hacia la igualación política. Se trataba en esencia de una
estrategia compensadora que reparaba los desajustes ocasionados por el sufragio masculino
universal y obligatorio. En el contexto de la reflexión sobre la inclusión política de la mujer, se iba
definiendo una jerarquía dentro de la comunidad política por la cual el hombre culto y moderado
aparecía igualado a las mujeres de la misma condición, a quienes se ubicaba en un escalón superior
a los hombres iletrados. En este ordenamiento, la mujer carente de una educación formal –es decir
las trabajadoras- ocuparían, en consecuencia, el último lugar. Así, independientemente de su
proclamado apego a la tradición republicana, el culto a la igualdad política del radicalismo, estaba
plagado de ambivalencias y contradicciones.

3.Una fe laica: el Partido Socialista y la defensa de la universalidad del sufragio


Puede decirse que los inicios de la década del treinta marcaron el cenit de los logros del socialismo
a favor del sufragio femenino.
En 1932 el Partido Socialista presentó un proyecto en defensa del sufragio femenino en completa
igualdad con el masculino. Los socialistas presuponían que el ejercicio de los derechos cívicos de
las mujeres terminaría ejerciendo una influencia benéfica en aquellos hogares, cuyo jefe de familia
era un trabajador extranjero. La defensa de la estricta equiparación de hombres y mujeres ante la
ley se fundó en el reconocimiento de la igualdad intelectual entre personas de distintos sexos,
siguiendo los dictados de la ciencia moderna. Al igual que los radicales, los socialistas reclamaban
que Argentina se uniera al conjunto de naciones que avanzaba en el camino de la democracia
política como la España republicana y Brasil. El énfasis del socialismo recaía en la igualdad
intelectual, de capacidades y potencialidades de hombres y mujeres, aunque no se desentendía
totalmente de la exaltación de las virtudes específicamente femeninas asociadas a su función
maternal. La defensa del sufragio femenino se inscribía en una retórica fuertemente anticlerical, lo
cual diferenciaba nítidamente al socialismo de las posturas de algunos de los legisladores radicales
en los años veinte.

Los conservadores confrontaran con vehemencia esta prédica liberadora, anunciando los efectos
catastróficos que la inclusión de la mujer en política acarrearía sobre su propia identidad femenina y
la unidad del hogar. Los conservadores temían la politización del mundo doméstico. Otorgar los
derechos cívicos a la mujer en igualdad de condiciones con el hombre significaría “fomentar la
disolución de la familia con gérmenes de anarquía. Mientras que para los socialistas, la ley del
estado debía procurar liberar a las mujeres reconociéndoles sus derechos como individuos, para los
conservadores la ley no podía avasallar los derechos privados y el orden sexualmente jerarquizado
del mundo doméstico.

El socialismo podía admitir, con los radicales, que el pueblo pudiera estar inmaduro y poco formado
para el ejercicio de sus libertades políticas. Pero a diferencia de aquellos no perdió la fe en el
sufragio universal.

Durante la década del treinta, su sostenida prédica a favor de la inclusión de la mujer en igualdad de
condiciones con el hombre iba a nutrirse de nuevos argumentos. Era evidente que el socialismo
llamaba a reconocer los saberes y valores que poseían los trabajadores y trabajadoras, a quienes se
insistía en ubicar en una posición subordinada en el imaginario de la comunidad política. (Suscitó
preocupación en el bloque conservador.) Para el socialismo, el plantear que “saber leer y escribir no
acredita buen sentido” no significaba una glorificación del saber popular sino la defensa una
comunidad política sin jerarquías.

4. Valorizar la diferencia, invertir las jerarquías: la feminización de la virtud


Al igual que la iniciativa de los liberales a favor de la reforma electoral de 1912,el apoyo
del Coronel Juan Domingo Perón a la causa del sufragio femenino representó,en buena
parte, una estrategia destinada a ampliar su apoyo político.

Es imperioso preguntarse que sentido le atribuyó el peronismo al sufragio femenino,


especialmente en relación a la ya larga historia de debates sobre esta materia.

Los condicionantes internacionales fueron indudablemente un factor de peso. No podía


dilatar más el reconocimiento de los derechos políticos de la mujer. El país, por otra parte,
debía finalmente cumplir con las disposiciones de instituciones internacionales
El sufragio femenino, sin embargo, no constituía tan sólo un signo de la modernidad del
país sino fundamentalmente un reconocimiento a la igualdad completa entre hombres y
mujeres.
El peronismo a la par que afirmaba la igualdad en el campo espiritual, reforzaba la
diferencia de roles que, en función de sus diferencias biológicas, hombres y mujeres debían
cumplir en la sociedad. En este sentido, el peronismo retomó y fortaleció los planteos del
maternalismo, al legitimar la participación política de la mujer como una extensión de su
papel maternal. La política, insistía Eva Perón en cada uno de sus discursos radiales,
necesitaba del desinterés y el compromiso solidario que caracteriza a las madres de
familia.
Sin embargo, su carácter contestario puede ser advertido a partir de las reacciones
adversas que generaron en la oposición de diferente signo ideológico.

1. En primer lugar, la visión tradicional de la mujer, identificada con la misión natural de


la maternidad y el cuidado de su familia, iba acompañada de una celebración de la
politización del hogar y de un reconocimiento de las desigualdades y tensiones que
anidaban en el mundo familiar. Ello no resultaba fácilmente aceptable. La preocupación por
las consecuencias que la llegada de la política al mundo doméstico acarrearía sobre la vida
familiar continuaban preocupando a los conservadores. Para el peronismo, por el contrario,
hablar de política en el seno familiar, interesarse y discutir la suerte del gobierno, constituía
el prerrequisito para garantizar el triunfo del programa de justicia social. La valorización de
un mundo familiar politizado conllevaba además una igualación entre hombres y mujeres
para expresar sus posiciones políticas. La obtención del derecho a elegir y ser elegida se
correspondería con cambios similares en la vida del hogar.

2. En segundo lugar, las premisas del sufragio femenino resultaban contestatarias porque
las virtudes que el feminismo maternalista había asociado a la mujer, el peronismo se las
atribuía sólo a la mujer del pueblo. “la mujer de la fábrica, la oficina, la escuela y el campo
argentino.” Estas eran concretamente las mujeres del pueblo, las que se definían también
por ser quienes se habían manifestado a favor las gestas patrióticas a las que se venía a
sumar, desde la perspectiva del oficialismo, el 17 de octubre de 1945.

Sólo la mujer del pueblo se asociaba, en la retórica peronista, con la mujer-madre capaz de
extender su cuidado y desinterés a la comunidad y sólo ella luchaba por el bien común antes
que por interés personal.

Además la lucha noble y enaltecedora en bien de la comunidad era monopolizada por las
mujeres del pueblo, mientras la actitud interesada en el éxito y poder personal se atribuía a
las mujeres de la oligarquía. Esta oposición pueblo-oligarquía típica de la retórica populista
pasaba a atravesar el ideal positivo de mujer-madre propuesto tradicionalmente por el
feminismo maternalista.

Esta visión populista de la feminidad virtuosa iba a tener consecuencias en la propia


definición del ideal de ciudadano. Aquellos atributos de la feminidad como las emociones,
la pasión y los sentimientos, que las corrientes de la teoría política clásica consideraban
como una fuente de error, pasaba a ser considerados como una forma superior de
conocimiento. Eran más conducentes a la verdad que el juicio racional.55 Eva Perón gustaba
repetir en sus discursos: la mujer debe votar porque sabrá votar.

En consecuencia, aunque el peronismo defendía formalmente el voto universal secreto y


obligatorio para el hombre y la mujer tal como lo establecía la ley Sáenz Peña, el ideal de
ciudadano –el hombre culto y moderado al que la reforma política del 1912 pretendía darle
voz- había dejado paso a un modelo de ciudadano impregnado de los atributos positivos que
se adjudicaban a la mujer del pueblo: la intuición, el apasionamiento y la determinación
para defender el bienestar familiar.
De ahí que el peronismo cuestionara dos de los pilares en los que se fundaba el liberalismo
reformista:
 la educación para la democracia y
 la función pedagógica de la ley, que establecía la obligatoriedad del voto como
forma de despertar la conciencia cívica.
Ser instruido ya no constituía un prerrequisito para ejercitar acertadamente las
libertades públicas y políticas ni para convertirse en buen ciudadano. La obligatoriedad
quedaba despojada de su misión pedagógica puesto que se reconocía una conciencia
ciudadana ya desarrollada entre los hombres y mujeres trabajadoras.

El peronismo si bien cuestionó la discriminación política de la mujer no transformó


sustantivamente las concepciones tradicionales de la diferencia sexual. Al glorificar los
atributos de la mujer de pueblo para la participación política produjo una importante ruptura
con el ideal de ciudadano heredado de la tradición liberal reformista. Puede afirmarse,
entonces, que aunque la Nueva Argentina Peronista parecía generar rupturas más
significativas en cuanto al ideal de ciudadano al atribuir a la virtud republicana las
cualidades de la trabajadora, aquella relegada a una posición subordinada en las
representaciones de la comunidad política dominantes en los años veinte y treinta.

Este ideal de ciudadano feminizado, así como la impugnación del establecimiento de


jerarquías basadas en los méritos intelectuales y culturales dentro del universo de los
ciudadanos, constituyó la principal fuente de conflicto con la oposición de distintos signos
ideológicos. Así, por ejemplo, los católicos.
Mientras que desde el ala católica se cuestionaba el modelo de feminidad y acción colectiva
propuesto por el peronismo, sus opositores laicos lo criticaban por juzgarlo parte de una
estrategia deliberada de manipulación política.
La Unión Cívica Radical. Hacía un llamado a hacer “educación cívica de la mujer
Argentina” y promover la organización de los partidos.
El debate sobre los derechos cívicos femeninos fue acompañado de una fuerte discusión
sobre la orientación de la política educativa. La Unión Cívica Radical, en su crítica al
oficialismo favorable a la educación católica, adoptó la defensa de la educación laica y
favorable a la coeducación de los sexos. Mientras que la educación cívica le permitiría
convertirse en un sujeto político autónomo al liberarla de la influencia del
“marido”, el “cura”, el “demagogo” o inclusive de aquella que “engaña a las mujeres el
pueblo, crédulas e ingenuas, predicando un ideario de redención social que no siente ni
practica”, la educación laica le aseguraría una verdadera emancipación individual. Más allá
de la coincidencia en la aprobación del sufragio femenino en igualdad de condiciones con
los hombres, profundas disidencias enfrentaban al partido de gobierno y la oposición.
La propuesta del peronismo de igualar a los individuos en el terreno de la política generó
objeciones al gobierno proveniente tanto de los sectores católicos como de aquellos firmes
defensores de los principios laicos.

4. Conclusiones: el sufragio femenino y los dilemas de la universalización

El controvertido proceso que inauguró la ley Sáenz Peña y culminó con la ley de voto
femenino de 1947 remite tanto a los temores a la igualación jurídica de ambos sexos como a
las ambivalencias hacia el sufragio universal como fuente de legitimidad del régimen
político.

Como hemos observado, durante la experiencia de la república democrática, la dirigencia


política se cuestionó las incoherencias de la exclusión política de la
mujer.
Aunque fueron varios los proyectos presentados para reparar esta discriminación jurídica,
ninguno logró aprobarse.

Con independencia de otros factores, parece claro que el partido de gobierno, la Unión
Cívica Radical, no logró articular una posición homogénea y contundente. Los proyectos
evidenciaban una doble debilidad: ni sostenían con entusiasmo los principios del
maternalismo ni abogaban incondicionalmente por las bondades del reciente sufragio
universal y obligatorio. Los argumentos a favor del valor social de la maternidad no
alcanzaron a contrarrestar imágenes de feminidad de signo contrario: la mujer disipada y
frívola que se apartaba de la maternidad y cuya moral era por definición reprochable. Por
otro lado, a pesar de haber sido el principal beneficiario de la reforma de 1912, la UCR no
se escudó detrás de una defensa incondicional de los principios del liberalismo reformista.
Sumergido en esta ambivalencia, sus posiciones se acercaron a las de los representantes
conservadores, quienes tenían razones no solo ideológicas sino también prácticas para
recelar del nuevo sistema electoral.

El Partido Socialista, por su parte, pareció mejor equipado para advocar consistentemente
por los derechos cívicos de la mujer y la equiparación jurídica deambos sexos. Su énfasis en
la completa igualdad de género lo hizo refractario a representaciones negativas de la
feminidad. A ello apeló sin duda su férrea postura anticlerical e incondicional aceptación de
la universalidad y obligatoriedad del sufragio.
En otras palabras, la radicalidad doctrinaria del socialismo no fue incompatible con la
tradición liberal democrática, la cual se apropió como suya. Sin embargo, en la fuerza de
sus convicciones ideológicas radicó su debilidad política. Su retórica dejaba poco margen
de acercamiento a los sectores que dominaban las instituciones de gobierno en la década del
treinta. Por el contrario, en el clima triunfante de conservadurismo político y cultural
impuesto por las fuerzas de la Concordancia, la prédica del socialismo generó una reacción
aristocrática y reaccionaria. Ni siquiera el acercamiento a los radicales a comienzos de los
años cuarenta pudo lograr que la cuestión del sufragio femenino fuera tratada nuevamente
en el congreso. Para cuando la cuestión reapareciera en la agenda parlamentaria, ahora bajo
la abrumadora tutela del peronismo y la derrota electoral de la Unión Democrática, el
entusiasmo en las virtudes de la inclusión política femenina ya no sería el mismo.
Pocas dudas puede haber que Perón abrazó la causa del sufragio femenino como parte de
una estrategia política tendiente a expandir todo lo posible el apoyo popular. Se adueño con
este fin de una causa que contaba con antiguas y antiguos defensores y que por entonces
carecía ya prácticamente de opositores doctrinarios -aún cuando el tema seguía despertando
temores de desunión familiar y comunitaria entre los sectores más conservadores. No
obstante, los acuerdos formales respecto de la necesidad de ampliar a las mujeres los
beneficios de la ley Sáenz Peña no ocultaron las sustantivas discrepancias sobre el modo de
comprender la ciudadanía política.
El peronismo definió en sus propios términos los fundamentos de la igualdad de derechos
cívicos entre hombres y mujeres.
En primer lugar, efectuó una valorización de la feminidad que estaba corporizada en la
mujer del pueblo. En contraposición a los radicales de la década del veinte, aceptaba
incondicionalmente el ideario del maternalismo, celebrando sin ambages la extensión de las
virtudes específicamente femeninas al mundo de la política. Desde luego, su adhesión a los
principios del maternalismo en la prosecución de los derechos políticos de la mujer y sus
referencias a la doctrina católica, más que a los principios jurídicos del constitucionalismo
liberal, no podían apartarse más de las inclinaciones ideológicas de los socialistas.
Podría afirmarse que los argumentos del peronismo a favor del sufragio femenino se
caracterizaban por una notable combinación de heterodoxia y tradicionalismo. Si su visión
de la naturaleza femenina remitía a antiguas concepciones de género, su particular
valoración del aporte de las mujeres en los asuntos públicos representaba una radical
inversión de las nociones vigentes sobre las jerarquías en la comunidad política. La
exaltación de las virtudes maternales no aparecía sino como el correlato natural de la
exaltación de las virtudes de los trabajadores y desposeídos.

La diferencia se ponía al servicio de la igualdad social.

He aquí el peculiar significado que el peronismo le otorga a la ciudadanía política. No se


trataba sólo de poner fin al largo proceso de universalización del derecho de voto.
Se trataba además de invertir la jerarquía de las inteligencias.
La glorificación de la intuición de la mujer del pueblo para decidir su voto y la celebración
de los sentimientos femeninos como condición suficiente para el ejercicio del liderazgo
político, simbolizado en la figura Eva Perón, daban cuenta de la visión contestataria que
impregnaba el discurso peronista.
Cabe notar que la retórica peronista operaba dentro de una visión polarizada de la
comunidad política, aún cuando en su cúspide situara a las trabajadoras y trabajadores.
Se sitúa en este sentido en las antípodas de las posiciones del socialismo en los años treinta,
el que en respuesta al conservadurismo rechazaba la idea de jerarquía a favor de una
concepción de la comunidad política compuesta por sujetos políticos dotados de diversos
saberes, experiencias y capacidades.
La oposición al peronismo, por su parte, contribuyó a polarizar los términos del debate.
A juzgar por las intervenciones parlamentarias, los radicales reaccionaron a la imagen
populista de la sociedad con una cierta “crispación capacitaria”, para tomar la frase de P.
Rosanvallon.
La celebración de la inversión en la escala de méritos de los electores propuesta por el
peronismo, un signo del proceso más vasto de democratización social en marcha, fue
repudiada como un rasgo demagógico.
Por esta razón, tras el acuerdo formal que posibilitó la rápida aprobación de la ley del
sufragio femenino se abrió un profundo desacuerdo en los modos de ejercicio de las
libertades políticas y, más generalmente, en el ideal de ciudadano.
Para concluir, la historia del sufragio femenino invita a reconsiderar el paradigma ya clásico
del proceso de formación de la ciudadanía como una sucesión lineal de etapas: a la
consecución de los derechos civiles y políticos le seguiría la obtención de los derechos
sociales. En el caso de la Argentina, esta secuencia remite al liberalismo constitucionalista,
que consagró los derechos individuales, la Unión Cívica Radical, defensora de las virtudes
republicanas, y al Peronismo clásico con su programa de democratización del bienestar.
El examen de las controversias sobre los derechos políticos de la mujer pone de manifiesto
la necesidad de explorar las diferencias cualitativas en las concepciones de ciudadanía
propuestas por los distintos partidos en el marco de la competencia electoral iniciada en
1912.
Como se ha visto, la versión tradicional resiste mal la evidencia aquí reunida: el liberalismo
reformista consagró la minoridad jurídica de la mujer y su exclusión del ámbito político, el
radicalismo mostró profundas ambivalencias en la defensa de las mujeres como ciudadanas
y el peronismo, a pesar de su heterodoxia ideológica, encontró en la ciudadanía política –no
sólo en la ciudadanía social- un terreno fértil donde construir su identidad partidaria. Por su
parte, el socialismo, enfrentado a la necesidad de fortalecer su vínculo con el electorado, se
embarcó en la defensa de la universalidad a fin de construir una imagen de la comunidad
política capaz de conciliar las diferencias con el valor de la igualdad. Frente a ellos, las
fuerzas conservadoras expresaron una obstinada resistencia a la universalidad del sufragio,
ya sea buscando modos de morigerarla o imaginando con nostalgia un retorno al período
previo a la reforma electoral.

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