Sie sind auf Seite 1von 2

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla Facultad de Filosofía y Letras

Colegio de Filosofía Seminario de Filosofía Antigua

Imparte: Mtro. Ignacio Rojas Godina Elabora reporte: Adrián Larios López

La República de Platón (o Politeia), muestra, lo que es a mi parecer, el primer texto filosófico de


política normativa. Más allá de lo que Platón haya contemplado o intentado hacer, por ejemplo, en
Siracusa o dentro de Grecia, el texto precisamente, a través de los diez libros se encarga de describir
exactamente cómo debería de estar ordenada, de qué manera gobernarse, quién debería
gobernarla, quiénes deberían ejercer tal o cual función (y el porqué de ello) dentro de una ciudad-
estado para su justo establecimiento y funcionamiento. Es esa la preocupación principal de Platón
a través de todo el diálogo, pero no únicamente lo mencionado sino lo que rige todo ello, eso que
exige también de la ciudad-estado para poder hacerse patente: la idea del bien. Es la idea del bien,
la idea de las ideas la que sobrepasa justamente a la justicia en cuanto a importancia dentro de la
polis y la mayor característica que debe tener el gobernante filósofo es saber reconocer esta misma
idea, es decir, colocarse en sintonía con dicho ordenamiento de las demás ideas y, por tanto,
conocer el bien.

Se puede notar no ya la preocupación de los diálogos de juventud, reflejada en la pregunta socrática


del qué es eso, sino por la pregunta de cuál es la esencia de eso y también qué es aquello que hace
que algo sea lo que es. Surge así toda la elaboración de la idea del bien que da forma a todas las
demás ideas. Por ello, aquel que tiene conocimiento de esta idea del bien, sabe cómo son las cosas
y cómo conducirlas para la vida justa y feliz dentro de la ciudad-estado. Comienza entonces el
discurso de Platón acerca de la justicia, que, a pesar de que se puede tergiversar lo justo haciéndolo
parecer lo que no es, una examinación de las cuestiones justas llevaría a Sócrates a defender la
postura de que la justicia no es en cuanto a otros, sino con respecto a uno mismo.

Y, con todo ello, la concordancia entre lo que se aparece ante nosotros y lo que son las cosas,
prosigue el discurso acerca de aquellos hombres que suelen engañar a los jóvenes y, en ocasiones,
no tan jóvenes con poemas y relatos que tienden a las metáforas pero no usadas para encomiar a
las virtudes y la justicia sino como simples entretenimientos que dispersan la mente y hacen creer
que el fantasma de la apariencia es lo verdadero.

Pero, y pasando un poco de alto el libro tercero, es, a mi parecer, en el libro cuarto donde se refleja
mejor el carácter normativo de la ciudad-estado que propone Platón. Describiendo inclusive las
virtudes y los hábitos que deberían tener cada uno de los estratos sociales que pertenecen a la
ciudad-estado, así como el tipo de gobierno y el gobernante a cargo se deja ver cómo teóricamente
es alcanzable un modelo funcional y concordante con todo el sistema filosófico de Platón, que
pasaría desde cuestiones ontológicas o del ser hasta las cuestiones estéticas, esto último
ejemplificado con la limitación hecha hacia los poetas o músicos en cuanto a su oficio. Todo
concordante en cuanto a las teorías de Platón, desde la noción de la idea del bien, hasta las virtudes
que conducirían a un tipo de vida en la que la razón predominara sobre las necesidades del cuerpo.
También, al final de este libro, cuando Platón describe las formas de gobierno, prefiriendo a la de
aristócratas en vez de la de demócratas quizá por cicatrices que dejó lo acaecido a Sócrates.

Y, en el punto que me llamó la atención en el siguiente libro, y que quizá ha sido fuertemente
criticado anacrónicamente, está en la cuestión de la procreación entre los mejores ciudadanos y las
mejores mujeres para cada vez una mejor generación no sólo moral de ciudadanos sino también en
cuanto a físico. La eugenesia propuesta por Platón en este libro, no parecería quizá tan radical, si la
comparamos a otras prácticas dentro del mismo marco histórico que sí se llevaron a cabo como
puede ser el abandono a la intemperie de recién nacidos con deformidades en Esparta.

Pasando al siguiente libro y en la descripción de los modelos de gobierno, cuáles son mejores o
cuáles son peores hay de mi parte, quizá un descontento personal, pero tomando en cuenta también
la época en que Platón vivía y que la democracia no es tal cual como se conoce hoy en día, pero al
menos, la poca consideración prestada hacia la libertad pues pareciera ser que coloca a la libertad
como algo perjudicial más que como algo indispensable para la conformación de una ciudad-estado.
Es comprensible, dada la cosmovisión de la cultura griega en la que todo ocurre por necesidad o al
menos porque así se mantiene el orden y no es por tanto necesario el encomio a la libertad.

Pero, un atisbo de lo que es la libertad puedo encontrarlo sobre todo en la descripción que hace del
tirano. Podemos considerar al tirano alguien que, por lo mismo de sus bajas acciones es
constantemente acechado por el miedo, por la indignación y por injusticias es propiamente esclavo
de todo lo anterior dicho. En cambio, el gobernante filósofo, conduciéndose por la idea del bien que
él conoce, atendiendo a la justicia que rige la ciudad-estado que gobierna y procurando la felicidad
no sólo de él sino de los demás es más libre que cualquier demócrata que constantemente encomie
la libertad como primer principio y no como producto de otras virtudes practicadas.

Das könnte Ihnen auch gefallen