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Los anfibios de Peñalara: evaluación de su


estado de conservación y bases para su gestión

Chapter · January 2002

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Inigo Martinez-Solano Mario García-París


Spanish National Research Council Spanish National Research Council
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Jaime Bosch
The National Museum of Natural Sciences, CSIC
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Terceras Jornadas Científicas del Parque Natural de Peñalara y del Valle de El Paular 2002

LOS ANFIBIOS DE PEÑALARA: EVALUACIÓN DE SU


ESTADO DE CONSERVACIÓN Y BASES PARA SU
GESTIÓN

IÑIGO MARTÍNEZ-SOLANO, MARIO GARCÍA-PARÍS Y JAIME BOSCH

Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC


José Gutiérrez Abascal 2. 28006 Madrid, España.

Resumen

En el Parque Natural de Peñalara se reproducen 10 especies de anfibios: salamandra común


(Salamandra salamandra), tritón jaspeado (Triturus marmoratus), tritón alpino (T. alpestris), sapo
partero común (Alytes obstetricans), sapillo pintojo ibérico (Discoglossus galganoi), sapo corredor
(Bufo calamita), sapo común (B. bufo), ranita de San Antonio (Hyla arborea), rana patilarga (Rana
iberica) y rana común (Rana perezi). En este trabajo se ofrece información básica acerca de todas
ellas, incluyendo las tendencias poblacionales que han experimentado en los últimos años. De
acuerdo con las variaciones observadas en el número de charcas que cada especie ocupaba en el
pasado en relación con las que ocupa en la actualidad podemos distinguir tres grupos de especies.
Un primer grupo está constituido por las especies que han experimentado un declive significativo:
A. obstetricans, S. salamandra y B. calamita. El segundo grupo lo integran T. alpestris y R. pere-
zi, que se han expandido recientemente, mientras que las restantes especies se incluyen en el tercer
grupo, para el que no se han detectado tendencias significativas. Finalmente, se discuten los facto-
res que han podido afectar a las distintas especies en cada caso, así como las implicaciones para su
conservación.

INTRODUCCIÓN obtener una aproximación a las tendencias poblaciona-


les que ha experimentado cada especie en los últimos
En los últimos años se están llevando a cabo estudios 15 años y en consecuencia, fundamentar las actuacio-
en profundidad acerca de los anfibios del Parque nes a llevar a cabo para asegurar su supervivencia en el
Natural de Peñalara. Entre los motivos que se han seña- futuro. En este trabajo se presentan los resultados obte-
lado para destacar la fauna de este entorno se cuentan nidos tras comparar los datos recogidos entre 1982 y
tanto la presencia de un número elevado de especies 1986 con los de los muestreos que se llevaron a cabo
(10), más de la mitad de las especies de anfibios de la en 1999 para elaborar el Inventario de anfibios del
Comunidad de Madrid, como la identidad de éstas, Parque (Bosch et al., 2000). Además, se comenta el
entre las que se incluyen endemismos ibéricos con estado de conservación de cada especie en el Parque y,
áreas de distribución más o menos restringidas y según cada caso, se proponen actuaciones correctoras a
poblaciones genéticamente diferenciadas de otras espe- llevar a cabo a corto plazo.
cies más ampliamente repartidas.

La conservación de estas agrupaciones de especies MATERIAL Y MÉTODOS


es uno de los objetivos a tener en cuenta dentro de los
planes de manejo a largo plazo del Parque. Para ello se Como se comentó anteriormente, se disponía de
requiere un conocimiento detallado de la situación con- datos acerca de la abundancia relativa de las 9 especies
creta de cada especie en la actualidad y en relación con de anfibios que se conocían hace 15 años en Peñalara
el pasado, punto este último que no siempre es posible (García-París y Martín, 1987). En concreto, se disponía
desarrollar debido a la ausencia de registros históricos de datos de presencia / ausencia y abundancia larvaria
acerca de la abundancia relativa de las distintas espe- de especies en 73 charcas durante el período 1982-
cies. En el caso de los anfibios de Peñalara esta infor- 1986. La elaboración del Inventario de masas de agua
mación estaba disponible, lo que nos ha permitido del Parque (Toro y Granados, 1999) proporcionó una

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Iñigo Martínez-Solano, Mario García-París Los anfibios de Peñalara: evaluación de su estado
y Jaime Bosch de conservación y bases para su gestión

base sobre la cual referenciar tanto las observaciones pasado como en la actualidad, o bien sólo se reproduce
efectuadas en el pasado como las que resultaron de los en la actualidad. La mitad de las especies analizadas no
muestreos que se llevaron a cabo en 1999. Los datos de muestran tendencias significativas en cuanto al núme-
abundancia se basaron en el conteo directo de ejempla- ro de charcas en que se reproducen en Peñalara, si bien
res cuando fue posible, recurriendo a estimas obtenidas en dos casos hay especies en expansión (R. perezi y T.
por extrapolación del número de ejemplares observado alpestris) y existen otras tres especies en declive (A.
en un área predeterminada al total de la masa de agua obstetricans, B. calamita y S. salamandra).
en los restantes casos. Los datos resultantes fueron
incluidos en las siguientes categorías para su posterior Los datos de densidad larvaria fueron también anali-
análisis mediante técnicas estadísticas: 0; 1-10, 10-50, zados. Excluyendo las especies que se reproducen en
50-100, 100-1000, >1000. menos de tres charcas (H. arborea, D. galganoi y B.
bufo), los resultados muestran estabilidad en cuatro
Con el fin de profundizar en las posibles relaciones especies y declive en dos (A. obstetricans y S. sala-
entre el clima y los cambios observados en la ocupa- mandra). Sólo una especie ha aumentado significativa-
ción de los medios de reproducción por cada especie mente su presencia en términos de abundancia larvaria
con respecto al pasado, se obtuvieron una serie de (R. perezi).
variables climatológicas del periodo 1980-1999 de la
estación meteorológica del Puerto de Navacerrada. De Se detectaron aumentos significativos (p= 0.0274)
éstas variables se seleccionó TMAXME (media de las en las medias anuales de TMAXME durante los meses
temperaturas máximas mensuales), por suponérsele de actividad de los anfibios (en Peñalara, de marzo a
una mayor relación con la actividad (incluyendo dis- octubre) entre 1980 y 1999.
persión) de las especies de anfibios.
El caso más claro de declive, el de A. obstetricans,
relacionado con una epidemia fúngica (Bosch et al,
RESULTADOS Y DISCUSIÓN 2001), ya ha sido comentado en este mismo volumen.
La situación de esta especie en el Parque es crítica. La
No se detectaron cambios en el número de especies escasez de información acerca de la biología y el papel
presentes en el Parque, a excepción de la presencia de los quitridios en los ecosistemas hace que resulte
puntual de Discoglossus galganoi, aunque sí se obser- difícil encontrar soluciones a este problema. Las actua-
varon variaciones en cuanto a su abundancia relativa. ciones iniciales (construcción de una represa artificial
También se observó un descenso significativo en el en el arroyo de Cotos para favorecer la reproducción en
número de especies que se reproducen actualmente en las zonas de menor altitud y protección de la zona) han
cada charca (de 1.8 a 1.4 de media, p= 0.0126) dado sus primeros resultados, ya que la especie ha
colonizado casi inmediatamente dicha charca. Además,
Para detectar la contribución de cada especie a esta se ha iniciado un programa de cría en condiciones de
tendencia general, se realizaron análisis individualiza- semi-libertad de la especie con vistas a una futura rein-
dos (test de la chi-cuadrado comparando los valores troducción con ejemplares no afectados. A pesar de
obtenidos frente los esperados de 0% -colonización de ello, la posibilidad de que se produzca una recupera-
nuevas charcas- y 100% -permanencia en una charca-). ción que lleve a esta especie a presentar densidades
En la Tabla 1 se muestra, para cada especie, la propor- como las de hace 15 años parece remota, al menos a
ción de charcas en las que se reproducía en el pasado medio plazo.
pero no en la actualidad, o se reproduce tanto en el

Proporción de charcas donde la especie,


Especie n ha desaparecido se mantiene ha aparecido γ2 p Tendencia
S. salamandra 67 40 57 3 12,5 0,0019 Negativa
T. alpestris 18 0 6 94 16,1 0,0003 Positiva
T. marmoratus 6 0 17 83 4,2 0,1245 -
A. obstetricans 33 91 9 0 27,3 0,0000 Negativa
B. bufo 3 0 33 67 1,3 0,5134 -
B. calamita 19 53 47 0 15,1 0,0005 Negativa
R. iberica 10 30 30 40 4,9 0,0863 -
R. perezi 17 0 6 94 15,1 0,0005 Positiva

Tabla 1 Tendencias poblacionales de las especies de anfibios en Peñalara. n = número de charcas en las que se encontró a cada especie en el
periodo 1982-1986.

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Terceras Jornadas Científicas del Parque Natural de Peñalara y del Valle de El Paular

Los casos de los declives observados en S. salaman- En cuanto a las especies que han experimentado ten-
dra y B. calamita son más difíciles de explicar, al no dencias expansivas, el caso más llamativo es el de R.
estar en principio relacionados con el mismo agente perezi. En la década de los 80 esta especie, que gene-
patógeno. En el caso de B. calamita, esto no está claro, ralmente está ligada a zonas de baja o media altitud,
ya que se encontró un único ejemplar adulto afectado estaba sólo presente en charcas localizadas en las zonas
por ulceraciones en la piel cuyo análisis reveló una de menor altitud dentro del Parque (Hoya de Peñalara)
infección por quitridios, siendo por el momento la (García-París y Martín, 1987). Actualmente se encuen-
única evidencia disponible acerca de la capacidad de tran en densidades relativamente altas en sectores loca-
estos hongos de afectar a otras especies en Peñalara. La lizados muy por encima, alrededor de los 2200 metros.
explicación del menor impacto de estas infecciones Nuestra hipótesis es que el aumento de las temperatu-
sobre la población de B. calamita podría estar en el ras comentado anteriormente ha podido tener un papel
mayor tamaño de puesta (más de dos órdenes de mag- decisivo en el éxito dispersivo de esta especie, posible-
nitud) de esta especie frente al de A. obstetricans, así mente de manera indirecta, favoreciendo una mayor
como en el menor tiempo que las larvas de B. calami- supervivencia de los juveniles al primer invierno. La
ta estarían en contacto con las esporas del patógeno, ya gran capacidad dispersiva de esta especie, combinada
que completan su desarrollo en alrededor de un mes, con una mayor tasa de supervivencia invernal de los
mientras que las larvas de A. obstetricans pueden pasar juveniles, facilitaría la colonización de sectores situa-
años enteros antes de la metamorfosis (ver, por ejem- dos a mayor altitud.
plo, Barbadillo, 1987). Además, la preferencia de los
adultos de B. calamita por hacer las puestas en medios El otro caso de expansión es diferente. Como se
acuáticos temporales, podría suponer una ventaja, al comentó en la introducción, la presencia de T. alpestris
carecer los hongos de esporas resistentes a desecación en Peñalara se detectó recientemente, en 1985 (Lope y
(Longcore, 2000). Cuadrado, 1985). Entonces se llamó la atención sobre
la necesidad de proteger a los escasos ejemplares exis-
El estado de las poblaciones de B. calamita en tentes, que se reproducían en un único sector dentro del
Peñalara, no obstante, no es preocupante. Sigue siendo Parque (García-París et al., 1989). Actualmente, T.
una especie abundante, tanto en el número de ejempla- alpestris se ha expandido, ocupando los sectores inme-
res adultos como en las densidades larvarias que alcan- diatamente adyacentes a donde fueron encontrados por
za. A pesar de ello, es recomendable un seguimiento primera vez. La existencia en Peñalara de condiciones
durante los próximos años para determinar si la ten- similares a las que se dan en la Cordillera Cantábrica,
dencia observada es tan sólo parte de una fluctuación núcleo principal de su distribución en la Península, ha
natural o bien existe la posibilidad de un declive real. facilitado esta expansión.

En el caso de S. salamandra no hay evidencia de una Si bien la situación es bastante favorable para T.
posible relación de su declive con la epidemia de qui- alpestris, al tratarse de una especie introducida es reco-
tridios, algo en principio esperable debido a la escasez mendable un seguimiento de su población con el fin de
de casos citados de especies de urodelos afectados por determinar si se estabiliza o bien continúa su expan-
estos hongos. De cualquier modo, S. salamandra sigue sión, así como el posible efecto que esta expansión
siendo relativamente frecuente en el Parque, mante- podría tener sobre otras especies.
niendo densidades larvarias altas en muchas charcas y
lagunas. Sin embargo, existe un descenso significativo De las restantes especies, en tres no se ha detectado
en el número de charcas en que se reproducen. Esto ninguna tendencia: H. arborea, R. iberica y B. bufo. En
podría estar relacionado con el aumento en las tempe- los tres casos se trata de especies que, tanto en el pasa-
raturas máximas detectado en los últimos años en la do como en la actualidad, se reproducen en unas pocas
zona. Así, las charcas temporales empleadas por S. zonas concretas dentro del Parque. Así, H. arborea se
salamandra para reproducirse mantendrían agua reproduce únicamente en el Humedal del Operante,
durante menos tiempo, por debajo incluso del necesa- aunque también se han observado ejemplares adultos
rio para que las larvas de esta especie completen su aislados en otros sectores (J. Bosch, obs. pers.).
desarrollo. Una observación que apoya esta hipótesis Generalmente, esta especie suele estar presente a
es el gran número de larvas de Salamandra que murie- menor altitud, ocupando zonas por encima de 1800 m
ron al secarse las charcas en que se desarrollaban que de manera puntual y variable de año en año (Astudillo,
fue observado durante los muestreos de 1999. 1997), como ocurre en Peñalara. Este carácter irregular
ha de ser tenido en cuenta a la hora de interpretar los
Como en el caso de B. calamita, la población de S. datos que se obtengan en futuros muestreos.
salamandra de Peñalara sigue siendo relativamente
abundante, aunque los resultados obtenidos señalan la Los casos de Bufo bufo y R. iberica son, en parte,
conveniencia de confrontar los datos con los que se parecidos: ambas son especies que, a pesar de ser local-
obtengan en futuros muestreos. mente abundantes en algunas zonas, presentan unos

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Iñigo Martínez-Solano, Mario García-París Los anfibios de Peñalara: evaluación de su estado
y Jaime Bosch de conservación y bases para su gestión

requerimientos relativamente estrictos en cuanto a la supervivencia de la especie. En el resto de la


selección de los lugares de puesta que hacen que el Comunidad de Madrid, las poblaciones de esta especie
número total de charcas en que se reproducen sea parecen estar sufriendo un fuerte retroceso en parte
pequeño. También comparten problemas comunes, debido a la pérdida o alteración de sus medios de repro-
como la presencia de salmónidos introducidos en arro- ducción.
yos o lagunas favorables para su reproducción. De
hecho, R. iberica, que se reproduce en arroyos de aguas Aunque no se han detectado alteraciones importan-
limpias y bien oxigenadas, ha desaparecido en los últi- tes que pudieran afectar negativamente a los anfibios,
mos años de la Hoya de Peñalara, donde estaba pre- estos resultados deben ser tenidos en cuenta con reser-
sente años atrás. Además de la eliminación de estos vas hasta que futuros muestreos aclaren la situación de
peces introducidos, la recuperación de arroyos locali- algunas especies, ya que por el momento se descono-
zados a menor altitud, como el de Cotos, también cen aún los detalles acerca de la epidemia de quitridio-
podría contribuir a una situación más favorable de la micosis, incluidos aspectos tan importantes como la
población de R. iberica en Peñalara facilitando la cone- sensibilidad relativa y capacidad de recuperación de
xión natural con las poblaciones localizadas a menor cada especie.
altitud.

En el caso de Bufo bufo hay un posible problema AGRADECIMIENTOS


adicional: el posible efecto de los quitridios sobre su
población. Se recogieron varias decenas de ejemplares Este trabajo no hubiera podido llevarse a cabo sin el
recién metamorfoseados muertos en las orillas de la apoyo constante de todo el personal que trabaja en el
Laguna de los Pájaros durante el verano de 1999, aun- Parque. Queremos agradecer especialmente su colabo-
que los análisis posteriores no revelaron evidencias de ración a su director, Juan Vielva, así como a
infección por quitridios. En cuanto a los lugares selec- Deogracias Prieto y Luis Navalón, que pusieron a
cionados para la reproducción, B. bufo prefiere charcas nuestra disposición todos los medios a su alcance para
o lagunas de cierta extensión y profundidad o bien poder realizar nuestro trabajo de la mejor manera posi-
arroyos permanentes de corriente lenta (Barbadillo, ble. Luz Boyero, Juan Pablo de Francisco, Belén
1987). Por el momento, B. bufo ocupa prácticamente Lorente y Juan Ramón Mayor nos ayudaron con el tra-
todos los medios de estas características que existen en bajo de campo. J. Bosch e I. Martínez-Solano son beca-
el Parque, pero al ser un número tan pequeño de rios de la Comunidad de Madrid. Este trabajo ha sido
medios reproductivos, la conservación de cada uno de financiado por el proyecto de la Comunidad de Madrid
ellos resulta de gran importancia para asegurar la 07M/0109/00.

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Terceras Jornadas Científicas del Parque Natural de Peñalara y del Valle de El Paular

APÉNDICE: ESPECIES DE ANFIBIOS PRESENTES EN PEÑALARA

En la siguiente introducción a los anfibios del Parque se señalan, además de los rasgos básicos acerca de la
identificación, biología y distribución de cada especie, su abundancia relativa, así como su relevancia en térmi-
nos de diferenciación genética con respecto a poblaciones circundantes.

Salamandra común (Salamandra salamandra) (Fig. 1) Tritón alpino (Triturus alpestris) (Fig. 2)

La salamandra común resulta inconfundible por su El tritón alpino tiene un tamaño comprendido entre
coloración, formada por vistosas manchas amarillas, 7 y 12 cm. La coloración general de los machos varía
generalmente redondeadas sobre fondo negro. En los dependiendo del momento del año. Durante la época de
juveniles son frecuentes las manchas de tonalidades celo presentan dos bandas laterales: una blanca con
anaranjadas. Puede alcanzar gran tamaño (más de 15 puntos negros y, bajo ésta, otra de color azul celeste, en
cm de longitud total). Las salamandras de poblaciones contacto con la parte ventral, sobre un color de fondo
madrileñas paren larvas en estado avanzado de des- azulado. A lo largo de toda la región dorsal desarrollan
arrollo en el agua, donde éstas completan su desarrollo. una pequeña cresta blanquecina o amarillenta con pun-
Las larvas, de color pardo oscuro o gris, suelen presen- tos oscuros. Ventralmente son de color anaranjado bri-
tar pequeñas manchas de color amarillo en la base de llante. En la cola destacan manchas longitudinales ais-
las patas. A medida que avanzan en su desarrollo, las ladas de color azul claro. La cloaca de los machos está
manchas amarillas adquieren mayor dominancia. muy abultada durante el periodo reproductor. Las hem-
Poseen una cabeza ancha y grande y la cola finaliza en bras presentan coloraciones dorsales menos vistosas en
una punta redondeada. En Peñalara pueden pasar más general. En la región ventral presentan también un
de un año en el agua, metamorfoseándose con un tama- color anaranjado brillante, que en la zona de la gargan-
ño muy superior al habitual. ta se aclara, destacándose pequeños puntos oscuros.
Durante la fase terrestre, la coloración dorsal es oscura
En general, ocupa áreas con un elevado grado de y más apagada. En esta fase los caracteres sexuales
humedad. En la Sierra del Guadarrama se encuentra en secundarios que caracterizan a machos y hembras en la
praderas de alta montaña, además de pinares y abedu- época de celo son poco patentes o están ausentes. Las
lares de media altitud, en las proximidades de peque- hembras depositan los huevos, de color amarillento o
ños cursos de agua, zonas encharcadas y lagunas que rosado en la vegetación acuática. Las larvas son de
utiliza para la suelta de larvas. color pardo, sin manchas claras en la base de las patas
y con un tamaño y anchura de la cabeza inferior al de
Su actividad es principalmente nocturna. Presentan las larvas de salamandra. Además, aunque el final de la
un periodo más o menos prolongado de reposo inver- cola es redondeado, acaba en una pequeña punta. El
nal, forzado por las duras condiciones de alta montaña, desarrollo de las larvas se completa en unos 3 meses.
mientras que durante casi todo el verano se suelen Los individuos recién metamorfoseados presentan un
mantener activas. El periodo reproductor puede abarcar tamaño de unos 3-4 cm y tienen una coloración dorsal
casi todo el periodo de actividad. Se alimentan de similar a la de los adultos en fase terrestre, aunque la
pequeños invertebrados terrestres (los adultos) o acuá- coloración ventral es por lo general más apagada.
ticos (las larvas).
Aunque en periodo reproductor es frecuente obser-
En la Península Ibérica está presente en las regiones var individuos adultos durante el día, la actividad es
más húmedas del norte y en los principales sistemas predominantemente crepuscular y nocturna. El periodo
montañosos del centro y sur. Falta en amplias exten- de actividad es similar al de las salamandras, aunque el
siones del sureste ibérico. En la Comunidad de Madrid periodo de reproducción es menos prolongado. Las
hay dos grupos de poblaciones: las de alta y media poblaciones madrileñas parecen tener un ciclo repro-
montaña de la Sierra del Guadarrama, entre las que se ductor anual. Los adultos pueden encontrarse en el
incluyen las de Peñalara, y las poblaciones de zonas agua probablemente desde abril, dependiendo de las
bajas del suroeste (valles del Alberche y Tiétar), exis- condiciones particulares de cada año, y permanen hasta
tiendo un cierto grado de diferenciación genética entre finales de verano. Se alimentan de invertebrados terres-
ambos grupos (Alcobendas et al., 1994). tres y acuáticos.

Es uno de los anfibios más abundantes en el Parque. Hay dos grupos de poblaciones relictas de tritón
Aparece prácticamente en todos los sectores, reprodu- alpino en el sur de Europa. Uno de ellos se encuentra
ciéndose tanto en arroyos como en charcas (temporales en la Península Ibérica (subespecie T. alpestris cyreni).
y permanentes). En ocasiones se observan altas densi- La población de Peñalara fue descubierta en 1985
dades de ejemplares en estado larvario. (Lope y Cuadrado, 1985). Si bien inicialmente se espe-
culó con el posible carácter relíctico de estas poblacio-

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Iñigo Martínez-Solano, Mario García-París Los anfibios de Peñalara: evaluación de su estado
y Jaime Bosch de conservación y bases para su gestión

nes, interpretadas como las últimas supervivientes de Sapo partero común (Alytes obstetricans) (Fig. 4)
una distribución pretérita de la especie por el Sistema
Central, más tarde, gracias al empleo de técnicas mole- Pequeño sapo (hasta 6 cm) de aspecto rechoncho,
culares, se constató su origen introducido (Arano et al., cabeza grande y patas cortas. La piel es generalmente
1991). lisa, con coloración general de fondo clara sobre la que
se disponen algunas manchas oscuras dispersas. Suelen
presentar hileras de pequeños tubérculos de color roji-
Tritón jaspeado (Triturus marmoratus) (Fig. 3) zo en los flancos. La pupila es vertical, y el iris, de
color dorado. Las glándulas parotídeas son poco llama-
Estos tritones pueden alcanzar un tamaño máximo tivas. Es difícil diferenciar machos y hembras.
que supera los 15 cm. La coloración de fondo es verde,
y sobre ella se disponen manchas negras amplias e El canto consiste en una única nota aflautada y de
interconectadas. De nuevo el aspecto es muy distinto corta duración, repetida a intervalos relativamente
dependiendo de la época del año. Los individuos en constantes. Los machos, que, al contrario que las otras
fase terrestre presentan coloraciones jaspeadas con especies de anuros presentes en el Parque, cantan en
tonos verdes, muy brillantes y llamativas, además de tierra, se agrupan en coros que pueden llegar a ser
una línea mediodorsal de color rojo o interrumpida con moderadamente numerosos.
franjas negras. Los machos desarrollan en la época de
celo una vistosa cresta dorsal, en la que alternan ban- El desarrollo larvario es muy prolongado, y los rena-
das transversales claras y oscuras, y que continúa en la cuajos pueden alcanzar grandes tamaños. Es frecuente
cola, así como una banda lateral blanca a lo largo de que pasen el invierno siguiente a la puesta en el agua,
ésta. Durante la época de celo, los machos presentan la metamorfoseándose durante la temporada siguiente.
cloaca muy abultada. Las hembras no presentan cresta Las larvas pueden distinguirse de otras semejantes por
y mantienen la línea vertebral roja. La coloración ven- el gran tamaño relativo de la boca y su coloración
tral de machos y hembras es oscura con numerosos pardo-grisácea, generalmente con manchas de color
puntos claros. Los individuos recién metamorfoseados pardo oscuro. Además, el espiráculo se sitúa en la línea
tienen un tamaño de unos 6-7 cm y son similares en medioventral del cuerpo.
coloración a los adultos en fase terrestre. Los huevos,
de color amarillento o blanco-verdoso, también son Las poblaciones de la Sierra se encuentran en prade-
adheridos a la vegetación acuática por las hembras. Las ras de alta montaña, pinares, laderas pedregosas y oca-
larvas son de color claro, con la cola terminada en sionalmente en canteras abandonadas, utilizando gene-
punta y una cresta dorsocaudal muy alta, con manchas ralmente para la reproducción aguas permanentes,
oscuras características y unos dedos desproporcionada- debido a su prolongado periodo larvario.
mente largos. El periodo larvario suele completarse en
unos 3-4 meses. El periodo de actividad está interrumpido por un
amplio periodo de reposo invernal, que podría exten-
Como la mayoría de tritones, su actividad es funda- derse al menos durante los meses de noviembre a abril.
mentalmente crepuscular y nocturna, y permanecen Durante el día puede encontrarse bajo piedras. Al atar-
durante el día ocultos entre la vegetación sumergida. El decer puede escucharse el canto de los machos, pareci-
periodo reproductor suele abarcar los meses de febrero do al de un autillo, muchas veces emitido desde el pro-
a junio, aunque en las poblaciones de alta montaña se pio refugio. En noches lluviosas es más fácil observar
reduce considerablemente. Durante la fase terrestre se adultos fuera de sus refugios. El cortejo tiene lugar en
suelen encontrar en refugios como piedras, troncos... tierra: tras el amplexus o abrazo nupcial, la hembra
suelta los huevos mientras el macho los va enrollando
Se distribuye por la mitad norte de la Península en sus patas traseras, donde los transporta hasta el
Ibérica. En la Comunidad de Madrid está limitada al momento de la eclosión (entre 3 y 7 semanas después).
valle del Lozoya y a la zona de La Cabrera - El Cuando se acerca este momento el macho libera a las
Berrueco. Hasta el momento no se ha detectado ningún larvas en el agua. El periodo de puesta comienza hacia
área de simpatría en la zona oriental del Sistema el mes de mayo y puede prolongarse hasta septiembre.
Central con su especie hermana Triturus pygmaeus
(hasta muy recientemente considerada subespecie de T. Ocupa casi la totalidad del norte y este de la
marmoratus). Península Ibérica. En la Comunidad de Madrid existen
dos grupos bien diferenciados: las poblaciones asenta-
Especie localizada generalmente a menor altitud, en das en áreas calizas de baja altitud del sureste, y las de
Peñalara mantiene pequeños núcleos de población, la Sierra del Guadarrama (García-París et al., 1989).
observándose generalmente individuos adultos aisla- Ambos grupos, bien caracterizados por diferencias
dos. genéticas (García-París, 1995), presentan poblaciones

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Terceras Jornadas Científicas del Parque Natural de Peñalara y del Valle de El Paular

muy localizadas y seriamente amenazadas (García- dos terrestres y practican el canibalismo. El periodo
París et al., 2000). reproductor comprende los meses de marzo a junio,
aunque se han citado casos de puestas en otoño.
Posiblemente fuera la especie más abundante de
Peñalara en el pasado. Los episodios de mortalidad en Endemismo ibérico cuyo rango de distribución está
masa de ejemplares recién metamorfoseados detecta- siendo en la actualidad reevaluado, tras recientes estu-
dos en los últimos años han reducido drásticamente sus dios moleculares que han ampliado considerablemente
efectivos poblacionales (ver Bosch et al., en este volu- el límite septentrional del área de distribución de
men), y afrontan serios riesgos de extinción a nivel Discoglossus jeanneae (García-París y Jockusch,
regional a medio plazo. 1999). Por el momento, la mayor parte de las poblacio-
nes madrileñas, incluidas las de Peñalara, se han asig-
nado tentativamente a la especie Discoglossus galga-
Sapillo pintojo ibérico (Discoglossus galganoi) (Fig. 5) noi.

Este sapillo puede alcanzar tamaños de hasta 8 cm, y Su presencia puntual (tan sólo ha aparecido en un
su aspecto general es más parecido al de una rana que sector localizado a menor altitud dentro del Parque) y
al de un sapo, ya que tienen costumbres fundamental- costumbres discretas han hecho que pasara desaperci-
mente acuáticas y una piel lisa, sin las rugosidades bido hasta fechas recientes, si bien parece mantener un
características de los sapos típicos, todo lo más con pequeño núcleo de población estable en Peñalara.
pequeñas verrugas dorsales que se disponen longitudi-
nalmente. Los machos alcanzan mayores tamaños que
las hembras y presentan las extremidades anteriores Sapo común (Bufo bufo) (Fig. 6)
más robustas, además de, en la época de celo, desarro-
llar callosidades de color oscuro en la cara interna de Aspecto de sapo típico, con piel rugosa y grandes
los dos primeros dedos. La coloración dorsal es muy glándulas parotídeas dispuestas oblicuamente.
variable, predominando tonos pardos, en ocasiones Inconfundible por su gran tamaño (algunas hembras
verdosos, con diseños tanto rayados como manchados. superan los 20 cm), y ojos con el iris rojizo. La colora-
La pupila es típicamente acorazonada. ción general es variable: desde amarillenta a casi negra,
pasando por tonalidades pardas, rojizas o verdosas. El
Emiten un canto a muy baja intensidad, práctica- diseño puede ser uniforme o estar formado por jaspea-
mente inaudible en el campo, que consiste en una serie dos pardos con manchas blancas sobre la coloración
de chirridos y rugidos graves. Los machos cantan uniforme de fondo. Las hembras alcanzan mayor tama-
sumergidos en las charcas someras donde se reprodu- ño que los machos, y éstos, en la época de celo, pre-
cen y no presentan sacos vocales. sentan callosidades negras en la cara interna de los dos
primeros dedos.
Las puestas se caracterizan por estar formadas por
huevos aislados unos de otros, sin formar cordones Los machos suelen cantar medio sumergidos flotan-
como los sapos o masas de huevos, como las ranas. Las do en masas de agua de considerable profundidad, sin
larvas son de color oscuro y pequeño tamaño, por lo formar coros numerosos. Presentan sacos vocales de
que pueden ser confundidas con las del sapo corredor, pequeño tamaño.
que suele escoger lugares de puesta similares, de esca-
sa profundidad. Pueden diferenciarse por la posición Las puestas forman grandes cordones con miles de
del espiráculo, que se localiza en la línea media del huevos dispuestos en dos a cuatro filas. Durante el
vientre en el sapillo pintojo y en el lateral izquierdo en amplexus, varios machos pueden pugnar por la misma
el caso del sapo corredor. hembra, que en ocasiones puede morir ahogada. Las
larvas son de pequeño tamaño y color oscuro, con el
Pueden ocupar gran diversidad de medios, incluido espiráculo situado en el lateral izquierdo del cuerpo. El
el urbano, en general en zonas encharcadas o próximas desarrollo larvario dura unos 4 meses.
a pequeñas corrientes de agua con abundante vegeta-
ción. Generalmente se encuentra a baja o media altitud Está ligado a corrientes de agua o charcas de cierta
(hasta 1600 m en el Sistema Central). Para la repro- profundidad y preferentemente permanentes en la
ducción emplean aguas temporales de escasa profundi- época de reproducción. Puede encontrarse en zonas de
dad. alta montaña, en bosques, zonas abiertas con escasa
humedad, zonas áridas al nivel del mar...
Su actividad es más o menos continua a lo largo del
año, y pueden ser observados activos tanto de día, Su actividad es básicamente nocturna. Presenta un
especialmente los subadultos, como de noche, sobre período de hibernación. El periodo reproductor abarca
todo a partir del atardecer. Se alimentan de invertebra-

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y Jaime Bosch de conservación y bases para su gestión

desde el mes de marzo al mes de julio. Se alimentan de Como en el caso anterior, su actividad es fundamen-
insectos. talmente nocturna. El periodo reproductor se extiende
de enero a junio, aunque en zonas altas comienza más
Especie de amplísima distribución euroasiática. En tarde. Se alimenta de pequeños invertebrados.
la Península Ibérica se distribuye de forma continua,
así como en la Comunidad de Madrid, donde ocupa En la Península Ibérica se encuentra distribuido de
zonas tanto altas como de baja altitud (entre 480 y 2110 forma casi continua, exceptuando algunas zonas de la
m). En años recientes se ha venido observando un costa cantábrica. En la Comunidad de Madrid también
retroceso en muchas de sus poblaciones. está presente de forma continua, con un amplio rango
altitudinal: desde zonas bajas hasta más de 2000 m en
Junto con B. calamita, es quizá la especie de anuro la Sierra del Guadarrama.
más frecuente en Peñalara. A pesar de ello, B. bufo tan
sólo emplea para reproducirse unas pocas lagunas en el Como se ha comentado antes, es una especie muy
Parque, por lo que es especialmente sensible a posibles abundante en Peñalara, ocupando además prácticamen-
alteraciones en este tipo de medios. te cualquier masa de agua de carácter temporal para
reproducirse desde las zonas de menor altitud a las más
altas.
Sapo corredor (Bufo calamita) (Fig. 7)

También con aspecto de sapo típico, con piel rugosa. Ranita de San Antonio (Hyla arborea) (Fig. 8)
En este caso alcanza menor tamaño (hasta unos 9 cm).
La coloración dorsal es más variable que en el sapo La ranita de San Antonio es una rana de costumbres
común, predominando tonos verdosos, con manchas trepadoras, de pequeño tamaño (hasta 5 cm) y aspecto
rojizas ocasionales de pequeño tamaño más frecuentes esbelto, con una coloración verde brillante sobre la que
en individuos subadultos. Generalmente aparece una destaca una línea lateral oscura bordeada de blanco por
línea vertebral de color blanquecino o amarillento. su parte superior que se extiende desde las narinas al
Sobre la coloración clara de fondo se disponen man- punto de inserción de las patas posteriores.
chas de límites irregulares, aunque es frecuente encon- Dependiendo de las condiciones del medio la colora-
trar ejemplares con diseños muy uniformes. Las glán- ción general puede variar, adoptando tonalidades más
dulas parotídeas se disponen paralelamente al eje del oscuras. La pupila es horizontal y el iris de color dora-
cuerpo. El iris es de color verdoso, y la pupila, hori- do. Presentan discos adhesivos en los extremos de los
zontal, como en el sapo común. Los machos de sapo dedos de las extremidades anteriores que les ayudan a
corredor poseen un saco vocal llamativo. sujetarse en sus desplazamientos sobre ramas y hojas,
o trepar por superficies verticales.
El canto consiste en una sucesión larga de pulsos
bastante agudos emitidos a considerable volumen, y El canto es una sucesión rápida de pulsos de baja fre-
repetido frecuentemente. Los machos cantan en char- cuencia emitidos entre largos intervalos de silencio.
cas temporales de escasa profundidad. Aunque pueden Los machos presentan un saco vocal grande, y cantan
observarse individuos cantando aislados, también son flotando en el agua agarrados a la vegetación.
frecuentes los coros de gran número de individuos que Generalmente se agrupan en coros numerosos, que
pueden ser escuchados a considerable distancia. pueden escucharse a kilómetros de distancia, sin
embargo, en el Parque al ser muy baja la densidad de
Las puestas y las larvas son muy similares también a esta especie generalmente se observan únicamente
las del sapo común, diferenciándose en la menor machos aislados.
anchura de la boca en las larvas del sapo corredor. El
desarrollo larvario es breve (5 ó 6 semanas), pudiendo Las larvas son de tamaño medio en relación con
acortarse significativamente (y metamorfosearse en otras especies de anuros, y se caracterizan por la pose-
sólo 20 días) en caso de riesgo de secarse totalmente la sión de una cola muy alta que tiene su inicio a la altu-
charca en que se encuentran. ra de los ojos. Completan su desarrollo en unos 3
meses.
Tampoco presenta preferencias claras por ningún
tipo de substrato o vegetación, pudiendo encontrarse en Suele encontrarse asociada a charcas con abundante
zonas muy áridas, con escasa cobertura vegetal y aleja- vegetación en las orillas, entre la cual pasa desaperci-
das de los puntos de agua. Para reproducirse suele bida. Puede encontrarse desde el nivel del mar hasta
emplear aguas temporales generalmente de escasa pro- altitudes considerables (cerca de 2000 m).
fundidad.
Aunque desarrolla su actividad principalmente a
partir del atardecer y durante la noche, es frecuente

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observarlas durante el día en la vegetación de ribera de metros en la Sierra. Para la reproducción emplea aguas
las charcas en que se encuentran. Presenta un periodo permanentes, ya que su desarrollo larvario es largo en
de reposo desde el otoño a la primavera siguiente. El relación con otras especies (unos 4 meses). En ocasio-
periodo de reproducción comienza en febrero y se nes pasan el invierno en el agua y se metamorfosean al
suele extender hasta mayo o junio. Se alimenta princi- año siguiente.
palmente de insectos.
La actividad, más o menos constante incluso en las
En la Península Ibérica está presente en la mayor épocas más frías del año, es predominantemente diur-
parte del norte, centro y oeste. En la Comunidad de na, aunque es muy frecuente observarlas y escuchar los
Madrid se distribuye por las proximidades de la Sierra cantos de los machos a partir del atardecer y durante
del Guadarrama, en general a altitudes medias, aunque buena parte de la noche. El periodo reproductor
en el macizo de Peñalara puede llegar a alcanzar 2100 comienza en junio en las zonas más altas, en marzo o
m. abril o incluso a lo largo de todo el año en otras zonas.

Su presencia en áreas de alta montaña, como ocurre La única parte del área de distribución de esta espe-
en Peñalara, es puntual, variando incluso de año en cie fuera de la Península Ibérica incluye algunas zonas
año, dependiendo de las condiciones climáticas. al sur de Francia. En la Península está presente de
forma continua por todo su territorio, así como en la
Comunidad de Madrid. En ambos casos presenta un
Rana común (Rana perezi) (Fig. 9) amplio rango altitudinal, encontrándose en zonas bajas
y hasta más de 2000 m en el macizo de Peñalara.
Aspecto de rana típica, con la piel lisa y brillante. El
tamaño de algunas hembras puede llegar a superar los Especie de alta capacidad dispersiva, que ocupa
10 cm. Los machos suelen ser de menor tamaño. La prácticamente cualquier tipo de masa de agua a su
coloración y diseño dorsal son muy variables: en algu- alcance (Llorente y Arano, 1997). En Peñalara estaba,
nos ejemplares es patente una línea mediodorsal de hasta los últimos años, limitada a zonas localizadas a
color verde, amarillo o blanquecino, mientras que en menor altitud dentro del Parque.
otros no aparece. Respecto al color, predominan tonos
pardos y verdosos, con manchas oscuras más o menos
abundantes por todo el dorso, pero hay múltiples varia- Rana patilarga (Rana iberica) (Fig. 10)
ciones. El iris es dorado, y la pupila ovalada. El tímpa-
no es muy conspicuo. Los machos en celo tienen callo- De coloración general parda y aspecto grácil, desta-
sidades oscuras en el primer dedo de los miembros can sus largas patas, de las que deriva su nombre
anteriores, y sacos vocales laterales, en la comisura de común. Pequeño tamaño: las hembras alcanzan 6 cm.
la boca. Presentan unas características manchas oscuras latera-
les en la cabeza, que nacen en la parte anterior del
Canto muy complejo de gran riqueza. Los machos morro, atraviesan los orificios nasales y se ensanchan a
presentan dos sacos vocales pequeños de color azulado partir de los ojos, en la región temporal. El tímpano
a ambos lados de la cabeza, y cantan flotando en el queda englobado en esta mancha. Asimismo, es paten-
agua, asidos a la vegetación o en el borde de las char- te una línea clara entre la mandíbula superior y la cita-
cas. Los cantos se emiten a considerable volumen y da mancha oscura. La pupila es circular o acorazonada
generalmente los machos se agrupan en coros más o y el iris dorado. Los machos suelen tener los miembros
menos numerosos formando un sonido complejo. anteriores engrosados con respecto a las hembras.

Las puestas forman grandes masas de huevos de El canto se emite a muy baja intensidad y resulta
color amarillento de los que salen larvas que pueden muy difícil de escuchar en el campo. Consiste en una
alcanzar gran tamaño (hasta 6 cm, excepcionalmente sucesión de notas graves de corta duración. Los
más). El espiráculo se sitúa en el lateral izquierdo del machos cantan de forma aislada, sin agruparse en
cuerpo. El color general es pardusco, a veces verdoso, coros. Sin sacos vocales evidentes.
destacando con frecuencia manchas oscuras, así como,
en ejemplares en avanzado estado de desarrollo, una Las puestas son grandes masas de huevos, y las lar-
línea vertebral clara. vas son fácilmente reconocibles por su color pardo
sobre el que destacan numerosas manchas doradas.
Es la especie de anfibio más frecuente en Madrid, Pueden alcanzar hasta 5 cm y completan su desarrollo
ocupando prácticamente cualquier punto de agua, tem- en unos 3 meses.
poral o permanente, en ocasiones soportando duras
condiciones de contaminación o salinidad. Aunque es Especie ligada a arroyos de alta montaña, en aguas
más abundante en zonas bajas, puede superar los 2000 limpias y bien oxigenadas. Asimismo puede encontrar-

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se en zonas encharcadas y turberas, generalmente en Endemismo ibérico distribuido por la región noroc-
zonas de altitud media a elevada. Las poblaciones de cidental de la Península. En la Comunidad de Madrid
menor altitud se encuentran en arroyos que discurren las poblaciones, cada vez más localizadas, se distribu-
entre pinares, robledales o castañares, mientras que en yen por las zonas más altas de la Sierra del
las zonas más altas se encuentran en zonas despejadas, Guadarrama, existiendo poblaciones en las estribacio-
en orillas de arroyos cubiertas de musgos. nes del macizo de Gredos en la provincia de Ávila muy
próximas a territorio madrileño.
La actividad puede ser tanto diurna como nocturna y
está influida por las condiciones del medio. En las Presente en Peñalara de manera localizada, siendo
zonas altas de la Sierra del Guadarrama se pueden ver localmente abundante sólo en enclaves especialmente
de día con facilidad. No se alejan demasiado del agua. favorables para la especie, sobre todo arroyos de aguas
Presentan un corto periodo de reposo durante los días limpias y bien oxigenadas. La sensibilidad que muestra
más calurosos del verano. El periodo reproductor esta especie frente a cualquier tipo de alteración en sus
comienza muy pronto, pudiendo observarse amplexus medios de reproducción la ha llevado a una situación
desde noviembre, y puede extenderse hasta mayo o de riesgo, especialmente en las poblaciones de áreas de
junio. montaña (Esteban, 1997).

Figura 1. Salamandra salamandra. Ejemplar juvenil. Figura 2. Triturus alpestris. Macho en celo.

Figura 3. Triturus marmoratus. Macho en celo. Figura 4. Alytes obstetricans. Macho adulto encontrado en el “Sector
X” (Charcas de Miraflores) el verano de 2000.

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Figura 5. Discoglossus galganoi. Ejemplar adulto. Figura 6. Bufo bufo. Amplexus.

Figura 7. Bufo calamita. Macho adulto. Figura 8. Hyla arborea. Macho adulto.

Figura 9. Rana perezi. Macho adulto. Figura 10. Rana iberica. Adulto.

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