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Puedes observar cómo la divinidad fulmina con sus rayos a los seres que sobresalen demasiado, sin permitir que se
jacten de su condición; en cambio, los pequeños no despiertan sus iras. Puedes observar también cómo siempre
lanza sus dardos desde el cielo contra los mayores edificios y los árboles más altos, pues la divinidad tiende a abatir
todo lo que descuella en demasía.
Heródoto
I. Introducción
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Personaje evocado por Platón en el libro Segundo de La República (2.359a-2.360d), donde se narra la historia de
Giges, pastor que al extraviar una oveja e ir tras su búsqueda infructuosa, topa con un anillo que a su regreso descubre
que lo vuelve invisible. Gracias a ello, el pastor obtiene el trono de Lidia, luego de convertirse en el asesino de
Candaules el rey y desposar a su esposa Nisia.
Un cómo plantea un de qué manera, un de qué modo y es por ello, que a nuestro
parecer, éste puede fungir como el mejor modo de abordar una disciplina de álgida
naturaleza como lo es la filosofía. En lo sucesivo trataremos de exponer esto.
El término filosofía (del griego φιλοσοφία) podría ser abordado desde diferentes
variantes, a saber:
2. el origen (historia del pensamiento), i.e., la genealogía que da curso a que el término
filosofía haya sido acuñado para describir este proceso en específico
III. Etimología
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Y si no fuesen cambiadas, vistas estrechamente a la luz de la filosofía occidental, tal como si fuese un molde en el
que violentando sus límites se le introdujera donde evidentemente no calza.
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Este argumento debe ser un tanto matizado. Claramente desde las ciencias duras actuales hay maneras idóneas de
tomar mediciones de distancias y estas dependerán íntimamente de la finalidad que se persiga. Existen mediciones
más precisas que otras y en ello basa la ciencia mucho de su método: en la exactitud y en la precisión. La pretención
de la filosofía no es ni la precisión ni la exactitud puesto que ésta no es una ciencia.
en el ser humano como inquietud siempre presente. (¿Habrá acontecido algo similar con
la filosofía?)
La analogía empleada también enfatiza en el hecho de que las formas de abordar la
problemática han sido diversas y han mutado con el transcurso del tiempo. No obstante,
la filosofía no es matematizable -en la manera que un teorema lo es- pero es
intersubjetivamente comunicable.
Aunque el argumento por analogía presentado podría resultar sugerente, adolece de
una falta insoslayable, veámoslo. En la actualidad y desde la física teórica, un metro es
definido por la Oficina Internacional de Pesos y Medidas como la distancia que recorre
la luz en el vacío durante un intervalo de 1/299.792.458 (1/velocidad de la luz4) de
segundo5. Con anterioridad, esta medición estaba definida como la diezmillonésima
parte de la distancia que separa el polo de la línea del ecuador terrestre y se pautó en una
barra de aleación de platino e iridio6 celosamente protegida por un grupo selecto de
individuos que pretendían, de esta manera, preservar el conocimiento humano7.
Contrario a la noción de la velocidad de la luz como referente temporal de una medida
de longitud (el metro), no existe una definición de filosofía que sea cabal y definitoria,
ni siquiera concluyente. No por ello se debe entender que no haya sido postulada.
Desde esta perspectiva referida, el argumento por analogía esgrimido realiza un aporte
demarcatorio: la ciencia y la filosofía no pueden ser comparadas sin caer en un error
inminente; empero, ambas disciplinas no son mutuamente excluyentes.
Retornando al punto de desviación, cabe mencionar que la estandarización del
discurso filosófico griego en Occidente se debe tanto a motivos históricos como
religiosos, políticos, epocales, culturales, sociales, epistémicos, económicos y demás.
En nada es sencillo rastrear la totalidad de las motivaciones que llevaron al pensamiento
griego a implantarse en Occidente y luego, colonizar una inmensa porción del mundo
globalizado como en la actualidad lo conocemos. Podríamos afirmar entonces, que
poseemos un criterio unificado: la filosofía nace en Grecia y se expande hacia el resto
del mundo. (Valga aclarar que no debe caerse en un eurocentrismo exacerbado, acá
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La velocidad de la luz en el vacío es por definición una constante universal, i.e., 299.792.458 m/s (metros/segundo).
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Un segundo es la duración de 9.192.631.770 oscilaciones de la radiación emitida en la transición entre los dos
niveles hiperfinos del estado fundamental del isótopo 133 del átomo de cesio (133Cs), a una temperatura de 0 K
(grados Kelvin).
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Elemento químico de símbolo Ir y número atómico 77. Se presenta en la naturaleza junto con aleaciones de platino
y osmio. Metal de transición del grupo del platino. El Ir es el elemento químico más resistente a la corrosión, puede
también soportar muy altas temperaturas.
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Esta es la primordial razón por la cual el Ir (iridio) fue elegido como material para construir la representación del
metro: su conservación para la posteridad.
simplemente se pretende realizar una distinción metódica de los alcances y las
limitantes de la filosofía occidental. Esta enmienda será de gran utilidad a la hora de
delimitar el tema de estudio de una disciplina tan controvertida como lo es la filosofía.)
Una impugnación constante y ubicua en la literatura y en las opiniones que defienden
una argumentación contraria a la acá objetada, plantea que los conocimientos ostentados
en la Grecia antigua provenían de culturas milenarias, poseedoras ellas, desde tiempos
remotos, de muchas de las claves de interpretación recurrentes en el pensamiento
helénico. Estas posturas sostienen que las mismas posiciones que el pensamiento griego
en su acmé llegó a procurar, se encuentran todas ellas inmersas en tradiciones caldeas,
egipcias, asiáticas, orientales, etc., pero sin que lleguen a poseer una madurez como la
alcanzada en la época helénica de la filosofía. He allí la diferencia.
Grecia fue el primer lugar en el orbe en el que ideas de este tipo fueron por vez
primera sistematizadas como un constructo gnoseológico al que el ser humano era capaz
de acceder. No es en nada gratuito que el término filosofía haya sido acuñado en lengua
griega para referirse a lo que aquí se evoca.
Sin ningún ánimo de prescindir de las influencias innegables que la cultura helénica se
anexó, y a los datos históricos que narran la fundación de ciudades griegas en Asia
Menor e Italia del Sur, sería poco prudente de nuestra parte argüir que la filosofía nació
en Grecia como un fenómeno absolutamente autónomo. China e India poseían
manifestaciones especulativas que merecerían, sin reserva alguna, ser catalogadas de
filosóficas. Empero, la advertencia ya blandida deja en claro que sin pasar por alto los
paralelismos o las influencias de otras culturas hacia la helénica, es sólo en Grecia
donde la filosofía (o mejor dicho, el quehacer filosófico) llega a una madurez hasta el
momento no alcanzada en sitio alguno.
IV. El origen
VI. El sentido
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Es decir, cambiar el paradigma en el que una barra inerte de iridio pasa de ser la norma oficial por la que se
reconoce una unidad de distancia como lo es el metro, a ser planteada desde un marco referencial de tiempo versus
distancia (velocidad de la luz).
de una significación diversa y abultada, razón por la cual resulta de difícil interpretación
respecto a los fines que acá se persiguen.
La cita ulterior pretende dejar en claro a qué nos referimos cuando hacemos mención
a la noción de sentido.
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La Velocidad de Dios en el vacío es por definición una constante universal, i.e., 299.792.458 m/s (metros
divinos/segundo divinos).
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Un segundo es la duración de 9.192.631.770 oscilaciones de la radiación emitida en la transición entre los dos
niveles hiperfinos del estado fundamental del isótopo 133 del átomo de Dios ( 133Ds), a una temperatura de 0 A
(grados Ángel).
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Con este ejemplo sólo pretendemos hacer énfasis en el hecho de que tanto la filosofía como las ciencias duras
poseen métodos de estudio harto diferente. Un disparate como el expuesto no deja de ser un disparate, sea este
propuesto por un filósofo o por científico.
No procuramos señalar que hay objetos netamente filosóficos que existen paralelos a
los objetos sensibles en un mundo allende de la experiencia humana común y que el
filósofo gracias a su agudo sentido de deducción e intelección es el único apto y
capacitado para indagar en los misterios extraterrenales de ese mundo filosófico. ¡No!
Concebir a la actividad filosófica como un «saber» alejado de la realidad humana
mediata o inmediata es hablar de religión o esoterismo, pero no de filosofía. Como
destacamos con anterioridad, la ciencia podría prescindir de la filosofía a la hora de
postular que «el radio vector que une un planeta y el Sol barre áreas iguales en tiempos
iguales»12. Pero solamente a través de la filosofía se puede llegar a inquirir que la figura
de un Dios perfecto y geómetra, creador del Cosmos y de la Tierra fue una base
metafísica indiscutible en el avance de las ciencias exactas y en la postulación que
Kepler realizara de los movimientos planetarios. Así, la filosofía es capaz de reconstruir
una brecha de relación causal entre una ciencia dura (estrictamente secular) y una
creencia religiosa motivadora de un descubrimiento científico. Ante esto, una posición
filosófica se podría cuestionar:
a. ¿Qué tan alejadas están las ciencias exactas de una dura raigambre dogmática y
religiosa?
b. ¿Cuál podría ser la similitud existente entre el quehacer de un científico y el de una
persona estrictamente religiosa?, ¿es la manera de creer en ambos similar?
c. Un muy alto porcentaje de la población mundial cree ciegamente en la ciencia, en sus
avances y en sus descubrimientos. ¿Podría ser considerada la ciencia como una creencia
religiosa del ser humano?, ¿se ha intercambiado a Dios en la modernidad por los
grandes avances tecnocientíficos de nuestra época?, ¿es laica la ciencia?, ¿a qué
poder(es) político(s) le sirve?
d. ¿Es metafísica e irracional la esperanza que el ser humano deposita en las ciencias
exactas?, ¿cómo podría ser irracional si lo más racional que conocemos es la ciencia
misma?, ¿se es religioso al creer en las ciencias?
e. etc., etc., etc.
Hasta acá creemos haber dejado lo suficientemente claro que la ciencia no es filosofía
y que la filosofía no es ciencia, pero que sí puede haber una filosofía de la ciencia pero
no una ciencia de la filosofía. Por más juego de palabras que esto asemeje, en ello
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Segunda Ley kepleriana del movimiento planetario.
estriba la definición tácita que se pretende esbozar de lo que es la filosofía y que grosso
modo, puede ser extrapolada no sólo a la ciencia sino a otra ramas del quehacer
humano.
Paradójicamente, al haber pretendido dar un sentido a la filosofía -inclusive ad hoc-
hemos incurrido en lo que en párrafos iniciales se pretendió prevenir, h.e., definir a la
filosofía desde la historia del pensamiento. Manifiesto es que el quehacer filosófico no
podría ser exclusivamente encasillado dentro de los linderos de la historiografía
filosófica, dentro de su etimología o dentro de las ramas de estudio en las que se
subdivide. Empero, la filosofía de ningún modo puede estar exenta de ellas. Tanto los
puntos 1, 2 y 4, dan sentido al punto 3: el sentido de la filosofía.
Gilles Deleuze en su libro Nietzsche y la filosofía lo expone de esta manera:
Cuando alguien pregunta para qué sirve la filosofía, la respuesta debe ser
agresiva, ya que la pregunta se tiene por irónica y mordaz. La filosofía no sirve ni
al Estado ni a la Iglesia, que tienen otras preocupaciones. No sirve a ningún
poder establecido. La filosofía sirve para “entristecer”. Una filosofía que no
entristece o no contraria a nadie no es una filosofía. La filosofía sirve para
detestar la estupidez, hace de ésta una cosa vergonzosa. Sólo tiene este uso:
denunciar la bajeza del pensamiento en todas sus formas... En fin, hacer del
pensamiento algo agresivo, activo y afirmativo. Hacer hombres libres, es decir,
hombres que no confundan los fines de la cultura con el provecho del Estado, la
moral o la religión.
Bibliografía