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Comentario de texto sobre la revolución industrial

Se trata de un texto socioeconómico, informativo-narrativo


que responde a una fuente primaria escrito por un operario anónimo
de la industria del algodón en primera persona en la Inglaterra de
1818.

Es documento público, ya que está dirigido a toda la nación, en


especial a los patronos y obreros.

La idea principal del texto contrapone la figura del patrono con


la del obrero. El primero vive de forma ostentosa gracias a los
beneficio de su empresa, mientras que el salario que perciben el
obrero solo le permite malvivir, de forma que los mayores echan mano
de los niños como ayuda familiar.

El texto responde por su contenido a la primera revolución


industrial, en la destaca la pujanza de la técnica y de los inventos,
esto es, la mecanización y el progresivo proceso de la automatización,
del que se benefició en primera instancia la industria textil, base del
desarrollo industrial, repercutiendo también en el resto de sectores
(agricultura, minería o transportes).

El autor, en primer lugar, ridiculiza a los patronos, que, sin


ninguna preparación profesional, se han enriquecido con el negocio del
algodón, nuevos ricos, cuya obsesión máxima estribaba en manifestar
su riqueza siempre que tienen ocasión.

En segundo lugar, describe al obrero con afecto y compasión.


Buena gente, apacible e inofensiva si no se le irrita, que ha aprendido
su oficio a base de experiencia.

Entre la formación del patrono y la del obrero destaca la de


este, aprendida desde la infancia. Resalta así la importancia y también
la barbaridad que significa el trabajo y explotación infantil que
proporciona mano de obra barata y dócil. Junto con la explotación
femenina, constituyó una etapa negra de la industrialización por sus
efectos perversos.

Describe con ternura “el aspecto miserable de los pequeñuelos y


de sus padres, arrancados de la cama a una hora tan temprana y en
todo tipo de tiempo”.

Revela, por una parte, la disciplina fabril a la que se someten


todos los trabajadores sin excepción con sus largas jornadas
laborales, desde las cinco de la mañana hasta las ocho o nueve de la
noche. Por otra, los pobres salarios que apenas llegaban a malvivir
según se desprende de su limitada dieta. Las consecuencias para los
mayores eran nefastas pero para los niños eran criminales.

La división social queda reflejada en la riqueza del patrón y el


la pobreza del patrono. La sociedad ya no entiende de sangre a la
hora de catalogar a las personas, sino de dinero. Se pertenece a una
clase o a otro según la riqueza que se posea.

Poco a poco esta clase obrera irán adquiriendo conciencia de su


condición y se originará el movimiento obrero que denunciaban los
abusos de los patronos sobre los obreros y formularán proyecto
sociales de carácter revolucionarios.

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