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LA ANTIGÜEDAD GRECO-LATINA
FILOSOFOS PITAGORICOS
1. Los así llamados pitagóricos, habiéndose aplicado a las Matemáticas... creyeron que
su principio era el de todas las cosas... y les pareció observar en los números
semejanzas con los seres y con los fenómenos; ...y como también veían en los números
las proporciones y determinaciones de las armonías; ...les parecía que toda
naturaleza... estaba hecha a imagen de los números, ...supusieron que los elementos de
los números eran los elementos de todos los seres y que el mundo entero era armonía y
número. (Aristóteles, Metafísica, I,5,985).
3. Pues la armonía es una unión de cosas formadas por varias sustancias mezcladas y
un consenso de lo que disiente. (Nicómaco, Arithm. II 19; fragm. B 10, Diels).
4. ...las (cosas) que son disímiles y distintas tienen necesidad de ser reunidas por esta
armonía, por la cual pueden reunirse en el cosmos. (Fil., frag. 6).
6. Puedes ver no sólo en los asuntos... divinos la naturaleza del número y su influyente
fuerza, sino también enteramente en todas las acciones y palabras humanas, tanto en
todas las técnicas artesanales como en la música. Y la naturaleza del número y la
armonía no admiten ninguna mentira. (Estobeo, Ecl. I proem. cor. 3; frag. B 11,
Diels).
Música mundana, armonía de las esferas:
7. ...dicen que el movimiento de los astros produce armonía... Algunos creen necesario
que haya sonido cuando se mueven unos cuerpos tan grandes... Y como no parece
razonable que no oigamos este sonido, dicen que el motivo es que... la distinción entre
sonido y silencio está en su contraste y, tal como los herreros no los distinguen porque
están acostumbrados, lo mismo les pasa a los hombres.
Al moverse los astros nace una armonía, puesto que sus sonidos son
armónicos... y, suponiendo que también las velocidades tienen por las distancias las
relaciones de las armonías musicales, dicen que es armonioso el sonido de los astros
que se mueven en círculo. (Arist., De coelo, B9, 290b 12-15).
8. La música, por su naturaleza se halla entre las cosas más dulces. Y parece que hay
en nosotros una afinidad con las armonías y los números y por eso, muchos sabios
dicen, unos que el alma es una armonía; otros, que tiene armonía. (Arist., Política,
VIII, 5, 1340).
9. También los pitagóricos, a los que sigue a menudo Platón, dicen que la música es
perfecta armonía de contrarios, unidad de muchas cosas y consenso de elementos que
disienten; pues no sólo pone orden en los ritmos y el canto, sino, en una palabra, en
todo el sistema, pues su fin es unir y armonizar. Y dios es el armonizador de lo que
disuena, y ésta es la mayor obra de dios, hacer amigo lo enemigo según la música y la
medicina. En la música, dicen, está la concordia de las cosas e incluso el gobierno del
universo; pues ella es en el mundo armonía, en la ciudad buena legislación, y en las
casas moderación; da, en efecto, consistencia y une la multiplicidad. La eficacia y
utilidad de esta ciencia, dice, se manifiesta en cuatro cosas humanas: el alma, el
cuerpo, la casa, la ciudad, pues estas cuatro cosas necesitan armonía y orden. (Teón de
Esmirna, Mathem. I, Hiller, p. 12).
10. Y por eso Platón, y aún antes los pitagóricos, llamó música a la filosofía, y dicen
que el universo está constituido armónicamente, creyendo que toda estructura musical
es obra de los dioses. Y así, también, las Musas son diosas, Apolo conductor de las
Musas y toda la poesía hímnica. (Estrabón, X 3, 10).
11. Así pues, viendo eso, desde niños les obligaban a lo largo de su vida a cultivar la
música y utilizaban cantos, ritmos y danzas escogidos, tras legislar unos ciertos cantos
habituales en los festines privados y en las fiestas religiosas públicas, que también
llamaban "leyes", haciendo que su utilización religiosa fuera un medio de mantener su
estabilidad, y declararon que permanecerían invariables por su denominación. (Aríst.
Quint., II 6, Jahn 42).
13. Los pitagóricos, según decía Aristoxeno, purificaban el cuerpo por medio de la
medicina y el alma por medio de la música. (Cramer, Anecd. Par., I 172).
2. El nombre del arco es vida, pero su obra es la muerte... La armonía oculta es mejor
que la obvia...La gente no entiende cómo aquello que discrepa consigo mismo puede
estar de acuerdo consigo mismo. Hay armonía en la inclinación hacia atrás, como en
los casos del arco y la lira. (Frag. 48, 54, 51).
DEMOCRITO (s.V-IV).
Mímesis: el 1. ...hemos llegado a ser nosotros discípulos en las cosas más importantes: de la araña
arte imita la en tejer y zurcir, de la golondrina en la construcción de casas, y del cisne y el ruiseñor
naturaleza melodiosos en el canto, por imitación. (Plutarco, De sollert. anim. 20, 974 A).
(arte como cualquier actividad humana que requiera una habilidad)
2. ...la música es más reciente y lo explica diciendo que no la produce la necesidad,
sino que nació de lo ya superfluo. (Filodemo, De musica, Kemke 108, 29).
SOFISTAS Visión formalista: aunque puede ser que no sean buenos los contenidos, nos puede gustar por los aspectos
formales de la obra.
1. ...los poetas componen todo con medida y ritmo...; aquellos recursos tienen tal
atractivo que, aunque estén mal la dicción y los pensamientos, con su buen ritmo y
simetría, sin embargo, seducen a los oyentes. (Isócrates, Euagoras 10).
2. Y nada es, mujer, tan útil ni hermoso para los hombres como el orden. Un coro, en
efecto está compuesto de hombres, pero cuando hace cada uno lo que quiere resulta un
desorden y es desagradable de contemplar, pero cuando actúan y cantan en orden, esos
mismos hombres a la vez parecen dignos de ser vistos y escuchados. (Jenofonte,
Oeconomicus VIII, 3).
Pensamiento moralista, nada estético. Para él, la censura puede ser adecuada e
PLATON incluso necesaria en muchos momentos
1. Aquellos que aman ver y oir y desean las bellas voces, los bellos colores y las bellas
figuras, etc...pero de lo bello en sí su mente no sabe ver y desear la naturaleza...quien,
entonces, concibe las cosas bellas, pero no la belleza en sí...¿te parece que vive en un
sueño o despierto? (Rep., V, 20, 476-7).
2.Y sobre cada uno de estos círculos hay una sirena que gira con él y emite siempre su
voz en el mismo tono, pero del conjunto de aquellas ocho voces resulta una sola
armonía perfecta. Alrededor del huso y a distancias iguales se hallan sentadas tres
mujeres, cada una de ellas en su trono. Son las Moiras, hijas de la Necesidad, vestidas
de blanco...Láquesis, Cloto y Atropo ajustan sus voces a la armonía de las Sirenas;
Láquesis canta las cosas pasadas; Cloto, las cosas presentes, y Atropo canta las cosas
por venir. (República, 10.617b-617c).
3. Los que vigilan nuestra república deben cuidar que no se escape la menor infracción
de las reglas contra cualquier innovación en el sistema establecido de educación... La
introducción de nuevas armonías en la música es algo de que hay que guardarse como
peligro para todo el tejido de la sociedad. (424b).
hombres, sino también para aquellas mujeres que se precien de ser sabias y
moderadas...
Ethos
¿cuáles son las armonías muelles y usadas en los festines?... La jónica y la
lidia, denominadas armonías tímidas... ¿Pueden ser de algún uso para los guerreros?...
De ninguno y, por lo tanto, no quedan otras que la dórica y la frigia.
¿No es por esta misma razón, mi querido Glaucón, la música la parte
principal de la educación, porque insinuándose desde muy temprano en el alma, el
número y la armonía se apoderan de ella...?
La música y la gimnasia... ambas han sido creadas para formar el alma
principalmente. (Rep., III).
5. En tiempo de las leyes antiguas, ..., el pueblo no era señor absoluto de la situación,
sino que, de alguna manera, obedecía libremente a las leyes...que regulaban la música
de aquel tiempo, con el fin de exponer desde sus orígenes el proceso que se dio como
consecuencia de una libertad excesiva de vida. En esa época, en efecto, la música se
dividía entre nosotros en géneros y en modos definidos; determinado género de canto
comprendía las plegarias dirigidas a los dioses, a las que se daba el nombre de himnos;
el género opuesto a éste constituía otra categoría de canto...; otro consistía en los
peanes, y por último había otro llamado ditirambo por describir, según creo, el
nacimiento de Dionisos.
Finalmente había otro género de canto que llevaba precisamente el nombre de
"nomos", como si constituyera una categoría de canto aparte; se les llamaba también
cantos citarédicos. Una vez distinguidas estas categorías y algunas más, no se permitió
cambiarlas sin más ni más unas por otras. Y la autoridad que regulaba estas cosas,
conociéndolas primero y juzgándolas con conocimiento de causa, para luego castigar
consecuentemente a los que contravenían las normas, no se encontraba en los pitos ni
en las voces discordantes de la masa, como actualmente ocurre, así como tampoco en
los aplausos de aprobación; por el contrario, las personas cultas habían dispuesto
escuchar las obras en silencio hasta el fin, mientras que los niños, sus ayos y la masa
del público eran mantenidos en orden por medio de la vara de la policía. En tales
circunstancias, el pueblo se avenía a obedecer y renunciaba a juzgar
escandalosamente; luego, al correr del tiempo, la autoridad en cuestión de delitos
contra la música pasó a los músicos, que poseían, sin duda, el temperamento y el
talento creadores, pero que no sabían nada de la justicia y de los derechos de la Musa;
en el placer dionisíaco, al que se entregaron más allá de los límites de la razón,
mezclaban trenos e himnos, peanes y ditirambos, imitaban en la cítara la música del
aulos; lo mezclaron absolutamente todo y, sin quererlo, tuvieron la inconsciencia de
lanzar contra la música la calumnia de que en ella no cabía ortodoxia de ninguna clase,
y de que el placer del aficionado, tanto si este era culto como si era un patán, era el que
juzgaba con mayor exactitud. A fuerza de componer obras de esta clase y de ponerles
letras del mismo estilo, inculcaron en el vulgo unos principios musicales falsos y la
audacia de creerse jueces competentes en la materia. En consecuencia, el público de
los teatros se volvió, de silencioso que era, vocinglero, convencido de que podía
distinguir lo bello de lo feo en el campo de la música, y a una aristocracia musical
siguió una detestable teatrocracia. Si al menos esto hubiera sido una democracia
confinada a los hombres libres y dentro del campo de la música, el daño no hubiera
resultado muy sensible. Pero en el dominio de la música nació la opinión de que todo
el mundo entendía de todo y podía juzgar acerca de la ley, con lo que vino el
relajamiento... Como consecuencia de esta libertad viene la de negarse a obedecer a las
autoridades; luego se huye de la servidumbre y no se hace caso de las advertencias del
padre, de la madre y de las personas de edad; ya casi al final de esta carrera, se busca
la manera de evadirse de las leyes y, al término mismo de ella, deja uno de
preocuparse de los juramentos, de las promesas y hasta de los mismos dioses... (Las
Leyes, III, 700-1).
6. La música, podemos estar seguros, jamás cometería el grave error de dar lenguaje
masculino a una escala afeminada, o una melodía de bodas, una tonada o posiciones
dignas de los hombres libres con ritmos sólo adecuados para esclavos y fiadores... pero
nuestros poetas van aun más lejos. Divorcian al ritmo y la figura de la melodía,
dándole forma métrica al discurso desnudo y separando a la melodía y el ritmo de las
palabras, mediante el empleo de la cítara y el aulos sin acompañamiento vocal... (Las
Leyes, 669c-669e).
7. Comencemos nuestro examen por la ocupación que consiste en tocar el aulos. ¿No
te parece, Calicles, que es algo así, que persigue solamente nuestro placer y no tiene en
cuenta ninguna otra cosa... ¿Y verdad que ocurre lo mismo con todas las cosas que son
por el estilo, como, por ejemplo, la que consiste en tocar la cítara en los
concursos?...¿Y qué me dices de los ensayos de los coros y de la poesía ditirámbica?...
(Gorgias, 501-2).
9. También la música, en tanto emplea sonido audible, fue concedida por la armonía.
Y la armonía, que tiene movimientos emparentados con las revoluciones del alma
interna a nosotros, le es dada por las Musas al que hace uso inteligente de ellas, no
como ayuda para el placer irracional (como se supone en la actualidad) sino como
auxiliar para la revolución interna del alma, cuando ésta ha perdido su armonía, para
ayudarla a que la restaure y ordene y esté en concordancia consigo misma. (Timeo,
47c-47d).
10. La música debe juzgarse por el placer que proporciona, pero no, sin embargo, por
el placer del primero que se nos presente; yo diría que este arte será el más bello si
agrada a los mejores y a los que tienen suficiente formación, y será sobre todo bello
aquel arte que agrada a un hombre que se señala entre todos por su virtud y su
educación. (Las Leyes, II, 658-9).
1. Imitar es natural al hombre desde niño (y se distingue de los demás animales en que
es el más capaz de imitar y el que por medio de la imitación crea sus primeras
nociones), con lo que todos los hombres se complacen en las imitaciones... Lo que
vemos con disgusto, nos gusta verlo en imágenes realizadas con la mayor exactitud,
como las formas de los más repugnantes animales y de los cadáveres... La razón de ese
placer es que aprender es muy agradable para todos... Gusta ver las imágenes porque
se aprende viéndolas y se deduce lo que representa cada cosa... Si no se ha visto antes
lo imitado, la obra gusta, no como imitación, sino por la ejecución, el color u otra
causa semejante.
La tragedia es imitación de una acción profunda y acabada, de extensión
determinada, en lenguaje apropiado, según la apariencia de cada parte... que mediante
la lástima y el terror obra la purificación de estos mismos afectos.
Lo bello, sea viviente o sea una cosa cualquiera compuesta de partes, no sólo
supone que tenga ordenadas tales partes, sino también un tamaño, que no debe ser
casual, pues lo bello está en el tamaño y el orden y por eso, un animal bello no puede
ser ni muy pequeño (pues la vista es confusa...) ni muy grande (pues entonces no lo
percibe la vista, sino que la unidad y la integridad escapan a los que miran)... debe
haber tal tamaño que se pueda contemplar a la vez, lo mismo que en los relatos debe
haber tal extensión que se puedan ir recordando. Poética.
uso, pues, a aquellas circunstancias en que nos proponemos corregir más que instruir.
Además, otro de los inconvenientes del aulos, desde el punto de vista pedagógico, es
que impide el uso de las palabras mientras se la estudia. No sin razón han renunciado a
él, hace mucho tiempo, los jóvenes y los hombres libres. (Política, VIII, 6b).
Pensamiento 1. Pues yo por mi parte no puedo concebir el bien excluyendo los placeres que se
esteticista: si algo obtienen por medio del gusto, excluyendo los que se obtienen por medio del amor,
me provoca placer,
es bueno.
excluyendo los que se obtienen por medio de la audición y excluyendo los
movimientos que se obtienen por medio de una forma agradable a la vista. (Ateneo,
XII, 546 e).
2. Sólo el sabio podrá hablar correctamente sobre música y poesía. (Diógenes Laercio,
X 121).
4. (según Teofrasto) la música, en una palabra, mueve y da buen ritmo a las almas.
(Filodemo, De Musica, Kemke, 37).
5. (según Diógenes de Babilonia) las cosas que se refieren a la ira y las que tienen
relación con el placer y el dolor son comunes, porque las causas de las disposiciones
apropiadas no las tenemos fuera de nosotros, sino en nosotros. Y la música es una de
las cosas comunes, pues todos, griegos y bárbaros, la cultivan y en todas las edades de
la vida, por así decirlo. En efecto, la fuerza de la música se apodera del alma de cada
niño antes de que tenga capacidad de razonar y comprender. (Filodemo, De musica,
Kemke, 8).
Rechaza la teoría
del ethos.
6. Pues la música no es algo imitativo, como algunos dicen neciamente, (Diógenes de
Babilonia), la música no contiene semejanzas que imiten los caracteres y no muestra
los caracteres en los que hay grandeza y bajeza, valentía y cobardía, prudencia y
atrevimiento, más que el arte culinario. (Filodemo, De musica, Kemke, 65).
7. (los poemas) son útiles por sus pensamientos, no por sus melodías y ritmos.
(Filodemo, De musica, Kemke, 95).
8. Dicen que unas melodías hacen a los hombres dueños de sí mismos, otras sensatos,
otras justos, otras valientes y otras cobardes. Están equivocados, porque ni la
modulación puede hacer a los hombres cobardes ni la armonía valientes a quienes se
sirven de ella. (Papiro de Hibeh, Crönert, Hermes XLIV 504, 13).
1. ...Y por eso, del mismo modo que sin el arte culinario y el arte de degustar vinos
comemos degustando la comida o el vino, así también sin el arte de la música
podríamos disfrutar escuchando una melodía agradable; el entendido comprende mejor
que el profano lo que está compuesto artísticamente, pero no obtiene provecho de un
mayor sentimiento placentero. (Sexto Empírico, Adv. mathem. VI, 33).
2. Que el mundo esté dispuesto armónicamente, se muestra como mentira por diversos
motivos, y, en segundo lugar, aunque fuera verdad, una cosa tal no tendría ningún
valor para la felicidad, como tampoco la armonía en los instrumentos. (Sexto
Empírico, Adv. mathem. VI, 37).
3. De las melodías musicales, no son por naturaleza unas de una clase y otras de otra,
sino que somos nosotros quienes lo imaginamos. (Sexto Empírico, Adv. mathem. VI,
20).
4. Pues la (música) se resiste y se opone a aspirar a la virtud, haciendo que los jóvenes
se dejen conducir fácilmente hacia el desenfreno y el libertinaje. (Sexto Empírico,
Adv. mathem. VI, 34).
5. Se habla de "música" en tres sentidos: en primer lugar una ciencia que se ocupa de
melodías, sonidos, ordenación del ritmo y asuntos semejantes, según lo cual decimos
que Aristoxeno, el hijo de Espíntaro, es un músico. En segundo lugar, la habilidad para
tocar un instrumento, como cuando llamamos músicos a los que usan flautas y arpas, y
músicas a las arpistas. Según estas cosas que hemos señalado, adecuadamente y por
parte de muchos se habla de música. Pero de modo más impropio, algunas veces
acostumbramos a designar con el mismo nombre también la corrección en algún
asunto. Así, por ejemplo, decimos que una obra es "musical", aunque sea una pieza
pictórica, y que el pintor que ha trabajado en ella correctamente es "musical". (Sexto
Empírico, Adv. mathem. VI 1).
6. Pues, en resumen, la música no es sólo un sonido que proporciona alegría, sino que
se encuentra en los himnos, las plegarias y los sacrificios a los dioses; y por eso
también impulsa a la mente a imitar el bien. (Sexto Empírico, Adv. mathem. VI 18).
8. Espeusipo, puesto que unas cosas son percibidas por los sentidos y otras por la
mente, dijo que el criterio de las percibidas por la mente era el razonamiento educado,
y el de las percibidas por los sentidos la impresión educada. Y supuso que la impresión
educada es la que participa de la verdad que está de acuerdo con el razonamiento. Pues
como los dedos del flautista o el arpista tienen una capacidad artística, que no alcanza
su perfección en ellos esencialmente, sino que lo consigue mediante la práctica
racional, y como la impresión del músico tiene una capacidad de percibir lo armónico
y lo inarmónico, y ésta no es natural sino que proviene del razonamiento, así también
la impresión educada de una manera natural obtiene del razonamiento la destreza
educada para el conocimiento certero de los objetos. (Sexto Empírico, Adv,. mathem.
VII 145).
3. En esto es preciso que soportes que no vaya por el camino prescrito: en efecto, no
me veo obligado a aceptar a los pintores en la categoría de las artes liberales, como
tampoco a los escultores, los marmolistas o los demás servidores del lujo. (Séneca,
Epist. 88, 18).
2. Pero como el juicio de las acciones y las palabras está en el discernimiento mientras
que los oídos son los jueces de los sonidos y ritmos, y como aquello se refiere a la
inteligencia, y esto al placer, en aquello el arte lo descubre la razón, en esto los
sentidos. (Cicerón, Orator 49, 162).
2. Pues los de ahora son amantes de las melodías y los de entonces eran amantes de los
ritmos. (1138 b).
muestran unas veces bellos y otras no, como si fuera una cosa ser cuerpos y otra ser
bellos.
Así pues, ¿qué es esa belleza que está presente en los cuerpos? Eso es, en
efecto, lo que primeramente se debe examinar. ¿Qué es, pues, lo que mueve las
miradas de los espectadores, las vuelve hacia sí, las arrastra y hace que disfruten con la
contemplación? Pues habiendo descubierto eso, quizá utilizándolo como un escalón
podamos contemplar las demás bellezas. En efecto, aseguran todos, por así decir, que
la proporción de unas partes con otras y con el conjunto y el buen color, añadido a
ellas, es la que hace y es la belleza visible -y que para las cosas visibles y para todas
las demás en general el ser bellas consiste en estar bien proporcionadas y medidas.
Nada que sea simple será bello, sino por fuerza sólo lo compuesto; y el conjunto será
bello, pero cada parte no tendrá que ser bella en sí misma, sino que contribuirá al
conjunto para que sea bello; sin embargo, es preciso que, si lo es el conjunto, también
las partes sean bellas, pues la belleza no consta de partes feas, sino que ocupa todas. (I
6, 1).
2. Por lo cual debe decirse aquí que la belleza es más el resplandor que se trasluce de
la proporción que la proporción misma, y que ese resplandor es lo amable... de las
estatuas, son más bellas las más llenas de vida, aunque haya otras que estén más
proporcionadas, y ¿no es un hombre feo, pero vivo, más bello que la estatua de un
hombre bello? Sí, porque es más deseable, y lo es porque tiene alma, y porque se
parece al bien. (VI 7, 22).
4. Pues ¿qué músico podría haber que, habiendo visto la armonía del mundo
inteligible, no se turbe al escuchar la de los sonidos sensibles? ¿O qué experto en
geometría y en números no se goce, habiendo visto a través de sus ojos lo simétrico,
proporcionado y ordenado? Si ni siquiera en las pinturas ven lo mismo y de manera
semejante los que ven a través de los ojos las obras de arte, sino que, reconociendo en
la obra sensible imitaciones de lo que está situado en la inteligencia, ¡cómo se
conturban y llegan a la reminiscencia de lo verdadero! De esta experiencia
precisamente surgen también los enamoramientos. (II 9, 16).
- Competiciones musicales
TÁCITO: ANALES. ANALES XVI.
Entretanto el senado, cercano ya el concurso lustral, y con la idea de evitar un escándalo, ofrece al
emperador la victoria del certamen de canto, y le añade la corona de la elocuencia, destinada a paliar la
infamia de un premio teatral. Pero Nerón repitiendo que no había necesidad alguna de intrigas ni de actos
de fuerza por parte del senado, que competiría con sus rivales en plan de igualdad, y que en virtud de la
rectitud de los jueces obtendría merecidamente la gloria, empieza por recitar un poema en la escena. A
continuación como el pueblo reclamaba que diera a la luz todas sus producciones tales fueron las palabras
que emplearon-, se presenta en el teatro actuando conforme a todas las leyes de los certámenes de cítara:
no sentarse cuando estuviera cansado, no secarse el sudor a no ser con el vestido que llevaba puesto y no
dejar ver excreción alguna de su boca o nariz. Por último rodilla en tierra y haciendo a aquella
concurrencia un respetuosos saludo con la mano, se quedó esperando el fallo de los jueces con fingida
inquietud. Y la verdad es que la plebe de la ciudad, acostumbraba a jalear también las piruetas de los
histriones, lo aclamaba a ritmo acompasado y con amañado aplauso. Se creerían que estaban disfrutando,
y tal vez disfrutaban porque no les importaba la pública infamia. Ahora bien , los que habían venido de
municipios lejanos y de la Italia todavía austera y conservadora de las antiguas costumbres, y cuantos,
desconocedores de la licencia por vivir en remotas provincias, habían llegado en comisiones oficiales o
por asuntos privados, ni podían soportar aquél espectáculo ni se mostraban a la altura de tan deshonroso
menester, porque sus manos inexpertas perdían el ritmo y perturbaban la acción de los duchos, y muchas
veces recibían golpes de los soldados, apostados en los graderíos a fin de que no se produjera ni por un
momento un clamor desacompasado o un silencio falto de entusiasmo. Consta que muchos caballeros
cuando trataban de abrirse paso por las estrecheces de las puertas y entre el torrente de la multitud,
quedaron aplastados, y que otros, por haberse quedado todo el día y toda la noche en sus sitiales, fueron
víctimas de mortal enfermedad. Y es que hubiera sido mayor su peligro si faltaran al espectáculo, pues
había dispuestas muchas personas, unas abiertamente y mas en secreto, para controlar los nombres y las
caras, la alegría o tristeza de los asistentes. Con tal motivo se dictaron de manera inmediata penas de
muerte contra gentes de inferior condición; con relación a las personas ilustres, se disimuló por el
momento el odio para pasarles poco después la cuenta. Contaban que Vespesiano, acusado de haber
dejado que sus ojos se cerraran por el sueño, fue increpado por el liberto Febo, y que a duras penas
lograron protegerlo los ruegos de las personas honradas, y que si acto seguido escapó a una perdición
inminente, fue gracias a un hado más poderoso.