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Guía de Ejercicio
Lee el siguiente articulo informativo:
La sentencia indica que Andrada cometió 100 errores en las 11 páginas que escribió. Entre ellos,
consignó “espresa” (por “expresa”), “desarroyo” (por
“desarrollo”), “ubiera” (por “hubiera”), “estubiera” (por
“estuviera”), “quizo” (por “quiso”), “abaló” (por “avaló”),
“extructura” (por “estructura”) y “digimos” (por
“dijimos”). “El escrito de apelación presentado resulta
absolutamente inentendible, y está plagado de faltas
de ortografía garrafales; de errores de sintaxis y de
tecleo, y de excesivo uso de abreviaciones con
incoherencias absolutas, con un lenguaje
inapropiado”, afirma el fallo firmado por unanimidad,
según el diario uruguayo “El Observador”.
El pronunciamiento considera que las faltas de ortografía, los errores de sintaxis y el empleo abusivo
de abreviaturas no hacían sino indicar que el impugnante había presentado “un borrador”. “Ni
siquiera revisó (su texto), y sometió al tribunal y a su contraparte a un ejercicio de develación de un
acertijo supuestamente argumentativo”, agrega.
La noticia publicada en “El Observador” informa que el recurso también presentaba errores de tipeo
que denotan que el abogado había querido escribir una palabra y terminado tecleando otra. Además,
el escrito de Andrada cuestiona que la Justicia de primera instancia hubiera dictado una “sentencia
imparcial”, a lo que el Tribunal de Apelaciones contestó: “aparentemente pretenden que las
sentencias sean parciales”. (Especial)
PUNTO DE VISTA
La gramática es ley primera
Por Irene Benito
¿Cómo se diría que “todos somos iguales ante la ley” si no hubiese sustantivos, verbos, adjetivos,
artículos y preposiciones? Impensable. No hay orden jurídico posible sin lenguaje: por muy lógico
que parezca, los letrados suelen olvidarlo y a diario atentan contra el nombre de su profesión. Peor
aún: creen que “hablar y escribir difícil” es síntoma de juridicidad y distinción.
La ignorancia de la lengua cunde también en el foro tucumano, donde se llenan páginas y páginas
de cualquier forma para decir mal lo que perfectamente podría caber en un párrafo. Rigen la cultura
del “mamotreto” y el dogma de la oscuridad. El desprecio por la expresión sencilla está naturalizado,
como si jueces y abogados perteneciesen a un mundo aparte. Pero saber gramática es ley primera
para quienes han de afianzar la justicia. Por eso hay que agradecer, en nombre del español y de la
igualdad, que un tribunal uruguayo se haya sentido agredido por la redacción insensata y la mala
ortografía.