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CONTRATOS Y GARANTIAS
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DONEILA APONTE ESPIN0ZA
C.I 7.403.585
CORREO DONEILAPONTE@HOTMAIL.COM
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INTRODUCCION
El derecho civil, dentro de la estructura legal del país, tiene una doble función, ya que por
una parte regula los vínculos que surgen entre los particulares, y al mismo tiempo, por otra,
regula las relaciones de los individuos con el Estado, impidiendo que las normas del orden
publico puedan ser alteradas por convenios surgidos entre los particulares, presentados de
esta manera el equilibrio jurídico.
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INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LOS CONTRATOS
Hechos Jurídicos
Una norma jurídica parte siempre de un presupuesto de hecho, para posteriormente regular
las consecuencias que ello tiene en el área del derecho. El presupuesto de hecho de la
norma es un hecho jurídico. Es importante distinguir, dentro de los hechos jurídicos en
sentido amplio, los llamados actos jurídicos y los hechos jurídicos en sentido estricto. Un
hecho jurídico en sentido estricto no tiene por qué ser voluntario ni controlable por la
persona, mientras que en un acto jurídico, la voluntad de la persona es esencial. Por lo
tanto, todos los actos jurídicos son hechos jurídicos, pero no todos los hechos jurídicos son
actos jurídicos
Es habitual que en derecho procesal se establezca que una sentencia judicial explique dos
aspectos: hechos jurídicos que se entienden probados, y fundamentos de derecho a aplicar a
tales hechos. Así, el fallo o sentencia vendrá fundamentado por estas dos categorías.
Ejemplos de hechos jurídicos que además son actos jurídicos: (Nota: todos los actos
jurídicos son además hechos jurídicos pero no a la inversa.)
Por ejemplo:
Los hechos que importan al derecho, producen efectos jurídicos, es decir, como
consecuencia del hecho nace, se modifica o extingue un derecho. Por ejemplo un contrato
de compraventa, se adquiere el derecho de exigir la cosa comprada (comprador) y a exigir
el dinero (vendedor). El deudor, mediante el pago efectivo (prestación de lo que debe, ya
sea dinero u otra cosa) extingue la obligación con el acreedor.
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El contrato crea derechos y obligaciones y el pago extingue derechos y obligaciones.
(ambos son hechos jurídicos). No obstante, no todas las obligaciones nacen de un contrato,
también pueden nacer de la ley y de los delitos y cuasidelitos.
Hechos jurídicos propiamente tales, son los hechos de la naturaleza que producen efectos
jurídicos, recordemos que un hecho produce efectos jurídicos cuando crea, modifica, o
extingue un derecho. Un ejemplo de este tipo de hecho jurídico es el nacimiento, porque
este implica la separación completa de la criatura de la madre, pero además si la criatura
sobrevive al menos un minuto se considera que hay un principio legal de existencia y pasa a
ser considerada persona. Antes del nacimiento existe la llamada existencia natural, que
comienza con la concepción, pero el feto no es considerado persona por lo que no tiene
derechos, a pesar de eso la ley protege la existencia natural a través de diversas
disposiciones. Así entonces, el nacimiento crea la calidad de persona, lo que le da derechos
(derecho sobre las cosas, derecho de dominio, derecho a que una persona haga algo en su
beneficio, derecho a ser alimentado por sus padres, etc.) También existe otros hechos
jurídicos propiamente tales, como la muerte, ésta extingue la calidad de persona, o sea, la
existencia legal del individua. El difunto se llama, jurídicamente, causante. Causante, por
ejemplo, de derechos hereditarios. También el simple transcurso del tiempo que marca una
mayoría de edad, o sea, 18 años, esto produce la modificación de una situación jurídica
porque la persona menor de 18 años está calificada por incapaz y al cumplir 18 es
considerado plenamente capaz. * También está la demencia, que es un hecho de la
naturaleza y que produce efectos jurídicos, la persona pierde la administración de sus
bienes y ésta la pasa a tener un curador, o sea, su representante. Si un hombre se suicida los
efectos jurídicos son los mismos que si la muerte es involuntaria, o sea, es tomada como un
fenómeno de la naturaleza, entonces, jurídicamente, es irrelevante si la muerte es voluntaria
o no.
Hechos jurídicos que se realizan con intención de producir efectos jurídicos, por ejemplo,
un contrato de compraventa. La compraventa es un hecho jurídico voluntario que se realiza
con una intención clara que es crear derechos y obligaciones. Desde el punto de vista de las
obligaciones el comprador se compromete a pagar la cosa y el vendedor a entregar la cosa.
Desde el punto de vista de los derechos, el comprador tiene derecho a recibir o exigir la
cosa, y el vendedor tiene derecho a recibir o exigir el dinero. (Hecho jurídico voluntario
acto jurídico)
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Hechos jurídicos voluntarios sin la intención de producir efectos jurídicos En este caso
están los delitos (hay intención de dañar o dolo.) y cuasidelitos (no hay intención de
cometer el delito pero sí hay culpa), la ley presume que todo acto que produce daño es con
culpa.
De todo delito o Cuasi delito nace una obligación (del punto de vista civil) que es la de
reparar los daños causados tanto físicos como sicológicos o morales, es decir, indemnizar.
Hay delito civil cada vez que ser realiza un hecho ilícito que produce daño. Frente a esto, la
víctima del daño tiene derecho a exigir la indemnización del daño, así es como de esto nace
una obligación para el que provoca el daño y un derecho por parte de la víctima. Pero, a
pesar de que aquí haya nacido un derecho, el hecho no fue con esa intención.
Actos jurídicos: Hechos voluntarios con la intención de producir efectos jurídicos. Otras
doctrinas le llaman negocio jurídico. La definición de acto jurídico dice que éste es una
manifestación de voluntad hecha con la intención de crear, modificar o extinguir derechos y
que produce los efectos queridos por su autor o por las partes porque el derecho sanciona
(reconoce) dicha manifestación de voluntad como apta o idónea para producir efectos
jurídicos. La voluntad necesaria para el acto jurídico, debe manifestarse, al derecho civil
sólo le interesa la manifestación de la voluntad. Esta voluntad persigue una finalidad
específica, que es, como se dijo anteriormente, producir efectos jurídicos.
En los actos jurídicos intervienen partes, éstas pueden ser dos o una. Cuando en el acto
jurídico hay una sola parte, esta parte se llama autor, estas partes pueden estar formadas por
más de una persona.
Los efectos jurídicos se producen no solo porque la o las partes así lo quieren, sino también
porque es la ley la que reconoce las voluntades de las partes.
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Clasificación de los actos jurídicos
Atendiendo al número de partes cuya voluntad es necesaria para que el acto jurídico exista
o nazca a la vida del derecho, los tipos de actos jurídicos son,
Unilaterales es aquel que para que exista requiere de la manifestación de voluntad de una
sola parte (oferta, testamento, repudio de una herencia, reconocimiento de un hijo,
aceptación de una herencia)
Bilateralidad es aquel que para existir requiere la manifestación de voluntad de dos partes
(ejemplo, matrimonio) En doctrina se llaman convención.
El contrato, en doctrina, no es lo mismo que una convención. La relación entre los dos
términos es que el contrato es un tipo de convención.
Principal: cuando el contrato subsiste sin necesidad de otro que le sirva de apoyo. ej.:
contrato de compraventa.
Accesorio: No subsiste por sí mismo, para poder subsistir necesita a otro acto jurídico
que le sirva de apoyo. ej: contrato de garantía, o sea, hipoteca, fianza, prenda.
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jurídico principal. Esto ocurriría con la fianza de obligaciones futuras (obligaciones que no
existen pero que se espera que existan) Pero no puede subsistir (no puede ser eficaz, o sea,
producir los efectos que le son propios sin el acto jurídico principal) si no llega a existir la
obligación principal.
Nominados o típicos: están regulados por la ley, la ley señala en qué consiste el acto y
su efecto. ej: Todos los contratos que contiene el código civil chileno.
Atípicos o innominados: Son los que la ley no regula. Surgen directamente de la
manifestación de voluntad porque las personas pueden crear las figuras o actos jurídicos
que les interesen. Aunque no están regulados producen los efectos queridos por las
partes con una sola limitación: que no contravengan la moral, la ley, el orden público,
las buenas costumbres. Ej: contrato de amistad que hace nacer lealtad entre ambos.
Contrato de esponsales: es cuando dos personas se comprometen para casarse. La ley
dice que no produce efecto alguno.
Elementos de la esencia
Elementos de la naturaleza
Elementos accidentales
Cosas de la esencia: (en doctrina) Son aquellas indispensables y suficientes para que el
acto jurídico exista, adquiera existencia jurídica. Indispensables porque no pueden faltar
y suficientes porque bastan. (para el código civil) El código sólo habla de lo que ocurre
si faltan las cosas de la esencia “sin las cosas de la esencia, el acto jurídico no produce
efecto alguno o degenera en otro acto jurídico”.
En relación con las cosas de la esencia, hay que distinguir entre las cosas de la esencia
común (que deben tener todos los actos jurídicos) y las cosas de la esencia particulares o
específicas (que son para un acto jurídico en especial).
Cosas de la esencia común: voluntad, objeto, causa, solemnidades (en ciertos casos)
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Ej: En un contrato de compraventa los elementos de la esencia serían la voluntad (en torno
a celebrar el contrato), el objeto, causa (motivo). Solo en algunos casos requiere
solemnidades, por ejemplo en la compra de bienes raíces. Un elemento de la esencia
específico: el precio debe pactarse en dinero.
Los requisitos de existencia son los que necesariamente deben cumplirse para que el acto
jurídico nazca a la vida del derecho (para que adquiera existencia jurídica) Si falta un
requisito de existencia el acto es jurídicamente inexistente. Los requisitos especiales de un
acto jurídico son: voluntad, objeto, causa y solemnidades. Estos son equivalentes a las
cosas de la esencia.
Los requisitos de validez son los que la ley exige, no para la existencia del acto jurídico,
sino para que el acto ya existente tenga vida sana. No puede haber nulidad sino en los casos
que la ley señala.
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Contrato innominado o atípico: es aquel para el que la ley no tiene previsto un nombre
específico, debido a que sus características no se encuentran reguladas por ella. Puede ser
un híbrido entre varios contratos o incluso uno completamente nuevo. Para completar las
lagunas del derecho o situaciones no previstas por las partes en el contrato, es necesario
acudir a la regulación de contratos similares o análogos.
Es importante mencionar que los contratos innominados no son los que no están previstos
por el Código Civil, porque todos los contratos lo están; simplemente son los que no están
nombrados en sus artículos aunque, por supuesto, al ser contrato, el Código los regula
El contrato virtual
Lejos están aquellas épocas romanas para cuya cultura las formalidades en la celebración
contractual tenían su base en la costumbre. Es sabido que a fines de la República, se
determinan y distinguen los siguientes contratos:
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1. Los contratos verbis o verbales, como la estipulación.
2. Los contratos litteris, que exigía la forma escrita.
3. Los contratos re, perfeccionado con la entrega de la cosa, como el comodato, depósito,
prenda, o préstamo de consumo.
4. Los contratos consensuales formados por el solo acuerdo, como la venta, el
arrendamiento, la sociedad y el mandato.
La voluntad estuvo presente con mayor énfasis en el Siglo XIX, al incorporarse en las
legislaciones. La Revolución Francesa buscó el ideal de hombres justos, libres y fuertes,
influyendo en las relaciones jurídicas, los contratos surtían efectos jurídicos por emerger de
la voluntad, por ser deseados o queridos por las partes, el Estado solo intervenía para
salvaguardar el orden público. Es decir, la libertad individual era la única posibilidad para
la relación contractual.
El Código Civil aprobado por Napoleón Bonaparte incorporó en el artículo 1134 “Las
convenciones legalmente formadas sirven de ley para las partes”, expresión jurídica
recogida por Vélez Sarfield en el artículo 1197º con las siguiente redacción “Las
convenciones hechas en los contratos forman para las partes una regla a la cual deben
someterse como a la ley misma.
Sin embargo, y pese al avance normativo y doctrinario relativo a los contratos, las crisis
económicas por las que atraviesan muchos países, han contribuido al debilitamiento de la
eficacia jurídica de los contratos, en cuanto significa el cumplimiento de lo pactado. Por
esta razón, el Estado ha tenido que intervenir para dar solución a los conflictos, forzando y
exigiendo ese cumplimiento. Otra causa que incide es la política que supone la
sobreposición del bien colectivo al bien individual, basado en una justicia distributiva.
Desde la perspectiva de la filosofía jurídica, la necesidad y seguridad económica sociales,
influyen para la eficacia jurídica del vínculo contractual entre las partes. En el orden
moral, las partes exigen la equidad en la relación contractual, como una forma de exigir el
cumplimiento de la obligación, ya no es suficiente el respeto al honor de la palabra
empeñada.
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De esa forma, y al hacer un análisis de las principales manifestaciones de la crisis del
contrato, el autor Guillermo Borda en su obra Manual de Contratos manifiesta: “La llamada
crisis del contrato se manifiesta principalmente a través de tres fenómenos: el dirigismo
contractual, las nuevas formas del contrato y la intervención judicial en las relaciones
contractuales para dejar a salvo la equidad de las contraprestaciones”. (Pág.16). Lo
expuesto demuestra que la evolución contractual, ha sufrido cambios en el transcurso del
tiempo, por influencia del avance científico. Las doctrinas jurídicas, han tenido que
adecuarse a dichos avances, produciendo reformas en los ordenamientos normativos
internos, para velar por la eficacia jurídica del vínculo contractual emergente de los actos
jurídicos. Consecuentemente, en toda relación contractual, estará presente esa
exteriorización de la voluntad, sin cuyo elemento no será posible trabar la relación jurídica.
Naciones Unidas al promulgar el año 1996 la citada Ley Modelo de la CNUDMI, otorga la
posibilidad de una relación contractual por medios de las telecomunicaciones, con el
propósito de impulsar las relaciones comerciales, con la recomendación en la Guía para su
Adaptación, para que los países analicen la modalidad de su incorporación, sea como ley
especial o como parte de los cuerpos normativos, aunque expresamente no se lea de esa
forma. A partir de su aprobación por la Asamblea General, todos los países impulsaron
normativas en el marco del comercio electrónico, como su principal exponente en la
relación contractual, al ser la especie.
Las relaciones comerciales en el mundo globalizado actual, que cada vez se hacen más
competitivos, exigen el uso y aplicación del contrato virtual para la atracción de capitales,
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generación de nuevas y mayores fuentes de empleo, reducción de tiempo y costos en su
desarrollo; ligados a la seguridad que deben ofrecer los ordenamientos jurídicos para su
correcta interpretación y aplicación, por parte no solo de los operadores de comercio, sino
de la administración de justicia.
Los contratos virtuales, precisan de un alto contenido ético en su celebración, por parte de
los usuarios. Si bien la tecnología otorga medidas de seguridad cada vez más eficientes, no
olvidemos que la sensibilidad humana puede generar desconfianza y por consiguiente poner
en riesgo la confiabilidad y credibilidad del sistema. Por ello, considero que la ética de las
partes contratantes que se aprecia a través de una doble perspectiva angular como la
cuestión moral que involucra el deber de hacer honor a la palabra empeñada y el bien
común que persigue, son parte esencial para su internalización cultural jurídica, porque
contribuye al crecimiento, progreso y desarrollo económico social de los Estados.
LA TRANSMISION DE LA PROPIEDAD
La Venta
Importancia de la venta
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sistema capitalista es de primera magnitud. Este contrato, al nacer, ya dio nacimiento al
régimen capitalista.
b) Importancia jurídica: Jurídicamente, nadie se libra de este hecho que constituye la
venta. Pero también existe otra importancia jurídica, y es que la venta es un contrato
paradigma (modelo). Cuando en otros contratos existe lagunas jurídicas se recurre al
contrato de venta. Por ejemplo lo tenemos en la permuta, art. 1563 C.C “Las demás
reglas establecidas para el contrato de venta se aplican al de permuta”. ¿Qué es lo que
está diciendo aquí el Legislador? Que las lagunas que surjan en la permuta se llenaran
con lo dispuesto en el contrato de venta.
Aparece la venta como una obligación puramente obligacional, según el articulo 1474 del
C.C porque la transmisión de la obligación de la propiedad de la cosa venda es una
obligación más a cargo del vendedor.
Entonces los caracteres comunes son los que convienen a varios contratos
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Pero con la salvedad que el precio en dinero debe ser mayor, pues lo contrario seria una
permuta.
Efecto de la venta
El contenido de la venta.
El articulo 1141 C.C dice “las condiciones (elementos) requeridas para la existencia del
contrato son:
De este artículo se infiere que las condiciones allí enunciadas son las necesarias para la
existencia o validez de cualquier contrato en general. Pero además de estas condiciones del
artículo 1141 CC, para el caso de la venta tenemos:
Por cuanto el legislador determina a la venta como “especie” del “genero Contrato” (art.
1474 CC) esta inclusión en una clase de mayor extensión nos permite, también,
considerarla repartida o distribuida de acuerdo con la semejanza que tenga con otros
contratos y así, decir que ella forma parte de los siguientes grupos de contratos:
La venta es un contrato:
1. Bilateral
2. Oneroso
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3. Consensual
4. De ejecución instantánea , o de tracto sucesivo
Para la clasificación de la venta, lo que hemos hecho es atender a los caracteres comunes
que ella tiene, en relación con otros contratos que tienen los mismos caracteres comunes.
División de la venta
Como podemos observar, la clasificación de la venta obedece a una razón lógica, porque lo
que se ha hecho es atender a sus caracteres comunes en relación con otros contratos de
iguales caracteres. En cambio, en la división, estamos obedeciendo a una razón practica.
El consentimiento de la venta
El artículo 1141 CC, estipula que las condiciones (elementos) requeridas para la existencia
del contrato son: consentimiento de las partes, objeto que pueda ser materia de contrato, y
causa lícita. La venta, como especie del genero contrato, requiere de los tres requisitos que
norma el referido artículo.
De manera que cuando decimos que la venta es un contrato consensual estamos afirmando:
La causa de la venta
Hemos insistido, frecuentemente, que la venta, como especie del genero contrato, debe
reunir las condiciones requeridas para la existencia de todo contrato, a saber,
consentimiento, objeto y causa (art. 1141 CC)
a) Teoría subjetiva
b) Teoría objetiva
c) Teoría que establece que la causa en la venta tiene “función de cambio”
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Objeto del contrato de venta
Como es sabido, según la Teoría del Patrimonio, el patrimonio de una persona está
constituido por derechos, obligaciones y cosas materiales. Aunque también debemos decir
que los derechos están referidos a cosas materiales (corporales) por lo tanto un contrato de
venta puede tener como objeto la venta de un derecho, como por ejemplo, el derecho de
usufructo sobre un fundo. Como podemos observar, aquí el objeto de la venta ha sido un
derecho (cosa inmaterial).
Por otra parte, también se dice que el objeto de la venta es el precio. Tomándolo así,
podemos decir que el objeto de la venta es el precio y la cosa vendida. En nuestro derecho,
a diferencia del derecho alemán, las obligaciones no pueden constituir objeto de venta.
El artículo 1155 del CC dice: “el objeto del contrato de venta debe ser posible, licito
determinado o determinable”. Cuando estudiamos el objeto de los contratos en la teoría de
obligaciones, dijimos que a lo que se refiere dicho artículo es el objeto de las obligaciones
que contiene el contrato
Primer requisito: La cosa debe ser materialmente posible. Es decir, debe existir actual o
eventualmente para el momento de la venta. El articulo 1485 CC dice “si en el
momento de la venta la cosa vendida ha perecido en totalidad, la venta es
inexistente…” pero el artículo 1161 del CC establece que “…la propiedad u otro
derecho se transmite y se adquieren por efecto del consentimiento legítimamente
manifestado”
Como podemos observar, estos dos artículos aparecen como contradictorios a primera
vista. Si en el momento en que estamos por llegar al acuerdo en precio y cosa, perece la
cosa, como uno de los elementos esenciales para la formación del contrato de venta,
este no existe por falta de objeto (la cosa ha perecido antes del contrato). El contrato no
se ha formado y por lo tanto no se aplica el artículo 1161 CC sino el artículo 1485 del
CC
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La otra condición es que si estamos tramitando la venta y llegamos a un acuerdo en
precio y cosa, y después de esto parece la cosa, ella existía para el momento en que se
perfecciona el contrato, por lo tanto se aplica el artículo 1161 CC que establece: “si solo
ha perecido una parte de la cosa, el comprador puede elegir entre desistir del contrato o
pedir la parte existente, determinándose su precio por expertos”
Con respecto a la venta futuras, debemos decir que ello es posible, tal y como lo
establece el artículo 1156 del CC ya que el requisito de que la cosa debe ser posible, nos
quiere significar, que debe existir actual o eventualmente. Por ejemplo la venta de una
cosecha de maíz futura puede estar sometida a una condición suspensiva, como sería el
caso señalado de la cosecha futura si esta se da en un ciento por ciento.
Segundo requisito: la cosa debe ser licita y estar en el comercio. Es decir, no debe estar
prohibida y estar extra comercio
Tercer requisito: la cosa debe ser determinada o determinable, es decir, la cosa es
determinada cuando es cierta y está bien especificada. Pero también el objeto de la
venta, llamado cosa vendida, podemos determinarlo en el momento de la formación del
contrato, o podemos determinarlo en el momento de la formación del contrato, o
podemos no determinarlo en ese momento y dejar su determinan para un momento
posterior, pero indicando la forma de determinarlo.
Definición: La venta de la cosa ajena es aquella por la cual una persona o sujeto enajena un
bien que no es de su propiedad. Es requisito indispensable que el bien no le pertenezca.
1) Demandar la anulabilidad del contrato (art. 1483). “La venta de la cosa ajena es
anulable, y puede dar lugar al resarcimiento de daños y prejuicios, si ignoraba el
comprador que la cosa era de otra persona. La anulabilidad establece por este artículo
no podrá alegarse nunca por el vendedor”
2) Esperar la actuación de su vendedor o la acción del vendedor propietario. La acción del
comprador sea de buena fe o mala fe siempre tiene la acción de nulidad relativa o
anulabilidad o nulidad relativa.
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El comprador sea de buena o mala fe siempre tiene la acción de nulidad relativa o
anulabilidad.
El vendedor nunca tiene ninguna acción. Lo único que puede es convalidarlo y esto no es
ninguna acción. Su fundamento está en que el vendedor se considera propietario y por su
seguridad se le aplica que todo sujeto conoce su patrimonio. La ley no le da ninguna acción
al vendedor para evitar una estafa legalizada.
El fundamento real es que funciona como una garantía a favor del comprador sea de buena
o mala fe. (Art. 1508 CC)
El comprador de mala fe tiene como sanción la perdida de la acción por daños y perjuicios.
Si en comprador es de buena fe, y como el fundamento real de su acción es una garantía
para evitar la evicción, se aplica a su favor lo establecido en el artículo 1508 CC
La prescripción de esta acción es de cinco (5) años. La venta de la cosa ajena puede
acarrear para el vendedor el delito tipificado en nuestro código penal como Estafa (art. 464
y 465 ord 3° del Codigo Penal)
Incapacidades específicas
El artículo 1481 del CC establece “Entre marido y mujer no puede haber venta de bienes”.
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1) Evitar que se altere el régimen conyugal. Se podría provocar el abuso de un conyugal
sobre el otro. Forzándole a venderle o comprarle en condiciones desfavorables.
2) Evitar donaciones irrevocables encubiertas, que harían ineficaz la norma contemplada
en el art. 1451 C.C de que las donaciones entre cónyuges son siempre revocables.
3) Evitar fraudes a los derechos de los acreedores: que se podrían simular bajo la forma de
ventas simuladas del cónyuge deudor al otro cónyuge.
4) Evitar donaciones por más de la cuota disponible: que podrían simularse bajo la forma
de ventas, en perjuicio de los herederos eventuales, con lo cual se burlaría lo
establecido en el art. 1467 y siguientes del CC
“No pueden comprar, ni aun en subasta publica, ni directamente no por intermedio de otras
personas:
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Obligaciones del vendedor: La Tradición
El artículo 1487 del CC establece “la tradición se verifica poniendo la cosa vendida en
posesión del comprador”
Dice el articulo 1486 CC “las principales obligaciones del vendedor son la tradición y el
saneamiento de la cosa vendida”.
Concepto de saneamiento
La evicción
Lo primero que aquí debe hacerse es la distinción entre el pago del precio como obligación
principal del comprador, y pagar el precio en dinero, que son conceptos muy distintos,
porque cuando hablamos de pagar el precio en dinero nos estamos refiriendo a la formación
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del contrato, a las características esenciales del contrato. Pero cuando hablamos del pago
del precio nos referimos a las obligaciones del comprador.
A continuación vamos a empezar a analizar una forma de pago especifica del contrato
llamado venta
Articulo 1528 cuando nada se ha establecido respecto de esto el comprador debe pagar en
el lugar y en la época en que debe hacerse la tradición.
De manera que el contrato de venta debe señalar como, donde y cuando se va a hacer el
pago. Si el contrato no lo señala, entonces se toma en cuenta el lugar y el tiempo de la
tradición.
Artículo 1.295.- “El pago debe hacerse en el lugar fijado por el contrato”. Aquí el Código
se refiere a cualquier contrato. Pero cuando esas mismas palabras las trasladas el legislador
al articulo 1527, aquí se esta refiriendo específicamente a la venta. Por ello es que cando
nos referimos al pago del precio como obligación del comprador, debemos decir que la
obligación principal del comprado es pagar el precio según el contrato de venta y no según
el contrato den abstracto, para as no confundir un concepto general con uno especifico.
Artículo 1.529.- A falta de convención especial el comprador debe intereses del precio hasta
el día del pago, aun cuando no haya incurrido en mora, si la cosa vendida y entregada
produce frutos u otra renta.
Artículo 1.530.- Si el comprador fuere perturbado o tuviere fundado temor de serlo por una
acción sea hipotecaria, sea reivindicatoria, puede suspender el pago del precio hasta que el
vendedor haya hecho cesar la perturbación o el peligro, a no ser que el vendedor dé garantía
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suficiente, o que se haya estipulado que, no obstante cualquiera contingencia de esta clase,
el comprador verifique el pago.
Ante todo, debemos decir que esta norma regula la venta a crédito porque si fuese de
contado no podría explicarse lo referente a la suspensión del pago.
En el caso de que la acción sea hipotecaria, quiere decir que le comprador no conozca del
gravamen que pesa sobre el bien, situación difícil pero no imposible, como sería el caso de
un fundo situado en dos jurisdicciones y que se haya registrado la hipoteca en una sola de
ellas, haciéndose la venta en la otra jurisdicción
El retracto convencional
En este pacto nos relaciona con una de las características de la propiedad, la cual decíamos
era “perpetua”, porque no esta sometida a ninguna circunstancia que la haga perecer.
Artículo 1.535.- El derecho de retracto no puede estipularse por un plazo que exceda de
cinco años.
Cuando se haya estipulado por un tiempo más largo, se reducirá a este plazo.
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Las disposiciones de este artículo no impiden que puedan estipularse nuevas prórrogas para
ejercer el derecho de rescate, aunque el plazo fijado y esas prórrogas lleguen a exceder de
cinco años.
Pero en el tercer caso, nos dice el artículo que si no se fija al lapso para ejercer el derecho
de retracto, la acción para intentarlo se prescribe por el termino de cinco años, contados
desde la fecha del contrato. Aquí se observa que el legislador habla de “prescripción” lo
cual es contradictorio, porque cuando un lapso impide el ejercicio de una acción, eso es
“caducidad”. Luego, aquí cabe preguntar ¿Este lapso es de prescripción o de caducidad?
Porque la prescripción puede interrumpirse mientras que la caducidad no.
Lo que sucede es que el legislador, en el último aparte del articulo analizado, permite que
las partes puedan estipular nuevas prorrogas para ejercer el derecho de rescate aunque el
plazo fijado y esas prorrogas lleguen a exceder de cinco años. Entonces, el lapso de
prescripción a que se refiere dicho aparte es verdaderamente tal, y esto obedeció a que el
legislador, viendo que para la época el pacto de retracto alcanzo más auge que la hipoteca,
relajo y desfiguro toda la institución frente a un hecho social que había que resolver. Por
eso, cuando la realidad social se impone, habrá que adaptar la norma jurídica, sea cual sea,
a esa realidad social para evitar abusos, especulaciones y atropellos, porque si no, el
derecho pierde su función social y se vuelve un instrumento formalista.
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LOS CONTRATOS DE PRÉSTAMOS
Contratos de préstamos
Comodato
El comodato es un contrato por el cual una parte entrega a la otra gratuitamente una
especie, mueble o bien raíz, para que haga uso de ella, con cargo de restituir la misma
especie después de terminado el uso.
Elementos
El contrato nace con la entrega de la cosa. En el derecho argentino, con la firma del
contrato (si es que se efectúa por escrito).
En cuanto a su contenido:
El comodatario debe devolver la misma cosa en el mismo estado en que fue recibida.
Comodato y usufructo: en ambos no se puede alterar la sustancia del objeto del contrato.
Pero en el usufructo la persona que recibe la cosa tiene derecho de propiedad sobre los
frutos, en el comodato no.
Capacidad
No se requiere capacidad especial para celebrar este contrato, basta la capacidad general
para contratar. No transmitiéndose por el comodato la propiedad, sino el uso de la cosa,
toda persona que tenga un mínimo de derechos sobre ella pueda cederla en comodato,
siempre que esos derechos no sean personalísimos como los de un usuario o habitacionista
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Objeto
El objeto del comodato ha de ser, una cosa no fungible, pero las cosas consumibles serán
materia apta para este contrato, siempre que se presten para un uso tal que no implique
consumición de las mismas ad pompam vel ostentationem La llamada "fabricación en
serie" ha generado un nuevo tipo de fungibilidad. Así, si el objeto es una cosa fabricada en
serie, es posible la devolución de "otra cosa idéntica", y podría existir una nueva forma de
comodato. Aunque el concepto de comodato deja bien claro que es el préstamo de una cosa,
se cuestiona si es posible prestar los derechos. Hay autores que lo afirman. En algunos
casos es posible, como por ejemplo la entrada a un teatro, el billete de un viaje, etc.
Forma y prueba
En cuanto a la forma de celebración, la única exigencia que se impone, por su carácter real,
es la de la entrega de la cosa al comodatario. En cuanto a la prueba de si la entrega de
posesión fue gratuita, precario en caso de inmueble, u onerosa arrendamiento se estará a las
reglas generales de los contratos, teniendo en cuenta la jurisprudencia de que se presume el
carácter oneroso de la entrega de un inmueble por su larga duración y falta de justificación
por no tratarse de personas con íntimos o familiares relaciones
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Siendo contrato unilateral sus obligaciones tienen carácter eventual o accidental, y nacen de
principios de justicia. Entre las cuales podemos nombrar:
El mutuo
Habrá mutuo o empréstito de consumo, cuando una parte entregue a la otra una cantidad de
cosas que esta última está autorizada a consumir, devolviéndole en el tiempo convenido,
igual cantidad de cosas de la misma especie y calidad.
Caracteres:
Real
Unilateral
No formal
Elementos:
Consentimiento:
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Es real, pero para probar en juicio se debe demostrar por escrito que las partes dieron su
consentimiento, no basta con la sola posesion.
Promesa de mutuo:
Capacidad:
Como nada dice tomamos al 1160, no pueden los incapaces absolutos, ni los relativos si les
esta prohibido, los mandatarios para tomar o dar dinero prestado deben tener poder
especial, los tutores o curadores necesitan autorizacion judicial.
Objeto:
El deposito
Caracteres:
Gratuito
Unilateral
Real
No formal
Especies:
28
Voluntario:
Forzoso:
Regular:
Irregular:
Me veo obligado por causas ajenas, como el desastre por incendio, saqueo, naufragio, etc.
Fungibles o consumibles con autorización para usar o no puesto en cajas cerradas. Títulos
de créditos con autorización de cobro.
Contrato de obras
Artículo 1.630 del Código Civil Venezolano Vigente: El contrato de obras es aquel
mediante el cual una parte se compromete a ejecutar determinado trabajo por sí o bajo su
dirección, mediante un precio que la otra se obliga a satisfacerle.
Por lo tanto el sello característico del contrato de obras, reside en que el objetivo final está
dirigido a una ejecución material del más diverso género o categoría. En este orden de
ideas, ese trabajo o actividad puede estar dirigido a la producción de bienes o cosas, como
sería el caso de la persona que mediante un encargo se obliga a construir una casa o a
ejecutar un mueble determinado; puede consistir también, en la prestación de servicios
29
personales, como seria el caso del médico que atiende al paciente o el abogado que realiza
una consulta.
Pero esta ejecución material, no implica necesariamente el que los bienes producidos o los
servicios prestados tengan un carácter simplemente material, ya que puede radicar también
en una labor de carácter intelectual. Este seria el caso de una persona que encargue a un
economista la elaboración de un estudio de factibilidades sobre un área determinada que se
pretende explotar o puede abrazar incluso la actividad artística, como cuando se
encomienda a un pintor la elaboración de una obra de arte.
Existen pues, multiplicidad de formas o maneras bajo las cuales se puede presentar el
contrato de obras, tan disímiles en su finalidad u objeto como la mente humana pueda crear,
pues todo dependerá de la habilidad que se pueda poner en la ejecución del trabajo.
Por esta circunstancia, un autor tan reputado como Luis Josserand indica que el contrato de
obras se presenta “bajo los más variables aspectos, más variados aún de los que convendría
en buena lógica”.
Artículo 1.631 del Código Civil Venezolano Vigente: Puede contratarse la ejecución de una
obra, conviniéndose en que quien la haya de ejecutar ponga solamente su trabajo o su
industria, o que también provea el material.
Cuando el contratista pone los materiales, caso en el cual el contrato se rige por las
reglas de la compra-venta, porque se trata de la venta de una cosa futura que ha de ser
hecha, construida o elaborada. La propiedad del bien se transmite al comitente cuando
la obra ha sido concluida conforme a las especificaciones del contrato y luego
entregada; y
Cuando solo suministra la mano de obra, poniendo los materiales el dueño. Es
obligación fundamental del contratista ejecutar la obra y entregarla dentro del plazo o
plazos convenidos.
Una comitente o dueño de la obra y otra contratista, operario, obrero y artesano. En realidad
los términos más aceptados son comitente y contratista. A su vez el precio se denomina
compensación, honorario o retribución.
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Efectos del contrato de obra.
Los efectos que emergen del contrato de obra, para las partes que integran dicha relación
negocial son:
Obligaciones del Contratista: Son dos: Ejecutar la obra y entregarla. Al lado de ellas puede
existir otras accesorias o secundarias en el sentido de que tienden a hacer posible la
actuación de las esenciales en mayor o menor grado. Entre estas últimas pueden
mencionarse la obligación de suministrar los materiales de la obra o de ejecutar trabajos
previos, como las llamadas “obras provisionales” en los contratos de construcción.
Naturaleza:
Objeto:
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Las estipulaciones del contrato, encuentra su máxima expresión en los planos y
especificaciones (proyecto) que figuran en ciertos contratos. Pero, aun cuando, en principio,
el contratista debe sujetarse a las estipulaciones contractuales, incurre en responsabilidad si
no impone al comitente de los vicios del proyecto que llegó a conocer o que debió conocer.
Si el comitente insiste, el contratista en principio, se libera de toda responsabilidad frente a
él por la ejecución de la obra conforme al proyecto viciado (aunque puede quedar sujeto a
responsabilidad aquiliana frente a terceros, a responsabilidad administrativa e incluso a
responsabilidad penal, según los casos).
A veces se estipula en el contrato que la obra debe ejecutarse a satisfacción del comitente o
de otra persona. En tal caso, si hubiere desacuerdo, se entenderá que la aprobación quedará
reservada a juicio de peritos.
Artículo 1.645 del Código Civil Venezolano Vigente: Cuando se conviniere en que la obra
haya de hacerse a satisfacción del propietario o de otra persona, se entenderá reservada la
aprobación al juicio de peritos, si hubiere desacuerdo entre los interesados.
Las normas técnicas generalmente aceptadas deben ser observadas en la medida en que el
contrato no disponga expresamente lo contrario. Esas normas no son solo las concernientes
a la seguridad, estabilidad y utilidad de la obra, sino también las relativas a su forma y
aspecto estético, cuando de acuerdo con las circunstancias esos factores sean relevantes.
Las normas técnicas que obligan al contratista, son desde luego las existentes para el
momento de la ejecución de la obra; no se exonera alegando que ha cumplido normas para
entonces superadas ni es responsable si la técnica a la que se conformó fue ulteriormente
superada.
Fuera de los límites fijados por las estipulaciones contractuales y las normas técnicas, el
contratista es, en principio, libre de ejecutar la obra como mejor le parezca. Pero es
frecuente que se pacte una intervención del propio comitente o de persona designada por él,
no solo para controlar y verificar si el contratista ejecuta la obra conforme a las
estipulaciones del contrato y las normas de la técnica, sino para darle instrucciones sobre la
ejecución de la obra en una esfera mas o menos amplia.
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El contratista no está obligado a garantizar al comitente que obtendrá el resultado ulterior
que éste pretende alcanzar con la obra, si dicho resultado ulterior ha permanecido como
intención personal del comitente, sin tomar parte del contrato.
En el caso de bienes muebles, rara vez tiene importancia el lugar de ejecución de la obra, de
modo que, por lo general ni siquiera es mencionado en el contrato y queda a discreción del
contratista. Incluso cuando se menciona dicho lugar puede resultar que en intención las
partes, la mención no tenga efectos vinculantes.
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El cumplimiento de las obligaciones del contratista en la inmensa mayoría de los casos, si
no en todos, no puede efectuarse en el momento en que el contrato de obras se perfecciona,
de modo que es de naturaleza, si no la esencia, de este contrato la existencia de un término
para que el contratista cumpla sus obligaciones. Ahora bien, los términos convenidos en
contratos de obras pueden referirse a la ejecución de la obra, a su verificación o a su
entrega. Si nada se expresa, se considera que el término es para que el contratista ejecute la
obra y haga cuanto le corresponda para que el comitente pueda proceder a su verificación.
Pueden establecerse términos sucesivos para la ejecución de cada una de las partes de la
obra contratada a fin de asegurar el ritmo de los trabajos. Los efectos de los
correspondientes retardos se rigen por el derecho común, salvo pacto en contrario. De
ordinario el propio contrato regula las consecuencias de esos retardos.
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Si el término fijado es imposible hay que distinguir: La imposibilidad relativa (dificultad u
onerosidad) y subjetiva son irrelevantes; pero la imposibilidad absoluta y objetiva trae
siempre la nulidad de la fijación del término y en el caso de que el término sea esencial,
produce además la nulidad del contrato.
El término original puede ser prorrogado, de acuerdo con la doctrina italiana se distingue
entre prorroga y término supletivo con la advertencia de que para la interpretación de los
contratos que se presenten debe tenerse en cuenta que la expresión prorroga se suele
emplear para designar ambas figuras. La prorroga propiamente dicha es una ampliación del
plazo fijado originalmente al contratista, por voluntad del comitente, o de ambas partes. De
ordinario la prorroga es solicitada por el contratista. El comitente puede concederla o no a
su arbitrio. Si la concede puede determinar su duración o no determinarla. La prorroga
solicitada con posterioridad al vencimiento del término, salvo pacto en contrario, no exime
al contratista de las sanciones a que se haya hecho merecedor por su retardo hasta el
momento de la prorroga.
El termino supletivo es una ampliación del término a la cual tiene derecho el contratista.
Existe cuando la necesidad de prolongar el plazo se debe a una causa extraña no imputable
al contratista: caso fortuito o fuerza mayor o hecho del comitente, sea ilícito (por ejemplo
en la demora en el suministro de materiales prometidos) o licito (por ejemplo en la
hipótesis más frecuente si el comitente exige variaciones a la obra, tales como aumentos o
modificaciones que requieran mayores trabajos).
El contrato puede ser de ejecución periódica, que sucede cuando se trata de contratos de
obras que tienen por objeto servicios- no bienes- o el mantenimiento de bienes.
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FIGURAS JURIDICAS QUE PERMITEN EJERCER ACTOS EN
NOMBRE DE OTRAS PERSONAS
El Mandato
"El mandato es un contrato por el cual una persona se obliga gratuitamente, o mediante
salario, a ejecutar uno o más negocios por cuenta de otra, que la ha encargado de ello"
(C.C. art. 1.684). De acuerdo con esta definición, es esencial al mandato: 1°) que sea un
contrato, 2°) que exista encargo de una de las partes a la otra; 3°) que el encargo tenga por
objeto la ejecución de uno o más actos jurídicos (en el sentido que la doctrina francesa da a
esta expresión); 4°) que los actos en cuestión vayan a ser ejercitados por cuenta del
mandante (sin que sea esencial que lo sean en nombre de este); y 5°) que la otra parte se
obligue a ejecutar el encargo. Para evitar confusiones debe aclararse que a veces también se
emplea la palabra "mandato" para aludir el asentimiento del mandante y no al contrato en
su conjunto.
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1. Mandato y venta
2. Mandato y arrendamiento
No obstante la diferencia de los tipos existe un caso de tipificación dudosa cuando alguien
confía a otro un bien pactando la distribución de los frutos del mismo. El interés practico de
la cuestión radica en que si se trata de un mandato, el detentados del bien tiene que
sujetarse en el uso del mismo a las instrucciones del mandante.
5. Mandante y depósito.
Aun cuando ambos tipos contractuales son fáciles de diferenciar, es dudosa la tipificación
del contrato por el cual se entrega a una persona una cosa para que cuide de ella y a la vez
realice determinados actos jurídicos relativos a la cosa por cuenta de quien se la entrego. En
nuestro criterio, la calificación del contrato dependerá de cual es la prestación principal
(mandato con prestación subordinada de deposito o deposito con prestación subordinada de
mandate) y en caso de que ninguna de el las sea principal, se estará frente a un caso de
contratos combinados o gemelos.
7. Mandato y representación
Por otra parte, la representación puede tener una fuente distinta del mandato: la ley,
decisiones judiciales e incluso actos jurídicos que no constituyen mandato.
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Clases de mandato.
El mandato se clasifica desde diversos puntos de vista. Las principales clasificaciones del
mandato en Derecho Civil son:
Los elementos de existencia y validez del mandato son los mismos del Derecho común,
pero hacemos algunas referencias al consentimiento, capacidad y objeto en materia de
mandato.
El alcance de esta norma consiste en aclarar que tanto el asentimiento del mandante
(que es lo que aquí llama la ley "mandate"), como el asentimiento del mandatario,
pueden ser expresos o tácitos.
Debe destacarse, por lo demás, que la clasificación del mandate expreso o tácito se
hace exclusivamente en relación con la forma de asentimiento del mandante, no del
mandatario. Entre los casos de mandato tácito pueden citarse el mandato domestico
conferido por el mando a la mujero a otras personas que conviven con el mandante
(p. Ej.: a padres, hijos, etc.); el mandate del dueño a sus sirvientes domésticos para
realizar pequeñas compras (que, en principio, no faculta para comprar a crédito,
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salvo cuando los hábitos del dueño, conocidos por el proveedor, demuestren lo
contrario); Y el mandato del principal a sus dependientes.
El mandate para realizar un acto solemne debe cumplir las mismas formalidades que
el acto en cuestión, siempre que las solemnidades de este hayan sido establecidas en
protección de las partes, o por lo menos de la parte que confiere él mandate. Una
aplicación expresa del principio se encuentra en materia de donaciones cuando se
dispone que el mandate para donar debe otorgarse en forma autentica si se trata de
cosas o derechos cuya donación debe hacerse en dicha forma (C.C. art. 1.438, ap.
único).
El mandate para celebrar en nombre de otro un acto para el cual la ley exija
instrumento otorgado ante un Registrador Subalterno debe ser otorgado en la misma
forma; Pero si el poder se refiere a actos para los cuales es necesaria y suficiente la
escritura privada, puede ser otorgada en esa misma forma, aunque el acto se otorgue
ante un Registrador (C.C. art. 1.169, ap. único). El alcance de tales preceptos es
dudoso:
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"ad solemnitatem", o que se refiere a actos en que dichos instrumentos se exijan "ad
solemnitatem", "ad probationem", o para ser oponible a terceros. Si se adopta la
primer interpretación, el alcance de la norma se reduce prácticamente a exigir para
el mandato la misma solemnidad que se requiere para el acto en orden al cual se
confiere.
En el segundo caso, habría que concluir que la ley también exige para el mandato la
forma que exige "ad probationem" o so pena de inoponibilidad para el acto en orden
al cual se confiere.
Capacidad. Por parte del mandante, el mandate requiere la misma capacidad que se
requiere para realizar el acto objeto del mandate. Debe advertirse que la capacidad del
mandante come elemento de validez del mandate solo se requiere en el momento de la
celebración de este; la incapacidad posterior del mandante no invalida nunca el
mandato, aunque frecuentemente lo extinga.
El hecho de que el mandatario tenga interés personal en el acto objeto del mandate no
afecta la validez de este por ningún titulo, salvo la limitación del articulo 1.171 del
Código Civil que, por lo demás, deja a salvo tanto excepciones legales como
excepciones convencionales (que pueden ser tacitas. Nada obsta tampoco para que
exista mandato entre marido y mujer. La doctrina unánime se refiere con frecuencia al
40
mandato domestico y mercantil conferido por el marido e incluso la disposición del
articulo 155 del Código Civil posiblemente se basa en la idea de un mandato tácito.
Objeto. Aunque el mandato puede hacer nacer obligaciones para ambas partes, cada una
de las cuales tiene su objeto propio, el objeto del mandato por antonomasia es el acto
jurídico (o los actos jurídicos), que el mandante encarga al mandatario y que este se
obliga a ejecutar por cuenta de aquel. Analicemos el objeto así entendido.
Se puede conferir mandato para realizar toda clase de actos jurídicos, salvo para
aquellos respecto de los cuales no cabe representación. Este principio, a veces se
formula diciendo que se puede conferir mandato para todos los actos excepto para los
actos personales.
Pero esta ultima expresión es multivoca, ya que por actos personales pueden entenderse
los que no pueden realizar los herederos, legatarios o causahabientes; los que no pueden
realizar los acreedores; los que no pueden realizar los representantes legales; o los que
no puede realizar representante alguno, siendo de advertir que no siempre el acto que se
encuentra dentro de una de esas categorías se encuentra también dentro de las demás (p.
ej.: el matrimonio es un acto personal en los tres primeros sentidos, pero no en el
cuarto).
Se suelen citar como los principales actos que no admiten representación: el testamento
(con la advertencia de que la aparente excepción del articulo 966 no se relaciona con la
materia); la firma con el nombre de otro (que en realidad no es un acto jurídico); el
juramento decisorio o deferido (C.C. art. 1.406); y los hechos ilícitos. A este ultimo
propósito la doctrina tradicional sostiene que el mandate para realizar un hecho ilícito
es nulo, pero que si el mandatario desconoce la ilicitud del hecho, ello no lo priva del
derecho a obtener la remuneración prometida.
Por la extensión de su objeto, el mandate puede ser general o especial. Esta primera
clasificación atiende al ámbito o extensión de los intereses del mandante respecto de los
cuales el mandato surte efectos y no debe confundirse con la distinción entre mandato
concebido en términos generales y mandato expreso. Mandate general es el conferido
para todos los negocios o intereses del mandante y mandate especial es el conferido
para un negocio o para ciertos negocios solamente (C.C. art. 1.687). Aun cuando el
mandate especial solo surte efectos para el negocio o para los negocios en orden a los
cuales fue conferido, debe entenderse que comprende todos los actos que son condición
o consecuencia necesarias de aquel o de aquellos. Así, por ejemplo, el mandato para
cobrar un crédito determinado y recibir su pago, faculta al mandatario para otorgar el
recibo y liberar la garantía correspondiente.
41
Por otra parte, [las facultades del mandatario respecto del asunto o asuntos que se le
encarga ejecutar pueden ser muy diversas. Para determinar el alcance de las mismas
debe tenerse en cuenta que el mandate concebido en términos generales solo faculta
para realizar actos de simple administración (C.C. art. 1.688, encab.), Norma que tiene
su fundamento en la interpretación de la voluntad presunta de las partes. Por ello en esta
materia, la calificación de los actos de administración no debe hacerse conforme al
criterio de la naturaleza objetiva del acto. En efecto, lo esencial para determinar la
voluntad presunta de las partes suele ser la finalidad, objeto e importancia del acto en
relación con los intereses del mandarte. Así se explica que puede darse el caso de que
actos que constituirían extralimitación de poderes si los realizara un mandatario civil,
estén comprendidos dentro de los limites del mandato de un mandatario mercantil, aun
cuando el texto de ambos mandates sea idéntico.
Por lo demás, tanto al determinar la extensión del objeto del mandato, como al
determinar el alcance de las facultades del mandatario precede, en principio, una
interpretación restrictiva del mandate de la cual se encuentra un ejemplo en la propia
ley cuando expresa que el poder para transigir no envuelve el poder para comprometer
(C.C. ar1.689). De esta regia de interpretación se han deducido, entre otras, las
siguientes consecuencias:
El mandato para celebrar un acto determinado, salvo pacto en contrario, solo faculta
para sujetar al mandante a las obligaciones que el derecho común deriva de tal acto
sin agravarlas (p. ej.: el mandato para vender, por si solo, no autoriza para agravar la
responsabilidad por saneamiento que la Ley impone al vendedor).
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Si el mandate es judicial; Es necesario tener en cuenta la reglamentación especial de la
sustitución de esa clase de mandato (C.P.C., arts. 49 a 56). Por otra parte debe aclararse que
no exista sustitución y que por ende no se aplican las reglas anteriores en el caso de que una
persona ejerza el mandate que se le haya conferido para designar a un mandatario.
d) Cuando el mandate ha sido conferido a dos o mas personas, a falta de pacto expreso, no
existe entre ellas solidaridad salvo que el mandate sea mercantil. La jurisprudencia
francesa pronuncia la solidaridad cuando ha mediado dolo, aplicando por analogía
(harto discutible) con la norma que establece la solidaridad entre coautores de
delitopenal.
Esta obligación de no hacer comprendida también dentro de la primera, resulta del articulo
1.171 del Código Civil, según el cual ninguna persona puede, salvo disposición contraria de
la Ley, contratar consigo mismo en nombre de su representado, ni por cuenta propia ni por
cuenta de otro, sin la autorización del representado.
En principio, todo mandatario esta obligado a dar cuenta al mandante de sus operaciones
(C.C. art. 1.694). El Código Civil no regula la forma de la rendición de cuentas; pero el
Código de Procedimiento Civil dispone para el caso de rendición judicial de cuentas, que
estas deben presentarse en términos claros y precisos, ano por ano, con cargos y abonos en
orden cronológico de modo que puedan ser examinadas fácilmente, y con todos los libros,
instrumentos, comprobantes y papeles que pertenezcan a la cuenta (C.P.C. art. 676). Debe
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advertirse que el mandatario puede ser dispensado de la obligación de rendir cuentas,
incluso anticipadamente y que dicha dispensa puede ser expresa o tacita. Así, por ejemplo,
se ha juzgado que las cuentas correspondientes al mandato domestico de la mujer casada se
presumen gradualmente rendidas o dispensadas.
El mandatario esta obligado a abonar al mandante cuanto haya recibido en virtud del
mandate, aun cuando lo recibido no se debiera al mandante (C.C. art. 1.694). Así pues, no
se deja al mandatario la facultad de apreciar los derechos que tenia el mandante a recibir el
pago. Sin embargo, el mandatario puede restituir al tercero lo que haya recibido en exceso
por error material o error de cálculo.
6. Obligación de restituir al mandante las cosas que son objeto del mandate
Esta obligación de restituir al mandante las cosas que son objeto del mandate se extiende
también a los respectivos bienes subrogados; pero tiene su limite en el derecho de retención
que la Ley acuerda al mandatario en los términos que examinaremos "infra".
Las principales obligaciones que puede tener el mandante frente al mandatario son:
reembolsarle los avances y gastos hechos para la ejecución del mandate, pagarle el salario
45
si se lo ha prometido, indemnizarle ciertas perdidas y cumplir las obligaciones contraídas
por el mandatario dentro de los limites del mandate o ratificadas por el mandante.
El mandante está obligado a rembolsar al mandatario los avances y gastos que este haya
hecho para la ejecución del mandante (p. ej.: gastos de transporte, de registro, de
propaganda, etc. (C.C. art. 1.699, encab.). La obligación se extiende a la totalidad de los
avances y gastos de referencias, ya que si no media culpa del mandatario, el mandante no
puede excusarse de hacer el- reembolso por la circunstancia de que "el negocio no haya
salido bien", ni puede hacer reducir el monto del reembolso bajo pretexto que los avances y
gastos hubieran podido ser menores (C.C. art. 1.699, ap. único). Por lo demás, sin
necesidad de pacto expreso en tal sentido, el mandante debe al mandatario los intereses de
las cantidades que este ha avanzado, a contar del día en que se hayan hecho los avances.
Desde luego el mandatario puede renunciar a tales intereses, incluso tácitamente (p. ej.: si
no los carga en su rendición de cuentas).
Corresponde al mandatario probar el monto de los avances y gastos, así como la fecha en
que realice los avances.
El mandante debe indemnizar al mandatario de las perdidas que este haya sufrido en la
ejecución del mandante, si no se le puede imputar culpa alguna (C.C. art. 1.700). La
explicación es que si bien el mandante es por su naturaleza gratuito no debe ser fuente de
empobrecimiento para el mandatario a quien no pueda imputarse culpa en su ejecución.
4. Obligación de cumplir todas las obligaciones contraídas por el mandatario dentro de los
limites del mandante o ratificadas por el mandante (C.C. art. 1.698).
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En principio el mandante solo queda obligado a cumplir las obligaciones contraídas por el
mandatario dentro de los limites de su mandate; pero dicha obligación se extiende también
a las obligaciones derivadas de actos cumplidos por el mandatario fuera de los limites de su
mandate si el mandante los ratifica. Cuando se trata de mandate sin representación la
obligación de referencias es del mandante frente al mandatario (no frente al tercero) y por
ende constituye un efecto interno del mandato; pero cuando se trata de mandate con
representación, la obligación del mandante es frente al tercero (no frente al mandatario) y
por ende constituye un efecto externo del contrato.
La Ley acuerda al mandatario una protección especial de sus créditos frente al mandante.
2. Derecho de retención
El mandato, además de producir efectos entre las partes, puede producir efectos frente a
terceros, en especial entre el mandante y el tercero que ha contratado con el. Dichos efectos
van según que el mandatario haya actuado en nombre del mandante (mandate con
representación) o solo por cuenta de este (mandato sin representación).
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Efectos frente a terceros del mandato con representación.
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En consecuencia:
a) El mandante no queda obligado frente al tercero sino en el caso de que este no haya
tenido conocimiento de la extinción del mandate o de que el mandante ratifique el
acto por el mandatario. Las excepciones de los artículos 1.710, 1.711 y 1.712 del
Código Civil no son sino aparentes porque, en realidad, en los supuestos allí
establecidos el mandato no se ha extinguido aun.
b) Tampoco el mandatario queda obligado frente al tercero, a menos que se haya
obligado personalmente; pero puede ver comprometida su responsabilidad
extracontractual frente al tercero si ha mediado su dolo o culpa.
4. Las reglas arriba indicadas bajo 1°, 2° y 3° se aplican en los casos de los llamados
mandantes aparentes con la única advertencia de que en tal hipótesis el fundamento de
las obligaciones del mandante es el hecho ilícito.
5. Por ultimo, debemos considerar algunas cuestiones especiales que pueden surgir en
materia de relaciones externas del mandato:
1. Efecto de las obligaciones personales del mandatario frente al mandante sobre las
relaciones externas del mandate. En principio, la obligación que personalmente
asuma el mandatario frente al mandante (p. ej.: de dar un determinado destine a los
fondos provenientes de un acto objeto del mandato), y el cumplimiento de esa
obligación, no afectan para nada las relaciones externas del mandate. Sin embargo,
estipulaciones de tal índole pueden revestir el carácter de limitaciones de las
facultades del mandatario y entonces se aplican las reglas acerca de actos cumplidos
dentro o fuera de los limites del mandato, según el caso.
2. Efecto de los hechos ilícitos del mandatario en las relaciones externas
En principio, el mandante no responde frente a terceros del hecho ilícito del mandatario,
que debe considerarse como extralimitación del mandato que no compromete la
responsabilidad del mandante. Sin embargo, se suelen señalar tres excepciones: a) cuando
el mandatario es dependiente o sirviente del mandante; b) cuando el hecho ilícito tenga
como causa o concausa un hecho personal del mandante (p. ej.: sus instrucciones); y c) la
simulación o fraude pauliano del mandatario se equipara a la simulación o fraude del
mandante. Pero las tres excepciones son solo aparentes. En el primer caso la
responsabilidad del mandante no deriva de su condición de mandante sino de su condición
de dueño o principal; en el segundo, el mandante no responde tampoco a titulo de mandante
sino de coautor del hecho ilícito y en el tercero no se trata de hechos ilícitos.
Si la voluntad del mandatario esta viciada, el acto celebrado por este en nombre de su
mandante es anulable en beneficio del mandante (C.C. art. 1.172, ap. 2). Si en cambioesta
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viciada la voluntad del mandante, el acto es anulable siempre que el mandatario no haya
hecho sino expresar la voluntad del mandante (C.C. art. 1.172, ap. 3).
A veces el mandatario que actúa por cuenta ajena no s61o calla el nombre de su mandante,
sino que además calla el hecho de actuar por cuenta ajena. En tal caso, hay simulación, lo
que no afecta la validez del acto, salvo cuando el mandatario silencia su calidad de tal para
evitar la nulidad u otra sanción que existiría en caso de que actuara como mandatario (p. ej.:
para evitar la anulabilidad derivada de una incapacidad para comprar), pues entonces dicha
nulidad u otra sanción es igualmente aplicable.
1. Generalidades
Además de las causas de extinción comunes a todos los contratos, existen causas especiales
de extinción del mandate (C.C. art. 1.704). En cuanto a las causas comunes solo vale la
pena advertir que cuando el mandato tiene fijado un termino no debe interpretarse
necesariamente que se trata de un termino extintivo del contrato, ya que frecuentemente
solo señala el tiempo dentro del cual debe ejecutarse el mandato, so pena de incurrir en
retardo. Esto supuesto, pasamos a considerar las causas especiales de extinción del
mandato.
50
nuevo nombramiento (C.C. art. 1.708), salvo que el mandante haya expresado una voluntad
contraria. Igualmente puede representar una revocación tacita, la ejecución por parte del
propio mandante de los actos que había encargado al mandatario. Pero sea expresa o tacita,
la revocación es una declaración recepticia que por lo tanto debe ser dirigida al mandatario
y solo produce la extinción del mandato a partir del momento en que el mandatario la llega
a conocer.
51
b) Efectos de la renuncia. La renuncia extingue el mandate desde que sea notificada al
mandante; Pero si esta lo perjudica, el mandatario: debe indemnizarlo, a menos que no
pueda continuar en ejercicio de mandato sin sufrir un perjuicio grave (C.C. art. 1.709).
c) Irrenunciabilidad del mandato. Las partes pueden convenir el que el mandate sea
irrenunciable; en tal caso, aunque la renuncia siempre lo extingue, crea la obligación
para el mandatario de indemnizar al mandante incluso fuera de los casos previstos en el
articulo 1.709 de Código Civil.
Dado el carácter "intuitus personae" del contrato, este se extingue en principio, con la
muerte de cualquiera de las partes (C.C. art. 1.704, ord.3°); pero:
También en razón del carácter "intuitus personae" del mandate comprende que lo extinga la
interdicción de una de las partes. Sin embargo, debe observarse que:
52
d) Salvo pacto en contrario, la interdicción de uno de los mandantes o de los
mandatarios, deja subsistente el mandate para los demás.
Por las mismas razones, el mandate se extingue por inhabilitaci6n de una de las partes, si
tiene por objeto un acto que no podría este ejecutar por si sin asistencia del curador. Sin
embargo, debe observarse que:
La quiebra o cesión de bienes de cualquiera de las partes deja a la otra sin la garantía de
poder hacer efectivos los derechos que a su favor puedan surgir del mandate o de su
ejecución. En consecuencia, es lógico que el legislador haya dispuesto la extinción del
mandato por tal circunstancia. Sin embargo, debe observarse que:
a) La norma es supletoria.
b) La quiebra o cesión de bienes tampoco extingue el mandato conferido al mandatario en
cumplimiento de una obligación del mandante (C.C. art. 1.705).
c) El acto realizado por el mandatario ignorando la quiebra o cesión de bienes es valido,
con tal que haya contratado con un tercero de buena fe (C.C. art. 1.710).
d) En caso de pluralidad de mandantes o de mandatarios, la quiebra o cesión de bienes de
uno de ellos no implica la extinción del mandato respecto de los demás.
La Transacción
Es un modo de extinción de las obligaciones por vía de excepción. Es un acto jurídico que
permite extinguir obligaciones dudosas o litigiosas, por medio de concesiones recíprocas de
las partes, o sea por un arreglo o acuerdo entre ellas. Cuando hablamos de obligaciones
litigiosas, son las que ya han sido objeto de demanda judicial, y dudosas, son las que son
discutibles, o sea su objeto no es determinado o susceptible de determinación
53
incuestionable, y que puede llevar a iniciar una demanda judicial. Si ya hay una causa
judicial abierta, la transacción solo puede tener lugar presentándola en el expediente, para
su homologación judicial. Si no hay juicio iniciado, se denomina transacción extrajudicial.
Las concesiones deben ser recíprocas, pues de lo contrario, si el acreedor por ejemplo,
renunciara a su pretensión se estaría haciendo renuncia del derecho, que es otro medio de
extinción de las obligaciones, y si solo el deudor renunciara a su pedido, y se allanara a la
demanda del actor, habría reconocimiento de deuda.
En estos casos, para disolver la obligación, las partes pueden acordar, o sea realizar un
contrato, y renunciar cada una a una parte de sus pretensiones. Por ejemplo una persona
reclama a otra una deuda por capital e intereses por bolívares diez mil. El demandado
sostiene que la deuda asciende a bolívares siete mil, pues él realizó un pago por bolívares
tres mil, cuyo comprobante de pago es de dudosa aceptación en juicio, por adolecer de
alguna falta de forma. El acreedor no tiene la certeza de que ese comprobante de pago será
rechazado, y el deudor tampoco de que será aceptado. Para evitar dilatar la cuestión y no
estar seguros de que sus pretensiones serán acogidas, las partes pueden acordar en cancelar
la deuda en por ejemplo bolívares ocho mil quinientos.
En el Derecho Romano se concedieron medidas para que ninguna de las partes pudiera
desconocer la transacción realizada, y reclamar la deuda de nuevo. Ese medio fue la
exceptio doli o excepción de dolo. Justiniano lo consideró como un contrato innominado.
Las transacciones son contratos mediante los cuales las partes acuerdan jurídicamente una
solución negociada, para resolver una diferencia que mantenían entre ellas. Aunque tienen
una connotación litigiosa, no necesariamente se producen en juicio, puesto que pueden
poner fin a diferencias que todavía no hayan sido planteadas en una demanda judicial.
Las transacciones son contratos mediante los cuales las partes contratantes acuerdan
jurídicamente una solución negociada, para resolver una diferencia que mantenían entre
ellas. Aunque las transacciones (en inglés settlements) tienen una connotación litigiosa, no
necesariamente se producen en juicio, pues pueden poner fin a diferencias entre las partes
que todavía no hayan sido planteadas en una demanda judicial.
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No debe confundirse el significado de la palabra transacción con otro distinto, que
identifica operaciones o negocios, tales como las transacciones comerciales.El elemento
esencial de las transacciones judiciales que las partes se otorguen concesiones recíprocas, es
decir, que cada una ceda un poco ¿conceda¿ en relación con su posición original, con la
finalidad de resolver un problema. Este elemento tiene dos aspectos resaltantes:
1. Las concesiones recíprocas no tienen por qué ser proporcionales, pues la ley no exige
que así sea. Aunque una parte esté cediendo casi todo, la otra parte podría estar
cediendo casi nada.
2. Las partes pueden reservarse sus respectivas posiciones, en el sentido de que cada una
puede ceder ¿algo distinto¿ sin reconocer para nada la posición de su contraria ni
desmejorar la suya propia, con lo cual mantiene intacta su visión original del problema
aún cuando esté transando.
En la transacción pueden acordarse sobre cualesquiera derechos que las partes deseen
incluir, siempre que puedan disponer de ellos. Incluso se puede celebrar una transacción
para resolver diferencias surgidas de la interpretación o ejecución de otra transacción
anterior. En cambio, no se pueden celebrar transacciones sobre derechos de las partes que
éstas no puedan disponer, tales como algunos derechos derivados del estado civil (por
ejemplo, el matrimonio) o penales. Sin embargo, sí se pueden celebrar transacciones sobre
los efectos patrimoniales de tales derechos, como por ejemplo la partición y distribución de
bienes matrimoniales con ocasión de un divorcio, o la responsabilidad civil (pecuniaria)
derivada de un delito penal.
En general, los contratos de transacción son un medio eficaz para evitar litigios costosos e
innecesarios, cuando existe la posibilidad de resolver concertadamente los puntos
controvertidos. Sin embargo, las transacciones pueden luego ser atacadas por una variedad
de causas aplicables a todo tipo de contratos, como son la falta de capacidad o
representación de alguna de las partes, vicios en el consentimiento y los errores de las
partes en su apreciación sobre los hechos al momento de celebrar la transacción; o por otras
causas propias del contrato de transacción, como cuando éste se basó en un título nulo o
inexistente, se refiere a una materia sobre la cual las partes no podían transigir, o si con ella
se pretende poner fin a un juicio ya decidido mediante una sentencia definitivamente firme
y, de la cual, una de las partes no tenía conocimiento. En todos estos casos, la validez y
eficacia de la transacción tendría que ser examinada mediante un nuevo juicio instaurado a
tal fin, dando así origen a nuevos litigios. Por ello son tan importantes la buena fe y la
voluntad conciliadora de las partes al momento de celebrar una transacción, para que ésta
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sea efectivamente una solución que, en lo sucesivo, no suscite nuevas controversias que
comprometan su eficacia.
Si una transacción es celebrada sin que exista un juicio pendiente (extrajudicial) y luego no
es cumplida voluntariamente por una de las partes, la otra parte puede demandar
judicialmente su cumplimiento o su resolución, como en el caso de cualquier otro contrato
bilateral, pero no puede pedir su ejecución forzosa en forma inmediata, sino únicamente
después de que obtenga una sentencia definitivamente firme en su favor que ordene el
cumplimiento de la transacción.
En cambio, las transacciones celebradas en el curso de un juicio no sólo ponen fin a éste (o
a una parte del mismo), sino que además adquieren una fuerza especial de ¿cosa
juzgada¿ una vez que son homologadas por el tribunal. Es decir, que en estos casos, la ley
les reconoce al texto de las transacciones el valor de una sentencia judicial firme, cuya
ejecución forzosa puede obtenerse en cualquier momento dentro de los términos pactados
en la propia transacción. Esto último, en muchos casos representa una ventaja, sobre todo
para la parte que resulta acreedora de una obligación según la transacción. En efecto, en
este caso será la parte deudora contra la cual se pretende ejecutar forzosamente la
transacción, la que deberá oponer defensas contra tal ejecución para impedirla (si es que
hay fundamentos jurídicos para ello), o impugnar la transacción mediante una demanda de
nulidad, si considera que adolece de vicios que comprometen su validez o eficacia.
Para poder representar a una parte en una transacción se requiere tener facultad para
disponer de los bienes o derechos sobre los cuales verse la transacción. En el caso de las
transacciones judiciales, el poder del abogado que represente a una parte tiene que contener,
expresamente indicada, la facultad para transigir. Las partes que no estén representadas por
un abogado apoderado (por ejemplo, los representantes legales de compañías anónimas),
tienen que estar asistidas por un abogado en ejercicio, es decir, tienen que actuar y firmar
conjuntamente con éste, para que dicha transacción pueda ser homologada por el tribunal,
incluso si la transacción no se firma directamente por ante el tribunal sino ante una notaría
o un registro, para ser luego presentada en el juicio.
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relación obligatoria. Cuando ese interés (medios de tutela defensiva) se ha visto
insatisfecha total o parcialmente, o cuando existe el peligro de que la infracción pueda
producirse (medios de tutela preventiva).
Los acreedores, después de haber perseguido los bienes de que esté en posesión el deudor
para realizar cuanto se les debe, pueden ejercitar todos los derechos y acciones de esté con
el mismo fin, exceptuando los que sean inherentes a su persona ;pueden también impugnar
los actos que el deudor haya realizado en fraude de su derecho.
El Privilegio
El privilegio es una cualidad que acompaña a un crédito para ser pagado con preferencia a
otros, es en este sentido, un medio de garantía para el cobro de ese crédito.
Características fundamentales
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Es el beneficio o ventaja de que gozan algunos créditos para ser cobrados antes que otros
con el producto de la venta de alguno o de todos los bienes del deudor.
Prelación
Es el orden en el que han de hacer efectivos sus créditos los acreedores de cada uno de los
grupos de crédito preferentes
Prioridad
Prioridad es sin sentido mixto, es el orden anterior o posterior de los asientos en el historial
o folio de la finca en el registro de la propiedad. Cuando se habla de crédito prioritario no
tiene por qué ser preferente.
Afección real
Consiste en la extensión de la preferencia del crédito más allá de la relación entre las partes
y que afecta también a los terceros adquirentes de los bienes.
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ejercitarse cuando en el patrimonio del deudor hay bienes suficientes para satisfacer la
obligación.
3. Han de tratarse de derechos que no sean inherentes al deudor, es decir, que no se trate
de derechos personalísimos.
Efectos
1. Acreedor puede ejercitar totalmente la acción del deudor, sin perjuicio de devolver al
deudor lo sobrante un vez satisfecho su crédito.
2. El ejercicio de esta acción por un acreedor aprovecha a los demás acreedores. Sin
embargo, el acreedor actuante puede ejercitarla a su favor exclusivo mediante un
embargo de los bienes.
3. El deudor demandado puede cursar en su defensa las excepciones que ejercitaría si le
demandase su verdadero acreedor.
La acción directa.
Para estos casos, se admite la acción directa, que concede al acreedor la posibilidad de
dirigirse en su propio nombre, deudor y hacerse directamente pago de su crédito con que
era debido a este.(El acreedor puede dirigirse a los deudores de su acreedor sin pasar por el
deudor).
Aquella que corresponde a los acreedores para pedir la rescisión de los actos dolosos y
dañosos realizados por el deudor. El fundamento de esta acción es el de evitar que no sea
disminuida la garantía que tiene el acreedor sobre los bienes del deudor. Los antecedentes
de la acción revocatoria o pauliana están en una refundición de una serie de normas del
Derecho Romano, y concretamente en la compilación de Justiniano, estaban encaminadas a
contrarrestar los actos de los deudores realizados en fraude de acreedores.
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En cuanto a su naturaleza jurídica, como se trata de una refundición de acciones no resulta
clara, se suele confundir la acción revocatoria con la llamada acción de simulación, y sus
diferencias son :
Dentro de la naturaleza jurídica se diferencia si tiene carácter personal o carácter real. Tiene
carácter personal, porque aunque persigue bienes que están en poder del adquirente esta
persecución se detiene ante los adquirentes a titulo oneroso y de buena fe.
También hay que diferenciar esta acción de la acción subrogatoria. Las dos acciones tienen
como finalidad reforzar la responsabilidad patrimonial del deudor, sin embargo, la
subrogatoria se ejercita por dejadez del deudor mientras que la pauliana se ejercita contra la
actuación del deudor.
Otra diferencia es que la acción subrogatoria integra en el patrimonio del deudor bienes que
no estaban en él, la pauliana entrega bienes que salieron del patrimonio del deudor. El
acreedor en la acción subrogatoria ejercita un derecho ajeno y en la pauliana ejercita un
derecho propio. La acción subrogatoria aprovecha a todos los acreedores y en la pauliana
solo al que la ejercita.
Quienes pueden ejercitar la acción pauliana ? Pueden ejercitarla los acreedores que tengan
créditos anteriores a la fecha de la enajenación y que se vean perjudicados por estas.
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A estos requisitos hay que añadir otros por la Jurisprudencia y es el de la ausencia de otro
medio para exigir el crédito.
Por tanto hay que decir también que es necesario que no haya bienes libres dentro del
patrimonio del deudor y que el acreedor no tenga otro medio para satisfacer su crédito.
Que esa enajenación sea fraudulenta : esa enajenación se realice con la intención de
perjudicarlos o al menos con conciencia del daño que se causa. La Jurisprudencia dice
que es suficiente con que se sepa que con la enajenación el acreedor no puede hacer
efectivo su crédito.
La Fianza
El acreedor puede precaverse contra esta eventualidad, mediante las siguientes garantías
1. Reales: que consisten en gravar un bien del deudor con un derecho real de hipoteca,
prenda, anticresis, etc.
2. Personales: consisten en extender la responsabilidad derivada del contrato a otras
personas, de tal manera que para que el acreedor quede en la imposibilidad de cobrar su
crédito, será menester que tanto el deudor originario, como el garante, caigan en
insolvencia. Esto aumenta notoriamente las probabilidades de que el crédito será
satisfecho, sobre todo porque el acreedor se encargará de exigir un garante de conocida
fortuna. La forma típica de garantía personal es la fianza.
En nuestras costumbres es uno de los deberes típicos de amistad y sólo por señalada
excepción se cobra algo por prestarla, sea del acreedor o del deudor.
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2. Es un contrato accesorio, pues supone la existencia de una obligación principal, a la
cual está subordinada la del fiador.
3. Genera una obligación subsidiaria, de que sólo puede hacerse efectiva cuando se ha
hecho infructuosamente excusión de los bienes del deudor principal, salvo que el fiador
haya renunciado a este beneficio. No debe confundirse este carácter con el anterior,
pues la accesoriedad existe siempre, aun cuando el fiador se haya obligado
solidariamente con el deudor principal, en cuyo caso no tiene el beneficio de excusión,
por lo que su obligación deja de ser subsidiaria.
4. Es consensual, pues no está sujeto a formas
Objeto
a) Obligaciones futuras: la fianza puede ser otorgada en garantía de una obligación futura,
y en tal caso el fiador se compromete a una cierta cantidad de dinero, o ilimitada, por el
total de la obligación.
b) Obligaciones nacidas de un hecho ilícito: pueden afianzarse inclusive las obligaciones
cuya causa sea un hecho ilícito. Así como consecuencia de un delito o cuasidelito, el
culpable es condenado a pagar una suma de dinero a la víctima, esta obligación puede
ser afianzada. Distinta es la hipótesis de que se pretenda afianzar hechos ilícitos futuros.
Así el contrato de fianza sería nulo.
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Ejemplo: si la obligación principal consiste en dar sumas de dinero, no habría fianza si el
que garante de la operación se compromete a entregar una cosa cierta en caso de
incumplimiento del deudor.
Clases de fianzas
Régimen legal: la fianza es, por lo común, el resultado de la libre contratación de las partes,
pero a veces ella es impuesta por la ley. La primera se llama fianza convencional; la
segunda legal o judicial y la aceptación del fiador no corresponde al acreedor sino al juez.
Fianza Convecional
Fianza simple y solidaria: el fiador goza de los beneficios de excusión, y si existiese varios
fiadores, de división de la deuda entre ellos; el acreedor puede dirigirse directamente contra
el fiador sin necesidad de ejecutar los bienes del deudor principal y puede demandar por el
total a cualquiera de los fiadores. Pero la solidaridad no quita a la fianza el carácter de
obligación accesoria y no hace al fiador deudor directo de la obligación principal.
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No producirá efecto la designación que haga de bienes del deudor que sean litigiosos o
que se hallen fuera del territorio de la República o de que no esté en posesión el deudor,
aunque se hallen hipotecados.
Tampoco surtirá efectos ulteriores la acusación de bienes que en el segundo acto de remate
no se hubieren rematado por falta de postor o de postor aceptable.
Artículo 1.817.- Cuando el fiador haya hecho la indicación de los bienes, de conformidad
con el artículo precedente, y haya provisto a los gastos necesarios para la excusión, el
acreedor será responsable para con el fiador hasta concurrencia de los bienes indicados,
de la insolvencia del deudor principal sobrevenida por el retardo en la ejecución.
Artículo 1.818.- Siendo varios los fiadores de un mismo deudor y por una misma deuda,
cada uno de ellos responderá de toda la deuda.
Artículo 1.819.- Sin embargo, podrá cada una de dichas partes exigir que el acreedor
divida preventivamente su acción, reduciéndola a la parte que a cada cual corresponda
cuando no haya renunciado al beneficio de división.
Si alguno de los fiadores no fuere solvente al tiempo en que uno de ellos haya obtenido la
división estará obligado este último proporcionalmente a la insolvencia; pero no podrá
demandarse de nuevo por razón de otra insolvencia sobrevenida después de la división
Artículo 1.820.- El fiador del fiador no estará obligado para con el acreedor, sino en el
caso en que el deudor principal y todos los fiadores sean insolventes o hayan quedado
libertados por virtud de excepciones personales al deudor y a los fiadores.
La prenda
El contrato de prenda es un contrato por el que se entrega una cosa mueble a un acreedor
para seguridad de su crédito, otorgándole la facultad de perseguir la cosa empeñada,
retenerla en ciertos casos, y pagarse preferentemente con el producto de su realización, si el
deudor no cumple la obligación garantizada.
Por lo tanto, la cosa entregada no pasa a ser propiedad del acreedor, sino que su derecho es
mucho más limitado.
Con el contrato se constituye un derecho real de crédito sobre la cosa mueble entregada, por
el cual el beneficiario puede vender la cosa para satisfacer su crédito sin importar el
propietario de la misma (dado que el propietario, desde la constitución de la prenda hasta su
ejecución puede haberla vendido).
Como medida de protección a terceros, la prenda establece que el bien pasa a la posesión
del acreedor. De esta forma, el deudor no puede venderlo a un tercero que desconociese la
situación. Para los casos de prenda sin desplazamiento son necesarios otros requisitos como
la inscripción registral.
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Naturaleza jurídica
La pignoración en sí misma, como forma de cumplimiento del objeto del contrato, sí que
puede conllevar obligaciones formales (inscripción, etc.), que suplirían a la entrega
(traditio) de la prenda con desplazamient
Habitualmente el contrato obliga a la entrega del bien mueble, pero puede también
acordarse una prenda sin desplazamiento para cierto tipo de bienes (por ejemplo,
automóviles)
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Artículo 1.840.- El privilegio no tiene efecto sobre los créditos, sino cuando la prenda
resulte de un instrumento de fecha cierta y se le haya notificado al deudor del crédito dado
en prenda.
La notificación no es necesaria respecto de los documentos a la orden o al portador.
Artículo 1.841.- En todo caso, el privilegio no subsistirá sobre la prenda, sino cuando se la
haya entregado y esté en poder del acreedor o de un tercero escogido por las partes.
Artículo 1.842.- No obstante lo dispuesto en el artículo anterior, cuando la prenda consiste
en semovientes podrá pactarse que el dueño conserve la tenencia de la misma con las
condiciones y limitaciones que se establezcan; pero, para que la prenda así constituida
produzca efecto contra tercero, será necesario que los semovientes dados en prenda se
marquen en lugar visible con un hierro o ferrete especial y que el contrato en que se
constituye dicha prenda se protocolice en la Oficina Subalterna de Registro a cuya
jurisdicción corresponda el inmueble donde se encuentren los bienes para la fecha del
contrato.
Artículo 1.843.- Un tercero puede dar la prenda por el deudor.
Artículo 1.844.- El acreedor no podrá apropiarse la cosa recibida en prenda ni disponer de
ella, aunque así se hubiere estipulado; pero cuando haya llegado el tiempo en que deba
pagársele tendrá derecho a hacerla vender judicialmente.
Podrá admitirse al acreedor a la licitación de la prenda que se remate.
Artículo 1.845.- El acreedor es responsable, según las reglas establecidas en el Título de
las obligaciones, de la pérdida o del deterioro de la prenda sobrevenidos por su
negligencia.
El deudor debe, por su parte reembolsar al acreedor los gastos necesarios que éste haya
hecho para la conservación de la prenda.
Artículo 1.846.- Si se hubiere dado en prenda un crédito productivo de intereses, el
acreedor deberá imputar estos intereses sobre los que se le deban.
Si la deuda para cuya seguridad se haya dado en prenda el crédito, no produjere intereses
la imputación de éstos se hará sobre el capital de la deuda.
Artículo 1.847.- Si lo que se hubiere dado en prenda es una acreencia, el acreedor
prendario tendrá derecho a cobrarla judicial o extrajudicialmente.
Artículo 1.848.- Si el acreedor abusare de la prenda, el deudor podrá pedir que ésta se
ponga en secuestro.
Artículo 1.849.- Si la cosa dada en prenda se deteriora o disminuye de valor al extremo de
que se tema su insuficiencia para la seguridad del acreedor, éste puede solicitar del Juez
competente que se venda en subasta o al precio de bolsa o de mercado, si existen.
El deudor prendario puede oponerse a la venta y obtener la restitución de la cosa
ofreciendo otra garantía que la reemplace.
Si el acreedor objetare la suficiencia de la nueva garantía ofrecida, el Juez abrirá una
averiguación por cuatro días y al quinto resolverá lo conducente.
El Juez que autorice la venta proveerá sobre el depósito del precio o de la nueva garantía
aceptada para la seguridad de la acreencia.
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En todo caso, de la decisión del Juez se oirá apelación.
Artículo 1.850.- El deudor prendario puede igualmente, en caso de deterioro o disminución
del valor de la cosa dada en prenda, solicitar del Juez competente que se venda en las
mismas condiciones del artículo precedente. Sin embargo, si lo prefiere, puede solicitar la
restitución de la prenda ofreciendo otra garantía que la reemplace.
Si el acreedor objetare la nueva garantía ofrecida, se procederá conforme a lo prescrito en
el artículo anterior.
Artículo 1.851.- El deudor prendario puede, en caso de que se presente oportunidad
ventajosa para la venta de la cosa dada en prenda, solicitar del Juez que autorice la venta.
Si se acordare la autorización, el Juez establecerá las condiciones de la venta y el depósito
del precio.
Artículo 1.852.- El deudor no podrá exigir la restitución de la prenda, sino después de
haber pagado totalmente la deuda para cuya seguridad se haya dado la prenda, los
intereses y los gastos. Si el mismo deudor hubiere contraído otra deuda con el mismo
acreedor, con posterioridad a la tradición de la prenda, y esta deuda se hiciere exigible
antes del pago de la primera, no podrá obligarse al acreedor a desprenderse de la prenda
antes de que se le hayan pagado totalmente ambos créditos, aunque no haya ninguna
estipulación para afectar la prenda al pago de la segunda deuda.
Artículo 1.853.- La prenda es indivisible aunque la deuda se divida entre los
causahabientes del deudor o del acreedor.
El heredero del deudor que haya pagado su parte en la deuda, no podrá pedir la
restitución de su parte en la prenda, mientras la deuda no esté del todo satisfecha.
Recíprocamente, el heredero del acreedor que haya recibido su parte en el crédito, no
podrá restituir la prenda con perjuicio de sus coherederos no satisfechos todavía.
Artículo 1.854.- Las disposiciones precedentes no se oponen a las leyes y reglamentos
particulares respecto de materia comercial, agrícola e industrial, y respecto de los
establecimientos especialmente autorizados para hacer préstamos sobre prendas.
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La hipoteca inmobiliaria
Artículo 1.877 (C.C).- La hipoteca es un derecho real constituido sobre los bienes del
deudor o de un tercero, en beneficio de un acreedor, para asegurar sobre estos bienes el
cumplimiento de una obligación.
La hipoteca es indivisible y subsiste toda ella sobre todos los bienes hipotecados, sobre
cada uno de ellos y sobre cada parte de cualquiera de los mismos bienes.
Está adherida a los bienes y va con ellos, cualesquiera que sean las manos a que pasen.
La definición legal se critica por que no distingue a la hipoteca de la prenda. No dice nada
de la posesión del bien e igualmente omite hacer referencia a la constitución del derecho
real de hipoteca. La norma parece olvidar que los bienes inmuebles están sujetos a un
régimen de publicidad registral, no tiene por que defenderse la posesión del bien. De hecho
para que la hipoteca tenga efectos, debe ser registrada, tal como lo dice el siguiente
artículo:
El artículo 1877 además omite hacer referencia a la manera como se va a preservar ese
derecho real de hipoteca, pues al estar sometido al régimen de publicidad, se va a preservar
desde el mismo momento en que se constituya y se va a mantener de acuerdo con los
siguientes artículos:
Artículo 1.897.- Las hipotecas se graduarán según el orden en que se hayan registrado, y
se registrarán según el orden de su presentación.
Una vez que se registra el contrato de hipoteca nace el poder del acreedor sobre el bien y se
va a tomar la prelación en función del registro, el que registra primero prela sobre otros
acreedores que hayan registrado después la hipoteca.
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Otra omisión de vital importancia del artículo 1877, fue no hacer referencia a que la
hipoteca recae sobre bienes inmuebles, lo que determina lo incompleto de ésta definición,
porque el derecho de hipoteca es un derecho real inmobiliario y el concepto dado por la ley
no incluye esta característica
Definición propuesta
En la definición se habla de un derecho real que se constituye, porque el título puede surgir
de un contrato, de la ley o de una sentencia. Para que nazca el derecho real es necesario el
registro del título sin él no habrá derecho real de hipoteca.
Otro elemento al cual correctamente hace referencia la definición propuesta por Rubino, es
que puede constituirse sobre bienes de un deudor o de un tercero
El acreedor garantizado no pasa a poseer los bienes hipotecados, sino que puede
ejecutarlos, tiene el ius distrahendi, del remate del bien se va obtener un precio. Esa
posibilidad de ejecutar el bien es independiente de que sea propiedad del deudor, del tercero
constituyente o del tercero adquirente, estos terceros no son deudores pero van a tener que
soportar la ejecución del bien
Caracteres
Carácter de derecho real de garantía No se puede hablar del bien sólo, hay que
hacer referencia necesariamente al derecho real de garantía, pues el bien resulta
modificado en su situación jurídica. El acreedor posee el ius distrahendi, puede
ejecutar el bien a los fines de satisfacer su crédito. La ley permite que ese
acreedor persiga el bien en manos de quien se encuentre y además tendrá una
prelación, que consiste en excluir a otros acreedores en caso de concurso, en el
remate del bien y satisfacerse con primacía sobre el precio (art. 1.879 CC)
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Carácter inmobiliario Se constituye sobre bienes inmuebles aunque la definición
legal no haga tal referencia. El hecho de que se trate de un derecho real
inmobiliario produce efectos, como la determinación de la competencia
Artículo 42 CPC: Las demandas relativas a derechos reales sobre bienes inmuebles se
propondrán ante la autoridad judicial del lugar donde esté situado el inmueble, la del
domicilio del demandado, o la del lugar donde se haya celebrado el contrato, caso de
hallarse allí el demandado; todo a elección del demandante.
Artículo 40 (LDIP). Los tribunales venezolanos tendrán jurisdicción para conocer de los
juicios originados por el ejercicio de acciones de contenido patrimonial:
De igual forma el artículo 11 del CC (La forma y solemnidades de los actos jurídicos que se
otorguen en el extranjero, aun las esenciales a su existencia, para que éstos surtan efectos en
Venezuela, se rigen por las leyes del lugar donde se hacen. Si la Ley venezolana exige
instrumento público o privado para su prueba, tal requisito deberá cumplirse. Cuando el
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acto se otorga ante el funcionario competente de la República, deberá someterse a las leyes
venezolanas.) fue sustituido por el artículo 37 de la LDIP que establece:
Artículo 37. Los actos jurídicos son válidos, en cuanto a la forma, si cumplen los requisitos
exigidos en cualquiera de los siguientes ordenamientos jurídicos:
Accesoriedad
Artículo 1.552.- La venta o cesión de un crédito comprende los accesorios de ese crédito,
tales como las cauciones, privilegios o hipotecas.
Otro de los efectos de la autoría funcional del crédito es la posibilidad de ceder la hipoteca
a otro acreedor.
Artículo 1.883.- El acreedor hipotecario puede ceder a favor de otro acreedor del deudor
común el grado y aun la hipoteca independientemente del crédito, pero sólo hasta el límite
de éste. El deudor puede oponer al cesionario todas las excepciones que le correspondan
contra el cedente, respecto a la validez originaria del crédito y de la hipoteca
correspondiente, pero no las relativas a la extinción posterior del crédito.
Artículo 1.320.- Los privilegios e hipotecas del crédito anterior no pasan al que lo
sustituye, si el acreedor no ha hecho de ellos reserva expresa.
Todo el bien mueble queda afectado a la satisfacción del crédito del acreedor (art. 1877)
Puede ser que ocurra una hipoteca sobre varios bienes, el acreedor puede atacar uno de esos
bienes, si se satisface el crédito, se liberan los demás, sino puede ir en contra de otro bien,
porque todos los bienes están afectos al pago de la hipoteca
El bien se puede destruir en una parte, la parte que sobreviva, sigue afecta al pago de la
hipoteca, el bien puede ser dividido, sin que eso afecte la hipoteca.
Todo lo anterior permite concluir que no importa que un bien sea dividido material o
jurídicamente, cada parte quedará afecta al pago de la hipoteca
Puede ocurrir que el deudor pague una parte al acreedor, para que se extinga parcialmente
la obligación, pero en el caso de la hipoteca no se libera parcialmente, se va a mantener
toda ella, hasta que se pague totalmente todo el crédito.
Si se verifica una sucesión, cada uno deberá pagar parte de la deuda al acreedor, si uno no
paga no libera a los demás.
Si ocurre una división del crédito y en consecuencia hay varias personas son titulares del
crédito, el hecho de que uno reciba su pago no extingue el derecho real de hipoteca, sino
que los bienes seguirán afectos, hasta que no se cumpla con la totalidad de la hipoteca
Mientras el edificio no este constituido en propiedad horizontal, será tenido como un todo,
cuando se divide en propiedad horizontal cada apartamento tendrá un porcentaje
Especialidad
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Artículo 1.879.- La hipoteca no tiene efecto si no se ha registrado con arreglo a lo dispuesto
en el Título XXII de este Libro, ni puede subsistir sino sobre los bienes especialmente
designados, y por una cantidad determinada de dinero
En el documento constitutivo hay que especificar muy bien sobre cual bien se constituye la
hipoteca, es decir, que el objeto tiene que ser bienes especialmente determinados
La más antigua de las garantías, fue la enajenación fiduciaria mediante la cual el deudor
transfería al acreedor la propiedad de la cosa que formaba parte de su patrimonio, y este se
obligaba a transferir de nuevo la propiedad de la cosa al deudor tan pronto hiciese el pago.
Este sistema cometió diversos abusos, pues el acreedor abusaba de su derecho, pues el
deudor que pagaba no tenía seguridad de recuperar la cosa, pues carecía de acción real
contra el tercer adquiriente.
Este procedimiento luego fue sustituido por el de cambiar al acreedor no la propiedad sino
la posesión de la cosa. En ese sentido el deudor continúa siendo propietario y conservando
la acción de reivindicación. Esta seguridad real es más efectiva y el acreedor no puede ya
enajenar el bien afectado al pago de su derecho, únicamente puede retenerlo. De ahí que
esta forma de garantía real supere a la enajenación fiduciaria, aunque tiene el problema de
privar al deudor constituyente de tener la posesión y el uso de la cosa mientras no pague y
al acreedor le sujeta una administración de la cosa que puede extenderse y comprometer su
responsabilidad por tiempo prolongado.
Estamos así en presencia de la prenda, derecho de garantía real en la que como se ve, no se
traspasa la propiedad al acreedor sino la posesión con la condición de devolver la cosa al
deudor cuando ejecuta el pago. Ahora bien, el acreedor no se beneficia con los frutos de la
cosa dada en prenda, pues estos debían ser impuestos a los intereses de la deuda y luego al
Capital.
En los casos en que mediante convenio se acordó que el acreedor recogiera los frutos de la
cosa, compensando el interés del crédito, devino el convenio en el nombrado Anticresis,
que se basó en bienes inmobiliarios quedando la prenda sustentada en bienes muebles.
Con el propósito de obtenerse una garantía menos material, que facilitara al deudor quedar
en posesión de sus bienes y en su uso, aparece la Hipoteca que surgió de la prenda,
principalmente de las prendas sin desplazamiento, sustentada en el derecho Romano.
Se daba el caso que las partes acuerdan, en que el acreedor pueda vender la cosa por falta
de pago y con su producto pagarse la deuda, pero devolviendo al deudor el excedente del
precio de venta en relación con el valor adeudado. En esa época esa cláusula se
consideraba sobreentendida y no se le podía quitar al acreedor sino sobre la base de otra
cláusula expresamente consagrada. Esas obligaciones hipotecarias estaban estipuladas en
actos notariales, con una cláusula sobre hipotecas o sobre los bienes inmuebles del deudor.
Ahora bien este sistema adolecía de dos defectos: 1ro. El deudor podía hipotecar todos los
bienes presentes y futuros; es decir agotar todos sus créditos; 2do. Ausencia de publicidad
hipotecaria y dificultad para las enajenaciones inmobiliarias en lo referente al adquiriente.
Es así, que en el antiguo Derecho francés se comienza a aceptar la purga con el fin de
eliminar cualquier tipo de hipoteca oculta.
La purga favorecía al adquiriente pero el acreedor hipotecario carecía de medio que evitara
la existencia de algunas hipotecas ocultas.
En la década del 1870 en Francia el ministro Colbert trató de introducir la publicidad pero
sectores de la nobleza y el Notariado se opusieron rotundamente, motivados por intereses
económicos, ya que temían perder el monopolio hipotecario
La falta de publicidad originaba hipotecas ocultas, en nuestro derecho para impedir, que se
ejecute un bien en desmedro de los acreedores hipotecarios hay que notificarles para que
hagan valer su prelación
Artículo 1.914.- Todo título que deba registrarse designará los bienes sobre los cuales
verse, por su naturaleza, situación, linderos, nombre específico cuando lo tenga, Estado,
Distrito, Departamento, Parroquia o Municipio, y demás circunstancias que sirvan para
hacerlos conocer distintamente.
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El artículo 1.879 establece otro principio de especialidad en cuanto a la suma escrita, este
es un punto controversial en nuestro derecho
La necesidad de ese límite estriba en que, el deudor responde con todos sus bienes (garantía
genérica) frente a sus acreedores, si tal limitación es omitida, se podría ir en contra de los
derechos de deudor, del tercero adquirente y del tercero constituyente y los acreedores de
todos ellos, eventualmente afectados por una hipoteca
Es también importante el límite por que el deudor puede constituir más de una hipoteca
sobre un mismo bien
En síntesis cuando se constituye una hipoteca hay que decir cual es el límite en relación al
crédito, los intereses y los gastos de cobranza, judiciales y extrajudiciales.
Se puede pensar que sólo se garantiza obligaciones dinerarias, pero se pueden garantizar
cualquier género de obligaciones.
Todas las demandas son valorables patrimonialmente, tanto las que versan en obligaciones
da dar, hacer o no hacer.
Si no pudiere ser habida la cosa mueble, podrá estimarse su valor a petición del solicitante,
procediéndose entonces como si se tratara del pago de cantidad de dinero.
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Hay autores que consideran que el límite de la hipoteca en moneda extranjera, no satisface
las disposiciones del artículo 1.879.
Planchart hace una serie de análisis para concluir que si, de acuerdo con nuestro
ordenamiento jurídico, si se puede limitar la hipoteca en moneda extranjera, basándose en
el principio de libertad contractual y también en las disposiciones de la ley del Banco
Central, que permite que las partes puedan establecer otra moneda para sus transacciones.
Si bien los autores franceses, alemanes e italiano hablan de la materia, estableciendo que
tiene que ser la moneda de curso legal, en tales países hay un curso forzoso, en nuestro país
no es así, hay un curso facultativo, por lo que esas legislaciones no pueden ser aplicadas
aquí.
Con la ley de ilícitos cambiarios estamos casi en un sistema de curso forzoso, pero cuando
Planchart escribió esto no era así.
La unidad monetaria cuando es de curso legal en un país, significa que el estado le da a esa
moneda la capacidad de liberar al deudor con el pago hecho con la misma
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Una cosa es el crédito y otra el derecho real, si se tiene un crédito, no se va a trasladar el
crédito a la figura del derecho real, el error de Planchart es que confunde el crédito con el
derecho real
Lagrange analiza que cuando se ejecuta el bien, este sale al remate, a ese bien hay que
hacerle un justiprecio, si dinero es cualquier moneda, el justiprecio se podría hacer en una
moneda extranjera, según este autor, para llenar los requisitos establecidos en el artículo
1.879 del CC, hay que fijar el límite en la moneda de curso legal
Se puede alegar que esto iría en detrimento de los derechos del acreedor, por la devaluación
de la moneda y lo cual es, hasta cierto punto verdadero, pero se puede establecer que cada
cierto tiempo se actualice el límite
El acreedor, que sea beneficiario de una hipoteca, espera que esta sea efectivamente un
mecanismo de protección de su crédito, tomando en cuenta la relación o el vinculo estrecho
que el monto de la garantía (articulo 1.879 del código civil) guarda con el crédito
garantizado. Ese monto no es más que el límite, medido en dinero, de la obligación
garantizada que queda cubierto por la preferencia en virtud de los preceptos del artículo
1.864 del código civil.
Hemos de advertir que al referirse uno a la legislación y doctrina foráneas que nos sirven y
han servido a otros de fuentes de consulta, se están revisando principios que en mucho se
engendraron en momentos de estrictos controles cambiarios, como existieron en Europa
incluso ya avanzada la segunda mitad del siglo XX. De modo que muchas de las posturas
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que pueden haberse constituido como punto de referencia para algunos académicos y
abogados en el foro venezolano, nacieron en épocas y países en los que era ilegal, en
algunos casos delito, el obligarse en monedas distintas a las de curso forzoso.
Hemos de acentuar que aceptada la incuestionable posibilidad legal de que el pago de una
obligación pueda ser pactado en moneda extranjera; por ser el monto de la hipoteca un
reflejo o una proyección, total o parcial del monto de la obligación principal garantizada
(sea esta una obligación existente, sea una obligación futura o eventual, para el momento de
la constitución de la garantía), la validez de la hipoteca en moneda extranjera es
incuestionable a la luz del artículo de la hipoteca con respecto a los bienes y con respecto al
monto, y de los artículos 1930 de CC y 661 CPC en materia de ejecución de hipotecas
El legislador asimila a la moneda extranjera al objeto con el que guarda más similitud: la
moneda de curso legal, en nuestro caso, el bolívar.
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Con significativa relevancia para sustentar nuestra tesis, se debe hacer mención al Artículo
449 del código de comercio (norma extensible al pagaré y al cheque por remisión expresa
del propio código), el cual se lee:
Artículo 449.- Siempre que se estipule que una letra de cambio ha de ser pagada en una
clase de moneda que no tenga curso en el lugar del pago, la cantidad de la misma puede ser
pagada, teniendo en cuenta su valor el día en que el pago sea exigido, en la moneda del
país, a menos que el librador haya estipulado que el pago deberá realizarse en la moneda
indicada ("cláusula de pago efectivo en una moneda extranjera"). Los usos del lugar del
pago serán tenidos en cuenta para determinar el valor de la moneda extranjera. Sin
embargo, el librador puede estipular que la suma que se le ha de pagar se calcule teniendo
en cuenta el tipo determinado en la letra, o sea el fijado por un endosante; en este caso,
dicha suma deberá ser pagada en la moneda del país.
Si el valor de la letra de cambio está indicado en una clase de moneda que tenga la misma
denominación, pero un valor diferente, en el país de la emisión de la letra y en el país del
pago, se presumirá que se ha hecho referencia a la moneda del lugar del pago.
Del artículo en cuestión se puede colegiar dos ideas fundamentales para sostener nuestra
postura: i) la moneda extranjera es dinero a los efectos de la legislación; porque toda letra
de cambio constituye una obligación de pagar una suma determinada de dinero. De modo
que en nuestro derecho se recoge la idea de que la moneda extranjera, sea moneda de
cuenta o de pago, es dinero y ii) además, la letra de cambio tiene que contener la promesa
de pago de una sume determinada de dinero.
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monto o valor con el cual se liberará, reiteramos, independientemente de que tenga los
bienes (incluyendo la moneda de curso legal) con los cuales pueda cubrirse ese monto. En
el caso de la hipoteca, el requisito del 1.879, se satisfará fijando el monto en divisas en el
momento de la constitución)
Nos permitimos añadir que con la indicación en dinero, en la moneda que sea, del monto de
la hipoteca, en los término que prescribe el artículo 1.879 del CC, se permite a los otros
acreedores, sean hipotecarios o quirografarios, conocer el monto de la obligación
garantizada que queda cubierto o protegido por la preferencia, en ruptura de la igualdad de
acreedores (artículos 1.864 del CC)
Entre las garantías, las hipotecas inmobiliarias tienen una importancia principal. Y es
precisamente respecto a esta importante especie de garantías que en el medio jurídicos
venezolano se ha venido planteado, con motivo de asegurar mediante garantía hipotecaria
obligaciones contraídas y pagaderas en moneda extranjera, o pagaderas en moneda nacional
con referencia a la tasa de cambio entre la moneda de curso legal y la respectiva divisa en el
día del pago, la interrogante sobre si cabe o no referirse, para dar satisfacción a la exigencia
del artículo 1879 del Código Civil, el cual requiere que la hipoteca inmobiliaria se
constituya “por una cantidad determinada de dinero”, a una cierta cantidad de moneda
extranjera.
El artículo 1.879 del CC dispone que la hipoteca inmobiliaria no puede subsistir sino por
“una cantidad determinada de dinero”. Esta exigencia legal es presentada normalmente
como uno de los dos aspectos en los cuales se desdobla la especialidad de la hipoteca en
cuanto concierne al crédito garantizado: la primer a de esas dos exigencias es que la
hipoteca se constituya para garantizar un crédito determinado, la segunda, en que también
lo sea por una cantidad de dinero igualmente determinada
Tal cantidad determinada de dinero no se identifica con el importe del crédito o créditos
garantizados, cuya magnitud puede ser inferior o superior a aquélla, ni tampoco en su
concepto y en su función, que son de límite (y de límite cierto), porque lo expresa aquella
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cantidad es el máximo que, mediante la ejecución del bien gravado, puede obtener el
acreedor hipotecario respecto de otros acreedores del propietario del inmueble, en virtud de
la preferencia que le confiere el derecho real de garantía.
Interesa también a terceros acreedores del propietario del inmueble; incluso interesa al
tercero adquiriente (mal llamado tercero poseedor en el Código Civil y en el Código del
Procedimiento Civil).
Derecho Comparado
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En Italia, la hipoteca ha de constituirse por una cantidad determinada en dinero, en doctrina
y en decisiones de la casación italiana no se ha contradicho este principio
En Suiza, la inscripción hipotecaria debe hacerse por una suma determinada en moneda
suiza, por expresa disposición legal
El término dinero en los textos legales y particular en el artículo 1.879 del código civil
Además, es el instrumento para satisfacer las funciones que se atribuyen al dinero, a saber:
a.- la de instrumento de las cantidades de dinero pagaderas para la reparación de daños, ya
con fines de comparación entre bienes heterogéneos, cuyo valor pecuniario interese
conocer, o bien para la aplicación de una regla cuantitativa que comporte una expresión
monetaria. b.- La de instrumento de cambio. c.- La de objeto y medio legal de pago de
deudas que, por tener por objeto cantidades de monedas, se llaman precisamente
obligaciones de dinero, pecuniarias o monetarias; y, d.- La de medio de reserva de liquidez,
de ahorro y acumulación de riqueza, destinada a ser utilizada posteriormente, mediante la
transformación, a voluntad del dinero en bienes concretos: es la consideración de la moneda
como bien instrumental.
La regla del artículo 1879 del Código Civil sugiere tres ideas por las cuales se explica su
razón de ser:
1.- La norma hace referencia, por una parte, al dinero en una de sus funciones jurídicas: la
de instrumento de evaluación, en el sentido de que se dirige a exigir una determinación
cuantitativa, monetaria, referida a un valor expresivo del importe máximo que, mediante la
ejecución del bien gravado.
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2.- La determinación de la cantidad de dinero mencionada en la ley como requisito de
validez de la hipoteca se inspira en la necesidad de tutelar determinados interese: en interés
del propietario del bien gravado, puesto que la determinación cierta y definitiva de la
cantidad de dinero expresiva del importe máximo garantizado con la hipoteca dependerá la
posibilidad de la obtención de créditos con garantías hipotecaria de grado ulterior que
pueda constituirse sobre el mismo bien; el del acreedor hipotecario, quien como es obvio,
tiene también interés en saber hasta qué punto se extiende la magnitud de su preferencia; y
en grado eminente, como quedó dicho, es el de los tercero acreedores, incluso de la
hipoteca, por el derecho de preferencia que ésta confiere a su titular, implica una
disminución de la garantía genérica que significan para ellos los bienes de su deudor (Arts.
1963 y 1964 del Código Civil) y quieren, por tanto, saber con seguridad cuál es el importe
cierto de la preferencia otorgada en virtud de la hipoteca y saber con certeza hasta qué
punto pueden contar con el precio del bien una vez satisfecho el acreedor hipotecario; y,
finalmente, el del tercero constituyente de la hipoteca o el tercero adquiere del inmueble
hipotecado, a quienes también interesa conocer el valor determinado, cierto, fijo y
definitivo en sí mismo que señalará el monto dinerario con cuyo pago podrían desinteresar
al acreedor hipotecario.
3.- Porque aunque la hipoteca, como derecho real de garantía produce importantes efectos
aun antes del ejercicio de la acción de ejecución, es en la fase de esta última donde se
concentran los efectos principales de la garantía en cuanto que es derecho realizado de
valor. Cuando ante el incumplimiento de la obligación garantizada solicite judicialmente el
acreedor la ejecución de la garantía y en el curso de éste haya de practicarse el justiprecio
del bien gravado, el cual necesariment antecede al remate del mismo, el valor patrimonial
de ese bien se determinara ateniéndose a la medida legal u oficial de valor, que es la
moneda de curso legal y esta es la que se utilizará como expresión monetaria del valor del
bien para rematar. Legando al acto de la subaste será este último el valor que se utilizará
para la práctica de la misma, y quien llegue a ser el adjudicatario del bien objeto de la
ejecución habrá de satisfacer el precio por el cual haya obtenido la adjudicación de tal bien
en moneda de curso legal en el país y no en la moneda extranjera objeto de la obligación
incumplida, si este fuere el caso
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BIBLIOGRAFIA
http://es.wikipedia.org/wiki/Contrato_de_prenda
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