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Universos paralelos es el nombre de una hipótesis física, en la que entran en juego

la existencia de varios universos o realidades relativamente independientes. El


desarrollo de la física cuántica, y la búsqueda de una teoría unificada (teoría
cuántica de la gravedad), conjuntamente con el desarrollo de la teoría de cuerdas,
han hecho entrever la posibilidad de la existencia de múltiples universos paralelos
conformando un multiverso.
Universos paralelos o términos similares también se encuentran como temáticas de
la literatura, particularmente en lo que por ejemplo se refiere al género
literario fantástico.

Interpretación de los universos paralelos[editar]


Una de las versiones científicas más curiosas que recurren a los universos paralelos
es la «interpretación de los universos múltiples» o «interpretación de los mundos
múltiples» (IMM), de Hugh Everett.2 Dicha teoría aparece dentro de la mecánica
cuántica como una posible solución al «problema de la medida» en mecánica
cuántica. Everett describió su interpretación más bien como una metateoría. Desde
un punto de vista lógico la construcción de Everett evade muchos de los problemas
asociados a otras interpretaciones más convencionales de la mecánica cuántica.
Recientemente, sin embargo, se ha propuesto que universos adyacentes al nuestro
podrían dejar una huella observable en la radiación de fondo de microondas, lo cual
abriría la posibilidad de probar experimentalmente esta teoría.3
El problema de la medida es uno de los principales «frentes filosóficos» que abre la
mecánica cuántica. Si bien la mecánica cuántica ha sido la teoría física más precisa
hasta el momento, permitiendo hacer cálculos teóricos relacionados con procesos
naturales que dan 20 decimales correctos y ha proporcionado una gran cantidad de
aplicaciones prácticas (centrales nucleares, relojes de altísima precisión,
ordenadores), existen ciertos puntos difíciles en la interpretación de algunos de sus
resultados y fundamentos (el premio nobel Richard Feynman llegó a bromear
diciendo «creo que nadie entiende verdaderamente la mecánica cuántica»).
El «problema de la medida» se puede describir informalmente del siguiente modo:

1. De acuerdo con la mecánica cuántica, un sistema físico ―por ejemplo un


conjunto de electrones orbitando en un átomo― queda descrito por
una función de onda. Dicha función de onda es un objeto matemático que
supuestamente describe la máxima información posible que contiene
un estado puro.
2. Si nadie externo al sistema ni dentro de él observara o tratara de ver como
está el sistema, la mecánica cuántica nos diría que el estado del sistema
evoluciona determinísticamente. Es decir, se podría predecir perfectamente
hacia dónde irá el sistema.
3. La función de onda nos informa cuáles son los resultados posibles de una
medida y sus probabilidades relativas, pero no nos dice qué resultado
concreto se obtendrá cuando un observador trate efectivamente de medir el
sistema o averiguar algo sobre él. De hecho, la medida sobre un sistema es
un valor aleatorio entre los posibles resultados.
Eso plantea un problema serio: si las personas y los científicos u observadores son
también objetos físicos como cualquier otro, debería haber alguna forma
determinista de predecir cómo tras juntar el sistema en estudio con el aparato de
medida, finalmente llegamos a un resultado determinista. Pero el postulado de que
una medición destruye la «coherencia» de un estado inobservado e inevitablemente
tras la medida se queda en un estado mezcla aleatorio, parece que sólo nos deja
tres salidas:4
(A) O bien renunciamos a entender el «proceso de decoherencia», por lo
cual un sistema pasa de tener un estado puro que evoluciona
deterministicamente a tener un estado mezcla o «incoherente».
(B) O bien admitimos que existen unos objetos no físicos llamados
«conciencia» que no están sujetos a las leyes de la mecánica cuántica y que
nos resuelven el problema.
(C) O tratamos de proponer una teoría que explique el proceso de medición,
y no sean así las mediciones quienes determinen la teoría.
Diferentes físicos han tomado diferentes soluciones a este «trilema»:

1. Niels Bohr, que propuso un modelo inicial de átomo que acabó


dando lugar a la mecánica cuántica y fue considerado durante
mucho tiempo uno de los defensores de la «interpretación
ortodoxa de Copenhague», se inclinaría por (A).
2. John von Neumann, el matemático que creó el formalismo
matemático de la mecánica cuántica y que aportó grandes
ideas a la teoría cuántica, se inclinaba por (B).
3. La interpretación de Hugh Everett es uno de los planteamientos
que apuesta de tipo (C).
La propuesta de Everett es que cada medida «desdobla» nuestro
universo en una serie de posibilidades (o tal vez existían ya los
universos paralelos mutuamente inobservables y en cada uno de ellos
se da una realización diferente de los posibles resultados de la medida).
La idea y el formalismo de Everett es perfectamente lógico y coherente,
aunque algunos puntos sobre cómo interpretar ciertos aspectos, en
particular cómo se logra la inobservabilidad o coordinación entre sí de
esos universos para que en cada uno suceda algo ligeramente
diferente. Pero por lo demás es una explicación lógicamente coherente
y posible, que inicialmente no despertó mucho entusiasmo
sencillamente porque no está claro que sea una posibilidad falsable.
El principio de simultaneidad dimensional establece que dos o más
objetos físicos, realidades, percepciones y objetos no físicos pueden
coexistir en el mismo espacio-tiempo. Este principio tiene
correspondencia biunívoca con la teoría de IMM (interpretación de
mundos múltiples) y la teoría de multiverso de nivel III, aunque no ha
sido planteado por Hugh Everett, ni tampoco por Max Tegmark.
Sin embargo, en una encuesta sobre la IMM llevada a cabo por el
investigador de ciencias políticas L. David Raub, que entrevistó a
72 destacados especialistas en cosmología y teóricos cuánticos, dio los
siguientes resultados:5

1. Sí, creo que la IMM (interpretación de mundos múltiples) es


correcta: 58 %
2. No acepto la IMM: 18 %
3. Quizás la IMM sea correcta, pero todavía no me convence:
13 %
4. No tengo una opinión a favor ni en contra: 11 %
Entre los especialistas que se inclinaron por (1) estaban Stephen
Hawking, Richard Feynman y Murray Gell-Mann. Entre los que se
decantaron por (2) estaba Roger Penrose. Aunque Hawking y Gell-
Mann han explicado su posición. Hawking afirmó en una carta a Raub
que «el nombre “mundos múltiples” es inadecuado, pero la teoría, en
esencia, es correcta» (tanto Hawking como Gell-Mann llaman a la IMM,
‘interpretación de historias múltiples’). Posteriormente Hawking ha
llegado a decir que «La IMM [interpretación de los mundos múltiples] es
trivialmente verdadera».
Por otro lado, Murray Gell-Man ―en una reseña de un artículo del físico
estadounidense Bruce DeWitt (quien es uno de los principales
defensores de la IMM), se mostró básicamente de acuerdo con
Hawking: «Aparte del empleo desacertado del lenguaje, los desarrollos
físicos de Everett son correctos, aunque algo incompletos».
Otros físicos destacados como Steven Weinberg o John A. Wheeler se
inclinan por la corrección de esta interpretación. Sin embargo, el apoyo
de importantes físicos a la IMM (interpretación de los mundos múltiples)
refleja sólo la dirección que está tomando la investigación y las
perspectivas actuales, pero en sí mismo no constituye ningún
argumento científico adicional en favor de la teoría.

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