Sie sind auf Seite 1von 9

Inicio.

Hace mucho tiempo y no tanto; en una pequeña aldea llena de hechiceros y


criaturas mágicas, habitaba un niño llamado Nash, su mayor sueño era ser el
mejor hechicero de la aldea, y si se podía, del mundo.
Nash Presscott, era de aquellos niños que no le interesaba rasparse las rodillas
corriendo o jugando a la tiña, él era uno de esos niños que le interesaba lo que a
muy pocos, o quizá a nadie de su edad le gustaba, leer, hacer investigaciones,
contar las estrellas o simplemente oír el canto de las avecillas por las mañanas, y
mirar el atardecer.
Lamentablemente su sueño de ser hechicero no se va a poder cumplir, no por
ahora para el pequeño…
Era un día de esos impredecibles donde no sabes qué esperarte, y vaya que no
sabes lo que puede suceder.
Nash se encontraba junto a sus hermanos, leyendo un libro acerca de mariposas,
cuando lo más inesperado ocurrió, las rínniwers aparecieron; grandes bestias
disfrazadas con la belleza de una mujer, comenzaron a esparcir sus malas
intenciones por doquier, arrebatando lo que no era suyo, para la desgracia del
pequeño Nash, su magia fue arrebatada por una de ellas; él corrió y corrió pero
finalmente lo alcanzaron, ¿por qué le quitarían la magia a un ser tan débil e
inocente? Fácil, había algo en su magia, algo brillante, algo único. Tal vez las
rínniwers se equivocaron, tal vez no.
Con tan sólo 9 años de edad, la vida dejó de tener significado para Nash, sin sus
poderes que, aunque aún no fueran lo suficientemente fuertes, era parte de él, eso
era lo que le daba sentido y motivación a su ahora triste vida.
Pasaron algunos años hasta que éste noble joven, cumplió los 17. Ya no era aquel
chico lleno de entusiasmo, sus sueños seguían luchando por volver a nacer, pero
lamentablemente eso ya no se podía; su autoestima bajó, sus compañeros de
hechicería le fastidiaban cada día y cada hora que podían respecto al tema con
sus poderes, a Nash le daba igual, pero realmente le molestaba tener que oír
aquellas voces tan chillonas repitiendo una y otra vez su desgracia.
Sus compañeros no eran la causa de su tristeza, lo que realmente le dolía era no
saber qué significado tenía su vida, ¿por qué estaba en ese mundo sino tenía un
propósito que lograr?
Se sentía de esa forma porque no tener poderes en ese mundo, era como ser un
donnadie, alguien vacío y que no valía la pena. Su familia le motivaba diciéndole
que algún día todo se solucionaría, pero a Nash no le bastaba con sólo oír eso, en
serio quería que las cosas mejoraran.
Un día Nash decidió salir a refrescar su mente, escogió un sitio ideal, el bosque.
Sus pensamientos se calmaban al oír las hojas de las ramas moviéndose al
compás del viento, cerraba los ojos y podía jurar que podía verlo todo; el
maravilloso canto de las aves, los sonidos de los roedores, los grillos, las hojas, el
viento, todo se mezclaba para convertirse en una especie de melodía que era
gloriosa para sus oídos, para su persona en sí.
Tomó una gran bocanada de aire y soltó un suspiro como sacando todo lo malo de
su vida, aunque fuera sólo por un rato; se sentó en un gran tronco y observó
diferentes especies de hongos, recordó con nostalgia aquellos días en los que se
emocionaba por sólo observar unas hierbas distintas a las otras y rápidamente
sacaba su librillo de investigaciones; y le dolía, le dolía realmente que aquel niño
dejara de existir, porque, a veces los recuerdos lindos y dulces, también pueden
convertirse en recuerdos tristes y amargos. Se levantó como había llegado, sin
ánimos y con su negativa vista de ver la vida. Estaba por irse pero algo llamó su
atención, unas risas malévolas que le consumían su mente, cada vez más y más
cerca, comenzó a darle vueltas todo y entonces recordó aquella sensación cuando
aquellas bestias aparecían, el trauma que tenía de pequeño volvió a aparecer, en
efecto, eran las rínniwers.
Se escondió lo más rápido posible detrás de un árbol. No quería ni asomarse, pero
como siempre la curiosidad le ganó; vio a un joven tal vez menor que él, no por
tanto, quizá unos 16 años. Su piel era pálida y sus ojos eran verdes fluorescentes,
su vestimenta era algo rara pero atractiva, una chaqueta color verde lima, sus
pantalones eran negros, llevaba puestas unas botas café y unos guantes blancos,
se veía como el típico estafador de ferias o juegos.
Las rínniwers lo traían preso, al parecer lo estaban investigando.
-habla ya y dinos la verdad- dijo una de ellas.
-les juro que no sé nada, y-yo, podemos arreglar esto con unas habichuelas
mágicas ¿qué les parece?- dijo y sacó temblorosamente de sus bolsillos una
especie de frijolillos resplandecientes.
-no estamos para bromas, ahora dinos dónde se encuentra la torre del ajedrez o
de lo contrario tendremos que eliminarte de este insignificante mundo, sabemos
que has trabajado con Mazzarthé - amenazó una rínniwer chasqueando sus dedos
y sacando chispas violetas de estos.
El pobre chico tragó con dificultad para volver a hablar.
-enserio, cuando digo que no sé nada es porque en realidad no tengo ni idea de lo
que están hablando. ¡Si ni siquiera sé cómo rayos llegué aquí! Yo estaba
comerciando con unos duendecillos y cuando me di cuenta ya estaba atado de
pies a cabeza como si fuera un animal para matar- vaya que era algo patético este
chico.
-bien, no nos dejas opción más que la de matarte-
Estaban a punto de hacer papilla a ese chico delante de sus ojos, justo ahora; las
rínniwers ya han cobrado muchas vidas no les permitiría que lo hicieran, no de
nuevo.
-¡Alto!- salió de su escondite, de lo cual se arrepintió segundos más tarde.
-¿uh?, ¿Quién es este mocoso y de dónde salió?-
-yo…s-sólo estaba de paso y..- se armó de valor y tragó hondo- No, yo realmente
vi todo, y no permitiré que cobren otra vida inocente sólo porque se les plazca
acabarla-
-¿y tú qué harás al respecto?-
-pues yo…- sigilosamente se agachó y agarró un puñado de tierra y se las lanzó,
provocando que estas chillaran del ardor en sus ojos- ¡voy a correr!- y dicho esto
sujetó la camisa del chico para correr.
Soltó al chico cuando llegaron a un lugar seguro y apartado.
-de acuerdo, antes que nada, muchas gracias por lo anterior, pero ¡¿ACASO
ESTÁS LOCO?! PUDIERON HABERTE ANIQUILADO A TI TAMBIÉN- dijo
exaltado y nervioso.
-pues por si no te diste cuenta, no te mataron y eso es lo importante-
-pff, ni siquiera me conoces y ya me salvas la vida, chico, tú eres la persona más
loca que he visto de este mundo-
-gracias, ¿supongo?- dijo Nash frunciendo el ceño.
-mi primer día aquí y un completo desconocido me salva de ser aniquilado por
unas bestias...espera, mi mamá me ha dicho que no hable con extraños- se alejó
con una mirada sospechosa y entrecerrando los ojos.
-no seas tonto, yo no puedo ser peligroso aunque quisiera, ellas me arrebataron
todo lo que una vez fui, sin mis poderes ya no volví a ser el mismo-
-oh, yo, lo lamento mucho en verdad, no tenía idea, bueno aunque eso explica el
por qué agarraste tierra en vez de lanzarles un hechizo o conjuro-
-sí, lo sé, fue algo tonto en realidad- negó con la cabeza- en fin, me llamo Nash
Presscott- le extendió la mano y este correspondió.
-Yo me llamo Matthews Andrew, un gusto en conocerte- le sonrió y no sé por qué
le dio la sensación de que se parecía a un gato. Caminaron por el bosque para
llegar a casa, platicando anécdotas de sus vidas y riéndose de tonterías, “creo que
nos vamos a llevar bien”, dijo Nash en su mente.
Cuando llegaron a su casa, Nash se los presentó a su familia y les contó lo
sucedido; su familia estaba dispuesta a darle asilo y ayudarle también recibiendo
ayuda de él claro.
Matthews sabía mucho acerca de las rínniwers y esta información era muy
importante para la familia Prescott ya que habían combatido contra ellas en luchas
anteriores, aunque aún había mucho por saber acerca de ellas, como sus
debilidades, sus diferentes transformaciones y sus tipos, o lo más importante, en
dónde habitaban.
Pasó el tiempo y Matthews era considerado como alguien más de la familia, era
casi un hermano para Nash.

En una tarde de esas que no son soleadas pero tampoco nubladas, donde el clima
es neutro, Nash decidió salir de su casa como siempre lo hace, para ir a refrescar
su mente y alejar todos los pensamientos negativos que se le presentasen.
Estaba caminando tranquilamente, pensando en el pasado cuando su bota chocó
con algo, era un libro, algo polviento y viejo a decir verdad; eso fue lo que le
interesó además, ¿por qué habría un libro tirado en medio de la nada? Donde no
es visible ante nadie.
Lo tomó entre sus manos y lo sacudió, tosió ya que le entró algo de polvo a la
boca. Había una especie de conjuro con una lengua desconocida, la cual Nash
leyó sin dificultad pero algo extrañado; entonces apareció una pequeña casa,
como si habitaran pequeños duendecillos o enanos. Se adentró en ella y en las
paredes estaban escritos un montón de conjuros para llevar a portales o abrir
puertas secretas; después de revisar cada uno, llegó al último, pero no era
cualquier cosa, este conjuro abría una bola de cristal y en ella decía “rínniwers” lo
cual le intrigó aún más. A continuación una especie de remolino circular comenzó
a formarse delante de él inundando toda la casa de un color azul resplandeciente.
Al asomarse en aquella esfera, Nash no lo podía creer, había encontrado el
escondite de las rínniwers, lo que durante décadas su familia había estado
buscando estaba allí, en una casa pequeña que se aparecía al recitar un conjuro
mágico; rápidamente llevó la esfera a casa para mostrársela a su familia.
Llegó con la respiración entrecortada, apenas podía hablar pues había corrido con
todas sus fuerzas y lo más veloz que pudo.
-¿en dónde encontraste esto hijo?- lo llamó su padre analizando aquel extraño
objeto color azul que revelaba el sitio donde se encontraban aquellas criaturas
malvadas.
Tan rápido como su padre terminó de decir aquello Nash comenzó a contarles lo
sucedido durante su caminata al bosque, vaya, siempre le pasaban cosas cuando
iba ahí.
Hicieron una investigación completa con Matthews, quien los ayudó ubicando
dónde era ese lugar. Pronto comenzaron a prepararse para atacar el lugar, pero
nuestro querido protagonista no estaba muy convencido de esto, ya que había
visto todos los peligros que había durante el viaje; monstruos mutantes mortales y
salvajes, plantas venenosas y lleno de tinieblas, él no quería que le pasara nada a
su familia, eran lo más valioso que tenía, por lo tanto decidió hacer ese viaje solo,
llevándose a Matthews como guía y compañía.
-hey, antes quiero que vayamos a un lugar, ahí nos dirán qué hacer y nos darán
cosas para combatirlas-
Nash asintió y dejó que Matthews tuviera el control de la nave en la que iban
viajando.
Llegaron al lugar mencionado, no era cualquier lugar, si se podía llamar así
“lugar”, se trataba de un ajedrez gigante, unos cuadros eran color lila y otros color
azul. Quedó boquiabierto al observar todo el lugar; el objeto gigante se encontraba
flotando.
-ya cierra la boca o te entrará un bicho- rió Matthews al observar la expresión de
su amigo.
Entraron y unas criaturas de agua con aspecto de mujer los recibieron.
-señor, esperábamos su llegada- dijo una de ellas con una voz muy pacifica- el
señor Mazzarthé lo espera-
Se adentraron dentro del ajedrez y fueron hacia el hombre llamado “Mazzarthé”.
Resulta que él sí había trabajado con Matthews y que era uno de los mejores
aprendices que pudo haber tenido en todo este tiempo. Les explicó acerca de los
peligros que había allá, donde habitaban las rínniwers y qué precauciones tenían
que tener. Ya listos con una gran variedad de instrucciones, se fueron en busca de
las rínniwers para así, acabar con ellas de una vez por todas y recuperar lo que
una vez le fue arrebatado a Nash.
Llegaron a donde acordaron desde un principio, primero dieron avistamiento a
donde querían atacar, pero antes de eso elaboraron un plan.
Pero algo inesperado ocurrió, oyeron a una de ellas decir que atacarían el fuerte
del ajedrez mágico. Matthews rápidamente se alarmó y dijo volteando a ver a
Nash.
-no hay tiempo, tenemos que ir a avisar a todos, en especial a Mazzerthán-
-pero la nave está muy lejos, no creo que podamos llegar a tiempo esas cosas son
demasiado veloces-
-de eso me encargó yo- Matthews comenzó a transformarse en un gato, pero no
en cualquier gato, sino uno gigante con grandes alas negras.
-¡tú!, ¡¿eres una de esas criaturas mutantes?!-
Asintió con la cabeza y dijo que no había tiempo para dar explicaciones en ese
momento. Nash se subió a su lomo y tan rápido como subió, la criatura (Matthews)
voló rápidamente con una velocidad más impresionante que la de las rínniwers,
sin duda alguna él era mucho más veloz que ellas. Llegaron a donde Mazzerthán y
alertaron a las tropas del ajedrez; todos se pusieron en guardia y de los peones y
piezas salieron soldados, hadas y demás criaturas mágicas para defender lo que
es así, el ajedrez, ya que era un hogar para ellos, dime ¿a quién le gustaría perder
su hogar? Exacto a nadie, y ellos darían todo por defenderlo.
Las rínniwers llegaron, algo sorprendidas y confundidas ya que no se esperaban
semejantes tropas. Planeaban atacar con sigilo pero afortunadamente, su plan no
valió la pena.
-este día, se acaba tu reinado Mazzerthán, y yo me aseguraré de que eso suceda-
dijo una rínniwer que al parecer, era la grande de todas las demás, la líder-
¡Ataquen!-
Mazzerthán dio las órdenes para atacar y así fue; la batalla fue casi eterna, hubo
muchas vidas arrebatadas pero al final, todo ese esfuerzo valió la pena. Las
rínniwers quedaron derrotadas y se retiraron. Pero Nash aún no obtenía lo que
quería, lo que había anhelado durante un largo tiempo. Logró divisar a una criatura
que llevaba un colgante cuadrado y se aproximó hacia ella.
En efecto, esa malvada mujer le había arrebatado lo más preciado para él.
-así que tú eras ese niñato al que le arrebaté esa magia; pensaba que era especial
pero al parecer es pura basura- dijo con burla la rínniwer.
-si eso es sólo basura para ti, ¿por qué no simplemente me lo das?-
-creo que me gustaría conservarlo de decoración, a decir verdad me queda muy
bien- sonrió como para causar furia en Nash.
- o me lo devuelves ahora o…-
-¿o qué? Eres un simple donnadie, no eres nadie sin tus poderes y nunca lo serás,
siempre existirá un vacío dentro de ti el cual no podrás llenar ni con tus inútiles
poderes-
En ese momento algo de Nash se reveló, de sus ojos comenzó a salir una especie
de luz brillante y de sus manos comenzaron a brotar rayos, ni él mismo terminaba
de comprender qué era lo que sucedía, lo único que sabía es que por primera vez
en muchos años, logró sentirse vivo de verdad.
Lanzó uno, dos, tres y cientos de rayos hacia la malvada criatura quien trataba de
luchar contra este, al final fue derrotada con estos extraños poderes de Nash, sólo
logró conservarse el colgante cuadrado de la magia que le pertenecía a Nash.
La agarró con delicadeza, la miró y pude entender entonces, que lo que siempre
había estado buscando, todo este tiempo estaba en él; sus poderes sólo eran un
extra, un fuerte, sólo tenía que descubrir su verdadero yo, sólo tenía que creer en
sí mismo, en lo que era. Y vaya que fue difícil encontrarse. Satisfecho volvió al
ajedrez mágico donde lo esperaban sus amigos (sí, por causa de que todos se
habían unido a luchar con el mismo objetivo) Matthews frotó su cabeza,
despeinándolo. Celebraron en grande esa noche. Matthews se encontraba afuera,
contemplando la noche quizá o pensando en el futuro, por lo tanto Nash decidió
salir a acompañarlo.
-hey, ¿estás pensando en todo lo sucedido?- se sentó a su lado con una copa de
vino.
-sí y no, sí porque todo fue muy de repente y demasiado rápido, y no porque,
¿sabes? Cuando me convertí en esa criatura, ese gato gigante me hizo recordar
muchas cosas; yo era un monstruo mutante, era cómplice de las rínniwers y te juro
que odio recordar eso, es una parte de mi pasado que me gustaría poder borrar;
Los soldados de Mazzerthán me encontraron escabulléndome en el jardín debajo
del ajedrez, me llevaron a donde él pero este sólo me miró con ternura; al parecer
vio algo en mí que nadie más no pudo, bondad; así me dio asilo y me crió como si
fuese su hijo, claro, antes de eso me dio una poción para poder convertirme en
humano la mayor parte del tiempo, gracias a él soy lo que soy ahora y estoy muy
agradecido con él, por haberme dado una oportunidad de una nueva vida- miró a
su amigo con una sonrisa pequeña pero sin duda feliz.
-me alegra haberte conocido compañero- golpeó su hombro para romper ese
ambiente.
-¿sabes? Este apenas es el comienzo del fin, vienen más cosas y tenemos que
estar preparados para cuando ese momento llegue, nunca podemos saber lo que
nos depara; unos días son más impredecibles que otros ¿no es así?- y dicho esto
se levantó dejando a Nash con un montón de dudas e infinitas preguntas. No
podía dejar de pensar en lo que había dicho su amigo.

El principio, del fin…

Das könnte Ihnen auch gefallen