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Jesús en nuestras vidas

“Redescubrir la alegría de conocer a Jesús”

A. DIOS NOS CREA PARA AMAR.


Gen 1,26-27 “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”.
“A imagen de Dios los creó, macho y hembra los creó”.

 Dios Padre le dice al Hijo, hagamos al hombre y a la mujer a imagen y


semejanza nuestra.
 Que se amen infinitamente, que vivan en armonía, unión y en la plenitud del
amor y de compartir todo lo que son y lo que tienen:
“Todo lo tuyo es mío y todo lo mío es tuyo… ”
 Con una unidad indestructible, son inseparables.

Así quería Dios que fueran el hombre y la mujer.


 Dios quería que tanto el hombre como la mujer lo dejasen todo, padres,
casa, comunidades, etc. para ser una sola carne, un solo ser.

B. ¿PORQUE NO SE CUMPLIÓ EL PLAN DE DIOS?


Por el pecado.
Juan Pablo II dice:
“Por el pecado, el hombre se niega a someterse a Dios, su equilibrio interior se
rompe, y se desatan dentro de sí contradicciones y conflictos”.
“Desgarrado de esta forma, el hombre provoca casi inevitablemente, una
ruptura en sus relaciones con los otros hombres y con el mundo creado”.

 Y la nuestra la tenemos, después de que Eva cae seducida por la serpiente,


peca y desobedece a Dios y la norma moral que El dió ... viene la ruptura con
Dios.
 Pero viene también la ruptura con su pareja, y comienzan las acusaciones
del uno y el otro.
 El pecador abre una doble herida, en su propio costado y en su relación con
el prójimo.

Las consecuencias del pecado:


 En su relación con Dios (no quiere someterse a su voluntad, quiere vivir
alejado de Dios).
 En su espíritu, debilitando su voluntad y oscureciendo su inteligencia.
 El pecado es la causa de todos los males que aquejan a la humanidad y ha
introducido el sufrimiento y la muerte en el mundo.

Sufrimientos causados por las enfermedades del espíritu, del alma y del cuerpo.
Juan Pablo II en F.C. dijo:
”Necesitamos de la gracia de Jesucristo, para ser curados de las heridas del
pecado... para ser devueltos al principio...”
 Y al principio se vivía en amistad e intimidad con Dios, gozando de una salud
espiritual, psíquica y corporal.
 Esta es la explicación del porque hoy, nos amamos tan poco, porque hay
tantas peleas, tantas rencillas y tantos resentimientos.
 Y todos estos sentimientos, esos rechazos, esa falta de amor que hemos
tenido a lo largo de la vida, han hecho que tengamos los corazones rotos,
corazones llenos de sufrimientos.
 Corazones llenos de vivencias negativas, de traumas que han ido modelando
nuestra responsabilidad.

El primer paso que tenemos que dar es la conversión.

C. CONVERSIÓN.
Necesitamos convertirnos para poder recibir el amor, el uno del otro.
Necesitamos volver nuestros ojos a Dios, que es rico en misericordia y decirle,
como el hijo pródigo: Padre mío, he pecado contra ti y contra el cielo...

D. QUE ES LA CONVERSIÓN.
La conversión implica un cambio radical de dirección, una transferencia de la
vida en su totalidad, un cambio profundo de sentimientos, es decir del corazón.
Un cambio en la mente, del pensar y el querer.
La conversión requiere abandonar, de corazón, el pecado y los medios que
conducen al pecado; rechazar a Satanás.
La conversión, ante todo, es un VOLVER A CRISTO y, a través de EL a Dios y
con ello a una vida nueva.
Convertirse es pasar de las tinieblas a la luz, es cambiar de dueño y de señor,
es decir, de estar bajo el poder de Satanás, pasar a la soberanía de Dios.
La conversión no consiste solamente en la obediencia de una ley, sino en la
entrega de una persona.
Convertirse es pasar de la muerte a la vida, de la mentira a la verdad, del odio
al amor, es un volver a nacer, es comenzar a ser una nueva creación; es
aceptar a Jesús como Salvador y Señor.

Lc 15,18 dice: “Me levantaré, iré a mi padre y le diré:


Padre, pequé contra el cielo y contra ti”
 El hijo pródigo reconoce que ha pecado contra Dios y contra su padre.
 Pero hay algo importante, él se levanta y camina en dirección a la casa de su
padre, reconoce sus culpas, no tiene temor de proclamar ante los hombres
su vida de pecado.
 El se deja esa vida, ya no quiere vivir lejos de su padre.

El día de hoy, yo les invito a hacer lo mismo, a rechazar esa vida llena de
errores, de mentiras, de infidelidades, de odios, de pecado.
Los invito a pararse como el hijo pródigo, a levantarse, a reconocer sus errores,
a rechazar sus errores, a rechazar a Satanás. A rechazar los medios que
conducen al pecado.

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