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BAJAS DEL PETROLEO

Desde junio de 2014 en el mercado internacional los precios del petróleo han
caído más de un 60%. Mientras durante la década previa la media de precios
estuvo en los 100 dólares el barril, a fecha de hoy los precios están en torno a los
30 dólares el barril.

¿Y esto qué ha significado para España, un país que importa el 99% del gas y del
petróleo que consume? Las implicaciones inmediatas han sido dos: por un lado,
los precios de los combustibles se han reducido significativamente en torno a un
20-30%, lo que está beneficiando directamente a los consumidores españoles que
tienen más dinero en el bolsillo a fin de mes. Por otro lado, la mejora de la
economía se ha consolidado ya que por cada caída del 10% en los precios del
petróleo, el producto interior bruto ha crecido entre el 0,1% y el 0,15%.

Pero no se puede olvidar que los mercados del gas y el petróleo siempre han
estado sujetos a ciclos, con alzas y bajas. Actualmente estamos en la baja del
ciclo pero no sabemos por cuánto tiempo. En cambio, lo que sí sabemos a
ciencia cierta es que casi dos tercios de la energía que consumimos diariamente
en España provienen del petróleo y del gas, de los cuales casi su totalidad se
importan del exterior. Y es precisamente por esta dependencia energética que
España tiene que sus ciudadanos deben entender las causas y efectos de este
cambio vertiginoso de los precios, del que mucho se ha venido hablado en los
últimos meses.

Si bien el asunto es complejo, no deja de tratarse de una falta de equilibrio


económico entre oferta y demanda. Por un lado, hay sobre-oferta debido (i) al
exitoso desarrollo del sector de esquisto (no convencional) en Estados Unidos,
con una producción diaria de cerca de 2,5 millones de barriles de petróleo, (ii) al
incremento de la producción diaria en Libia, tras el fin de la intervención militar en
2011, y finalmente (iii) al mantenimiento de los niveles de producción de los países
miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). El
previsible incremento de ventas de petróleo y gas por Irán tras el reciente
desmantelamiento de gran parte de su programa nuclear y el correspondiente
levantamiento de las sanciones internacionales tendrán sin duda sus efectos. Por
otro lado, la demanda se ha reducido notablemente como consecuencia de la
desaceleración de las economías asiáticas, especialmente China, y el casi
inexistente crecimiento de las economías de Estados Unidos y de la mayoría de
las economías de los miembros de la Unión Europea. Con independencia de este
desequilibrio, el asunto tiene un componente político importante. Los países
miembros de la OPEP y muy especialmente Arabia Saudí, con el beneplácito de
Estados Unidos, al mantener intactos sus niveles de producción, han presionado a
Irán para limitar su programa nuclear y a Rusia para cambiar su política en Siria.
Ciertamente, en los 80 la bajada de precios del petróleo ayudó a propiciar la caída
de la Unión Soviética.
Las consecuencias de este cambio son enormes. Al depender en gran medida de
las exportaciones del petróleo y gas, los ingresos de los países miembros de la
OPEP se han reducido substancialmente y consecuentemente sus niveles de
endeudamiento se han incrementado a pasos agigantados. Si bien es cierto que
todos van a perder, los precios bajos van a afectar más a unos países (Venezuela,
Nigeria, Alergia, etc) que otros (Arabia Saudí, Rusia, Irak, etc). Por ejemplo,
Nigeria, en donde el 70% de los ingresos estatales proceden del sector, se ha
visto obligada a buscar ingresos de fuentes alternativas como la agricultura o la
electricidad. A las sanciones impuestas a Rusia y al debilitamiento del rublo, se
suma el desequilibro económico, que ha afectado aún más una economía que
alcanza niveles de inflación del 9%. Indirectamente, este equilibrio económico está
dañando el sector no convencional al no ser viables comercialmente muchos de
sus proyectos si los precios están por debajo de los 75 dólares.

España debe reducir esa dependencia energética del exterior. Para ello es esencial explorar
los recursos locales con los que sus cuencas cuentan y potenciar una explotación de los
mismos, siempre respetuosa con el medio ambiente. ¿Pero es que acaso contamos con
recursos propios? Pues los estudios preliminares indican que sí, y con muchos. Por
ejemplo, el estudio realizado por la consultora de geólogos y geofísicos Gessal en el año
2013 concluyó que nuestras cuencas pueden albergar unos recursos prospectivos de unos
2.500 billones de metros cúbicos de gas y más de 2,000 millones de barriles de petróleo. En
términos de gas, esta cantidad sería equivalente al consumo en España durante unos 70
años (90 años con los precios actuales). En términos de petróleo, la cantidad representaría
el 20% del consumo total de petróleo en España durante 20 años. Tras la entrada en vigor
del nuevo régimen fiscal aplicable al petróleo y al gas en 2015, la explotación de estos
recursos podría reportar decenas de millones de euros por cada operación, sin dejar de
mencionar la oportunidad que la actividad supone para el empleo: un estudio de Deloitte
del 2014 estimó que la actividad podría generar hasta 260.000 empleos en el año más
intenso, de los cuales, 220.000 serían empleo indirecto, en sectores como la construcción, la
industria o los servicios. La mejor manera de asegurarnos el suministro a precios bajos.
Irán: más crudo en circulación. El mercado del petróleo tendrá en breve a un nuevo
jugador fuerte en el mercado. Uno que posee las cuartas mayores reservas de petróleo y
las segundas de gas. "Pondremos medio millón de barriles diarios adicionales en el
mercado de forma inminente", anunció hace unos días el viceministro iraní de
petróleo, Amir Hossein Zamaninia, tras decretarse el fin de las sanciones de Occidente
por el cese de sus aspiraciones nucleares. En 2012, antes de las sanciones, Irán
exportaba 2,6 millones barriles diarios. Pero durante los años de castigo internacional se
redujeron a la mitad: 1,3 millones de barriles. Los países asiáticos y europeos eran antes
del bloqueo los principales clientes del crudo iraní. España, por ejemplo, importaba 4.000
millones de euros anuales en petróleo del régimen de los ayatolás, que se redujeron a
solo 85 millones en 2013.

La demanda no se recupera y China se desacelera. Si el exceso de oferta de


petróleo ha sido un lastre para el precio del barril, tampoco la demanda ha
funcionado como se esperaba. La desaceleración de China —creció en 2015 al
6,9%, su menor tasa en 25 años— y la apocada recuperación en las economías
occidentales, con la Unión Europea a la cabeza de la parálisis, no empujan a una
mayor demanda de crudo. "El repunte del consumo de los importadores de
petróleo ha sido algo menor a lo que habría cabido esperar teniendo en cuenta
otros episodios de caídas de precios en el pasado", aseguraba el FMI en su último
informe de perspectivas económicas. Según el organismo dirigido por la francesa
Christine Lagarde, el motivo que puede explicarlo es que "algunas de estas
economías aún se encuentran en un proceso de desapalancamiento" de la deuda
en la que incurrieron durante los años de la crisis. 5. Las temperaturas han sido
más altas de lo normal.

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