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CUATRO CAMINOS DE EVOLUCION

DE LA
METODOLOGÍA DE SISTEMAS
Héctor Javier Vázquez, Ricardo A. Estrada G. y
Germán S. Monroy A.
Publicado en Memoria en CD, V Seminario Internacional de Ingeniería de Sistemas,
Academia de Ingeniería, CONACYT, UNAM, Los Cabos, BCS, México, Diciembre 2004.

Resumen

Se analiza y sintetiza una reseña histórica que describe la evolución de los


conceptos de metodología de sistemas a través de los avatares que se
inician por dos caminos aparentemente paralelos que con el tiempo se llegan
a cruzar y llegan a plantear perspectivas futuras más amplias.

Introducción

Esta ponencia presenta una reseña histórica tomando como eje principal los
desarrollos metodológicos, con la idea generar, mediante la lógica de los
acontecimientos y las aportaciones presentados, una historia que resulte útil
para elegir el método más apropiado para enfrentar problemas en sistemas y
sistemas de problemas. Se toma el eje de los desarrollos metodológicos
porque a pesar de ser fundamentales desde los inicios del movimiento
sistémico, quizás por una falta de claridad de los conceptos y la supuesta
mayor facilidad de comprensión, las actividades académicas y profesionales
enfocadas al desarrollo, aplicación y difusión de sistemas, parecen haber
dado, relativamente, poco énfasis a los aspectos básicos de metodología de
sistemas.

En la mayoría de las aportaciones se ha dado distintos énfasis a


diferentes aspectos. El desequilibrio ha propiciado un importante desarrollo
de las técnicas y herramientas de sistemas, que si bien en su mayoría han
contribuido a solucionar problemas, también en numerosas situaciones han
propiciado a cometer el error de resolver el problema equivocado y generar
más problemas, lo cual ha despertado críticas y señalado limitaciones de los
conceptos sistémicos por la falta de mayor consideración metodológica.

Primer camino histórico

Al explorar los acontecimientos, se descubre que no puede hablarse de la


existencia de un solo método de sistemas. Desde fines de los años treinta,
comenzaron a gestarse conceptos de sistemas con métodos basados en la
ciencia, tratando de superar las limitaciones del reduccionismo, del
pensamiento analítico y mecanicista de la ciencia de la era de las máquinas.

L. von Bertalanffy, en los años treinta, es uno de los creadores de


Teoría General de Sistemas, obra publicada hasta 1968 y la concibe como
una doctrina interdisciplinaria integrando principios y modelos aplicables a
sistemas en general y determina las correspondencias o isomorfismos
existentes entre sistemas de diferente naturaleza. Bertalanffy delinea un
cambio de paradigma, define un nuevo modo de ver, sistémicamente, la
ciencia y la realidad.

La Investigación de Operaciones es otras de las actividades donde


también se empezaron a desarrollar los conceptos de sistemas. P.M. Morse
y G.E. Kimball (1951) la definen como una actividad con metodología
científica más o menos definida para atacar problemas y encontrar
soluciones definitivas

A pesar de que en esos años no existía una definición precisa del


método, los grupos científicos y técnicos que utilizaron esos conceptos
tuvieron éxito al colaborar significativamente en la victoria de los países
aliados en la Segunda Guerra Mundial.

J.G. Mc Closkey y F.N. Trefethen (1954, 1956) resuelven una gran


variedad de problemas aplicando modelos, técnicas y herramientas.

C.W. Churchman, R.L. Ackoff, E.L. Arnoff (1957) presentan uno de los
primeros esfuerzos sistemáticos más relevantes sobre la metodología de
sistemas. Churchman y Ackoff con su formación en filosofía de la ciencia, su
posición filosófica pragmática no-relativista y sus experiencias prácticas,
reconocen la necesidad de definir, sistemática y sistémicamente el método
de la Investigación de operaciones, explicitan su conceptualización,
resultando una de las primeras aportaciones más significativas con sus
bases filosóficas de las ciencias, aprendidos de Edward A. Singer Jr. Su
mismo concepto de ciencia lo enfocan sistémicamente, estableciendo la
necesidad de mantener la interacción de esa actividad con las otras
actividades filosóficas del hombre.
Su conceptualización del método de la Investigación de operaciones,
considera sus fases como componentes de un sistema para indagar y
enfrentar los problemas de objetos de estudio ya existentes o a diseñar, con
grupos interdisciplinarios.

La Ingeniería de Sistemas (H.H. Goode y R.E. Machol, 1957), es otra


de las actividades en que se desarrollaron y aplicaron conceptos de
sistemas; pero aun cuando se presentaban aspectos metodológicos, se dio
mayor énfasis a los modelos matemáticos, las técnicas y herramientas de
sistemas.

A. Kaufmann (1959) enfatiza los conceptos de modelos, técnicas y


herramientas matemáticas y computacionales.

Ackoff (1962) explicita las fases del método de la Investigación de


operaciones; caracteriza la ciencia sistémica, como el proceso de indagación
para contestar preguntas y solucionar problemas en sistemas en los que
interactúan hombres y máquinas, presentando los procedimientos para
hacerlo. Reconoce la existencia de varios modos de indagar y los relaciona
al método científico, como proceso controlado, dirigido para alcanzar los
fines deseados. Construye así un sistema en el cual interrelaciona los
aspectos sociales y tecnológicos, herramientas, técnicas, método científico,
métodos y metodología. Coloca también a la ciencia en relación con otras
actividades consideradas indispensables para el desarrollo integral de la
humanidad en su búsqueda por los ideales: Científico, Ético-Moral, Estético y
Político-Económico.

A.D. Hall (1962) reconoce la necesidad de definir el método y


proporcionar las bases filosóficas de la Ingeniería de Sistemas; integra los
conceptos de ciencia, tecnología y creatividad, señalando la existencia de
similitudes en las fases del método de la Investigación de operaciones.

H. Chestnut (1965, 1967) y Van Court Hare (1967) dan énfasis a la


interacción entre la creación, ingeniar un sistema y operarlo y establece los
elementos genéricos que orientan el proceso. Sin embargo el énfasis fue
mayor en las técnicas matemáticas.

S. Beer (1966) hace una aportación significativa ampliando sus


avances presentados en su libro Cibernética y Administración (1959),
formalizando la interacción de estas actividades a partir de los conceptos de
sistemas, complejidad, modelos, decisión, comunicación y control de manera
integral.

Ackoff y M. Sasieni (1968.) promueven el conocimiento metodológico,


exploran las fronteras de la Investigación de operaciones y las amplían para
resolver no sólo problemas tácticos, sino para enfrentar problemas
estratégicos, es decir, solucionar problemas en sistemas y además enfrentar
sistemas de problemas a partir de la planeación.

Ese mismo año 1968 Churchman publica dos de las aportaciones


significativas con orientación social y filosófica: El Enfoque de Sistema y El
Reto a la Razón.

G.M. Jenkins (1969) presenta de manera destacada El Enfoque de


Sistemas. R. de Neufville y J.H. Stafford (1971) consideran el análisis de
sistemas como un conjunto coordinado de procedimientos para diseñar y
administrar, congruente con el método científico, en el que las hipótesis del
comportamiento de la realidad son los modelos que formulan una teoría.

Ante la variedad de metodos descritos, Churchman (1971) actualiza y


amplia sistémicamente sus aportaciones metodológicas, basadas en las
obras Teoría de la Inferencia Experimental (Churchman, 1948) y Métodos de
inquirir – Una Introducción a la Filosofía y al Método Científico (Ackoff de
1950). Churchman insiste en la importancia de la metodología de sistemas y
de su relación con los procesos de indagación, vistos como sistemas, y de
éstos con la filosofía. Se reconoce que esta última, además de definirse de
manera general como el amor por el conocimiento, por la sabiduría, involucra
la insistencia de promover primordialmente un nuevo weltanschauung, una
nueva visión del Mundo, de ver la realidad como sistemas donde se
relacionan los aspectos naturales, sociales y tecnológicos; y cómo
interactuar con ellos para obtener conocimiento y/o para transformarlos al
contestar preguntas y resolver problemas, es decir, insiste en la
consideración social y humana no como un medio sino como un fin, por lo
que se le pude considerar como parte del segundo camino histórico (aunque
en realidad va más allá de éste) que más adelante se explicitará.

Churchman reconoce que metodológicamente han existido diferentes


posiciones o corrientes filosóficas y presenta las cinco que considera
primordiales como sistemas filosóficos de indagación: el racionalismo, el
empirismo, el criticismo, la dialéctica y el pragmatismo no-relativista o
experimentalismo de Singer A esa obra de Churchman, por su orientación
social, se le puede considerar como una de las principales aportaciones
metodológicas para el segundo camino histórico. Además, representa otra de
las grandes aportaciones a la metodología de sistemas, en la que su autor
enfatiza la variedad en los sistemas de indagación y con sus bases
filosóficas, promueve una nueva orientación científica y ética, por lo que
contiene un amplio potencial sistémico.

Segundo camino histórico

Este segundo camino comenzó con el surgimiento del movimiento de las


relaciones humanas en la administración de las organizaciones.

A principios del siglo pasado que el avance de la Revolución Industrial


comenzó a recibir el apoyo de técnicos y profesionales con cierta
consideración sistemática y científica, para conformar la administración
científica (Taylor (1911). A pesar de las grandes contribuciones, el uso del
concepto de sistema y su visión respecto era muy limitada ya que el
concepto de ciencia utilizado era el convencional de la era de las máquinas
(reduccionista, con pensamiento analítico y mecanicista) y la
conceptualización sistémica del hombre era muy limitada (consideración del
trabajador con sus dimensiones anatomo-fisiológicas y sólo como un homo
economicus.)

Ante esas perspectivas comenzó el surgimiento del interés de las


ciencias sociales en el estudio para contribuir a la administración de las
organizaciones productoras de bienes y servicios. Así, ante el movimiento de
administración científica se inició, lo que se reconoció como el movimiento de
relaciones humanas para la administración de las organizaciones, mismo
que nace enfatizando la consideración de los aspectos psico-sociales y
antropológicos de las personas involucradas en los fenómenos, procesos,
organizaciones y sistemas administrativos.
Se trato así de incorporar otras dimensiones más allá de los puros aspectos
de capacidades físicas o anatomo-fisiológicas, que Taylor había enfatizado
pero, sobre todo, se trató de ir más allá de la sola consideración del
trabajador como homo economicus.
Los esfuerzos del movimiento de relaciones humanas establecieron
los cimientos iniciales para construir, ampliar e impulsar una visión
expansionista y una incipientemente aproximación sistémica del fenómeno
(Roethlisberg y Dickson, 1939), aunque los científicos sociales que dieron
impulso al movimiento, tenían una orientación experimental, el concepto
científico que guiaba sus acciones, tenía como base principal la ciencia
convencional de la era de las máquinas. Aunque limitados, estos esfuerzos
fueron significativos, ya que se dirigieron hacia una consideración más
amplia del comportamiento humano y sentaron el rumbo a una visión más
humanística en el estudio de la administración de las organizaciones.

Es así como en la evolución del movimiento de las relaciones


humanas, de entre todas sus aportaciones significativas respecto de los
fenómenos individuales, grupales y/o sociales, destaca la preocupación por
incidir en la solución de los problemas producidos por la sociedad industrial
(Mayo, 1933; 1947), considerando que las relaciones humanas y la
cooperación son clave para evitar el conflicto social, y que las relaciones
humanas pueden influir en la armonía que debe ser preservada por la
administración, promoviendo una actitud comprensiva y terapéutica.

Desde una renovada perspectiva de ciencias sociales, Herbert A.


Simon (1945) sienta las bases, para dar una nueva orientación al desarrollo
de teorías para la administración de organizaciones, a partir de una crítica de
las propuestas de Taylor y Fayol.

Simon, de manera simultánea a otros autores, impulsa una nueva


orientación, enfatizando la importancia de los procesos de decisión y
establecer lo que se conoce como la teoría organizacional de la toma de
decisiones (March y Simon, 1958; Simon, 1960; Cyert y March, 1963),

Simon hizo notar que el modelo racional falla, ya que los tomadores
de decisiones reales frecuentemente cuentan con información incompleta e
imperfecta sobre las alternativas, sus consecuencias, la incertidumbre, la
ambigüedad y la complejidad. Simon también sugirió que el modelo racional
ignora la política interna del sistema organizacional, que asume la existencia
de un ordenamiento consistente de preferencias entre los tomadores de
decisiones (por ejemplo, que todos concuerdan acerca de las metas de la
organización) y que las reglas de decisión son conocidas y aceptadas por
todos los involucrados, sin embargo, en realidad, los tomadores de
decisiones organizacionales reales, frecuentemente confrontan objetivos
contrapuestos, en conflicto.

Simon definió el concepto de la racionalidad limitada o acotada (1957),


llevando a reconocer la existencia de diferentes posibilidades como el modo
de proceder de prueba y error, de coalición o el método del bote de basura
(Cohen, March y Olsen, 1972; March y Olsen, 1979), en que se considera la
aleatoriedad para enfrentar situaciones que contrastan fuertemente con el
modelo racional. De estas circunstancias, destaca también, la importancia
significativa del las aportaciones metodológicas de Churchman y Ackoff.

Otra de las aportaciones significativas de Simon (1960) fue remarcar


el continuo de procesos de decisión que va de las programadas a las no
programadas. Ante ese continuo de posibilidades de procesos de decisión,
Simon y sus colaboradores identifican las alternativas modernas de solución
más pertinentes que para las decisiones programadas o estructuradas
incluyen la aplicación de la Investigación de operaciones con sus modelos
matemáticos y de la computación. Mientras que para las decisiones no
programadas o mal estructuradas, recomiendan, el entendimiento del
proceso humano para solucionar problemas, la simulación del pensamiento
humano, la manipulación de símbolos no numéricos, las respuestas flexibles
y adaptables, los programas generales solucionadores de problemas, la
inteligencia artificial y los sistemas expertos (Simon, 1969; Newell y Simon,
1972), contribuciones que entre otras, hacen a Simon merecedor del Premio
Nobel de Ciencias Económicas 1978.

Ante la necesidad y con los deseos de colaborar en la reestructuración


y mejoramiento de la producción industrial, devastada durante la Segunda
Guerra Mundial, científicos sociales, sociólogos y psicólogos principalmente,
del Instituto Tavistock de Relaciones Humanas en Londres, inspirados por el
psicólogo social Kurt Lewin (1947, 1951), empeñaron sus esfuerzos en
intervenir en las organizaciones, aplicando el proceso de investigación-
acción desarrollado por Lewin, con base en su teoría del campo para explicar
el fenómeno psico-social del cambio. El método de investigación-acción fue
desarrollado y aplicado para estudiar fenómenos sociales.

La investigación-acción reconoce que un aspecto fundamental en el


éxito de la intervención en un sistema, depende de la relación que se
establezca entre quien desea ayudar a resolver el problema, el investigador
como agente de cambio y el grupo social del sistema, el cliente. Además,
pone especial cuidado en esa relación para no producir situaciones de
dependencia del cliente respecto del investigador, sino más bien producir un
incremento en las capacidades del sistema social para aprender a resolver
los problemas, independientemente del agente de cambio.

Los métodos de sistemas presentados en el primer camino histórico,


además de que algunos de ellos tienen sus bases filosóficas y científicas
bien cimentadas, son también resultado de extensas experiencias de
intervención con problemas en sistemas, por lo que se podría decir que se
basan en investigación orientada a la acción; sin embargo, por las
características propias de esas intervenciones y las del método de
investigación-acción, no se puede decir que unos y otros sean iguales.

Los resultados de esfuerzos de Checkland (1975, 1979) para definir


un método para los sistemas suaves (en que los aspectos sociales son
primordiales), teniendo como base a la investigación-acción entre otros
conceptos. En su obra Pensamiento y Práctica Sistémica (1979) el autor
sintetiza y especifica su propuesta bajo el nombre de metodología de
sistemas suaves. Checkland considera que de estas fases algunas se llevan
a cabo en el mundo real y otras en el mundo del pensamiento sistémico.
Reconociendo la importancia de la relación entre filosofía y método,
Checkland explicitó todas las bases necesarias para su método. Determinó
que su metodología satisfacía las características que Churchman atribuye a
los aspectos de indagación del pragmatismo no-relativista experimental.
Definió también que su método se relaciona con los trabajos sobre sistemas
apreciativos con los que Sir Geoffrey Vickers (1965, 1967, 1968 y 1970),
desarrolló en su teoría para describir y explicar los procesos que caracterizan
los sistemas sociales. Los trabajos de Vickers han sido fundamentales para
impulsar la consideración del hombre y el grupo social, como sistemas
plenos de propósito, para considerar toda la riqueza humana en sistemas.
Sus relevantes aportaciones al conocimiento de los sistemas suaves cobran
mayor dimensión con el tiempo y su obra Sistemas Humanos son Diferentes
(1983), publicada después de su muerte, sintetiza sus contribuciones.

Se puede ver que el énfasis de los esfuerzos metodológicos en este


segundo camino histórico se concentró en el estudio de los fenómenos
sociales producidos en las organizaciones considerándolos como sistemas.
De ahí que sus objetos de estudio fundamental son los denominados los
sistemas suaves o blandos.

Convergencia de caminos: sistemas socio-técnicos

La extensa aplicación de la investigación-acción que fue desarrollándose en


sistemas suaves, sistematizó conceptos que marcaron el principio de la
encrucijada, la convergencia de los dos caminos históricos casi paralelos,
que se han descrito antes. Este tercer camino de convergencia se explicita
principalmente con dos esfuerzos:

• · El que al promover el cambio planeado de organizaciones,


deriva en impulsar el concepto de desarrollo organizacional (Lippitt
y otros, 1958; Bennis, 1966; Bennis y otros, 1969; French y Bell,
1973; Huse, 1975),
• · El que al reconocer la dificultad de clasificar un sistema en
duro o suave, de manera excluyente, por ello insiste en la
interrelación de los aspectos sociales y tecnológicos, haciendo
hincapié en impulsar el percibir, el identificar y el estructurar los
sistemas como sistemas socio-técnicos, buscando el balance
apropiado tanto de los aspectos sociales, como de los
tecnológicos.
Aquí sólo se explicitará el último, porque a pesar de que algunos
autores consideran que el primer esfuerzo contiene al segundo, se puede ver
que este último contiene una mayor riqueza potencial, ya que integra de
mejor manera el enfoque, la metodología y la participación sistémicas.

Las experiencias obtenidas en el instituto Tavistock por E.L. Trist y


F.E. Emery y otros (Jaques, 1951; Emery y Trist, 1960; Trist y otros, 1963;
Trist, 1981) les permitieron ir conformando los nuevos principios para
afrontar los sistemas socio-técnicos. Sus experiencias se desarrollaron de
acuerdo con un programa que cubre el desarrollo de conceptos, los métodos
para el estudio analítico de las relaciones de tecnologías y formas
organizacionales en diferentes contextos, la búsqueda de criterios para
obtener el mejor acoplamiento entre los componentes social y tecnológico, la
investigación-acción para mejorar ese acoplamiento y los modos de medir y
evaluar resultados a partir de estudios comparativos y longitudinales.

Trist y Emery empeñaron sus esfuerzos tanto a escala micro de


unidades productoras de bienes o servicios simples, hasta la escala macro
de sistemas en comunidades y sectores industriales e instituciones que
operan a escala social amplia. Al igual que Churchman y Ackoff, empeñan
sus esfuerzos metodológicos, reconociendo que no es posible continuar
dando sólo preponderancia a:

a) el componente tecnológico y obteniendo soluciones óptimas únicamente


para éste, manipulando todos los componentes de los sistemas como
objetos no-humanos, basándose en la mayoría de los casos en reglas de
racionalidad meramente económicas, que no consideran además la dinámica
de los contextos que hacen rápidamente obsoletas las soluciones óptimas;
se falla así, en reconocer en el factor humano toda su dimensión,

b) el componente social basándose sólo en teorías no comprobadas


experimentalmente, manipulándo sus aspectos psico-sociales para que se
acople a la tecnología.

Trist y Emery remarcaron la necesidad de buscar la optimización


conjunta de lo social y lo técnico, desarrollar y usar conceptos, métodos,
técnicas y herramientas que conjuguen los aspectos cualitativos y
cuantitativos, lo objetivo y lo subjetivo, que consideren los componentes
humanos del sistema y del contexto como sistemas plenos del propósito
interactuando con la tecnología.

Otra de las aportaciones de estos autores consistió en distinguir


distintos tipos de medios ambientes de los sistemas, aquellos cuyos
elementos se relacionan directamente con el sistema y los que lo hacen
indirectamente. También conceptualizan diferentes tipos de contexto de
sistemas que van desde el plácido, estable, hasta el turbulento,
extremadamente dinámico, por lo que derivan la necesidad de promover su
concepto de ecología social (Trist y Emery, 1973) con el que exploran las
relaciones de los sistemas con sus supra-sistemas, siendo también una obra
que amplía las perspectivas metodológicas.

El concepto de control que se ha utilizado en los sistemas, ha sido el


basado en la retroalimentación negativa, con la que se atenúan o corrigen
desviaciones observadas respecto de los resultados esperados; no se ha
considerado que la retroalimentación positiva, con la que se estimula una
desviación observada, puede representar oportunidades que podemos
aprovechar. El enfoque socio-técnico busca el balance adecuado de la
retroalimentación negativa y positiva en los sistemas, tomándolos como
abiertos, interactuando estrechamente con sus contextos.

El enfoque de sistema socio-técnico abre amplias perspectivas


metodológicas para la resolución eficaz y eficiente de los problemas. Al
basarse en la investigación-acción no explicita un método en sí, no más allá
del proceso que define la propia investigación-acción. Se reconoce así que el
que no exista un solo método, no es un problema; que es más importante
promover la actitud de indagación, reflexión y desarrollar capacidades de
aprendizaje y adaptación en el propio sistema; se coadyuva así al
mejoramiento de la calidad de vida en general, y en el trabajo, en particular.

Al ampliarse las perspectivas metodológicas no sólo se abren las


posibilidades de ejercitar la creatividad en lo social y en lo tecnológico de
manera conjunta. Los sistemas socio-técnicos consideran que si bien la
creatividad puede ser una capacidad innata para algunas personas, también
se puede aprender a ser creativo.

El enfoque de sistemas socio-técnico más bien explicita un tema para


motivar el desarrollo de esas actitudes y aptitudes; para el desarrollo de
nuevos conceptos, métodos, técnicas y herramientas. Un tema que
coadyuva en la formulación y adopción de un nuevo paradigma de sistemas,
que además de contemplar el balance apropiado de los métodos, técnicas y
herramientas de sistemas y de los aspectos sociales y técnicos, permita
hacer frente a los cambios rápidos y complejos del presente y del futuro.

El enfoque socio-técnico sintetiza en los sistemas los aspectos que los


hacen únicos y trata de generalizar el conocimiento, la educación, el
aprendizaje. La intervención en un sistema socio-técnico no se maneja como
una relación externa “experto-cliente”, el investigador desempeña el papel de
un facilitador del cambio que al mismo tiempo promueve el aprendizaje y la
adaptación dentro del propio sistema y de su contexto, busca aprender él
mismo. Se enfatiza así un proceso de aprendizaje mutuo, para lograr
soluciones más eficaces y eficientes en lo particular y en lo general al
enfrentar otras situaciones.

El proceso de aprendizaje que se promueve no se limita al de prueba


y error, a corregir los errores y no repetirlos de nuevo, se busca aprender a
partir de la acción y el aprender a aprender.

Considerando el principio de requisito de variedad de cibernética, para


dar capacidades de control a los sistemas, el enfoque socio-técnico
considera que dar redundancia al sistema por medio del número de sus
elementos, teniendo la posibilidad de desechar aquellos que no funcionan,
por un lado, produce limitación en la posibilidad del mejoramiento y
desarrollo de los elementos, y por otro, al desechar los inoperantes,
contamina el ambiente eco-social. Por esto se busca dar redundancia a los
sistemas reconociendo o desarrollando la capacidad multi-funcional de sus
elementos; así la redundancia funcional da a los elementos humanos su
propia dimensión primordial como elementos plenos de propósito.

El estudio de sistemas socio-técnicos considerados como campos,


dominios y redes, donde los procesos son fluidos y sin límites claros, fue
iniciado, previéndose como un modo organizacional para entender diferentes
fenómenos sociales.

Así, este enfoque toma las características de un holograma, en el que


el todo está representado en todas las partes y que cualquier parte puede
representar el todo. Estas características se consideran íntimamente
relacionadas con el concepto de sistemas, se propone desarrollar
características holográficas en los sistemas para que las funciones
necesarias para el todo, estén también en las partes.

El aprender a aprender, la redundancia en funciones de los elementos


del sistema y las características holográficas permiten tener la flexibilidad de
adaptación para responder a la dinámica del acelerado y complejo cambio
social y tecnológico de nuestra época y del futuro. El enfoque socio-técnico
promueve enriquecer el modo de percibir y apreciar la realidad, hacerlo no
sólo a partir de los sentidos sino mediante la intuición; no sólo con el
pensamiento sino con los sentimientos.

Mediante el enfoque socio-técnico se ha procedido a estudiar el modo


de actuar de profesionales en la resolución de problemas, para poder
incorporar de manera explicita, en la formación de nuevos profesionales, su
experiencia, sabiduría y arte que utilizan en la vida práctica. Las
aportaciones de Trist y Emery con los sistemas socio-técnicos son tan
relevantes y amplias, que como ya se mencionó, se puede considerar
(Baburoglu, 1992) que con ellas se formula un nuevo paradigma de
sistemas. Ello reconoce la necesidad de impulsar los conceptos de variedad
cibernética dando su propia dimensión a la redundancia de elementos en un
sistema frente a la redundancia en funciones, incorporando también los
conceptos de multi-funcionalidad, campos, dominios y redes sociales,
holograma, adaptación y creatividad.

Sin embargo, ante la falta de conocimiento de estos esfuerzos


metodológicos desarrollados con este enfoque, en algunas ocasiones se le
califican de ser cualitativos o informales; por esto y por la tendencia del tipo
de formación que reciben algunas profesiones, preponderantemente
cuantitativas o formales, no se les da la importancia que este trabajo trata de
subrayar.

Se requiere de profesionales mejor capacitados para enfrentar los


problemas actuales y futuros, que coadyuven, combinando pensamiento y
sabiduría (Churchman, 1982), de manera más eficaz y eficientemente al
desarrollo, al desarrollo de sistemas humanos (VIckers, 1983). El
conocimiento metodológico y el enfoque de sistemas socio-técnicos, por su
característica, nos proporciona un medio para lograrlo, reconociendo
también, que en el recorrido por estos caminos de búsqueda existen
enemigos (Churchman, 1979) y que más nos vale saber de ellos, pues tal
vez tengan razón o tal vez sus puntos de vista los debamos o podamos
incorporar en nuestra aproximación a la realidad y ampliar nuestra
perspectiva.

Ampliación del camino

Diversas aportaciones, relativamente recientes, remarcan la existencia


de un cuarto camino en la evolución histórica de sistemas, a éste se le pude
considerar como una ampliación del camino anterior, una ampliación de
perspectivas metodológicas. Entre tales aportaciones destacan:
• La conceptualización de planeación iniciada por Ackoff
(Ackoff y Sasieni, 1968; Ackoff, 1970)
• Los planteamientos que sobre sistemas fueron
explicitados por Churchman (1971, 1979, 1982), Ackoff y Emery
(1972).
• Las aportaciones subsecuentes que Ackoff hace sobre
planeación (1974, 1978, 1981, 1994, 1999; Ackoff y Rovin, 2003).
• Las contribuciones de Trist, Emery F. y Emery M. (Trist y
Emery, 1973; Emery F., 1977; Emery F. y Emery M., 1977; Emery M.,
1982) que amplía las perspectivas metodológicas iniciadas con los
sistemas socio-técnicos.
• El surgimiento del movimiento crítico de sistemas
animado principalmente por Jackson, Flood y Ulrich (Jackson, 1982;
Ulrico, 1983; Jackson y Key, 1984; Flood, 1990; Flood y Jackson,
1991; Jackson, 1991).
• Las nuevas aportaciones de Hall (1989) y Van Gigch
(1991).
• Las contribuciones de Gharajadeghi (1985, 1986, 1999) y
de Mitroff (Mason y Mitroff, 1981; Mitroff, 1988; Mitroff y Linston,
1993), entre otros autores.
Aportaciones metodológicas que se deben explorar e impulsar para
promover continuar el desarrollo de los conceptos de sistemas y enfrentar de
mejor manera los problemas presentes y futuras de nuestras sociedades y
de nuestro planeta Tierra.

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