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Tema 1. Rasgos generales del relieve Peninsular.

Por: Francisco Manuel Benítez (UNED)

1 Evolución del Relieve.

La península Ibérica se
encuentra situada en el
extremo SE del continente
europeo, entre los paralelos
44º y 36º N., y los meridianos
4º E. y 10º O., su superficie es
de 583.832 km2., y presenta
forma trapezoidal invertida,
unida por los Pirineos al Norte
con Europa y separada por el
estrecho de Gibraltar al Sur de
África.

Su superficie presenta
un relieve destacable, siendo
los mismos (en sentido
giratorio derecha-izquierda y
empezando en el Norte) los
Pirineos, Cordillera
Cantábrica, Cordillera Central,
Montes de Toledo, las
Cordilleras Béticas (máxima
altitud, Mulhacen 3478 m.) y las Costeras Catalanas. El interior peninsular oscila entre los 500 y 1.000 m., de altitud, manteniendo una media
de 660 m. Quedando por debajo de esta media las áreas centrales del Tajo, Guadiana, Guadalquivir y Ebro, y la franja costera perimetral de la
península.

El contorno perimetral es bastante rectilíneo y macizo, presentando formas curvilíneas de amplio radio (a semejanza del litoral african o),
siendo la excepción más notable las costas gallegas, con contornos recortados y sinuosos, propios de la Europa atlántica.

La Meseta es un gran
bloque de unos 400.000 km2.,
con una inclinación del 0,5% al
O, y con un cinturón montañoso
surgido durante la orogenia
alpina, que acentúan sus
rasgos continentales. Las
convulsiones terciarias dieron
origen a la Cordillera central,
que fractura la Meseta en dos:
Submeseta Norte y Submeseta
Sur. La Meseta Sur se divide a
su vez en la cuenca del Tajo y
del Guadiana por los Montes de
Toledo. El cinturón montañoso
que rodea la Meseta reafirma
su marcado carácter climático
(Continental) profundizando en
las temperaturas tanto
invernales como veraniegas y
reduciendo las precipitaciones
(recordemos el efecto Foehn),
ejerciendo, desde las costas al interior, como barreras.

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Entre los rebordes montañosos o cordilleras de antepaís (Sistema Ibérico y Sierra Morena) y los plegamientos alpinos (Pirineos y
Cordilleras Béticas) se sitúan dos amplias depresiones: Valle del Guadalquivir y Valle del Ebro. Ambos de origen terciario, pero de distinta
evolución y distintos materiales que las colmatan.

El interior peninsular muestra los efectos de la orogenia alpina. En el centro nos encontramos las Cordillera Central y los Montes de
Toledo, siendo la Cordillera Central la divisoria en los dos grandes bloques (la submeseta Norte y la submeseta Sur), limitadas al N por la
Cordillera Cantábrica, al NE por el Sistema Ibérico, al E-SE por las Cordilleras Béticas y al S por Sierra Morena, siendo en general de
composición E-O y por tanto sin resistencia a las borrascas atlánticas.

El plegamiento alpino comprimió, plegó y elevó los materiales depositados en el geosinclinal del Tethys durante el Secundario, dando
origen a los Pirineos y a las Cordilleras Béticas. El contorno actual es el resultado del modelado erosivo del Cuaternario. En general, el territorio
peninsular es el resultado de la evolución geológica de la denominada Teoría de Placas, con una marcada independencia entre las placas
europeas y africana.

2 Precámbrico y Paleozoico.

En geología hablamos de cuatro grandes periodos: Precámbrico, Paleozoico, Herciniano y Alpino. Son periodos de gran actividad
tectónica separadas por periodos de calma. De las dos primeras etapas, Precámbrico y Paleozoico, disponemos poca información. La zona
más conocida y estudiada es la galaico-doriense, que permite a Solé Sabarís distinguir 3 series de materiales, en donde se apoyan los terrenos
primarios: el zócalo cristalino, el llamado ollo de sapo y las pizarras del Narcea. En el Precámbrico hubo al menos dos grandes convulsiones,
con un periodo intermedio de calma, donde fueron arrasados los relieves y cubierta gran parte de la superficie por los mares paleozoicos.

El plegamiento Herciano data de finales de la Era primaria,


alcanzando su culmen en el Carbonífero. Tras el movimiento herciano los
territorios occidentales de la Península adquieren una fisonomía parecida a
la actual, reajustando ciertos modelados en el Terciario. Por el N, E y S se
extendía el gran mar de Tetyhs, que se redujo al elevarse territorios
adosados a los existentes. (La Península se encontraba un tanto girada al
E, y la actual Lisboa marcaría el NO, no al O).

Los movimientos orogénicos de gran intensidad afectaron a la zona


occidental peninsular, tomando los relieves una dirección armoricana (NO-
SE), y tanto el calor como la presión ejercida sobre los materiales
depositados en el geosinclinal se transformaron en roca cristalina que una
vez elevadas del nivel del mar dieron origen a paisajes distintos como
penillanuras con tonos oscuros, al dominar la pizarra, en Extremadura,
relieves salpicados de cresterías, al dominar las cuarcitas, en Sierra
Morena, o las calizas paleozoicas (Pirineo Axial devónico). La superficie
afectada es conocida como zócalo paleozoico, donde predomina la sílice,
siendo el cuarzo el más reconocible. A todo el conjunto se le denomina la
España silícea (dibujando una especie de gran “E” en la península actual;
cornisa Cantábrica, frente atlántico, Cordillera Central y Montes de Toledo,
y por último Sierra Morena).

3 Calma orogénica en el Secundario.

Durante el Secundario se produce un periodo largo de calma y sedimentación que cubren y fosilizan los relieves hercianos producidos en
la era anterior. La placa peninsular se encuentra inclinada hacia el levante, donde el mar avanza y se retira de forma intermitente y continúa,
sin rebasar los 4º O.

En la primera etapa, el Triásico, se produce una sedimentación continental de conglomerados, destacando el rodeno. En los periodos
siguientes Jurásico y Cretásico, predominan los sedimentos marinos, margas y calizas.

La abundancia de calizas plegadas en la convulsión alpina han dado nombre a la España caliza oriental. Es desigual la potencia
sedimentaria de este periodo, unos pocos metros en el centro peninsular a varios miles en las fosas pirenaicas y bético-balear.

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4 Las convulsiones orogénica en el Terciario.

El Secundario o Mesozoico es un periodo de calma orogénica, donde el desmembramiento de las placas africanas y euroasiáticas sigue
su curso. En este contexto se produce un giro de la península contrario a las agujas del reloj, de una posición Noratlántica hasta su
encajamiento actual entre el macizo francés y el africano.

En el Terciario vuelven las convulsiones orogénicas, en el Eoceno se alcanza la actividad más destacada, durante la fase Alpina, dando
lugar a la formación pirenaica. Tras 20 millones de años después, en el Mioceno, surgen las Cordilleras Béticas y las Baleares y
posteriormente se producen las depresiones del Ebro y del Guadalquivir.

El resultado final es un desplazamiento hacia el SE, con el encajonamiento entre las placas francesas y africanas, donde la Meseta
queda marcada con su forma definitiva, al Norte la Cordillera Cantábrica y el Sistema Ibérico. Al Sur Sierra Morena. El interior queda definido
por la Cordillera Central y los Montes de Toledo, quedando fuera de los límites de la Meseta la Cordillera Costero Catalana y el Macizo Central
Gallego, pero ambos dentro del cratón hercínico.

Este periodo de material predominante calizo dibuja una especie de “Z” en el suelo penínsular; Pirineos, Sistema Ibérico y Cordilleras
Béticas.

5 Otros reajustes en el Terciario

Durante el Terciario se compone definitivamente el relieve peninsular, en el Plioceno aparecen otros aspectos importantes:

 Las depresiones terciarias.

 El basculamiento de la Meseta hacia el Oeste.

 Los fenómenos volcánicos.

 La distención post-alpina.

Que se pueden resumir en movimientos verticales de los bloques, frente a los anteriores movimientos horizontales.

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5.1 Las depresiones terciarias.

Son de dos tipos: prealpinas (valles del Ebro y Guadalquivir) e interiores (valles del Tajo, Duero y Guadiana). Estas últimas por
abombamiento del zócalo meseteño. Da nombre a lo que conocemos como España arcillosa, compuesto por materiales margoarcillosos poco
resistentes a la erosión, dando lugar a paisajes abarrancados. Siendo estas tierras conocidas como Bad lands (malas tierras). Los materiales
que recubren estos valles no son siempre de origen continental, siendo en el valle del Ebro de tipo lacustre y en el valle del Guadalquivir de
tipo marino.

5.2 El basculamiento de la Península hacia el Oeste.

Se produce durante el Plioceno, tomando como punto de flexión el Sistema Ibérico y el valle del Ebro a través de una larga falla
cabalgante, dando como resultado la apertura de la salida al mar del Duero, Tajo y Guadiana, abandonando una etapa endorreica anterior.
Por otra parte el Ebro tuvo más dificultades tanto en la zona de su curso alto entre los Montes Obarenses y la Cordillera Can tábrica, como en
su curso medio-bajo con la Cordillera Costero Catalana.

5.3 El vulcanismo peninsular.

Es de escasa amplitud y prácticamente anecdótico, nos encontramos con la comarca de la Garrotxa (Gerona), Campo de Calatrava
(Ciudad Real) y Cabo de Gata (Almería). Los materiales volcánicos han surgido aprovechando las fracturas o fallas sufridas en los terrenos
hercianos, recubiertos por sedimentos terciarios. Los conos resultantes no suelen superar los 200 m., de altitud.

5.4 Reajuste tectónico.

Tras las convulsiones alpinas se produce una larga etapa de reajustes que dan como resultado una serie de fosas tectónicas; Calatayud-
Teruel (en la Cordillera Ibérica), Vallés-Penedés (en la Cordillera Costero Catalana), Cerdaña (Pirineos) y Baza-Antequera (Sistemas Béticos).

6 Litología y formas de relieve.

El roquedo peninsular
es silíceo, calcáreo o
arcilloso, que junto a la
climatología determinan las
formas de relieve, bajo los
efectos de la erosión.

España silícea. La
roca más abundante es el
granito, con formas muy
dispares según su
composición y las
condiciones del medio.
Ofrece poca resistencia a la
erosión si abunda las
biotitas, plagiocasas, granos
sueltos y diaclasas, sobre
todo en ambientes cálidos y
salinos. Por el contrario se
hace muy resistente cuando
las diaclasas son paralelas
a la superficie (presenta un
escamado y topografía
suave y ondulada). Las
fisuras o diaclasas
ortogonales y profundas
terminan produciendo los
campos de bolas,
normalmente al pie de los cantiles, como ocurre en la Sierra de Guadarrama.

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España caliza. Es una roca muy soluble cuando presenta una gran pureza. La existencia de los relieves cársticos es producido por el
predominio de la disolución frente a otros procesos erosivos. Dependiendo de la potencia de las fisuras, la penetración profunda y cuantiosa
del agua y de la pureza de la roca se presenta una gran variedad en las formas del relieve.

Como decimos, dependiendo de la


profundidad de las fisuras la caliza puede
volverse impermeable, interrumpiendo la
filtración y erosión, teniendo en cuenta:

 Si no tiene el espesor suficiente,


pueden surgir capas
impermeables intermedias.

 El nivel de plegamiento y la
inclinación del terreno, que
puede provocar arroyadas.

 La impureza de la piedra, ya que


puede ser una dolomía, siendo
porosa, soluble y poco
resistente al hielo.

España arcillosa, son susceptibles a la hidratación, muy impermeables. En terrenos muy inclinados son arrastradas con facilidad, sobre
todo si se encuentras sin vegetación, cuarteadas o resecas. En la Península son propios los abarrancamientos, donde predomina la erosión
lineal. La potencia bruta del agua es superior a la fuerza de agarre de estas tierras, por lo que la acción erosiva es continúa, produciendo
cárcavas separadas por aristas, quedando un territorio desnudo de vegetación, como en el Valle del Ebro o las cuencas de Baza y Guadix.

7 La acción de los hielo Cuaternarios

Siendo Würm la última glaciación es la más destacada de las mismas, teniendo gran incidencia en la morfología y relieve. Si bien es
cierto que por la latitud peninsular esta glaciación ha tenido poco efecto sobre la misma, quedando reducido al Pirineo Central, centro-oeste de
la cordillera Cantábrica, algunos enclaves del Sistema Ibérico, Cordillera Central y Sierra Nevada. Sin embargo el modelado periglacial se
extendió por el resto de la Península, con excepción del Valle del Ebro, la orla mediterránea, el litoral portugués y los cur sos medios del Tajo,
Guadiana y Guadalquivir.

7.1 Morfología glacial.

La abundancia y permanencia de la nieve está


relacionado con la latitud, altitud, orientación y dirección
de los vientos. La latitud y altitud determinan unas nieves
perpetuas entorno a los 1.800-2.000 m., en el Sistema
Central y 2,400 m., en Sierra Nevada. En la Cordillera
Cantábrica la abundancia de precipitaciones, el sentido
de los vientos y una sobrealimentación nival sitúa la cuota
en los 1.400 m.

El retoque glacial produce una gran variedad de


formas erosivas (valles en artesa, circos, horns,
superficies pulidas,….) o de acumulación (morrenas,
drumlins,…).

Pirineo Central. Ofrece la máxima superficie, extendiéndose los hielos de O a E, unos 300 km., llegando a la Noguera-Pallaresa, a 65
km., de distancia y unos 800 m., de altitud. Se le calcula una potencia entre 300-400 m., llegando a los 600 m., en el glaciar del Gállego.

Cordillera Cantábrica. La acumulación de precipitaciones nivosas llevo el límite de los hielos, en su cara Norte, a unos 300m.,
destacando las formaciones cársticas en los Picos de Europa y la acumulación de lagos en la Sierra de Segundera-Cabrera, más al O,
destacando el lago de Sanabria, en el curso del río Tera.

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Cordillera Ibérica. Los glaciares tuvieron escasa incidencia, sin bajar de los 1.800m. En la Sierra de la Demanda se contabilizan
decenas de circos y nichos de nivación, de escasos desarrollos. Repitiendo el fenómeno en las Sierras de la Cebollera y Urbíón.

Cordillera Central. Se produjeron escasos retoques glaciares. Siendo en la Sierra de Gredos donde las lenguas y circos presentan
formaciones considerables, contabilizando 16 glaciares y numerosas lagunas, destacando Laguna Grande y Cinco Lagunas. En la Sierra de
Guadarrama destaca la Laguna de Peñalara.

Sierra Nevada. Por la latitud presenta los retoques más débiles de la península, a pesar de contar con la máxima altura, debido al
descenso de precipitaciones y aumento de la temperatura. Presenta pequeños valles de artesa, abundancia de derrubios en las l aderas y
depósitos morréicos, muy desarticulados por la erosión postglaciar.

7.2 El modelo periglacial.

Este modelo se define por la dinámica de hielo y deshielo de forma continua, en la que intervienen diversos mecanismos como la acción
de los hielos sobre las rocas, fusión de la nieve, arroyada y vientos. La acción periglacial cobra mayor importancia al afectar a más zona
peninsular y a todas las cordilleras hispánicas.

La acción de los hielos sobre las rocas, se refleja en:

 el pipkrake, columnas o bastoncitos de hielo


que se forman bajo los granos de suelo
durante las heladas, elevando a los mismos,
produciendo un desplazamiento de los
granos al licuarse, que puede ser al rodar, al
saltar (creeping) o reptación.

 los estratos internos o lentejones, que son


placas a pequeña profundidad, por la
discontinuidad de las placas y suelos.

 cuñas de hielo, se introducen en pequeñas


rendijas y hendiduras de las rocas,
produciendo un efecto palanca al congelarse
y aumentar el volumen.

 el hidrocalolito, fenómeno similar a los


estratos internos, produciendo unos
abombamientos del terreno de incluso unos
10 cm., dando origen a pequeñas lagunas
circulares cuando se deshiela.

 la gelifracción o crioclastia, la
fragmentación que el hielo lleva a cabo al
introducirse en las fisuras de la roca,
apareciendo aristas, hendiduras, dientes de
sierra……

 balma o socavón, producidos por la


porosidad de ciertos elementos en comparativa con los circundantes. El desmoronamiento es más rápido.

Fusión de la nieve. Al poner en circulación el agua retenida, produce distintos efectos erosivos, desde aguas torrenciales a la repetición
de procesos de reptación, abombamiento, gelifracción, etc. También los suelos tienden a enfangarse y deslizarse (solifluxión), formando
coladas de barro.

Arroyada. De gran importancia si llueve o nieva sobre suelos ya helados, ya que la precipitación se desliza libremente por su superficie,
produciéndose un arrastre de materiales más finos en las capas superiores.

Vientos. Pueden ejercer un efecto decisivo en determinadas circunstancias: si circula a gran velocidad, ante un escaso manto vegetal,
según la dureza de los materiales. Con materiales blandos suele formar dunas o depósitos de loes.

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7.3 Formas de modelado periglacial

Los procesos anteriores explican formas resultantes que son diferentes si los hielos actúan en una superficie llana o una vertiente:

 El modelado sobre superficies planas:

o Campos de barro, sobre materiales finos.

o Acumulaciones de piedras, cementadas por otras de menor tamaño.

o Suelos poligonales. Originados por movimientos de hielo-deshielo, junto a la acción de diaclasas, reptación,….

o Thufur o césped almohadillado, formando toperas sobre el suelo.

 El modelado sobre vertientes:

o Los aludes. Se originan en pendientes muy pronunciadas (más del 35%) dando como resultados grandes concentraciones
de materiales.

o La crioclastia o gelifracción. Fragmentaciones de roca por cambios de temperatura. Producen zonas de concentración y
dependiendo de la pendiente un proceso de selección de tamaños (a mayor pendiente menor selección).

o Gréz lecée o superficies de derrubios ordenados verticalmente. Es el fenómeno más extendido. Se ordenan por la
acción de hielos-deshielos, con la colaboración de crioclastia y solifluxión. Aparecen en todo el territorio periglacial, con
distinto límite de altura, según la cordillera, en la Cordillera Cantábrica descienden casi al nivel del mar, en los Pirineos
ronda los 800 m., y los 1.500 m., en las Béticas.

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