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Informe

“LECTURA EFICAZ DE LA BIBLIA”


Gordon Fee y Douglas Stuart

Jorge Alfaro Martínez

Capítulo I: Introducción: la Necesidad de Interpretar

La idea central de este apartado consiste en relevar la necesidad de interpretar la


Biblia en función de aproximarnos de la manera más fidedigna a lo que los autores
denominan el significado llano del texto. Para defender esta posición se debe
marginar los prejuicios que se tienen sobre la interpretación bíblica, como por
ejemplo, que hacerlo implicaría vulnerar la Palabra de Dios.

Ante ello, se hace un llamado a no ser ingenuo, puesto que siempre se está
interpretando. En primer lugar, se debe considerar la naturaleza del lector, pues
quien lee lo hace desde su formación, desde su cultura, desde sus vivencias,
cuestión que ha dado pie a una serie de interpretaciones extrañas, por ende, a
una serie de sectas. De ahí, que el sujeto lector para una correcta interpretación
deba observar con rigurosidad lo que ocurre en su entorno, a razón, de que sea
consciente del lugar desde donde interpreta. En segundo lugar, se debe
considerar la naturaleza dual de la Biblia, es decir, su naturaleza divina y humana,
y en cuanto a esta última, la tensión que surge entre las respectivas distancias
históricas. Hay que señalar que si bien la Palabra de Dios es de carácter divina,
ésta ha sido comunicada en condiciones humanas, cuestión que demanda al
intérprete conocer y manejar las reglas generales y especiales aplicadas a las
diversas formas literarias que se utilizan en las Escrituras. Lo anterior, posibilita la
adecuada interpretación del ‘entonces y allí’ de aquellos quienes han encarnado la
historia sagrada, relevando lo que Dios quiso decir específicamente a ellos, no
obviando que su Palabra fue entregada por sujetos condicionados por específicos
patrones culturales, que expresaban desde una específico entramado de
significados. Entonces, ambos factores evidencian la necesidad de interpretar las
Sagradas Escrituras.

Ahora, el arte de la interpretación considera dos ejercicios fundamentales, si lo


que queremos es escudriñar la Palabra de Dios para dar beneficio a nuestras
vidas, ello es exégesis y hermenéutica. La exégesis, implica un estudio cuidadoso
y sistemático de la Escritura, a razón de aproximarnos al significado original de lo
dicho, es decir, se nos permite comprender lo que se les dijo a ellos ‘entonces y
allí’. Lo anterior, implica que el exégeta lea con sumo cuidado el texto y le haga las
preguntas correctas, a saber, aquellas que refieren al contexto histórico y literario
y aquellas que refieren al contenido. Por último, como soporte exegético para los
lectores hispanohablantes se les recomienda el uso de tres herramientas: una
buena traducción de la Biblia, un buen diccionario bíblico y un buen comentario.

Respecto al segundo ejercicio, la hermenéutica tomada en el texto desde su


sentido estricto, ya que desde su sentido amplio comprende a la exégesis, busca
la aplicación del mensaje “aquí y ahora”, sin vulnerar el real significado del texto,
de ahí, la necesidad del control que permite una adecuada exégesis. Lo anterior,
evita aplicaciones antojadizas de textos segmentados puestos al servicio de
grupos de interés, que en definitiva, quitan y ponen sentidos que no son fieles al
texto bíblico.

Así, exégesis y hermenéutica nos permiten una aproximación fiel y precisa a las
Sagradas Escrituras.

Capítulo II: La Herramienta Básica: una buena traducción

Este apartado enfatiza los beneficios, para una lectura eficaz de la Biblia, que
tiene la selección de una buena traducción castellana, en el entendido que como
hispanohablantes desconocemos los idiomas originales en los que fue escrita.
Desde esa idea, los autores problematizan el uso de una única traducción, pues
ello implicaría asumir un compromiso con las opciones exegéticas del traductor,
soslayando que ellos deben tomar decisiones en virtud de su propia exégesis, que
enfrenta la tensión de la única existencia de manuscritos y que también tienen
cierta diversidad. De ahí, que se recomiende la revisión de varias traducciones,
focalizando las tensiones o los nudos exegéticos de alta dificultad, teniendo
siempre presente los comentarios bíblicos, que dan cierta luz sobre aquellos
nudos.

Ahora bien, desde la ciencia de la traducción los sujetos deben tomar decisiones
textuales y lingüísticas. Las primeras referidas a la fraseología del texto original y
las segundas a la teoría de la traducción.

Respecto a la textualidad, se destaca la importancia de la proximidad que debe


existir entre texto hebreo y/o griego y la fraseología original, ello en función de la
inexistencia de los escritos bíblicos originales y de la presencia de copias, que en
modo alguno resultan ser iguales, a dichas diferencias los expertos las denominan
variantes. En efecto, lo expuesto obliga a la crítica textual, a razón de descubrir los
textos originales en los antiguos.

La crítica textual, considera rigurosos y cuidadosos controles, por ejemplo, la


aplicación a los textos de la crítica externa e interna. La primera alude al carácter
y calidad de los manuscritos, mientras que la segunda, aborda los tipos de errores
que podían afectar a los copistas, y ambas juntas, constituyen la mejor prueba
para alcanzar un alto nivel, nunca completo, de certeza sobre el texto original.

En cuanto a las decisiones lingüísticas, el intérprete debe observar dos


dimensiones, a saber, la verbal y gramatical, de ahí que debe existir cierta
familiaridad técnica que le permita determinar que teorías debe utilizar para
sostener las traducciones modernas. En este sentido, debe considerar, a manera
de mínimo, la lengua original (el lenguaje del cual se traduce), la lengua receptora
(el lenguaje al que se traduce), la distancia histórica (diferencias entre la lengua
original y receptora), la equivalencia formal (mayor cercanía posible a la formas de
los idiomas originales), la equivalencia funcional (mantener el significado del
idioma original, pero utilizando palabras y expresiones propias de nuestro
castellano), y la traducción libre (intento de traducir las ideas de un idioma a otros,
con menos preocupación por el uso de las palabras exactas del original). Lo
anterior, nos lleva a valorar las diversas traducciones bíblicas, pues cada una
aporta desde su decisión, no obstante, se indica que las traducciones más fieles
son aquellas que optan por la equivalencia funcional.

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