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Ante ello, se hace un llamado a no ser ingenuo, puesto que siempre se está
interpretando. En primer lugar, se debe considerar la naturaleza del lector, pues
quien lee lo hace desde su formación, desde su cultura, desde sus vivencias,
cuestión que ha dado pie a una serie de interpretaciones extrañas, por ende, a
una serie de sectas. De ahí, que el sujeto lector para una correcta interpretación
deba observar con rigurosidad lo que ocurre en su entorno, a razón, de que sea
consciente del lugar desde donde interpreta. En segundo lugar, se debe
considerar la naturaleza dual de la Biblia, es decir, su naturaleza divina y humana,
y en cuanto a esta última, la tensión que surge entre las respectivas distancias
históricas. Hay que señalar que si bien la Palabra de Dios es de carácter divina,
ésta ha sido comunicada en condiciones humanas, cuestión que demanda al
intérprete conocer y manejar las reglas generales y especiales aplicadas a las
diversas formas literarias que se utilizan en las Escrituras. Lo anterior, posibilita la
adecuada interpretación del ‘entonces y allí’ de aquellos quienes han encarnado la
historia sagrada, relevando lo que Dios quiso decir específicamente a ellos, no
obviando que su Palabra fue entregada por sujetos condicionados por específicos
patrones culturales, que expresaban desde una específico entramado de
significados. Entonces, ambos factores evidencian la necesidad de interpretar las
Sagradas Escrituras.
Así, exégesis y hermenéutica nos permiten una aproximación fiel y precisa a las
Sagradas Escrituras.
Este apartado enfatiza los beneficios, para una lectura eficaz de la Biblia, que
tiene la selección de una buena traducción castellana, en el entendido que como
hispanohablantes desconocemos los idiomas originales en los que fue escrita.
Desde esa idea, los autores problematizan el uso de una única traducción, pues
ello implicaría asumir un compromiso con las opciones exegéticas del traductor,
soslayando que ellos deben tomar decisiones en virtud de su propia exégesis, que
enfrenta la tensión de la única existencia de manuscritos y que también tienen
cierta diversidad. De ahí, que se recomiende la revisión de varias traducciones,
focalizando las tensiones o los nudos exegéticos de alta dificultad, teniendo
siempre presente los comentarios bíblicos, que dan cierta luz sobre aquellos
nudos.
Ahora bien, desde la ciencia de la traducción los sujetos deben tomar decisiones
textuales y lingüísticas. Las primeras referidas a la fraseología del texto original y
las segundas a la teoría de la traducción.