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Ella se ha Ido

Jhon Edison Ortiz Suárez


Ayer hijos de mi alma, he aquí la historia más doliente que en mi pasado yo vi.
Aquella tarde de otoño; tórrida y a la vez melancólica, me hizo recordar a un viejo
amor que se quedó en el olvido, logró cautivar mis sentidos, pero a la vez generó
dentro de mí abatimiento y desolación.
Aún estaba en mí, el vacío que dejó ella en el corazón, vacío que me atacaba en el
punto más vulnerable, que era el temor y miedo de resignarme a su partida, partida
que destrozó mi alama en miles de pedazos, pero que antes su hermosa existencia me
enseñó lo que es amar.
Ese amor, amor que cautivó mis sentidos, amor que me enseñó a ver más allá de lo
profundo del sufrimiento, con tan sólo una sonrisa ella borraba de mí todo
sentimiento de odio y tristeza, con tan sólo una sonrisa ella erradicó mi desolación.
Sucedió cuando era niño, aún no había conocido lo que en verdad era el amor, había
tenido muchas novias. Todas las ‘‘novias’’ que había tenido anteriormente sólo eran
caprichos, o simplemente lo hacía para sentirme que era el más galán o algo así....
Pero cuando la conocí todo cambió, al verla de repente vi en su mirada y su dulce
sonrisa que todo no sería igual que las otras veces, al principio cuando la conocí, vi
en su mirada un gran gesto de delicadeza, dulzura, y gran pasión, que de repente robó
mi atención y cautivó mis sentidos, pero nunca imaginé que toda esa dulzura y
ternura algún día descartaría en mí la felicidad y traería dolor, sufrimiento y desgracia
a mi vida.
Su nombre era Ana, pero le apodaban Annita; debió ser por sus hermosos
sentimientos, dulzura y personalidad.
Su familia es decir su madre viuda y hermano pequeño, eran de muy bajos recursos
económicos, tal vez esa situación fue la que permitió que Annita cautivara esa
manera de ser y yo me perdiera profundamente en sus rasgos de ternura y bellas

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miradas; por el contrario mi familia tenía muy buenos recursos económicos, y
abarcaba un lugar muy bueno en la sociedad.
La madre de Annita estuvo un tiempo trabajando en nuestra casa como empleada de
servicios generales, su madre era una persona muy dedicada humilde y ante todo
entregada a sus dos hijos, su esposo, el padre de Annita, no estaba con ellos, debido a
que había muerto más o menos unos cinco años atrás.
Un día iba de camino a mi casa de la pequeña escuela, me fui por una estrecha
arboleda, y al haber caminado un buen rato, llegué a una gran piedra, donde solían
sentarse personas a conversar o a reflexionar en silencio, vi una extraña figura
sentada sobre ésta, me acerqué un poco más y me sorprendió ver que era Annita,
estaba llorando desesperadamente, al verla así, inmediatamente me acerqué hacia ella
para preguntarle cuál era el motivo de su angustia y tristeza, simultáneamente ella me
miró con un gesto de resignación que noté claramente en su mirada, mirada la cual
expresaba mucha tristeza y dolor tras ese hermoso rosto llorando, le pregunté cuál era
el motivo de su tristeza, me dijo que no era nada.
Enseguida se fue de allí donde estaba, dejándome a mí con la gran duda e intriga de
saber cuál era el motivo que causaba el sufrimiento de la persona más hermosa que
para mí existía, tanto así que al verla llorando y tan triste no quise nada más que ser
minuciosamente obsesivo y saber cuál era la causa de su dolor.
Y continuamente, eso fue lo que hice, seguí su silueta a lo largo del camino, caminé y
caminé, hasta que logré llegar hasta a donde ella estaba, sin saberlo me condujo a
saber cuál era el motivo de su angustia, poco después de haber caminado un buen rato
ella curiosamente entró a un rancho, se veía muy humilde, habían algunas personas
paradas ahí afuera; no eran muchas.
En el momento me entraron unos deseos intensos de entrar al ranchito y descubrir la
verdad de todo esto, al cruzar la puerta vi lo que desesperadamente quería saber, era
Annita, estaba sentada en el piso llorando con su madre en los brazos, -su madre
estaba muerta- En ese momento sólo pensaba en el dolor tan grande que ella sentía,
perder a su madre, ella era lo único que tenía, y su hermano.
Pero mi poco valor y falta de valentía me impidió acompañarla en su momento más
vulnerable, así que mi cobardía y miedo hizo que dejara a Annita Sola y sufriendo,
sin nadie quien la acompañase.

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Pasaron dos días después de la muerte de su madre, que Annita se vio forzada a pedir
dinero y comida en las calles, ella, a la cual todo el mundo quería, lo que más me
sorprendió y a la vez me dio coraje fue que todas las personas que decían ser amigos
y allegados a ella la abandonaron, sin importar su situación económica ni su dolor
tampoco, y cuando la vi ahí en el piso de una calle pidiendo dinero me bajé del auto
de mis padres, pero ella me negó su presencia y corriendo se alejó de ese lugar con su
hermano.
En ese momento sentí un gran sentimiento de frustración y dolor, pero con la cabeza
agachada y totalmente resignado me subí al auto, y desde ese día no la volví a ver a
Annita.
Luego habían pasado seis meses y no supe más nada de Annita, aún recuerdo que mi
madre un día me castigó fuertemente, porque se enteró de que yo no había ido a
estudiar un día a la escuela, y no fui porque era tanto el amor que sentía por Annita,
que ese amor me forzó a emprender una búsqueda para saber si podía encontrarla;
estaba desesperado por verla, saber algo de ella, pero con sólo verla era suficiente,
pero no fue así, y tuve que acostumbrarme a la idea de que nunca la había conocido y
que nunca me había enamorado tan perdidamente como en esa vez.
El momento de irme había llegado, me había ganado una beca en el extranjero y
dolorosamente tuve que dejar mis recuerdos y obligar a mi mente y a mi corazón de
que olvidaran que un día conocí el amor, que un día fui feliz gracias a una hermosa
persona que cambió mi parecer e invirtió de manera deliberada mis pensamientos.
Pasaron diez años, y con ellos oportunidades de volver a enamorarme y volver a
conocer muchas mujeres, pero no fue así siempre que estaba con otra mujer la veía a
ella su rostro triste y desolado queriéndome decir algo, que todavía podía encontrarla,
que todavía podía amarla y tenerla conmigo para siempre.
Un día desperté de un sueño muy agitado y ansioso, en el sueño la había visto a ella,
a Annita, era tan real pero a la vez tan doloroso que cuando desperté estaba
conmocionado de lo que había soñado, luego al ver que todas éstas manifestaciones
que me invadían se me ocurrió la gran idea de buscarla de nuevo, pero yo estaba
seguro de que el resultado de esta vez no iba a ser como el que aconteció en mi niñez,
sino que esta vez sí la iba a encontrar y verla una vez más.
Pero no fue así duré días, semanas y meses investigando e indagando en muchos
lugares, personas e información a ver si encontraba algún rastro o pista que me
indicara alguna idea de su paradero.
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Por un momento llegué a pensar que lo que estaba sintiendo por ella ya no era amor
sino una gran obsesión que me estaba abatiendo y dominado lentamente pero algunas
actitudes y evidencias me demostraban y me daban a entender de lo contrario; que lo
que sentía no era un sentimiento vano de obsesión, sino que en realidad era que mis
labios anhelaban tocar su dulce cuerpo y embriagarme con su tórrido y apasionante
sabor de pétalos de rosa en una mañana de primavera o tan simplemente un ardiente y
pintoresco atardecer de otoño.
Ocurrió un día que yo iba en camino del trabajo a mi casa, entonces me bajé del auto
y entré a un centro comercial no era muy grande, más bien era una tienda, entonces al
entrar observé que aquel que estaba atendiendo, que al parecer era el administrador o
algo así estaba discutiendo con una muchacha, al principio no le tomé mucha
importancia, pero cuando se intensificó la discusión ahí si me fui cauteloso a intentar
averiguar a qué se debía tal revuelta, entonces el señor lanzó un trapero contra la
joven, la joven no hacía ningún esfuerzo mínimo en defenderse, pero yo al ver esto
me enfurecí con aquel hombre que lo único en lo que pensaba era en golpearlo por
haberle hecho eso una joven, que por sus vestidos parecía alguien humilde y él no
tenía ningún derecho de tratarla así y aprovecharse de su condición de empleada, así
que me fui contra él y lo lancé contra el piso, entonces él me empezó a decir:
-Es una deficiente trabajadora...
-No sirve para nada.....
-En vez de hacerme ganar dinero lo que hace es perderlo.

Entonces dejé al tipo ahí en el piso, y me dirigí hacia donde la muchacha, al ver su
rostro se me llenó el corazón de muchísima felicidad, esa felicidad era inexpresable;
cuando volteó su rostro hacia mí vi con gran júbilo que era ella Annita...
...En ese momento sentí una gran conmoción y gratitud al ver que era ella.
....Le pregunté:

¿Eres tú Ana?
Y ella no me contestó con su voz, sólo con un gesto de tristeza que me dio a entender
por mí mismo que sí era ella.

Al quitarle el cabello que cubría su rostro, vi un par de cosas que me impactaron; en


su rostro desarreglado y deteriorado veía amargura, tristeza y un gran dolor infalible
que clamaba por ser aliviado y encontrar la cura para ello, y por otro lado vi que era

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ella Annita ahí estaba, en destino la había traído de nuevo e hacia mis brazos, para
poderla amar y tener por el resto de la vida.

Instantáneamente me la llevé de ese lugar de donde estaba trabajando, al subir al auto


no pronunció ninguna palabra, pero cuando llegamos a mi casa ella me empezó a
preguntar de que cuales eran mis intenciones al haberla llevado a mi casa y que si la
había llevado a mi casa para que la pusiera como mi sirvienta; pues que prefería no
hacerlo; que en el lugar anterior donde trabajaba los tratos no eran tan buenos pero la
paga no era tan mala y de igual forma decía también que aquel hombre de ese
supermercado era un amigo de la infancia, entonces en ese momento yo repliqué:
¿Amigo?... ...Un cabrón de esos no merece la determinación de amigo... ...Más bien
de langosta hambrienta de dolor; en ese momento ella sonrió de manera tal que mis
sentidos todos se volcaron a ella y de nuevo sentí esa sensación te ternura y amor que
ella inspiraba en mí...

En pocos instantes fui a comprarle algo de ropa y comida y además le dije que podía
hospedarse en mi casa, mientras hacía esto, ella iba contándome facetas y
acontecimientos de su vida, que me aseguraban que en verdad era aquella mujer que
había cautivado mis pensamientos y que algún modo había unificado mis alegrías y
abatido mis tristezas; -en cierta parte-

Poco después de que llegamos de comprar todo aquello, yo pensé en hablar


seriamente con ella y expresarle en palabras lo que hace muchísimo tiempo sentía por
ella y que ese era el momento más ansiado que mi corazón esperaba, así como una
carga de protones busca unirse con una de electrones o como una ola de aire frío y de
aire cálido buscan unirse para formar así un tornado de pasión; así era lo que
desenfrenadamente mi corazón sentía, pero lógicamente el sentimiento de timidez
impidió que de mi boca saliera una sola palabra.

Entonces ella me fue a dar una ducha, el lapso de tiempo en realidad fue muy corto,
cuando salió de baño, inmediatamente mi mirada se volcó a su cuerpo, y en ese
momento sentí una sensación de éxtasis infaliblemente tórrida y en pocas palabras
sentí excitación de ver ese cuerpo y esa mirada tan extenuante y a la ver apasionada,
dominados por el deseo mutuo que aparentemente era una sensación instantánea y
con su docilidad triunfante me fui hacia ella y la besé con todas las fuerzas que mi
cuerpo sentía, ese fue el momento más erótico y apasionado de mi vida,
posteriormente, sobra decir lo que pasó; todo se resume a que por fin consumimos en

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una tarde de invierno gris y a la vez tórrida todo lo que mi cuerpo y el suyo
aguardaba y desesperadamente esperaba ese momento, prontamente exhaustos y
cansados de haber demostrado desenfrenada, apasionada y deliberadamente lo que
nuestros corazones sentían caímos en un profundo sueño.
Al día siguiente, al amanecer me despertó el movimiento de su cuerpo y con el
primer rayo de sol que asomó en la ventana pude verla, estaba ella, tan hermosa y
ardiente, en ese momento al ver ella que yo emitía movimientos breves y naturales
me dijo:
¿Ya estás despierto verdad?
-yo le contesté con un sonido que surgió instantáneamente de mi boca.
-Quisiera que este momento perdurara hasta la eternidad, hasta lo infinito, hasta
donde nadie pudo ni ha podido llegar, dijo ella; También quisiera que tu perfume y tu
aroma sea dentro de mí un incentivo que me guíe al éxtasis y a la vez me erice y
provoque en mí un sentimiento de languidez y pasión interminable.

Cuando escuché esas palabras provenientes de sus labios dentro de mi surgió unos
deseos descomunales de besarla y hacerla mía consecutivamente...

Pero ¡Rayos!... ...Sonó la alarma que me indicaba que era hora de marcharme al
trabajo.

Pasó un día de trabajo, y yo ansiaba llegar a mi hogar y encontrarme con ella, verla
tocarla y sentir su cuerpo y sus labios rozando sobre los míos.

Al llegar a casa ahí estaba ella, estaba sentada junto a la ventana, toda la casa estaba
muy bien organizada y los deberes estaban hechos, al verla a ella ahí sentada me
surgió una idea instantánea que estaba indagando en mi mente y sin saludar le dije:

-Quiero que vivas conmigo, quiero que seas mi mujer!...

En ese momento vi que su rostro se llenó de felicidad y se lanzó a mí y me besó muy


apasionadamente que recaí en un estado de éxtasis que no nos pudimos controlar y
terminamos consumando nuestro amor de nuevo.

Han pasado dos semanas, como todos los días llegaba yo del trabajo a mi casa y
cuando llego no encuentro a Annita por ninguna parte, entonces dentro de mí
empieza a surgir una ansiedad y desesperación que me estaba empezando a

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preocupar, al pasar por el comedor vi unos pies en la cocina, entonces me dirigí hacia
ella y ahí estaba Annita estaba inconsciente al parecer desmayada; inmediatamente
llamé una ambulancia y luego fue llevada a un hospital.

Al estar yo allí, en la sala de espera, no habían muchas personas;

A las dos horas llega un doctor, su gesto facial expresaba indiferencia y desagrado; en
el mismo momento pronuncia mi nombre, entonces me levanté del asiento en el que
estaba y me dirigí hacia él;

-¿Es usted algo para Ana?


-Sí, le contesté soy su compañero. En ese momento dentro de mí había sentimientos
de angustia, ansiedad y desesperación al querer saber qué le había pasado a Annita,
pero simultáneamente el doctor me dice con un tono de voz tenue y gratificante:

-No se preocupe, no es nada malo, al contrario, vengo a darle una noticia que le
pondrá muy feliz, “Va a ser papá”...

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