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Administracion En Siglo XXI Principio del formulario

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“CONOCIMIENTO ES FUTURO”
La historia ha demostrado que por miles de años la economía ha sido agraria. Desde el
inicio de la humanidad tuvieron que trabajar en el campo para poder vivir y alimentar a
sus familias. Los primeros seres humanos domesticaron la vegetación y las
consecuencias de este descubrimiento fueron estremecedoras: aparecieron las primeras
aldeas, los recolectores nómadas se transformaron en campesinos sedentarios.
La actividad agrícola fue predominante para las economías durante miles de años antes
de la revolución industrial.

La revolución industrial dio un vuelco a la economía, significó un cambio económico de


grandísimas proporciones al vincular el desarrollo tecnológico con el productivo. La
aparición de nuevas máquinas y herramientas de trabajo especializadas permitió que los
trabajadores produjeran más bienes que antes y que la experiencia adquirida utilizando
una máquina o herramienta aumentara la productividad y la tendencia hacia una mayor
especialización en un proceso acumulativo.
Hoy en día el panorama es distinto. Nos damos cuenta de los grandes avances
tecnológicos y científicos que cada día conocemos. También nos damos cuenta de algo
muy preocupante: “los recursos naturales se están agotando”.
Actualmente el panorama ya conocido de la sociedad industrial está cediendo o dando
su lugar a una sociedad donde su base económica ya no son ni el sector agrícola ni
industrial sino el conocimiento y la inteligencia.¿Qué quiere decir esto?
Estamos entrando en una época totalmente distinta pues el mundo está cambiando y
claro también la manera de negociar y trabajar. El siglo XXI no se caracterizará por lo
que actualmente la conocemos sino que será una sociedad inteligente o de
conocimientos. En un futuro la economía no solo a nivel país sino a nivel internacional
será diferente. Puesto que los recursos naturales se agotan y los avances tecnológicos se
acentúan la economía se basará 100% en el conocimiento y la información.
Los consumidores pagarán por el conocimiento. Algunas formas que prueban esto que
ahora digo son las siguientes:
Primeramente el conocimiento se vuelve una forma más redituable para las empresas ya
que ofrece funcionalidad. La revolución actual de avances tecnológicos demuestra que
puedo fortalecer nuevas empresas y derribar otras fuertes que no poseen buenos
conocimientos como base. La información que circula ofrece noticias confiables, datos
oportunos, etc. Además que el conocimiento ofrece rápida respuesta a las estrategias
diseñadas.
Con esto se tiene como idea un nuevo pensamiento en las empresas donde se busca un
tipo nuevo de administrar. Se crean ideas exactas de cómo administrar y poder llevar al
éxito de una empresa.
Muy cierto es que los cambios que en este tiempo se están experimentando se
fortalecerán y darán entrada a un nuevo tipo de economía y administración donde el
conocimiento y la inteligencia serán bases sólidas para el buen manejo de las empresas,
donde ahora estas serán materia prima o básica para la producción de bienes y servicios.
Pero, nuevamente quiero realizar otra pregunta: ¿Qué se busca con la nueva
administración? La respuesta es sencilla y directa: rapidez. Ésta debido al conocimiento
elevado será una nueva estrategia presente.
Lo que anteriormente he comentado no quiere decir que debamos preocuparnos, correr,
o tratar de volar hacia el mejoramiento de lo que actualmente nos fortalece y nos cuida.
Más bien, se necesita un diseño nuevo de estructuras para ofrecer nuestro objetivo
nuevo que es la rapidez, la cual sin lugar a dudad se logrará mediante: “El
conocimiento”.
Autor:
Helmut Bahena
Por Raimundo Villagrasa, S.J.

El paso a un nuevo siglo es un momento propicio para la reflexión. ¿De dónde venimos
en lo que se refiere a Administración, y a dónde vamos?
El siglo XX ha marcado el nacimiento y desarrollo de la Administración como
disciplina enseñable. Podemos decir que los que hoy llamamos clásicos, singularmente
Frederic Taylor y Henry Fayol, iniciaron la teorización sobre la administración al
intentar transformar en cuerpo de doctrina comunicable y enseñable la experiencia que,
como gestores de importantes organizaciones, habían vivido en su propio trabajo.
Los seguidores de Taylor, en búsqueda de mayor eficiencia y productividad, llevaron la
aplicación práctica de dichos principios a los excesos del llamado “fordismo” (máxima
división y especialización del trabajo), pero también sentaron las bases del sistema de
producción en masa que tanta prosperidad llevó a los países industrializados,
especialmente a EE UU. La unidad de mando y control, propugnada por Fayol, permitió
incorporar dentro de una sola organización todo el proceso productivo.
Hubo excesos y, en reacción a los mismos, surgió una nueva corriente de investigación
y conocimiento que trató de “humanizar” la práctica administrativa. Fueron los aportes
de Elton Mayo, Chester Barnard y otros, que introdujeron los estudios psicológicos y
sociológicos como una forma nueva de pensar y estudiar la administración.
Con posterioridad se incorporaron al debate diversas tendencias que enfatizaban el
instrumento matemático, el sociotécnico, dando lugar, por su complejidad, a la multitud
de “escuelas administrativas” que sintetizaron Koontz y O’Donnel en su famoso artículo
de 1968 titulado “La jungla de la teoría administrativa”.
En 1975 se hizo un aporte singular a la teoría administrativa, que no ha sido
suficientemente reconocido ni destacado1. Se trata de la publicación del libro Teoría
general de la administración, de Juan Ignacio Jiménez Nieto. El autor se aparta del
tratamiento que podríamos llamar clásico, basado en la investigación inmediata de lo
que se hacía en las organizaciones, para remontarse al establecimiento del objeto formal
de la administración como ciencia.
Jiménez Nieto considera que la Administración es una ciencia sincrética, una ciencia de
segundo grado que fusiona en sí a las ciencias sociales básicas: la Economía, el
Derecho, la Ciencia Política y la Sociología, de las que toma los conceptos básicos en
cuanto explicación de los grupos intermedios.
El último cuarto del siglo XX fue testigo de grandes cambios que iban a convertir en
obsoleta la teoría clásica administrativa, justo cuando esta había llegado al culmen de su
maduración teórica. Me estoy refiriendo a lo que podríamos denominar la revolución de
la información que ha tenido lugar a partir de los años setenta del siglo XX.
Los progresos en la informática han hecho posible dar saltos cualitativos que eran
impensables en décadas anteriores. Se ha pasado de la era industrial a la posindustrial,
del sistema de producción estandarizado en masa a los sistemas flexibles de producción
que han favorecido la globalización del comercio en los últimos veinte años.
Al final de los años setenta se desarrollan los sistemas flexibles de producción, que
suponen cambios radicales en la manera de gerenciar respecto de la teoría clásica.
El énfasis ya no está en la producción (producir de manera masiva con bajos costos
unitarios y luego lograr la venta de lo producido mediante un buen mercadeo), sino en el
mercado: producir lo que el comprador desea comprar. El sistema flexible permite
series más pequeñas y adaptadas a los requisitos de la demanda, rápidos cambios en las
series de producción.
Los sistemas de información avanzados permiten el contacto directo con los
proveedores y con los distribuidores, de tal manera que hacen innecesaria la
permanencia larga de materias primas y productos terminados en los almacenes. Se
produce lo que el mercado demanda y se satisface al cliente inmediatamente.
Los años ochenta fueron de desconcierto para unos y de oportunidad para otros. Para
EE UU fueron tan desconcertantes que, como afirma Reich 2, perdieron ventaja
competitiva en el comercio global por aferrarse a los principios de la administración
científica clásica, que habían llevado al país a las grandes alturas de bienestar y riqueza
de todos conocidas; pero que estaban entonces resultando inadecuados.
Por no haber entendido que se trataba de una nueva manera de administrar, siguieron
gerenciando instalaciones sofisticadas con gran potencialidad de flexibilidad, como si
fueran cadenas de montaje de producción en masa, perdiendo el mordiente competitivo
que sí tuvieron las empresas japonesas al cambiar totalmente su modo de gerenciar la
nueva tecnología, como lo demuestra Jaicumar 3.
Fue la recesión que sufrió EE UU entre los años 1990 y 1991, lo que les abrió los ojos
al cambio y, a partir de entonces, se inició ese período de diez años de prosperidad que
les hizo ponerse de nuevo en la avanzada, no solo tecnológica sino gerencial.
¿Cómo se administrará en el siglo XXI? La revista The Economist ha publicado, el 3 de
noviembre de 2001, un survey sobre el futuro próximo, a cargo de Peter Drucker 4.
En el survey que nos ocupa, él analiza lo que será la nueva sociedad, fijando su
atención en cinco acápites:
- las nuevas condiciones demográficas,
- la nueva fuerza de trabajo,
- la paradoja de la manufactura,
- la supervivencia de las corporaciones y
- el camino por delante.
Las nuevas condiciones demográficas van a producir enormes cambios en los próximos
25 años, especialmente en los países más desarrollados, ya que se prevé un
envejecimiento relativo de la población. Esto traerá como consecuencia la imposibilidad
de mantener los actuales sistemas previsionales, lo que obligará a seguir trabajando más
años, aunque no en la forma actual de empleos a tiempo completo.
Se prevé que las personas mayores de 50 años participen en el futuro de diferentes
maneras, ya sea como temporeros, consultores, a tiempo parcial, entre otras. Se agregan,
además, los cambios en el mercado, que actualmente está orientado a los jóvenes,
cuando los compradores del futuro serán, principalmente, personas mayores.
Para Drucker, el conocimiento será el factor predominante en los años por venir. De
hecho ya lo es actualmente en gran manera, pero en la nueva sociedad será el principal
recurso.
Entre sus rasgos característicos se puede mencionar: que no tendrá fronteras; provocará
además una gran movilidad social que permitirá el ascenso de los individuos con
talento, que por otra parte será facilitado por el mejor acceso a la educación; que
producirá fracasos y no solo éxitos, ya que muchos tendrán la capacidad y talento, pero
no todos podrán conseguir lo mejor.
Todo ello va a hacer a la sociedad futura sumamente competitiva, tanto para las
organizaciones como para los mismos individuos. La velocidad y universalidad del
acceso al conocimiento hará que todas las instituciones, no solo comerciales sino
también escuelas, universidades, hospitales e incluso agencias gubernamentales, sean
globalmente competitivas, incluso si sus actividades y principal mercado son locales.
Actualmente se entiende como trabajadores del conocimiento a personas muy
preparadas en sus especialidades, con gran bagaje teórico; pero lo que se avecina para el
futuro será también lo que se podría denominar tecnólogos del conocimiento, esto es,
técnicos en computación, diseñadores de software, analistas de laboratorios clínicos,
tecnólogos de manufacturas, paralegales, etc.
Estas personas tienen tanto de trabajadores manuales como de conocimiento, pero su
trabajo manual está basado en una preparación teórica, profesional, adquirida por
educación y no por aprendizaje. Así como el trabajador manual fue la fuerza social y
política predominante del siglo XX, el tecnólogo del conocimiento lo será en el siglo
XXI.

El siglo XXI verá el declinar relativo de la manufactura. Algo parecido a lo que ocurrió
en el siglo XX con la agricultura, que había dominado la sociedad durante 10.000 años.
El peso relativo de la manufactura está descendiendo en todos los países desarrollados,
especialmente en EE UU, donde ha pasado de representar el 35% a mediados del siglo
pasado, a menos de la mitad en la actualidad. En todos estos países, es el sector
servicios el que ha crecido y ofrece al mercado laboral el mayor número de puestos de
trabajo.
El futuro de las corporaciones también ocupa la atención de Drucker. Este fenómeno
organizativo que aparece y se desarrolla en la primera mitad del siglo XX, ya ha sufrido
una gran evolución en la segunda mitad de ese siglo. Las que inicialmente eran
entidades nacionales, con algunas subsidiarias fuera, cada vez se fueron transformando
en entidades organizadas globalmente según líneas de productos o servicios.
Las multinacionales de 2025 se prevé que estarán unidas y controladas por estrategia,
no por propiedad como hasta ahora. Seguirá habiendo propietarios, pero predominarán
las alianzas, joint ventures, convenios de conocimiento, etc., que harán que se visualicen
como bloques de confederaciones. Indudablemente requerirán un nuevo tipo de
gerencia, distinto del actual.
Hay mucho camino por hacer, pero ya se ve a dónde apunta. La Administración en el
siglo XXI tendrá que enseñar a las organizaciones, tanto de negocios como otras
(universidades), a experimentar nuevas formas de organización. En el futuro se
enfrentarán a la definición de nuevas estructuras y nuevas tareas para la alta dirección.
Otro aspecto que tendrá que tenerse en cuenta, en la nueva sociedad del conocimiento,
es el trabajo con asociados, no subordinados, lo que obligará a replantearse toda la
administración de personal, personal que además será predominantemente mayor, no
joven.
Es curioso que, en los últimos años, la literatura especializada (revistas de avanzada) no
se haya preocupado del problema teórico de reflexionar sobre la nueva manera de
enfocar la administración y, por consiguiente, su enseñanza.
Si exceptuamos casos como el de Drucker, su preocupación ha sido más inmediata: qué
hacer para administrar mejor en las actuales circunstancias, especialmente ante el
fenómeno de la globalización de los mercados, la crisis económica actual, y la tremenda
competencia que exige a los empresarios dar respuesta inmediata a los retos que se les
presentan.
Pero el futuro se está gestando hoy, y requerimos profundizar estudios teóricos que nos
permitan hacer frente a esos retos futuros.

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