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001 - El águila, el cuervo y el pastor

Lanzándose desde una cima, un águila arrebató a


un corderito.

La vio un cuervo y tratando de imitar al águila, se


lanzó sobre un carnero, pero con tan mal
conocimiento en el arte que sus garras se
enredaron en la lana, y batiendo al máximo sus
alas no logró soltarse.

Viendo el pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y


cortando las puntas de sus alas, se lo llevó a sus niños.

Le preguntaron sus hijos acerca de que clase de ave era aquella, y les dijo:

- Para mí, sólo es un cuervo; pero él, se cree águila.

Pon tu esfuerzo y dedicación en lo que realmente estás


preparado, no en lo que no te corresponde.

002 - El águila y el escarabajo


Estaba una liebre siendo perseguida por un águila, y
viéndose perdida pidió ayuda a un escarabajo,
suplicándole que le salvara.

Le pidió el escarabajo al águila que perdonara a su


amiga. Pero el águila, despreciando la insignificancia
del escarabajo, devoró a la liebre en su presencia.

Desde entonces, buscando vengarse, el escarabajo observaba los


lugares donde el águila ponía sus huevos, y haciéndolos rodar, los
tiraba a tierra. Viéndose el águila echada del lugar a donde quiera que
fuera, recurrió a Zeus pidiéndole un lugar seguro para depositar sus
futuros pequeñuelos.

Le ofreció Zeus colocarlos en su regazo, pero el escarabajo, viendo la


táctica escapatoria, hizo una bolita de barro, voló y la dejó caer sobre
el regazo de Zeus. Se levantó entonces Zeus para sacudirse aquella
suciedad, y tiró por tierra los huevos sin darse cuenta. Por eso desde
entonces, las águilas no ponen huevos en la época en que salen a
volar los escarabajos.

Nunca desprecies lo que parece insignificante, pues no hay


ser tan débil que no pueda alcanzarte.

El águila de ala cortada y la zorra


Cierto día un hombre capturó a un águila, le cortó sus alas y la soltó en el corral junto
con todas sus gallinas. Apenada, el águila, quien fuera poderosa, bajaba la cabeza y
pasaba sin comer: se sentía como una reina encarcelada.

Pasó otro hombre que la vio, le gustó y decidió comprarla. Le arrancó las plumas
cortadas y se las hizo crecer de nuevo. Repuesta el águila de sus alas, alzó vuelo,
apresó a una liebre para llevársela en agradecimiento a su liberador.

La vio una zorra y maliciosamente la mal aconsejaba diciéndole:

--No le lleves la liebre al que te liberó, sino al que te capturó; pues el que te liberó ya
es bueno sin más estímulo. Procura más bien ablandar al otro, no vaya a atraparte de
nuevo y te arranque completamente las alas.-

Siempre corresponde generosamente con tus bienhechores,


y por prudencia mantente alejado de los malvados que
insinúan hacer lo incorrecto.
Puntualidad
Puntualidad es una actitud humana considerada en muchas sociedades como la virtud
de coordinarse cronológicamente para cumplir una tarea requerida o satisfacer una
obligación antes o en un plazo anteriormente comprometido o hecho a otra persona.
Algunas culturas tienen sobreentendido que los plazos reales son diferentes de plazos
indicados. Por ejemplo, en una cultura particular puede ser entendido que la gente
llegará una hora de más tarde de lo anunciado. En este caso, puesto que cada uno
entiende que una reunión a las 9 am comenzará realmente alrededor de las 10 am,
nadie se incomodará cuando todo el mundo aparezca a las 10 am.
En las culturas que valoran puntualidad, retrasarse es lo mismo que demostrar
desprecio por el tiempo de otra persona y se puede considerar un insulto. En tales
casos, la puntualidad se puede hacer cumplir por penas sociales, por ejemplo
excluyendo enteramente a los que llegan más tarde de las reuniones.El valor de la
puntualidad es la disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestras obligaciones: una
cita del trabajo, una reunión de amigos, un compromiso de la oficina, un trabajo
pendiente por entregar.
El valor de la puntualidad es necesario para dotar a nuestra personalidad de carácter,
orden y eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de realizar
más actividades, desempeñar mejor nuestro trabajo, ser merecedores de confianza. La
falta de puntualidad habla por sí misma, de ahí se deduce con facilidad la escasa o nula
organización de nuestro tiempo, de planeación en nuestras actividades.

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