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Fundamentos
Razones de interés público y de interés privado, motivos de economía funcional, presunciones e mayor o
menor capacidad técnica o de aptitud psíquica, necesidades de orden, comodidades de prueba, criterios de
garantía y de una equitativa facilitación defensiva, etc., han inducido al Estado a limitar el ejercicio de la
potestad jurisdiccional, dentro de ciertos límites, mediante la reglamentación de la competencia de cada una
de las categorías de los jueces, de cada una de las sedes jurisdiccionales, de cada uno de los jueces
impersonalmente considerados.
Variados son los efectos benéficos que emergen de la limitación de la potestad jurisdiccional, por ejemplo, se
evita que los asuntos más graves puedan ser decididos por jueces menos expertos o menos idóneos; que se
dicten en forma simultánea o sucesiva sobre un mismo asunto varias resoluciones; que se produzca un
perjudicial dispendio de dinero; que surjan menos conflictos, etc. Estos efectos positivos, se contraponen a
uno que de ordinario produce la nulidad, y da lugar, por tanto, a motivo de impugnación (Art. 551 No. 1º. Pr.
Pn).[6]
En consecuencia, el fundamento de las distintas competencias, se encuentra en la aspiración de obtener una
mejor, rápida, económica y cumplida administración de justicia y, desde luego, una mayor capacidad técnica
de los jueces que la administran. De esa manera -señala Levene- " La competencia territorial evita que el juez
y las partes tengan que trasladarse a largas distancias; la competencia por razón de la materia permite la
división del trabajo y resuelve el problema de la complejidad cada vez mayor del orden jurídico; los asuntos
más graves son resueltos por jueces más idóneos, se economiza energía funcional y gastos, etc.".
Criterios de la competencia
Ya se mencionó, que, hipotéticamente, hoy en día es imposible que el ejercicio jurisdiccional pueda
concentrarse en una sola persona, como en la antigüedad o en su origen pudo serlo. La complejidad de las
relaciones sociales que dan origen a vinculaciones jurídicas es una de las causas que hace surgir, por un
lado, la división de la competencia y, de otro, la necesidad de una mejor organización de la administración de
justicia. Estos hechos, sustancialmente son los que han dado origen, tradicionalmente, a señalar criterios para
determinar la división de la competencia, como por razón de la materia, por razón del territorio, por razón de la
conexión, por razón del grado, por razón del valor o la cuantía, entre otros.
Si bien hay un criterio unánime en cuanto a la unidad de la jurisdicción, pues uno solo es el fin que se
persigue con ella, por varias causas han ido surgiendo las distintas competencias, pretendiéndose con las
mismas una mejor garantía de los asuntos que se discuten.
Desde una perspectiva general, el complejo elenco de las relacione jurídicas, exige la especialización de los
órganos jurisdiccionales, ya que es diferente resolver un conflicto de orden penal (para lo cual se requieren,
además de los jurídicos, conocimientos psicológicos, antropológicos y sociológicos, es decir, técnicos), en el
cual el factor humano no cuenta ante la frialdad documental para aplicar el Derecho.
En doctrina[7]y en nuestro Derecho Positivo Vigente,[8] se suelen señalar tres criterios para determinar la
competencia, los cuales son: competencia por razón de la materia (competentia ratione materiae),
competencia por razón del territorio (competentia ratione loci o forum) y competencia por conexión (forum
conexitatis).
Veremos entonces en este informe, el estudio de esa forma tripartita de clasificar o dividir la competencia, sin
perjuicio e hacer mención de otras denominaciones siempre referidas a los criterios para la determinación de
la competencia que son también tres: el criterio objetivo, el criterio funcional y el criterio territorial.