CAPITULO 3
Los escenarios de la intervencién.
Una mirada metodolégica
Las cartografias sociales y el territorio de Ia inter-
vencién
La intervencién en lo social tiene un 4mbito espacial
(que va siendo definido segiin la singularidad de cada cir-
cunstancia, problema o demanda a partir de los cuales se
construye. Ese espacio, lugar en que la intervencién se
desarrolla, toma la forma de “escenario”. Los escenarios
se hallan dentro de diferentes territorios que los contie~
nen y son atravesados por distmiles formas de inscrip-
cién de los problemas sociales que, en tanto marcas
objetivas y subjetivas de éstos, pueden ser analizadas
desde diferentes expresiones de las “cartografias socia~
les”,
En el proceso de intervencién se construyen diversos
didlogos entre cartografias, escenario y territorio, que
derivan en formas diversas de produccién de subjetivi-
dades. La subjetividad, asi entendida, se construye y
deconstruye en un movimiento que se expresa en el pro-
pio devenir de la cultura, de la cotidianeidad, de una
‘compleja trama mévil de significaciones, signada, en
este caso, por la nocién de problema social que, en defi-% Alfredo M. Cerballeda
nitiva, convoca 2 a intervencién. Ese movimiento, como
proceso, es observable en la relacién entre territorio y
escenario, tanto desde lz vida cotidiana, como en las
narraciones que se generan en los espacios de interven-
cién, y en las diferentes formas en que los actores socia-
les se expresan dentro de canales formales e informales.
or otra parte, la intervencién, al ser ella misma una
productora de subjetividad, aportz construcciones dis-
cursivas, formas de comprender y explicar segin una
direccionalidad definida y organizada. Es decir, a inter-
vencién designa, nombra, califica y, de hecho, le da una
forma definida a las cuestiones sobre las cuales acti,
dentro de un “orden”, una l6gica precisa que se va cons-
truyendo a través de diferentes formas de relacién con
el otro, el contexto, el escenario, el territorio y las car
tografias sociales. Esta direccién y orden serén diferen-
tes segiin los marcos te6rico conceptuales que se utili-
cen, los postulados ideolégicos y las influencias de la
época de quien interviene.
La nocién de cartografia permite mostrar los dife-
rentes recorridos temiticos 0 argumentales que atravie~
san los territorios de la intervencién, entendiéndolos
como continentes de sus distintos escenarios. Por ejem-
plo, es posible trazar una cartografia del “confflicto con
Ih ley” como demanda de intervencién en diversos
aspectos como el anilisis de sus formas iniciéticas, ritua~
les, procesos de estigmatizacién, inscripciones en el
‘cuerpo, marcas institucionales, experiencias, pedidos de
ayuda, vulneracién de derechos y conformacién de
cédigos. Otro ejemplo de la aplicacién de esta nocién en
cel campo de Ia drogadiccién es: “El trazado de una car
tografia del consumo de sustancias es: inicio, ritos de
consumo, desencadenante de pedidos de asistencia,
cexperiencias de tratamiento, etoétera” (Bataglia, Raiden,
2008).
“
Las exenarias dela intervencién. Una mirada metadoligica 77
En definitiva, la cartografia social da cuenta de una
posibilidad de acceso: desde la produccién de subjetivi-
dad dentro de un territorio definido hasta la expresi6n
singular de ésta en el escenario de Ja intervencién.
“También la cartografia es la representacién de un mapa
de los elementos imaginarios y simbélicos de la ciudad,
un mapa orientado, en definitiva, hacia las areas teméti-
‘eas que se construyen en Ia demanda de intervenci
‘Ese mapa se escribe en un tetritorio.
EL territorio, especialmente partir de la moderni-
dad, es la ciudad, lo que ella representa, lo que la cons-
tituye desde su construccién imaginaria, sus paisajes,
edificaciones, los usos sociales de éstos y el contenido
simbélico de sus instituciones. El territorio es, entonces,
el espacio habitado, donde Is historia dialoga con el pre~
sente y permite a partir de reminiscencias construir una
idea. de futuro o incertidumbre. All{ el territorio se
transforma en un “lugar” delimitado por lo real, lo ima-
ginario y lo simbélico. Esa delimitacién marca los bor~
des que encierran al territorio en sf mismo; pero, como
tales, esas orillas estén en constante movimiento.
Los limites del territorio tienen un importante com-
ponente subjetivo ya que son, en definitiva, inscripeio-
nes de la cultura y Ia historia, y se entrelazan estrecha-
mente con la biografia de cada habitante de la ciudad.
En los limites es donde comienza a construirse Ia rela
cién entre territorio identidad en la esfera de cada
sujeto.
En el campo de la intervenci6n conviven dos formas,
de definir y delimitar los territorios. La primera se
expresa en mapas oficiales, catastros, areas programéti-
cas, nomenclatures. La segunda forma de construecién
del territorio y sus mérgenes es partiendo de las propias
simbolizaciones de sus habitantes. Asi, el tertitorio y el
escenario de intervencién son definidos, en parte, por la* Alfredo J.M. Carballeda
palabra, el discurso, la nominacién que ese “otro” hace
del lugar y sus componentes. En esa definicién también
se introduce el paisaje y sus significeciones como ele-
mentos extradiscursivos. De este modo, la mirada junto
con la palabra ratifican Ia pertenencia, promueven 2s0-
ciaciones y formas del enguaje en las que el territorio
“habla” para convertirse en text.
En otras palabras, la ciudad, en tanto tertitorio, se
constituye como una compleja trama simbélica en per-
‘manente movimiento y construccién de subjetividad. La
ciudad, al igual que el barrio como escenario, son textos
para ser lefdos, escrituras que hablan de las construccio-
nes simbélicas de quienes los habitan, de cémo se cons-
truye el sentido de la vida cotidiana desde la cimenta-
ccién de significados hasta la resolucién de problemas
pricticos. La intervencién puede dar cuenta de esas
cuestiones desde diferentes Angulos. Por ejemplo, en el
desarrollo de entrevistas domiciliarias, las viviendas fun-
cionan como textos que pueden ser lefdos y develados,
“hablan” de las caracteristicas de sus habitantes, de
‘e6mo construyen y confieren sentido a su cotidianeidad.
El lugar simbélico que ocupa cada habitante de la
vivienda se expresa en ese discurso que se muestra en un
lenguaje propio y singular. De la misma manera, el
barrio donde se ubica esa vivienda exhibe su propio
caricter discursivo a través de las construcciones, las
ccaracteristicas de las casas, l2 fisonomfa de las calles.
‘Una institucién barrial puede, en su arquitectura, hablar
acerca de su historia, de sus particulares, hasta, incluso,
de las formas de organizacién de las que es un emer-
gente.
Estas diferentes tramas simbélicas no son estéticas,
sino que estén en movimiento; @ veces, éste se torna
expansivo; otras, en procesos de retraccién. Los escena~
rios también cambian sus significados a partir de los
Las escenarias dela intervenciin, Una mirade metoelégica 79
acontecimientos que los atraviesan. Lo empitico y lo
imaginario, al encontrarse, generan una serie de inters-
ticios donde a veces el orden empirico influye sobre el
imaginario o viceversa. De este modo se crean espacios,
grietas de significacién que pueden ser comprendidas y
explicadas, sportando de esa forma mis elementos de
anilisis al proceso de la intervencién en lo social.
El territorio, espacio de contencién de los intensa-
‘mente cambiantes escenarios sociales, puede presentar-
se en forma heterogénea, con distintas logicas y, por es0,
requerir diferentes formas de comprensién y explica~
cidn de los problemas sociales. Se trata de escenarios, al
fin, habitados por grupos sociales disimiles en espacios
donde la fragmentacién vineular y la pérdida de lazo
social generan ¢ inscriben en las historias sociales dife-
rentes formas de padecimiento.
Estas amplian, en la préctica, la nocién de cuestién
social; ai, la aproximacién a lo subjetivo permite cono-
cer con mayor profundidad los problemas sociales sobre
Jos que se interviene, incorporando de esta forma més
instrumentos de anslisis y conocimiento. De ahi que la
intervencién comunitaria se aproxima a la nocién de
espacios microsociales y también a la de escenario de
intervenci6n. Estas nociones hacen posible comprender
y explicar las diferentes expresiones de la cuesti6n social
abarcando distintos éngulos, perspectivas y visiones.
La nocién de cartografia social como instrumento
conceptual de Ia intervencién en lo social aporta una
serie de posibilidades de profundizacién de la mirada,
que van desde los recorridos temiticos dentro de los
territorios a partir de la subjetividad de los actores, hasta
I elaboracién de inscripciones concretas de su padeci-
miento en ellos, con la connotacién que genera una
dimensién geogréfica determinada. Las “cartografias
del dolor” muestran més posibilidades de acceso al30 Alfredo FM. Carballeda
padecimiento en su expresién singular y heterogénea,
construyendo nuevos puentes de acceso al actor que se
presenta como “sujeto inesperado” demandando inter-
vencién de diferentes esferas
Estas circunstancias, que hoy son consideradas como
novedoses, se van haciendo visibles, demuestran la nece-
saria elaboracién de estrategias de intervencién desde
practicas, programas y politicas sociales, que tengen en
cuenta Ia nocién de cartografia. Esto tal vez le otorgue
una mayor posibilidad de hacer, de transformar, ahora,
desde la propia esfera del sujeto, desde ese otro a partir
de su singularidad.
La nocién de escenario de intervencién
Los escenarios de intervencién en Jo social pueden ser
entendidos como espacios escénicos cuya conformacién
trasciende limites predeterminados y generan diversas
situaciones de dislogo entre territorio y contexto. El
escenario de intervencién, desde esta perspectiva, con-
tiene, en principio, una conjugacién de diferentes ele-
‘mentos que se expresan en él: implica la existencia de un
texto, de una narrativa que deviene histéricamente, y les
confiere determinados mandatos y papeles a los actores.
El texto proporciona las palabras y significaciones que
expresan la subjetividad de los actores, sefialan los lugares
en los que actiian y se mueven. También: “El escenario de
éta, muchas veces, se presenta como un territorio donde
diferentes formas de saber pujan para apropiarse de espa-
cios del mismo, utilizando las armas que poseen para
lograr su cometido” (Carballeda, 2007a). De esta mane-
ra, Ia palabra es uno de los primeros factores de creacién
de la trama eseénica, tanto en el tel6n como en Ia expli-
caci6n que el otro da como causas de la escena.
Los escenarias dela inservenciin. Una mirada metadolégica $1
Dentro del proceso de intervencién, desde un abor-
deje familiar o institucional, la escena se construye
segiin las diversas tramas que plantean los actores. De
este modo, es posible pensar la existencia de guiones
preestablecidos, de historias que se repiten en contextos
diferentes, atravesados por nuevas significaciones. Una
entrevista 2 una familia, en el marco de una institucién
de salud, puede ser observada como una escena en la
‘que quienes intervienen y quienes demandan le inter-
vencién juegan papeles preestablecidos tanto en la pre-
sentacién del problema como en las posibles respuestas.
La utilizacién de lz dimensién teatral como instru-
mento de andlisis de la intervencién puede aportar nue
vvas formas de accesos a la singularidad y al padecimien-
to, especialmente en el contexto actual, en el que lo
imprevisible straviesa todo el proceso de intervencién.
Por eso, las preguntas o respuestas inesperadas alteran
Jos guiones preestablecidos, escritos en la historicidad
de las partes, y les confiere identidad, pertenencia y,
‘especialmente, sentido. En otras palabras, las narrativas
que se escuchan en los procesos de intervencién estin
tamizadas por la historia previa de quien demanda y de
quien interviene. Las circunstancias ocurridas en las
iiltimas décadas generan situaciones de “azoramiento”
frente a situaciones y papeles imprevistos que generan
dificultades para comprender y explicar aquello que se
demanda como acontecimiento. La palabra “teatro”
viene del griego theatrén, que significa lugar para con-
templar, espacio de representacidn de historias frente a
una audiencia. Esa representacién utiliza diversos len-
‘guajes; se expresa a través de la palabra, el cuerpo, 1
vestimenta, la propia escenografa
Los escenarios actuales muestran representaciones y
escenas que son muchas veces inesperadas. Desde Ia
perspectiva moderna de la intervencién, ahora la escena2 Alfredo JM. Carballeda
esté montada para audiencias y miradas expertas, es
decir, se cierra o retrae hacia esa forma de presentacién,
Jo que implica un nuevo plano de complejidad. Las pala-
bras y las escenas que se describen se adaptan a las nece~
sidades de la mirada experta; se relata en un lenguaje
que exige ser comprendido para ser escuchado por ese
otro que posee el saber, aunque la realidad esti atrave-
sada por influencias contextuales, histdricas e ideolégi-
cas y por las caracteristicas de la misma. Esta es media
tizada por una forma de expresién que se acomoda al
espacio, al escenario de la intervencién, para que pueda
ser comprendida y justificada por quien exhibe el poder
de intervenir sobre el problema que se presenta. De alli
Ja importancia de reconocer la presencia de estos facto-
res como condicionantes de la intervencién. Este reco-
nocimiento se hace més accesible en la utilizaci6n de la
nocién de escenario de intervencién.
Es decir que se interviene, muchas veces, en el olvi-
do de que existe un “detris de la escena” que, no por ser
invisible deja de condicionarla y construirla. La inter-
vencién, en este aspecto, se presenta como un mecanis-
‘mo que hace ver aquello que esté por detrés, més allé de
su “telén de fondo”.
En el campo de la intervencién estas cuestiones se
expresan de diferente manera. E. Gofiman, las denomi
na “cultura de presentacién’”,’ manifestando que existe
un lenguaje teatral que genera diferentes formas de
interaccién. Ese lenguaje, que puede anclarse en la esce~
1a, es ttil como instrumento de andlisis en dos aspectos:
por un lado, en el conocimiento de Ia profundidad de
esa escena y, por otro, en lo que hay detris de elle. Por
otra parte, en estos nuevos escenarios de intervencién
tuno de los primeros problemas que aparece es la difi-
1. Se toma el concepto de cltre de presentacin de Goffnen (1993).
Los exenaris dela intervencin, Una mirada metodolégia 13
cultad de los actores para cumplir con sus papeles, tal
vvez, pot la desconexién con la historia, con lo colectivo,
con los otros, como producto de relaciones y conexio-
nes que las ihtimas décadas deconstruyeron. Por ejem-
plo, un padre que tiene inconvenientes para cumplir eon
su papel, por razones que le son ajenas pero que lo atra~
viesan desde el contexto, altera la trama, el guiéa y la
escena familiar. Bsas circunstancias, si bien “externas”,
impactan en su situaci6n, lo construyen como sujeto
frente a s{ mismo y los otros. Y también atraviesan a la
intervencién; expresan, a veces formas ahogadas de la
desesperacién, de la desesperanza, que estin all, detras
de las demandas clésicas.
Tal dificultad de orden social y contextual para acce-
der y poner en préctica diferentes guiones que se pre-
sentan como mandato histérico social en su desarrollo,
implica y construye una serie de cuestiones que se edifi-
can desde el padecimiento subjetivo. Desde alli dialogan
estrechamente con las probleméticas sociales eomplejas,
y profundizan de esta forma una relacién mas imbrica-
ae intensa con el contexto.
‘También, el escenario de la intervencién puede ser
entendido como el espacio microsocial donde ésta se
construye y desarrolla. Asi, el andlisis de todos los ele
mentos de la escena apunta a discernir de manera siste-
matica sus diferentes dispositivos, especialmente a par-
tir de sus significaciones.
Aqui surge la nocién de elementos escénicos, que
permite atribuir a cada componente de la escena de la
intervencién esa caracteristica de modo de hacer posible
un anélisis més pormenorizado de cada uno de ellos. Por
ejemplo, en una intervencién grupal vinculada con vio-
Iencia doméstica, cada atributo visible puede ser enten-
dido como un elemento escénico. Entonces, es posible
conocer en profundidad, desde la posicién de cada uno“ Alfredo JM. Carballeda
de los integrantes durante el transcurso de la dinémica
grupal, su lenguaje corporal, su vestimenta, el lugar
donde se realiza, la posicién del coordinador y las esce-
nas que ceda miembro del grupo aporta al desarrollo de
Ja intervencién. Cada puesta en escena, en tanto cons-
truccién de una trama narrative y discursiva, posee sus
propias caracteristicas, en este caso, signadas por las
diferentes expresiones de la cuestidn social en un diélo-
go entre escenario y contexto. También pueden consi
derarse elementos escénicos las representaciones socia~
les del problema sobre el que se esti interviniendo, y
‘que atraviesan las escenas que cada integrante del grupo
porta
En otras circunstancias, también es posible penser los
‘elementos escénicos en el espacio de la intervencién a
través de las representaciones sociales. Por ejemplo,
alguien demanda un tratamiento en el campo de las
adicciones, el impacto de la representacién social del
‘tema en Ja esfera de ese mismo sujeto es también un ele-
mento escénico en el que también se pone en juego la
cartografia social del problema que se esté abordando.
Los elementos eseénicos en el escenario de la inter-
vencién, por ota parte, se vinculan con las politicas
sociales relacionadas con el tema desde el que se esté
demandando. En este punto, las formas de la politica
social, su horizonte y sentido son un componente clave
dela escena, a tal punto que la condicionan y direccionan.
Otro punto que se debe analizar como elemento
escénico es Ia “cultura” de presentacién (tanto del suje-
to como de quienes intervienen), la “presentacién insti-
tucional”,’ Jas posibilidades de resolucién en tanto
2, Se entende por presentcin inttional 1s forms en que as ins-
sitalones, prises, profeviones s peraben 2 sf mismasy son percbides