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Comentario a El enigma multicultural de Gerd Baumann

1.- Síntesis y principales ideas


En este texto Baumann analiza lo que él llama “triangulo multicultural”. Podríamos
definir este concepto como la triada de elementos que determinan en el mundo moderno la
concepción de la cultura. Estos tres factores son: El Estado-nación, la etnicidad (como base de
la concepción de la cultura) y la religión. Para el autor todo debate acerca de la creación de una
nación, de la etnicidad que le es propia a un grupo o de la diferencia cultural que determina a
una comunidad, coloca inevitablemente en su centro la idea de cultura.
El Estado-nación, nos dirá Baumann, es básicamente el resultado de la confluencia de
dos fuerzas distintas: un proyecto racionalista en busca de un objetivo especifico y de una
eficacia determinada; y un proyecto romántico que plantea a los “sentimientos” como base de
la acción social. Este Estado-nación se constituyó históricamente a partir del siglo XV (y en
adelante) con el motivo de centralizar legítimamente el poder en un determinado territorio,
empleándolo para la expansión y organización de la economía. Por otro lado, ya desde su inicio
el Estado estuvo afectado de una cierta ambigüedad de tipo romántico que fue formalizada
posteriormente en los escritos de Herder. El resultado de esta influencia romántica se
materializa en el impulso por pensar el desarrollo estatal como consecuencia lógica de la
existencia de una etnia homogénea.
Este último punto sintoniza parcialmente con el segundo elemento del triángulo: la
etnicidad como base del pensamiento cultural. Baumann apunta a que el desarrollo de las
nociones del etno-nacionalismo fue tardío y que para el siglo XIX (momento en el que surge)
ya se llevaba un par de siglos bajo el dominio de burocracias centralizadas. Sin embargo, la
aparición de tal concepto resultara definitivo para el curso programático del Estado moderno.
Es justamente acá donde aparece el tercer elemento del triángulo: la religión. Cuando el
fundamento sentimental del etnicismo llega a ser central en la disposición racional del Estado,
este adquiere un matiz religioso en el que se cultiva una serie de lealtades absolutas y
oficialmente determinadas. Aunque para Baumann el proyecto del Estado moderno fue siempre
post-étnico o supra-étnico, en el sentido de que trataba de superar los conflictos étnicos de base
en favor de la creación de una comunidad de derecho más amplia, en esta nueva situación
religiosa que corresponde al nacionalismo, el Estado pretende “ser étnico en su origen, post-
étnico en sus derechos civiles y supra-étnico en su concepción de lo nacional”. Es sobre tal
trasfondo que se juegan las pulsiones entre culturas hegemónicas y culturas subalternas al
interior de los Estados.
2. Aporte del texto a la comprensión del tema general del multiculturalismo y la
interculturalidad
El texto realiza una aportación fundamental para entender la forma en la que se
consolida el “nacionalismo” (a modo de una religión) en el transcurso de la modernidad. Así
se nos permite entender la faceta “ilustrada” del monopolio de la violencia estatal como ya
visible en los monarcas absolutos (siglos XIV y XVII) y el tema del determinismo étnico como
una circunstancia posterior (no anterior al siglo XIX). Estos dos elementos son básicamente
sintetizados como fuerzas históricas en la pseudo-religión del nacionalismo. Es en este punto
que se nos abre, a partir de la reflexión de Baumann, un amplio margen para considerar la
constitución de culturas hegemónicos y, por consiguiente, la aparición simultanea de una serie
de grupos que quedan sujetos a una situación de marginalidad.
En tal sentido, para el autor, el multiculturalismo es un tema que debe considerar las
relaciones asimétricas en las que, respecto del poder, se hallan las diferentes culturas. La
historia del Estado moderno nos permite pensar que en su propósito de control sobre la
violencia legítima se han entrometido fuerzas de origen distinto que terminan monopolizando
la potestad estatal en torno a proyectos de hegemonía de tipo cultural. En tales términos, lo que
el autor hace es básicamente invitarnos a considerar que las dinámicas de la existencia cultural
van aparejadas con el juego de fuerzas en el que se constituye una determinada hegemonía en
torno al Estado.
Podríamos decir que hay, de esta forma, un notable “aterrizaje” de los conceptos de la
interculturalidad y el multiculturalismo en la obra de Baumann. El autor intenta llevarnos a
pensar tales nociones en el marco de la racionalidad política que caracteriza a los Estados-
nación. Así, podemos considerar que su reflexión incorpora la perspectiva del poder
institucional al tratamiento de la cultura.
3. Aportes y opinión personal
Personalmente encontré el texto de Baumann como un aporte valiosísimo para pensar
tanto la cultura como las relaciones de interculturalidad entre grupos diversos. Considero que
la ampliación histórica que se puede contribuir desde sud-américa en torno a la lectura de los
procesos descritos por el autor es muy importante. Por ejemplo, Baumann reserva el nombre
de “etno-nacionalismo” a un determinado proceso de determinismo étnico observado durante
el siglo XIX. Es evidente que, en ese sentido, está refiriendo al proceso “nacionalista” que
surgió en Europa en el último tercio del siglo XIX con motivo de la expansión imperialista. Al
igual que otros autores, Baumann asigna a este momento histórico la aparición del concepto de
“raza” y, consecuentemente, del racismo como lógica estatal. Sin embargo, hay un antecedente
“racista” al menos un par de siglos más antiguo: el de la empresa colonial que enfrentó a Europa
con la realidad de las tribus y civilizaciones americanas. Esta experiencia concreta puede
permitir una ampliación de las reflexiones en torno a la relación de la etnicidad con el poder,
mucho más si se considera el rol central jugado por la iglesia católica en la empresa colonia y
la consiguiente aura religiosa del binomio poder-cultura.

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