Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
La industria musical tomaba una forma más clara, el resto fue cuestión de tiempo:
amplificadores y micrófonos para cada instrumento, los distintos formatos del disco
de vinyl, el tocadiscos, los cassette, los discos compactos y toda la evolución que
nos lleva a almacenar gran cantidad de música en aparatos cada vez más
pequeños y compatibles. La industria musical ha tenido que adaptarse, tras cada
mini-era tecnológica, a los desafíos que plantea la competencia: la capacidad de
adaptarse a las formas de consumo de los usuarios determinarán el éxito, a veces
sin importar la calidad musical.
Hoy en día estamos enfrentando una nueva etapa entre los gustos heterogéneos
del vasto público de la música: el streaming y el envío de información digital están
sentenciando, poco a poco, la muerte del disco compacto… ¡el cual se niega a
morir! ¿Por qué? Por los mismos fans, sí: la música como parte esencial de la vida
de una persona, combina de forma similar el gusto (la emoción) con la razón. Es
por eso que muchas personas, frente a su artista favorito, tienen conductas
curiosas de consumo: Compran sus discos, los atesoran y coleccionan como algo
sagrado; sin embargo, terminan –de todos modos- descargando, comprando o
transfiriendo la música a formatos digitales, dejando al disco para “ocasiones
especiales” o simple colección. Cualquiera podría decir que, es mejor, ahorrar un
poco de dinero si se tiene la misma experiencia gracias a lo digital. Pero la
mayoría se niega: no en vano, las cuantiosas ventas en Spotify e iTunes aún no
son capaces de relevar la importancia de la venta de discos para las listas… ¡y
aún no se detiene la venta e intercambio de discos de vinyl en mercados vintage!
El streaming está haciendo de las suyas para salvar la industria: las cifras
comunicadas por la Recording Industry Association of America (RIAA), en 2015,
demuestra que en 5 años la escucha online pasó de un volumen de negocios de
7% a 34,3%, lo cual se traduce en tan solo 2.400 millones de dólares durante
2015. Por su parte, escuchar música de libre acceso, con publicidad, también
registra un alza constante (+31 %), las radios por Internet crecieron solo 3%.
Resulta difícil señalar que estas innovaciones tendrán un cambio significativo para
esta era digital, pero, sin duda, permiten reflexionar sobre cómo la postmodernidad
no sentencia a muerte tecnologías “caducadas”. Todo lo contrario, las usa,
reorganiza y exhibe a gusto del consumidor y sus exigencias.
¿Hacia dónde vamos? Modelos de negocio cada vez más sofisticados y prácticos:
vídeos en 360, plataformas interactivas, mayor auge de escuelas virtuales, de
grabaciones y eventos musicales a distancia, sintetizadores de bolsillo,
aplicaciones para componer o mezclar, DJs con tablets y, no menos importante,
la desmitificación del artista, gracias a las redes sociales: tu artista favorito cada
vez más cerca gracias a un íntimo encuentro digital con sus fans. Y ustedes,
¿adónde creen qué nos llevará la tecnología?