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El Mundo Espiritual: Astarot

“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades,
contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes.”
Efesios 6:12

En el estudio introductorio sobre el mundo espiritual, hablé sobre las diferentes clases de espíritus.
En esta ocasión estaremos estudiando al ángel caído que tomó por nombre Astarot. Todos los dioses
paganos son, en realidad, espíritus inmundos al servicio de Lucifer. Los ángeles, al ser espíritus,
tienen poder, aunque el de ellos sea menos que el de Dios. Es por esto que aquellos siervos de las
tinieblas pueden ostentar poderes espirituales sobrenaturales. Pero, reitero, que no hay poder sobre
el nombre de Jesucristo, y que el Espíritu Santo es sobre cualquier otro espíritu.

Antes de entrar en los ejemplos bíblicos de Astarot, primero observemos quien es. Astarot es un
príncipe de las tinieblas, según la religión Fenicia. El dios Astarot tiene como contraparte a la diosa
Astarte, quién se relaciona a la fertilidad, sexualidad, y a la guerra. El símbolo usado en el culto a
Astarot es una estrella encasillada en un círculo con el nombre de Astarot entre medio de ese primer
círculo y un segundo círculo. Según textos medievales, Astarot es un demonio de vanidad,
razonamiento filosófico propio, y vagancia. Es decir, Astarot influencia a los hombres a mantenerse
en el egocentrismo propio, y sus influencias evitan que el hombre mire hacia Dios para buscar la
solución.

El mero hecho de que es considerado un príncipe de las tinieblas nos indica que el demonio Astarot
es un demonio de alta jerarquía. Según textos cabalísticos judaicos, o sea, los judíos que practican el
ocultismo, Astarot es considerado un arcángel caído, demostrando que el espíritu inmundo que
estamos considerando es, en sí, de alta jerarquía.

Su importancia es tal, que la biblia registra que los hijos de Israel fueron engañados a darle culto a
este demonio.

La primera instancia que vemos a Astarot mencionado en la biblia es en Jueces 2:11-14:

“Después los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales.
Dejaron a Jehová el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y se fueron
tras otros dioses, los dioses de los pueblos que estaban en sus alrededores, a los cuales adoraron; y
provocaron a ira a Jehová. Y dejaron a Jehová, y adoraron a Baal y a Astarot. Y se encendió contra
Israel el furor de Jehová, el cual los entregó en manos de robadores que los despojaron, y los
vendió en mano de sus enemigos de alrededor; y no pudieron ya hacer frente a sus enemigos.”

Aunque estaremos presentando un estudio aparte sobre Baal, es importante notar que Baal es un
nombre de Satanás. Por ende, la asociación bíblica al poner a Astarot, tras el nombre de Baal, es
importante. Denomina que Astarot es de importancia en la jerarquía copiada por Lucifer.

Es importante recalcar que toda adoración a dioses paganos es adoración a espíritus inmundos.

Veamos otros ejemplos de la consecuencia de adoración de Astarot en la biblia. Consideremos ahora


1 de Samuel 7: 3-4: “Habló Samuel a toda la casa de Israel, diciendo: Si de todo vuestro corazón
os volvéis a Jehová, quitad los dioses ajenos y a Astarot de entre vosotros, y preparad vuestro
corazón a Jehová, y sólo a él servid, y os librará de la mano de los filisteos. Entonces los hijos de
Israel quitaron a los baales y a Astarot, y sirvieron sólo a Jehová.”

Nuevamente vemos que se enfatiza la figura de Astarot en el pasaje bíblico, debido a la importancia
y nivel jerárquico que tenía este demonio en Israel. Una y otra vez, vemos que la adoración a este
“dios” es respondida con la separación del hombre de la protección que Dios otorga. La adoración a
cualquier demonio conlleva la esclavización del individuo.

Tal y como la nación de Israel fue sometida a diferentes adversidades, así mismo el individuo que le
da tributo a cualquier demonio será cautivo por esa potestad. En este caso, Astarot cautiva a los
hombres, hombres y mujeres, con el egocentrismo. Cuando una persona cree que no necesita nada
más que ellos mismos, crean de sí mismos la falsedad de que ellos pueden ser dioses. El mismo
pecado que cometió Satanás, al querer reemplazar a Dios.

Según la Real Academia Española, vanidad significa: Falto de realidad, sustancia o entidad;
arrogancia, presunción, envanecimiento.

2 Reyes 17: 13-15: “Jehová amonestó entonces a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y
de todos los videntes, diciendo: Volveos de vuestros malos caminos, y guardad mis mandamientos y
mis ordenanzas, conforme a todas las leyes que yo prescribí a vuestros padres, y que os he enviado
por medio de mis siervos los profetas.”

“Mas ellos no obedecieron, antes endurecieron su cerviz, como la cerviz de sus padres, los cuales
no creyeron en Jehová su Dios.”

“Y desecharon sus estatutos, y el pacto que él había hecho con sus padres, y los testimonios que él
había prescrito a ellos; y siguieron la vanidad, y se hicieron vanos, y fueron en pos de las naciones
que estaban alrededor de ellos, de las cuales Jehová les había mandado que no hiciesen a la
manera de ellas.”

En este pasaje vemos que la vanidad, o el egocentrismo (RAE: Exagerada exaltación de la propia
personalidad, hasta considerarla como centro de la atención y actividad generales.), causan que
desobedezcamos a Dios, apartándonos de los propósitos que Dios tiene para con nosotros.

La vanidad es una fuerza que todo cristiano tiene que mantenerse alerta en contra. Pues hasta
Salomón, quien es considerado uno de los reyes más sabios, cayó en las tentaciones de Astarot.
1 de Reyes 11: 4-6 “Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses
ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David.
Porque Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los
amonitas. E hizo Salomón lo malo ante los ojos de Jehová, y no siguió cumplidamente a Jehová
como David su padre.”

El mismo Salomón, luego de recapacitar tras tornarse a Astarot, advierte en Eclesiastés 1:2-3
“Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho
tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?”

Debemos pues no afanarnos por nada en este mundo, y solo enfocarnos en hacer la voluntad de
Dios.

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