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Vehiller D’windt
Seminario Evangélico de Caracas
MODELO DE PREDICACIÓN EXPOSITIVA DE HADDON ROBINSON Y
SU IMPORTANCIA EN EL ESTUDIO Y PRÁCTICA DE LA HOMILÉTICA
RESUMEN
El presente artículo tiene como objetivo examinar y poner de relieve el modelo de
predicación expositiva de Haddon Robinson, uno de los más influyentes maestros de la
predicación de nuestro tiempo en idioma inglés, dentro del desarrollo que ha tenido la
homilética, desde finales del siglo XIX hasta la fecha. Se estudian y dan ejemplos de las
etapas que componen el modelo. Se proponen guías prácticas para su aprendizaje y una
aplicación mas sintetizada del mismo, dentro del marco de una predicación formal. Este
escrito, de índole teórico-documental, busca concientizar sobre la importancia suprema de
este método de predicación y su énfasis en la idea central y el apego a la Biblia como base
autoritativa del sermón desde su concepción y desarrollo, hasta su presentación ante la
audiencia.
Palabras clave: homilética, sermón, idea central, predicación expositiva
ABSTRACT
The purpose of this article is to examine and highlight the model of expository preaching by
Haddon Robinson, one of the most influential preachers of our time in English., within the
development that homiletics has had since the end of the 19th century to date. Examples
of the stages that make up the model are studied and provided. In addition, practical guides
are proposed for their learning and a more synthesized application of the same, within the
framework of a formal preaching. This writing, of a theoretical-documentary nature, seeks
to raise awareness about the supreme importance of this method of preaching and its
emphasis on the central idea and the attachment to the Bible as the authoritative basis of
the sermon from its conception and development, to its presentation to the audience.
Para aquellos que desean predicar la Palabra de forma precisa y poderosa porque
entienden la responsabilidad de no hacer nada menos; para aquellos que desean
enfrentar al juez en el día del juicio y experimentar el agrado del Señor por su
esfuerzo; para aquellos que están ansiosos de permitir que Dios hable su Palabra
directamente por su medio de forma poderosa y desafiante, así como Él la dio; y
para aquellos que deseen ver a las personas transformadas radicalmente y
llevando vidas consagradas, sólo existe la predicación expositiva. (La Predicación,
Cómo Predicar Bíblicamente, p8)
Por todo esto, el sermón expositivo se convierte en una referencia obligada en el estudio
de la homilética y la práctica de la predicación. Es por ello que mi intención aquí, a modo
documental, es estudiar desde el amplio ámbito de la Homilética contemporánea, aspectos
esenciales relacionados con el modelo de predicación expositiva de Haddon Robinson
(1980), uno de los más importantes exponentes de este método, a fin de motivar su práctica
en aquellos predicadores que deseen desarrollar un estilo de sermón que honre la Palabra
de Dios y sea un vehículo de cambio por medio de su Gracia infinita.
Este proceso en la predicación inicia con la Homilética tradicional y los aportes realizados
por John Broadus (1870) en su libro En la preparación y predicación de sermones, el cual
establece los elementos retóricos formales y funcionales para la predicación, tales como:
la introducción, una proposición, una estructura cuidadosamente organizada (incluida la
explicación, el argumento, la ilustración y la aplicación), y una conclusión, la Biblia como
fundamento de todo planteamiento, producto de un estudio hermenéutico, sin cuestionar
su autoridad. El aborde es totalmente deductivo ya que se parte de una premisa o
proposición general y autoritativa la cual es comprobada mediante planteamientos o
puntos de argumentación. Con todo y sus diferentes formas de sermones, es la más
practicada y enseñada dentro del cristianismo. Paulatinamente Robinson (1980) desarrolla
más a fondo este paradigma al hacer un significativo énfasis en la idea central y su apego
al texto bíblico como base del sermón.
Por su parte, Grady Davis (1958) aporta el cambio más importante con la publicación del
libro El Diseño para la predicación, el cual rompió con el enfoque de tradicional de Broadus
al sustituir terminologías estándares como estructura y bosquejo por “diseño” y
“esquema”. Además, introdujo en el sermón nuevas formas tales como: la narrativa, el
lenguaje poético, la forma creativa, el movimiento del pensamiento, y sobre todo la
predicación inductiva. Esto dio pie al comienzo de la Nueva Homilética con la publicación
del texto de Fred Craddock (1971) Sin Autoridad: Ensayos sobre predicación inductiva, cuyo
planteamiento fundamental es pasar de un bosquejo en el que se desarrolla la predicación
desde una premisa inicial y se comprueba por medio de puntos extraídos del texto bíblico,
a una forma de sermón narrativa que describa, a partir de una realidad particular de la
audiencia, aspectos significativos que desembocan en la verdad bíblica, del mismo modo
que lo hace una historia, un cuento o una película.
Es así como el devenir de la homilética en los últimos casi ciento cincuenta años ha pasado
de tener un sermón con un bosquejo bien estructurado, un mensaje claro, con la Biblia
como fundamento autoritativo, a un mensaje coloquial, sin estructura ni idea central, y sin
ninguna autoridad bíblica, colocando por encima la experiencia humana y su natural
tendencia al pecado, con justificación y adaptación a un mundo que está de espalda al
mensaje de Cristo. De allí que, es el modelo de Haddon Robinson el que mantiene al mismo
tiempo, la autoridad bíblica, y la práctica de un mensaje claro, pertinente y que habla a la
audiencia de sus luchas, peligros, promesas y victorias absolutas en Jesucristo, sea cual
fuere la situación, cultura o sociedad en la que se viva.
Cuadro 1
Relación comparativa de los modelos de Robinson y D’windt
La pregunta clave a lo largo de esta parte del proceso es ¿de qué está hablando
exactamente el escritor bíblico? Una vez que se tenga el posible tema, se vuelve al pasaje
y se relaciona aquel con los detalles. Es útil formularse preguntas tales como: ¿Se ajusta el
tema a las partes? ¿Es demasiado amplio? ¿Demasiado limitado? ¿Es el tema una
descripción exacta de lo que habla el pasaje? Robinson sugiere que parafrasear el pasaje
en palabras propias puede ser útil para descubrir su desarrollo. Aunque él aconseja ser
riguroso en el pensamiento para así determinar de manera cuidadosa las relaciones que
hay en el texto, ya sea que la Biblia las afirme explícitamente o no. Durante este proceso
es posible que se altere la idea exegética para que se adapte a las partes del pasaje, pero
advierte que nunca se obligue al texto a ajustarse a las ideas propias del expositor.
Robinson señala que se debe procurar obtener la esencia de la idea exegética y convertirla
en un sermón dinámico y vivo, siguiendo la manera en que se desarrolla la misma. Cuando
el expositor afirma algo, solo se puede hacer cuatro cosas para desarrollar tal afirmación:
puede reafirmarla, explicarla, demostrarla o aplicarla. Al reconocer esto se abre el camino
hacia el desarrollo del sermón. Veamos en qué consiste cada aspecto de la afirmación:
Reafirmar.
Con la reafirmación, el expositor sencillamente afirma la idea con “otras palabras” para
aclararla o grabarla en sus oyentes. Robinson destaca el lugar significativo de la
reafirmación en el paralelismo de la poesía hebrea, en la cual las palabras de dos o más
líneas del texto están directamente relacionadas de alguna manera para que el mensaje
central surja del contexto mayor más que en palabras o frases aisladas.
Sin embargo, esta etapa con frecuencia se hace particularmente difícil para los que están
aprendiendo el método, ya que sólo descubrir la idea exegética se convierte en un gran
desafío por el hecho de la falta de habilidad para analizar, leer entre líneas y conceptualizar
la idea central del pasaje. Es por ello que muy pocos llevan a cabo esta etapa y pasan
directamente a la siguiente.
En esta etapa radica la clave del método de Robinson; aquí el expositor debe revisar la idea
exegética y definirla en la frase más exacta y memorable posible, de modo que se relacione
tanto con la Biblia como con su auditorio, mediante la aplicación de estrategias del mundo
de la publicidad, en donde las ideas no se toman completas, sino que se resumen en lemas.
Es decir, “la idea homilética es la idea exegética dicha de una forma que capte la atención
de la audiencia”. Veamos los siguientes ejemplos:
Cuadro 2
De la idea exegética a la idea homilética
Romanos 6.1-14 Tenemos que comprender que por medio de No podemos vivir como
nuestra unión con Jesucristo en su muerte y antes, porque ya no somos
resurrección hemos muerto a la ley del pecado las personas de antes.
y revivido para la virtud y la santidad.
1 Corintios 8 Con respecto a la carne sacrificada a los ídolos, Cuando se trate de asuntos
Pablo aconsejó a los corintios a actuar morales, sea tolerante y
principalmente en amor, no solo en base del actúe con amor.
conocimiento.
Robinson enfatiza que, si bien la idea homilética surge luego de un estudio profundo del
pasaje y un análisis exhaustivo del auditorio, lograr esa idea y expresarla creativamente es
el paso más difícil en la preparación del sermón. Cuando la idea aflora en la mente del
predicador “clara como una luna llena”, es que ya se tiene el mensaje para predicar. Se
estima que al llegar aquí se ha logrado un importante trecho en la preparación del sermón.
Esto significa tener claro lo que uno espera que ocurra en el oyente como resultado de
escuchar el sermón. Es importante descubrir el propósito que subyace en el pasaje a
predicar, saber por qué escribió esto el autor bíblico y qué efecto esperaba que tuviera en
sus lectores, de ese modo el sermón expositivo alinea su propósito al bíblico. Es así como el
expositor determina lo que Dios quiere lograr a través del sermón en los oyentes de hoy,
dicho de otra manera, poner en palabras la calidad de vida o las buenas obras que tendrían
que resultar de escuchar su sermón.
Para muchos de los nuevos predicadores, el enfoque suele hacerse en el desarrollo del
sermón, la lucha con la coherencia de los puntos, el apego al pasaje bíblico y la relación que
pueda haber entre el título y el resto de la predicación. Es por ello que tanto esta etapa,
como la siguiente, no tienen mucha importancia, y las evaden en su totalidad.
Séptima Etapa: Elección del método para logar el propósito
Las ideas, básicamente, se desarrollan alineadas con los propósitos del sermón. De la misma
manera como cualquier afirmación que hacemos se desarrolla a través de la explicación, la
prueba o la aplicación, también las ideas de los sermones demandan explicación, validación
o aplicación.
Los bosquejos son el esqueleto del pensamiento, y como tal no se debe exponer en una
presentación pública, ya que la audiencia no responde a ideas abstractas, ni se mueve a la
acción por un bosquejo. Si este no se desarrolla, los oyentes no captarán su sentido y
seguirán sin convencerse. Es por esto que se necesita una serie de elementos de apoyo en
el desarrollo del sermón, tales como: reafirmaciones, explicaciones, definiciones, uso de
información objetiva, estadísticas, citas, narraciones e ilustraciones. Con esto el predicador
se apoyará en los recursos argumentativos necesarios para cumplir con el propósito
establecido en su sermón.
La introducción
La introducción le presenta a la congregación la idea y su desarrollo. El oyente recibe
impresiones sobre el predicador que casi siempre determinan si aceptará o no lo que él
diga. Si se presenta nervioso, hostil, o mal preparado, el oyente se verá inclinado a
rechazarlo. Si da la impresión de ser una persona despierta, amigable e interesante percibirá
que es capaz, que tiene una actitud positiva hacia sí mismo y hacia los demás. Algunas
características claves de una buena introducción son:
a) Capta la atención
b) Hace que afloren las necesidades
c) Introduce el cuerpo del sermón
d) Es breve y concreta
e) No promete algo que no dará
f) El humor es útil si se aborda con prudencia y agilidad.
La conclusión
Un predicador inteligente sabe que la conclusión requiere una tremenda preparación. Al
igual que el piloto, el predicador hábil nunca tiene dudas con respecto a dónde y cuándo
aterrizará su sermón. El propósito de la conclusión es --como lo expresa la propia palabra-
cerrar, no es simplemente parar, sino concluir y producir una sensación de finalidad. En ella
se puede usar el resumen, para repasar de nuevo lo predicado y afirmarlo en la mente del
oyente, usar una ilustración emocionante, una cita como elemento argumentativo de peso,
una pregunta, una oración, o una visualización. Pero lo más importante es pasar de hablar
en primera persona plural, donde el predicador se incluye en la situación y perspectiva, a la
posición confortativa del “tú” para llevar al oyente a tomar una decisión frente a lo
planteado en el sermón.
Vemos aquí un bosquejo expositivo basado en una idea central clara (una conciencia de
sumisión como realidad espiritual) la cual es desarrollada por medio de 2 puntos y una serie
de subpuntos, todos derivados del texto bíblico, los cuales sirven de apoyo argumentativo
para el predicador. Y si bien esto no es la predicación, es la base estructural discursiva que
sustentará el sermón, y hasta que no se llega a este nivel de claridad de las ideas le será
imposible al predicador llevar un mensaje coherente a su audiencia.
Esta se considera la etapa que lleva más tiempo, análisis, estudio e imaginación, y aunque
no se puede desestimar el valor de los otros elementos de una predicación (introducción,
conclusión, ilustraciones, citas), este es un esfuerzo que se traducirá en un sermón
concreto, fácil de entender, rico en coherencia, placentero de escuchar y sobre todo,
impregnado de esa verdad bíblica que confronta, consuela y transforma al creyente, lo cual
es el fin último que todo predicador debe lograr con cada predicación.
IDEAS CONCLUSIVAS
El modelo de predicación expositiva de Haddon Robinson resulta muy eficaz para la
elaboración de sermones coherentes y de alto impacto. Permite identificar y asentar la
predicación sobre una sólida idea central. Además, ésta se organiza a través de un bosquejo
sencillo, y se complementa mediante recursos argumentativos tales como: ilustraciones,
comentarios, citas, estadísticas y narraciones, con el fin de cumplir el propósito del sermón.
En consecuencia, se convierte en una prioridad la identificación y desarrollo de la idea
central ya que los pasos del método guardan relación directa con ella. La idea exegética se
basa en la idea central del pasaje y su estudio cuidadoso; de esta surge la idea homilética,
la cual se redacta en un estilo llamativo, así como los títulos o nombres asignados a los
puntos del bosquejo. De esta manera, se mantiene una coherencia discursiva y se le da
sentido al mensaje para facilitar su entendimiento y potenciar significativamente su
propósito en la audiencia.
De aquí que, a la par de concientizar las deficiencias más comunes en las predicaciones,
tales como las fallas hermenéuticas, la débil argumentación para convencer y la falta de un
propósito claro para el sermón, se hace crucial desarrollar la habilidad de identificar,
estudiar y trabajar incesantemente la idea central hasta lograr expresarla de forma natural
y fluida, con la evocación en ella de la esencia del pasaje bíblico y el propósito de Dios para
la vida de los creyentes. Esta idea central es el principio y el fin, el punto de partida y
finalidad del sermón, aparece desde la introducción y a través de toda la predicación,
expresa la contribución, la enseñanza, el objetivo a alcanzar, el camino de transformación
de parte de Dios para los creyentes.
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