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A.·. L.·. G.·. D.·. G.·. A.·. D.·. U.·.

GRAN LOGIA EQUINOCCIAL DEL ECUADOR


B.·. R.·. L.·. S.·. “LUIS VARGAS TORRES” No. 17
R.·. E.·. A.·. A.·.

SIMBOLISMO MASÓNICO DEL ARA, CADENA,


MOSAICO Y BÓVEDA CELESTE

Para poder comprender mejor el simbolismo de estos cuatro elementos masónicos es


necesario remontarnos a tiempos de la antigüedad en la humanidad, siendo entonces,
cuando, basándose en la atención y las aspiraciones de los hombres y pasando del reino de
los efectos al de las causas, o desde la apariencia exterior a la realidad interior que en ella
se esconde y la anima, nació la idea y se sintió la necesidad de construir templos, de
levantar un edificio o signo exterior del reconocimiento interior de la causa trascendente
de los efectos visibles. Esta aspiración interior constituye el principio de la iniciación o
ingreso en una manera superior de pensar, de ver y considerar las cosas.

Algunos autores consideran que la masonería tuvo moral, como materialmente, su origen
en el primer templo que se levanto en reconocimiento a la divinidad y que el primer masón
fue quien lo levantó a pesar de lo rudo o elemental que fuera el templo primitivo, que bien
pudo haber consistido en una sola columna o tronco de piedra o de madera; tradición que
fue perpetuada en la creación de obeliscos y construcciones. La masonería surgió
espontáneamente de esta idea de levantar o establecer un signo a la gloria del principio o
realidad interiormente reconocidos, pues si los masones en sentido material fueron
constructores, en general siempre han sido, más particularmente, los que han elevado
templos para el espíritu.

El templo entonces se presenta admirablemente como símbolo interpretativo de la


actividad de la naturaleza, pudiendo considerar el universo como una gran obra, como un
templo y al mismo tiempo un taller de construcción, dirigida, inspirada y actualizada por el
principio geométrico, cuyas diferentes manifestaciones son las leyes naturales que lo
gobiernan y la fuerza que según estas leyes producen diferentes efectos visibles.

Este templo u obra de construcción que se desarrolló igualmente dentro y fuera de


nosotros, en el cual todo participa, por lo general inconscientemente, puede el hombre
observarla en si mismo, en su propio organismo físico, así como en su íntima organización
espiritual, en el mundo interior de sus ideas, pensamientos, emociones y deseos,
convirtiéndose en el obrero inteligente y disciplinado del gran plan que constituye la
evolución.

En este sentido, las tradiciones de constructores, a las que por herencia pertenece la
Masonería actual, fundamentaban su modelo arquitectónico en un gesto divino primordial:
la creación del Mundo. De ahí que, de manera general, todos los templos, recintos y
lugares de culto estuvieran construidos en base a la observación de la estructura misma del
cosmos físico y material, la que a su vez expresa una arquitectura prototípica.

El templo, La Tierra, está representada por la planta rectangular o cuadrangular del


edificio, determinada por la cruz de los ejes cardinales este-oeste y norte-sur. Estas
direcciones espaciales, surgidas simultáneamente por la irradiación de un punto central,
crean un sistema de coordenadas donde lo alto, lo bajo, lo largo y lo ancho conforman la
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cruz de tres dimensiones. De aquí se deriva una geometría espiritual que era perfectamente
conocida por los masones operativos, que la aplicaron en la orientación y disposición de
los edificios sagrados.

Curiosamente el Templum -cuya raíz tem significa dividir- era el sector del cielo
observado por el augur o adivino que delimitaba, mediante dos líneas que se cortaban en
ángulo recto sobre su cabeza, una superficie bien determinada. La palabra templo se
asocia, pues, a la observación del movimiento de los astros, y a determinar su influencia
sobre el destino de los hombres. De esta forma era "fijado" en el espacio terrestre el
transcurrir perenne de la rueda del tiempo y de los ritmos y ciclos cósmicos y naturales,
que envuelven y penetran a los que participan conscientemente del rito sagrado.

Todos los ornamentos de la logia son primordialmente símbolos, no están situados al azar
y todos estos forman un todo integrado. Por lo cual me gustaría ahora ir detallando los
cuatro elementos tema de esta plancha y empezar por ubicar al pavimento en ese todo.

En este sentido, vemos que en el centro de la logia está situado el "pavimento mosaico",
que se ubica desde la base de las columnas B y J y se extiende hasta oriente, compuesto
de cuadros alternativamente blancos y negros, y es un emblema de multiplicidad
engendrada por la dualidad, construida por los pares opuestos que se intercalan. Es
interesante observar que ese cuadriculado se constituye en el plano por la intersección de
líneas horizontales y verticales, que son los ejes de coordenadas que simbolizan a la
energía celeste y terrestre en permanente comunicación e interrelación; se trata, según otro
simbolismo, del hilo y la trama que conforman el tejido o estructura del cosmos, la doble
corriente de fuerzas pasiva-activa, femenina-masculina, yin-yang , que se manifiesta en
todo ser vivo; expresadas también en la alternancia de los ritmos y ciclos vitales y
cósmicos; de ahí que sea un símbolo verdaderamente universal perteneciente a todas las
culturas tradicionales sin excepción. Asimismo, esta polaridad se representa por
movimientos alternativos que describen la expansión y contracción de todo proceso
rítmico de evolución e involución, nacimiento y muerte.

Los cuadros blancos es emblema del alma pura, dicha, luz, aspectos gratos y buenos, así
como los cuadros negros es la representación de los pasajes tristes la oscuridad, las
calumnias, los hechos dolorosos, la desdicha, los vicios y pasiones a que se esta sujeto en
el mundo profano. De esta forma, entre este juego bipolar de energías contrarias, que,
repitámoslo, se dan tanto en el mundo como en el hombre, el masón debe tender
constantemente a su equilibrio, complementándolas en sí mismo, pues la auténtica función
del hombre es la de servir de intermediario o puente entre lo de arriba y lo de abajo, la
luz y la oscuridad, permitiendo así su comunicación, interrelación y síntesis.

Por encima de la visión dualista que nos brinda en mosaico se alza el ara de juramentos. El
ara, que es una pirámide truncada de base cuadrada es un símbolo luminoso y sagrado;
símbolo de la elevación de nuestros pensamientos, por medio de la cual percibimos la
realidad trascendente que se esconde bajo la apariencia contradictoria y llegamos a
conocer la verdad; sobre el ara se encuentra la Biblia, el compás y la escuadra (conjunto
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que forma las grandes joyas o luces de la masonería). Este altar se encuentra iluminado por
tres grandes cirios o luces de la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza.

La biblia es un símbolo del conocimiento, en tal sentido lo tomamos los masones, y es


imprescindible su presencia en el curso de los trabajos de todo taller. El compás que
representa la justicia y moderación con que deben medirse los actos de los hombres,
representa el cielo. Con el compás se traza el círculo o circunferencia, figura geométrica
que en todas las tradiciones es considerada como una imagen del cielo y de lo celeste. La
escuadra es el símbolo de la rectitud, de la justicia y de la equidad, que debe regir en
nuestras acciones, representa la tierra en donde el hombre se encadena a sus pasiones. Con
la escuadra se traza el cuadrado, o bien la cruz (que se forma por la unión de dos escuadras
unidas por sus vértices respectivos), inseparables de la idea de cuaternario; así: los cuatro
elementos, los cuatro puntos cardinales, las cuatro estaciones, los cuatro períodos cíclicos
de la humanidad, las cuatro fases de la luna, los cuatro períodos de la vida humana, etc., es
decir todo lo relacionado con la tierra y lo terrestre. El compás como "ciencia del cielo" y
la escuadra como "ciencia de la tierra", sintetizan los misterios de la cosmogonía, que son
también los misterios del hombre comprendido en su totalidad. La unión entre lo superior
y lo inferior, entre el cielo y la tierra, se representa en la Masonería por la superposición y
entrelazamiento del compás y la escuadra, el primero con el vértice hacia arriba y la
segunda hacia abajo. Esta complementariedad, que sin embargo mantiene un orden
jerárquico, está señalada por la fórmula hermética de que "... lo de arriba (el
macrocosmos) es como lo de abajo (el microcosmos) y lo de abajo como lo de arriba".

Biblia, compás y escuadra son las "Tres Grandes Luces" de la Masonería, porque en el
estudio, en la meditación y en el uso ritual que de ellas se hace se va iluminando el
sendero que conduce al Conocimiento.

Esta piedra o ara, por marcar el centro, señala también el eje del taller, es decir, la
posibilidad de comunicación alto-bajo, ascendente-descendente, entre la tierra y el cielo
que en forma simbólica está representado en el techo. Y es a través del rito de nuestros
estudios y trabajos, de nuestras ceremonias y gestos invariables que esta comunicación se
reactiva y se hace en nosotros, los que nos ponemos entonces en condición de poder
recibir los efluvios de lo alto, las inspiraciones emanadas que constituyen todo
Conocimiento y Sabiduría. Es pues el Ara el punto más importante del templo, a partir del
cual, se organiza toda la Logia y los trabajos que en ella se realizan. Es el símbolo de lo
invisible por excelencia, que él expresa formal y sensiblemente, y a él mira
simultáneamente toda la Logia, tanto el Oriente como los otros puntos cardinales.

Debemos recordar también, que el Ara es el lugar en el que efectuamos nuestros


juramentos, como manifestación visible de una energía invisible y trascendente. Sobre
ella, como imagen del centro espiritual, y en lo hondo de nuestro corazón, es que hemos
aceptado nuestros compromisos internos y hemos prometido cumplirlos, llevarlos a cabo.
Esto podría parecer ridículo a aquél que ignorase todo sobre el simbolismo o no hubiera
podido salir verdaderamente del mundo profano. Pero no lo es para los masones, los que al
comprender el símbolo y el rito en el interior de su corazón, los efectivizan, al
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vivenciarlos. Por ese motivo es que son tan importantes los gestos rituales, ya que por
medio de ellos se renuevan las posibilidades que contienen, pues expresan con exactitud
una cosmogonía en movimiento, un cosmodrama, aunque se ignore esta circunstancia.

Ya sabemos que nuestra Logia, al simbolizar el cosmos, simboliza tanto el macro como el
microcosmos puesto que éste es una miniatura de aquél, por lo que el taller es también una
imagen de nuestro templo interno y el ara, por ser su punto central, corresponde en el ser
humano a su corazón, lugar donde se recibe la palabra y la sabiduría, lugar de
transformaciones y de realización. Hacia esta transmutación están orientados nuestros
esfuerzos; lo que es lo mismo que pulir la piedra en bruto, o ir ascendiendo
escalonadamente los estadios sucesivos del Conocimiento, que se corresponde con los
grados de nuestra Orden. Esta posibilidad de ascenso y superación está siempre presente
en el pecho de cada aprendiz, compañero o maestro, que en virtud de haber recibido la
iniciación se halla especialmente cualificado para efectivizar estos símbolos, para hacerlos
una realidad interna que vaya actuando en nosotros al ser evocados por la meditación, el
estudio y la reiteración ritual.

El templo se halla cubierto por una bóveda azul sembrada de estrellas, imagen de la
manifestación activa en infinitos puntos o centros luminosos que se expresan desde
adentro hacia fuera. En el centro se ubica la letra G como representación latente del
principio fundamental. Este cielo representa el espacio del que cada punto es igualmente
geométrico, origen y finalidad. Su color azul es emblemático de las más elevadas
vibraciones, tanto individuales como cósmicas, que están por encima de la manifestación
sensible, la completan y razonan. Las estrellas representan las ideas que nos descubren el
mundo de la realidad y de la verdad, las ideas salvadoras que nos revelan y guían en
armonía con nuestros pensamientos, acciones e ideales que nos inspiran en todas las etapas
de nuestra existencia.

El templo en sí representa el universo, por ello tanto el Venerable Maestro, las Dignidades
y Oficiales y demás miembros, tienen una representación simbólica dentro de la logia, así:
El Venerable Maestro representa el sol, El Orador a Mercurio, el Secretario a Venus, El
Primer Experto a Saturno, El Tesorero a Marte, El Maestro de Ceremonias a La Luna, EL
Segundo Experto a Júpiter, El Primer Vigilante a Neptuno, El Segundo Vigilante a Urano,
El resto de oficiales representan los satélites de los planetas y los visitantes los cometas,
Como se puede notar nadie representa la tierra, porque estamos en ella

Pero el templo, y en este caso la Logia masónica, no es sólo una estructura estática –como
tampoco lo es el universo – sino dinámica también, pudiendo ser visualizada ésta como
una rueda, imagen de la "rueda del cosmos" o Rota Mundi. Esto está expresamente
indicado por las doce columnas o pilares que enmarcan el recinto de la Logia, y que
equivalen a los doce signos zodiacales. Cinco de estas columnas están situadas a
Septentrión, cinco más a Mediodía, y las dos restantes (las columnas J y B) a Occidente,
justo en el pórtico de la entrada. Diremos que el zodíaco (que quiere decir precisamente
"rueda de la vida") es como el marco del universo visible, y su movimiento cíclico, unido
al de los planetas y demás constelaciones, influye en el cambio alternativo de las
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estaciones y en el mantenimiento y renovación de la vida del cosmos y del hombre. De


esto se deduce que la Masonería no desconoce la antigua ciencia de la astrología, que junto
a la alquimia revela también los misterios del cielo y de la tierra.

Alrededor de todas las logias figura pintada, esculpida o sobrepuesta en la cubierta la


cadena de la unión, cumpliendo entre una de sus funciones la de un 'marco' capaz de
mantener en su sitio los diversos elementos que contiene o encierra en su interior de modo
de formar con ellos un todo ordenado, lo cual, como se sabe, es la significación misma de
la palabra 'cosmos'. Ese 'marco' debe pues, en cierta manera, 'ligar' o 'unir' esos elementos
entre sí, lo que está formalmente expresado por el nombre de 'cadena de unión', e inclusive
de esto resulta, en lo que a ella concierne, su significación más profunda, en este sentido,
la idea de "protección" está incluida en el simbolismo de los nudos y las ligaduras. Por
consiguiente, la cadena de unión masónica vendría a significar, considerada desde el punto
de vista metafísico, exactamente lo mismo que la "cadena de los mundos": un símbolo que
resume el conjunto de todos los estados, seres y mundos que conforman la manifestación
universal.

Esta cadena esta formada por doce nudos, seis en el norte y seis en el sur, simbolizando los
signos ascendentes y descendentes del zodiaco, esta descansa sobre doce columnas. La
cadena es el lazo de unión de todos los masones sobre todo de aquellos que se encuentran
esparcidos alrededor del mundo, esta cadena no se une, permaneciendo constantemente
abierta, se concentra en este espacio la entidad colectiva constituida por todos los
antepasados que realmente participaron en la Tradición y su conocimiento, y de los que se
dice moran en el "Oriente Eterno" (la Logia celeste). Dicha entidad se hace una en
comunión con sus herederos actuales, esto es, con los masones que, habiendo recibido y
comprendido (en la medida que sea) el mensaje de su legado tradicional, contribuyen hoy
en día a mantenerlo vivo y actuante. En este sentido, la cadena de unión también está
simbolizando la cadena iniciática de la tradición masónica (y por analogía la de todas las
tradiciones), cuyo origen es inmemorial, como lo es asimismo el mensaje que ella ha ido
transmitiendo a lo largo del tiempo y de la historia.

Además, un acto ritual en la Masonería que también recibe el nombre de cadena de unión,
se trata de aquel que está constituido por el entrelazamiento que forman las manos, con los
brazos entrecruzados, de todos los integrantes del taller, lo cual, precisamente, tiene lugar
alrededor del ara y de los tres pilares de la Sabiduría, (V:. M:.) la Fuerza (PRIM:. VIG:.) y
la Belleza (SEG:. VIG:.) momentos antes de clausurar los trabajos. En primer lugar, habría
que decir que la cadena de unión es uno de los ritos masónicos que más directamente
aluden a la fraternidad masónica, la que, en efecto, está sustentada en los lazos de armonía
y concordia que entre sí ligan a todos los masones. De ahí el por qué a los nudos de la
cuerda también se les denomine "lazos de amor", pues el amor, entendido por lo más alto,
es la fuerza que concilia los contrarios y resuelve todas las oposiciones en la unidad del
Principio. Dicha fraternidad representa, por tanto, el fundamento mismo sobre el que se
apoya la propia organización iniciática y tradicional. En este sentido, el entrelazamiento de
manos y brazos configura una trama cruciforme que evoca la imagen de una estructura
fuertemente cohesionada y organizada. Las individualidades, o mejor, la idea de lo
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individual y lo particular que cada componente de la cadena pudiera tener de sí mismo,


desaparece como tal para formar un solo cuerpo que vibra y respira a una misma cadencia
rítmica. La cadena de unión deviene así un círculo mágico y sagrado donde se concentra y
fluye una fuerza cósmica y teúrgica que asimilada por todos y cada uno de los integrantes
de la misma les permite participar del verdadero espíritu masónico y de su energía
salutífera y regeneradora.

CONCLUSIONES

La simbología masónica del templo exterior se relaciona con imágenes mnemotécnicas y


evocadoras nuestro propio espacio y tiempo interior. Más allá de las apariencias debe
penetrarse en lo que éstas velan y ocultan, pues de lo que realmente se trata es de conocer
el "Templo que no está hecho por manos de hombre".

El simbolismo masónico constituye un lenguaje cifrado, criptográfico, que al ser


comprendido revela los "secretos" propios del grado respectivo y en su desciframiento
debe basarse todo el trabajo del masón, pues no tiene otro fin y objetivo que el de captar su
sentido y significado, y éste sólo se encuentra en el centro del mismo, en su corazón,
donde se halla la clave, la llave, que da acceso a los estados superiores o a otras lecturas
más universales de uno mismo.

El masón se encuentra en el universo y recibe toda su influencia positiva o negativa y


únicamente, mediante la comprensión de los símbolos y alegorías, sumado al uso de las
herramientas de cada grado, este tiene la posibilidad de conocer la verdad, transmutar su
esencia y trascender en perfecto equilibrio con las leyes universales.

BIBLIOGRAFIA

Ritual del Grado de Aprendiz Masón


Del rito escocés antiguo y aceptado autorizado por la muy respetable G:.L:.E:.D:.E:.

Manual del aprendiz


Aldo Lavagnini
Editorial KIER S.A. Buenos Aires Décimo séptima edición 1991

Liturgia del grado de aprendiz


Ediciones Valle de México

El catecismo Masónico
Luis Umbert Santos
Editorial Pax México primera reimpresión 1989
- PAVIMENTO MOSAICO Rislo Buscaróns, 12 de abril, 2005

- EN EL TEMPLO MASÓNICO FRANCISCO ARIZA


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- LA SIMBÓLICA DE LA FRANC-MASONERIA FRANCISCO ARIZA

- EL SÍMBOLO Y EL RITO MASÓNICO DE LA CADENA DE UNIÓN: FRANCISCO


ARIZA Nº 3 de la revista SYMBOLOS

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