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ECONOMÍA Y MEDIO AMBIENTE Lectura 16

DOCENTE: Rosa Ferrín Schettini Página 1


II Semestre: marzo-julio de 2003

CAPÍTULO 10: POLÍTICAS DESCENTRALIZADAS: LEYES DE


RESPONSABILIDAD, DERECHOS DE PROPIEDAD, PERSUASION MORAL1

Las políticas "descentralizadas" son aquellas políticas que esencialmente permiten que los
individuos involucrados en un caso de contaminación ambiental lo solucionen por sí
mismos. Considérese de nuevo el ejemplo utilizado en capítulos anteriores acerca de la
calidad del agua de un lago. Supóngase que existen varias plantas industriales alrededor
de éste; una corresponde a una planta procesadora de alimentos, y el agua del lago es un
insumo importante en sus operaciones. La otra fábrica desarrolla una actividad industrial en
la que utiliza el lago para la disposición final de desechos. ¿Cómo se podría equilibrar el
daño por contaminación que sufre la primera empresa con los costos de reducción de la
segunda? Un enfoque descentralizado para hallar el nivel eficiente de calidad del ambiente
del agua en el lago consiste simplemente en hacer que las dos plantas resuelvan la
situación entre sí. Esto podrían llevarlo a cabo bien sea mediante negociaciones informales
o a través de una interacción más formal en un tribunal local. Los enfoques
descentralizados tienen la ventaja de que las personas directamente involucradas son
aquellas que pueden saber más acerca de los daños y los costos de reducción y, en
consecuencia, presumiblemente pueden hallar el correcto balance entre éstos. Algunas
veces los enfoques descentralizados pueden ser muy efectivos; sin embargo, no siempre es
así.

Leyes de responsabilidad

Casi todas las personas tienen una noción intuitiva de la responsabilidad y la


compensación. Ser responsable de cierto comportamiento consiste en asumir la
responsabilidad de cualquier consecuencia desfavorable que resulte de ese
comportamiento. Los problemas de responsabilidad usualmente se resuelven en los
tribunales. La parte que declara sufrir daños procede contra la parte que piensa es
responsable; los jueces y jurados deciden de acuerdo con las respectivas provisiones de
leyes comunitarias o estatutarias que sean aplicables.

Por consiguiente, un enfoque para los asuntos ambientales consiste en depender de las
leyes de responsabilidad. Esto funcionaría simplemente haciendo responsables a los
contaminadores por los daños que ocasionan. El propósito de estas leyes no consiste
simplemente en compensar a las personas después de que han resultado perjudicadas,
aunque esto es importante. El propósito real es hacer que los potenciales contaminadores
tomen decisiones cuidadosas. Saber que ellos serán responsables de los daños
ambientales, en efecto, ayuda a tomar conciencia de lo que de otra manera serían efectos
externos ignorados.

Considérese la figura 10.1. Ésta corresponde al modelo ya familiar de contaminación


ambiental que muestra los costos marginales de reducción y los daños marginales, ambos
relacionados con una tasa a la cual se emiten ciertos residuos de producción. Supóngase
que la tasa real de emisiones inicialmente se encuentra en e 1, considerablemente por
encima de la tasa eficiente e*; supóngase que ahora se invoca una ley de responsabilidad
en la cual se exige que los contaminadores compensen a quienes sufren daños por una
cantidad equivalente a los daños ocasionados. El efecto de la ley consiste en internalizar
los daños ambientales que eran externos antes de la regulación. Éstos ahora se convierten
en costos que los contaminadores tendrán que pagar y que, en consecuencia, desearán
tener en cuenta cuando decidan su tasa de emisiones. En e 1, los daños totales y, en efecto,
la cantidad de pagos por compensación, correspondería a una cantidad monetaria
1
Tomado de: Fiel, Barry C., Economía Ambiental: Una introducción, Colombia, McGraw Hill, 1995, pp: 224-
243.
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equivalente al área b + c + d. Este contaminador podría disminuir los pagos por


compensación reduciendo las emisiones. Por supuesto, a medida que lo hace se
incrementan sus costos marginales de reducción. Sin embargo, puesto que los costos
marginales de reducción son menores que los daños marginales, tendría el incentivo de
desplazarse a la izquierda; es decir, reducir su tasa de emisiones. En teoría, entonces, un
sistema de responsabilidad automáticamente podría conducir a este contaminador al nivel
de emisiones e*. Se afirma “automáticamente" porque no exigiría ningún control
centralizado por parte de las autoridades para que intervengan y exijan reducciones de
emisiones. Esto exige más bien un sistema de tribunales descentralizados y leyes de
responsabilidad que permitirían que las personas afectadas por la contaminación busquen
la compensan por los daños sufridos.

En forma teórica, este enfoque parece tocar el asunto de los incentivos (hacer que las
personas tengan en cuenta los daños ambientales que puedan ocasionar) al igual que el
problema de compensarFigura 10.1. Opciones
a aquellos de política: enfoques
que son perjudicados. También de responsabilidad
parece solucionar el y
problema de determinarde los derechos
justamente dóndedesepropiedad
encuentra e* a lo largo del eje de emisiones.
Esto se descubriría como resultado de las interacciones ante el tribunal por parte de los
contaminadores y de los perjudicados. Ambas partes presentarían evidencia y exigencias,
las cuales, suponiendo que elr tribunal sea imparcial conducirían a una aproximación al nivel
eficiente de emisiones. Daños
Costos marginales
El requerimiento de que los contaminadoresmarginales
asuman lade responsabilidad por los daños
ocasionados puede formar parte de un código reducción
legal básico para un país, o podría ser
estipulado mediante decretos especiales. En países de leyes comunes, como en EEUU y el
Reino Unido, se han desarrollado doctrinas sobre perjuicios y responsabilidades mediante el
proceso de los fallos por parte
US$ de los tribunales. Esta ley ahora reconoce la diferencia entre
responsabilidad estricta, la cual hace responsables a las personas por los daños
independientemente de las circunstancias, y la negligencia, que los responsabiliza sólo si no
adoptaron medidas apropiadas para evitar los daños. Una empresa que arroja materiales
peligrosos podría hacerse estrictamente responsable por los daños causados por estos
desechos. Así, cualquier daño que resulte,a independientemente del cuidado d que la empresa

0
b c

e* e1
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haya puesto en la disposición final de los desechos, exigiría compensación. De otra parte,
la negligencia la haría responsable sólo si no realizara los pasos apropiados para asegurar
que los materiales no escaparan al entorno circunvecino.

En países de leyes civiles, los requerimientos de responsabilidad pueden escribirse en las


partes respectivas del código. Y en cualquier país las leyes ambientales pueden especificar
las condiciones bajo las cuales los contaminadores deben hacerse responsables de los
daños. En el capítulo 18 se abordarán las leyes de responsabilidad por la contaminación en
Japón y en los Países Bajos. Muchos países, individualmente y en acuerdos
internacionales, han buscado utilizar políticas de responsabilidad para manejar el problema
de los derramamientos de petróleo en el mar. Varias convenciones internacionales se han
dedicado a la especificación de los requerimientos de responsabilidad de compañías cuyos
buques cisterna expulsan, accidentalmente o no, grandes cantidades de petróleo en los
mares. Además, muchos países han promulgado leyes en forma individual, en las cuales
especifican la responsabilidad de sus compañías petroleras por los daños debidos a los
derramamientos en las aguas costeras. Una particularidad de los derramamientos de
petróleo por los buques cisterna es que es muy difícil monitorear el comportamiento de los
contaminadores en este caso. Ésta es una emisión esporádica, de tal manera que no existe
un flujo continuo para medir, y las probabilidades de los derramamientos dependen de
muchas prácticas (navegación, mantenimiento de buques cisterna, etc.) que son difíciles de
monitorear continuamente por parte de las autoridades públicas. Cuando el
comportamiento del contaminador es extremadamente difícil de monitorear, no obstante,
sería aconsejable saber si los contenedores adoptan todas las medidas adecuadas para
reducir probabilidad de accidentes. Para suministrar el incentivo por este concepto, la
respuesta más apropiada puede ser depender de un sistema estricto de responsabilidad.

Sin embargo, varios factores se manifiestan en contra de la gran dependencia en la


responsabilidad para resolver los problemas ambientales. Los factores decisivos en un
sistema de responsabilidades se encuentran donde yacen todas las pruebas y los
estándares que se deben cumplir con el fin de establecer esa prueba. En EEUU, aquellos
que creen que pueden ser perjudicados por la contaminación deben entablar demandas
dentro de un período específico, normalmente dos o tres años, y luego en el tribunal deben
exponer una relación causal directa entre la contaminación y el daño. Esto involucro dos
pasos importantes: el primero, demostrar que el material contaminante es causa directa del
daño, y luego que el material en realidad proviene del directo acusado que comparece ante
el tribunal. Los dos pasos son difíciles porque los estándares de prueba exigidos por los
tribunales pueden ser superiores comparados con lo que la ciencia actual puede
suministrar. Por ejemplo, la mayoría de los químicos se involucran en los incrementos de
enfermedades sólo como un hecho probabilístico; es decir, la exposición a la sustancia
involucra una incrementada probabilidad de enfermedad, no hay certidumbre. Por ejemplo
aunque se "sabe" que fumar "ocasiona" cáncer de pulmón, este vínculo causal continúa
siendo probabilístico; una creciente cantidad de personas tendrán cáncer de pulmón si
fuman, pero no se puede asegurar exactamente cuáles. En Woburn, Massachussets,
algunos epidemiólogos creen que la contaminación en las aguas de pozos naturales
probablemente ha ocasionado seis de los doce casos excesivos de leucemia en el
municipio. Sin embargo, bajo los tradicionales estándares de prueba, un demandante no
podría probar en forma tajante que se ocasionó un cáncer específico por culpa del agua
contaminada. En otras palabras, sin poder demostrar en forma explícita cómo operó el
material contaminante en un cuerpo particular para producir el cáncer, el demandante no
puede cumplir con el estándar de pruebas históricamente exigido en los tribunales de
EEUU2.
2
En algunas circunstancias, la ley comienza a cambiar con el fin de reconocer las características especiales
del daño ocasionado por la contaminación. Por ejemplo, los estatutos de limitación comienzan a cambiar para
calcular la enfermedad a partir del momento en que se hace evidente por primera vez, es decir, para
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El otro vínculo en la cadena causal consiste en demostrar que el material al cual se


exponen las personas proviene de una fuente particular. Esto no será difícil en algunos
casos; el petróleo en las costas de Alaska definitivamente provino del naufragio del Exxon
Valdez, la atmósfera brumosa sobre el Gran Cañón indudablemente proviene de la planta
de energía, etc. Sin embargo, en muchos casos se desconoce este vínculo directo. Para
un ciudadano de Nueva York o de los Ángeles, ¿qué planta industrial específica produjo las
moléculas de SO2 que él respira? Para las personas que viven en los municipios del Valle
de Connecticut, ¿qué cultivos de tabaco específicamente son responsables de los químicos
que aparecen en su suministro de agua? Si no es posible rastrear una sustancia
contaminante para infractores específicos, es posible que aquellos que han sido
perjudicados por éste no puedan obtener una compensación.

Otro punto importante para hacer que puedan interpretarse mejor los sistemas de
responsabilidad es mediante la introducción del concepto de costos de transacción. En
términos generales, los costos de transacción son los costos de lograr y ejecutar acuerdos.
Este concepto primero se introdujo en la economía para aplicarlo a los costos que enfrentan
compradores y vendedores cuando realizan exitosamente una transacción: costos de
búsqueda de información, costos de regateo sobre términos y costos de asegurar que en
realidad se lleve a cabo un acuerdo. No obstante, los costos de transacción también se
aplican a los sistemas de responsabilidad en los cuales los demandantes y los acusados
comparecen ante un tribunal a fin de determinar el asunto de responsabilidad y la cantidad
apropiada de compensación. En este caso, los costos de transacción son todos los costos
legales asociados: la recopilación de evidencias, exposición del caso, recusación de los
oponentes, compensación y recaudación sobre los daños, etc.

Si se toman casos sencillos, con las dos partes en conflicto y un caso de daño
razonablemente claro, el sistema de responsabilidad puede funcionar, con un mínimo en los
costos de transacción, para lograr una aproximación al nivel eficiente de emisiones. En el
caso de las dos pequeñas fábricas en un pequeño lago, las dos partes pueden comparecer
ante el tribunal y argumentar los valores económicos que representa para cada una la
utilización del lago para sus propósitos. Y puesto que estos valores son comparables, para
un juez presumiblemente no sería muy difícil determinar el alcance del daño que una
empresa ocasiona a la otra. Sin embargo, los hechos son muy diferentes cuando se
involucran muchas personas en una o en ambas partes de un conflicto. Por ejemplo, en el
caso del derramamiento de petróleo de Exxon Valdez, probablemente miles de personas se
consideran directamente perjudicadas, cientos de abogados las representan en todos los
diversos aspectos y se involucran numerosos grupos ambientales, organizaciones
gubernamentales y grupos de negocios, como expresa claramente el caso 10.1. Al final de
muchas y muy prolongadas batallas en los tribunales se pagará alguna compensación.
Pero los costos de transacción serán enormes, y al final del proceso es probable que la
compensación no refleje exactamente los daños reales. No hay duda de por qué las partes
implicadas intentaron establecer un acuerdo sobre una cantidad fija relativamente al
comienzo del proceso, aunque sin descartar la posibilidad de continuar los procesos.

Se podría depender de los acuerdos privados de responsabilidad para identificar los niveles
eficientes de contaminación cuando se involucran relativamente pocas personas: son claros
los vínculos causales y son fáciles de medir los daños. Estas condiciones pueden darse en
algunos casos de externalidades ambientales, y por esa razón se deben considerar otros
medios de establecimiento de relaciones entre los contaminadores y las personas que ellos
afectan.

reconocer el hecho de que muchas enfermedades ocasionadas por la contaminación pueden no manifestarse
durante muchos años después la exposición. Algunos tribunales también comienzan a permitir vínculos
estadísticos de causa-efecto.
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Derechos de propiedad

En la sección anterior se analizó el caso de un pequeño lago que una empresa utilizaba
para la disposición final de desperdicios y otra lo empleaba como fuente de agua. Al
realizar un análisis más profundo se llega a un planteamiento fundamental: ¿Cuál de las
empresas en realidad ocasiona daños y cuál se ve afectada? Esto puede parecer
demasiado contrario a la intuición ya que naturalmente se podría pensar que la empresa
que lleva a cabo la disposición final de desperdicios es, por supuesto, la que ocasiona el
daño. Sin embargo, podría argumentarse de igual manera que la presencia de la empresa
procesadora de alimentos causa daños a la fábrica que lleva a cabo la disposición final de
desperdicios, puesto que su presencia hace necesario que ésta última haga esfuerzos
especiales para controlar sus emisiones (en esta situación para efectos prácticos del
ejemplo, supóngase que no existen otras personas, como propietarios o recreacionistas que
utilicen el lago). El problema puede presentarse simplemente porque no es claro quién
tiene el derecho inicial de utilizar los servicios del lago; es decir, quién posee efectivamente
los derechos de propiedad sobre éste. Cuando alguien tiene un recurso, esa persona
posee el gran incentivo de observar que éste sea administrado de tal manera que suministre
el máximo valor. En consecuencia, para solucionar el problema de la contaminación en el
lago simplemente puede ser suficiente especificar con claridad quién tiene los derechos de
propiedad del lago.

Los derechos de propiedad privada son, por supuesto, el acuerdo institucional predominante
en la mayoría de las economías desarrolladas de Occidente. Los países en vía de
desarrollo también se están desplazando en esa dirección, al igual que los antiguos países
socialistas. De tal manera que hay familiaridad con el funcionamiento este sistema
institucional cuando se aplica a los activos elaborados por personas como máquinas,
construcciones y bienes de consumo. La propiedad privada de la tierra también es un
acuerdo con el que se es familiar. Si alguien posee un terreno, esa persona tiene el
incentivo de observar que esa tierra se administre en formas que maximicen su valor. Si
alguien viene y amenaza con arrojar desperdicios allí, el propietario, si lo desea,
posiblemente recurra a la ley para prevenirlo. Mediante este diagnóstico, el problema de la
mala utilización de muchos activos ambientales se genera debido a que los derechos de
propiedad en aquellos activos se especifican incorrectamente.

Tómese de nuevo el caso del lago y las dos empresas. En apariencia se tienen dos
opciones para adjudicar la propiedad del lago. Podría pertenecer bien sea a la empresa
contaminante o a la fábrica que lo utiliza para el suministro de agua. ¿Cómo afectaría esta
opción el nivel de contaminación en el lago? ¿No conduciría a un nivel cero de emisiones si
perteneciera a la primera empresa, y a un nivel no controlado de emisiones si perteneciera
a la otra? No, si se permite que negocien los propietarios y los no propietarios. Por
supuesto, ésta es la esencia misma de un sistema de derechos propiedad. El propietario
decide de qué manera utilizar el activo, y puede detener cualquier uso no autorizado, pero
también puede negociar con cualquier otra persona que desee tener acceso a aquel activo.

Caso 10.1
Mar de litigios de Exxon Valdez

A la tensión se ha sumado una controversia entre los abogados

Por Barnaby J. Feder

¿Podría un tabernero de Ancorage demandar por daño y perjuicios por las propinas que
habría podido recibir de los pescadores expulsados de su trabajo por culpa de los
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derramamientos petroleros de Exxon Valdez?

¿Y qué se puede decir de los conductores de California que tienen que pagar precios más
altos por la gasolina después que la encalladura del Valdez obligó al cierre temporal del
puerto e interrumpió el flujo de petróleo de North Slope dirigido a las refinerías de
California?

¿Y qué se puede decir de los ciudadanos de otros estados que nunca han tenido planes de
visitar Alaska, pero que por culpa de los derramamientos ya no tienen la posibilidad de
visitar una región pura? ¿Qué hay con el “valor legado” que proporcionaría tal conocimiento
a las futuras generaciones?

Estas son algunas de las preguntas legales generadas por la encalladura del Valdez en
Prince William Sound el 24 de marzo y por el derramamiento de 11 millones de galones de
petróleo crudo de Alaska arrojado en sus aguas cristalinas. Los procesos comenzaron a
proliferar a los pocos días del derramamiento cuando los abogados volaron desde todo el
país, al lugar de los hechos.

“Uno de los alcaldes de allí me dijo que algo peor que el oleaje de petróleo en la orilla fue la
oleada de abogados vestidos de gris que llegó inmediatamente”, afirmó T. Barry Kingham,
abogado que trabaja en la empresa New York de Curtis Mallet-Prevost, Colt and Mosie.
Kingham no se encuentra involucrado en los pleitos de Exxon; sin embargo, es uno de los
muchos abogados que espera hacerlo en el próximo siglo. Además él se encuentra en una
posición inmejorable con relación a la mayoría puesto que tiene sus razones. Él representa
a los pescadores y pobladores franceses que entablaron demanda contra Amoco en el aún
no terminado litigio en el tribunal distrital de EEUU en Chicago, que comenzó hace 11 años
cuando Amoco Cadiz encalló en la costa británica. El caso Amoco Cadiz implicó un
derramamiento siete veces superior al de Alaska; sin embargo, éste último podría implicar
fácilmente un mayor daño ambiental e interacciones más complejas entre la ley estatal y
federal. Este ya involucra por un amplio margen muchos más tipos de demandantes y
negociaciones bizantinas entre empresas legales de alto poder en todo el país sobre cómo
compartir el trabajo y el control sobre la estrategia de litigación. “Usted tiene que
preguntarse si el sistema legal está establecido para enfrentar algo como esto”, agregó
Kingham.

“Será un caso divertido, una oportunidad de hacer algo bueno por la gente, pero considero
que no va a ser muy lucrativo para los abogados demandantes”, afirmó Stephen D.
Susman, abogado de Houston, quien fue uno de los primeros líderes entre los abogados de
demandantes de acción de grupo pero que fue forzado a abandonarlo por un conflicto.

“Alaska es un lugar curioso; ellos aman el ambiente pero también adoran la industria del
petróleo y no desearán sancionarla demasiado fuerte”, afirmó Susman. “Los casos de
darramamiento tienden a reflejar su máxima gravedad en los primeros días cuando se
muestran por televisión aves muertas. En este caso se van a plantear cuestionamientos
concretos sobre la manera de medir los daños”.

Ese problema sólo puede dilatar el caso, y demostrar el día de pago de los abogados.
Según Gerry, una solución podría consistir en tratar el derramamiento como un caso de
perjuicios continuos en el cual se reexaminen los daños y nuevos pagos sean hechos cada
tantos años. “No sería justo para Exxon como para los demandantes el hecho de intentar
negociar algo en forma rápida puesto que sería prácticamente especulación”, afirmó Gerry.

Cualesquiera que sean las complicaciones, muchos abogados creen que es improbable que
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el caso Valdez establezca algún estándar duradero acerca de la cantidad que le cuesta al
sistema legal asumir las responsabilidades después de los desastres ambientales.
“Obsérvese Chernobyl”, afirmó el profesor Schoenbaum, refiriéndose a la devastación
ocasionada por la falla que se presentó en un reactor nuclear soviético en 1987. “Es difícil
imaginar el impacto legal de algo como esto si ocurriera en EEUU. Nosotros no hemos
arañado la tierra”.

Fuente: The New York Times, November 19,1989.

Obsérvese de nuevo la figura 10-1. Supóngase que la función de daño marginal se refiere
a todos los daños sufridos por una cervecería; llámese empresa A. Además, que la curva
de costos marginales de reducción se aplica a la fábrica que descarga efluentes en el lago,
llámese empresa B. Se debe hacer el supuesto de quién posee el lago, la empresa A o la
empresa B. Se observará que, teóricamente, se obtendrá la misma cantidad de emisiones
en cualquier caso, dado que las dos empresas pueden reunirse y llegar a un acuerdo con
relación a la manera como debe utilizarse el lago.

En el primer caso, supóngase que la empresa B posee el lago. Por el momento no hay que
preocuparse con relación a cómo se llegó a esta situación, sólo que esto es así. La
empresa B lo puede utilizar como desee. Se puede suponer que las emisiones inicialmente
se encontrarían en e1. La empresa B al comienzo no dedica recursos en absoluto a la
reducción de emisiones. Sin embargo, ¿esta situación seguirá igual en este punto? Aquí
los daños marginales son US$r, en tanto que los costos marginales de reducción son nulos.
En consecuencia, el paso más práctico que la empresa A puede realizar consiste en ofrecer
a la empresa B cierta cantidad de dinero con el fin de reducir su corriente de afluentes; para
la primera tonelada cualquier cantidad acordada entre cero y US$r haría que las dos partes
mejoraran su bienestar. En efecto, ellos podrían continuar negociando sobre la unidad
marginal hasta el punto en que los daños marginales excedan los costos marginales de
reducción. La empresa B mejoraría al reducir sus emisiones a cambio de cualquier pago
por encima de sus costos marginales de reducción, en tanto que cualquier pago menor que
los daños marginales mejoraría considerablemente las condiciones de la empresa A. De
esta manera negociar o regatear entre los propietarios del lago (en este caso la empresa B)
y las personas que son afectadas por la contaminación generaría una reducción de
efluentes hasta e*, es decir, el punto en el cual los costos marginales de reducción y los
costos de los daños marginales son iguales.

Supóngase ahora, al contrario, que la propiedad del lago se asigna a la empresa A, la


fábrica afectada por la contaminación. En este caso se podría suponer que los propietarios
no permitirían ninguna violación contra su propiedad; es decir, que el nivel de emisiones
sería de cero o estaría cerca de éste. ¿Se mantendría en este punto? No, si de nuevo se
permite la negociación o regateo entre los propietarios y quienes deseen utilizar el lago. En
este caso la empresa B tendría que comprar un permiso a la empresa A para expulsar sus
desperdicios en el lago. Cualquier precio por este concepto, menor que los costos
marginales de reducción pero mayor que los daños marginales, mejoraría las condiciones
de bienestar de ambas partes. Y de esta manera, mediante un proceso similar de
negociación, por supuesto, de pagos en dirección opuesta, el nivel de emisiones en el lago
se ajustaría a partir del nivel bajo donde comenzó hacia el nivel eficiente e*. En este punto
cualquier ajuste adicional se detendría debido a que los costos marginales de reducción (el
máximo que pagarían los contaminadores por el derecho a emitir una tonelada más de
efluentes) son iguales a los daños marginales, es decir, el mínimo que la empresa A
aceptaría para permitir que la empresa B descargue esta tonelada adicional.

Así, como se observa en este pequeño ejemplo, si se define claramente quien tiene el
derecho de propiedad sobre el activo ambiental y luego se permite una negociación entre
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los propietarios y los usuarios potenciales, se llegará al nivel eficiente de afluentes sin
importar a quién inicialmente se le suministró el derecho de propiedad. De hecho, éste es
un famoso teorema llamado "teorema de Coase", en honor del economista que lo inventó 3.
La mayor implicación es que al definir los derechos de propiedad privada (no
necesariamente derechos de propiedad individual puesto que los grupos privados de
personas podrían tener estos derechos), es posible establecer las condiciones bajo las
cuales las negociaciones descentralizadas pueden producir niveles eficientes de calidad
ambiental. Esto presenta cierto atractivo. La parte positiva consiste en que las personas
que hacen la negociación pueden saber más acerca de los valores relativos involucrados
(costos de reducción y daños) que cualquier otra persona, de tal modo que hay esperanza
en llegar al verdadero punto de eficiencia. Y puesto que sería un sistema descentralizado,
no se necesitaría una organización central burocrática tomando decisiones basadas en su
mayor parte en consideraciones políticas en vez de hacerlo a partir de los verdaderos
valores económicos involucrados. Ideas como ésta han conducido a algunas personas a
recomendar una amplia conversión de los recursos naturales y ambientales hacia la
propiedad privada, como medio para lograr su uso eficiente.

¿Qué posibilidad existe de que este enfoque de derechos de propiedad funcione en la


práctica? Como se observó con las leyes de responsabilidad, algo que parece ser positivo
en teoría puede que no funcione bien cuando se enfrente con las complejidades del mundo
real. Para que un enfoque de derechos de propiedad funcione correctamente (es decir,
para que suministre una aproximación al nivel eficiente de contaminación ambiental), en
esencia deben satisfacerse tres condiciones fundamentales:

1. Los derechos de propiedad deben ser claramente definidos, ejecutables y transferibles.

2. Debe haber un sistema razonablemente eficiente y competitivo para las partes


involucradas a fin de que se reúnan y negocien la manera como deben utilizar los
derechos ambientales de propiedad.

3. Debe haber un conjunto completo de mercados, de tal manera que los propietarios
privados puedan capturar todos los valores sociales asociados con la utilización de un
activo ambiental.

Si la empresa A no puede impedir que la empresa B haga lo que desea, por supuesto, no
funcionará el enfoque de derechos de propiedad. En otras palabras, los propietarios deben
estar física y legalmente capacitados para impedir que los demás usurpen su propiedad.
Los propietarios deben estar en capacidad de vender su propiedad a cualquier comprador
potencial. Esto es importante especialmente en activos ambientales. Si los propietarios no
pueden vender la propiedad, esto debilitará sus incentivos para preservar su productividad a
largo plazo, debido a que cualquier utilización que disminuya su productividad ambiental a
largo plazo no puede ser sancionada mediante la reducción del valor de mercado del activo.
Muchos economistas argumentan que éste es un problema particularmente fuerte en los
países en vía de desarrollo; puesto que los derechos de propiedad a menudo son
"atenuados" (es decir, no cuentan con todas las características exigidas y especificadas
anteriormente), las personas no tienen fuertes incentivos para garantizar que se mantenga
la productividad a largo plazo.

Anteriormente se observó que la utilización eficiente del lago dependía de las negociaciones
y del acuerdo entre las dos partes interesadas. Los costos de negociación, junto con los

3
Véanse las referencias al final del capítulo
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costos de ejecución de políticas de acuerdos, podría esperarse que fuesen relativamente


modestos. A los que se refieren aquí son a los costos de transacción, concepto que se
introdujo en la sección anterior. En el sencillo caso del lago, probable que los costos de
transacción sean suficientemente bajos de tal manera que las empresas estarían en
capacidad de negociar sobre el nivel eficiente de emisiones. Sin embargo, supóngase que
se remplaza la empresa A -es decir, la instalación que utiliza el lago como fuente de
suministro de agua- por una comunidad de 50,000 personas que la emplean no sólo como
suministro de agua sino también con propósitos recreativos. Entonces las negociaciones
deben tener lugar entre una sola empresa contaminante, por una parte, y las 50,000
personas, o sus representantes, del otro lado. Para cada uno de estos individuos el valor
de la calidad mejorada del agua es pequeño relativo al valor de la empresa que contamina
el agua. Aun más, el nivel de calidad del agua en el lago se considera un bien público para
estos individuos. Esto incrementa considerablemente los costos de transacción para
negociar un acuerdo entre los diferentes usuarios.

Para hacer las condiciones peores, supóngase que se remplaza la empresa contaminante
por 1,000 empresas de igual carácter, junto con miles de propietarios de viviendas que no
están todavía conectados con el sistema público de alcantarillado y que por tanto están
utilizando pozos sépticos en las orillas del lago. En este caso las posibilidades de invertir la
propiedad del lago a una sola persona, y esperar negociaciones entre esa persona y los
presuntos usuarios para hallar los niveles eficientes de utilización esencialmente se
desvanecen. Ésta es otra forma de decir que en casos grandes y complejos de
degradación ambiental, en los cuales abundan problemas de usuarios que no pagan (free-
riders) y se presentan costos de transacción muy altos, reducirán seriamente el potencial
del enfoque de propiedad privada para identificar el nivel eficiente de emisiones.

Para que las instituciones de propiedad privada aseguren que se le da el mejor uso a un
activo ambiental, el proceso también debe funcionar de tal manera que el propietario esté
en capacidad de capturar el valor total social del recurso en esa utilización. Supóngase que
alguien posee una pequeña isla en los Cayos de la Florida. Existen dos posibles usos:
construir un centro vacacional o dedicar el terreno a un refugio de vida silvestre. Si se
construye el centro vacacional, se obtiene un flujo directo de riqueza monetaria ya que el
mercado del turismo se encuentra bastante desarrollado en esa parte del mundo y se puede
esperar que los clientes encuentren el centro recreativo y paguen la tasa vigente por sus
servicios. Sin embargo, no existe tal "mercado" comparable para los servicios del refugio de
vida silvestre. El valor de la isla como refugio puede ser mucho mayor que su valor como
centro de recreación, en términos de la verdadera disponibilidad agregada para pagar por
parte de todas las personas en el país y en el mundo. Sin embargo, para ellas no existe
una buena forma de expresar ese valor; no hay un mercado disponible como el del turismo
en el cual ellos en efecto puedan pujar contra los turistas que visitarían la isla. Se creería
que una fundación para la conservación podría comprar la isla si su valor como refugio en
realidad fuese mayor que su valor como hotel. Sin embargo, la fundación para
conservación se mantiene mediante las contribuciones voluntarias, y las islas y otros
terrenos en efecto se consideran bienes públicos. Anteriormente se anotó que cuando se
involucran bienes públicos, es probable que las contribuciones voluntarias para hacer
disponible un activo sean mucho menores que su valor real, debido al comportamiento de
(utilizar sin pagar) free-riding. El resultado es que, mientras que alguien como propietario
evidentemente esperaría recoger el valor total monetario de la isla como lugar recreativo, no
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estaría en capacidad de llevar a cabo su valor total social si mantiene este terreno como
reserva exclusiva.

En el caso 10.2 aparece un ejemplo de la vida real sobre este problema. Es acerca de una
persona en Kansas que posee un terreno que era uno de las mayores porciones existentes
de tierra virgen en el país. Un terreno de 80 acres que nunca antes había conocido el
arado. Como tal, probablemente tenía importancia ecológica al igual que valor histórico.
Sin embargo, aunque todo el mundo reconoce su validez e importancia, estos valores no
pueden ser bien capturados por un propietario privado de tierras. El problema básico
consiste en que no existe forma para que se hagan evidentes todos los valores ecológicos y
se expresen de manera directa. Aunque un grupo privado se esforzaba por conseguir
terrenos4, sin tener éxito, su presupuesto era limitado por su carácter voluntario, además de
los problemas de free-riding inherentes a la preservación de lo que en efecto son bienes
públicos. Sin embargo, los valores derivados de la urbanización son concretos e
inmediatos. En consecuencia, el propietario privado de tierras optó por la urbanización, no
obstante el valor ecológico e histórico de la propiedad.

Este ejemplo, en realidad, es una versión local de un problema mayor que tiene significado
global. Durante los últimos años gran atención se ha concentrado en la diversidad biológica
y en las reservas de material genético único en sus géneros que aparecen en los millones
de especies de animales y plantas en todo el mundo. Una proporción abismalmente
enorme de estas especies se localiza en los países en vías desarrollo. Sin embargo,
también éstos son países en los cuales las presiones debidas al desarrollo han generado
altas tasas de desmonte de terrenos y destrucción hábitat. Cuando los propietarios de
tierras en estos países estudian sus opciones, ellos sopesan el valor de la tierra para usos
diferentes. Infortunadamente, en la actualidad no existe forma de que puedan capturar el
valor de la tierra dejada como hábitat para las especies. No existen mercados económicos
disponibles en los cuales se puedan vender estos servicios; si así fuera, los dueños podrían
recoger beneficios privados al mantener los terrenos sin construir o utilizarlos en formas que
sean consecuentes con la preservación de especies.

Una función para las autoridades públicas en esta situación podría consistir en generar la
demanda para dicho mercado. Esto podría hacerse al ofrecer el pago a los propietarios de
los terrenos de una cantidad equivalente al mayor valor ecológico de la tierra, siempre y
cuando estos valores ecológicos no sean perjudicados por la utilización de los terrenos por
parte de aquellos. Por supuesto, esto involucraría enormes dificultades al medir estos
valores ecológicos con cierto grado de precisión, al igual que al hallar fuentes de fondos
para pagar por estos servicios. Sin embargo, sin estos tipos de mercado o instituciones de
carácter mercantil, las instituciones de derechos de propiedad privada son incapaces de
suministrar a la sociedad las cantidades totalmente eficientes de conservación y calidad
ambiental5.

Caso 10.2
Un hombre de Kansas penetra llanura virgen e ignora los ruegos de los
ambientalistas

Especial para el The New York Times

4
El Gupo es el Nature Conservancy, que busca proteger los recursos sensibles al daño al comprarlos en su
totalidad. Durante las últimas décadas ha adquirido más de 5.5 millones de acres de tierras en EEUU y
Canadá; algunos han sido transferidos a otros grupos públicos y privados de preservación; el resto aún
pertenece al Nature Conservancy.
5
Recientemente una compañía privada de medicamentes de EEUU acordó pagar al gobierno de un país
latinoamericano determinada suma de dinero por plantas útiles en la elaboración de medicinas. Esto se
analizará en el capítulo 20.
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DOCENTE: Rosa Ferrín Schettini Página 11
II Semestre: marzo-julio de 2003

Lawrence, Kansas, 22 de Noviembre. La franja de llanura virgen que quedaba en el


nororiente de Kansas desapareció esta semana bajo el tractor después de los inútiles
esfuerzos para comprarla por parte del Nature Conservancy y de los ambientalistas locales.

Lo primero que se percibió el domingo al amanecer fue el destrozo de los 80 acres de la


llanura Elkins, y la noticia rápidamente se difundió al grupo de la comunidad que había
trabajado durante dos años para conservar los terrenos, una de las pocas áreas no
intervenidas que quedaban de los 200 millones de acres de llanura de hierbas altas que
alguna vez cubrieron a Norteamérica.

Los ambientalistas se apresuraron a llegar y rogaron al propietario que detuviera su tractor.


La Douglas Country Commission citó a una asamblea de emergencia, y después de
negociar hasta media noche ofreció pagar al propietario US$6.000 por acre en los próximos
seis meses, el equivalente a lo que los constructores recientemente habían cancelado por
los terrenos aledaños.

Sin embargo, el propietario, Jack Graham rechazó la oferta y continúo su trabajo. El lunes
pasado sólo quedaba una pequeña franja de la llanura virgen.

Hogar para 150 especies de plantas

“Es descorazonador”, afirmó Joyce Wolf, líder de un grupo que tenía la esperanza de
comprar el terreno para convertirlo en un área de educación ambiental. “Él le ha robado un
recurso a la comunidad”.

Graham, negociante de 39 años que compró el área hace cinco años, rehusó hablar acerca
de su acción. Su abogado, Thomas Murray, dijo que Graham y su familia “simplemente
deseaban hacer más productiva su propiedad”, pero él no entraría en detalles.

Sólo queda aproximadamente el 2% de la original llanura de hierba alta en Norteamérica, y


Craig Freeman, coordinador del Natural Heritage Program (Programa de Herencia Natural)
estatal, dijo que el terreno de Elkins, aproximadamente a una milla del próspero municipio
universitario, era un ejemplo particularmente especial del complejo ecosistema de la llanura.
Era el refugio de 150 especies en vías de extinción, la asclepiadea de Mead y la orquídea
occidental de flecos de llanura.

Las leyes federales de protección de plantas no se aplican a la propiedad privada que no


recibe dinero federal.

El año anterior la Nature Conservancy, organización nacional para la preservación de


tierras, ofreció comprar en un año la llanura Elkins por valor de US$ 3.500 por acre, afirmó
la señora Wolf, propuesta que tuvo consecuencias inesperadas. El fracaso de la
organización para ofrecer un mayor precio, afirmó Murray, convenció a los Graham de que
los terrenos en realidad no eran tan importantes ambientalmente como creían muchos
residentes de Lawrence.

El director de preservación de Kansas, Alan Pollom, defendió la oferta, y afirmó que ésta se
basaba en un avalúo. Y agregó: “no podemos enriquecer injustificadamente a alguien
utilizando los fondos de una organización sin ánimo de lucro”.

Durante los últimos años los residentes de Lawrence han intentado equilibrar el crecimiento
ECONOMÍA Y MEDIO AMBIENTE Lectura 16
DOCENTE: Rosa Ferrín Schettini Página 12
II Semestre: marzo-julio de 2003

urbano y la preservación del entorno. Hogar de la University of Kansas, Lawrence ha


crecido un 23% hasta aproximadamente 65.000 personas desde 1980, pero la urbanización
se ha moderado por el fuerte apoyo de la comunidad hacia la preservación.

Filosofía en la autopista

Durante todo el lunes, las personas se reunieron a un lado de la ocupada autopista de dos
carriles de la llanura Elkins, para conversar mientras observaban cómo funcionaba el tractor
desplazándose de ida y vuelta por todo el terreno.

“Cuestiono el juicio de arar una valiosa llanura, pero defendería su derecho a hacerlo”,
afirmó Larry Warren, agricultor y vecino. “Es su tierra; es su prerrogativa”.

Sin embargo, Buzz Hoagland, profesor de biología en la University of Kansas, argumentó


que los individuos tienen la responsabilidad de preservar el ambiente, incluso a expensas
de sus propias ganancias.

“A esta tierra le costó un par de millones de años evolucionar para llegar a este estado en la
actualidad, y sólo tomó 48 horas destruirla”, afirmó el doctor Hoagland.

Fuente: The New York Times, November 23, 1990.

Persuasión moral

Por “persuasión moral" se quiere significar los programas de persuasión que recurren al
sentido de los valores morales o deber cívico de una persona para hacer que se abstenga
voluntariamente de llevar a cabo actividades que degraden el ambiente. El caso clásico de
esto corresponde al esfuerzo del Oso Smokey del National Forest Service (Servicio Forestal
Nacional de EEUU), una campaña publicitaria tendiente a hacer que las personas sean más
conscientes con relación a botar basura en los bosques y evitar actividades que generen el
riesgo de incendios forestales. Aunque hay multas y sanciones por realizar estas
actividades, la campaña no se fundamentó en amenazas de imposición de sanciones sino
más bien en recurrir al sentido de moralidad cívica de las personas. Las campañas de "no
arroje basuras en las vías públicas" corresponden esencialmente al mismo tipo de enfoque.

En los primeros días de reciclaje, las comunidades a menudo sumaron esfuerzos


voluntarios, en los cuales las convocatorias se hicieron basándose en el sentido cívico. En
algunos casos estos esfuerzos tuvieron éxito; en otros, no surtieron efecto. En la actualidad
la sociedad se mueve en dirección a programas de reciclaje más obligatorios, aunque es
cierto que aún dependen ampliamente de la persuasión moral para alcanzar altas tasas de
ejecución de leyes. Evidentemente existen otras situaciones en las cuales el llamado a la
moralidad cívica puede ser política pública efectiva. Éste es en especial el caso de
“emisiones", como las de basuras en la calle, en las cuales sus infractores normalmente
están dispersos a través de la población de tal manera que es poco viable monitorear y
detectar las violaciones que ocurran.

El aspecto positivo de la persuasión moral consiste en que puede tener amplios efectos de
dispersión. Mientras que un impuesto sobre afluentes en un solo tipo de contaminantes no
tendrá impacto sobre las emisiones de otras clases de productos de desecho, las peticiones
ECONOMÍA Y MEDIO AMBIENTE Lectura 16
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sobre el sentido cívico por determinado problema pueden generar efectos colaterales en
otras situaciones. Las personas que mediante una campaña publicitaria especial son
conducidas a experimentar un mayor sentido del deber cívico cuando se abstienen de
arrojar basuras en casos en los cuales claramente podrían evadirlos, es posible que por sí
mismas tengan deseos similares cuando, por ejemplo, se abstienen de botar
clandestinamente el aceite del auto por la alcantarilla de su casa, o mantienen en óptimas
condiciones los sistemas de control de contaminación en sus automóviles.

Sin embargo, aparecen problemas cuando se depende de la persuasión moral como


enfoque fundamental de las políticas. No todas las personas son igualmente responsables
desde el punto de vista ético. Algunas responderán a razones morales otras no lo harán.
En consecuencia, la responsabilidad de esta política recaerá en parte de la población que
sea moralmente más consciente; aquellos que respondan menos a las razones morales
estarán "viajar gratis", gracias a los demás, disfrutando los beneficios de la restricción moral
de otros pero evadiendo su propia responsabilidad. Lo especialmente desfavorable con
relación a esto es el valor de demostración a largo plazo. Si aquellos que responden a las
razones morales se enfrentan a la perspectiva de una amplia moral de esto a largo plazo
puede tener tendencia a erosionar el nivel general de responsabilidad cívica y moral. Así,
apelar a la capacidad de respuesta moral de las personas, aunque quizá sea efectivo a
corto plazo, podría en realidad tener el efecto opuesto a largo plazo. Esto es similar al
cinismo que las personas a menudo expresan cuando las nuevas leyes ambientales
continuamente se ratifican en los libros pero nunca se ejecutan.

Aunque la virtud moral consiste en su propia recompensa, es incluso mejor si otras


personas lo conocen. La persuasión moral será más efectiva para detener la contaminación
si la información está disponible inmediatamente con relación a los niveles de emisiones y a
los cambios registrados en éstos6. Así, como actividad contraria a las campañas de
persuasión moral, los esfuerzos para medir y hacer públicos los niveles de emisión y los
esfuerzos que las personas hacen para reducir estas emisiones, representan un aditamento
importante. Estos factores subyacen en el reciente intento de los grupos ambientales en
EEUU para desarrollar un código de conducta anticontaminación, al cual podrían suscribirse
las compañías en forma voluntaria. Como se indica en el extracto periodístico del caso 10-
3, estos Principios de Valdez involucran la divulgación voluntaria de operaciones que
podrían ocasionar daño al entorno7.

Es fácil ser cínico con relación a utilizar la persuasión moral como herramienta para el
mejoramiento ambiental. En esta época de sociedades masificadas y de destrucción
ambiental intensificada, rudos diseñadores de políticas naturalmente son atraídos por
aquellas políticas ambientales que tengan mayor ejecutabilidad. Esto probablemente sería
un error. Posiblemente es cierto que no se pueda depender mucho de la persuasión moral
para generar, por ejemplo, una reducción significativa en la contaminación del aire en la
cuenca de Los Ángeles o producir disminuciones sustanciales en la utilización de los
químicos agrícolas que contaminan las aguas subterráneas. Sin embargo, en la búsqueda
de instrumentos políticos públicos nuevos, efectivos y concretos, a fin de manejar
problemas específicos de contaminación, posiblemente se ha subestimado la contribución
del ambiente general de moralidad pública y sentido cívico. Un clima fuerte en este sentido
posibilita instituir nuevas políticas y facilita administrarlas y ejecutarlas. A partir de esto
también se puede deducir la importancia de la función de los políticos y los diseñadores de
políticas, quienes llevan a cabo actividades que satisfacen este clima moral en vez de
erosionarlo.
6
Muchas organizaciones como la United Way utilizan un gran termómetro rojo para indicar el progreso de las
campañas para recolectar fondos de la comunidad.
7
Este caso puede implicar más que persuasión moral; el artículo menciona la posibilidad de aspectos como
boicoteos y actividades de los accionistas, que tienen implicaciones económicas más directas para las
compañías objetivo.
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Caso 10.3
Cruzada por el ambiente de Joan Bavaria

La activista social está trabajando arduamente detrás de los Principios de Valdez, un código
de conducta corporativa.

Por Stan Hinden

Cuando el buque cisterna Exxon Valdez se resquebrajó contra un arrecife en marzo de 1989
y arrojó millones de galones de petróleo crudo en las cristalinas aguas de Prince William
Sound, el masivo daño en el ambiente de Alaska provocó airadas protestas en todo el
continente,

Una de las angustiadas voces fue la de Joan Bavaria, idealista administradora de Fondos
de Boston quien ha invertido una década al frente de la inversión social buscando
compañías que elaboren productos seguros y persigan importantes metas sociales.

Pocos meses después del derramamiento de Valdez, cuando las airadas protestas se
convirtieron en llamamientos para entrar en acción, la activista social de 47 años surgió
como la fuerza impulsadora de respaldo a una nueva y potente alianza de inversionistas y
ambientalistas que se formó para forzar a que las corporaciones aceptaran mayor
responsabilidad por su conducta ambiental. Los miembros de la coalición, llamada Ceres,
tienen millones de acciones en importantes corporaciones.

De esta alianza surgieron los Principios de Valdez: un estricto código de conducta


constituido por diez puntos, en el cual se exige a las corporaciones que divulguen sus
problemas ambientales y actúen de forma decisiva para remediarlos.

“Estamos intentando cambiar radicalmente la manera como las corporaciones consideran el


ambiente y sus prácticas alrededor de éste”, afirmó Bavaria, cuya coalición controla
US$150.000 millones en fondos mutuos y de pensiones, que además representa a grupos
ambientales con aproximadamente 10 millones de miembros.

Los estrictos estándares de los Principios de Valdez, el creciente interés público sobre la
contaminación y las nuevas leyes federales de descontaminación se han combinado para
hacer de los asuntos ambientales centro de interés en las salas de juntas del continente.

El próximo año, a más de 50 importantes corporaciones les llegarán resoluciones para los
accionistas promulgadas por grupos ambientalistas y eclesiásticos en las cuales se
solicitará a las compañías que firmen los Principios de Valdez. En síntesis, exigen a las
corporaciones que acaben con la contaminación del aire y del agua, conserven la energía,
saquen al mercado productos más seguros, paguen por los daños ocasionados en el
entorno y presenten informes públicos sobre su progreso.

Todo esto supera lo que muchas corporaciones están dispuestas a prometer,


fundamentalmente porque temen que podrían exponerse a problemas legales.

Sin embargo, los principios se ajustan claramente a la visión de Bavaria sobre el futuro, la
cual consiste en que las corporaciones estadounidenses aprenderán a convivir con rígidos
parámetros ambientales, así como ahora están acostumbradas a severos estándares
contables.

La batalla de Bavaria para hacer de los Principios de Valdez el estándar de comportamiento


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II Semestre: marzo-julio de 2003

corporativo será motivo de oposición por parte de muchas entidades en el mundo


empresarial. No obstante, pocas compañías e industrias ignorarán la preocupación pública
acerca del calentamiento global que cada vez aumenta firmemente la lluvia ácida y los
desechos tóxicos.

Muchos funcionarios corporativos comparten el punto de vista de Harvey Alter, gerente de


política de recursos en la Cámara de Comercio de EEUU, quien expresó que los principios
de Valdez demostraron que Ceres era “ingenua” sobre la manera como operan las
compañías y que éstas podrían lograr las mismas metas ambientales bajo su propia
responsabilidad.

“Ceres”, dijo, “propone una prueba de papel de tornasol en la cual una compañía tiene que
decir ‘si’ o ‘no’. Esto no es así de fácil”.

Hasta este punto, Bavaria y sus colegas en Ceres (abreviatura de Coalition for
Environmentally Responsible Economies – Coalición de Economías Ambientalmente
Responsables) han utilizado la persuasión y la amenaza contra los accionistas con el fin de
obtener firmantes para los Principios de Valdez. Bavaria afirmó que cualquier intento de
boicoteo estaría lejano en el futuro.

El año entrante, Ceres solicitará a las 500 compañías que aparecen en la revista Fortune
que respondan un cuestionario de 37 páginas acerca de sus problemas y políticas
ambientales.

Entre los grupos ambientales que pertenecen a Ceres se encuentran Sierra Club, Friends of
the Earth, National Audubon Society, National Wildlife Federation y Wilderness Society.

Una de las mayores exigencias para que las corporaciones firmen los Principios de Valdez
provino del fondo neoyorquino del sistema de pensionados que posee US$16.400 millones.
El fondo solicitó a Exxon Corp., Occidental Petroleum Corp. y Champion International Corp.
que se adhirieran a los Principios de Valdez.

Fuente: The Washington Post, December 23, 1990.

Resumen

En este capítulo se comenzó la exploración de diferentes tipos de políticas públicas que


podrían utilizarse para combatir la contaminación ambiental. Se inició con un breve análisis
de los criterios posibles para evaluar la efectividad de políticas ambientales alternativas.
Aunque lo más importante podría ser la capacidad de las políticas para obtener niveles
eficientes de emisiones, existen otros importantes criterios como las consideraciones de
equidad, la capacidad de generar incentivos para cambios futuros y la posibilidad de poner
en marcha las medidas.

En el capítulo se examinaron dos tipos principales de enfoques descentralizados para


mejorar la calidad ambiental. El primero consistió en depender de las reglas de
responsabilidad, que exigen que los contaminadores compensen a quienes han sufrido
daños. En teoría, la amenaza de responsabilidad puede conducir a los contaminadores
potenciales a internalizar lo que comúnmente se podría convertir en costos externos. Al
sopesar la compensación relativa y los costos de reducción, los contaminadores serían
llevados a niveles eficientes de emisiones. Aunque las doctrinas de responsabilidad pueden
funcionar bien en casos sencillos de contaminación en los cuales se involucran unas pocas
personas y son claros los vínculos causa-efecto, no es probable que funcionen
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confiablemente en los problemas ambientales en gran escala, técnicamente complejos, de


las sociedades contemporáneas.

El segundo enfoque importante que se analizó consistió en la confianza en la institución de


los derechos de propiedad privada. Desde esta perspectiva, las externalidades ambientales
son problemas sólo debido a que la propiedad de activos ambientales a menudo no está
claramente definida. Al establecer claros derechos de propiedad, los propietarios y otros
que deseen utilizar activos ambientales para diversos propósitos pueden llegar a acuerdos
que equilibren los costos relativos de diferentes alternativas. Así, las negociaciones entre
las partes teóricamente deberían generar tasas de emisiones eficientes. Sin embargo, los
problemas de costos de transacción, especialmente relacionados con los aspectos de
bienes públicos de calidad ambiental, y la carencia de mercados para los servicios
ambientales, fundamentalmente funcionan en contra de la dependencia de las instituciones
tradicionales de derechos de propiedad en los asuntos de calidad ambiental. Sin embargo,
en el capítulo siguiente se observará que algunos enfoques de derecho de propiedad
pueden representar una gran promesa.

Finalmente, se mencionó el concepto de persuasión moral, el cual puede ser útil cuando
sea imposible medir las emisiones provenientes de fuentes particulares. Se analizó el
problema moral de utilizar servicios sin pagar (free-riding), al igual que el problema de
divulgación pública, como medio para estimular el comportamiento ético en los asuntos
ambientales.

Preguntas y temas de análisis

1. Los vecinos podrían, en forma relativamente fácil, negociar con cualquier otro para
establecer asuntos de externalidades, como el ruido excesivo o el incompatible
desarrollo urbano de las propiedades. De acuerdo con esto, ¿por qué la mayor parte de
las comunidades depende de leyes y regulaciones locales para administrar estas
externalidades?

2. En el caso de un contaminante que tiene un efecto indeterminado en las personas, los


tribunales podrían asignar la responsabilidad de prueba, bien sea a las personas
afectadas para demostrar que en verdad sufrieron daños o a los contaminadores para
demostrar que el contaminante no es dañino. ¿Qué diferencia haría para el
funcionamiento de este sistema de responsabilidades?

3. Supóngase que una comunidad calcula el peso de la generación final de basuras de


cada residente en el momento de recogerlas, y publica los totales individuales cada año
en el periódico local. ¿Considera usted que esto conduciría a una reducción en la
cantidad total de basuras expulsadas por la comunidad?

4. En las negociaciones entre propietarios y potenciales usuarios, ¿de qué manera se


tienen en cuenta las generaciones futuras?

5. Los accidentes de transportadores de desechos peligrosos se han hecho bastante


comunes. Supóngase que a quienes ocasionan cualquier accidente de este tipo se les
responsabiliza por una suma equivalente al promedio de los daños causados en todos
estos accidentes. ¿Conduciría esto a que las compañías transportadoras tomen el nivel
eficiente de precauciones contra tales accidentes8?

8
Este planteamiento se hizo a partir de un asunto similar tomado de Tom Tietenberg. Environmental and
Natural Resource Economics, 3rd ed., Harper Collins, New York, 1992, p. 71.
ECONOMÍA Y MEDIO AMBIENTE Lectura 16
DOCENTE: Rosa Ferrín Schettini Página 17
II Semestre: marzo-julio de 2003

Lecturas recomendadas

Anderson, Terry L.: "The Market Process and Environmental Amenities", in Walter E. Block .
Economics and the Environment: A Reconciliation, The Fraser Institute, 1990, pp.
137-157.

Anderson, Terry L., and Donald R. Leal: Free Market Environmentalism, Pacific Research
Institute, San Francisco, 1991.

Coase, Ronald H.: "The Problem of Social Cost", Journal of Law and Economics, Vol. 3,
October 1960, pp. 1-44.

Dales, J. H.: Pollution, Property and Prices, University of Toronto Press, Toronto, 1968.

Hoffman, W. Michael, Robert Frederick, and Edward S. Petry, jr. (eds.): The Corporation,
Ethics, and the Environment, Quorum Books, New York, 1990.

Kneese, Allen V., and William D.. Schulze "Ethics and Environmental Economics", en Allen
V. Kneese and James L. Sweeney (eds.), Handbook of natural Resource and Energy
Economics, Vol. 1, North-Holland, Amsterdam, 1985, pp. 191-220.

Rothbard, Murray N.: "Law, Property Rights, and Air Pollution”, en Walter E. Block (ed.),
Economics and the Environment: A Reconciliation, The Fraser Institute, 1990, pp.
233-279.

Singer, Steven T.: "An Analysis of Common Law and Statutory Remedies for Hazardous
Waste Injuries”, Rutgers Law Journal, 12, Fall 1980, pp. 117-150.

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