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294 La Alegría del Amor

COMENTARIOS A LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA “AMORIS LAETITIA” DEL PAPA


FRANCISCO.

294-295 LA ALEGRÍA DEL AMOR

294. «La elección del matrimonio civil o, en otros casos, de la simple convivencia,
frecuentemente no está motivada por prejuicios o resistencias a la unión sacramental, sino por
situaciones culturales o contingentes» [319]. En estas situaciones podrán ser valorados
aquellos signos de amor que de algún modo reflejan el amor de Dios [320]. Sabemos que
«crece continuamente el número de quienes después de haber vivido juntos durante largo
tiempo piden la celebración del matrimonio en la Iglesia. La simple convivencia a menudo se
elige a causa de la mentalidad general contraria a las instituciones y a los compromisos
definitivos, pero también porque se espera adquirir una mayor seguridad existencial (trabajo y
salario fijo). En otros países, por último, las uniones de hecho son muy numerosas, no sólo por
el rechazo de los valores de la familia y del matrimonio, sino sobre todo por el hecho de que
casarse se considera un lujo, por las condiciones sociales, de modo que la miseria material
impulsa a vivir uniones de hecho»[321]. Pero «es preciso afrontar todas estas situaciones de
manera constructiva, tratando de transformarlas en oportunidad de camino hacia la plenitud
del matrimonio y de la familia a la luz del Evangelio. Se trata de acogerlas y acompañarlas con
paciencia y delicadeza» [322]. Es lo que hizo Jesús con la samaritana (cf. Jn 4,1-26): dirigió
una palabra a su deseo de amor verdadero, para liberarla de todo lo que oscurecía su vida y
conducirla a la alegría plena del Evangelio.

295. En esta línea, san Juan Pablo II proponía la llamada «ley de gradualidad» con la
conciencia de que el ser humano «conoce, ama y realiza el bien moral según diversas etapas
de crecimiento»[323]. No es una «gradualidad de la ley», sino una gradualidad en el ejercicio
prudencial de los actos libres en sujetos que no están en condiciones sea de comprender, de
valorar o de practicar plenamente las exigencias objetivas de la ley. Porque la ley es también
don de Dios que indica el camino, don para todos sin excepción que se puede vivir con la
fuerza de la gracia, aunque cada ser humano «avanza gradualmente con la progresiva
integración de los dones de Dios y de las exigencias de su amor definitivo y absoluto en toda
la vida personal y social» [324].

Mariene Piñero. COMENTARIO

Maduramos en nuestro caminar humano y espiritual, siendo importante comprender y


enderezar nuestras acciones de manera coherente, por tanto muchas parejas esperan
contraer matrimonio eclesial, cuando se sienten seguras en su relación de pareja, cuando son
orientadas de manera asertiva por agentes pastorales o cuando las condiciones son las más
adecuadas. A nivel de relaciones, en ocasiones las adversidades ayudan a madurar estos
procesos, siendo necesario en esos momentos consolidar la unión a los ojos de Dios, por las
redes se ven historias donde las personas se casan cuando tienen una enfermedad terminal o
cuando han vivido situaciones extremas en su relación, quizás son historias en redes, pero se
han visto casos. El Papa Francisco nos recuerda el papel de la "Gradualidad Pastoral", donde
se analizan y se disciernen estos procesos humanos- cristianos, para acercar a las parejas al
Sacramento del Matrimonio.

Ponç Capell. COMENTARIO

En estos números, Francisco, basándose en la relación final sinodal, expone algunas


motivaciones por las que algunos matrimonios prefieren iniciar su vida conyugal sin acudir a la
bendición sacramental. La influencia cultural adversa a la institucionalidad, la posibilidad
abierta de celebrarlo en el futuro, la precariedad, etc. aparecen como atenuantes de una
situación que, aunque no conforme con el ideal, tampoco es radicalmente opuesta a éste. El
consejo es claro: afrontar estas situaciones de manera constructiva y visualizarlas desde la ley
de la gradualidad pastoral. En la pedagogía sacramental tradicional, la exclusión de quienes
se encontraban en estas circunstancias de la plenitud de la comunión sacramental lograba
que los esposos buscaran la bendición nupcial para normalizar sus relaciones eclesiales y
sociales. No ha sido así en los últimos años. La presión disciplinaria, lejos de solucionar el
problema, ha creado una indiferencia hacia el sacramento, hacia los valores e ideal de la
familia e incluso hacia la misma Iglesia. Creo que esto es muy importante visualizarlo: No se
trata de un cambio de propuesta, ni de un cambio de Ideal de la familia. Francisco opta por
una alternativa pastoral más acorde a la psicología de los jóvenes de nuestros días. Esta
novedosa opción no ha sido siempre bien entendida ni por quienes detractan a Francisco,
pues lo consideran traidor al ideal evangélico del matrimonio, ni por quienes lo apoyan, pero
se quedan en la mera inclusión de los matrimonios en situaciones no reguladas, sin aplicar
con empeño una pedagogía realmente gradual: motivar permanentemente a ir abriéndose a
las exigencias de un matrimonio acorde a la dignidad de hijos de Dios de los conyugues y de
la sacralidad de su vocación sacramental.

El tema de la gradualidad fue abordado ya por Juan Pablo II en el nº 34 de la Familiaris


Consortio. El Pontífice señalaba, como lo hace Francisco, que la “ley de la gradualidad
pastoral” (orientación y proceso gradual hacia el ideal) no puede confundirse con la
“gradualidad de la ley” (Ley aplicada en grados distintos según la diversidad de cada caso).
Son dos nociones distintas y antagónicas.

Por otra parte, hay que reconocer que ni siempre quienes han sacramentalizado su
matrimonio viven acordes al ideal del sacramento, ni, como recuerda el texto, quienes no lo
han hecho viven en disconformidad radical con los valores que el signo sacramental
representa. Se ha sido muy condescendientes con quienes formalizaban un proyecto, aunque
su realidad estuviera muy lejos del deber ser, y se ha tratado con excesiva desconsideración a
quienes viven el ideal, aunque nunca lo formalicen.

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