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Kihon y Sanshin, el trabajo básico

Kihon Happou y Sanshin no Kata, o lo que es lo mismo “trabajar las bases”, es el gran olvidado en la
práctica de demasiados practicantes de la Bujinkan y en general, la práctica constante y asidua de
las bases es la gran olvidada de la mayoría de quienes practican “artes marciales”.

Recientemente Rafa Nadal ha obtenido su 8º Roland Garros. ¿Alguien cree que Rafa Nadal se pasa el
día jugando partidos?. Pues creo que voy decepcionar a muchos si les cuento, que detalles aparte,
su entrenamiento es como el del resto de profesionales, acondicionamiento físico (lo que incluye
cosas como correr, hacer pesas, elasticidad, etc), por supuesto sesiones de “sparring”, jugando
contra otros, pero de un modo muy importante, la técnica básica. Es más que probable que se pase
muchas horas a la semana mejorando su saque, su revés, su volea…, entrenando su puntería, sus
desplazamientos. Que esta clase de trabajos sean los que predominen durante largos periodos de
entrenamiento durante el año y sean una constante durante toda su vida profesional.

Nosotros deberíamos hacer algo parecido, eso si, al nivel de nuestro compromiso de práctica (la
mayoría no somos competidores profesionales de talla mundial).

¿En que consiste el trabajo básico de la Bujinkan?. Muy simple. TODOS los aspectos y elementos de
la practica, pueden ser descompuestos en elementos simples y todos estos elementos son los que
conforman y se resumen en la Kihon Happou y en el Sanshin no Kata, súmandole a ello el
entrenamiento para la consecución de los atributos fundamentales tales como control (del
adversario, del medio y de las armas), fluidez y coordinación, velocidad, potencia y precisión.

En nuestro caso hablamos de los siguientes elementos o fases en la práctica:

1. Ejercicios y acondicionamiento (Junan Taisou y Taihen Jutsu)

2. Formas (en solitario y con compañero): Kihon Happou y Sanshin no Kata

3. Trabajo en solitario y con compañeros, con y sin armas, para la adquisición de atributos tales
como el control, la velocidad, la coordinación, la precisión y la potencia.

4. Aplicaciones: Katas de escuela

5. Sparring. Shinken Gata.

1. El primer grupo, Junan Taisou y Taihen Jutsu, contiene el núcleo de las bases, a la vez que
practicamos las mecánicas fundamentales de movimiento del sistema. Esto no es sino una colección
de ejercicios para fortalecer y flexibilizar el cuerpo y la respiración, que entrena la elasticidad,
fuerza, resistencia, equilibrio, coordinación, etc, así como ukemis, kaitens, sabakis, arukis, etc.
También se suele englobar aquí el entrenamiento de los diferentes kamaes y las transiciones entre
ellos y es también un momento propicio para entrenar la respiración, tomando consciencia de la
misma y aprendiendo a regularla…

El simple hecho de repetir un mismo movimiento unas cuantas centenas de veces, nos permite
tomar consciencia de qué si y qué no hacemos bien y por lo tanto corregir y mejorar.

2. En el apartado Formas, Kihon Happou y Sanshin no Kata, necesitamos de una práctica intensa y
constante, bajo la guía de un instructor competente que conozca perfectamente todos los pequeños
detalles de las diferentes formas. En caso contrario podemos estar perdiendo el tiempo (lo más
probable), o cometiendo graves errores que posteriormente serán muy difíciles de corregir.

Hay formas que requieren, por su naturaleza, poseer un control bastante elevado, tanto sobre el
funcionamiento muscular, debiendo ser capaces de tensar o activar ciertos músculos mientras
relajamos de forma consciente otros, que sin entrenamiento previo, actuarían a la par que los
primeros. Todo ello mientras controlamos nuestra respiración y nos mantenemos “centrados” sin
permitir distracciones. Los kamaes deben ser perfectos, así como los desplazamientos y las
transiciones de movimientos, a la par que los métodos de golpeo o control que deben ser precisos y
acurados.
Ésto es en cierto modo similar a la habilidad de un malabarista, que mientras hace equilibrios,
mantiene en el aire varias antorchas encendidas… y más nos vale contar con una cierta habilidad en
cosas “fáciles” antes de intentar realizar otras en las que un error da al traste con todo lo buscado o
incluso, nos perjudica.

Evidentemente, o cada una de las partes y elementos que componen el ejercicio se dominan por
separado, o simplemente seremos incapaces de realizarlas todas al unísono. Por eso tenemos
ejercicios de base.

3. Trabajo para la adquisición de atributos. Chi no keiko, Sui no keiko y Ka no keiko. Este es un tema
que daría por si solo para varios artículos y que posiblemente vean la luz en breve. Baste decir que
cada uno de los entrenamientos (keiko), basado en cada uno de estos 3 elementos, se enfoca en
conseguir la consecución de diferentes atributos para el trabajo marcial completo. Por ejemplo el
apartado de Ka no keiko se basa en la realización de ejercicios enfocados a la consecución de 3
atributos fundamentales: velocidad, potencia y precisión. Tanto con las diferentes armas como sin
ellas. Esto es básico y es algo que hay que entrenar con “exclusividad” largo tiempo antes de
alcanzar un dominio mínimamente satisfactorio. No trabajar aspectos fundamentales como estos es
renunciar a la consecución de logros y a la adquisición de habilidades reales para el combate.

4. Aplicaciones, katas de escuela y katas de las diferentes armas. Fu no keiko. Una vez alcanzado un
cierto grado de habilidad y competencia en los 3 primeros apartados, el alumno debería adentrarse
en el estudio de las katas inherentes de cada una de las escuelas y armas que conforman la Bujinkan
Dojo, sin dejar de lado por supuesto la continuación del trabajo en esos 3 primeros apartados que
serán una cosntante a lo largo de su vida marcial. Este es un proceso largo y complejo que debe
obviamente ser también supervisado por un instructor competente en la materia, que conozca bien
las diferentes katas y armas y sus implicaciones y relaciones. Es necesario apuntar que no basta con
la mera realización de los katas y formas de armas “a velocidad de aprendizaje” sino que esta
realización deberá con el tiempo ser llevada al extremo de todo su potencial funcional, tanto en lo
que se refiere a precisión como a velocidad de ejecución y potencia, siempre sin poner en peligro la
integridad física de los alumnos.

Por último llegamos al punto nº 5, el Sparring. Ku no keiko. Al leer ésto ya pensamos en pelea,
confrontación y resistencia. Y si, es cierto que eso ha de estar presente y de hecho lo está tanto en
gran parte del entrenamiento, como en una confrontación real. Pero para llegar a poder dominar
tales situaciones, hay que empezar poco a poco. Se debe empezar por un trabajo de combate
controlado. Y para mejorar en una cierta habilidad, hay que aislarla de otras para potenciarla y luego
volver a integrarla con el resto. Ésto se logra, entre otras formas, mediante la práctica de patrones
cortos de trabajo que poco a poco se van ampliando y enlazando unos con otros hasta llegar a un
hipotético “combate libre”. En estos patrones se trabaja sobre una idea sencilla como puede ser el
modo de disolver una fuerza entrante desde cierto ángulo. La practica del patrón nos enseña, dentro
de un muy limitado rango de movimientos y grados de libertad, a adaptarnos a las variantes del
mismo y realizar los ajustes y micro ajustes necesarios para neutralizar el ataque y devolver un
contraataque.

Todo ésto es lo que se necesita para realizar un trabajo marcial mínimamente “completo” y global. Y
todo ello se afianza en un trabajo de base sólido, o estaremos abocados al fracaso o en el mejor de
los casos a logros muy modestos.

Y ¿Hasta cuando hay que practicar el trabajo básico?. Hasta el último día de práctica de tu vida. Tal y
como se comentaba al inicio, un deportista de élite no renuncia a la práctica de técnica básica. Así
pues, ¿que nos lleva a pensar que nosotros si?.

La práctica básica es como el agua y los alimentos. No es algo que pruebas una vez o que consumes
durante una temporada, sino que forma parte de tu vida diaria.

Lo que si es cierto es que según pasa el tiempo, nuestro entendimiento y nivel van mejorando. El
progreso es similar a subir por una escalera de caracol. Siempre estás “en el mismo sitio”, pero
según subes, lo que puedes ver por las ventanas, siendo “lo mismo” no es desde luego “igual”. Tu
trabajo de base te permite avanzar en la comprensión del sistema y te proporciona recursos para
adquirir nuevas habilidades.

Es evidente que si no “subes”, te quedas dando vueltas como un burro en una noria…, lo que a
todas luces es aburrido y poco gratificante. Quizás este es el origen del problema, no entender que
el progreso se encuentra en dominar e ir comprendiendo las sutilezas de cada simple gesto, en vez
de en acumular más y más conocimiento “superior”, que al fin y al cabo, no deja de ser más que una
combinación de elementos más simples.
Es evidente también que trabajar una sola cosa durante todo un año es en principio muy aburrido,
sobre todo si te limitas a repetir esa misma cosa sin trascender de lo más obvio y evidente, que ya
aprendiste el primer día. Pero no es así como se ha de actuar.

Muy al contrario, debes llevar esa pericia en una determinada “base” a todo lo demás que sepas.
Sólo esto ya debería tenerte ocupado unos meses. Pero es que al hacerlo, tendrás muchos
descubrimientos que mejorarán tu entendimiento y habilidad a la hora de ejecutar “lo que ya
sabías”. Descubrimientos que serán el origen de nuevos “temas de estudio” que abordar desde tu
trabajo de base. Es por cosas como ésta que el estudio de un arte marcial no tiene fin…, siempre y
cuando tengas la vista de percibir dichos descubrimientos y las ganas de estudiarlos y
comprenderlos.

Por eso nunca dejes de lado tu entrenamiento de base. Simplemente, es que la base evoluciona
contigo, sin cambiar en lo externo, pero “creciendo” en todos los aspectos que antes pasaban
desapercibidos. Y sin el apoyo permanente de la base, nunca aprenderás nada que realmente tenga
valor, por muy auténtico, genuino y virtualmente valioso que dicho conocimiento pueda ser.

No caigas en el error de considerar que la base es para principiantes. La base es el auténtico secreto
de un estilo, aquello que determina si lo que haces va a poder funcionar algún día o no.

Antiguamente un maestro enseñaría primero la base al nuevo alumno, sin darle explicaciones. Si el
alumno entrenaba e iba alcanzando ciertos logros, el maestro le daba nuevos elementos y
conocimientos. Su perseverancia en el estudio de la base es lo que determinaba la predisposición
del maestro a seguir enseñando y la capacidad real del alumno para poder asimilar esas enseñanzas.

Si el alumno era sincero, su habilidad marcial se incrementaba y el conocimiento recibido se volvía


funcional. En caso contrario, por mucho que el maestro le enseñara, todo estaría “cojo”. Algunos
expulsarían al alumno poco animoso, pero otros simplemente le darían conocimiento superior a
sabiendas de que no funcionaría, sin preocuparse realmente por el progreso de ese alumno a menos
que cambiara su actitud hacia el trabajo de base.
Cuando un maestro quería guardarse “algo” para continuar teniendo “poder” sobre el alumno (lo que
ciertamente no es muy honrado), o de un modo algo más honesto, se guardaba para el final una
clave para “obligar” al alumno a terminar sus estudios si quería completar su habilidad, o para
controlar si su carácter le hacía o no merecedor de recibir una transmisión completa, eliminaba algo
de lo “básico”. Tal es pues la importancia de las bases.

Hoy por hoy, las cosas han cambiado. El nuevo alumno lo aprende casi todo a la vez, realiza el junan
taisou y el taihen jutsu, aprende kihon y sanshin, aprende el manejo armas, aprende las katas de las
escuelas… Pero muy pocos pasan por largas sesiones de base y consecución de atributos y menos
aún hacen de esta práctica el núcleo de su formación. La Kihon Happou y el Sanshin no Kata,
correctamente entrenados, con todo lo que ello implica, que es mucho y no se basa únicamente en
repetir mecánicamente los movimientos establecidos sin más, representan el auténtico
“conocimiento avanzado” y deberían ser la “joya” a perseguir y alcanzar. Debería ser nuestro
conocimiento ambicionado en vez de intentar emular los movimientos del Sôke a las primeras de
cambio o tratar de copiar la “forma libre del maestro Fulanito”, etc.

Una cosa a tener en cuenta, no obstante es que según pasa el tiempo, un mismo ejercicio básico,
puede terminar siendo “multifuncional” de modo que su práctica cubra áreas de entrenamiento que
originalmente precisaban de más ejercicios. Cuanto más lo conoces, más y mayor es su valor y su
utilidad.

Para terminar me gustaría hablar de ese tiempo que uno le debe dedicar al trabajo de la base. Y ese
tiempo es mucho. Un porcentaje superior al 50%. Incluso uno puede dedicar más del 80% de su
tiempo de entreno a practicar la base, aunque mientras lo haga “use” herramientas quizás no tan
básicas, según sea su nivel dentro del arte. No más del 20% del tiempo de entrenamiento debería
dedicarse a “habilidades o técnicas superiores”.
Un buen estilo y una buena escuela, poseen y aportan al alumno un rico trabajo de base. En caso
contrario, y sin importar lo excelente que pudiera ser en el pasado, o lo buenos que sean sus más
altos grados, es una vía muerta en la mediocridad.

Así que cuando estés solo y no sepas que entrenar, no lo dudes, practica las bases. Ese siempre es
tiempo bien invertido.

Dani Esteban -Kôryu-

Shihan 15º dan Bujinkan Dojo

Este artículo está basado -partes copiadas literalmente, partes nuevas y otras transformadas y
adaptadas- en un artículo del maestro de Tai Chi Chuan y buen amigo Antonio Leyva. Podéis
encontrar el original con las referencias específicas al trabajo de su arte marcial en este
enlace:http://taichichuanantonioleyva.wordpress.com/2013/06/20/chipen-kung-el-trabajo-
basico/

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