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TODAS LAS NOVELAS, LA NOVELA:

AQUA ALTA, PABLO TORCHE

Cristóbal Vergara Espinoza


profesorcristobalv@gmail.com

Hay manuales de literatura compuestos para el lector menos exigente. Son simples,
útiles y bellos. Pequeñas compilaciones que con pomposos títulos anuncian un contenido
fosilizado, cristalizado en la sustancia ambarina a la que se somete el arte filtrado por el
cedazo de la pedagogía: Antología de la literatura española y latinoamericana moderna,
Antología de la poesía sevillana del Siglo de Oro, Antología comentada del relato
iberoamericano contemporáneo. Recuerdo con especial cariño las antologías salesianas en
las que píos sacerdotes-pedagogos se esmeraban en la compilación de lo más granado de los
períodos de su interés con la intención de mostrar a sus estudiantes las variables con las que
imaginaron la edad media, el renacimiento, el barroco, etcétera. Repito: imaginaron. La
reconstrucción es imposible y el tiempo una bestia sanguinaria que lo devora todo o que lo
envía todo hacia las aguas tranquilas del olvido. Pero son interesantes esos manuales,
compendios y antologías, como fotografías en blanco y negro o el fragmento del detritus de
un fenómeno cuya forma es imposible recordar.
La historia de la literatura es eso: un trozo de madera flotando en un mar helado. El
crítico interesado en esa historia trabaja desde la costa recolectando esos palos húmedos e
imagina la nao, la goleta, la carabela o la canoa de la que formó parte en quizás quién sabe
qué momento y por qué razón. Contar la historia de la escritura es así un ejercicio de la más
refinada y optimista imaginación y del más descarado embuste. Es por ello que una novela
como Aqua alta resulta tan relevante. La vocación de Torche parece ser la de construir un
narrador que es un viajero en el tiempo, un bibliotecario inmortal y un lector obsesivo. Todo
al mismo tiempo. La suya es una novela que actúa como compendio-archivo-museo vivo del
devenir de esa mentira que es la literatura. Es decir: contar la historia de la mentira por medio
de las mil formas que ésta tiene.
Sucede que Torche nos ofrece un cuadro sencillo: los materiales básicos de un romance.
Como en un laboratorio, las variables son combinadas en las diversas alternativas que
permiten ver a trasluz el armazón de diversas sensibilidades de época que parecen siempre
abocadas a narrar lo mismo, pero con diversos resultados. De esta forma, Aqua alta divide
su estructura en la exploración de diversos formatos o registros que van desde la indolencia
yoista de Fuguet hasta el místico aedo medieval, pasando por la ensoñación estética
vanguardista, la crueldad voluptuosa del pornógrafo, el velo erudito borgeano, etcétera.
Torche adapta hitos y dispone su historia en esos entramados para explorar así lo que es SU
testimonio y relación de la escritura. La historia se narra mil veces, de mil formas diversas,
con mil detalles distintos que arrojan luz o sombra sobre unos factores que parecen
testimoniar acerca de la ductilidad de ese objeto poliédrico que es la literatura.
Finalmente, pareciera ser que la imagen dispersa que se ubica en el fondo del abismo
de la historia es sólo una: la de unos cuerpos deseantes y arrobados en el rumor incesante de
una noche de lluvia. Y quizás no hay novedad en ello. Bolaño escribió algo que bien nos
podría servir como una introducción a la historia de la literatura: las ganas de leer y de follar
jamás se acaban. No obstante, la capacidad de Torche es la de poner aquello en perspectiva
al permitir la confluencias de las variables del erotismo y de la literatura, dando cuenta así de
nuestras censuras y libertades con respecto al deseo y sus formas ubicuas, aunque oblicuas,
de sobrevivir al olvido por medio de la escritura.

Torche, Pablo. Aqua alta. Santiago de Chile: Planeta. 2009. 288 págs.

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