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Vivencia de Democracia

Todos anhelamos la democracia como estado de vida para encaminar la sociedad,


pero muy pocos caemos en la cuenta de que esta modalidad de convivencia
reclama la responsabilidad de todos los ciudadanos.

Esto significa que el pueblo es soberano, es quién tiene fundamentalmente la


autoridad principal para gobernar y administrar políticamente un país y establecer
los mecanismos para hacerlo.

Además, podemos pensar la democracia como forma de vida, permitiendo nuestro


desarrollo como ciudadanos, gozando de derechos y ejerciendo nuestras
obligaciones.

Nuestro rol, de esta manera, no queda reducido solamente al momento de votar,


sino que además nos compromete en nuestra vida cotidiana y con el contexto que
nos rodea. En este sentido la democracia también es una forma de convivencia. Ser
democráticos significa saber y estar dispuestos a tomar decisiones colectivas con
el objetivo del bien común; donde las decisiones son el resultado de los acuerdos,
y las diferencias y los conflictos se tratan por medio del diálogo.

La palabra democracia, es una de las más usadas en el mundo de hoy. Toda una
forma para aprender a vivir mejor, aprender en democracia y para la democracia.
Es un término de la antigua Grecia que debe su conformación a los vocablos
“demos”, que quiere decir “pueblo” y de “kratós”, que significaría poder o gobierno,
donde el pueblo ejerce su soberanía, cuyo origen es anterior a la era Cristiana.

Por lo tanto, hoy la usamos para significar el gobierno del pueblo, que directa o
indirectamente debe hacer nuestra voluntad al gobernar. En cuanto a diálogo, muy
necesario, podemos decir que denota una forma de expresión, que puede ser oral
o escrita, en donde se intercambian ideas fundamentales, con las cuales se podrá
arribar para solución de nuestros problemas. Para el diálogo se necesita madurez
para trabajar juntos, con respeto, e involucrados para trabajar en la comunidad. El
trabajo democrático, es donde la política en su accionar atiende lo que debe atender
y sin claudicar hasta dar con la solución buscada. Para el vocablo “consenso”
diríamos que es el arribo a un acuerdo o a la aceptación de algo en una negociación
en el sentido de no negación de lo que se piensa, pero si para salir de una situación,
que lleva al entendimiento entre las partes, sin estar totalmente de acuerdo, que es
acatado para satisfacer las necesidades de todos. Allí las políticas distintas, pero
que seguro buscan un mismo fin, deberán atender desde ese consenso, lo
económico y social, que van de la mano, con el respeto y la dignidad por lo que se
hace y como se hace, con justicia y trabajo en soluciones verdaderas. Es escuchar
a las minorías y no obligar a decisiones por mayoría, una forma de vida más
democrática y de alto grado de sabiduría humana. Lleva a satisfacer las
necesidades de todos en decisiones que aumentan las probabilidades de llegar a
soluciones creativas o talvez más justas sin forzar ideas.

Es ceder un poco en bien de todos. Esta forma le otorga poder a la minoría y es


posible llegar a soluciones que parecen imposibles. Están en la raíz de la
democracia, allí se define un acuerdo, se demuestra la solidaridad en ambas partes,
y dejan actuar, en busca de soluciones a través del diálogo fecundo y constructivo.
Por qué hacer más difícil algo que se puede solucionar con un dialogo respetuoso
y positivo, siempre buscando el bien común, con la más justa idea de confraternidad,
sin dejar de lado las nuestras.

Aprender a vivir en sociedad responsablemente, es aprender a vivir para la


democracia plenamente, hay deberes a concretar para ganar nuestros derechos,
todos nuestros derechos de la mano de los deberes, educación para aprender a
vivir la democracia, convivir para estar en paz y para la paz de todos, que la
democracia nos de la escuela necesaria para conseguirlo, y vivir ese mundo mejor
que seguro es posible, entre todos y para todos.

Si consideráramos la democracia como una invención coyuntural o como un mero


contrato sin mayor fundamento que el interés particular de los contratantes, su
análisis histórico sólo se remontaría al punto temporal reciente desde el que se cree
inventada.

Así es frecuente tomarla, partiendo de la revolución francesa y norteamericana, con


el precedente aislado y lejano de la Grecia clásica. En cambio, al descubrir un valor
mayor y una entraña más humana a la democracia, como tendencia, deber y
derecho de la naturaleza humana, buscaremos sus orígenes en los de la misma
historia humana. Contemplando los remotos orígenes de la democracia, podemos
otear su amplio horizonte, siempre perfectible. La historia humana, en cuanto
humana, es un camino hacia la democracia, hacia el poder del pueblo. De aquí que
el inicial gran pasó histórico fue dado por la Revolución Neolítica, con el surgimiento
de los primeros pueblos, los constituyentes básicos y protagonistas de la
democracia.

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