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La nueva ley de lavado de activos no.

155-17,

Historia del Por qué nace.

El lavado de activos o blanqueo de capitales, consiste en todas la acciones o actividades tendentes


a darle apariencia de legalidad a fondos o activos de origen ilícito, este delito está atado a la
existencia de la comisión de un delito previo y conducente a la obtención de beneficios, que
posteriormente serían integrados a los mercados y sectores económicos y financieros como
legítimos.

En la mayoría de los países del mundo esta conducta está tipificada como un delito y dado su
alcance y desarrollo; además de su impacto en las actividades financieras; así como el negativo
fortalecimiento y financiamiento del mundo criminal ha llevado a los gobiernos a tomar medidas.

En este contexto la República Dominicana, el pasado 31 de mayo del año 2017, promulgó la ley
155-17, bajo el título de Ley Contra Lavado de Activo y el Financiamiento del Terrorismo, una
ley que deroga y sustituye casi en su totalidad a la antigua ley de lavado No. 72-02, solo deja en
vigencia y con un carácter transitorio los artículos 14, 15, 16, 17 y 33, relativos a la administración
y disposición de los bienes incautados, decomisados y abandonados, previstos por el numeral 6,
del artículo 51 de la Constitución, cuando hace reserva de ley para posterior desarrollo legislativo,
en la materia referida.

Cabe explicar que la nueva normativa es el producto del seguimiento sostenido del Grupo de
Acción Financiera Internacional (GAFI),creado en la cumbre de París en julio de 1989, por el
grupo de países más industrializados G7, en la actualidad está integrado por 34 países, 2
organizaciones regionales, 8 miembros asociados y 25 organizaciones internacionales como
observadores, entre las que resaltan el FMI, la ONU y el Banco Mundial. El GAFI es un ente
intergubernamental, cuyos objetivos son: fijar estándares y promover la implementación efectiva
de medidas legales, regulatorias y operativas para combatir el lavado de activos, el financiamiento
del terrorismo y el financiamiento de la proliferación de armas de destrucción masiva, y otras
amenazas a la integridad del sistema financiero internacional.

El Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), del cual forma parte la República
Dominicana, presentó como política de acción, en abril de 1990, unas 40 recomendaciones para
que los países la adapten e implementen a sus legislaciones y circunstancias particulares, en interés
de combatir el blanqueo de capitales a través de un marco regulatorio tipo. Posteriormente y a
consecuencia del auge del terrorismo, llegando a sus máximos niveles con el acontecimiento que
marcó al mundo, nos referimos al atentado y derrumbe de las Torres Gemelas en New York en el
año 2001, consecuentemente, ampliando el GAFI sus recomendaciones en otras nueve,
fundamentalmente para el terrorismo y el posible mercado conexo de la venta y proliferación de
armas de destrucción masiva.

Así remembramos que, en el marco de esta alianza internacional, en el país se modificó en el 1995
la ley 50-88, sobre Drogas Narcóticas y Sustancia Controladas, incluyéndole mediante la ley 17-
95, el lavado de activos para delitos exclusivamente relacionados con el narcotráfico, unos 7 años
después, el 26 de abril del año 2002, fue promulgada la ley 72-02, sobre Lavado de Activos,
previendo otras infracciones consideradas como graves; además del narcotráfico. La 72-02 estuvo
inspirada en las recomendaciones del GAFI, emitidas en los años 1990, 1996 y 2001, la cuales
fueron ampliadas en el 2003, recogidas y mejoradas en la versión del 15 de febrero de 2012,
sirviendo de sustento a la hoy ley 155-17.

La ley 155-17, para su pleno desarrollo y en atención a las prescripciones de su artículo 109, hace
mandatorio que el Poder Ejecutivo por vía reglamentaria complemente la ley, sobre todo en
consonancia con las Recomendaciones del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), en
esa virtud instituyendo por decretos Nos. 407-17 y 408-17, del presidente Danilo Medina, el
primero para la aplicación de las medidas preventivas del congelamiento de bienes o activos
relacionados con el terrorismo, en cumplimiento de varias resoluciones del Consejo de Seguridad
de la ONU, el segundo para la aplicación general de la ley, ambos de fecha 16 de noviembre del
año 2017, acentuando y ampliando las líneas y directrices generales de las recomendaciones del
GAFI.

El seguimiento del GAFI, sobre la sujeción y observación plena de sus 40 recomendaciones, con
evaluaciones constantes, incluyendo el pasado año y el inicio del 2018 a través de su organismo
regional para Latinoamérica, conocido como GAFILAT, esto sumado al considerando
decimotercero de la ley 155-17, cuando expresa “Que el no cumplimiento de esos estándares
colocarían a la República Dominicana en una lista de países no cooperantes, con la posterior
consecuencia sobre la reputación, acceso al crédito tanto del sector público como de agentes
económicos del sector privado y asistencia de organismos internacionales,” indican de
manera inequívoca que la recién aprobada ley de lavado de activos responde a exigencia y
presiones foráneas, sin tomar en consideración la realidad dominicana.
El secreto bancario y el secreto profesional del abogado.

En este nuevo escenario jurídico, el secreto bancario y el secreto profesional del abogado y
contadores pasan a ser historia, así lo consagra el artículo 57 de la ley 155-17, al disponer que el
mismo no será impedimento para el cumplimiento de las obligaciones de los sujetos obligados.

En el caso de los abogados y su inclusión en la categoría de sujetos obligados no financiero, resulta


contraproducente frente a las responsabilidades y deberes que estos asumen con sus clientes,
puesto que la columna vertebral del derecho de defensa de un imputado, es precisamente esa
garantía y obligación incluso deontológica, que tiene que observar el abogado durante todo el
proceso, en suma, transgredir o limitar el sagrado secreto profesional del abogado, equivale a la
quiebra y violación al derecho constitucional de defensa.

De los unos 65 mil abogados, que en la actualidad se encuentran inscritos y registrados en el


Colegio de Abogados de la República Dominicana, solo apenas entre unos 25 y 35 mil estarían
ejerciendo, más de un 90% de manera informal, sin lugar a dudas ni remotamente preparado para
asumir la carga que supone convertirse en un informante bajo un riguroso esquema de
confidencialidad, de los negocios de sus clientes con las autoridades, este nuevo enfoque rompería
la mística y filosofía de trabajo que une a los abogados con su clientes, perdiéndose la confianza
y quebrándose la relación de trabajo.

Impacto y efectos de la ley en la economía nacional.

A juicio nuestro el desbordante contenido e impacto de esta normativa, en toda la vida nacional
productiva, nos invita a adentrarnos en un proceso de construcción teórica y de precedentes que
vayan definiendo, el vasto y preocupante alcance de la ley, además de la asistencia y comprensión
del Estado Dominicano en tan radical y desconcertante cambio, más aun planteándonos cuales son
los fines de esta ley, si se trata de una especie de reforma fiscal, una ley penal o si es una ley para
combatir la corrupción y el crimen organizado.

Al decir a muchos sectores, les embarga el temor a volver a los tiempos donde los colchones eran
las cajas fuertes por excelencia de los dominicanos, impactando la economía y dando pie a la
emergencia de una economía informal, desplazando y quebrando el comercio tradicional, lo que
sin dudas podría suponer una merma en las recaudaciones fiscales. De ahí que muchos
consideraron que debió acompañarse la promulgación de esta ley, con una Amnistía Fiscal, la cual
permitiera un proceso de organización, regulación y adaptación a la nueva legislación.

Hoy día son muchas las conjeturas y ejercicios de futurología que se sirven alrededor de los deseos,
estimaciones, vaticinios y proyecciones sobre el impacto y efectos de la ley 155-17, muchos opinan
como posibles puntos positivos, el que aumentará la credibilidad en el sector empresarial, mejorará
la economía dominicana y proyectará una positiva posición del país en su calificación de riesgo a
nivel internacional, también que llevará un clima de mayor transparencia en las operaciones
financieras, aumentará las recaudaciones tributarias, permitirá mayor formalidad en la economía,
impedirá la entrada de capitales ilícitos; entre otras virtudes.

Otros sectores por el contrario no muestran mucho optimismo, desde ya los dealer, agentes
inmobiliarios, compañías, personas e ingenieros dedicados a la construcción y casas de empeños,
aun cuando reconocen la necesidad de la ley, entienden que pudiera la misma, surtir efectos
negativos y diferentes a los esperados en la economía nacional, tales como; menos control y más
informalidad en las operaciones comerciales, alejando las inversiones por el exceso de requisitos,
la disminución de las remesas, el aumento de los costos y menor rentabilidad, por la estructura
extra que habría que disponer para llevar las exigencias de la ley, en fin un exceso de formalismo
y burocracia atentatoria a la esencia del mercado.

Pese a reconocer la necesidad de avanzar con herramientas eficientes, como eventualmente podría
serlo la nueva ley de lavado de activos, en su lucha y combate contra el crimen organizados y sus
diferentes y evolucionadas manifestaciones, no es menos cierto es que resulta un tanto paradójico,
que esta, no responda a la esencia y tendencias del Neo-constitucionalismo que propugna por el
establecimiento del llamado Estado Social y Democrático de Derecho, dejándole a los jueces y
ministerio publico la histórica responsabilidad de ser los garantes del debido proceso de ley,
además de erigirse en un muro de contención en contra de los abusos y la excesiva
discrecionalidad.

Con el ministerio público y los poderes que este se le asignan, incluso más allá de toda lógica
racional y constitucional, como lo sería el párrafo del artículo 23 de la ley 155-17, autorizándole a
trabar bajo condiciones a hasta cierto punto discrecionales medidas cautelares, consistentes en el
secuestro, incautación o inmovilización provisional de bienes muebles o productos bancarios, u
oposición a transferencia de bienes inmuebles, todo ello a condición de que en el plazo de las 72
horas siguientes a su adopción, la sometan ante el juez de la instrucción para que conozca de su
confirmación o no.
Reflexiones finales y recomendaciones.

Como reflexión final, sobre todo por el desbordante contenido e impacto de esta normativa,
tendríamos que decir que en principio es una ley de combate contra la criminalidad organizada,
pero con amplios ribetes e influencia sobre todo el espectro impositivo o Tributario; y reiteramos
con muchos requisitos y requerimiento de casi imposible cumplimiento para los sujetos obligados,
los cuales rayan en lo desproporcionado, un Estado no debe mediante una ley y sucesivos
reglamentos cargar y comprometer a una clase profesional con responsabilidades, gastos y nueva
dinámica de trabajo que desbordan sus posibilidades y accionar. De ahí la necesidad de que el
Gobierno Dominicano, contemple una amnistía fiscal, también el diseño y desarrollo de una
intensiva campaña de socialización y conocimiento de la ley 155-17 y sus reglamentos; así como
compensar y acompañar al sector empresarial y sujetos obligados, en la adecuación de sus negocios
de cara a la nueva realidad.

Otras Recomendaciones atendibles serian que los órganos sectoriales y responsables del
seguimiento de los sujetos obligados, como ha sido el caso de la Dirección General de Impuestos
Internos (DGII), elaboren y publiquen la papelería e instructivos, necesarios para hacer operativo
el cumplimiento de la ley. También constituye un imperativo liderado por el gobierno, el disponer
y coordinar con los gremios, órganos sectoriales y universidades de un ambicioso plan de
capacitación continuada sobre el contenido y alcance de la legislación sobre lavado de activos.

En el caso de los sujetos obligados sería conveniente que se organicen por sectores, tomen
conocimiento del derrotero de la ley, aprovechando desde ya el plazo que le da el reglamento 408
-17, de un año para actualizar los datos de su cliente y la dispensa de que los registradores no
tendrán que exigir las pruebas del origen de los fondos para anotar cualquier operación en la
jurisdicción inmobiliaria, sobre todo en lo que van organizando la casa.

Finalmente, estimo que el Estado y en particularmente el gobierno, deben repensar en la forma, en


que nos hará participe de una lucha contra la criminalidad organizada, que, si bien es
responsabilidad de todos, no menos cierto es, que se trata de una carga muy pesada en el complejo
mundo criminal; además de los sacrificios y gastos económico en que habrá que incurrir, para
llenar el voto de la ley; esto sumado a poner en riesgo la vida propia y de los familiares.

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