Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Docente: Estudiante:
Área de Formación:
Biología
Disculpe, quise decir “buenas tardes”. Sabrá usted, ¡que es complicado dejar las raíces
del lugar de donde uno proviene! El español me abre las puertas a nuevos campos, pero
el italiano me abre las puertas del corazón.
¿Aún no tiene idea de quién soy? He de suponer que la gente fuera de Italia no está al
pendiente de lo que debe. El nombre de Carlos III o George Washington ha opacado el
de aquellos que no nos dedicamos a la política.
Pero, ¡nunca es demasiado tarde para aprender! Le mostraré quien soy, a ver si su
juicio se voltea a las cosas más importantes. No es que la política no sea importante,
solo… No, no es tan importante.
Nací el 11 de Enero del año 1726. Desde pequeño me vi interesado por la botánica, la
naturaleza, ¿y quién no estaría fascinado por la creación de Dios? Es realmente
hermoso.
Además, estudié derecho. Universidad de Bolonia. Ese fue el lugar asignado para mi
estudio y posterior porvenir de papeleo jurídico.
Mi ayudante mayor, a quien le agradezco prácticamente todo. Antonio Vallisneri. Él
consiguió convencer a mi padre de no torturarme con derecho, y que apreciara el arte
y obra de Dios.
La Compañía de Jesús me abrió las puertas y en 1762 fui ordenado como Sacerdote
Jesuita. Mi vida estaba tomando un rumbo espiritual y sano, haciendo lo que el corazón
pensaba correcto.
No deseaba volver a enseñar, pero una gran mujer me hizo una petición que no pude
rechazar. María Teresa I de Austria. Ella me hizo saber que mi lugar estaba en la
Universitá di Pavia, o Universidad de Pavia, para su gusto lingual.
Me fue mejor de lo que esperaba, era director del museo. Quién lo diría. Grandes
recolecciones del Mar Mediterráneo en mis manos, y un montón de talento que dirigir.
En Junio de ese mismo año, fui declarado como miembro del “The President, Council
and Fellows of the Royal Society of London for Improving Natural Knowledge”,o Sociedad
Real. Es solo que el primero suena más importante, a usted que le gusta el inglés debe
saberlo, ¿cierto?
Me fui manejando en la Universidad por mucho más tiempo. En 1775 fui declarado
miembro de la Real Academia Suiza de Ciencias. Parece que todo lo que tuviera la
palabra “real” quería que perteneciera de su lado. No le daba demasiada importancia.
1785. Un año de grandes experiencias. La Universidad de Padua deseaba que me
mudara a su despacho para continuar con mi trabajo, pero Pavia duplicó mi salario. La
comodidad sumada de dinero hizo la decisión más fácil.
Uno de los beneficios de Pavia fue ofrecerme un viaje en el cual pude mantenerme
abstente de la enseñanza y el museo, el destino fue Turquía. Un año de duración.
Inspeccioné Heybeliada y Büyükada y elaboré cantidad infinita de observaciones de las
minas que ahí se encuentran. Mi regresó fue un rotundo éxito, fui recibido en Viena,
Austria, por José II del Sacro Imperio Romano Germánico, y mi gestión en el museo de
Pavia fue excepcional.
Pero sabía que todo había empezado en Pavia. Mi honor estaba intacto, pero cometí
venganza. ¡Que Dios me perdone! ¡Y perdone a aquellos que me han ofendido!
Entre los animales que utilicé para poder experimentar se pueden mencionar las ranas.
Los resultados que obtuve señalaban que el desarrollo, hasta la fase de huevo maduro,
solo se podía producir en el útero, llegando a la conclusión de que la fecundación se
debía de producir externamente.
Demostré que esta era posible por medio de los perros. Tomé una jeringa y en ella
inserte espermatozoides de un perro. Estos fueron introducidos a una perra y fue
concebida. Gracias a este experimento demostré la importancia del espermatozoide en
la fecundación.
No tenía intenciones de utilizar a nadie, o nada más que a mí mismo como parte de mi
experimento.
Después de ver a cantidad de niños consumiendo huesos de cerezas sin ningún efecto.
Decidí tomar una bolsa de lienzo y depositar en ella 4,5 kilogramos de pan masticado.
Me la tragué. Un día después, mi procesó biológico expelió la bolsa de lienzo, vacía.
Su trabajo fue base para grandes científicos posteriores como Louis Pasteur.
Un gran científico con una gran devoción por el entorno que lo rodeaba. ¡Vivere
Spallanzani!