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INTRODUCCIÓN
Al iniciar el siglo XXI, las ciudades crecen desmedidamente sin orden alguno. Lima no
escapa a esta dinámica global. La convivencia urbana está lejos de articular conveniente-
mente a todos los grupos humanos existentes. Estas ciudades multiculturales, heterogé-
neas y fragmentadas crean una serie de mecanismos de inclusión y de marginación. Diver-
sos espacios discursivos reflejan este propósito. Uno de ellos reside en los medios de
comunicación masivos. Estudiarlos ayudaría a la compresión de nuestras sociedades.
Algunas de las vertientes de los estudios culturales apuntan a esta finalidad. Sin embargo,
hay muy pocos análisis prácticos al respecto. Y los que existen se preocupan por medios de
comunicación que utilicen lenguajes discursivos relativamente nuevos: televisión, Internet,
e incluso radio. Rara vez se centran en el lenguaje escrito. La prensa diaria que se expone
en uno de los centros de articulación de la mayoría de la población –los llamados parade-
ros– no ha recibido la atención que merece.
En este sentido, debemos ubicar a estos diarios «chicha» en una posición claramente
subordinada frente al discurso de poder hegemónico. No obstante, qué significa ser califi-
cado como un diario «chicha». No existe una definición contundente, pero considerando su
ubicación marginal podemos, en una primera aproximación, caracterizar a este tipo de
prensa como aquella que transgrede los cánones normativos. Es decir, si el modelo infor-
mativo estándar y válido consiste en veracidad y seriedad, la prensa amarilla se inclina por
la exageración y el entretenimiento; esto lo vemos, por ejemplo, en el siguiente titular:
«Nace cuy diabólico» (El Popular, 01-VII-03).
Por otra parte, cabría agregar el bajo costo que tienen (50 céntimos aproximadamente). En
el 2003, año de realización de esta investigación, los diarios que cumplían con estos
requisitos eran: Ajá, El Chino, El Tío, El Men, Trome, El Popular, Extra, Dos por uno y
Rocoto. Otros diarios como El Bocón, Líbero y Todo Sport, además de Salud, Dinero y Amor
y La Huaringa, presentaban características formales y semánticas comunes con el corpus
anterior; sin embargo, el carácter específico de ambos grupos (deportivos, los primeros y de
salud y esoterismo, los segundos), los tornaba imposibles de analizar en esta primera aproxi-
mación a la prensa sensacionalista limeña.
Un primer estudio de los nombres de estos diarios «chicha» nos lleva a afirmar que existe
una imperiosa necesidad de mostrar e indicar una filiación patente con lo popular y con su
lenguaje; por ejemplo, El Popular muestra claramente esta filiación, Ajá utiliza una expre-
sión coloquial que indica un descubrimiento sorpresivo, El Chino y El Tío emplean sustan-
tivos coloquiales que remiten a la idea de cercanía y empatía; finalmente, el Men y Trome
utilizan coloquialismos que califican de capaz a un sujeto. Asimismo, los titulares como
«Chato botó a su chibola» (Ajá, 08-VII-03), que apreciamos en las portadas, utilizan tam-
bién un lenguaje popular que reafirma esta filiación.
Delimitado el corpus, debemos mencionar que la prensa «chicha» como cualquier otro
medio de comunicación solo existe en tanto establezca una determinada praxis comunica-
tiva; en otras palabras, su finalidad primordial es conseguir que lo lean. Para lograrlo, debe
competir con los otros diarios cuando está expuesto en la vía pública (en los diversos
puestos de periódicos de la ciudad). Por lo tanto, «la consigna es posicionarse con ventaja
en el mercado, por lo cual la función de informar al público queda subordinada, ya que el
entretenimiento es lo que más vende. Hablar de una sociedad del infoentretenimiento sea
quizás una de las maneras de caracterizar esta etapa de la sociocultura contemporánea...»
(Martini 2000: 19-20).
Esta posición en los diarios «chicha» nacionales consiste, como ya mencionamos anterior-
mente, en exagerar y divertir, apelando siempre a una identificación con los modos discur-
sivos subordinados. Este último aspecto se expresa tanto en su producción como en su
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oferta hacia un público determinado; en otras palabras, configura un lector ideal para su
praxis comunicativa.
En este sentido, lo que más atrae al público son sus carátulas. Es esta parte la que identi-
fica a los diarios. En el 2003, el Ajá, El Chino y el Extra organizaban su carátula alrededor
de un titular muy sintético referente al mundo del espectáculo. Por ejemplo, el 29 de junio
de ese año se publicó sobre el nuevo amor de César Hildebrandt. No obstante, ese mismo
día El Tío y El Men se centraron en temas sociales como los fonavistas y los jubilados.
Únicamente El Popular ubicó el nombramiento de Beatriz Merino como primer ministro en
la posición de titular central.
En torno de este titular que identifica la línea del diario se agrupan una serie de titulares
menores, tales como noticias de la farándula (la gran mayoría), policiales (asesinatos,
robos, etc.) y alguna vez noticias políticas. Asimismo, las carátulas de los diarios «chicha»
se caracterizan por la abundancia de colores llamativos: rojos, amarillos, verdes, azules y
negros. Por otra parte, en el Ajá, El Chino, El Tío, Dos por uno, Extra y en menor medida El
popular, siempre aparecen una o más fotos de alguna vedette. Estas generalmente se ubi-
can en el sector izquierdo y superior (a veces inferior) del diario, muy cerca de la posición
áurea (punto donde recae la mayor atención de la vista). En este sentido, podemos afirmar
que el cuerpo femenino es el eje de la carátula. Las fotografías muestran o, en todo caso,
resaltan los senos y las nalgas, partes somáticas asociadas a la fertilidad que comunican
con el mundo.
El Tío y Dos por uno colocaron una falsa carátula con temática deportiva (básicamente
fútbol). Finalmente, Trome optó por la fotografía de una vedette y a su costado una columna
dedicada al tema del día dentro del mundo de la farándula.
La distribución interna del diario varía mucho entre cada uno. No obstante, podemos iden-
tificar algunas constantes: la sección policial, generalmente referente a robos, asesinatos o
muertes, y si están relacionados con la farándula, mucho mejor; la sección de política, casi
siempre reacia frente al gobierno y ligeramente identificada con la oposición; la sección de
local, que contiene referencias de interés social y noticias no policiales; igualmente, casi
siempre en las páginas centrales y a todo color, se ubica la sección de espectáculos (lo
cual revela su importancia dentro de la pragmática comunicacional de los diarios chicha);
hay también una sección de internacionales, aunque de escasa importancia; una sección
de amenidades con horóscopos, chistes, supuestas cartas y consejos, salud y misceláneas
diversas; finalmente, hay una sección deportiva, principalmente dedicada al fútbol.
El orden y el tamaño de cada una de estas partes pueden variar, incluso pueden mezclarse;
pero en torno de estas siete secciones se articula todo diario «chicha». Como apreciamos,
el ordenamiento interno del diario y de su portada nos permite ver que los diarios chicha son
espacios de lucha discursiva.
Revisemos brevemente algunos de los ordenamientos que presentaban los diarios «chicha»
en el 2003. Ajá y El Chino casi siempre cumplían el orden anteriormente mencionado;
además, privilegiaban en sus portadas el elemento farándula y acababan con un crucigra-
ma sobre el mismo. Extra seguía la misma estructura. El Men optaba por carátulas centra-
das en problemas sociales (la jubilación por ejemplo) y una página central dedicada a la
política. El Tío empezaba con una temática política y alternaba portadas sociales y sobre
farándula. El Popular oscilaba entre carátulas que resaltaban el factor político y de farándu-
la. Rocoto presentaba una portada política y una página central dedicada a lo policial.
Finalmente, Trome variaba la temática de su página central aunque la sección de espectá-
culos conservaba siempre el color.
Al respecto, los diarios «chicha» casi nunca son estructuras fijas e inamovibles, fluctúan
entre privilegiar lo público o lo privado. Así pues, los diarios «chicha», cuando se preocu-
pan por lo político, «... remiten al sistema clasificatorio de la modernidad: con espacios
que responden a los ámbitos de las actividades de las instituciones públicas, casi coinci-
den con las áreas en que se organiza la tarea gubernamental, privilegian los campos de la
política (nacional e internacional) y la economía» (Martini 2000: 34). Los diarios con la
mayor carga de este tipo son los oficiales (El Comercio, La República) pero también la
prensa amarilla toma este factor político, ya privilegiándolo o marginándolo. Está ambi-
güedad muestra hasta qué punto el discurso de la modernidad, y de la nación, tiene aún
vigencia y poder dentro de los espacios discursivos populares.
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... una forma de clasificar todo aquello que interesaría más de cerca al individuo común, por
fuera de las agendas programáticas de las instituciones del Estado y del mundo empresarial.
Construidas a modo de ventana abierta a la realidad común, se apoyan en retóricas
narrativizadas, incluyen la casuística, y las llamadas notas ‘de interés humano’ y ‘de color’, y
resultan quizás más creíbles para el público, porque le permiten el anclaje en la experiencia
propia (Martini 2000: 35).
Sin embargo, el entrelazado semiótico de los diarios «chicha» excede este nivel de análi-
sis. Finalizada esta primera parte, solo quedan una serie de interrogantes: ¿El discurso de la
modernidad verdaderamente apoya la creación de una conciencia crítica autónoma? ¿La
información social va en busca de la legitimación de los sujetos marginales o es solo una
retórica de lucro? ¿La exaltación del valor individual y privado estará contaminada por una
pragmática hegemónica?
En la sección anterior dejamos abiertas una serie de interrogantes que no podrían tener
respuesta en un mero análisis de la sintaxis que funciona en los diarios «chicha». Debemos
pasar al análisis textual y semántico. Para lograrlo, principalmente me centraré en el estu-
dio de los sujetos discursivos construidos en esta prensa sensacionalista. Aun así, el campo
de análisis sigue siendo muy amplio; por este motivo, fijaré mi atención en aquellas partes
que revelen la presencia hegemónica de un discurso de poder.
Veamos al sujeto central de muchas portadas de estos diarios: la vedette. En El Popular hay
una entrevista a Desirée Acosta, en la cual, hablando sobre sus relaciones amorosas, dice
que se relaciona:
El resaltado es mío y subraya los aspectos de la cita que configuran a un sujeto femenino
vedette ubicado en la marginalidad. No participa del poder y se encuentra en el mundo de
la farándula por necesidad, no por deseo propio. Ella es vedette, pero no quiso serlo nunca.
Ella misma reconoce que la posición social vedette y el mundo relacionado con ella, están
144 | LA PRENSA CHICHA EN LIMA: LEGITIMACIONES Y SUBVERSIONES DEL DISCURSO DE PODER
Por lo tanto, hay aquí la presencia de un discurso de poder que reprime las posibles subver-
siones que pudieran realizar los sujetos marginales. Lo logra a través de la construcción de
una ontología de los productos de la cultura de élite, a los cuales se les atribuye una
supuesta transcendencia e inmanentismo positivo. Veamos otro artículo al respecto: «Móni-
ca Cabrejos sorprendió a más de uno cuando confesó que uno de sus sueños era escribir una
novela. ‘Quiero ser la versión femenina de Bryce y (sic) Echenique o ser una Isabel Allende’,
dijo» (El Chino, 06-VII-03).
Cabe destacar que las vedettes son reducidas también al estado material de su cuerpo, el cual
cobijaría el verdadero valor de ellas, por ejemplo: «Jura que sólo chambea con el sudor de sus
nalgas. Asegura no entra en cochinadas y desconoce a bancario mafioso» (El Chino, 08-VII-03).
Sin embargo, las vedettes no son los únicos sujetos marginales, también lo son los homo-
sexuales. En medio del escándalo desatado por un estafador, que supuestamente compraba
vedettes, se dice en un titular que: «También era rey de las locas» (El Chino, 08-VII-03).
Como las vedettes, los sujetos homosexuales actúan pasivamente, es decir, son comprados
por el dinero. Aquí cabe destacar que su apodo más común es loca, significante tomado
metonímicamente de otro sujeto subordinado: el loco. Por esto, siguiendo a Michel Foucault,
si la locura es un elemento subversivo para el discurso de poder, entonces la homosexuali-
dad también lo es. Ya que consiste en esa exterioridad excluida pero constituyente de la
materialización, por iteración, del sexo. Su vuelta al sistema desencadenaría un desequili-
brio discursivo y de poder en la sociedad, y por esto es condenado.
Es en este contexto de represión donde puede surgir un personaje como: «Tina Calleja, la ex
meretriz callejera que se convirtió en cristiana a raíz de la muerte de un viejo sacerdote que
era su amigo» (El Men, 04-VII-03), la cual apareció en la columna «La esquina del movi-
miento», escrita por la «China» Barrios. En esta especie de editorial se condenaba el
aborto, en referencia directa a la aparición de múltiples fetos arrojados en la basura. No
obstante, encontrar un personaje más reaccionario, es prácticamente imposible. Se conde-
na a la prostituta como violenta, inmoral y pecadora porque constituye un sujeto subversivo
para el poder hegemónico heterosexual. Ya que si bien entrega su cuerpo, solo lo alquila. Su
cuerpo le sigue perteneciendo luego de la transacción. En lugar que el sujeto masculino
utilice su poder dominando el cuerpo ajeno, es ella quien domina su cuerpo propio y, al
contrario, invierte la relación: es ella quien ejerce el poder a través de su cuerpo.
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Igual caso sucede con el aborto, acción que, más allá de debates morales, significa una
represión hacia la mujer, ya que no puede ejercer dominio alguno sobre su propio cuerpo. El
dominio sobre este es transferido al poder de las leyes del Estado. Es interesante ver tam-
bién la persistencia que aún tiene una institución como la iglesia católica dentro de nuestro
país, esto lo vemos, por ejemplo, en el siguiente titular: «Cipriani pide a Dios por la paz del
país» (El Chino, 06-VII-03).
Hemos dicho hasta la saciedad que el espacio discursivo de los diarios «chicha» es un
campo dinámico y lleno de constantes reactualizaciones. Ya hemos demostrado la presen-
cia del discurso de poder hegemónico. Algunas de las operaciones retóricas que presenta
este discurso de poder ya han sido explicadas. Ahora, debemos aclarar los aspectos subver-
sivos de los diarios «chicha».
En primer lugar, la mayoría de ellos expresan una serie de críticas al gobierno: «Alan
anuncia caída del Cholo» (Ajá, 06-VII-03), pero que no revelan ninguna crítica real sino que
reproducen reminiscencias coloniales, en este caso, la figura del cholo como sujeto inca-
paz. Sería muy arriesgado afirmar –con la poca información que poseo– si esta crítica al
gobierno remite a una verdadera preocupación por lo local, lo privado y lo social en desme-
dro de lo nacional, lo público y lo estatal.
Existe otra cita en la que vale la pena detenerse: «Beatriz Merino pone pare a viajes de
placer de burócratas» (El Men, 08-VII-03). En este aparece un sujeto femenino no marginal,
activo y positivo, aunque perteneciente a las esferas de poder. Este sujeto frena al sector
público y su poder, identificándose con los deseos populares de bienestar social e indivi-
dual.
Finalmente, una noticia claramente subversiva, resaltada sobre un fondo amarillo, es: «Pol-
vos Azules se atrinchera. Comerciantes impiden operativo anticontrabando» (El Popular, 29-
VI-03). En este se da importancia a la desobediencia de los sectores marginales frente al
poder estatal. El hecho de por sí subversivo adquiere mayor relevancia, ya que acompaña al
titular central en la portada del diario y, aunque los comerciantes no sean entes totalmente
subordinados, se presta atención a la fragilidad del poder estatal, incapaz de controlarlos.
Como hemos visto a lo largo del presente trabajo, los diarios «chicha» se constituyen a sí
mismos como espacios de lucha discursiva. En ellos funcionan operaciones de exclusión y
de inclusión. Las portadas de toda la prensa amarilla muestran al mismo tiempo una filia-
ción y una condena simultáneas a lo que publican. Veamos los titulares del Ajá el 06-VII-
03: el central refiere al caso del estafador de banco vinculado con las vedettes; otro infor-
ma acerca de la posible detención de una modelo de la farándula; otro habla sobre la visita
de Gisela a la cárcel; otro titular se refiere a la detención de unos «aborteros»; y, finalmen-
te, aparece uno sobre la captura de un miembro de Sendero.
Claramente observamos que las cinco noticias remiten al campo de represión máximo del
discurso de poder: la cárcel. Este tipo de noticias son publicadas constantemente como
medio de represión social por el discurso hegemónico pero, paradójicamente, esta misma
iteración de noticias conlleva a la subversión del espectáculo.
Mi conclusión está lejos de proponerse como total y definitiva. Los pocos análisis que he
realizado solo revelan las contradicciones, conflictos e interferencias propias de todo espa-
cio discursivo, en este caso, uno capaz de construir diversos sujetos populares. Los diarios
«chicha», si bien presentan una fuerte interferencia de discursos modernos, nacionales y
marginadores (raciales y sexuales), no dejan de cumplir, aunque muy someramente, su
función subversiva: la seducción de la desobediencia.
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
PRIMARIA
SECUNDARIA
BERMAN, Marshall
1999 Todo lo sólido se desvanece en el aire . México: Siglo XXI.
BUTTLER, Judith
2002 Cuerpos que importan. Buenos Aires: Paidós.
LYORTARD, J.F.
1989 La condición postmoderna. Madrid: Cátedra.
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MARTINI, Stella
2000 Periodismo, noticia y noticiabilidad. Bogotá: Norma.
SARLO, Beatriz
1996 Escenas de la vida posmoderna. Buenos Aires: Ariel.
SUNKEL, Guillermo
2001 La prensa sensacionalista y los sectores populares . Bogotá: Norma.